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Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores del Mundo
Desde el 2021 - el cuarto domingo de julio - se celebra la Jornada Mundial del abuelo y los adultos mayores del mundo . Esta jornada fue instituida por el Papa Francisco durante la pandemia del 2020, con fin de exhortar a toda la Iglesia a reflexionar y actuar para que crezca la calidad de vida de esta población.
La vejez no está peleada con la alegría, el entusiasmo y los proyectos; en fin, con una buena calidad de vida. En la vejez todavía darán fruto (Sal 92, 15) fue el lema de la jornada del 2022. El Papa Francisco tomó en cuenta la fiesta de los Santos Joaquín y Ana, abuelos de Jesús, para exhortar a todas las comunidades eclesiales a celebrar esta Jornada.
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Muchos desdeñan la vejez porque se cree, equivocadamente, que es sinónimo de inutilidad. Está circulando de manera muy popular en conocida plataforma un video que dice: “ya no dejes a tus hijos con sus abuelos, porque regresarán diciendo: Primero Dios ”. El mensaje es inquietante: se considera la religión como un factor de manipulación y fanatismo que no entiende las necesidades de un mundo actual.
En el mensaje, el Papa invita a integrar a las personas que viven la etapa de la ancianidad, porque, cada vez más, viven con desesperanza y marginación, como si fueran los leprosos de este tiempo; en la cultura del descarte no hay lugar para el anciano.
En realidad, la vejez es una bendición; según las Sagradas Escrituras las personas ancianas son signos de la bondad de Dios y nos llevan también a hacernos responsables de ellas. El Papa menciona, también, que vivir la ancianidad no es nada fácil, ni para la misma persona, ni para los que están cercanos, puesto que hay muchos cambios que dificultan comprenderse a sí mismos y a los demás, por parte del anciano, y a los ancianos para los que conviven con ellos.
La forma de comunicar, las experiencias, el papel que se les da en la comunidad, pueden diferir de un lugar a otro. Hay mucho que hacer, por parte de la sociedad en general. Los pocos espacios que hay para el anciano se centran, en mayoría, en la asistencia; ciertamente ésta es necesaria, sin embargo, no podemos limitarnos a un enfoque asistencial. Debemos favorecer todas las iniciativas que permitan al anciano vivir satisfactoriamente en todas sus áreas y con todos sus sentidos. Es necesario, también, ayudar a vivir, conscientemente y con actitud activa, los cambios propios de la edad.
La ancianidad será nuestro futuro y, si nos pusiéramos a reflexionar qué futuro nos espera, podríamos prever un panorama desolador de nuestra ancianidad . Por ello hay que trabajar más para que la sociedad sea más atenta e incluyente, para que sea una sociedad más empática con el anciano y todas sus necesidades.
Para promover una ancianidad activa se deben cuidar las dimensiones física, psicológica y espiritual Esta última es muy importante, no sólo porque en la tercera edad las personas se acercan más a la religión, sino porque se van integrando todas las experiencias de vida y se va dándoles un sentido con mayor madurez. Fundamentales se revelan las prácticas de la oración y de los servicios religiosos comunitarios.
Desde esa altura se puede compren - der la necesidad que tiene cada uno de nosotros para disciplinarse y lograr niveles altos de espiritualidad
Reconsiderar y valorizar a los abuelos y a los mayores, que con demasiada frecuencia son mantenidos al margen de las familias y de las comunidades civiles y eclesiales. Sus experiencias de vida y de fe pueden ayudar a construir sociedades conscientes de sus raíces y capaces de soñar con un futuro más solidario.
La Segunda Jornada Mundial del Abuelo y del Adulto Mayor en el Mundo nos describe la misión de un abuelo: reflejar el amor que se tiene a sí mismo y a la gente que le rodea; compartir la experiencia convertida en aprendizaje.
La tarea es comprometedora. No sólo se requiere una concientización transversal, sino que se involucran todos los grupos de edad y sobre todo los más jóvenes como agentes de cambio de las políticas de atención. Las generaciones que hoy viven sus décadas 40´s y 50´s están cada vez más cerca de la ancianidad y, por ello, urge tomar iniciativas para enfrentar de manera más atenta la problemática. Hay que organizar y ofrecer nuevas rutas, caracterizadas por calidez, dignidad y humanidad.
¿Qué es cultura del descarte? El Papa Francisco habla de ella como “una cultura de exclusión a todo aquel y aquello que no esté en capacidad de producir según los términos que el liberalismo económico exagerado ha instaurado”, y que excluye “desde las cosas y los animales, a los seres humanos, e incluso al mismo Dios”.
En el mensaje, el Papa hace un llamado a utilizar lo que él llama el instrumento más valioso que se puede tener: la oración; una herramienta que siempre podemos perfeccionar al reflexionar desde la Palabra, la contemplación y la reflexión. El paso del tiempo que se vive a la luz de la fe puede hacer que reconozcamos toda la riqueza que brinda la ancianidad y darnos la fuerza para acompañar al otro que sufre en soledad; en efecto, no puede ser la soledad la que distinga la existencia de los mayores. Urge realizar acciones - desde las diócesis, parroquias y centros religiosos - para que cambie la visión de la ancianidad y se creen nuevas relaciones de amistad y trascendencia.
Gran tarea nos deja el Papa: concientizar y construir una cultura en la que la vejez no sea un concepto asociado a inutilidad, tristeza y desesperanza, sino que ayude a todos a vivir con dignidad y esperanza, participando activamente de la vida familiar y comunitaria. No es tarea fácil: tendremos que unir voluntades, organizar jornadas de sensibilización y valorar los trabajos realizados.
Hoy, más que nunca, las palabras “En la vejez seguirán dando fruto” son el horizonte, el compromiso y la esperanza de que nuestra misión no se acaba con la edad, sino que se va transformando en formas originales.