Voldemort El
sin olfato
Antiguo Egipto: el misterio de los nasos rotos Ernesto Neto: condimentar el arte La nariz de payaso: ÂżAugusto o Pinocho?
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Aromas de la cultura 3
Manifestarse
con la nariz
U
na y otra vez el arte se percata de la potencia que tiene la nariz en el rostro humano. Es tan fuerte su marca identitaria y sus posibilidades de percibir el mundo, a través del olfato, que a lo largo de la historia de la humanidad estuvo presente en las más disímiles manifestaciones culturales. Para el Antiguo Egipto era tan importante, que sus enemigos se encargaron de destruir las narices de todas sus estatuas y pinturas que se encontraban a su paso. Miles de años después, el brasileño Ernesto Neto la considera un órgano indispensable para que su público pueda aprehender sus obras de arte, llenas de especias aromáticas que aportan sentido a sus instalaciones. Una de las manifestaciones culturales más importantes de la industria literaria de los últimos tiempos, como lo es Harry Potter, construyó al principal villano, Voldemort, sin nariz. ¿Será imprescindible para pertenecer al mundo de los buenos contar con ella? Quizá por eso los payasos, grandes oferentes de sonrisas, se distinguen por sus narices rojas, saltonas y regordetas. En esta edición de Aromas de la cultura olfateamos todos estos temas y les buscamos respuestas a estos interrogantes. Pasen y huelan.
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ARQUEOLOGĂ?A
Antiguo Egipto
El
misterio
nasos rotos de los
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U
na recorrida por las ruinas del Antiguo Egipto o por el patrimonio expuesto en sus museos podría llevar a pensar que un cirujano plástico se hubiera hecho un festín en aquella época: un impresionante número de estatuas y esculturas milenarias lucen sus narices rotas. La explicación histórica atribuía esas quebraduras a la fragilidad de las delgadas salientes de los rostros, lo que las hacía fácil víctima a la hora de las caídas, golpes accidentales y erosiones provocadas por el paso del tiempo. Sin embargo, el egiptólogo Edward Bleiberg aportó otra mirada sobre la cuestión luego de realizar en 2019 una muestra de arte egipcio en el Museo de Brooklyn. A Bleiberg lo inquietaba que todas las esculturas egipcias presentaban un mismo patrón de destrucción. Y se interesó por el tema aun mucho más cuando descubrió que también habían sido vandalizadas las narices de muchas pinturas de aquella cultura, dado que ya no se trataba de frágiles figuras tridimensionales sino que en estas obras el daño consistía en el aplastamiento de figuras planas. A
partir de estos hallazgos comenzó a investigar el tema en profundidad y elaboró su propia teoría. Según el especialista, los antiguos egipcios depositaban poderes superiores a las representaciones humanas. Creían que en esas esculturas o pinturas podía habitar una deidad o el alma de una persona muerta. Por lo tanto, para Bleiberg, la vandalización de las narices buscaba “desactivar la fuerza de esas imágenes”. Ahora bien, ¿por qué destruían las narices y no otras partes del cuerpo? Bleiberg argumentó que “la parte dañada ya no puede hacer su trabajo”. Ergo, el espíritu que contiene la estatua deja de respirar. Sería una segunda muerte de la persona homenajeada con la escultura.
Bleiberg sostiene que la religión egipcia se basa en una especie de acuerdo por el cual los reyes realizan ofrendas y homenajes a las deidades a cambio de su cuidado. Dice que son “un punto de encuentro entre lo sobrenatural y lo humano”. Las invasiones de fuerzas externas, las luchas de poder entre los gobernantes dinásticos y otros períodos de agitación dejaron sus cicatrices. Incluso si un burdo ladrón de tumbas se apropiaba de objetos preciosos, también mutilaba la imagen de la persona fallecida por miedo a una reprimenda que provenga del más allá. Ya lo dice la cultura popular: la venganza es el placer de los dioses.
A Bleiberg lo inquietaba que todas las esculturas egipcias presentaban un mismo patrón de destrucción. Y se interesó por el tema aun mucho más cuando descubrió que también habían sido vandalizadas las narices de muchas pinturas de aquella cultura.
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LITERATURA
villano
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P
ara aquellos que creen en la resurrección, el caso de Lord Voldemort no parece una buena noticia. El villano más famoso de los últimos tiempos, el contrapunto de Harry Potter, resucitó en el cuarto libro de la saga creada por la británica J. K. Rowling pero con un aspecto monstruoso. Voldemort, que había muerto en La Piedra Filosofal, el primer volumen de la serie, renace en el cementerio de Pequeño Hangleton, donde está enterrado su padre. Si en su vida anterior era muy apuesto, ahora luce su piel tan blanca como la de una calavera, sus ojos están sobreirrigados de sangre, los dedos parecen extremadamente largos y, quizá el rasgo más sobresaliente y característico, su cara ya
no tiene nariz. Apenas exhibe dos orificios, similares a los de una serpiente. El nuevo aspecto de Voldemort fue tema de intensos debates entre los fanáticos de Harry Potter. Muchos de ellos especulan que su cuerpo se ha ido divorciando del aspecto humano a medida que creaba los horrocruxes, esos objetos muy poderosos en los que un mago o una bruja ocultan un fragmento de su alma con el propósito de alcanzar la inmortalidad. El villano tenía una obsesión tan grande con la vida eterna que dividió su alma en siete partes (horrocruxes) y una de ellas fue a parar a Nagini, una serpiente pitón de la que aparentemente terminó tomando algunos de sus rasgos, como fue el caso de su nariz.
Voldemort nació con el nombre de Tom Marvolo Riddle, rebautizado como Tomo Sorvolo Ryddle en la versión castellana de manera que pueda construirse el anagrama “Soy Lord Voldemort”. De todas formas, la comunidad de magos le teme tanto a este personaje que se refiere a él como “el innombrable” o “quien tu sabes”. Ese temor también invadía a sus cómplices y admiradores, quienes lo llamaban “Mi Lord” o “Señor Tenebroso”, entre otros sobrenombres que hacían honor a su nuevo aspecto, en el que, en vez de su otrora nariz aguileña, emergieron esos dos orificios tan planos como monstruosos.
El villano tenía una obsesión tan grande con la vida eterna que dividió su alma en siete partes (horrocruxes) y una de ellas fue a parar a Nagini, una serpiente pitón de la que aparentemente terminó tomando algunos de sus rasgos, como fue el caso de su nariz.
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PLĂ STICA
Ernesto Neto
Condimentar
Arte el
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on su arte, Ernesto Neto estimula como poco los sentidos del público. Sus obras se miran, se tocan, se escuchan y, también, se huelen. Nacido en Río de Janeiro en 1964, el artista brasileño, autodefinido como escultor, suele utilizar especias para condimentar sus instalaciones, exhibidas habitualmente en los museos y lugares públicos más importantes del mundo. En 2018, por ejemplo, Neto montó en la estación de trenes de Zúrich, Suiza, su obra Gaia Mother Tree, una gran escultura que se asemejaba a un árbol gigante, realizado con 10.220 metros de algodón teñido de colores brillantes. Su estructura se elevaba unos veinte metros y su copa se extendía sobre un área de 40 por 28 metros. La instalación era autoportante. Sin la necesidad de utilizar un solo clavo, se sostenía gracias a varios contrapesos que la ayudaban a estabilizarse. Cada uno de ellos estaba relleno con especias molidas. En total, utilizó 140 kilogramos de cúrcuma, la misma cantidad de clavos de olor, 70 kilos de comino y otros tantos de pimienta negra. Semejantes montañas de condimentos brindaban aromas intensos y penetrantes al público, que podía introducirse en la obra e interactuar con ella.
El título de la instalación aludía a la mitología griega: Gaia es la diosa de la Madre Tierra y Neto, precisamente, colocó 840 kilogramos de tierra en el centro de la escultura. Dentro de ella, también extendió una alfombra tejida al crochet (una de sus especialidades, técnica recurrente en la mayoría de sus trabajos) que luce la imagen de un mapamundi. El trabajo tiene varias alusiones a la narración bíblica del Jardín del Edén y al árbol del conocimiento. Las reiteradas imágenes de serpientes, como las que colocó en los asientos interiores donde los visitantes se sentaban a descansar o a participar de talleres, rememoraban los padecimientos de Adán y Eva. Las obras de Neto, uno de los artistas brasileños de mayor reconocimiento internacional, también dejan traslucir sus raíces. De hecho, muchas de ellas se inspiran en la cultura Huni Kuin, oriunda del Amazonas. La intención siempre es que el público pueda conectarse con el entorno, que pueda atravesarlas, habitarlas y sentirlas, incluso, con el olfato.
Gaia Mother Tree, una gran escultura que se asemejaba a un árbol gigante, realizado con 10.220 metros de algodón teñido de colores brillantes. Su estructura se elevaba unos veinte metros y su copa se extendía sobre un área de 40 por 28 metros.
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CIRCO
La nariz de payaso
Augusto ¿
o Pinocho?
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a máscara más conocida y simple de la historia quizá sea la nariz de payaso. Según la historia oral nació en 1869, pero esa leyenda popular es más que sospechosa. El relato que pasó de boca en boca, de generación en generación, cuenta que un acróbata estadounidense llamado Tom Belling, que por entonces trabajaba en un circo alemán, era castigado con frecuencia por el mánager de la compañía por no salir a tiempo a escena. La reprimenda, casi como si fuera un niño, consistía en encerrarlo en su camarín. Un día, el patrón entró de sorpresa al camarín y descubrió que Belling lo estaba imitando, delante de varios compañeros, disfrazado con ropas ridículas para burlarlo. El acróbata salió corriendo y, en la desesperación por no ser alcanzado por su furioso jefe, ingresó sin darse cuenta a la pista en
medio de una función. En la carrera tropezó varias veces, lo que provocó el estallido del público, que comenzó a gritar «¡Auguste!», que en alemán significa loco o borracho. Las risas y los aplausos fueron tan generalizados que el mánager le pidió al acróbata que convierta aquel incidente en un número. Según esta historia, así habría nacido Augusto, tal como se conoce a los payasos de nariz roja. Sin embargo, muchos historiadores dudan de la veracidad de la leyenda. El primer argumento que daría por tierra con este relato es que para 1869 no existía en el idioma alemán la palabra “auguste”. Un segundo grupo sostiene que, en verdad, Belling copió un personaje conocido como R´izhii, interpretado por Red Haired, un protopayaso que el acróbata estadounidense conoció mientras estaba de gira en Rusia. Para otros
En la carrera tropezó varias veces, lo que provocó el estallido del público, que comenzó a gritar «¡Auguste!», que en alemán significa loco o borracho.
Aromas de la cultura 14 especialistas, el origen del clown nada tiene que ver con la modernidad, proponen buscarlo en los viejos bufones de las cortes reales de la Edad Media y que ya tenían antecedentes en la Antigua China y en el Antiguo Egipto, por lo menos 2500 años a.C., donde su función no era solo entretener a reyes y faraones sino también ejercer cierta crítica social a través de su humor ácido. Como puede intuirse con estos relatos, muchas veces las historias populares suenan muy simpáticas y están muy bien construidas, pero existen ocasiones en que pueden crecerles la nariz, como la de Pinocho.
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