Volumen 92 No. 2 Publicado por Christian Triumph Co. abril, mayo, junio 2015
Las tres verdades importantes por Narciso zamora
Jesús nos enseña en Lucas 3:21,22 1. Unidad: La unidad es importante para que la obra de Dios progrese y crezca cuantitativamente, cualitativamente y orgánicamente. Siempre estamos interesados en multiplicarnos y plantar nuevas iglesias; sin embargo lo primero es la unidad. 2. Obediencia: Cuando hay obediencia hay santidad. La obediencia es mejor que los sacrificios (1 Sam. 15:22). Es mejor que muchos sacrificios. 3. Oración: Cristiano que no ora el diablo se lo devora. La oración es tan importante para todo cristiano. A través de toda la Biblia conocemos grandes historias de grandes hombres y mujeres que Dios ha hecho cosas grandes a través de la oración.
U
n colega me escribió y dijo, “Mi hermano, creo que vale la pena dejar de perder el tiempo en discusiones, pleitos y disgustos mientras servimos a Dios. Solo debemos dedicarnos a su servicio y hacer las cosas que Dios nos llamó hacer, porque la vida depende de un solo minuto y pasamos a la eternidad.” Creo que eso es cierto. El sufrimiento y la muerte andan juntos y debemos aceptarlo. Por lo tanto recomendamos a nuestros hermanos en Cristo no perder su tiempo en cosas que no son de Cristo. Es posible que muchos no te quieren y te causan molestia y dolor; solo mira a Cristo y la victoria está segura con Él. Hace cuatro años en el mes de julio yo subí al
tercer piso de la casa en construcción. No me di cuenta que las gradas todavía no estaban listas y estaban cubiertas con una plancha de pizarreño, y puse mi pie derecho y el cuerpo me llevó hacia el vacío. Caí por unos metales al segundo piso y de allí al primer piso con la cabeza hacia abajo. Había rota la cabeza y fracturada la muñeca, rodilla y tobillo. Dios me dio vida. Varios médicos me evaluaron en el hospital y me dijeron es un milagro que no me morí con este golpe. Las oraciones son efectivas; para el momento de necesidad Dios allí actúa poderosamente. El 20 de agosto de este año salí de casa manejando el carro y tomé una nueva vía junto al río Mashcon. Fue una vía que yo no conocía pero deseaba avanzar y pensaba que era más directo. Llegué hasta un canal y tenía unas piedras que algún camionero se las colocó para pasar; pero, yo no pude hacerlo. Entonces decidí regresar. Di de retro al carro hasta que sentí que estuve en el vacío. Las ruedas o neumáticos traseros estaban en el aire hacia el río y las delanteras se quedaron en alto. El carro solamente estaba sostenido en un muro de tierra. La corona del vehículo se había sentado sobre la tierra. Yo bajé del carro y me quedé casi plasmado sin saber lo que sucedió. Por gracia, Dios me tenía con vida, yo dije, “Dios me ama tanto que todavía él quiere que siga predicando y plantando iglesias sobre estas montañas”. El carro pudo darse una vuelta y caer de espaldas al río, pero Dios me sostuvo. Llamé a un hermano que estaba en casa a César y platiqué lo que me sucedió. César platicó a mi esposa, Udelia. Empezó a orar y pidió a Dios que mande un ángel para sacarme. Yo creo que fueron ángeles. En cinco minutos que yo estuve tratando de colocar piedras atrás que había un espacio entró el carro y un cerco de rocas junto al río llegó una pareja de ancianos con un carro muy chico.