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La máquina del tiempo se mueve sobre raíles

Su director, Duncan Jones, vástago de David Bowie consiguió homenajear sin ofender a las grandes películas del género, utilizó técnicas ya obsoletas para la recreación de sus escenarios, se rodeó de veteranos técnicos cuyos nombres apenas son recordados a pesar de sus indiscutibles méritos y, planteó una trama perfecta en la que proyectó sus propias inquietudes y cuestiones vitales.

“Moon” arrasó en el Festival de Sitges con los cuatro premios grandes, ganó dos de los Premios del Cine Independiente Británico, e incluso un BAFTA al mejor director novel.

Ahora, al abordar el momento más difícil artísticamente para un director, como es el estreno de su segunda película, Duncan Jones no ha decepcionado.

Esta vez la historia no transcurre en el espacio exterior, sino aquí en la Tierra, en un tren que se acerca a Chicago y que está predestinado a explotar. Una vez superada la dolorosa e inevitable vuelta al pasado reciente de una ciudad como Madrid, que ya sufrió un hecho similar, solo hay que dejarse llevar por la repetitiva trama. “Código Fuente” trata de eso, de volver al pasado y en este caso, guiñándole el ojo a “Atrapado en el tiempo” con Bill Murray en su eterno día de la marmota, de volver al pasado una y otra vez, aunque esta vez el protagonista, Jake Gyllenhaal, sólo tendrá 8 minutos para repetir y no un día completo.

Sin destripar más la película sólo se puede decir que el planteamiento sobre los viajes en el tiempo está basado en aquellos que ya demostraron ser asumibles, con un imaginario de mundos paralelos entre los que quedan algunas ventanas por las que comunicarse.

La elección del tren como escenario no es gratuita. El tren llegando a una gran ciudad deja atrás el encorsetado camino de los únicos raíles para entrar en una plataforma de vías paralelas con algunas conexiones entre ellas que simboliza perfectamente ese universo de mundos simultáneos. En este gran teatro de raíles y traviesas, Duncan Jones nos vuelve a plantear sus inquietudes sobre temas como la identidad. ¿Quiénes somos verdaderamente?, ¿somos autónomos o estamos manejados directamente por alguien o algo?, ¿podemos elegir nuestro destino?.

La respuesta no es fácil. En los días que vivimos resulta complicado definirse como dueño de sí mismo incluso, y no dudo que para alguien que nació y se crió siendo hijo de David Bowie, el tema de la identidad debe ser aún más complejo. •

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