Mensajero de Esperanza Jen, Feb, Marzo 2011

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Volumen 88 No. 1 Publicado por Christian Triumph Co. Jan. Feb. Mar. 2011

Para Obtener La Vida Eterna “Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, la caridad, talla de la fe… echa mano de la vida eterna” (1 Tim. 6:1112). Hay ciertas cosas que se necesitan abandonar si hemos de echar mano de este premio, que es la vida eterna. La Palabra de Dios nos enseña que Cristo vino con un gran propósito. Este gran propósito lo cita el Maestro mismo en estas breves palabras: “Yo he venido para que tengan vida y para que la tengan en abundancia.” Esta vida abundante contiene más que una vida de larga duración. Vivir una vida abundante significa vivirla en toda su plenitud. Hay una calidad verdadera en ella. Nosotros vemos algún artículo, quizá una pieza de género. Lo examinamos, la sometemos a varias pruebas, y llegamos a la conclusión, “Este articulo vale la pena. Es de buena calidad.” Allí existe la calidad porque todos los materiales inferiores fueron rechazados, y no fueron empleados; solamente los mejores materiales y los mejores métodos se usaron para fabricar o producir este artículo. Pablo le dijo a Timoteo que si quería esta vida de esta calidad superior, había ciertas materias inferiores que debía omitir: “Huye de estas cosas.” Se refería al orgullo, a aquello que acarrea contienda, y al amor a las cosas materiales que le hace a uno perder el sentido justo del valor de las cosas. Estas no son solamente cosas inferiores que le roban a la vida la riqueza, pero son cosas, que si se les permite, arruinarán toda nuestra vida. Pablo dijo que aquellos hombres que permitieron que estas cosas se desarrollaran en sus vidas “fueron traspasados de muchos dolores.”

También hay muchas cosas que pueden formar parte de la tela de la vida: “Sigue la justicia, la piedad, la fe, la caridad, la paciencia, y la mansedumbre.” Estas añaden a la calidad de la tela. Puede uno figurarse que si pelea en contra de aquellas cosas malas de las cuales Pablo nos exhorta que huyamos, y dirige sus energías para hacer el bien, entonces tiene derecho de la vida eterna. Esto pone a la vida eterna como una cosa que se puede ganar o merecer. Si estudiamos detenidamente la Palabra de Dios, encontramos que la vida eterna está muy relacionada con Jesú-Cristo. “Este, empero es la vida eterna; que te conozcan el solo Dios verdadero, y a Jesucristo, al cual has enviado.” Estas son las palabras de Cristo que se encuentran en Juan 17:3, “Mas la dadiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor Nuestro” (Rom. 6:23). Esta escritura Bíblica saca a la vida eterna de la categoría de las cosas que pueden ganarse y la coloca en la clase de un regalo – una dádiva de Dios. El joven rico corrió a Jesús, y postrándose delante de Él le hizo esta pregunta importantísima: “Maestro bueno, ¿Qué haré para poseer la vida eterna?” La respuesta que le dio Jesús nos demuestra que la vida eterna está firmemente ligada con el ser un discípulo de Cristo. Pues, después de que mencionó el guardar los mandamientos y el vender sus posesiones (los cuales claramente le estorbaban a este joven en su camino), Jesús le dijo, “Ven, sígueme.” Pablo dijo: “Huye de estas cosas,” – estas cosas que hace que la vida pierda el equilibrio – “y sigue la justicia y la piedad.” Y de este modo echa mano de la vida eterna. Jesús dijo, “Ve, vende todo lo que tienes… Y ven sígueme”.


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