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Fray Asinello: Humildad hecha poesía
Acércate, Bienamada, la de los brazos abiertos. A ti corro enamorado, con un ciclón de deseos Tengo sed de tu regazo para morir en silencio. Amada, la presentida desde los montes eternos, la elegida por el Padre para el Varón Unigénito, eres morena de sol y tienes olor a cedro, yo pondré sobre tus hombros el lino en flor de mi cuerpo y un rojo manto prendido con cinco rosas de fuego: ¡divino traje de bodas en el abrazo supremo! Ven a mis brazos, Amada la de los brazos abiertos…
Con el nombre de Fray Asinello, “el hermano burrito”, pseudónimo elegido por él mismo, conocemos al religioso Benjamín Sánchez Espinosa , autor del célebre poema: Romancero de la Vía Dolorosa publicado en 1949 y por el cual recibió el Premio Jalisco.
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Cuando le preguntaban por qué había elegido firmar su poesía como Fray Asinello, él contestaba: Porque he querido ser el hermano borrico para llevar a Cristo a todas partes, como aquel en que entró montado en Jerusalén”. Agregaba que su principal intención fue “facilitar la comprensión de los misterios divinos”.
Este largo poema, pleno de ternura, exquisito en su forma, en sus metáforas, en su ritmo, en las imágenes convocadas y en las palabras elegidas para contar las 15 estaciones del Vía Crucis, posee una profunda fuerza humana, a partir de la aceptación del sacrificio y de la entrega del Nazareno, del dolor, pero también de la belleza llena de luz y esperanza, en cada una de sus estaciones.
Comparto, como un ejemplo de la intensidad y arte del poema, el inicio de la segunda estación: “Jesús se abraza a la cruz”. Profundamente emotiva es la voz de Jesús, quien le habla a la cruz, con la que habrá de redimir al mundo:
Benjamín Sánchez Espinoza nació en Guadalajara, el 6 de enero de 1923. Su familia venía de Sahuayo, Michoacán, y llegó a la capital jalisciense en 1913, huyendo de la revolución. Su padre era comerciante, y con sus ahorros compró una casa para la familia, por la avenida Hidalgo, a sólo unas cuantas cuadras de la Catedral-
El pequeño Benjamín realizó sus estudios de primaria con los hermanos maristas, en el Colegio Jalisco, casi en la clandestinidad, por el conflicto cristero. A los once años ingresó al Seminario Conciliar de Guadalajara , cursó latín, Humanidades, Filosofía y Teología, y fue siempre muy apreciado por su carácter amable y su bonhomía. De aquella época en el Seminario, cuentan sus biógrafos que, con ocasión de actos solemnes, y celebraciones, siempre subían al podio tres brillantes estudiantes: Manuel Plascencia, Taurino Ruiz y Benjamín Sánchez, representantes de las mentes sobresalientes de esas décadas.
Publicó sus primeros poemas en la revista “Apóstol”, del Seminario Conciliar de Guadalajara. Su vocación hacia la poesía religiosa era clara e inspirada. Con motivo del 250 aniversario de la fundación del Seminario de Guadalajara, se convocó un concurso para componer el himno del seminario, y fue el joven Benjamín quien resultó ganador. Así, sus palabras fueron musicalizadas por el canónigo José Ruiz Medrano, y fue estrenado en el Teatro Alameda, el 15 de agosto de 1947, solemne velada literario-musical. Al mismo tiempo, el joven compositor vivía el duelo por la muerte de su señora madre.
Sus estudios en el seminario continuaron y, simultáneamente, cursó la carrera de normalista de 1950 a 1953, y fue nombrado Profesor de Literatura Universal y Castellana del Seminario Menor. Todo ello, sin olvidar su entrañable oficio de poeta, porque un año después, es decir en 1954 obtuvo el primer lugar en los Juegos Florales convocados por la Arquidiócesis Primada de México, con el poema titulado: A la Inmaculada, en el marco de la declaración dogmática de la Inmaculada Concepción de María. Fue ordenado sacerdote el 6 de abril de 1957.
Los testimonios sobre su vida en el Seminario dan cuenta de su carácter sensible y profundo, con un dejo de melancolía: “…él solía llegar a clases como llevando una abrumadora carga de belleza, arrancada a las cosas pequeñas de la vida, asombrado ante lo sencillo y dando especial valor a lo trascendente” (Oscar Maldonado Villalpando).
Profundamente conmovedora y plena de ternura es la cuarta estación, “Jesús se encuentra con su madre”, uno de cuyos fragmentos les comparto:
Cristo, Niño mío, ¿para dónde vas?
María, Mar de lágrimas alfombras: charcos de sangre, sandalias: ¿llagas de fuego?
¿quién te lo dirá?
Piececitos como lirios que en mi regazo crecieron ¿Por qué lleváis a mi Niño por tan ingratos senderos?
Manecitas de jazmines que en diciembre florecieron ¿por qué os alejáis crispadas sobre ese oscuro madero? y ni podéis despediros de mí, perfumando al viento?
Cristo, Niño mío ¿para dónde vas?
María, Mar de lágrimas, ¿quién te lo dirá?
La belleza de este gran poema Romancero de la Vía Dolorosa, radica en su fidelidad y fundamento evangélico, en la audacia y originalidad de sus metáforas , y en la profunda y conmovedora carga humana que se evidencia en el dolor y la entrega amorosa.
En 1992 la Unidad Editorial del Gobierno del Estado de Jalisco publicó la mayor parte de su obra, en un libro que se tituló Espejo y enigma. Su poema más conocido es, indudablemente, el Romancero de la Vía Dolorosa, que supera ya las treinta ediciones y que ha sido llevado al teatro en múltiples ocasiones, con motivo de las celebraciones de Semana Santa.
Vale destacar que el pintor jalisciense Alfonso de Lara Gallardo, cautivado por la belleza del Romancero de la Vía Dolorosa, lo llevó a la imagen, e ilustró el poema completo en un libro de gran belleza y en varios murales. El 25 de agosto de 2011 falleció Fray Asinello en su ciudad natal, sus funerales se oficiaron en el Templo del Dulce Nombre de Jesús y sus cenizas fueron depositadas en la cripta de la Parroquia de Nuestra Señora de la Paz. Cierro con el verso final de la estación 14, del Romancero de la Vía Dolorosa:
¿En dónde está tu victoria ¿Oh, muerte de dedos pálidos?
Ya van bajo los cipreses
Las siemprevivas brotando… Madrecita que sembraste a Dios bajo los granados: sobre el surco de tus lágrimas han florecido los cánticos; mañana, cuando el lucero del alba bese tus párpados, la tierra dará su fruto inmortal y perfumado… entonces, cierra tus ojos; Entonces, abre tus labios Para que bebas el vino del Hijo Resucitado.