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a Palabra, que es milagrosa y creativa, es un movimiento intencional y trascendente que va del ser al ser. Por lo tanto, la Palabra es simultáneamente potencia, acción y acto consumado; es decir, la Palabra no sólo es el movimiento verbal, intencional y creativo que va del ser al ser, sino es también su expresión, su pensamiento y su lenguaje. Si la Palabra es potencia, acción y acto consumado es porque siempre tiene origen, sentido y trascendencia. No importa si la Palabra es oral o escrita, si es viva voz o letra muerta; incluso en el silencio, la Palabra ―sin excepción―, crea. La Palabra es entonces acción y reflexión, realidad y pensamiento, la Palabra es la creación ética de la praxis. Marcel Arvea Damián
Diseño de portada e interiores: Alejandra Duarte & Fernando CuPé
MATERIALES DE ESTUDIO DE LOS CÍRCULOS DE INVESTIGACIÓN
MARCEL ARVEA DAMIÁN
Desde el Principio, dice el Popol Vuh, es la Palabra.
PALABRA Y TRASCENDENCIA
Desde el Principio, dice el Evangelio, es la Palabra.
PALABRA Y TRASCENDENCIA Manual de Educación y Alfabetización Popular
Marcel Arvea Damián
MATERIALES DE ESTUDIO DE LOS CÍRCULOS DE INVESTIGACIÓN
PALABRA Y TRASCENDENCIA MANUAL DE EDUCACIÓN Y ALFABETIZACIÓN POPULAR
MARCEL ARVEA DAMIÁN
CMPP
MATERIALES DE ESTUDIO DE LOS CÍRCULOS DE INVESTIGACIÓN
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Catalogación Autor: Marcel Arvea Damián. Título: PALABRA Y TRASCENDENCIA. Manual de Educación y Alfabetización Popular. Editorial. Editorial La Mano. Colección. Materiales de Estudio de los Círculos de Investigación. Primera Edición. Oaxaca de Juárez, Oaxaca. México. 2008. Temática: 1. Educación. 2. Educación popular. 3. Alfabetización. 4. Lectoescritura. 5. Comunicación. 6. Escuela. 7. Paulo Freire.
El autor desea manifestar su profundo agradecimiento a los Círculos de Investigación Educativa de Oaxaca, a sus integrantes, especialmente al Maestro Rolando Cortés Flores y al Maestro Lamberto Jiménez Felipe por el apoyo incondicional para la publicación de este libro. Agradezco también el apoyo ofrecido por el Colegio Latinoamericano de Posgrados, el Colectivo del Movimiento de la Pedagogía Popular y el Centro Regional Intercultural de la Pedagogía Popular. Igualmente, deseo agradecer muy fraternalmente a Fernando Cruz Pérez y Alejandra Duarte de la Llave el diseño editorial de este Material de Estudio de los Círculos de Investigación.
Todos los derechos reservados. Marcel Arvea Damián. marvedam@hotmail.com D. R. © Diseño de portada e interiores. Alejandra Duarte de la Llave y Fernando Cruz Pérez. Imagen de portada: Comunicación. Isabelle Cardinal.
dcg_lamano@hotmail.com
http://www.circulosdeinvestigación.com/ Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, sea cual fuere el medio, electrónico o mecánico, sin el consentimiento expreso y escrito del autor. Impreso y hecho en Oaxaca, México / Printed and made in Oaxaca, Mexico. Primera Edición. Oaxaca de Juárez, Oaxaca. México. 2008.
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Índice Índice
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Palabra y Trascendencia
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Palabra y Educación
25
Palabra y Totalización
43
Palabra y Liberación
63
Palabra y Rostro
89
Palabra y Alfabetización
103
Palabra y Método
115
Palabra y Contenido
143
Addenda
157
Consulta Bibliográfica
175
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A mi madre: por la vida, por la palabra, por el amor…
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PALABRA Y TRASCENDENCIA MANUAL DE EDUCACIÓN Y ALFABETIZACIÓN POPULAR
MARCEL ARVEA DAMIÁN
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Palabra y Trascendencia •9•
Palabra y Trascendencia
I
Desde el Principio, dice el Evangelio, es la Palabra. Desde el Principio, dice el Popol Vuh, es la Palabra.
La Palabra, que es milagrosa y creativa, es un movimiento intencional y trascendente que va del ser al ser. Por lo tanto, la Palabra es simultáneamente potencia, acción y acto consumado; es decir, la Palabra no sólo es el movimiento verbal, intencional y creativo que va del ser al ser, sino es también su expresión, su pensamiento y su lenguaje. Si la Palabra es potencia, acción y acto consumado es porque siempre tiene origen, sentido y trascendencia. No importa si la Palabra es oral o escrita, si es viva voz o letra muerta; incluso en el silencio, la Palabra ―sin excepción―, crea. La Palabra es entonces acción y reflexión, realidad y pensamiento, la Palabra es la creación ética de la praxis.
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II El desarrollo del ser humano; la praxis ontológica de ser más y mejor, está siempre acompañada y acompasada por la trascendencia misma de la palabra. No lo podemos negar: somos seres dialógicos, seres trascendentes de lenguaje y comunicación que nos hacemos y rehacemos, nos creamos y recreamos, en la palabra. Quizá a esto se deba que muchos pueblos del mundo se autonombren conforme al principio original de la palabra; en México poseemos ejemplos notables: el pueblo Kitse cha’tnio (chatino), son la gente de la palabra difícil y esforzada; el pueblo Tsu ju jmí (chinanteco), es el pueblo de la palabra antigua; el pueblo Yokot’ anob (chontal), es el pueblo que habla la palabra; el pueblo O`depüt (zoque), son gente de la palabra, el pueblo Hña hñu (otomí), son hablantes de la palabra; el pueblo Runixa ngigua (chocho), es el pueblo que dice la palabra… La espiral de la palabra gira en su inmanencia La vírgula de la palabra desplegando el diálogo trascendente La palabra es el núcleo ontológico de la esencia humana. III La palabra inicia su gesta y aventura siendo primitiva y mítica. La palabra original siempre pervive y nunca abandona la emoción; por eso jamás deja de ser grito de placer o displacer, lamento o risa, gemido
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o llanto. Palabra primitiva y universal de la infancia que sólo acusa pensamiento y reflexión gracias a la intervención y contribución de la madre, quien nos dona, en su madresía, todo el acervo cultural de la historia humana. La palabra emocional y universal trasciende entonces en palabra oral, en pensamiento y lenguaje: la palabra acusa identidad, sentido y trascendencia. Este movimiento trascendente de la palabra primitiva y mítica, palabra políglota e infantil, preñada de sensación y emoción, organizada en lenguaje y pensamiento gracias a la contribución materna, hace que la palabra oral se constituya en el puente simbólico e imaginario que nos liga al mundo y al otro, en la socialización, en el diálogo, en la comunicación e intercomunicación humana. No se trata de un momento cualquiera en la existencia del ser humano. Según Vigotski, quien a su vez lo confirma de Stern, se trata del descubrimiento más importante que podemos realizar en el curso de nuestra vida: saber que cada ser tiene su nombre. La palabra oral y verbal se dice y se escucha, se aprende y aprehende, se hace humana y emerge a la realidad y al mundo para pronunciarlo, para transformarlo, para humanizarlo. Por eso, la intencionalidad y el sentido intercomunicativo de la palabra oral, su trascendencia, no pretende sino humanizar conscientemente el mundo de la vida en comunión con otras conciencias. La palabra verbal, siempre en movimiento, siempre en metamorfosis, es el venero fecundo que produce y reproduce la dinámica del lenguaje, de los pueblos y sus culturas. Me explico: la palabra oral y verbal, la que va de la boca al oído y de la escucha a la conciencia, a pesar de ser extraordinariamente fecunda y viva tiene el extraño capricho de someterse al imperio del viento y el tiempo… La palabra verbal es plástica y dinámica,
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gira en su propio movimiento, en su rodar de boca en oído y de oído en boca, de conciencia en conciencia. Es por eso que la palabra oral y verbal sólo existe en la conciencia de quien la piensa, la dice o la escucha, de quien la recuerda y la hace consciente y viva: trascendente. La palabra oral sobrevive al viento y al tiempo gracias a la memoria pero cambia siempre conforme a la conciencia. Puede decirse que la palabra oral es el puente comunicativo que une vitalmente dos o más conciencias, dos o más existencias e historias que se intencionan entre sí y al hacerlo se trascienden mutuamente. En consecuencia, el origen, intencionalidad y finalidad de la palabra viva, de la palabra voz y de la palabra escucha, cara a cara, boca a oído, co–razón a co–razón, no es otra que crear y recrear, en comunidad y comunión, la comunicación e intercomunicación necesarias para humanizar nuestras condiciones materiales y espirituales de vida. Por esta sencilla razón, la palabra es inmanente a la condición humana; y por esta misma razón, decir la palabra es un derecho que nunca nadie puede ni debe negar. ¿Quién no recuerda las palabras muertas y podridas, infectadas de violencia; el imperativo categórico, siempre en acusativo, de un maestro domesticador que alguna vez nos silenció con gritos: ―«¡Tú! ¡Cállate!»…? La palabra nueva y fresca de la infancia amordazada por el narcisismo oral del despotismo docente. O bien: ¿quién no recuerda la bendición de una madre, el consejo de un padre o el adiós de un amor? ¿Quién no recuerda estas palabras que cambian de color y aroma a medida que maduran en la memoria y florecen en el recuerdo… en la conciencia? La palabra oral es trascendente precisamente porque es dinámica y plástica gracias a la conciencia. Es la volatilidad de la palabra oral lo que hace posible su trascendencia. Y no sólo porque la “sonoridad” de
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la palabra oral permanece muy poco tiempo en el espacio, ni porque la memoria termine por olvidar las palabras evocadas y proferidas; sino porque nuestra sordera impide escuchar y comprender la actualidad y urgencia de su contenido y significado, de su reclamo inmediato y de su concreción efímera. Ciertamente es difícil que la palabra verbal trascienda intacta, original y virginal en la memoria, en el recuerdo y en la conciencia; pero es justo reconocer también que esta plasticidad es su cualidad mejor. La palabra oral, a diferencia de la palabra escrita, es dinámica y dialéctica. Es viento y no piedra. Si la palabra oral tiene la extraña cualidad de fugarse en el viento y con el tiempo es porque depende de su registro en la memoria y de su acervo en el recuerdo; sin embargo, es la conciencia quien selecciona de la memoria y el recuerdo las palabras dichas, escuchadas y evocadas de la experiencia vital. Es así, en su portentosa fragilidad, que la palabra oral trasciende tiempo, espacio y materia. Esta doble potencia de la palabra hablada y escuchada; este atributo y facultad de ser simultáneamente efímera y perenne en la conciencia propia o ajena ―quizá en ambas―; esta relación inmanente y trascendente de la palabra viva; esta fragilidad de la palabra que nace del ser para renacer en otro ser, es justamente lo que permite el milagro del diálogo. El diálogo, que es palabra viva y vital, es la posibilidad misma de la relación dialéctica, intencional y convergente de dos o más conciencias que logran comunicarse, y al hacerlo, se intercomunican para trascenderse mutuamente. Perece mentira pero la palabra fugaz, palabra viva y cargada de sentido que va de la boca al oído, del oído a la conciencia y del ser al ser, la palabra del diálogo, es la expresión más limpia y pura, más real y verdadera de la esencia humana.
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La palabra deja de ser entonces un simple ruido que interpela al sordo silencio del mundo para convertirse y transformarse en sonido organizado, en música y voz, en plegaria y canto. El diálogo es un canto por donde el ser del otro adviene a mí y por donde el ser que soy encuentra al otro. Este diálogo hace que la palabra sea un encuentro existencial capaz de crear y producir, en la diferencia y semejanza, en la identidad y alteridad, en la contradicción humana, la utopía posible y necesaria que anima el desafío humano —siempre inconcluso—, de ser más y mejor. De esta manera, la palabra del diálogo respeta y alienta la alteridad del otro porque al hacerlo confirma y reafirma su propia identidad. No hay yo sin otro ni identidad sin alteridad. Gracias al diálogo ontológico, diálogo del ser al ser, construimos lo tuyo y lo mío, lo nuestro. En el diálogo ontológico la palabra trasciende la sonoridad física del sonido, del tiempo y del espacio por donde viaja y se transporta la intencionalidad del ser; sin embargo, la realización de la intencionalidad de este ser que pretende dialogar, comunicarse e intercomunicarse con otro ser, no es posible suponerlo sin la libertad necesaria para activar la potencia creativa y trascendente de la palabra. Esto obliga a pensar que el diálogo nace del silencio y comienza siempre por escuchar. El diálogo es creativo porque se reconoce como una ética de la liberación, para la libertad. El diálogo necesita libertad: libertad de palabra, libertad de opinión, libertad de expresión, libertad de creencia, libertad de asociación, libertad de organización, libertad de conciencia. Esta libertad inmanente al diálogo, sin embargo, no lo agota. El diálogo es una ética para la liberación porque es humilde y creativo, crítico y autocrítico: trascendente.
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Porque nace siempre de la fe, la esperanza y el amor. IV La palabra escrita, lo mismo que la palabra oral, es trascendente al tiempo y espacio. Sin embargo, la palabra escrita no necesariamente despliega su sentido y trascendencia en la relación cara―cara, boca– oído, conciencia–conciencia; tampoco fluye ni se desvanece fácilmente por el viento y el tiempo. En realidad, la palabra escrita no niega la palabra oral sino la sobredimensiona: la firma, la afirma y confirma; es decir, la trasciende. La palabra escrita es el registro gráfico de la palabra oral y en consecuencia no sólo es memoria sino también testimonio y testamento: historia humana. Gracias a la palabra escrita hemos sido convidados a nutrirnos del bagaje cultural del prodigio humano. Gracias a la palabra escrita podemos trascender tiempo y espacio, distancias y fronteras, culturas y cosmovisiones. Gracias a la palabra escrita podemos participar en el festín de la historia como anfitriones y comensales, pues no sólo podemos conocer, por ejemplo, la palabra de un Nezahualcoyotl trascendido, casi diría resucitado, sino podemos también sobrepasar los límites propios de nuestra efímera y transitoria existencia. La palabra escrita permite historizar la existencia humana en el mundo de la vida: una carta…, un poema…, una ley... Todo esto lo escribo porque el propósito principal de esta reflexión es ponderar la importancia de la palabra oral y escrita en el desarrollo del ser humano, importancia que sin argumentación se corrobora simplemente por carecer de oposición. Pero también importa a esta reflexión resaltar la urgente necesidad de alentar una alfabetización a partir de la continuidad
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existente entre la palabra oral y la palabra escrita. Ambas palabras, la oral y escrita, son producto de las relaciones que mujeres y hombres crean en el mundo de la vida; estas relaciones constituyen a su vez el mundo humano de la cultura; por lo tanto, la palabra oral y la palabra escrita no se oponen sino se complementan. Porque así como aprendimos a decir y escuchar la palabra oral, así también aprendimos a trazar y a leer la palabra escrita; salvo que la palabra oral se aprende, se escucha y se habla informalmente, de la madre, con la familia, en el hogar, en comunidad, en el mundo de la vida como escenario y mediador. La palabra escrita, por el contrario, se ve y se toca, se traza y lee; se enseña y aprende formalmente, programadamente, en la escuela, con docentes y entre estudiantes, en el triste claustro de la realidad escolar. Si la palabra escrita guarda relación con la palabra oral; es decir, con respecto al lenguaje y pensamiento, se debe precisamente a la progresiva continuidad y complementariedad existente entre la palabra oral y su registro escrito. Por ejemplo: gracias a la palabra escrita, gracias a que en mi infancia fui alfabetizado, puedo leer y comprender (“sentir” es la palabra correcta), una carta de mi madre… Debido a que mi madre escribe y yo leo, puedo estremecerme con sus palabras y comunicarme con ella vitalmente más allá de los límites espaciales y temporales ―físicos―, que la palabra oral me puede ofrecer. Soy capaz de percibir sus sentimientos y pensamientos más allá del tiempo y del espacio escenográfico que hace años animaron la escritura de la carta; carta que es actual y leo siempre en tiempo presente, en el aquí del ahora y en el ahora del aquí...
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Este acto de comunicación entre mi madre y yo, acto que trasciende el tiempo y el viento; este espacio invisible y este tiempo anulado que niegan la ausencia y me revelan su esencia, ciertamente es un evento muy fácil de ubicar en el diario acontecer de nuestro cotidiano existir. Sin embargo, si profundizamos en la magnitud y complejidad de dicho evento común y consuetudinario, no es extraño observar que supera la esfera de lo cotidiano y trasciende la inmediatez de los hechos. Esta comunicación por medio de la palabra escrita entre mi madre y yo; esta intercomunicación que va igualmente del ser al ser, de su conciencia a la mía y de su amor a mi amor; esta acción que firma, afirma y confirma el aquí y el ahora del instante, de la historia; esta posibilidad de trascender las dimensiones físicas del tiempo y del espacio, incluso de la materia; es toda la emoción, toda la belleza, toda la desmesura del milagro verdadero de la vida. Trascendencia creativa de la palabra escrita. V Así pues, la palabra escrita se aprende y se enseña formalmente, programadamente, escolarizadamente, metodológicamente. Este aprendizaje y enseñanza de la escritura y lectura, proceso que conocemos vagamente como alfabetización, representa un momento crítico para el desarrollo social y humano; se trata, sin duda, del evento educativo más importante y crucial de la instrucción elemental y escolarizada. Lo cierto es que la alfabetización, aún sin proponérselo, representa una frontera, un antes y un después que divide en dos, para bien o para mal, no sólo la vida y existencia del ser humano, sino también de los pueblos, las naciones y las culturas.
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La alfabetización como momento crítico de la instrucción escolarizada es incuestionable. Nada ni nadie es capaz de negar la importancia que la alfabetización tiene, o no tiene, para promocionar o sabotear el desarrollo social y humano. Nada ni nadie puede negar la descarada correspondencia entre ignorancia y analfabetismo, entre subdesarrollo y analfabetismo, entre pobreza y analfabetismo, entre explotación y analfabetismo, etc. Este acuerdo respecto a la alfabetización como punto crítico del desarrollo humano y de la instrucción escolarizada, esta ausencia de oposición ante semejante evidencia, hace de la alfabetización una verdad prácticamente incuestionable y apodíctica. En el desarrollo del ser humano sólo el aprendizaje de la palabra oral supera en importancia el aprendizaje de la palabra escrita. Pero la alfabetización no sólo es relevante para el desarrollo del ser humano sino también lo es para los pueblos, las naciones y las culturas. Los pueblos y culturas ágrafas son los grupos humanos más vulnerables y susceptibles de ser explotados y destruidos. Si la alfabetización es un momento fundamental, crucial y crítico para el desarrollo del ser humano, de los pueblos y sus culturas, se confirma entonces que la alfabetización más que cualquier otro tipo de educación debe ser comprendida como acción política. A todo esto también puede agregarse que la alfabetización, como acción política, es invariablemente acción cultural: acción cultural para la libertad o acción cultural para la dominación. Lo cierto es que la alfabetización segrega o integra, desarrolla o embrutece; sirve para oprimir o sirve para liberar. Todo esto lo escribo precisamente porque la alfabetización impuesta por el Estado y la escuela capitalista, en todas sus formas y variables, apela siempre a una hipotética e hipócrita neutralidad que sirve de
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amparo para instrumentar formulaciones y soluciones técnicas y pedagógicas que ocultan perversas intenciones de explotación, exclusión y control social. Intenciones perversas y ocultas, concomitantes a la ideología instrumental de los programas y campañas de alfabetización del Estado capitalista y su escuela domesticadora, clasista y alienante. Con esto quiero decir que el Estado capitalista instrumenta y certifica la alfabetización como salvoconducto para que las personas, los pueblos y las culturas puedan, o no, participar de los ‘beneficios’ que otorga la sumisión al mito del consumo. Por eso, es fundamental reconocer que la alfabetización es primero acción política y después acción pedagógica. Las instrumentaciones técnicas y pedagógicas del Estado capitalista en materia de alfabetización, despolitizadas e implementadas bajo enfoques cognitivos, románticos y técnicos de lectoescritura, no hacen sino reproducir indefinidamente la ignorancia, el analfabetismo político y la cultura del silencio. La historia de México y del mundo nos dice que la alfabetización del Estado capitalista siempre ha sido una acción cultural de dominación: acción cultural que los opresores instrumentan y legitiman contra los pueblos oprimidos. La historia demuestra que los pueblos oprimidos hemos sido persistentemente víctimas de las políticas educativas de alfabetización diseñadas e instrumentadas por la ideología de un Estado antipopular, racista, sexista, etnocida y gerontofóbico; un Estado clasista y necrófilo que niega y asesina la diversidad cultural y lingüística de los pueblos, responsabilidad histórica y patrimonio cultural de la humanidad. No debe asombrarnos, por ejemplo, que en todos los territorios indígenas de México y el mundo, el analfabetismo corresponda en cifras estrictas a estos pueblos oprimidos, acentuándose esta injusticia en
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los sectores más indefensos y vulnerables, especialmente en mujeres, personas de la tercera edad y población monolingüe. Así, de súbito, la alquimia ideológica del Estado capitalista convierte a los pueblos indígenas en el estigma y la vergüenza nacional, cuando la triste realidad demuestra que se trata de un saldo histórico producto de la denigrante inequidad e injusticia de la política educativa del Estado capitalista. El analfabetismo es la maldición y el estigma cultural del Estado educador. Aún recuerdo las palabras de una alumna de posgrado, maestra de primer año de primaria en una comunidad indígena de Oaxaca, quien acusó al Estado de ‘analfabetizador’. A decir verdad, no encuentro palabra más adecuada y certera para caracterizar la acción cultural de dominación que el Estado ha impuesto en contra de los grupos oprimidos con sus campañas de ‘analfabetización’, especialmente aquellas diseñadas e instrumentadas en contra de los pueblos indígenas. Decía arriba que toda educación e instrucción escolarizada debe reconocer en la alfabetización su momento crucial y crítico, pues inevitablemente implica la iniciación formal al ritual programado del consumo. Se trata de un cruce de fronteras que explica la intencionalidad política e ideológica de la alfabetización, pues el Estado clasista, lacayo del Capital, instrumenta políticas educativas que persistentemente ‘analfabetizan’, y por lo tanto excluyen, segregan y explotan a las clases y los pueblos más oprimidos y vulnerables. Es decir, las campañas y los programas de alfabetización como política educativa del Estado capitalista, terminan generando el analfabetismo necesario para empobrecer y segregar social y culturalmente al pueblo, a las mayorías; reproduciendo y garantizando de manera indefinida las relaciones extremas de explotación… La contradicción social y huma-
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na, la lucha de clases, la explotación del hombre por el hombre funciona cabalmente y el analfabetismo garantiza la existencia de tal contradicción. Esta analfabetización instrumentada por el Estado clasista se realiza en dos frentes y por partida doble: ya sea segregando social y culturalmente a las personas y al pueblo; o bien, promoviendo campañas de analfabetización que arrasan identidades, lenguas, culturas y cosmovisiones. Es importante consignar que en ambos casos, la alfabetización promovida por la escuela y el Estado clasista como acción cultural para la dominación, es alentada y financiada por la furia antropófaga del Capital. El Capital manda, el Estado obliga y el magisterio instrumenta. VI He querido resaltar en esta primera reflexión, de manera breve pero urgente, la importancia que tiene la alfabetización en la vida y existencia del ser humano y en la preservación de los pueblos y sus culturas. Esta relevancia que tiene la alfabetización para animar el desarrollo del ser humano, de los pueblos y las culturas, no puede ni debe ser soslayada por las educadoras y educadores del pueblo. Es decir, a pesar de las políticas educativas del Estado clasista y de la ideología dominante que subyace a todas ellas, el desafío de la educadora y el educador popular que emprende la noble tarea política de alfabetizar, debe iniciar dirimiendo entre una alfabetización como acción cultural para la dominación o una alfabetización como acción cultural para la libertad. Para finalizar, y sólo para resaltar la importancia que la alfabetización tiene en el proceso educativo, quiero recordar y subrayar que la catástrofe y el fra-
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caso de la escuela capitalista, en todas sus formas, variables y niveles, tiene como punto de origen la alfabetización. La pobreza en el aprovechamiento escolar; la dificultad para comprender y crear textos; la reprobación, la deserción, el fracaso escolar, etc.; toda esta vergüenza educativa tiene como origen común y causa primera y principal el analfabetismo promovido por el Estado capitalista y su escuela clasista, racista y enajenante. ¿Por qué la alfabetización deja de participar en el desarrollo del ser humano y de los pueblos y gira de pronto en su contra? ¿Por qué la alfabetización, frontera del acto educativo y momento crítico del desarrollo social y humano, invierte su sentido y actúa perversamente en perjuicio de las personas y grupos que más la necesitan y reclaman? ¿Y nosotras y nosotros, educadoras y educadores del pueblo, qué papel desempeñamos ante estas políticas estatales de analfabetización cultural, social y política? ¿Qué debemos hacer ante el papel ideológico y tendencioso de la escuela y el Estado clasista? ¿Cuál es nuestro compromiso político y pedagógico respecto a la alfabetización? En pocas palabras ¿A favor de quiénes estamos?
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Editorial LA MANO
Marcel Arvea Damián. Autismo. Autismo infantil y desarrollo humano. Job Matamoros. Contraste: poemas del buen Job. Fernando CuPé. Técnicas para dibujar personajes femeninos Manga. Luis Gerardo Ugalde. Extraviadas cartas de un verano. Antonio Bello Quiroz. Ficciones sobre la muerte. Marcel Arvea Damián. Versión y traducción: Cuatro Cartas a los Animadores de los Círculos de Cultura de São Tomé e Príncipe de Paulo Freire. Luis Gerardo Ugalde. Sendero de hormigas. Paulo Freire. Educación y Mudanza. Juan Esteban Pérez Ficachi. Hombre común. Marcel Arvea Damián. Educación y Liberación. Miguel Erasmo Zaldívar. A la izquierda de la cruz. Juan Esteban Pérez Ficachi. L.M..
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Editorial LA MANO
Círculos de Investigación Colección MATERIALES DE ESTUDIO Leo Kanner. Trastornos autistas del contacto afectivo. Marcel Arvea Damián. Palabra y Trascendencia. Paulo Freire, Equipo INODEP. Concientização: teoría y práctica de la liberación. Louis Althusser. Aparatos ideológicos del estado. Iván Íllich. La sociedad desescolarizada y otros escritos. Mario Bunge. La ciencia: su método y su filosofía. Friedrich Nietzsche. Sobre el porvenir de nuestras instituciones educativas. Paulo Freire. Cuatro Cartas a los Animadores de los Círculos de Cultura de São Tomé e Príncipe. Cortés Flores Rolando. Creatividad y pensamiento creativo. Cortés Flores Rolando. Creatividad y estrategias docentes. Cortés Flores Rolando. Estrategias docentes y pensamiento creativo.
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Editorial LA MANO
Círculos de Investigación Educativa Colección GUELAGUETZA Nelly Ruiz Ruiz. Propuesta de Educación Interreligiosa en la Comunidad de Santa María Yaviche, Oaxaca. Lamberto Jiménez Felipe. EduCreAcción. Carlos López Cruz. Propuesta para recuperar la identidad cultural en la escuela Telesecundaria de Villa Nueva, Jamiltepec, Oaxaca. Rolando Cortés Flores. Creatividad y pensamiento creativo. Mariela Ramos Carrera. Hablando y escuchando, leyendo y escribiendo. Breve Diccionario escolar bilingüe chatino-castellano, castellano-chatino. Adriana Vidal Fernández. Jugando y Aprendiendo Matemática. Marcel Arvea Damián. Guía Metodológica del Diplomado de la Investigación Educativa del Tema Generador. Alejandra Pastelín Montes. Estrategias de lectoescritura en grupos Multigrado. Jaime Hermes López Ramírez. Consejos comunitarios por la educación. Gabriela Vázquez Sanjuán. Hacia la integración educativa de niñas y niños con necesidades educativas especiales.
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Romeo García Carrasco. Currículum y realidad social. Caso del DGEti. De Zimatlán de Álvarez Oaxaca. Guadalupe Canseco Cruz. Movimiento magisterial y ausentismo docente. Arturo Marcos Pérez. Estrategias docentes para la producción y comprensión de textos. Austreberto Santiago Soria. Creatividad y práctica docente para el trabajo colectivo. Silvia Cruz Sánchez. De la mano educamos mejor. Norma Nelly Ortiz García. Comunicación: canal perfecto hacia la educación. Evelyn Nery España Gómez. Estrategias didácticas y aprendizaje significativo. Mayra Paula Barragán Vera. Conocer para aprender y transformar. Silvia García Francisco. Educando con amor. Estrategias para fortalecer el vínculo escuelafamilia en nivel Preescolar. Maribel Morales Cruz. Unidos podemos continuar. Ninfa Ávila Monjarás. Concientización en la formación y práctica docente. Rosa María Mendoza Jiménez. La comunicación educativa: una necesidad educativa de la escuela primaria.
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Este Material de Estudio de los Círculos de Investigación Educativa se terminó de imprimir el día 8 de abril de 2008 en los talleres de Editorial La Mano. Se publicaron 1000 ejemplares más sobrantes para reposición. Oaxaca de Juárez, Oaxaca, 8 de abril de 2008.
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