Tras y por las huellas de Saer

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Tras (y por) las huellas en La Grande de Juan José Saer ¿Dónde encontrarás las huellas borrosas y lejanas de un crimen tan antiguo? (Sófocles)

Por Pasavento

En el trabajo, ya desde su título, abordamos el concepto de huella y le antepusimos dos preposiciones: tras y por . De la primera, rescatamos de su semántica, la alusión al movimiento y al devenir. De la otra, nos interesa su estatismo y también su diferencia. Esto es: la posibilidad que nos da, en su combinatoria con el sustantivo huellas, de ocupar un lugar en ausencia. De introducir (no de llenar) en el vacío otra cosa . Hemos de aplicar la acepción derridiana del término huella. El concepto huellas es el que permite pensar de manera fenomenológicamente rigurosa el ser de los vivos, es decir, pensar que su presencia está ya afectada por su ausencia: es un movimiento de aparición que es al mismo tiempo de desaparición .1 La noción de huella es aplicable no a una pisada originaria sino a mostrar que todo es huella de huella sin origen primero: En la lectura de la Grande reconocemos personajes, espacios y tiempos que nos conecta con otros textos de Saer. Nos interesó también el juego o la combinatoria de la huella y el tiempo. De allí la ante-posición de las preposiciones. Pensar la vida desde ese cruce, como una repetición de pasos que, aunque reconocibles, no son los mismos. En parte, producto de la erosión del tiempo. Aquí, en ese transcurrir, se interceptan memorias, olvidos y recuerdos. Es interesante de rescatar el carácter instantáneo del recuerdo (lo focalizamos en el personaje de Gutiérrez). Es un movimiento de aparición y de desaparición que no se puede controlar: irrumpe. Asalta. Y en ese asalto, aparece lo que no aparece, lo que ya ha sido. Allí, la memoria es la que moldea el pasado para darle sentido. Otra cosa que quisiéramos subrayar de la prosa de Saer es su escritura (y su lectura) obstruyente2; esto es a propósito de Sklovski. Para el teórico rusosoviético, la meta del arte es transmitir la experiencia inmediata de una cosa 1

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Marc Goldschmit, Jacques Derrida, una introducción. Buenos Aires: Nueva Visión, 2004. Página 206.

Se entiende siempre aquí la forma obstruyente aquella en que el camino hacia lo denotado no es directo, sino difícil y tortuoso.


http://www.narrativasdigitales.com como si se viese y no como si se reconociese; el mecanismo del arte es extrañar las cosas: es el mecanismo de la forma obstruyente que alarga y dificulta la percepción . 3 Inconclusa, de La Grande podría decirse que es una novela de búsquedas, encuentros y despedidas; de enigmas y resoluciones, de binarismos que aparecen, se funden y se con-funden encerrados en el tópico saeriano de siempre: el tiempo. Ricardo Piglia dice que la literatura gira siempre sobre dos temas: se narra un viaje o se narra un crimen4. En La Grande, Gutiérrez, el protagonista, regresa, tras treinta años de auto-exilio europeo, a su zona; compra una casa, busca a sus amigos y los reúne para compartir un asado: la novela transcurre en siete jornadas de martes a lunes aunque de la última ha quedado sólo una frase. Poco se sabe del pasado de Gutiérrez y nada sobre los motivos de su regreso. Si tomáramos como argumento principal la vuelta de Gutiérrez (protagonista también del relato Tango del viudo del primer libro de Saer5) a su ciudad, Rincón; la novela se leería como un viaje en el tiempo, pero esa búsqueda temporal aparece ante el lector como un enigma a des-cifrar. El lector se disfraza de detective y persigue huellas que el narrador va dejando, pero ese recorrido que el lector debe hacer remite no sólo a La Grande sino también a otros textos de Saer y así hacia un universo inter-textual infinito. Los Pasos En La Grande siempre hay una búsqueda aunque esa búsqueda no se trata de un objeto sino de un sentido. Gutiérrez tiene como compañero protagónico al joven Nicolás Anoch, Nula , a quien duplica en edad. Ambos personajes son los dos extremos generacionales de la novela. Si como se supone que toda búsqueda lleva en si misma un encuentro, el encuentro en La Grande se produce en la ante-última jornada, durante el asado en casa de Gutiérrez, aunque el sentido del encuentro sea un enigma ha des-cifrar. La caminata iniciática que abre la novela es con Nula. Ambos van en la búsqueda del único invitado que no asistirá al asado dominical: Sergio Escalante, el jugador de Cicatrices. El largo recorrido hacia la casa de Escalante permite visualizar, en la morosidad de los detalles, los contrastes pero también el borramiento de ellos. Durante el lento desplazamiento, la narración queda al margen, se centraliza la descripción y el tiempo se 3

Fokkema-Ibsch; Teorías de la literatura del siglo XX. Madrid: Cátedra, 1984. Ricardo Piglia, Crítica y Ficción. Buenos Aires: Anagrama, 2001. 5 Juan José Saer, En la zona, Tango del viudo. En: Cuentos Completos. Buenos Aires: Planeta, 2001. 4


http://www.narrativasdigitales.com condensa. El descriptor (narrador) realiza un zoom sobre el objeto pero ante la imposibilidad de aprehenderlo en su totalidad abandona su trabajo, para volver, a insistir más tarde y así, en veces reiteradas, en una operatoria infinita, propia de la poética de Saer. Podría decirse que la descripción, no es un ornamento de la narración, si-no que la hace avanzar: es su devenir. En esos espacios vacíos donde el tiempo parece estar muerto, aparece el quiebre de límites: se describe lo que se percibe (recolectando lo que la percepción brinda), la percepción fragmenta lo que los sentidos recogen y en ese acopio de sub-jetividades, se hace avanzar, morosamente, la escritura por las fisuras de lo que se está re-presentando. Los espacios vacíos que se van dejando, dada la imposibilidad de re-presentar lo real desde la escritura, hacen avanzar la narración. Este procedimiento, propio de la poética saeriana, borra los límites entre los dos géneros tradicionales: la poesía y la prosa. Porque sí en la prosa la operatoria primaria es el reparto, la agilidad y en la poesía la concentración, el detalle, en La Grande la prosa se hace densa en su anchura y la poesía se distribuye en la extensión. Esta doble inversión entre descripción y narración se entrelazan incontinum en La Grande hasta pro-vocar la confusión de géneros. 6 En la densidad de la prosa, los escasos acontecimientos son retomados una y otra vez, pero en esa reminiscencia que se produce, en esa búsqueda pretérita, siempre hay algo que se agrega, que los personajes no dijeron u olvidaron. El pasado siempre está re-actualizándose. Pero esa búsqueda hacia atrás, corregida una y otra vez desde el presente, no sólo interpela a los personajes y a los acontecimientos sino también a los espacios y al propio tiempo. Según establece G.Genette7, los textos establecen relaciones de trascendencia textual; estas nociones inter-textuales, trasladables a La Grande y aplicables a personajes y espacios que aparecen en otros textos de Saer, forman una madeja de hilos que tejen y destejen obras anteriores haciendo imposible la visibilidad de un origen y de un final, lo que nos aproxima al pensamiento deconstructivo. Dice Beatriz Sarlo que todos los personajes persiguen una franja del pasado 8, pero no sólo los personajes deben perseguir una franja del pasado sino el propio lector está obligado a hacerlo. Y ese pasado debe rastrearse, también, por fuera de La Grande.

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“Mi objetivo es obtener en la poesía el más alto grado de distribución y en la prosa el más alto grado de condensación”. Juan José Saer en Historia crítica de la literatura argentina; La narración gana la partida. 7 G. Genette, Figures III, Paris: Seuil. 8 Beatriz Sarlo, Ensayos Sobre Literatura argentina. Buenos Aires: Siglo XXI, 2007. Página 317.


http://www.narrativasdigitales.com En La Grande los relatos amplifican otro relato anterior: el lector se entera qué fue de la vida de Sergio Escalante, el jugador de Cicatrices, sobre Washigton Noriega o la desaparición durante la dictadura de Elisa y el gato Garay, centrales en Nadie, Nada, Nunca; pero también la novela nos re-envía al primer libro de Saer, al cuento Tango del viudo donde Gutiérrez abandona la ciudad para partir hacia Europa; la novela dialoga con otros textos o fragmentos de la narrativa de Saer. Visto de esta manera, la novela pareciera ser un rompecabeza infinito al que se le van agregando piezas que van modificando la figura y que, a su vez, cada pieza funciona también como una digresión. Esta concepción pareciera ser un guiño a la definición que Carlos Tomatis -un especie de alter-ego del autor- da sobre la novela: el movimiento continuo de lo descompuesto .

Las huellas por los pasos Los espectros del pasado que vuelven

¿Por qué regresa?, se preguntan los personajes de La Grande sobre Gutiérrez. Los personajes construyen hipótesis sobre el por qué del regreso; en esa construcción son varias las memorias que recuerdan un mismo hecho: su partida, 30 años atrás. El lector de La Grande va conociendo sobre rumores o recuerdos, permanentemente actualizados por los personajes, la ida de Gutiérrez y que se interceptan con el presente pero asumiendo, a su vez, una postura independiente. De Gutiérrez sólo sabemos el motivo de su partida: Leonor Calcagno, pero nada sabemos del porqué de su regreso: es uno de los enigmas sobre el que se apoya la trama narrativa. De modo que, si buscásemos una solución para develar el acertijo, debiéramos interpelar el propio pasado. Debiéramos volver por las huellas de los pasos que ha dado Gutiérrez. Los pasos que ha dado Gutiérrez en el pasado sirven como conocimiento a las nuevas generaciones. Soldi y Gabriela Barco, de la misma edad de Nula, investigan las vanguardias literarias en la provincia y aprovechan la memoria de Gutiérrez para sumar datos sobre los enfrentamientos literarios, en la década del 50 entre el precisionismo, el neoclasicismo y el regionalismo. El precisionismo de Mario Brando es investigado por Soldi y Gabriela, quienes se han ganado una beca para estudiar las vanguardias regionales de mediados de los años 50 . Brando es un personaje despreciable: anti-semita, anticomunista, homo-fóbico y que recuerda a Walter Bueno, el (mal) novelista de Lo Imborrable (1992) odiado por W. Noriega y por Higinio Gómez, un suicida acusado de estar al servicio del fascismo argentino durante la dictadura militar.


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El movimiento precisionista liderado por Brando buscaba renovar el lenguaje poético a partir del lenguaje científico y en el trasfondo de la lucha de la época, cuyo campo de batalla eran los suplementos literarios, se nos muestra la incompatibilidad de llevar una vida burguesa y adscribir a las vanguardias; como así también la inconveniencia de que la literatura se a-copie al poder. Según Brando, la mass media debía ser el vehículo de difusión de su movimiento. Hay que depurar el lenguaje de las masas para eliminar todo malentendido en los intercambios sociales 9. Es por eso que no tendrá escrúpulos en utilizar los suplementos literarios como trincheras; en acercar su movimiento al poder y en aceptar la invitación de un general peronista para ser agregado cultural en Roma. El viaje de Brando a Roma dispersó a los miembros del movimiento que, con el tiempo, se disolvió definitivamente. Brando vendría a significar lo opuesto a las búsquedas de Saer para significar la literatura. En su libro El concepto de ficción, en el ensayo sobre Una literatura sin atributos plantea que un escritor en nuestra sociedad, sea cual fuere la nacionalidad, deben negarse a representar ( ) cualquier tipo de intereses ideológicos o dogmas estéticos o políticos, aún cuando eso lo condene a la marginalidad y a la oscuridad (..) El escritor no debe ser como un espantapájaros que se llena con un puñado de certezas adquiridas o dictadas por la presión social, sino que rechaza a-priori toda determinación 10. La investigación de Gabriela y Soldi, que se lee en La Grande a través de manuscritos y recuerdos, le sirve a Saer para volver a apuntar sobre la inconveniencia de que la praxis artística -leáse la estética- sintonice la frecuencia del poder político y se institucionalice: el tiro de Saer parece tener como destinatario a toda una tradición visible dentro de las letras argentinas. Las huellas del pasado se presentan y re-presentan en el ahora como un vacío que los personajes deben llenar aunque esas huellas dejadas, por la fricción temporal y el rozamiento, no sean las mismas y, muchas veces, no se las reconozcan. Gutiérrez encuentra a Leonor, la mujer que lo abandonó tres décadas atrás y motivo de su exilio europeo, con un acertijo que no le interesa despejar: si Lucía es (o no) su hija. Pero ese pasado que abandonó durante su juventud, lleno de pasión y de erotismo, y que puede rastrearse mediante recuerdos, no viene a ser recuperado sino, más bien, a ser cerrado. Gutiérrez contempla los cambios desde el asombro. Desde un mirar, des-interesado, las 9

Juan José Saer, La Grande. Buenos Aires: Planeta, 2005. Juan José Saer, El concepto de la ficción. Buenos Aires: Planeta, 2004.Página 267

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http://www.narrativasdigitales.com transformaciones que se sucedieron en ausencia. A mi edad uno aprende a dominar sus emociones , dice Gutiérrez.11 Esas huellas que los personajes han dejado en el pasado y que permiten explorar puntos de fuga en el presente de la narración promueven que la novela vaya escribiendo su propia alegoría textual. Diferente a Gutiérrez es el caso de Nula y quizás por ello sus inclinaciones pasen por devenir. Nula anota en su cuaderno de apuntes, ideas para la Ontología del devenir que proyecta escribir algún día. En una de sus hipótesis, como si fuera un discípulo de Heráclito de Efeso, plantea que la familia está en movimiento y en cambio constante. Pero más allá de su inclinación filosófica, Nula también debe explorar en su pasado aunque esa exploración sea opuesta a la de su compañero de zaga: si Gutiérrez regresa para cerrar heridas, Nula quiere abrirlas. Si el más viejo está hecho de fracasos, el más joven está movilizado por deseos. Nula no ha dejado aún rastros en el pasado que deba cargar como lastre. En tal caso, el vacío que debe suplir, es la ausencia de su padre, desaparecido durante la década del 70. Pero la reconstrucción pretérita que debe realizar, a diferencia de Gutiérrez, no se apoya en su experiencia sino en recuerdos de otros, imágenes nebulosas que trae el recuerdo a su memoria y que se articulan en un doble movimiento de extrañar y duplicar lo real. Extrañan y duplican lo real porque el pasado que busca recuperar al no estar mediado por su propia experiencia, sino tamizado por versiones orales que se van sedimentando con más versiones o rumores de versiones que, al irse cotejando, va corrigiendo otra anterior, volviendo el hecho (real) extraño o duplicándolo. La tesis provocadora que Nula está escribiendo sobre la continua transformación de la familia y que funciona como uno de los relatos enmarcados en la novela pareciera tener como destinatario a los propios personajes y por extensión al universo saeriano: Basta observar una familia ‒pero observarla sobre todo en tanto fenómeno material- para verificar que somos pasto del devenir y que todo está en movimiento constante ( ) Cualquiera de los miembros de una familia es primero sustancia informe y su existencia es únicamente probable y aleatoria, y después, cuando deja atrás la etapa virtual, puramente estadística, se vuelve embrión, feto, hasta que nace; al parecer en el exterior se hace criatura, adolescente, adulto, viejo, cadáver y materia otra vez; el esqueleto es lo que 11

Juan José Saer, La Grande. Buenos Aires: Planeta, 2005. Página 47.


http://www.narrativasdigitales.com más dura, pero después de cierto tiempo, al fosilizarse, también se transforma 12. Las huellas tras los pasos No en pocos tramos de la novela se interpela a la década del 70 y se ensayan críticas hacia los 90 : Beatriz Sarlo dice que Saer trabaja con una mirada de doble foco: sobre lo narrado y sobre el espacio de lo narrado, que deja de ser un fondo contra el cual se mueve la historia, para ser una materia poética tan central como la historia que se cuenta.13 Es interesante por que está mirada doble foco permite un desplazamiento de lo central, lo narrativo, para luego volver a acomodarse por la viscosidad misma de la situación. Esto hace que, muchas veces, entre los silencios de los personajes se filtre una descripción que puede durar varias páginas, y en ella, como material residual, una revelación de época. La interpelación a la historia en la novela aparece y des-aparece, se pierde y vuelve a aparecer durante la narración, generando en el tiempo de ausencia (o de reposo) la reflexión. La ida de Gutiérrez y Nula hacia la casa de Escalante, en la jornada inicial, puede verse la fractura urbana y social que estalla en la década del 90 y que es una continuidad de la política socio-económica que se origina en la dictadura militar. En otro de los tramos, uno de los personajes observa y reflexiona frente a la comisaría que en ese lugar hace un tiempo se entraba pero no se salía , el asesinato del padre de Nula , el pedido de Tomatis a un militar por Elisa y el Gato Garay tras ser detenido. Esas referencias históricas que recuerdan los personajes más viejos se mezclan y se conectan con el reciente pasado menemista con el que crecieron los más jóvenes: el ex ministro enriquecido tras su paso por la función pública, la política entendida como show, las vacaciones en Miami y Punta del Este, la omni-presencia de los centros comerciales, constituyen marcas referenciales de lugares y épocas que señalan la mutación y dis-gresión del espacio y del tiempo.

Las Huellas ¿Qué huellas pasadas persigue Gutiérrez? ¿Qué pasado recuerda? ¿Cuál es la metodología que utiliza su memoria para seleccionar eso que recuerda? ¿Qué es lo que se erosiona con su recuerdo? ¿Por qué lo erosiona? Estos 12 13

Juan José Saer, La Grande. Buenos Aires: Planeta, 2005. Página 82. Beatriz Sarlo, Escritos sobre Literatura argentina. Buenos Aires: Siglo XXI, 2007. Página 308.


http://www.narrativasdigitales.com interrogantes pueden tener como re(s)puesta otra incertidumbre preguntas caerían en una aporía.

y las

En la ante- última jornada, todos los personajes de La Grande se juntan a comer un asado. Durante la sobre-mesa, mientras los personajes disfrutan de la pileta, otros dialogan sobre nimiedades; Diana, la mujer de Nula, a quien le falta una mano, pinta. En tanto, Violeta, la nueva pareja de Tomatis saca fotos. Ambos personajes inmortalizan en esas imágenes (plásticas) la realidad en un presente inmóvil. Al materializar lo real, al fosilizarlo, se pueden ver, con el devenir temporal, la mutación a la que son sometidas las cosas y que funcionarán en un futuro, como un nuevo recuerdo para las nuevas generaciones. En esa pintura que realiza Diana todos los invitados al asado son representados por un color diferente. En esas catorce manchitas , distribuidas en la hoja, según la disposición de los comensales en la mesa, hay un color que sobre-sale, el que le pertenece al anfitrión: el anaranjado. Dice Diana que ese color, en ciertas religiones de la India, simboliza el renunciamiento. Nunca sabremos los lectores de La Grande a que pudo renunciar Gutiérrez. Esa incapacidad podría radicar en la imposibilidad del autor de poder concluir la novela aunque una nota del editor en el final nos permite aproximarnos: Se sabe que (Saer) había pensado terminar la novela con una frase Moro vende . El lector puede inferir a partir de esa frase el posible final de la novela (quizá Gutiérrez ha decidido vender la casa) Del peso de los muertos, solo la muerte nos libera , piensa Tomatis en uno de los pasajes de La Grande. Esta inferencia permite suponer que la ausencia persiste en el recuerdo, es una continuidad, bajo otra cara, en el presente, y que en esos pasos pasados dados, sobre (en) la materia continúan, como un legado, imposible de borrar en el presente aunque sólo queden huellas por explorar.

Bibliografía

Montaldo, Graciela; Juan José Saer: El limonero real. Buenos Aires: Hachette, 1986. Piglia, Ricardo; Crítica y Ficción. Buenos Aires: Anagrama, 2001. Saer; Juan José, La Grande. Buenos Aires: Planeta, 2005. Saer, Juan José, Cuentos Completos. Buenos Aires: Planeta, 2006. Saer, Juan José, Lo Imborrable. Buenos Aires: Planeta, 2003.


http://www.narrativasdigitales.com Saer, Juan José, Cicatrices. Buenos Aires: Planeta, 2006. Saer, Juan José, La narración-objeto. Buenos Aires: Planeta, 1999. Saer Juan José, El concepto de la ficción. Buenos Aires: Planeta. 2004. Sarlo Beatriz, Ensayos sobre literatura argentina. Buenos Aires: Siglo XXI., 2007. Historia Crítica de la Literatura argentina -Tomo11- (comp. Elsa Drucaroff) Buenos Aires: Emecé, 2000. Marc Goldschmit, Jacques Derrida, una introducción. Buenos Aires: Nueva Visión, 2004.


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