NOVIEMBRE - DICIEMBRE 2019
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VIDA Y SALUD
Revista del Centro San Camilo para la Humanización de la Salud
VIDA Y SALUD
AÑO XVII - No. 102 NOVIEMBRE - DICIEMBRE 2019 REVISTA BIMESTRAL
EMOCIONES
REDACCIÓN Y DISTRIBUCIÓN CENTRO SAN CAMILO A. C. Av. Pablo Casals No. 2983 Col. Prados Providencia C.P. 44630 - GUADALAJARA, JAL. TEL: (33) 3640-4090
NOVIEMBRE - DICIEMBRE 2019 Año XVII - Número 102
Los escritos firmados son responsabilidad del autor: no de la publicación ni del titular
Ética PAG. 24 - 25
Psicología PAG. 8 - 9
Bioética y psicoterapia
La ética del cuidado
Voluntariado PAG. 30-31 Las motivaciones emocionales del voluntariado
ÍNDICE
EDITORIAL 1 SALUD Y ESTADOS EMOCIONALES PUNTO DE VISTA 3 LA LUCHA NUNCA TERMINA SOCIEDAD Y SALUD 4 EL AUGE DEL CAPITALISMO Y EL OCASO DEL SOCIALISMO TANATOLOGÍA 6 LAS EMOCIONES DEL DUELO PSICOLOGÍA 8 LA ÉTICA DEL CUIDADO RINCÓN MÉDICO 10 BROTE MUNDIAL DE SARAMPIÓN
REPORTAJE 12
EMOCIONES
CULTURA 18 RABINDRANATH TAGORE HUMANISMO Y POESÍA EN EL ESCRITOR HINDÚ JÓVENES 20 EN MEMORIA DE DANI NATURALEZA 22 VISITANDO LA HUASTECA POTOSINA ÉTICA COTIDIANA 24 BIOÉTICA Y PSICOTERAPIA BUENOS HÁBITOS 26 TODO LO QUE SE PUEDE HACER CON UN GRANO DE MAÍZ DISCAPACIDADES 28 TIEMPO LIBRE Y RECREACIÓN VOLUNTARIADO 30 LAS MOTIVACIONES EMOCIONALES DEL VOLUNTARIO
- DICIEMBRE 2019 2 NOVIEMBRE FUNDACIÓN STELLA VEGA
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CERRANDO CICLOS
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SALUD Y ESTADOS EMOCIONALES
EDITORIAL
NOVIEMBRE - DICIEMBRE 2019
Pbro. Silvio Marinelli / Director
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alud y emociones, en una primera aproximación, tienen una relación muy estrecha: la salud genera, por lo general, buenas “vibras”; las emociones, cuando son gestionadas bien, favorecen un estado de salud. Veamos esta relación recíproca. Ante todo, la situación de salud física – el silencio del cuerpo, la definen algunos autores – hace brotar emociones de bienestar, relax, serenidad y la vasta constelación del gozo-alegría-felicidad. Eso es lo que sucede a menudo, sin embargo, no es automático: algunas veces nos quedamos en un estado de no aprecio del bienestar físico; lo damos por descontado: algo obvio que no suscita ningún cuestionamiento y, claro, ninguna gratitud hacia la vida. Por otro lado, un buen manejo de las emociones provoca un bienestar físico y, al revés, un mal manejo provoca no pocas patologías, que llamamos psicosomáticas; es decir que tienen su manifestación física, pero cuyo origen es de tipo psicológico. Pienso que todos hemos experimentado cómo un estado de ánimo positivo nos ayuda a enfrentar mejor algunas enfermedades y también nuestro cuerpo parece responder con prontitud y caminar hacia el alivio. Estas dinámicas han sido estudiadas profundamente en el último siglo, estimuladas también por la perspectiva psicoanalítica que afirma que las patologías físicas son manifestación – síntoma de un malestar de la personalidad que se disfraza para pedir ayuda y lograr atención y cuidado. Sin embargo, esta perspectiva no explica todos los complejos fenómenos existentes entre salud y
emociones. Debemos tomar en cuenta también otras variables. Ante todo, la situación ambiental. La salud y las buenas vibras dependen, sin duda, de un complejo de factores que están afuera de nosotros y sobre los cuales no tenemos mucho poder o control: se piense, por ejemplo, a la presencia de buenos recursos terapéuticos (buenos hospitales y centros de salud), condiciones de trabajo saludables y con una remuneración digna, una vivienda adecuada, la presencia de servicios funcionantes (escuelas, canchas para el deporte, jardines, medios de transporte, seguridad en la calle, etc.). Quiero, también, subrayar la importancia de la dimensión espiritual: el cultivo y la presencia en nuestra filosofía de vida de valores sólidos, de criterios éticos que nos ayudan a tomar decisiones acertadas y coherentes con nuestra visión frente a las encrucijadas de la vida, de creencias que nos permiten construir un “significado” para nuestra existencia. Estos factores, sin duda, ayudan a manejar las emociones y, al mismo tiempo, las situaciones de salud-enfermedad. Como podemos apreciar, entre emociones y salud hay una relación más compleja de la que aparece a una mirada superficial. Eso nos debe, también, poner alerta frente a soluciones o recetas que pecan de ingenuidad. “Todo depende de nuestro estado de ánimo”, afirman algunos; es el Think Pink”, es decir “piensa en color de rosa”. Otros, por otro lado, nos orientan a tomar un fármaco señalado: perspectiva farmacológica o química. Otros más nos repiten que “el sufrimiento es opcional” y depende de nosotros cultivar el deseo – o anularlo – de tener emociones placenteras: lo mejor – según esta perspectiva – sería no tener deseos y conformarnos con las emociones que tenemos sin buscar otras más agradables. Una perspectiva humanista, que dé cuenta de lo complejo de la persona y personalidad humana, y que no elimine la perspectiva espiritual y religiosa, nos permite tener una mirada más completa e integral de la compleja relación existente entre vida afectivo-emocional y estados de salud: lo corpóreo y lo emocional son “dimensiones” de nuestra persona y se deben conjugar con la dimensión espiritual-religiosa y con la dimensión social, es decir, con la vasta red de relaciones y limitantes que encontramos a nivel social y cultural.
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Mario Martínez Barone
PUNTO DE VISTA
LA LUCHA NUNCA TERMINA
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a vida tiene ciertas reglas no escritas que se cumplen invariablemente; así es como está diseñada, y éstas no se pueden cambiar Una de estas reglas no escritas, es que, conforme vamos creciendo, la tendencia a tener más problemas va en aumento. Cuando se nace prácticamente no tenemos ningún problema, ya que nuestros padres nos tienen que alimentar y cuidar. Conforme avanza la vida empiezan a aparecer algunos tipos de problemas que realmente son mínimos, como por ejemplo, obedecer a tus padres, llevarte bien con ellos, con tus hermanos si tienes, cumplir con tus pequeñas obligaciones como el estudio… así van transcurriendo los años, sin grandes cambios en las obligaciones; éstas van subiendo un poco de intensidad cada año, esto ocurre para la mayoría de la gente porque existen casos extremos que tienen realidades muy distintas que no son tema de este artículo. Cuando entramos en la adolescencia empiezan a surgir nuevas variables que pudieran irnos quitando algo de paz, como podría ser, la aceptación de los amigos, diferencias en las formas de pensar con los padres, si te hace caso el niño o la niña que te gusta, entre muchas otras cosas; ya aquí se empieza a pensar que se tienen muchos problemas y hasta a veces se puede pensar que ya quieres ser más grande, creyendo que siendo más independiente tendrás menos problemas. Después, llega la decisión sobre la profesión o trabajo que vas a elegir, ya en muchos casos se escoge a la pareja que va a ser la madre o padre de tus hijos; en este inter se
van teniendo un poco de problemas más complejos, la parte económica ya es un tema y esto puede también ir quitando algo de paz, aunque muchas veces las necesidades económicas no son tan grandes. Una vez que ya estás en esta fase, se entra al matrimonio y ya se incluye otra variable adicional, que genera sus alegrías, pero también sus dificultades, ya en esta etapa pueden venir los hijos y las alegrías crecen, pero con ellas llegan más compromisos y preocupaciones, tanto, físicas, económicas, y emocionales, y las variables se siguen incrementando. Los bebés sin preocupaciones y los padres con el peso; así los hijos van creciendo, crecen preocupaciones del trabajo, el dinero no es suficiente para lo que queremos o necesitamos, pueden darse ya casos de problemas de salud, ya hay mucha más interacción entre familias y todo como siempre con la oportunidad de tener y ampliar las experiencias sociales pero igualmente con los riesgos de conflictos, ya hay una separación entre la familia donde naciste y tu familia que estás formando, las familias crecen y con ellas los integrantes que traen nuevas formas de pensar, que bien llevadas amplían los horizontes de los integrantes pero mal llevadas se pueden tener más conflictos y así se van ampliando los frentes en los que tienes que estar ocupado, la familia, el trabajo, la economía familiar, la salud, las amistades, el propio desarrollo personal, en fin; un gran espectro de frentes distintos, que si alguno no se maneja bien (lo cual seguramente pasará), pues tendrás un problema en ese campo, y muchas veces situaciones que te llegan de forma inesperada como po-
dría ser un accidente. Conforme sigue pasando el tiempo van creciendo los integrantes en edad como en número, y con esto las complejidades. La rutina avanza sin parar, y en este frenesí de temas se empieza a sentir el peso de la vida; mucha gente queda rebasada u busca refugio en los lugares equivocados, como pueden ser las drogas, el sexo, el alcohol, sintiendo que estos distractores distraen por un momento de los problemas, pero en realidad trayendo más problemas a sus vidas. La mejor forma de ir pasando toda esta situación es, en cuanto aparece un problema darle la cara, enfrentarlo y tomar las acciones posibles para corregirlo cuando se puede, cuando no, hay que aceptarlo y, lo más importante darle un sentido, para que todo ese sufrimiento valga de algo y pueda obtener algo positivo. En esta vida la lucha nunca termina, si lo entendemos y estamos preparados será más llevadera esta lucha, y lo más importante; saber que todo siempre es una oportunidad y, para los que creemos en Dios, saber que un día todo habrá valido la pena.
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SOCIEDAD Y SALUD
Dr. Jesús Humberto Del Real Sánchez
EL AUGE DEL CAPITALISMO Y EL OCASO DEL SOCIALISMO
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100 años del triunfo de la Revolución Rusa (1917) y cuarenta de la construcción y caída del Muro de Berlín (1949-1989), eventos que marcaron el inicio y el ocaso del socialismo, y el auge del neoliberalismo, que ha concentrado el capital económico y los medios de producción en unos cuantos a costa de las mayorías, se hace necesario una revisión de los pros y los contra de estos dos sistemas económicos.
Filosofía marxista
El marxismo, la filosofía del comunismo-socialismo, son las ideas y la doctrina de Carlos Marx, que nació en Treveris, Alemania, en 1818, y murió en Londres, en 1883. Según Marx, para explicar al hombre se debe de partir de los individuos reales, de sus acciones prácticas y de sus condiciones materiales de existencia. En su libro La Ideología Alemana, Marx refiere que el hombre se define esencialmente por su producción “El hombre se diferencia de los animales desde el momento que comienza a producir sus medios de vida, el hombre produce indirectamente su vida material” Además, el hombre se define como ser social: “La esencia humana no es algo abstracto e inmanente a cada individuo, es en su realidad, el conjunto de las relaciones sociales que producen tanto la naturaleza del hombre social como del individuo” (Adolfo Sánchez Vázquez, Filosofía de la Praxis, Siglo X XI. México, D. F. 1980). La idea clave de la filosofía marxista es la enaje nación. En los Manuscritos Económicos y Filosóficos de 1984, Marx habla de la enajenación del
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hombre en el trabajo. Según Marx, la separación entre el productor y sus condiciones de trabajo constituye un proceso que transforma los medios de producción en capital y, a la vez, transforma a los productores en asalariados; por lo tanto, es necesario liberar al hombre de la esclavitud originada por el trabajo mediante una apropiación del trabajo. De este modo el hombre puede dejar de vivir en estado enajenado para alcanzar la libertad. En los siguientes párrafos Marx nos ilustra sobre lo que significa la enajenación en el trabajo: “El trabajo –afirmaproduce ciertamente maravillas para los ricos, pero produce privaciones para el trabajador” Marx critica especialmente a la sociedad burguesa, que para él representa la etapa más avanzada de la explotación del hombre por el hombre. Marx nos dice que “el trabajador es un capital viviente que, en la sociedad capitalista, la explotación del hombre por el hombre llega a su máximo, porque el capital es la forma de una riqueza acumulada a base de la utilización del trabajo del proletariado”. La ganancia que enriquece al capitalista proviene de la explotación del trabajador (plusvalía). Con la revolución del proletariado empezara la historia de la humanidad en dos etapas; el socialismo y el comunismo. El socialismo es una sociedad que se desarrolla directamente a partir del capitalismo, es una primera fase de la nueva sociedad. El comunismo, por el contrario, es una etapa más elevada de la sociedad y sólo puede desarrollarse cuando el socialismo se haya afianzado plenamente. La ética marxista considera la moral como el reflejo de las relaciones sociales en desarrollo, como expresión de los intereses de las distintas clases sociales que afirman su condición del bien y del mal, del deber y de la conciencia, del bien social y de la felicidad individual. “La ética marxista al expresar los intereses de la clase más progresista de la historia, el proletariado, fundamenta teóricamente los principios de la moral comunista, de la moral de la ayuda recíproca, la camaradería y el colectivismo” (Shiskhin, A. F., Ética Marxista, Grijalbo, México, 1976). El comunismo real se inició con el triunfo de la Revolución Rusa de 1917, con Vladimir Lenin (1870-1924) en la Ex Unión Soviética, se consolidó con Josif Stalin (1878-1953) y se expandió al finalizar la segunda guerra mundial, cuando prácticamente todas las repúblicas del Europa del Este que habían sido liberadas por las tropas
SOCIEDAD Y SALUD soviéticas como Polonia, Checoslovaquia, Hungría, Rumanía, Bulgaria, Yugoslavia y Albania que se convirtieron al comunismo, extendiéndose luego al continente asiático; China, Corea, Vietnam, Laos y Camboya, a África; Angola, y a América Latina, Cuba. En todos ellos, el comunismo real ha desaparecido, excepto en Corea del Norte y Cuba.
¿Por qué cayó el comunismo?
Todo sistema social, en última instancia, debe juzgarse por sus resultados y no sólo por la ideología que sustenta o por los programas que se propone llevar a cabo, y el comunismo como sistema económico de producción ha fracasado, aunque siguen vigentes sus postulados de justicia. El gobierno del proletariado nunca existió, lo que existió fue una dictadura de la cúpula del partido comunista en contubernio con los militares. La igualdad tampoco existió. Había educación y servicios médicos para todos a cargo del estado, pero las condiciones de vida seguían siendo desiguales. Los miembros del gobierno, los dirigentes del partido y los militares vivían muy bien, pero la mayoría vivía en condiciones de pobreza. Pero, el verdadero fracaso fue el modelo económico, la planificación económica centralizada dirigida por el estado, nunca pudo superar al modelo de producción capitalista. Para ilustrar las diferencias en la generación de riqueza entre estos dos sistemas económicos, citaremos el ejemplo de Alemania, que hasta antes de la finalización de la segunda guerra mundial en 1945 era étnica, cultural y económicamente un mismo país. Los cambios posteriores pueden ser atribuidas a las diferencias en los sistemas de producción económica; capitalismo vs comunismo. Los 40 años del Muro de Berlín (1949-1989) marcaron un hito en la historia de la confrontación de estos dos sistemas de producción económica; la libre empresa capitalista vs la economía planificada por el estado. En 1949, fecha de la separación de Alemania, el producto interno bruto (PIB) per cápita, esto es, los ingresos que una persona obtiene en un año, era más alto en Alemania Oriental que en Alemania Occidental, pero para 1989, el PIB per cápita de Alemania Oriental (comunista) era de sólo el 31% en comparación con el de Alemania Occidental (capitalista) (Romero-Alemán, P., Lecciones de las dos Alemanias: 20 años después de la caída del muro de Berlín. Cato Instituto. Diciembre 4, 2000). En 1953 ocurrió la separación de Corea en, Corea del Norte (comunista) y Corea del Sur (capitalista). Durante los primeros 20 años el desarrollo económico de las dos Coreas fue más o menos el mismo, pero a partir de 1973 Corea del Sur inició un proceso de desarrollo industrial capitalista que la llevo a ser parte del primer mundo. Ver cuadro 1.
La democracia y estado de bienestar
La libre elección por el proletariado en los países socialistas fue un sueño, quienes mandaban eran la cúpula
del partido comunistas, el proletariado, no fue sino un peón sin voz ni voto en el tablero de ajedrez. La mayoría de sus dirigentes se eternizaron, y muchos de ellos dejaron el poder sólo después de muertos. Otros como Fidel Castro, después de 49 años en el poder, lo heredó a su hermano Raúl. Para finalizar diré que, en mi opinión, el modelo que más se acerca al ideal es el capitalismo socialista de los países escandinavos, con un sistema de producción capitalista, con altos ingresos y sus consecuentes desigualdades, pero donde existe un fuerte estado de bienestar: educación, salud de primera, seguro de desempleo, etc. a cargo del estado, para combatir esas desigualdades. Los indigentes son prácticamente inexistentes en esos países (Dinamarca, Finlandia, Noruega y Suecia) y sí es relativamente frecuente verlos en los Estados Unidos, lo que algunos llaman 4º mundo, esto es, una gran cantidad de pobres en un país rico. Cuadro 1. Diferencias entre Corea del Norte y Corea del Sur Corea del Sur
Corea del Norte
Población
50 millones
25 millones
Esperanza de vida
82 años
72 años
PIB per cápita
31,362 USD
1,380 USD
Automóviles
1.5 por persona
1 por 90 personas
La República, Perú, abril 27 de 2018, Banco Mundial, 2018.
Cuadro 2. Años en el poder de los gobernantes en países socialista Nombre
Fechas
Años
País
1. Fidel Castro
1959-2008
49
Cuba
2. Kim II Sun
1948-1994
46
Corea del Norte
3. Enver Hodxa
1946-1985
29
Albania
4. Joseph Brox Tito
1945-1980
35
Yugoeslavia
5. Todor Jidkov
1954-1989
35
Bulgaria
6. Janos Kadar
1956-1988
32
Hungría
7. Joseph Stalin
1922-1953
31
Unión Soviética
8. Mao Tse-tung
1949-1976
27
China
9. J Tsedenbal
1958-1984
26
Mongolia
10. Nicolai Ceausescu
1965-1989
24
Rumania
11. Walter Ulbricht
1949-1971
22
Alemania Oriental
12. Gustav Husak
1969-1987
18
Checoslovaquia
13.Leonid Brezhnev
1964-1982
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Unión Soviética
14.Erich Honecker
1971-1989
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Alemania Oriental
Fuente: Saldivar, A. El ocaso del socialismo, Siglo XXI editores, México, D. F. 1990. Actualizado en el caso de Fidel Castro y Kim II Sun. NOVIEMBRE - DICIEMBRE 2019
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TANATOLOGÍA EDUCATIVA
Mtro. Omar Olvera Cervantes
LAS EMOCIONES EN EL DUELO
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nte un acontecimiento que nos somete a un proceso de duelo, experimentamos una explosión emocional, que rompe la estabilidad de lo cotidiano; vivimos entre la sorpresa y la confusión, que nos produce el dolor y el desasosiego de la ausencia de nuestro ser querido. Tenemos también el desconcierto que provoca la forma en la que se le ha perdido. Sobre todo ahora, ante el fenómeno de la violencia, tardamos mucho en asimilar el hecho de la nueva realidad; entonces, tenemos que echar mano de nuestros recursos personales, resilientes, del conjunto de valores que nos sostienen en nuestra identidad ética y moral, de nuestra espiritualidad y creencias religiosas. Ante lo incomprensible de este acontecimiento se abren las puertas de un sentido de esperanza y confianza en la idea de un más allá distinto y mejor a nuestra realidad terrena. Muchas veces, escuchamos cómo las opiniones “expertas” descalifican y etiquetan a las personas que expresan su pesar emocional; o incluso nosotros mismos seguramente en algún momento hemos calificado como irracionales las emociones que viven las personas en duelo, principalmente al inicio del mismo y durante el tiempo que dura el proceso, en el que cada persona, pueda tramitar su duelo. Existirán de todas formas eventos familiares, fechas, lugares que guarden un significado especial respecto a la relación que éstos tienen con la persona o ser querido ausente y que generan o actualizan las emociones propias de la añoranza marcada por el duelo, al evocar los sucesos que se relacionan con la presencia de esa querida persona. Estas emociones no son irracionales, NOVIEMBRE - DICIEMBRE 2019
no son ni buenas ni malas; son una experiencia propia del duelo. Desafortunadamente, en el acompañamiento muchos terapeutas se atreven a calificar moralmente esa experiencia, generando en la persona acompañada un tipo de culpa, por sentir lo que siente, por su desconsuelo… También podemos ver la falta de empatía, la intransigencia al pretender saber más sobre la muerte que la persona que en ese momento la ha experimentado. Y es que esta pretensión también tiene que ver con la supuesta propia manera de resolver los conflictos, y se espera que el otro piense y actué o defina sus conflictos de la misma manera. El hecho de que existan terapeutas que catalogan las emociones como positivas y negativas, racionales e irracionales, nos evidencia el proceso por el cual la pretensión de conocimiento anula la verdadera empatía. En estos casos, el acompañamiento no se da reconociendo al otro como un igual en una situación de dolor, se le minimiza o se le infantiliza. El duelo y la vida misma nos hacen experimentar emociones; las emociones son un recurso expresivo, son necesarias, facilitan el desahogo y cuando el duelo madura se transforman en emociones de esperanza y en consuelo. En este proceso, es muy frecuente que las personas en situación de duelo prefieran evitar hablar, pensar, recordar al fallecido o la situación de la muerte (más cuando fue violenta o inesperada), como una forma de tratar de tener cierto control sobre su experiencia; esto implica un cierto desgaste emocional, cognitivo y físico, pues limita su capacidad de acción, esto provoca que se obstruya en realidad su capacidad de manejarse libre, ya que en este caso es el dolor es el que está determinando la apreciación de la propia vida. No se debe forzar ninguna reacción, no se debe presionar al doliente: acompañar significa respetar los tiempos del otro, su forma de percibir la vida y los acontecimientos que le hacen sufrir. Es una verdadera limitación intelectual asumir que el otro debe actuar o pensar o sentir como el que acompaña en su posición de terapeuta. Algo que debe cuestionarnos de forma muy importante es que, si bien existe todavía en muchas personas la intención de donar su tiempo y de hacer el bien a otros, no existe la sensibilidad para empatizar y entender al otro en su contexto, de manera que tratamos de interpretar los sucesos de esa vida como análogos, similares a la propia vida.
TANATOLOGÍA EDUCATIVA
No se trata de que la persona se conduzca de forma razonable según los parámetros del que acompaña, sino que, progresivamente - según el ritmo que la propia constitución psíquica, emocional, cultural, afectiva - la persona en duelo se apropie de ese acontecimiento que ha irrumpido en su vida. Este proceso va encaminado a la aceptación del hecho, al reconocimiento del conjunto de emociones que le han producido. El acompañamiento trata de ayudar a que la persona pueda expresar sus emociones, una vez que las ha reconocido, que pueda sacarlas de la sombra donde éstas adquieren - desde el imaginario - dimensiones descomunales, limitando la libertad, las relaciones, generando fantasmas que no hacen más que atormentar el silencio. Mientras en la cultura contemporánea, como hemos dicho en artículos anteriores, se busca negar y desechar todo lo que signifique dolor o sufrimiento, al ser una realidad connatural a la realidad humana, el dolor y el sufrimiento por cualquier causa son posibles e inevitablemente se presentarán. El hombre es capaz de generar vínculos de empatía y de afecto con los otros y con su entorno. En este sentido, cuando el hombre se haya constituido a sí mismo como un ente aislado, incapaz de reaccionar al otro con empatía y afecto, cuando su realidad deje de sorprenderle y sea como una terminal más de una red virtual, entonces quizás sea posible que haya aparecido un mero animal “inteligente”, pero incompleto. Este ser inteligente e incompleto no sería ya algo humano. Esto ya ha pasado: lo vimos con los nazis; la obediencia y el deber eran suficiente excusa para acabar con otros, sin remordimientos y sin empatía; lo vemos ahora con el racismo que no se ha superado; lo vemos con el clasismo y así hay muchas situaciones que nos deben confrontar respecto a nuestra inteligencia emocional. Por otro lado, en la actualidad, tenemos todavía en muchos grupos sociales las consecuencias de una
mala formación de la conciencia religiosa. Estos grupos asumen como necesario el sufrimiento para alcanzar su ideal de bondad o como un medio de purificación. No podemos imaginar la gran cantidad de dolor gratuito que se pudo haber ahorrado si se hubiera promovido una teología del consuelo, de la esperanza y del triunfo de Cristo sobre el mal y la muerte, y se hubiera predicado una verdadera teología de la salvación. Este tipo de espiritualidades complican las situaciones de dolor, confunden aún más a la ya de por sí confundida persona, porque el mal se ve como un acto de venganza de Dios, como un cobro… o se instala un tipo de ateísmo ¿Por qué a mí, a nosotros?... ¿que hice para merecer esto? ¿Dios no me ha escuchado?... ¿Dios no existe, porque el mal es más evidente que el bien? Existe una gran contradicción en el hecho de que la religión se haya constituido en muchos casos, en épocas históricas bien definidas, gracias a este tipo de ideas en una fuente de sufrimiento, de violencia, cuando en esencia el sentido de su existencia tiene que ver con la práctica de la caridad y la misericordia, en ser fuente de perdón, esperanza y consuelo. La espiritualidad bien fundamentada en la experiencia del amor y la misericordia favorece que se pueda descubrir un sentido a los acontecimientos dolorosos. En este sentido, las emociones desbordadas por el dolor de la pérdida tienen en
la espiritualidad un recurso que, con el debido proceso y tiempo, podrán resignificar de forma creativa y trascendente el dolor y el sufrimiento. La mera razón podría tener respuestas lógicas y racionales, puede entender el conjunto de sucesos que desencadenan un acontecimiento mayor; en acontecimientos de gran impacto, en eventos traumáticos, las emociones van más allá de lo que la razón puede decir, se requiere de la espiritualidad, como un elemento integrador de la complejidad humana. Cuando hablamos de emociones, del significado de los acontecimientos connaturales a la condición humana; hablamos de la subjetividad, de una construcción estrictamente individual, que, si bien al estar compartiendo la misma base temporal y cultural se pueden encontrar elementos compartidos, pero significados por esa misma subjetividad individual, lo que los hace en esencia diferentes. Ante el comentario de un voluntario a su paciente: “no entiendo por qué no me entiendes lo que debes hacer…para sentirte mejor”; podríamos responder: “no entiendo por qué no entiendes que somos diferentes”… Esto es porque existe la tendencia a quitarle al otro la responsabilidad, a anular al que sufre. El otro siempre es una fuente de misericordia y misterio; respetemos el misterio y demos misericordia.
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PSICOLOGÍA Y DESARROLLO HUMANO
Victoria Molina / Psicoterapeuta
LA ÉTICA DEL CUIDADO
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ntendemos la ética como un “conjunto de normas morales que rigen la conducta de la persona en cualquier ámbito de la vida”. Y moral es la “doctrina del obrar humano que pretende regular el comportamiento individual y colectivo en relación con el bien, el mal y los deberes que implican”. Estas definiciones del diccionario de la Real Academia Española son, poco más o menos, las ideas que tenemos la mayoría de las personas. Es una visión que asocia la ética con el “deber”; debemos comportarnos de una determinada manera porque así lo establece Dios, los padres, la Iglesia, las normas y las leyes. Con esta concepción, se considera a la ética como algo externo a lo que la persona debe sujetarse. Esta situación puede provocar una crisis ética en nuestros días, ya que las instancias que antes funcionaban como fuente de las normas de conducta, nos aparecen cuestionadas en su autoridad. La cultura contemporánea, además, valora mucho la autodeterminación del sujeto; por eso parece importante redescubrir otra fundamentación de la ética. Las culturas van evolucionando y, en algunas se empieza a tener otra base de la ética, fundamentada en los valores y convicciones de la persona: hacer que las personas “quieran” -por convencimiento propio- comportarse bien. Lo que mueve y motiva a la persona es un conjunto de valores, actitudes y principios que, consecuentemente, se ven reflejados en normas. Lo prioritario no son las leyes, sino los valores y principios que subyacen a las mismas. Se trata de una ética del “querer” seguir los valores, más que el “deber” obedecer a normas. De esta manera se rescata la integralidad de la persona, NOVIEMBRE - DICIEMBRE 2019
en su dimensión cognitiva (uno descubre el bien en sí mismo), afectiva (el bien atrae, es satisfactorio) y espiritual (la persona sigue los valores que ha hecho propios). El esfuerzo para hacer el bien es motivado no sólo por un deber extrínseco, sino por lo atractivo y benéfico para la persona que ha identificado el bien y “quiere” realizarlo. Como si tuviéramos una brújula interior que nos avisa que hemos perdido el rumbo cuando estamos haciendo algo que en el fondo sabemos que está mal. Aunque estamos inmersos en una cultura, tenemos una psique cuya respuesta a la traición a lo que está bien, ha sido ira, culpa, resentimiento, aislamiento, etc.; y también esa sensación de “volverse loco”, una confusión interna inexplicable porque ha ocurrido algo que, psicológicamente, carece de sentido. La traición a lo que está bien puede llegar a silenciar una voz honesta, la voz de la integridad. Este enfoque de una vida buena para el ser humano es una elección ética y no se puede coaccionar. Se trata de una ética “de” la persona y “para” el desarrollo de la misma. Esta visión ética crea a personas “virtuosas” que van a ejercer una influencia en su entorno que, posteriormente, se verá reflejada en la sociedad. En las últimas décadas ha ido creciendo la importancia, en las reflexiones filosóficas y sociales, de lo que, con una expresión única, se puede definir como “ética del cuidado”. Una perspectiva interesante y estimulante: se trata de crecer -como personas y como sociedad- en la capacidad de cuidar. Cuidar significa “poner diligencia, atención y solicitud en la ejecución de algo; asistir, guardar, conservar”. “Ocuparse de una persona, animal o cosa que requiere de algún tipo de atención o asistencia, estando pendiente de sus necesidades y proporcionándole lo necesario para que esté bien o esté en buen estado”. “Procurar la vigilancia o las atenciones necesarias para evitar algún mal o peligro”. Algunos ejemplos: cuidar las relaciones familiares, la convivencia con los vecinos, las relaciones de trabajo; cuidar de las personas débiles o desamparadas (niños, ancianos, enfermos, con diferentes capacidades, migrantes, víctimas de violencia, etc.); cuidar de los recursos naturales, los animales, las plantas y el medio ambiente; cuidado de todas las dimensiones del ser humano (física, cognitiva, emocional, relacional y espiritual); cuidados de las ciudades y de la cultura, del legado de nuestros antepasados, de la educación de las nuevas generaciones, etc. Una de las pioneras en hacer explícito el plantea-
PSICOLOGÍA Y DESARROLLO HUMANO miento ético del cuidado es Carol Gilligan. Para ella, cuidar es una idea moral porque es promover el crecimiento facilitando el bienestar, la dignidad, el respeto y la preservación y extensión de todas las potencialidades humanas. La solidaridad, la confianza, la proximidad, el trabajo colaborativo, la importancia de los resultados, la búsqueda de soluciones concretas para situaciones concretas, se enuncian como claves del cuidado y por ello de la respuesta moral. Las aportaciones de Joan Tronto son esenciales; ella sitúa el cuidado en el centro de la esfera política como compromiso social, fortaleciendo el sistema de democracia participativa, replanteando las responsabilidades de cada persona hacia los demás, hacia sí misma y hacia la naturaleza, no como deberes u obligaciones sino como interdependencia y solidaridad, dado que todas las personas a lo largo de su vida dan y reciben cuidados, en función de su situación. Podemos hablar de otras importantes colaboraciones, pero nos quedamos con algunas ideas centrales, como la de Marian Barnes, para quien el cuidado se expande más allá de una relación entre dos personas y se propone un nuevo enfoque de redes de cuidados, en las que todos los actores son clave para su logro. Fisher y Tronto definen el cuidado como una especie de actividad genérica que incluye todo lo que podamos hacer para mantener, perpetuar y reparar nuestro mundo de forma tal, que podamos vivir en él lo mejor posible. Tronto distingue en el cuidado como proceso de cuatro fases analíticamente separadas, pero interconectadas entre sí. Reconocimiento de una necesidad (caring about). Cuidar supone en primer lugar el reconocimiento de la existencia de una necesidad, y la toma de conciencia de la importancia que esta necesidad sea satisfecha. En este sentido, poner atención o preocuparse viene definido tanto individual como culturalmente. La atención sería la cualidad moral necesaria para cubrir este punto.
Responsabilización (taking care of ). El siguiente paso en el proceso de cuidado es asumir una responsabilidad para la satisfacción de la necesidad reconocida y decidir cómo dar respuesta a ello. Más allá de prestar atención a la necesidad de otra persona, responsabilizarse de ésta implica el reconocimiento de la posibilidad de satisfacerla. La cualidad moral aquí sería la responsabilidad. Prestación de los trabajos de cuidado (care-giving). Cuidar implica la satisfacción directa de las necesidades de cuidado y supone ejercer un trabajo físico, que casi siempre requiere que el cuidador entre en contacto con los objetos a los que se dirige el cuidado. Los trabajos de cuidado suponen la posesión de unas determinadas competencias por parte de quien los ejerce. Al trabajo real le correspondería la noción moral de la competencia. Recepción de los trabajos de cuidado (care-receiving). La última fase reconoce que el objeto del cuidado responde de alguna manera a las atenciones que se le dispensan. La inclusión de esta capacidad de respuesta como uno de los elementos del proceso de cuidado, constituye la única forma de saber si en realidad las necesidades han sido satisfechas correctamente. No solamente pueden ser erróneas sus percepciones, sino que los cuidadores las pueden satisfacer de una forma inadecuada o que entre en contradicción con las verdaderas necesidades. La cualidad moral necesaria es la capacidad de respuesta. Posteriormente incluye una quinta fase: Cuidar con (caring with). Si las primeras cuatro fases del cuidado suponen a una persona como alguien que es atenta, responsable, competente y sensible, “cuidar con” se refiere a toda la esfera de los ciudadanos implicados en una vida de compromiso y que se benefician de estas prácticas. Las personas pueden confiar en que, con el tiempo, podrán retribuir el cuidado que recibieron de sus conciudadanos, de manera que corresponda al cuidado que han recibido. En este patrón de atención continua, podemos esperar
profundizar en la confianza mutua y en nuestras instituciones sociales y políticas, y sentir solidaridad con los demás, viéndolos como iguales al dar y recibir cuidado. Evidentemente, las cualidades morales de esta fase son la confianza y la solidaridad. Como se puede apreciar, esta autora presenta el cuidado como marco de referencia para una transformación social. Esta idea, de irse interiorizando en la conciencia de todos los seres humanos, puede llegar a convertirse en el gran cambio que necesita la humanidad. Frente a la actitud de indiferencia generalizada (que abunda en nuestros días) y especialmente ante el sufrimiento de los demás, la ética del cuidado ofrece una respuesta que permite vislumbrar un futuro mejor. Esto postula una educación que ponga en primer lugar la atención y respeto a los demás y a la naturaleza. En el aprendizaje ético se entrelazan tres aspectos que se retroalimentan: la sensibilidad ética, lo que mueve y conmueve a la persona y que da origen a su preocupación por algo o alguien; la razón ética, los argumentos para decidir qué hacer, sustentados en conocimientos, lo que da lugar a las normas, códigos, criterios de conducta, etc.; la acción ética, que es la conducta concreta que la persona lleva a cabo de acuerdo a la sensibilidad y la razón. Aquí, la persona se enfrenta a la cuestión ¿qué puedo hacer yo en esta situación? ¿qué soy capaz de llevar a cabo? Y lo relevante es que, desde una misma sensibilidad y ante unos mismos argumentos, las personas, en función de su experiencia, adoptan diferentes maneras de actuar. Para concluir, podemos decir que la ética del cuidado corresponde a las exigencias más profundas de todo ser humano, llamado a existir desde los demás y para los demás, por tanto, capaz de acoger al otro en cuanto ser valioso y digno en sí mismo. La responsabilidad y la solidaridad han de ser un deber ético para el conjunto de la sociedad.
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RINCON MÉDICO
Dra. Luz Elena Navares Moreno
BROTE MUNDIAL DE SARAMPIÓN
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n años anteriores se había reportado en nuestro país que el Sarampión ya estaba erradicado por las fuertes medidas preventivas a través de la vacunación. Pero esta seguridad pudiera llevar a bajar la guardia y a minimizar la importancia de la vacunación. En estos momentos, es imprescindible tener esta garantía de la vacunación, porque existe un brote a nivel mundial que en cualquier momento nos pudiera afectar. La OMS acaba de publicar los datos actualizados de vigilancia del sarampión en el mundo (aunque con datos aún provisionales) a 31 de julio de 2019. La conclusión es clara y preocupante: en los primeros siete meses de 2019 se ha notificado un número de casos (364,808) tres veces superior al del mismo periodo de 2018 (129·239 casos). Teniendo en cuenta la fragilidad de los sistemas de vigilancia de muchos países, se estima que el número real de casos probablemente sea de 10 veces más. Es el mayor número de casos desde 2006, y confirma el incremento constante observado desde 2017.
Los datos de los primeros siete meses de 2019
En 2019, el incremento observado en la incidencia del sarampión ha afectado de manera desigual en el mundo: África: 900 % (10 veces más casos que en 2018); Región del Pacífico Occidental: 230 % (3 veces los casos de 2018); Región europea de la OMS: 120 % (más del doble de casos); Región del Mediterráneo oriental: 50 % (1,5 veces); Región del sureste de Asia y las Américas: 15 %.
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El sarampión es una enfermedad muy contagiosa y grave causada por un virus. Antes de que la vacuna se introdujera en 1963 y se generalizara su uso, cada 2-3 años se registraban importantes epidemias de sarampión que llegaban a causar cerca de dos millones de muertes al año. El sarampión es causado por un virus de la familia de los paramixovirus y normalmente se suele transmitir a través del contacto directo y del aire. El virus infecta el tracto respiratorio y se extiende al resto del organismo. Se trata de una enfermedad humana que no afecta a los animales.
Manifestaciones clínicas
El primer síntoma del sarampión suele ser la fiebre alta, que comienza de 10 a 12 días después de la exposición al virus y dura entre 4 y 7 días. En la fase inicial el paciente puede presentar rinorrea, tos, ojos llorosos y rojos, y pequeñas manchas blancas en la cara interna de las mejillas. Al cabo de unos tres días aparece un exantema, generalmente en el rostro y la parte superior del cuello, que se va extendiendo, acabando por afectar a las manos y pies. El exantema dura 5 a 6 días, y luego se desvanece. El intervalo entre la exposición al virus y la aparición del exantema oscila entre 7 y 18 días (media de 14 días). La mayoría de las muertes se deben a complicaciones del sarampión, que son más frecuentes en menores de 5 años y adultos de más de 30 años. Las más graves son la ceguera, la encefalitis (infección acompañada de edema cerebral), la diarrea grave (que puede provocar
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deshidratación), las infecciones del oído y las infecciones respiratorias graves, como la neumonía. Los casos graves son especialmente frecuentes en niños pequeños malnutridos y, sobre todo, en los que no reciben aportes suficientes de vitamina A o cuyo sistema inmunitario se encuentra debilitado por el VIH/SIDA u otras enfermedades.
Poblaciones en riesgo
Los niños pequeños no vacunados son quienes corren mayor riesgo de sufrir el sarampión y sus complicaciones, entre ellas la muerte. Las mujeres embarazadas sin vacunar también constituyen un importante grupo de riesgo. Sin embargo, puede infectarse cualquier persona que no esté inmunizada (es decir, que no haya sido vacunada y no haya sufrido la enfermedad). El sarampión sigue siendo frecuente en muchos países en desarrollo, sobre todo en algunas zonas de África y Asia. La abrumadora mayoría (más del 95%) de las muertes se registran en países con bajos ingresos e infraestructura sanitaria deficiente. Los brotes de sarampión pueden ser especialmente mortales en países que estén sufriendo desastres naturales o conflictos, o recuperándose de ellos. Los daños a la infraestructura sanitaria y a los servicios de salud interrumpen la inmunización sistemática, y el hacinamiento en los campamentos de refugiados y desplazados internos aumenta mucho el riesgo de infección.
Transmisión
El virus del sarampión es muy contagioso y se propaga a través de la tos y los estornudos, el contacto personal íntimo o el contacto directo con secreciones nasales o faríngeas infectadas. El virus presente en el aire o sobre superficies infectadas sigue estando activo y es contagioso durante periodos de hasta 2 horas, y puede ser
transmitido por un individuo infectado desde 4 días antes hasta 4 días después de la aparición del exantema. El sarampión puede producir epidemias que causan muchas muertes. En países donde el sarampión ha sido prácticamente eliminado, los casos importados de otros países siguen siendo una importante fuente de infección.
Tratamiento
No existe ningún tratamiento antiviral específico contra el virus del sarampión. Las complicaciones graves del sarampión pueden reducirse con un tratamiento de apoyo que garantice una buena nutrición, una ingesta suficiente de líquidos y el tratamiento de la deshidratación con las soluciones de rehidratación oral recomendadas por la OMS (para reponer los líquidos y otros elementos esenciales que se pierdan con la diarrea o los vómitos). Se deben prescribir antibióticos para tratar la neumonía y las infecciones de los oídos y los ojos. Todos los niños diagnosticados de sarampión deben recibir dos dosis de suplementos de vitamina A con un intervalo de 24 horas entre ambas. Este tratamiento es eficaz para restaurar los niveles de vitamina A, que durante la enfermedad suelen ser bajos incluso en los niños bien
nutridos, y puede ayudar a prevenir las lesiones oculares y la ceguera. Además, se ha demostrado que los suplementos de vitamina A también reducen la mortalidad por sarampión.
Prevención
La vacunación sistemática de los niños contra el sarampión, combinada con campañas de inmunización masiva en países con elevada incidencia y mortalidad son estrategias de salud pública fundamentales para reducir la mortalidad mundial por sarampión. La vacuna contra el sarampión, que se viene utilizando desde hace más de 50 años, es segura, eficaz y barata. Inmunizar a un niño contra el sarampión cuesta aproximadamente menos de $1 US. El Dr. Rodrigo Romero, secretario de la Asociación Mexicana de Vacunología, explicó que puede haber brotes si una persona de un país donde hay casos viaja a México o si un mexicano viaja a uno de los países que están presentando casos. Y señala: “Lo que debemos tener en mente es que, entre más tardemos en proteger a las personas de ir a aplicar la vacuna, existe mayor riesgo ante la situación mundial”.
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Salud emocional Psic. Victoria Molina
n las últimas décadas ha habido un giro en el modelo de salud; ya no se le define como “ausencia de enfermedad”, ahora se le considera como algo que tenemos que desarrollar y no como algo que tenemos que conservar. Cuando las personas se refieren a la salud, generalmente piensan sólo en los aspectos físicos; es muy raro que se consideren otros factores. Hoy se reconoce que la salud humana es un complejo proceso de adaptación en el que confluyen factores biológicos, psicológicos (cognitivos, emocionales), sociales y espirituales. En nuestros días, ya no es tan desconocido el papel que juegan las emociones en la concepción de la salud integral y, desde luego, en el desarrollo de las enfermedades. Hemos escuchado muchas veces que un alto porcentaje de las enfermedades tienen un origen psicosomático. Se sabe, también, que las características de personalidad, el manejo de las emociones y la manera de lidiar con el estrés, conflictos, fracasos, frustraciones, etc. pueden potenciar o desarrollar diversas patologías. La OMS define la salud como un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades. Y salud mental como un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad. Dicho de otra manera, la salud mental es un estado de bienestar psicológico y emocional que permite al sujeto emplear sus habilidades mentales, sociales y emocionales para desempeñarse con éxito en la vida. Y si la salud emocional se refiere al manejo adecuado de las emociones, sentimientos, pensamientos y comportamientos, y todo esto es lo que determina, entre otras cosas, la forma de verse a sí mismo, de sentirse consigo y con los demás, será también el equivalente de la salud mental mencionada. De hecho, gran parte de los autores utilizan los términos de salud mental y salud emocional como sinónimos, mismos que se pueden conjuntar en “salud psíquica”. Para una mejor comprensión del tema, es prudente hacer una breve mención de lo que son las emo-
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ciones. Las emociones son reacciones psicofisiológicas que todos experimentamos a diario, aunque no siempre seamos conscientes de ello; generan cambios en la esfera afectiva, la fisiológica, la cognitiva y la conductual. Surgen ante diversas situaciones/estímulos (las más notorias son las que implican peligro, dolor, pérdida, etc.) y nos preparan para poder dar una respuesta adecuada a dicha situación. Se habla, generalmente, de emociones positivas y negativas; esto no quiere decir que existan emociones buenas y malas en sí mismas, lo que implica es la traducción que hace la persona de cada emoción: si es agradable o desagradable; por tanto, dependerá de la evaluación que se haga del estímulo, es decir, del significado que se le dé a éste y de la respuesta de afrontamiento que se genere. La percepción de las circunstancias está condicionada por la cultura y los recuerdos (conscientes o inconscientes), de acuerdo a la forma como el cerebro los haya clasificado: “buenos” o “malos”; y su parecido con lo que se está percibiendo en el momento, va a condicionar en gran parte el manejo de esas emociones. Dependiendo de la percepción, puede surgir una respuesta inadecuada, por ejemplo, permanecer enojado o triste, aunque haya desaparecido el estímulo inicial, con el consiguiente desgaste que se manifestará en forma de trastorno de la salud, física y mental. Y, por el contrario, cuando la respuesta es adecuada, la persona logra reforzarse de manera integral. Se puede afirmar que las emociones positivas están asociadas con cierta inmunidad a la enfermedad física y con recuperaciones más rápidas, mientras que en el lado opuesto existe un efecto de las emociones negativas sobre la aparición y desarrollo de una enfermedad. Estar psíquicamente sano es mucho más que estar libre de depresión, ansiedad, estrés o cualquier otro problema psicológico. La salud mental y emocional implica la presencia de características positivas como autoconfianza, buena autoestima, capacidad para lidiar con el estrés y recuperarse de la adversidad, gusto por la vida, capacidad para reír y divertirse, capacidad para construir y mantener relaciones satisfactorias, flexibilidad para aprender cosas nuevas y adaptarse a los cambios, entre otras. Estas características permiten participar en la vida a través de actividades significativas
y relaciones sólidas. Además, ayudan a hacer frente a los retos y tensiones de la vida diaria. Se ha comprobado que las personas con buena salud emocional tienen una gran capacidad para recuperarse de la adversidad, el trauma y el estrés, lo que se conoce como resiliencia. Las emociones positivas tienen un objetivo fundamental en la evolución, en cuanto amplían los recursos intelectuales, físicos, psicológicos y sociales de los individuos, los hacen más perdurables, y acrecientan las reservas a las que se puede recurrir cuando se presentan adversidades; asimismo, incrementan los patrones para actuar en ciertas situaciones mediante la optimización de los propios recursos. Las emociones positivas, como se mencionó anteriormente, son aquéllas en las que predomina la valencia del placer o bienestar; pero además, permiten cultivar las fortalezas y virtudes personales, aspectos necesarios y que conducen a la felicidad. Otra de las principales ventajas del cultivo de las emociones positivas radica en que ejercen una gran influencia sobre el procesamiento intelectual, la resolución de problemas, el razonamiento y las habilidades sociales. Estados emocionales positivos, como la alegría o el interés, combaten los efectos de las emociones negativas (que impiden el crecimiento psicológico o el mejoramiento de la salud física o mental). Lo que significa, también, que mientras que las emociones negativas limitan el repertorio de pensamiento-acción de una persona, las positivas lo amplían. Para Martin Seligman, destacado autor en este campo, las fortalezas humanas tienen gran importancia para la salud emocional. Él menciona que poner en práctica una fortaleza provoca emociones positivas auténticas que actúan como barreras contra la enfermedad; entre éstas se encuentran el optimismo, las habilidades interpersonales, la fe, el trabajo ético, la esperanza, la honestidad, la perseverancia y la capacidad para fluir, entre otras. Fortalezas y virtudes se relacionan directamente con el bienestar psíquico y físico, ayudando también a encontrar el sentido de vida. El logro de sentido se asocia positivamente a la percepción y vivencia de libertad, responsabilidad y autodeterminación, cumplimiento de metas vitales, visión positiva de la vida, del futuro y de sí mismo; la autorrealización. Por todo esto, se puede decir que un componente crítico de la salud mental incluye la convicción y el sentimiento personal de que la vida tiene sentido. Según Seligman, se distinguen tres tipos de emo-
ciones positivas, relacionadas con la felicidad: las relativas al pasado (satisfacción, complacencia, realización personal, orgullo y serenidad), las relativas al presente (alegría, éxtasis, tranquilidad, entusiasmo, euforia, placer y fluidez) y las relativas al futuro (esperanza, fe, confianza y seguridad). Merece la pena hablar un poco más de esto. Las emociones positivas asociadas al pasado se generan y/o fortalecen mediante la superación de la creencia de que estamos determinados por el pasado, y mediante el ejercicio de la gratitud, el arrepentimiento y el perdón, actitudes que parecen fundamentales para la resolución positiva de crisis existenciales relacionadas con experiencias traumáticas pasadas o a pesar de ellas. Parecen buenos recursos para afrontar positivamente situaciones existencialmente críticas el perdón por el mal o daño padecidos, el arrepentimiento por los ocasionados y la gratitud por los aspectos positivos que la existencia sigue conservando a pesar de la experiencia negativa. Y en tal medida, integrar el pasado en el presente, permite una perspectiva de futuro optimista. En cuanto al presente, las emociones positivas se generan y/o fortalecen mediante el disfrute de placeres y gratificaciones, que se corresponden con la distinción de Seligman entre lo que podríamos denominar metas hedonistas y metas eudaimónicas; esto es, respectivamente, placer y gratificación, que distinguen la aspiración a una buena vida (hedonia) o a una vida buena (eudaimonia). Los placeres son lo que él denomina sensaciones crudas: éxtasis, emoción, deleite y similares. Se relacionan con la experiencia sensorial y las emociones a ellas directamente ligadas, orientadas a un saciar biológico. Las gratificaciones son actividades en las que una persona se involucra absolutamente, hasta el punto de perder la noción del tiempo y del espacio (estar inmerso en un estado de flujo o en estado de mindfulness) y se relacionan con el ejercicio de fortalezas y virtudes, orientándose al crecimiento psicológico. En relación con el futuro, las emociones positivas se generan y/o fortalecen mediante un estilo de atribución optimista y una actitud de esperanza, recursos que facilitan encarar las situaciones por venir y las consecuencias de la resolución de la crisis con expectativas positivas, de superación, crecimiento y maduración personal. Como podemos apreciar, el enfoque de la salud ya no se centra exclusivamente en tratar los desórdenes físicos y/o psíquicos, sino también en promocionar y fortalecer lo que de saludable, positivo y adaptativo hay en todo ser humano, desde el punto de vista cognitivo, emocional y comportamental. Se incrementa el interés por las fortalezas y no sólo las debilidades de las personas, por la salud integral y no sólo la patología, por los potenciales y no sólo las carencias. En conclusión, hay suficientes datos para afirmar que las emociones positivas potencian la salud y el bienestar. Se puede decir, también, que en todo desbalance o enfermedad existe un conflicto interno no concientizado, por tanto, la necesidad de armonizar el desequilibrio emocional. Moraleja: la salud emocional/mental/psíquica debe cuidarse al igual que se cuida la salud física. NOVIEMBRE - DICIEMBRE 2019
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Las emociones y la enfermedad psicosomática
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a relación existente entre mente y cuerpo tiene un peso importante en nuestras emociones; así, podemos afirmar que las emociones afectan nuestro organismo. En este sentido, del mismo modo que una enfermedad física influye en nuestro estado de ánimo provocando emociones como preocupación y miedo, hay una variedad de aspectos psicológicos que indiscutiblemente provocan sínto mas físicos. Nuestras reacciones al mundo de las emociones tienen la función de prepararnos para dar una respuesta adecuada a las demandas de la vida, por lo tanto, estas reacciones son consideras inminentemente adaptativas. El miedo, la ira y la tristeza, son emociones básicas que se distinguen de otras emociones por una experiencia afectiva desagradable o negativa con una afectación física. Estas tres emociones con sus diferentes matices pueden experimentarse como celos, frustración, angustia, impotencia, culpa, soledad, irritación, desilusión, amargura, odio, vergüenza y muchas más. La
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Psic. Luz Teresa Millán Hernández
Psiquiatría y la Psicología han hecho grandes investigaciones a partir de estas tres emociones en el proceso de salud-enfermedad, tratando de explicar cómo las emociones influyen en nuestro cuerpo. Diversos factores pueden llevarnos a sufrir crisis emocionales. Vivimos corriendo de un lado a otro lo cual produce estrés, preocupados por un sin fin de situaciones, queriendo controlar todo; estilos de vida poco saludables, cansados, con miedos, el medio ambiente adverso, la contaminación, problemas de relación, pérdidas, sufrimiento, dificultades económicas, etc. influyen de forma significativa, incluso, algunas de estas situaciones provocan enfermedades y patologías en las que intervienen diferentes aspectos, como la situación en sí, la frecuencia, la intensidad y la capacidad de respuesta y adaptación de la persona a dichas situaciones. Si esta respuesta adaptativa es insuficiente y la situación de desajuste se mantiene un cierto tiempo, existe un alto riesgo de trastornos en la salud mental de la persona, como depresión, ansiedad, ira patológica, ataques de pánico o trastornos en su salud física, como gastritis, migrañas, contracciones musculares, úlceras, diabetes, un sistema inmunológico débil, etc. El cuerpo se encarga de expresar las emociones que sentimos y cuando las emociones no pueden ser expresadas son somatizadas. Las emociones tienen un componente visceral tan importante que afectan al organismo, como afirma el Dr. Rafael Salin-Pascual, de la Facultad de Medicina de la UNAM. Somatizar es la expresión física del malestar psicológico. Según la Real Academia Española, somatizar puede definirse como “transformar problemas psíquicos en síntomas orgánicos de manera invo-
luntaria”. Somatizar es la expresión física del malestar psicológico, no es un problema mental, sino la consecuencia de la relación entre mente y cuerpo. En términos generales, una persona presenta enfermedad psicosomática cuando sufre de síntomas físicos recurrentes e injustificados, tratados por uno o varios médicos. Estos síntomas no se explican como una enfermedad médica, provocando a la persona que los padece, un gran malestar en distintos ámbitos de su vida, sobre todo preocupación y sufrimiento. Ante un dolor o una molestia física, en automático lo que pensamos es que padecemos alguna enfermedad física, sin embargo, muchas de las veces no es así, la salud no es el silencio del cuerpo y no todos los síntomas o molestias son resultado de una enfermedad física. Las molestias físicas que podemos sentir se pueden deber a causas psicológicas, pero también solemos pensar que las enfermedades psicológicas sólo causan llanto, tristeza, desesperanza, aislamiento, sentimientos de inferioridad, inseguridad, timidez y otros síntomas que parecieran no tener relación con el cuerpo; sin embargo, esta idea es errónea. Nuestras emociones influyen en el cuerpo, al igual que éste influye en nuestras emociones. Es importante saber que algunas emociones como la ansiedad, el estrés y la tristeza actúan sobre distintas hormonas y nuestros estados emocionales dependen en gran parte de nuestras hormonas. La endorfina, la serotonina, la dopamina y la oxitocina son los químicos naturales que ayudan a que seamos felices; cuando - a través de ciertas emociones “negativas” - provocamos cambios en nuestro organismo, nos tornamos más vulnerables ante las demandas de la vida y podemos enfermar. Un ejemplo
de esto lo encontramos en las investigaciones que relacionan el odio y el resentimiento con el cáncer, úlceras estomacales, artritis y gastritis, o el miedo con la colitis, o la ira con la hipertensión, o la soledad e insatisfacción con la obesidad y la diabetes; otro ejemplo lo encontramos en personas que, a causa de sufrir depresión, presentan un sistema inmunológico débil y pueden enfermar con más facilidad, o bien les es más difícil recuperarse de algunas enfermedades. Todo lo anterior puede influir tanto en el origen como en el curso de una enfermedad. El problema aumenta cuando estas personas son diagnosticadas por uno y otro médico y tratadas con diversos fármacos, dejando de lado el importante papel que juegan los aspectos psicológicos. A menudo se les trata, administrándoles ansiolíticos, antidepresivos, sedantes, analgésicos, pero al cabo de un tiempo estas personas vuelven con la misma situación de salud sin resolver o con otros síntomas nuevos; finalmente el médico deriva a este tipo de pacientes al psicólogo argumentando que es posible que se trate de una cuestión “emocional”. Otro problema se presenta cuando a la persona se le dificulta aceptar que es la mente la que está generando la enfermedad: no entienden muy bien qué les pasa y se muestran resistentes a acudir a un psicólogo porque no comprenden cómo este profesional les puede ayudar. Podemos identificar rasgos de personalidad que hacen que algunas personas tiendan a somatizar más que otras. Entre ellos podemos encontrar personalidades negativas propensas a experimentar insatisfacción personal, personas con tendencia al pesimismo y pensamientos catastróficos, personas egocéntricas, controladoras, con altos niveles de estrés, ansiosas, dependientes en sus relaciones afectivas y sociales por haber padecido carencias afectivas en la infancia, maltrato, incluso abuso sexual o
haber sido sobreexpuestas a temprana edad a un contexto familiar de enfermedad. Se presenta con más frecuentemente en mujeres, aunque varía según la cultura. En la consulta médica se refieren algunos síntomas muy comunes: dolor de cabeza, mareos, desmayos, hormigueo, calambres, tensión muscular, dolor de espalda, dolor en las extremidades y las articulaciones, ceguera, visión doble, afonía, tos crónica, taquicardia, dificultad para respirar, opresión en el pecho, hipertensión, asma, problemas de piel, vitíligo, boca seca, dolor estomacal, náuseas, vómitos, estreñimiento, diarrea, colon irritable, úlceras estomacales, fatiga crónica, impotencia sexual, falta de líbido, trastornos menstruales, fibromialgia, hipocondría, ansiedad, insomnio, etc. El cuerpo humano es una máquina perfecta: si existe alguna dificultad en nuestro interior nos manda señales para que le prestemos atención; por eso, en primer lugar, se debe detectar la situación que no se ha sabido resolver y buscar formas de solución. Actualmente, la psicología de la salud trabaja en la relación mente-cuerpo y busca tratar a la persona desde una perspectiva más amplia, tomando en cuenta tanto los factores biológicos como los psicológicos y sociales en el comienzo y mantenimiento de algunas enfermedades. La evolución de cualquier enfermedad o adversidad está influenciada por la actitud con la que le hacemos frente. Es posible mejorar la calidad de vida de personas que padecen enfermedades psicosomáticas entendiendo el origen de sus molestias físicas y cambiando aquello que las provoca: estrés, estilos de vida, rasgos de personalidad, niveles de autoexigencia, etc. Si mantenemos una actitud negativa y pensamos que todo lo malo nos pasará a nosotros, nuestras posibilidades de mejora se verán reducidas; por el contrario, mantener una actitud positiva y la esperanza de que se encontrará solución a su sufrimiento, nos hace olvidar algunos problemas y dolores, incluso alimentar la esperanza de que podemos mejorar y/o sanar. El tratamiento psicológico puede resultar un proceso complicado pues el paciente, al llegar a este punto, se encuentra muy desgastado por su padecimiento sin solución y suele sentirse frustrado cuando se le dice que su problema es de tipo psicológico, proponiéndole empezar de nuevo un largo camino. Por ello, el tratamiento más recomendable y con buenos resultados es el constituido por la comunicación médico-psicólogo-paciente. Es muy importante entender el sufrimiento de la persona que lo padece, ya que, aunque su actitud pudiese parecer exagerada, su sufrimiento es real. El acercamiento a este tipo de pacientes se basa en la intención de transmitirle que comprendemos su sufrimiento y que tenemos en cuenta sus quejas, todo esto con el objetivo de fortalecer la empatía y el vínculo relacional para brindarle una ayuda eficaz. NOVIEMBRE - DICIEMBRE 2019
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Espiritualidad y emociones
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P. SIlvio Marinelli
El fenómeno espiritual
odemos describir a la dimensión espiritual, desde la perspectiva existencial y fenomenológica, como el conjunto de valores, creencias y criterios éticos. Las creencias, además pueden ser de tipo antropológico (por ejemplo: “Los seres humanos tenemos la misma dignidad”) o, de tipo religioso (“Todos somos hijos de Dios”); esto permite hablar de una espiritualidad “laica”, no dependiente de un credo religioso: es importante esta precisión porque se puede deducir – y la experiencia nos lo demuestra – que también los no-creyentes tiene una espiritualidad. Cuando la persona cultiva una relación con un ser trascendente – por lo general, llamado Dios en nuestra cultura – se puede hablar del fenómeno religioso que, como es evidente, no siempre está presente en las vivencias de una persona. La dimensión espiritual tiene un rol fundamental en la personalidad del sujeto en cuanto da unidad al sujeto, integra y dirige las demás dimensiones: el cuerpo, la psique, las decisiones, las relaciones; además, tiene una función orientadora: es la que tiene el papel más importante para proyectar y construir un proyecto de vida. Los valores, las creencias y los criterios éticos dan integridad y dirección a nuestra existencia. La espiritualidad, así entendida, tiene un rol destacado porque involucra una cierta manera de percibir la realidad, de juzgar los acontecimientos, de tomar decisiones, de vivir las relaciones interpersonales, de manejar todas las realidades de la existencia: familia y trabajo; sexualidad y uso del tiempo libre; vivencia de los conflictos y las crisis; modo de enfrentar la enfermedad, el envejecimiento y el duelo por la muerte de un familiar; participación en la vida social y, no último, el manejo emocional.
La integración de las emociones
La mayoría de los autores y los expertos en tema de emociones afirma que un buen manejo de ellas debe tomar en cuenta algunas etapas: la identificación, la aceptación, la integración; y, finalmente, la
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expresión. La persona que integra los propios estados de ánimo, emociones y sentimientos, es la que les permite fluir libremente en la consciencia de manera que ellos no sean sólo objeto de conocimiento, sino también den vida, color y sabor a la existencia. Integrar no significa dar desfogue a las emociones, sino ponerlas en contacto con otros recursos de nuestra persona: otras emociones, la razón, la voluntad, el mundo de los valores y lo espiritual. Así, las emociones se benefician de una equilibrada intervención de la razón y de la escala de los valores y criterios éticos. Para comprender qué significa integrar las emociones y los sentimientos, hay que partir del hecho de que éstos no constituyen por completo a la persona, por lo cual deben ser puestos en interacción con los otros componentes y facultades del ser humano, como la razón y los valores y sus polaridades. En otras palabras, las emociones tienen derecho de ciudadanía en el comportamiento humano, por lo cual hay que reconocerlas, aceptarlas y utilizarlas: sin ellas, la vida no tendría color ni sabor. Pero, al mismo tiempo, es preciso evitar que se conviertan en tiranos déspotas o en duendecillos incontrolables. Utilizando la razón será posible, por ejemplo, identificar las experiencias que influyen en las emociones: ¿por qué noto en mí este estado de ánimo? La respuesta a esta pregunta podría llevarme a la percepción de que tal sentimiento mío es incongruente, porque está basado en convicciones irracionales. Los valores y los criterios éticos harán que pueda manifestar mi enojo, mis miedos, mi tristeza de una manera más adecuada, sin que se posesionen de toda mi existencia. Quien, por ejemplo, se guía en la vida por una visión de fe, encuentra en este valor un recurso importante para la integración y el gobierno de las emociones: la consideración del otro como persona amada por Dios, hermano o hermana, lleva inevitablemente a hallar caminos de
expresión de las propias emociones que no sean incompatibles con tal percepción del prójimo.
Integración de las emociones, ética y creencias religiosas
Los estudios sobre las «neuronas-espejo» ofrecen un aporte importante para una antropología que valore la dignidad de cada ser humano. Nos han dicho que somos seres egoístas, que buscamos sólo nuestro interés particular y nuestro beneficio, que miramos sólo por nosotros mismos. Nos han explicado que somos «por naturaleza» egoístas y «hedonistas». El descubrimiento de las neuronas espejo cambia en parte la antropología: sí, somos egoístas, sin embargo por naturaleza hay una parte de nosotros que se «activa» viendo el sufrimiento ajeno. Los pasos son éstos: de las neuronas espejo a la empatía (identificación co n e l s u f r i miento ajeno), a la ética de la misericordia y el cuidado. Una valoración de las emociones, inte g ra das con las facultades humanas y la espiritualidad, nos lleva a actitudes y conductas de bondad, ternura y compromiso. Las creencias religiosas, por ejemplo, de que todos somos hijos de Dios y que tenemos una dignidad sagrada, pueden ser una herramienta importante para manejar las emociones e integrarlas. También en la relación con una persona que sufre, el enfoque puede centrarse en el sufrimiento mismo del sujeto; la búsqueda de las causas y soluciones y la atribución de responsabilidad deberían pasar a segundo
término: «Es una persona que sufre». Es importante empezar con la mirada; una mirada de misericordia y bondad enriqueciendo estas actitudes con la expresión cálida de las emociones.
Las emociones en Jesús
Los expertos de la Sagrada Escritura nos invitan a ser muy cautos en atribuir directamente a Jesús emociones. Los Evangelios fueron escritos de los treinta a los setenta años después de los acontecimientos: por esta razón es imposible afirmar con certeza que las que se describen en los Evangelios son las “auténticas” emociones probadas y manifestadas por Jesús. A pesar de eso, los Autores sagrados no “inventan” algo que desconocían; pusieron por escrito una tradición oral fidedigna que remonta a testigos oculares y que pudieron atestiguar las emociones que probaba y manifestaba Jesús. Uno de los rasgos emocionales más destacados es la capacidad de Jesús de sentir y manifestar el afecto, la ternura, la misericordia frente al sufrimiento ajeno. Podríamos afirmar que el primer contacto de Jesús con una persona se detiene a considerar su “sufrimiento” – se trate de enfermos, pecadores, personas excluidas, niños o mujeres – para arroparlo con su actitud de cercanía, sensibilidad, simpatía y ternura, contra toda actitud de lejanía o indiferencia. Frente al sufrimiento de una persona no está en primer lugar el análisis de las causas o culpas, a pesar de que Jesús no demuestra ninguna ingenuidad en el análisis de las causas personales y estructurales; tampoco es predominante en Jesús el deseo de aminorarlo o eliminarlo (cosa que ciertamente lo ocupa y lo hace muy popular entre la gente); ante todo es un acercamiento “cálido”, de simpatía hacia las personas que ciertamente quedó grabado en el recuerdo de los primeros testigos. Ve a la persona como un ser único y digno, se acerca, dialoga, manifiesta su interés por su bien y bienestar, la saca de un círculo vicioso de soledad y abandono. Se trata de una actitud que Jesús manifiesta, ante todo, con las personas más desvalidas y sin esperanza. Manifiesta su amor,
sin embargo, un amor conjugado con actitudes emocionales de calor humano, simpatía y afecto: un amor tierno, conmovido y compasivo. El sufrimiento humano “le afecta” a Jesús, suscita en él ternura y bondad, le motiva a hacer algo para que la vida de quien sufre sea más digna y feliz. Los evangelistas asocian a menudo esta “conmoción” con un estado “físico”: “se conmovieron las entrañas”. Las entrañas son los órganos más profundos, escondidos y más íntimos de la persona. Podríamos decir, que no se trata sólo de una conmoción y ternura pasajeras, “sentimentales” según nuestra terminología. Según la teología bíblica sólo Dios conoce “el corazón y las entrañas” de una persona; allí la misma persona está en contacto con su realidad verdadera y profunda, toma sus decisiones y opciones fundamentales, decide quién es y cómo quiere vivir, qué significado dar a su vida y cómo “encajar” en el mundo. Jesús se conmueve “entrañablemente”: su “yo profundo” reacciona de manera que la dimensión emocional colabora con la inteligencia para consolidar motivaciones de entrega y ayuda, para caracterizar su estilo de relación compasiva y misericordiosa. Los exegetas contemporáneos subrayan que Jesús era capaz de relacionarse positivamente con todos, le gustaba participar en banquetes y bodas, manifestaba sus convencimientos con ironía sutil; el hecho mismo de que a las personas les gustara estar con él; el distanciamiento del estilo austero y “dramático” de Juan el Bautista; el anuncio de una noticia “buena” y “alegre”; … todo eso nos evoca a un Jesús histórico consciente de los dramáticos problemas y, al mismo tiempo, capaz de ver con alegría y gozo profundos las señales de un mundo nuevo en donde reina Dios y todos pueden sentirse y vivir como hermanos. Él probó gran parte de la gama de emociones: la tristeza frente a la indiferencia o la ceguera espirituales y en el duelo, el asombro (sorpresa, maravilla) frente a los fenómenos de la naturaleza; también se enojó y se indignó frente a la “hipocresía”; Jesús sintió miedo y le reafirmó la exigencia de ponerse en las manos “buenas” de su Padre. Fue capaz de gestionar todas sus emociones. NOVIEMBRE - DICIEMBRE 2019
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CULTURA
Yolanda Zamora / yolandazamora@hotmail.com
RABINDRANATH TAGORE HUMANISMO Y POESÍA EN EL ESCRITO HINDÚ
¡GRAN MÁS ALLÁ, QUÉ PROFUNDA ES LA LLAMADA DE TU FLAUTA
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ada año, la Feria Internacional del Libro en Guadalajara nos ofrece la oportunidad del encuentro con la palabra escrita, el deleite del hallazgo y la oportunidad de indagar y conocer otras literaturas a través de un país invitado. En esta ocasión la FIL 2019, del 30 de noviembre al 08 de diciembre, nos permitirá acercarnos a la riqueza de la India; su fuerte tradición, arte, historia, filosofía aspectos fascinantes de una sabiduría milenaria que se ha conservado a través del tiempo hasta nuestros días, y se reinventa una y otra vez manteniendo la esencia primigenia de su cultura. Las primeras obras que se conocen de la India
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giraban en torno a la espiritualidad, la mitología y la religión. Sin embargo, poco a poco, empezaron a tratar también sobre temas sociales, políticos y económicos. Y podríamos extendernos mucho hablando de la riqueza cultural de la India; pero, para muestra baste un botón, y elijo para este artículo a un escritor hindú, Premio Nobel de Literatura 1913. Me refiero a Rabindranath Tagore, cuya obra, traducida a muchos idiomas, posee la riqueza de las raíces espirituales de la India, pero al mismo tiempo, la apertura, belleza, sensibilidad, poesía y humanismo, que le permiten incorporarse a la literatura de Occidente, con un resultado exquisito. Nace Rabindranath Tagore en Calcuta, metrópoli de la región bengalí, el 6 de mayo de 1861, y es educado en una familia tradicional que practicaba los Unipanishadas, esto es, las oraciones cotidianas y la mística familiar brahmán en busca siempre de la comunión con Dios. Muere Tagore a los ochenta años de edad, en 1941, cuando su alma finalmente se integra al amor universal: ¿Qué es esto que me aprieta el pecho?, mi alma que quiere salir a lo infinito, o el alma del mundo que quiere entrar a mi corazón? Ante la vastedad de su literatura, propongo como ejemplo “El Jardinero”, una de sus obras más representativas por la exquisitez y belleza de sus imágenes convocadas por la palabra, y por la profundidad humana que emerge en un mágico canto al amor y a la naturaleza, elementos que invitan al gozo de la poesía. La gran metáfora sostenida en esta obra es, como el título lo indica, “el jardín”, que representa la vida, el
CULTURA
amor, el alma. Precisamente, como un jardín, la vida, el amor y el alma se cultivan en busca de la belleza perfecta, sí, pero más aún, en busca de alegría inefable del oficio de cultivar ese jardín, de servir, de participar y convertir aquel jardín en un oasis para el otro a quien sirvo. En las primeras páginas, vemos como el servidor pide a su reina un solo favor: --Hazme jardinero de tu jardín. --¿Qué locura es ésta? --Renunciaré a cualquier otra tarea, abandonaré al polvo mis lanzas y mis espadas. No me envíes a lejanas cortes. No me pidas nuevas conquistas: hazme jardinero de tu jardín. Vemos en este breve diálogo, como el jardinero renuncia a las inútiles luchas y afanes de este mundo, para buscar la belleza natural, la sencillez del oficio de jardinero, el gusto de hacer feliz a su reina, encontrando en la relación, la oportunidad de ser él mismo, feliz. A lo largo de los 85 breves párrafos que conforman la obra, el autor va soltando aquí y allá conceptos que nos hablan del privilegio de servir, de la excelencia de los valores humanos, como la ternura, el respeto, la dignidad, el amor, la verdad… sobre la inutilidad de los valores materiales. Particularmente, me llamó la atención descubrir frases, y construcciones que nos remiten a ese anhelo de Dios. Pienso en San Agustín “…nuestro corazón está inquieto hasta que no descanse en Ti”. Rabindranath escribe: No hallo reposo. Tengo sed de infinito. Mi alma languidece, aspira a las misteriosas lejanías.
Finalmente, cuántas veces no nos sentimos perdidos, y sabemos que, por propio pie difícil sería encontrar la luz. Anhelamos entonces que sea el Pastor quien nos encuentre. Tagore escribe: ¿Es verdad que tu amor solitario me ha buscado a través de los siglos y los mundos? ¿Dime si es verdad…? Finalmente, estamos ante un escritor que toca las fibras más exquisitas del ser humano, sus dudas, sus hallazgos, sus senderos… y lo hace con delicadeza, como quien entiende la dimensión del hombre que se pregunta, que anhela, que intuye, que sufre, que sueña, que busca… esa respuesta perfecta y absoluta que sólo es posible encontrar en la capacidad relacional del amor humano, ante el Amor divino.
O bien, encontramos similitudes profundas, entre la oveja perdida que escucha la voz de su pastor. Tagore escribe: ¡Gran Más Allá, qué profunda es la llamada de tu flauta! NOVIEMBRE - DICIEMBRE 2019
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JÓVENES
Ing. Luis Enrique Fuentes Salinas Voluntario de Amigos de san Camilo
EN MEMORIA DE DANI
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n esta ocasión, quisiera reflexionar un poco sobre la oportunidad de dar seguimiento a algunos pacientes enfermos, ancianos o migrantes que llegan a nuestra ciudad, con quienes he tenido la dicha de crear un vínculo afectivo al compartir momentos de mi vida con ellos. Cada vez que llegaba al hospital o al albergue o al asilo, organizaba mi tiempo para ir a buscar a quienes ya conocía; confieso que en ocasiones tenía que escaparme de la coordinación con el grupo de voluntarios nuevos en pediatría para ver a los pacientes que estaban en otro piso. Era algo muy reconfortante cuando sabía que ya estaban mejor, que estaban a la espera de su alta médica. A veces, aunque no había buenas noticias, era el gusto de llegar a acompañarlos en la misma situación de angustia en la que nos habíamos conocido. Hubo grupos de parroquia que durante dos años fueron constantes en las visitas. Más allá de sentir una satisfacción con el crecimiento y desenvolvimiento de estos adolescentes y jóvenes, porque al acercarse ya lo hacían de una mejor manera, lo que realmente me sorprendía era darme cuenta de cómo también creaban lazos con los enfermos y sus cuidadores. Eso cambia mucho el sentido de las visitas para aquellos que por enfermedades crónicas regresaban a menudo al sanatorio. Decidí escribir sobre esto al enterarme que recientemente falleció un joven con quien nos habíamos encariñado por el tiempo que llevaba en el hospital; teniendo la oportunidad de coincidir, con uno de los grupos que convivieron en distintas ocasiones en esos años, y despedirse antes de su muerte en el inicio de este otoño. Fue una gran sorpresa que estos chicos y chicas de 14 a 19 años dieron un consuelo que apreció mucho su madre que, durante los tres años y medio de enfermedad, nunca se ha despegado. Para mí fue impactante también ver ese avance de la madre que, durante mis visitas en los meses pasados, veía que se resistía mucho a la idea de perderlo, siendo muy evidente la complejidad de esta situación al ser su único hijo (pensando en ese lema de san Camilo “Cuidar al enfermo como una madre cuida a su único hijo enfermo”), ella fue la personificación de esa
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JÓVENES frase. Pero en la última visita estaba lista; no quería que por medios artificiales su hijo permaneciera con vida, su esperanza se había acabado y ella aceptaba el pronóstico. Pensar que cada uno vive su proceso de aceptación según sus tiempos y ser testigo de la transformación, ha sido un aprendizaje para mí. Uno de los hombres que más me ha inspirado para vivir la caridad dice que es imposible no engancharse. Si queremos ayudar debe existir ese compromiso, constancia y empaparse de la situación del sufrimiento de la persona cuando está en lo más profundo. Creo que eso sucede cuando existe el seguimiento en los acompañamientos. Esa empatía llega a sentirse tan a flor de piel, que cuando las cosas no van bien en el proceso del acompañado, también nos llega a frustrar, entristecer y hasta doler lo que pasa en la vida del otro; ahí uno mismo se da cuenta que se ha creado ese vínculo. Y se siente una nostalgia por aquel anciano o enfermo que ha perdido la vida, pero ha dejado una gran huella en la vida del voluntario que realmente lo conoció. Espero que las fechas decembrinas en las cuales hay visitas a estos lugares que no son visitados constantemente, como albergues, orfanatos y casas de descanso, para ofrecer una cena navideña, algunos juguetes o un mensaje de esperanza - no sean la primera y última vez que se visita a la persona vulnerable que habita ese lugar. Es una oportunidad para dejar de ser extraños que se han aparecido espontáneamente en ese momento inesperado, para convertirse en un miembro más de la red de apoyo y en un amigo para aquél que nos dice muy sinceramente al escuchar esas palabras suplicantes y esperanzadas: “ojalá vuelvas a venir para verme”. Así, cultivo una chispa de esperanza en mi corazón para que esas entregas de cobijas a comunidades pobres, el banquete para las personas que están en situación de calle con frío, cánticos navideños en los asilos o esos niños que serán apadrinados con regalos esta Navidad y demás personas necesitadas, no sólo reciban algo material, sino una verdadera compañía y puedan experimentar esas convivencias y manifestaciones de caridad en todas las temporadas del año. NOVIEMBRE - DICIEMBRE 2019
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NATURALEZA
Biól. Fabiola Gpe. Navares Moreno
VISITANDO LA HUASTECA POTOSINA
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oy nos aventuramos para conocer otro lugar y asombrarnos de estas maravillas de México: la Huasteca Potosina; conocida por la diversidad de sus ecosistemas, su exuberante vegetación y un sinfín de actividades ecoturísticas. Se recomienda que de estancia se consideren al menos 5 días, ya que las distancias son grandes y demanda de condición física, pues a varios puntos se tiene que llegar caminando. Lo primero es llegar a Ciudad Valles en San Luis Potosí; ya que la ciudad se encuentra justo a la mitad del trayecto de diferentes cascadas. Se puede iniciar conociendo la ciudad y su centro histórico, así como gozar de su gastronomía; como el fiambre potosino, las famosas enchiladas potosinas, enchiladas de la Huasteca, beber el colonche y, para postre, el dulce queso de tuna. Al día siguiente, muy temprano, puedes dirigirte al municipio del Tamasopo por la autopista Ciudad Valles - Rio Verde. En una hora y cuarto se llega al “Puente de Dios”, una cascada en la que el agua se acumula en fosas y que a cierta hora del día adquiere un tono azul turquesa sumamente hermoso. Le llaman “Puente de Dios” porque precisamente se hizo un puente de roca que conecta hasta las fosas. Para llegar a este destino se tiene que caminar bastante, bajar muchos escalones y, finalmente, llegar a la cascada para elegir desde qué altura sumergirte en un atrevido clavado. Estas fosas tienen peces autóctonos, por
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los que una recomendación es no utilizar bloqueadores y bronceadores a fin de que los químicos no les afecten. El sitio tiene cuerdas que ayudan a desplazarse en contra de la corriente para alcanzar la cueva subterránea. Los costos son accesibles y es obligatorio usar chaleco salvavidas que ahí mismo rentan. Después de esta interesante aventura, se puede regresar a Ciudad Valles para descansar y al día siguiente partir hacia las Cascadas de Micos, que se encuentra hacia el Ejido los Coyotes a tan sólo 30 minutos en carro. Saltar las 7 cascadas de Micos es una aventura. La mejor época para ir es de noviembre a marzo, ya que no es tiempo de lluvia y se puede apreciar el agua cristalina y el color turquesa del río El Salto. Micos adquiere su nombre por los monos que habitan la región. A
NATURALEZA
lo largo de 1 kilómetro se sitúa un conjunto de pozas y caídas de diferentes alturas; la más chiquita de 1 metro; por lo que es el lugar ideal para practicar recorridos de
cañonismo o salto de cascadas. El guía proporciona las medidas de seguridad para saltar y nadar de cascada en cascada. El recorrido empieza con una caminat a a lado del río de aproximadamente 500 metros de subida, donde se puede apreciar la flora y fauna de la región. Llegando a la primera poza hay una cascada de 20
metros, llamada “el toro”. Es la más atractiva por el musgo verde que crece en sus piedras. Durante el recorrido, hay dos lugares para los que quieran todavía más adrenalina: la primera opción es la más divertida, y es un conjunto de piedras lisas, que forma una resbaladilla natural. La segunda, es un poco más extrema: antes de llegar a la última cascada, después de la resbaladilla, hay un canal muy angosto por donde el agua corre intensamente. Con la ayuda de un guía, los aventureros se acuestan y dejan que la corriente los lleve por el estrecho paso que termina en una cascada de tres metros. Al final del recorrido está la cascada más alta que después de las lluvias llega a alcanzar diez metros, mientras que en enero y febrero mide siete metros. Otro recorrido que no puede faltar es la visita a la Laguna de la Media Luna en Río Verde. Es un manantial con agua termal, cristalina y dulce que se encuentra a tan sólo dos horas de la ciudad de San Luis Potosí. La temperatura constante de 28° grados centígrados durante todo el año y el agua tan cristalina la vuelve un verdadero
paraíso en donde se pueden realizar diversas actividades ecoturísticas. En el fondo, se han encontrado esculturas prehispánicas e incluso restos de esqueletos de mamut; este lugar ha sido declarado Área Natural Protegida. Finalmente, se puede visitar el Sótano de las Golondrinas o ir a Xilitla para conocer el jardín de Sir Edward James. Recuerda las mejores aventuras son las que se viven con la familia. NOVIEMBRE - DICIEMBRE 2019
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ÉTICA COTIDIANA
Eduardo Casillas González/ Master en Bioética
BIOÉTICA Y PSICOTERAPIA
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a ética de la psiquiatría ha sido considerada por mucho tiempo la Cenicienta de la bioética, debido al mismo prejuicio por el que se ha considerado a la psiquiatría como la Cenicienta de la medicina. ¿A qué prejuicio nos referimos? Al prejuicio según el cual la clínica no fuera más que una ciencia (o un conjunto de ciencias: la biología más otras ciencias naturales) que describe hechos absteniéndose de valorarlos y formula leyes objetivas que requieren simplemente ser aplicadas al caso patológico. Sin embargo, la clínica es, a nuestro parecer, antes que nada, una alianza, basada en una promesa recíproca de los socios, una alianza dirigida a la cura de una persona que sufre (el socio más débil). En esta empresa práctica son también aplicados conocimientos científicos (naturalistas, y humanistas) y competencias técnicas, pero el sentido de esta aplicación, sus límites y objetivos son decididos en función de valores. Las razones del carácter constitutivamente ético de la empresa de curar residen en la naturaleza del objeto de la cual ésta se ocupa: la enfermedad. La enfermedad no es de origen un hecho, en el sentido de un conjunto de fenómenos naturales atípicos, sino una experiencia humana valorada como negativa en referencia a un modelo de vida sana, de vida buena desde el punto de vista de su eficiencia y calidad. Precisamente, por el escándalo y el sentido de amenaza que suscita en todos, la experiencia de la enfermedad lleva a buscar las causas y a eliminarla. Ahora bien, definir “buena” la vida, significa circunscribir tal noción a un ámbito no sólo cognitivo, sino también axiológico (es decir relativo a los valores), un ámbito que, en nuestras sociedades pluralistas, se traduce en un conflicto entre diversas interpretaciones de los conceptos de salud, enfermedad, generación, naturalidad del morir, locura. “No puedo más”, “estoy bloqueado por el dolor”, “un peso me oprime el pecho”, “siento caliente todo”, “todo gira”: las anteriores son maneras comunes de comunicar al exterior nuestro malestar, los cuales aún son anteriores a la separación entre cuerpo y mente y entre persona y mundo. Lo que sucede es que percibimos la irrupción en nosotros de un mal, del cual desconocemos el origen y del que desesperadamente buscamos delimitar cognoscitivamente, dándole –si lo logramos- un sentido y oponiéndolos a lo que sea una amenaza. Estas dimensiones antropológicas de la enfermedad son puestas entre paréntesis por la práctica médico-quirúrgica ordinaria, más aún en
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la medida en que ella se lleva a cabo en un contexto de súper especialización como sucede comúnmente hoy en día, y se concentra en las dimensiones biológicas de la enfermedad, aunque vuelven a ocupar un lugar central en las fases comunicativas más ricas desde el punto de vista humano, como aquellas que preparan una decisión consensual. En psiquiatría, al contrario, tales dimensiones son por lo general imprescindibles, por el hecho de que un diagnóstico exacto y una propuesta terapéutica adecuada requieren adentrarse en el mundo interno del enfermo, reconstruyendo en la medida de lo posible el sentido personal y el significado expresivo de su comportamiento (a primera vista sin conexión y contradictorios) y reconociendo su génesis no sólo somática, sino también, si es el caso, psíquico y social. En la medicina general también es fácil registrar un acuerdo valorativo entre pacientes, médicos y sociedad acerca de los disturbios a eliminar, en psiquiatría en cambio es parte del proceso realizar constantemente con el enfermo un diálogo y una negociación para definir si y cómo atenuar los fenómenos patológicos que mayormente contrastan con sus preferencias y opciones personales y nos encontramos a menudo en la necesidad de defender y promover, con el auxilio de la atención, opciones libres contrastantes con los ideales sociales dominantes. Pensemos en el caso del ansia, cuya inscripción entre los signos de enfermedad, está subordinada al juicio del sujeto, pudiendo ser rastreada como componente de una experiencia excitante, libremente elegida, por ejemplo, viendo una película de terror. La psiquiatría está por lo tanto habituada a reconocer las funciones tranquilizadoras de un diagnóstico y ve a través de una lupa las dimensiones éticas que pueden pasar inadvertidas en las transacciones médicas comunes, sobre todo porque en estas últimas se alcanza más fácilmente un acuerdo sobre lo que debe hacerse, es decir sobre los bienes a perseguir. Las cuestiones éticas sobre psicología clínica, psicoterapia y psicoanálisis son aún poco consideradas. A menudo nos limitamos a hablar de abuso de poder, maltratos, prácticas sexuales respecto a los pacientes, o a recordar el deber de confidencialidad y la equidad en las tarifas solicitadas. Por lo demás, se considera que cuando una cura sea conducida en modo adecuado desde el punto de vista técnico, por ende, será de igual manera éticamente. Las relaciones entre moral y psicología son bastante complejas y pueden producirse, eventualmente,
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invasiones entre los dos campos. Otra cuestión que nos parece trascendente, en este contexto, es aquélla que tiene que ver con la neutralidad del terapeuta. De este último se espera obviamente que no pretenda dar doctrina al paciente ni dirija la cura en nombre de algún ideal religioso, moral o sociopolítico, sino que lo ayude en modo “no directivo”, a mejorar su condición y a llevar a cabo más libremente trans formacio nes en su vida. Es, sin embargo, discutible que neutralidad signifique la ausencia de cualquier opción moral. Antes que nada, no es neutral –así ha sido sostenido- la actitud de escucha y ayuda que es manifestada al paciente: a menudo más bien se espera que el paciente haga suya, es decir dirija hacia sí mismo la disposición a la ayuda, que el terapeuta le comunica, excluyendo, por ejemplo, que se adoptará una postura de parte del terapeuta de tipo oportunista o vengativo. Lejos de ser un observador neutral o una especie de espejo (imagen de Sigmund Freud) que refleja objetivamente los pensamientos del paciente, el terapeuta –al menos a juicio de algunas escuelas- está íntimamente relacionado, sintonizado empáticamente con quien sufre, sinceramente decidido a ayudarlo, y deseoso de que el sujeto se convierta en lo que verdaderamente es. Una asociación psicoterapéutica, prometiendo públicamente (a través de los propios estatutos, códigos deontológicos, opciones metodológicas) proseguir ciertos objetivos, resiente inevitablemente el contexto sociocultural en el cual vive y, por lo
tanto, más o menos conscientemente, se opone o confirma los valores dominantes y las tendencias morales de una época. Podemos decir que a menudo la práctica clínica diseña y comunica –incluso implícitamenteun modelo de salud psíquica, de ciudadano sano y comportamiento virtuoso, que se propone perseguir. Podemos constatarlo acudiendo a alguna historia psicoterapéutica y seguir
la evolución de los conceptos clave utilizados, para notar cuánto pueden cambiar ciertas opciones de valor. Se piense en la relevancia atribuida (o bien negada por otras posturas) a cualidades como la autorrealización individual, un concepto que, al menos en algunas versiones, se asocia a una noción típicamente occidental de autonomía como independencia (cuanto menos me apoyo en los otros, más estoy libre de interferencias y en grado de modular mis afectos y decidir auténticamente mi destino). Las escuelas teóricas de pertenencia están cada una de ellas impregnadas de una determinada visión del hombre, del mundo, de la vida. Es comprensible que las teorías del funcionamiento mental estén afectadas por la comprensión e interpretación que se ofrece de la
estructura y condición humana en general, de la relación entre impulsos, afectos, inteligencia, libertad, dependencia relacional. Una influencia moral también proviene de las modalidades concretas del trabajo terapéutico. Ciertas formas de psicoterapia buscan por ejemplo una remisión sintomática y una reestructuración de la personalidad, adoptando una opción pedagógica similar a aquella de un buen padre. Otras formas de conversación psicológica han relativizado los objetivos terapéuticos y abandonado cualquier empeño de transformación personal. Existen métodos de trabajo que tienden a exaltar el sentido de responsabilidad del analizado (a fin de que busque con sus propias fuerzas la causa del trastorno) y otras que, en cambio, lo atenúan. Finalmente, la personalidad y la historia humana del terapeuta encarnan y transmiten valores, que el analizado tiende con una cierta frecuencia a hacer propios. El ideal de un terapeuta que practique, en modo rígido y mecánico, cualidades como la abstinencia (la prohibición de satisfacer las necesidades y solicitudes del paciente), la neutralidad (la prohibición de orientar el proceso de tratamiento sobre el camino de preferencias o valores) y el anonimato (la reticencia en función de la propia vida y pensamientos) pareciera impracticable a los ojos de muchos, dado que no es posible que el terapeuta divida y esconda una parte de tal manera relevante de la propia personalidad, del propio estilo, de la propia intención curativa. Los psicoterapeutas que subrayan los beneficios de su actividad en la lucha contra las patologías mentales, deberían pensar más a menudo en el hecho de que sus deberes, en tema de consenso informado, se asemejan a aquellos de los clínicos. NOVIEMBRE - DICIEMBRE 2019
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BUENOS HÁBITOS
Lic. en Nutrición Judith Jiménez López
TODO LO QUE SE PUEDE HAC
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ace algunas semanas mi padre me hizo el favor de llevar a casa una buena cantidad de elotes, algo así como unas 100 piezas o quizá un poco más. De pronto, me dio flojera y cruzó por mi mente la idea de regalar la mayoría con el pretexto de compartir. Pero ese día amanecí con mucha energía, llevé a mi hija a la escuela y puse manos a la obra. Si lo piensas mucho no haces nada. Es una frase que me digo a mi misma para que las cosas que se tienen que hacer se hagan. Sacamos todas las recetas familiares para convertir ese gran número de elotes en manjares, y para que ninguno se perdiera. Conecté la música en automático en mi cabeza. Y el ritmo quedó sentado para toda la mañana de equilibrar sabores, probar y repetir. Así que comenzamos por hacerlos solo cocidos, otros en esquite que en el pueblo de mis padres es rebanar los elotes y asarlos rociándolos con salmuera (agua con sal de grano), taparlos y esperar a que el vapor haga su magia. Después se comen con limón y sal, con crema y queso, con chile seco molido, con mayonesa o con un poco de mantequilla. Después rebanamos algunos y los licuamos para hacer tamales estilo Mexticacán, sin relleno por que se sirven con una salsa de tomate hecha en molcajete y para los más golosos con crema y queso de mesa. Esto si son salados y si no, no se cuelan y se rellenan de pasitas. Esa no es la costumbre en mi casa. Es un gusto escoger las hojas frescas para los tamales, justo pensaba eso cuando la persona que me ayudaba mencionó: La naturaleza provee todo. Y es verdad. Las manos, las ideas, el gusto por hacer y claro la energía de cada persona es distinta, pero; sin elotes no hay tamales. Se llegó la hora del desayuno y
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ya teníamos mucho con que comenzar. Destapamos la olla y el aroma a tamal trajo los recuerdos de niña, en casa de mi abuela, los días de vacación y flojera, despertaba y había tamalitos calientes esperando en la mesa, té de hojas de guayabo, naranjo amargo o canela. Tomé el gusto por la comida, porque esas mujeres me ofrecían el cielo en un plato y las nubes en una
taza de agua caliente. Ahora es mi turno y el trabajo de hacerlos se recompensa cuando los ruiditos propios del gusto emergen. ¡Mmmmm! Amo cocinar y no tanto por que sea buena, sino porque lo llevo en la sangre, literalmente. Hoy, construimos nuevos recuerdos, estaremos en la memoria de otros y, si tomamos la nutrición como base, los elotes estarán en el ADN de todos… la tierra y sus dones. Hombres de maíz. Cuando lo leí de pequeña en la escuela, sólo era una historia maravillosa. Una manera de entender el mundo. Al crecer y adentrarme en la nutrición y las ciencias de la salud, me sorprendió lo cercano a la realidad. Es una alegoría. Somos a nivel físico de maíz y
de vegetales, de lácteos, de carne, de semillas y de miel, etc. Estamos hechos de todo aquello que comemos. No podemos evitarlo. Entonces cobra sentido amar la tierra, amar las manos y los corazones que la conocen, los que llevan sus ciclos y curan sus heridas. Los que la defienden. Podemos bendecir y darnos cuenta de que vivimos en el ombligo del mundo. Mi padre suele repetir esa frase. El ombligo del mundo… sonaba muy presuntuoso. Hasta que, por una tarea de la escuela de mi hija, me tocó investigar con ella los ecosistemas de Jalisco. ¡No podía creer lo que leía! prácticamente vivimos en un micro universo rodeados de una variedad de ecosistemas, desde playa a bosque, incluyendo la zona urbana, la flora y fauna supera países completos, producimos una cantidad de alimentos que nutre al mundo gracias a las exportaciones. Nos rodean otros estados productores y llenan nuestros mercados con colores con vitaminas y minerales extraídos de otras tierras y climas, directo a nuestra boca. “Variedad”, llegó a mi cabeza. No cantidad. Variedad y calidad. Estaba disfrutando de mis pensamientos, cuando caí en cuenta que aún no terminaba del todo los elotes. Así que nos dimos a la tarea de hacer pastel, sin harinas extras, sólo con elote morado y blanco de grano mixto y prácticamente cosechado
BUENOS HÁBITOS
CER CON UN GRANO DE MAÍZ ese día. ¿Pueden sentir el aroma, la leche de cada grano al cortarlo, lo dulce que es incluso crudo? ¿Lo han probado? No, no se van a empachar. ¡Lo prometo! Entonces agregamos huevo, mantequilla de pueblo (lo que es realmente mantequilla), azúcar morena y un poco de vainilla. Cuatro panes salieron del horno, la casa se transformó en una melodía compleja y deliciosa de aromas; estábamos en un horno todos, pero valía la pena. Uno se nos tostó, porque la cocina es celosa, si la descuidas un minuto todo lo que no quieres pasa.
La mañana había terminado y aquel montón de elotes ahora se había convertido en muchas de sus versiones. Mi papá descansaba en el sillón y, cuando tomé un minuto para estar con él, me miró y me dijo: “¡Todo lo que se puede hacer con un grano de maíz!”. Sus palabras me llevaron por muchas emociones. Me sentí feliz, conectada y agradecida por recordarme que somos parte de esta tierra, y no me refiero sólo geográficamente a vivir en México, donde el maíz prácticamente lo es todo. Sino a la maravillosa sensación de saber que la tierra provee, y de que somos capaces de transformar sus regalos en algo aún más complejo,
quizá más completo cuando le sumamos cariño, historia y compañía. Y es que el maíz es muy nutritivo, dependiendo de la variedad nos aporta: carbohidratos, vitaminas del complejo B, E y C, potasio, magnesio, hierro, zinc, sodio y fósforo; proteínas, ácido fólico, etc. Es sumamente versátil. Y, al combinarlo, sus proteínas son mejores. Como los tacos de frijoles, por ejemplo. Tenemos tantas preparaciones de maíz. Desde básicas y gourmet como los tamales en todas sus variedades y gustos por región, uchepos, oaxaqueños, sordos, dulces y salados, con carne y ahora veganos. Totopos, tortillas, pozole, blanco, rojo, de grano tierno, pan, galletas de horno, tacazotas, atoles, pinole, gorditas, sopes, dobladitas; y puedo seguir y seguir hasta la comida de calle y de miedo porque son una bomba. Al final del día había un mar de hojas y cabellos de elote por todos lados; mi hija disfrutaba de jugar con los moloncos, que son las mazorcas que no alcanzaron a desarrollarse y son perfectas muñecas de vestidos verdes, son materiales para casitas, puentes y mucho más en la imaginación de una pequeña. Incluso hizo un té de cabellos de elote porque la abuelita se lo presumió y ella quería saber a qué sabía. Y claro, con el resto hizo camas y una corona de cabellos que intentaba usar de peluca. Un día cualquiera te llega la idea correcta, te inspiras y el corazón se llena de agradecimiento por aquello que parece pequeño o insignificante pero que te mantiene en esta tierra. No metabolizamos el aire, o la luz solar como las plantas. No asimilamos la lluvia o trasformamos el fuego en energía interna. Comemos… y todo lo que ello implica está en el terreno amoroso de dar, de darse. De recibir y agradecer.
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DISCAPACIDADES
Mtra. Rosa Georgina Hernández Abarca
TIEMPO LIBRE Y RECREACIÓN
L
a recreación física para las personas con algún tipo de discapacidad se convierte en un desafío, porque tiende a lograr una transformación en lo social y lo cultural de un grupo de personas. La verdadera utilización del tiempo libre para cualquier ser humano es una condición importante en la formación de una persona. Quien es portador de alguna discapacidad debe añadir, además, disposición, empeño, disciplina, entusiasmo, compromiso, en fin; se pudiera seguir enumerando infinidad de actitudes para poder lograr y disfrutar de su tiempo libre y de la recreación o deporte adaptado. A pesar de todo eso, en ocasiones se ha logrado formar equipos y grupos en algunas disciplinas en las que han logrado competir. Por eso, es de gran importancia motivar y orientar a una persona con discapacidad para que decida participar o realizar una actividad que constantemente le pedirá participar en retos. Para poder llevar a cabo estas actividades - que le servirán de integración, de recreación placentera, de una mejor calidad para su vida y para lograr una inclusión verdadera en la sociedad – se necesita mucho esfuerzo. La actividad física se debe desarrollar, también, con una valencia “terapéutica”: esto ayuda a la persona con discapacidad a mejorar en muchos aspectos de vida como estado de ánimo, movilidad física, estado emocional, actitud hacia la sociedad e innovación en los estilos de vida.
El deporte
El deporte para las personas con algún tipo de discapacidad es importante, siempre y cuando la sociedad no siga poniendo límites y presente prototipos desde su punto de vista, olvidándose de a brindar oportunidades a estas personas, negándoles oportunidades para lograr una vida plena desde su discapacidad.
28 NOVIEMBRE - DICIEMBRE 2019
El deporte que practica la población con discapacidad tiene una función educativa; ya que pueden utilizar la actividad física como un medio d aprendizaje, pues no sólo de habilidades físicas, sino también como una actividad que ayudará a su salud en general, en conjunto o de la mano de una rehabilitación: la misma es muy necesaria en los efectos progresivos de enfermedades que lesionan la mayoría de los aparatos del cuerpo, además de potenciar una mayor autonomía de estas personas, sin olvidar las relaciones sociales y de convivencia. De igual manera, las personas con discapacidad encuentran en el deporte adaptado un medio de facilitación social en las relaciones, sin dejar de lado algunas otras ventajas que se logran, como beneficios psicológicos (el hecho de sentirse “competentes”): todo eso funciona como un factor que potencia la autoestima y la competencia social. También los profesionales que trabajan con personas con algún tipo de discapacidad necesitan hacer algunas adaptaciones en técnicas que dependen totalmente de cada una de las personas; de esta manera logran cubrir las necesidades de la población con la que trabajan y que mejoren sobre todo en su desempeño funcional, aunque limitado y adaptado, pero al final funcional.
DISCAPACIDADES
Discapacidad y tiempo libre
Hablar de recreación no sólo es hablar de lo agradable que es pasar el tiempo libre, sino transformarlo en un aprovechamiento de forma positiva que nos dé como resultado el desarrollo de la personalidad de la persona con discapacidad. No podemos olvidar que ésta está entrelazada con la educación, la higiene física, la salud psíquica, la diversión y el relax en especial.
Campeones
Marco es un entrenador de un equipo de baloncesto de primera división que, tras perder las riendas de su vida, terminará sentenciado a encargarse de un nuevo grupo algo más especial, formado por personas con discapacidad intelectual. La película – una comedia de Javier Fesser – “aborda el fascinante mundo de las personas con discapacidad intelectual con la misma sinceridad y naturalidad con la que ellos afrontan sus vidas», comenta el director. «Su falta generalizada de prejuicios sobre cualquier asunto y su envidiable afición por decir las cosas tal y cómo las piensan, permite a sus protagonistas transitar por una aventura irremediablemente divertida y humanamente deliciosa». “Campeones es una película social y pertinente, que habla de los sentimientos y derechos de las personas discapacitadas, en ocasiones de manera profunda, lo que resulta interesante. Fesser resalta derechos fundamentales de las personas discapacitadas que deben ser defendidos y reforzados: el derecho a ser respetados y tratados como cualquier persona, el derecho al trabajo, a su propia intimidad, a vivir una vida independiente, el derecho a tener una real y efectiva integración social” (Javier Figuero).
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VOLUNTARIADO
Psic. Hortensia Beatriz Amador Ochoa
LAS MOTIVACIONES EMOCIONALES DEL VOLUNTARIADO
L
a motivación en cualquier actividad es esencial; mucho más en una labor voluntaria. Es interesante saber qué es lo que lleva al sujeto a involucrase en este tipo de trabajo. Para identificar las diversas razones, primero hay que señalar el origen de la palabra, la cual viene del latín motivus (movimiento); es la base de las palabras motivador y motivo y los verbos mover y motivar. La motivación es tener una intención, un fin, una aspiración; al mismo tiempo es poseer estímulos o animarse a efectuar lo que se hace; es tener entusiasmo. Sin lugar a dudas, la motivación es aquella herramienta que refuerza los comportamientos, acciones y compromisos. Conviene subrayar que, en el ambiente del voluntariado, existen estudios que hacen hincapié en los diferentes factores que invitan a las personas a participar en esta ardua tarea.
Estados internos emocionales
Otro punto a enfatizar y que se menciona un poco, es precisamente lo que inspira a proporcionar tiempo a los otros y que se conoce como las motivaciones intrínsecas que son las que inspiran a decidir en qué apoyar; se inicia con el deseo de generosidad y retribuir, tal vez, lo que se recibe: a esto se nombra como altruismo; paralelamente, se puede encontrar un sentimiento de preocupación hacia los demás que motiva comportamientos de dedicación y entrega. Hay que recordar que este comportamiento suele ser gratificante en los individuos que lo hacen, a pesar de que suponga un esfuerzo sin recompensa material para quien ayuda.
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Algunos estudios señalan ciertas motivaciones básicas; tales como dirigirse al otro con perfil de humanismo; orientación al yo con fuerte carga de egoísmo; comprensión de la realidad colectiva con rasgos de politización. Por tanto, se percibe que el interés del individuo logra enfocarse de manera diversa, de acuerdo con el estado emocional de cada uno o la carencia que tiene en ese momento; sin olvidar que son diversos los incentivos que los llevan a comprometerse a seguir en una institución o asociación donde consiguen cubrir esas necesidades. Otra investigación pone a luz cómo los estímulos se moverían entre la caridad y sacrificio (deseo de asistencia al prójimo) y la idea de rebeldía (solidaridad). Podemos agrupar las motivaciones alrededor de algunos enfoques: necesidad personal de ayudar a los demás; necesidad de crear algo útil; necesidad de conocer nuevas experiencias y de relacionarse con gente similar; necesidad personal de mejorar la sociedad; por interés profesional o de otro tipo. Asimismo, en el voluntariado no hay nada que determine el estímulo para la práctica del trabajo altruista. Después de todo, el comportamiento de hombres y mujeres satisface invariablemente sus motivaciones, es decir, los motivos actúan como el origen de su proceder. La motivación es un concepto discutido, ya que ocurre en el interior de cada individuo, por lo que no es perceptible; pero sí observable en la conducta que desencadena. En definitiva, en esta ardua tarea, existe una reciprocidad constante entre el “dar” y “recibir” que se deberá tener en cuenta a la hora de trabajar con voluntarios y crear las condiciones propicias para que se promueva esta práctica y se incorpore de manera permanente y así se alcance una beneficencia mutua. No podemos negar, tampoco, que existe un importante número de personas que están dispuestas a donarse sin recibir ningún tipo de retribución y que de hecho no la espera.
VOLUNTARIADO Necesidad de ser necesitado
En este contexto es interesante abordar qué es lo que impulsa a las personas a estar en una labor de filantropía, donde existe una reciprocidad entre ayudar y necesitar que al final son elementos que trabajan de forma conjunta. Aquí el desconcierto comienza cuando alguien sólo desea permanecer en uno de los dos lados y surge un inconveniente: ya sea porque espera que todo se le dé, o pretende apoyar, pero no que se le favorezca; y de ese modo impide así a los demás de la gratificación inmensa de ser útiles. A través de cualquier gesto altruista se encubren motivaciones personales que en la práctica suponen el motor que impulsa la asistencia. El soporte sano es aquél que permite proveer algo favorable y salir fuerte de la experiencia. Cuando el ayudar te frustra o te hace sentir mal o tienes la sensación de que solamente se pierde, suele ser preciso poner un final a esa generosidad. De igual manera, se observa a muchos sujetos que aseveran gozar de apoyar a los demás y en realidad lo que les atrae es considerarse que les requieren, creerse útiles, bienhechores; sin embargo, eso es un pensamiento propio e interesado, pues - al sostener al prójimo - en el fondo se satisface una necesidad del ego. El que recibe respaldo en ocasiones desconoce o no desea ayudarse, y el que brinda apoyo se considera imprescindible, en un círculo de dependencia aparentemente sin concluir. Cabe destacar que algunos argumentan esta situación, al decir que “dar es semejante a recibir”, por tanto, cuando procuro al otro, busco algo para mí, y así subsanar un hambre de ego; que en muchas ocasiones es de reconocimiento o admiración. En continuación al razonamiento anterior, no se pretende denigrar a las personas que colaboran y que tanta falta hacen, por el contrario, es simplemente señalar que hay que prescindir de caer en una obediencia que es desfavorable y por ende infructuoso; esto se consigue evitar al ser sinceros consigo mismos; conscientes de que favorezco a alguien más, aunque igualmente alcanzo un bien en el acto de generosidad. En otras palabras, se promueve el concepto de correspondencia en el voluntario, en una coherencia entre lo que brinda y Los voluntarios dan Los voluntarios reciben también en lo que adquiere; no únicamente que se perciba como Tiempo Conocimiento una donación. Los voluntarios proporcionan algo a cambio de un bienestar. Entusiasmo Amistad Para continuar con el asunto se expone un cuadro; Conocimientos Experiencia en él se exhibe el resultado de la investigación de la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz roja y de la Media Luna Compromiso Nuevas habilidades Roja (2000) sobre el intercambio que existe de modo natural Responsabilidad en este tipo de tareas de dar y recibir. Las organizaciones dan
Las organizaciones reciben
Programas
Mayor facilidad en logro
Formación
de sus objetivos
Gestión Apoyo
Imagen y sensibilización públicas
Reconocimiento Motivación Medios
Implicación en la sociedad.
Por consiguiente, se puede concluir, de acuerdo con lo que se observó en las investigaciones que se revisaron anteriormente, que los motivos o estímulos desempeñan un papel vital en las personas que se involucran en tareas de generosidad y beneficencia hacia los demás. Dicho en otras palabras, es significativo no olvidarse de que esto no funciona si no se pone en movimiento la voluntad, que hace involucrase y participar; es decir, la inspiración de querer hacerlo. Así posteriormente,
Representatividad
al acoplar los incentivos, los ánimos suficientes y los refuerzos positivos más convenientes es lo que impulsa a darse a sí mismo, independientemente de las razones por las que cada uno tiene para unirse al apoyo de los otros. Terminemos con esta pequeña frase del escritor irlandés Oliver Goldsmith: “El mayor espectáculo es un hombre luchando contra la adversidad, pero aún hay otro más grande: apreciar a otro hombre lanzarse en su ayuda». NOVIEMBRE - DICIEMBRE 2019
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Cerrando ciclos Psic.María Azucena Valtierra Madera Psic.María del Sagrario González Lomelí
“Un ciclo es cierto periodo temporal que una vez finalizado, vuelve a empezar” A lo largo del año transcurrido, se pueden presentar situaciones que generan una pérdida: se entiende el significado de pérdida como la ausencia permanente de todo aquello que creemos que es nuestro. La pérdida de algo significativo supone una grave distorsión en la vida de la persona; implica amenaza implícita o explícita en su vida o en las relaciones que son significativas. El superar una pérdida no es cuestión de tiempo; para superarla, hay que hacer labor de duelo. E l duelo es la reacción ante una pérdida que puede ser la muerte de un ser querido, pero también la pérdida de algo físico o simbólico, cuya elaboración no depende del paso del tiempo sino del trabajo que se realice. Proviene de la raíz “dolo”, del latín “dolus”, y su significado es dolor, sufrir o penar. Es un proceso de adaptación que sigue a la muerte de un ser querido, a la pérdida de la salud, de un trabajo, estatus social, económico, una relación afectiva, entre otros. Provoca sentimientos, pensamientos y conductas asociadas a la pérdida.
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Hay diferentes tipos de duelo. Podemos vivir un duelo anticipado, antes de que la pérdida se produzca: en la mayoría de los casos contribuye a prepararse a la misma; duelo normal: dura un tiempo diferenciado según cada persona y el valor de lo perdido; duelo retardado: se manifiesta cuando la persona tarda en reaccionar en su vivencia y manifestación del dolor. No falta quien no consigue colocar dentro de sí la propia historia, y puede caer en un duelo crónico o incluso patológico. La identificación y expresión de las emociones es el punto de partida para identificar lo que se está viviendo. Ya que la situación de duelo suele nublar, negar, minimizar o confundir las emociones. Mucha de las veces
se recurre a fármacos para tratar de “evitar el dolor”, es decir, evitar sentimientos de tristeza, desesperación, depresión, confusión, desánimo, también enojo, culpa e impotencia: son emociones normales y necesarias cuando se transita por un periodo de duelo. Cuando la persona logra explorar adecuadamente sus emociones, significa que puede contactar con ellas, aceptarlas e integrarlas como parte de su ser. Mucho del dolor de las pérdidas no es por lo que se ha perdido, sino por el significado que tienen dichas pérdidas para la persona. Ante una pérdida significativa, como la muerte de un ser amado,
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esa muerte duele profundamente y ante eso nada se puede hacer; sin embargo, también es cierto que, ante esa misma muerte, ante el dolor, sí podemos hacer bastante para disminuirlo y superarlo satisfactoriamente. Cuando la persona logra darse cuenta de esto, y lo acepta, las posibilidades de cambio hacia una elaboración sana de la pérdida, así como un cambio en la actitud (más positiva, realista y madura), son muy alentadoras.
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Sin embargo, además de pérdidas y duelo, también se pueden presentar situaciones que pueden desencadenar conflictos; como pueden ser ciertas actitudes que alteran el estado de ánimo de manera negativa y afectan las relaciones significativas con los otros. Cerrar ciclos significa dejar atrás lo que ya no nos es funcional, mejorar y volver a empezar; es resignificar y atrevernos a transcribir la historia, con gratitud y esperanza de un mañana mejor. En ocasiones el resentimiento, el miedo, el enojo, la tristeza y otras emociones y sentimientos no nos permiten continuar con facilidad, de aquí la importancia de aprender a identificar nuestros duelos, trabajar en ellos, cerrar ciclos, perdonar, soltar y volver a empezar. Esto genera salud mental, física y espiritual; con la esperanza de continuar de una manera más sana y en paz.
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a nombre de “Salud Renal Integral Camilo de Lellis SaRI AC.” RFC: SRI110906LN8 email: sari.ac@hotmail.com NOVIEMBRE - DICIEMBRE 2019
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El número 103
NAVIDAD
GIOTTO, 1304-06, Padua
El Centro San Camilo A.C. la redacción de Vida y Salud y la Comunidad religiosa les desean una Santa Navidad 2019 y un estupendo año 2020
La fe nos impulsa a dar espacio a una nueva imaginación social, a no tener miedo de ensayar nuevas formas de relación, donde nadie tenga que sentir que en esta tierra no tiene lugar. Navidad es tiempo para transformar la fuerza del miedo en fuerza de la caridad, en fuerza para una nueva imaginación de la caridad. La caridad que no se conforma con la injusticia, sino que se anima, en medio de tensiones y conflictos, a ser solidarios. El niño de Belén empuja a todos a convertirse en protagonistas de la vida y no tener miedo de tomar en brazos, alzar y abrazar al sediento, al forastero, al desnudo, al enfermo y al preso. Gracias a ese niño, Dios invita a hacerse cargo de la esperanza (de una reflexión del Papa Francisco)
(Enero- Febrero 2020) de la Revista
Vida y Salud será dedicado a
“Expresión artística y salud” Suscripciones secretaria@camilos.org.mx para enviarse por vía electrónica
El equipo de Redacción de la Revista y el Centro San Camilo A.C., expresan su más sentido agradecimiento a los bienhechores y patrocinadores: Ignacio y Marina Jiménez Ma. Eugenia Villaseñor M. Q.D.E.P
Tequila San Matías Mónica Gómez Flores Antonio Salles Ramírez Fundación Stella Vega, A.C.
D CAIPL PA OM CI AD TA O CI S Ó DE N
Comercializadora Laser Atlética S.A de C.V ¡QUE EL SEÑOR LES PAGUE!
RELIGIOSOS CAMILOS AL SERVICIO DE LOS ENFERMOS Religiosos de la Orden de San Camilo Somos religiosos unidos por el mismo ideal: servir a los enfermos y a los que sufren.
Para jóvenes varones, solteros, de 17 a 29 años ¡Quieres descubrir tu vocación? ¡Estás interesado en un acompañamiento vocacional? Religiosos Camilos Guadalajara, Jal. Tel. 33-3640-4090 sancamilo@prodigy.net.mx www.camilos.org.mx ENERO- FEBRERO 2018
San Camilo nació en Italia en 1550, se convirtió a los 25 años, consagró su vida atendiendo a los enfermos más pobres y desasistidos, fundó en 1586 la Orden de los Ministros de los Enfermos (Religiosos Camilos). Eligió como distintivo la cruz roja. La intuición de San Camilo fue fundar una “compañía de hombres piadosos y de bien que, no por dinero, sino voluntariamente y por amor a Dios, sirvieran a los enfermos con aquel
amor y cariño de una madre hacia su hijo único enfermo”. Elaboró las reglas para servir con esmero y toda perfección a los enfermos. Adoptó nuevos medios para mejor servir al enfermo. Creó un modo original de estar frente a Dios, inspirado en el Evangelio de San Mateo: ‘Cuanto hicieron a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicieron’.
¡Tú también puedes ser Religioso Camilo!
¡VEN y VERÁS!
El Centro San Camilo A.C. agradece sus donativos en la cuenta número 0131442279, en cualquier sucursal de Bancomer.
34 NOVIEMBRE - DICIEMBRE 2019Se expiden recibos deducibles de impuestos. Tel. (33) 3640-4090 / sancamilo@prodigy.net.mx / http://www.camilos.org.mx San Camilo de Lelis