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E FASCÍCULO 5 CIRCLE Magazine DOLOR Y ACTUALIDAD REUTERS/ Supri Supri EL DOLOR CATASTRÓFICO. TSUNAMIS Y TERREMOTOS, CUANDO LA TIERRA TIEMBLA, SE AGITA Y DESTRUYE.

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Pocos acontecimientos más devastadores y destructivos que los movimientos sísmicos. Si lo pensamos un poco, se nos revelará la para doja intrínseca de todo terremoto, por la cual, lo que significa bajo tierra liberación de ener gía, desahogo y expansión reparadora tras la colisión monumental de dos o más placas con tinentales, arriba, en la superficie, tomará el cariz de aniquilamiento y muerte, espectáculo que sobreviene cuando, desde los cimientos de la Tierra misma, la naturaleza se ve violentada.

Para los seres humanos, las catástrofes natura les marcarán siempre un antes y un después. La pérdida humana ocasionada, de carácter cuantioso, sumada al arrasamiento material, ge nerará un punto de quiebre en quien sobrevi va a tamaños fenómenos, que lo hará cambiar para siempre. Con seguridad, ya nunca podrá ser el mismo de antes, y quizás tienda a percibir el tiempo anterior transcurrido, como una vida inconsciente y encapsulada frente a los impre visibles sucesos que pueden acaecer fortuita mente.

Es asombroso cómo, en el hombre moderno, aquella culpa ancestral que ligaba los pecados con el aniquilamiento natural, sobrevive. En los tiempos posmodernos, donde la ecología es la reina de las doctrinas, las interpretaciones de muchos desastres naturales adhieren a la hi pótesis que los vincula con la influencia del ca lentamiento global producido por el proceso industrializador global.

Si bien todavía no se ha probado ninguna re lación entre un fenómeno y otro, algunos científicos sostienen que el derretimiento de los glaciares polares podría acarrear una flexión o distensión del suelo empujando a la corteza te rrestre hacia arriba, provocando temblores. Su intensidad, de todas formas, sería aún un miste rio.

Lo que no constituye una incógnita es la cobertura mediática que estos fenómenos han adquirido en los últimos tiempos a raíz de la revolución tecnológica en el campo de las co municaciones, hecho que habría conducido a la percepción que se tiene de estos dantescos sucesos a un nivel más elevado del que se tenía en tiempos pasados.

Si bien se han creado organismos de investiga ción que intentan prevenir el advenimiento de un terremoto o un tsunami (sobre todo en la cos ta del Pacífico norte), lo que en materia de pre vención se ha logrado, todavía es mínimo. Los científicos se reconocen impotentes a la hora de estas previsiones. El saber popular muchas ve ces ha encontrado en conductas fuera de lo co mún por parte de los animales algún presagio de aviso para los desastres de esta naturaleza. Por supuesto, esto jamás pudo ser confirmado.

Nuevas manifestaciónes del dolor en el hombre, esta vez presente en los gemidos de la tierra.

Un auto se encuentra sumergido en el centro de Minamisanriku, en la Prefectura Miyagi, un día después del terremoto 9.0 en la escala Richter que azató Japón.

INTRODUCCIÓN
REUTERS/ Kim Kyung Hoon

JAPÓN, VOLCÁNICO SOBRE EL SUEÑO UN PAIS SENTADO

Con una intensidad de 8,9 en la escala de Richter, el te rremoto acaecido el 11 de marzo de 2011 en Honshu, al norte de Japón, se transformó en el quinto más fuerte re gistrado desde que, a finales del siglo XIX, los científicos comenzaron a cuantificarlos.

Todas las islas que componen el archipiélago nipón es tán asentadas sobre una zona sísmica que sufre frecuen temente de temblores menores que la población toma como parte de su rutina cotidiana. Los desplazamientos constantes de las placas tectónicas convierten tanto a Japón como a otras áreas integrantes de la zona del Pa cífico en una región de máximo riesgo sísmico.

Como un gigante al que no se quiere despertar, toda la cuenca del Océano Pacífico se encuentra asentada sobre la movilidad de las placas tectónicas en continuo des plazamiento y colisión. Tanto el lado americano, como el asiático han sufrido a lo largo de la historia, innumerables sismos y cataclismos de gran gravedad. Los países de sarrollados que integran dicha región han desarrollado planes de contingencia ante eventualidades de riesgo como éstas, lo que ha contribuido en algunas ocasiones a disminuir los daños y las consecuencias destructivas posteriores. Los países en vías de desarrollo se encuen tran carentes de dichas estrategias, hecho por el cual su situación es en forma latente, de mayor fragilidad.

La población japonesa ha actuado con extremo orden y disciplina ante una emergencia natural de las caracterís ticas presentes. Recordemos que se estiman en más de 21.000 las personas fallecidas y las pérdidas materiales alcanzan la suma de 100.000 millones de dólares. Este dato que, a pesar de la contundencia de la devastación, puede tomarse como positivo, nos lleva a valorar varios factores a la hora de analizar las catástrofes producidas por terremotos y tsunamis.

LA VULNERABILIDAD PARTICULAR

Para interpretar el impacto que alcanza una tra gedia de las dimensiones de las que estamos tratando, no es suficiente contabilizar la medi ción obtenida en la escala de Richter, la cuantía de fallecimientos y la materialidad destruida por el cataclismo. Otras variables deben ser incluidas en el balance final. Son las que tienen que ver con el grado de desarrollo que la so ciedad, donde la catástrofe se ha producido, cuenta. Así también debe mensurarse la prepa ración eventual que ese mismo grupo social ha adquirido a lo largo de su historia, aprendizaje que lo predispone de mejor o peor manera para lo que puede suceder. En el caso japonés se pudo apreciar, a partir de lo que entrega ban los medios de comunicación y más allá de las reacciones naturales de profunda tristeza, a una sociedad que supo mantener la calma, sin entrar jamás en pánico ni perder el control, manejando una situación que estuvo y todavía está en peligro de ingobernable, organizada y disciplinada enfrentando los terribles avatares que la pusieron a prueba. Por otra parte no se registraron saqueos ni robos de bienes ni ali mentos.

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Los rasgos sociales nacionales y su historia plagada de mega tragedias, como la Se gunda Guerra Mundial y las dos bombas atómicas lanzadas sobre su territorio, pue den haber jugado un rol positivo al momen to inmediato de asimilar el desastre. Una educación sísmica, por llamarla de alguna manera, también puede haber influido de manera positiva. La infraestructura vinculada al nivel de desarrollo del país también jue ga un papel importante.

En países pobres donde las estructuras edi licias, los medios de transporte, las capaci dades de contención y sanitarias son mucho más precarias, el impacto del mismo tipo de terremoto (igual nivel de medición) es siem pre mucho mayor, ya que su población se encuentra en un grado de vulnerabilidad más alto.

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REUTERS/ Toru Hanai

Cuando hablamos de peligro nuclear se le suma a este tipo de sucesos un componente mucho más dramático. Desde diferentes sectores, tan to gubernamentales como ONGs y ambienta listas, se ha cuestionado la decisión de instalar usinas nucleares en zonas del planeta donde el riesgo sísmico es alto. Otros cuestiones, aso ciadas con ésta, también se han presentado. Primeramente, la misma energía nuclear está en los últimos tiempos, puesta en tela de juicio. Sus detractores la consideran sucia y riesgosa, de alto poder contaminante y peligrosamente tóxica para el ser humano en caso de escape de radiación. Por si esto fuera poco, en muchos países el aporte total energético derivado de las plantas nucleares no alcanza un nivel signifi cativo que justifique la inseguridad potencial de las mismas. Asociaciones ecologistas propo nen su reemplazo por energías más “limpias” y de bajo impacto ambiental como la eólica, la solar o la mareomotriz. Sin embargo, los intere ses económicos derivados de la construcción y el manejo de estas centrales a cargo de corpo raciones multinacionales, hace difícil cualquier acción al respecto. En ese sentido, se ha denun ciado a diferentes empresas que manejan la seguridad de estas centrales por falsear ante la autoridad gubernamental los datos que afectan al normal funcionamiento de las mismas.

La amenaza nuclear El lado B

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La inestabilidad actual de la central de Fukushi ma ha provocado el recuerdo de la última tra gedia nuclear en la planta ucraniana (ex URSS) de Chernobyl. Si bien en los dos casos existió escape de radiación, las diferencias entre am bas son abismales. Por un lado el desastre de la década del 80 tuvo causas estrictamente hu manas, mientras que en Japón se debió a una contingencia natural, más allá de que se discuta como acertada o no su instalación en ese lugar determinado. Y en segundo término, Fukushima cuenta con mejores mecanismos de contención para el escape radiactivo, sin los cuales hoy por hoy la tragedia hubiera sido mucho mayor.

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Fecha 11/3/2011 Lugar Honshu, Japón Escala de Richter 8,9 Víctimas fatales 21.500 Pérdidas materiales U$ 100.000 millones
REUTERS/Kim Kyung Hoon

El temblor latinoamericano

La maldición de los numeros redondos.

El continente latinoamericano no ha estado exento de las desgracias naturales. Muy por el contrario, distintas crónicas dan ya por recuen to violentos sismos ocurridos durante la época colonial, como los dos del Perú de finales del si glo XVII y principios del XVIII, y el de los albores de la independencia en Venezuela de 1812, por citar algunos solamente. Sin embargo, desde la invención del sismógrafo moderno a finales

del siglo XIX, los más ruinosos si se tienen en cuenta la graduación máxima en la escala que los mensuran por un lado, y la cantidad de muer tos producidos por el otro, se han producido en una peculiar saga de números redondos que si bien no pueden implicar absolutamente nada a nivel científico, sí llaman la atención como curio so dato periodístico.

Valdivia y el temple de un pueblo

Conocido como el Gran Terremoto de Chile, el cataclismo de 1960 con epicentro en la ciudad de Valdivia alcanzó un récord de 9,5 en la escala de Richter, siendo hasta la actualidad el mayor registro en la historia de la humanidad. Su pro pagación en forma de tsunami, alcanzó las cos tas del Japón y de Hawaii, y la erupción del vol cán Puyehue, dos días después, cubrió su zona de influencia de una densa nube de cenizas que tardó varios días en dispersarse.

Como suele ocurrir en algunas de estas fatali dades, el sismo mayor fue precedido por otro anterior con epicentro en la ciudad de Concepción que alcanzó los 7,5 grados en la misma es cala. Mientras se estaban realizando las prime ras tareas de ayuda, otro movimiento aún más devastador sorprendió a los chilenos en la tarde del 22 de mayo de aquel año.

El maremoto que prosiguió al temblor causó el desborde del mar y de ríos de la zona, arrasando totalmente con localidades portuarias y causando graves daños materiales. Las olas de

10 metros que se registraron en Nueva Zelan da, Filipinas y otras zonas del Pacífico a más de 10.000 kms. del epicentro produjeron más de 60 muertes.

Al bloquearse las salidas de los ríos que desem bocan en el océano, muchos lagos comenzaron a elevar su nivel de agua, con el peligro inmi nente de desborde que causaría la destrucción total de varias ciudades ya afectadas. Para evitar esto, una maquinaria militar y gubernamental en un operativo nunca antes visto, se puso en mar cha con el objetivo de bajar dicho nivel y ayudar al vaciamiento del excedente acuático.

En total se calculan en más de 2.000 los falleci dos por la tragedia, mientras que las pérdidas materiales son incalculables. Puentes, viviendas, edificios públicos, inundaciones de barrios en teros, aludes que dejaron comunidades enteras enterradas, puertos y barcos, son alguna parte de la infraestructura que quedó inutilizada con su consiguiente costo vital.

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Muy pocos le daban chances al Mundial de 1962 previsto para organizarse en Chile tras el fulminante terremoto de Val divia 1960. Pero sería en esta ocasión cuando los chilenos mos trarían de que madera están hechos. Con muchas de las sedes arrasadas, los trabajos de reconstrucción debieron apresurarse para lograr llegar a término con el calendario pautado. El orgullo de un país se puso en juego en una encrucijada donde lo que se intentaba era no sumar mayores frustraciones a una población ya golpeada. El Mundial logró lle varse a cabo exitosamente, y si bien el despliegue llevado adelante debió enfrentar algunas austeridades debido al enorme gasto empleado en la reconstrucción de las zonas afectadas, Chile demostró no sólo poder sacar adelante la mayor tragedia sísmica de la era moderna, sino organizar un Campeonato Mundial de Fútbol y quedar, como frutilla del postre, entre los 3 equipos primeros del certamen.

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Un terremoto mundial AÑO LUGAR MAGNITUD 1960 COSTA DE CHILE 9,5 1964 P.W.SOUND, ALASKA 9,2 2004 SUMATRA, INDONESIA 9,1 1952 KAMCHATKA, URSS 9,0 2011 HONSHU, JAPÓN 8,9 2010 MAULE, CHILE 8,8

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50 años después

Como si el sufrimiento transcurrido a causa del desas tre de 1960 hubiera sido poco, el país trasandino se enfrentaría en febrero del 2010 a un sismo de carac terísticas similares en cuanto a valores de magnitud y destrucción ocasionada. Con epicentro en el Mar Chileno, a 30 kms. de profundidad bajo la corteza te rrestre, y a 150 kms. al noroeste de la ciudad de Con cepción. La onda expansiva que se sintió en todo el Cono Sur, dejó arrasado el puerto de Talcahuano y la ciudad de Talca, las dos localidades con mayor daño. En total alrededor de 525 personas perdieron la vida, y se calculan en 2 millones los damnificados por la tra gedia. Errores humanos en la comunicación dejaron sin aviso a las poblaciones que sufrirían el tsunami posterior al movimiento telúrico, dejando en eviden cia la falta de una planificación central para este tipo de eventualidades.

La influencia del tsunami llegaría a las costas de todos los países americanos con costas hacia el Océano Pacífico. Y la energía liberada por el mismo sería 178 veces superior al ocurrido en Haití, aunque sus conse cuencias en términos de vidas perdidas son incompa rables. Otra vez, el nivel de desarrollo y la vulnerabili dad relativa de ambos casos sería crucial a la hora de lamentar víctimas.

Solamente como dato histórico, el terremoto y tsuna mi de 2010 equivalió a 100.000 veces la potencia de la bomba atómica de Hiroshima.

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REUTERS/ Víctor Ruiz Caballero

y la debilidaddel más pobre Haití

En el país más carente de Latinoamérica, con un 80% de su población viviendo bajo la línea de pobreza, no es difícil imaginar la magnitud de la tragedia en términos de cobro de vidas que el terremoto origina do a 15 kms. de Puerto Príncipe, la capital, ocasionó. Si bien el sismo alcanzó un grado de 7,0, sin réplica de tsunami, la vulnerabilidad exponencial de la po blación haitiana generó que el evento se constituyera como la mayor tragedia de la historia del país y el tercer siniestro en importancia en cuanto a fallecidos en la historia moderna.

Con más de 220.000 muertes, y una falta total de in fraestructura para hacer frente al desastre, la ayuda internacional no se hizo esperar. Lo peor del asunto fue que, con el país virtualmente destruido, las epi demias y enfermedades resultantes de la pésima si tuación sanitaria, no tardaron en aparecer. La falta de agua, la escasez de combustibles, la destrucción de las viviendas, y el arribo en masa a los centros hospi talarios prontamente colapsaron los recursos existen tes tanto en el país como en su vecino, la República Dominicana. A raíz de la situación social imperante, muchos efectivos enviados por la ONU deben abo carse a mantener el orden y la seguridad en la ciudad capital, donde el saqueo y el pillaje se transformaron en moneda corriente durante los primeros tiempos posteriores a la catástrofe.

Las tareas de reconstrucción continúan hasta el día de hoy y

calcula un mínimo de 10 años para que el país

reponga del desastre.

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AÑO LUGAR MUERTES 1976 TANGSHAN, CHINA 255.000 2004 SUMATRA, INDONESIA 227.000 2010 LEOGANE, HAITI 222.570 1920 HAIYUAN, CHINA 200.000 1923 KANTO, JAPÓN 142.800 REUTERS/ Kena Betancur

Indonesia, el primer mediáticotsunami

El mundo asistió azorado, en aquel diciembre fatídico de 2004, a las infernales imágenes que tanto aficionados como medios de comunicación, se encargaron de difundir a lo largo y a lo ancho del planeta. Por primera vez y en directo, los ojos testigos de los telespectadores de todo el mundo apreciaron la devastación dantesca que producía la entra da de una ola gigante a las costas de la isla de Sumatra de rribando construcciones, viviendas, infraestructura, y la vida de miles de personas arrastradas por el alud marítimo.

Las imágenes globalizadas cambiarían por siempre la per cepción de los hombres en cuanto a catástrofes naturales. Los medios de comunicación saturaron las pantallas duran te semanas, y el significado de la tragedia se vio acrecenta do por las fechas navideñas y de cambio de año cercanas, hecho que también influyó en la gran presencia de turistas entre las víctimas, quienes se encontraban vacacionando en las playas del Océano Índico.

El terremoto submarino causó una serie de tsunamis devas tadores en todos los países cuyas costas bordean el Océa no Índico, ocasionando inundaciones, daños y víctimas en partes de Indonesia, Malasia, Tailandia, India y Sri Lanka.

Montado en la carrera mediática, el fenómeno adoptó di ferentes denominaciones: “tsunami asiático” en un primer momento, y “Boxing Tsunami” en los países anglófonos debido a que el 26 de diciembre, el día del maremoto, se conmemora el Boxing Day en esas naciones.

Con un alcance de 9,1 en la escala de Richter, se lo conside ra el tercer terremoto más violento de la historia moderna de la humanidad. En los lugares de mayor impacto, las olas destructivas marinas llegaron a desplegar una altura de 30 mts.

Una vez más, la extrema debilidad de las zonas más po bres del planeta agigantaron la tragedia en cuanto a los fallecidos. Para peor, la ONU informó que un cuarto de las víctimas fatales fueron niños que no pudieron ofrecer una resistencia más fuerte al arrastre de las aguas. La falta de un plan integral de contingencias se vio rápidamente visuali zada. El último maremoto de la región había ocurrido a raíz de la erupción del volcán Krakatoa en 1883.

REUTERS/ Steve Crisp
Buenos Aires Argentina PRESS Director: Héctor Bravo hectorbravo@circlepress.com.ar Redactor Responsable: Augusto Lasalvia Documentación: Santiago Bravo de la Serna Arte: Pablo Calviño / Nicolás Sofo SERVICIOS FOTOGRÁFICOS REUTERS Estrictamente prohibida su reproducción total o parcial. Copyright CiRCLE press Redacción: CiRCLE press Sucre 1403 Piso 13C Teléfono: 005411-4784-5129 Capital Federal - BUENOS AIRES - ARGENTINA REUTERS/ Jo Yong Hak Rescatadores sur-coreanos pasan frente a un auto sobre el techo de una casa en Sendai, al noreste de Japón, un día después de la catástrofe.

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