Volumen 92 No. 3 Publicado por Christian Triumph Co. julio, agosto, sept. 2015
Este vidrio frente mí, ¿es una ventana o un espejo? Las ventanas y los espejos, ambos hechos de vidrio, tienen diversas funciones. La primera enfoca nuestra atención en otras personas, el segundo nos enfoca en nosotros mismos. Ambos nos muestran la realidad que incluye las debilidades y las fuerzas de la persona. Si utilizamos los dos vidrios con sabiduría, nos pueden ayudar a mejorarnos y mejorar a otras personas también. Tal vez usted ha visto alguna vez que un líder en la iglesia quien acusa a otra persona de haber pecado en secreto de alguna manera, y con el tiempo la verdad sale que el ese líder también pecaba de la misma manera. Acusar a otras personas de pensar y portarse como nosotros mismos pensamos y nos portamos se llama “proyectar”, y es un mecanismo para defendernos de la culpabilidad que nos sentimos por nuestros pecados. Estas emociones podemos negar, sin embargo influyen como relatamos con otras personas. Pensamos que otras personas pecan igual que nosotros, y por eso no confiamos en otros y buscamos evidencia para confirmar lo que pensamos—que otros son tan malos como nosotros. Se ve un ejemplo bíblico en la familia de José del Antiguo Testamento. Aunque José perdonó a sus hermanos por haberlo maltratado como joven, los hermanos no confían en José. Creían que José estaba elaborando un plan para vengarse contra ellos. ¿No es cierto que sus sospechas fueron nada más que la proyección de su misma culpabilidad? Se sospecharon que José planeara su venganza,
tal como ellos planearon el suyo anteriormente cuando vendieron a su propio hermano como esclavo. La Biblia nos dice que el Espíritu Santo usa la Palabra de Dios para mostrarnos nuestra condición espiritual y moral, tal como un espejo nos refleja nuestra imagen. Esta reflexión debe traer convicción y arrepentimiento. Pero muchas de las veces inmediatamente se nos olvida de lo que vimos en el espejo. También Satanás nos convence resolver la situación de otra manera, como proyectar nuestra culpabilidad en otras personas. Cuando se examina en la luz del Espíritu Santo, un cristiano puede darse cuenta de sus actitudes y acciones escondidas—cosas que cuando los ve en otra persona, los condena. Pablo refiere a esta auto-exanimación en 2 Corintios 13:5. “Examinaos a vosotros mismos, para ver si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a