Salud
Sociedad
Entrevista
Tercera edad Cuando la memoria falla
Violencia doméstica En pelea entre marido y mujer…
Economía y ética El comienzo de un cambio de paradigma
Ciudad nueva años
URUGUAY | PARAGUAY Agosto 2020 | Nº 8 | Año XL
Chiara Lubich y la Política África
Nuevos “músculos” Se vende. de social ¿Oconexión no? Según el experto a nivel mundial del funcionamiento de Internet, Fadi Chehadé, los nuevos modos de usar la tecnología y lo que esta crisis nos enseña fortalecen el sentido de comunidad
Sumario Nº 8 Agosto 2020 Año XL
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Ciudad nueva
Editorial Pacto social y responsabilidad fiscal, para el bien de todos Mens sana La salida
Revista mensual internacional editada por el Movimiento de los Focolares
Propiedad de la Asociación Civil Ciudad Nueva Ciudad nueva en el mundo: 36 ediciones en 22 idiomas. Fundada en 1956 en Roma por Chiara Lubich, con la colaboración de Pasquale Foresi.
Cultura Libertad efectiva, justicia real Sociedad El sentido de la pena privativa de la libertad Entrevista Nuevos “músculos” de conexión social
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Administración y redacción - Paraguay Independencia Nacional 1076 Asunción Teléfono: (021) 45 13 68 ciudadnueva@focolar.org.uy
Sociedad En pelea entre marido y mujer... ¡hay que meterse!
Presidente: Alejandro Poirier Director de redacción: Silvano Malini
Internacional Crédito social a lo chino: ¿oportunidad o amenaza? Zona de diálogo Algunas maneras de iluminar la “noche del diálogo” Cultura de la unidad Los “sobrantes” y la verdadera dignidad
Consejo de redacción: Lidia Iglesias, Claudio Larrique, Santiago Mampel, Eduardo Roland y Malena Siciliani
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Palabra de Vida Agosto 2020 ¿Quién podrá entonces separarnos del amor de Cristo?
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Palabra vivida - “¡Vamos a salir de ésta juntos!” - En contacto con enfermos graves de Covid-19
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Especial Un nuevo tipo de seguidor de Cristo
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Vida sana Cuando la memoria falla
Colaboraciones y consultas: Tel.: (021) 451368 Cel.: (0991) 803616 cnpy2014@gmail.com
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Redactor responsable: Dr. Raúl Gamarra Santa Cruz Pablo de María 1032, Montevideo rgamarrasantacruz@gmail.com
Los contenidos textuales pueden reproducirse total o parcialmente citando la fuente: Ciudad nueva. Este número se cerró el 28 de julio de 2020.
Página treinta “La tierra es mi Cielo”
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Diagramación: Lía Nogueira Corrección: Delia Clariá y Eduardo Roland
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Entrevista El comienzo de un cambio de paradigma
Ciudad Nueva
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Editorial
Pacto social y responsabilidad fiscal, para el bien de todos
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El debate sobre los paquetes de medidas extraordinarias que los gobiernos están poniendo en juego para la recuperación de la crisis del coronavirus es una oportunidad para reflexionar sobre un punto que queda demasiado en segundo plano: la deuda y el endeudamiento. La verdadera condicionalidad de los préstamos estipulados hoy es que deben pagarse mañana. En la Biblia, las deudas siempre se veían con gran desconfianza -a no ser que se concedieran de forma gratuita y sin obligación de devoluciónporque a menudo terminaban en la esclavitud del deudor insolvente. Hoy la esclavitud ha sido abolida en muchos países, pero las consecuencias de las deudas siguen siendo graves. En particular, cada vez que aumenta la deuda de un Estado, siempre hay dos efectos serios y éticamente negativos. El primero se refiere a las categorías que tendrán que pagar la deuda mañana. Dado que los Estados solo tienen el dinero que pueden obtener de los impuestos (y algunas migajas propias), los que pagan las deudas son los mismos que pagan los impuestos, por lo tanto, no todos. Y en las democracias moder-
nas, quien paga mayormente los impuestos es la clase media, en particular los trabajadores dependientes. El sistema fiscal se basa en aquellos que perciben sueldos y salarios, donde la evasión fiscal es muy baja. Además, la tributación sobre los capitales y los patrimonios es más baja que la que grava las rentas empresariales o laborales, sin mencionar la que pesa sobre las rentas financieras, que es aún más baja. Por ende, una nueva deuda emitida por el gobierno será pagada con dinero de aquellos que ciertamente no pertenecen a la clase rica del país. Además, cada vez que aumenta la deuda pública, las deudas se trasladan a niños y jóvenes. Ya estamos dejando un planeta deteriorado para nuestros hijos, en el que estarán peor que nosotros. Si continuamos endeudando el mañana para resolver los problemas de hoy, como el Covid-19, seguiremos endeudando a las generaciones futuras. Y esto no es bueno, desde ningún punto de vista. De los muchos errores de nuestra generación, la reducción de la riqueza que le correspondería a los jóvenes es uno de los más graves, porque va en contra del pacto intergeneracional en el que se basa un
país: “Deja a los que te siguen un mundo no peor del que encontraste tú”. Es por eso que estoy convencido de que un impuesto al patrimonio sería la mejor solución, aunque parcial, a la crisis económica actual. Un impuesto bien diseñado sobre los patrimonios elevados que en promedio han sido gravados menos que los ingresos bajos. Sería una excelente oportunidad para restaurar o instaurar un progresividad de los gravámenes fiscales y para aumentar la justicia distributiva. Quien tiene mayores riquezas y patrimonios tiene que contribuir más siempre, pero sobre todo debe hacerlo en tiempos de grandes crisis. Y no se trata de evocar altruismo o solidaridad, sino de justicia. Quienes recibieron patrimonios del pasado o quienes los conquistaron en el presente pudieron hacerlo sobre todo porque se encontraron en entornos ventajosos y afortunados: por familia de nacimiento, por las oportunidades, por circunstancias positivas. Lo que aparece y se describe como mérito es, en su mayor parte, providencia, suerte, don. Aquí reside la gran equivocación de la meritocracia, que casi siempre se traduce en la práctica en una condena y en la marginación de los pobres. De las grandes crisis se puede salir mejor o peor. El pacto fiscal es el corazón del pacto social. Continuar cometiendo errores en este frente, y seguir pidiendo a los menos ricos y a los más jóvenes que carguen con el peso de lo que sucedió, significa socavar las posibilidades de un futuro posible, mejor y verdaderamente fraterno. La verdadera fraternidad que cuenta en la vida de un pueblo no es la de los aplausos al personal de blanco, sino la que toca la billetera, que se llama responsabilidad económica y fiscal. Luigino Bruni Ciudad nueva - Agosto 2020
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La columna de Gaspar Diálogo entre personas de diferentes convicciones
Acerca de
Soledad e incomprensión
Van Gogh, en la puerta de la eternidad es un gran film. Sorprendió a todos en su profundidad y suscitó variadas reflexiones. Está centrado en 1886. En un pequeño pueblo de Francia llamado Arlés, el pintor holandés postimpresionista Vincent van Gogh huye del bullicio de París. Allí es tratado amablemente por algunos y brutalmente por otros. Madame Ginoux, la propietaria del restaurante del pueblo, se apiada de su pobreza y le regala un libro de contabilidad, que Vincent llena de dibujos. Pero, sus continuos cambios de humor hacen que varios vecinos le tengan miedo. Su mejor amigo, Paul Gauguin, lo adora, pero acaba huyendo de su lado debido a la abrumadora personalidad de Vincent. Su hermano y comerciante de arte Theo lo apoya incondicionalmente, pero no logra vender ni una sola de sus pinturas. En esta tumultuosa época, Van Gogh pinta obras maestras espectaculares. “Buena parte del filme nos lo muestra inmerso en su proceso de creación. Y tiene sentido porque los expertos coinciden en que el genio de Van Gogh y su locura se retroalimentaban”, comenta un participante en el cine-debate.
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Otro dice que “la película del director Julian Schnabel es reiterativa, superficial y no intenta comprender el arte del pintor posimpresionista ni desmentir los clichés en torno a su figura”. Hay más ecos: “El peloteo verbal es tan monótono que, al rato de contemplarlo, resulta inevitable dejar de prestarle mucha atención”. “A veces me parecía que la película no tenía nada nuevo que decir, aunque se tratara de un gran pintor. Pero claro, el gran Willem Dafoe, con sus 63 años, logra hacer una creación memorable de Van Gogh, que murió a los 37”. “Me parece que aporta escasas novedades a lo conocido de su biografía, pero sí contribuye con cierta originalidad a la fusión de su paisaje interior con el de su proceso creativo”. La película, en efecto, está compuesta principalmente de escenas en las que Van Gogh sufre los abusos de personas insensatas y crueles, alternadas con momentos serenos en los que el héroe cruza con solemnidad mesiánica los hermosos campos franceses. No hay una sola escena que no contribuya a que esta versión del holandés encaje de forma perfecta en el cliché del artista visionario e incomprendido.
“Lo vi como un hombre afable, razonable y extremadamente lúcido que usa su arte para lidiar con los enigmas de la existencia. Aunque quizá falte profundizar en sus soledades”. En la película se muestra el proceso creativo de su protagonista, y se presta especial detalle a su manera de mezclar los colores y al placer febril que parece obtener con cada pincelada. Pero lo cierto es que no se ahonda en las particularidades de su estilo ni, en última instancia, se detecta un intento serio de entender su arte. Opiniones muy diversas, pero que han dado una muy buena puntuación a un film que nos muestra a un grande cuando ya dice no ver “nada más que eternidad”.
grupogaspar@gmail.com
*Valoración: Cinedebate
(Cinedebate del 17/08/19) Próxima columna: “Morir por amor”.
(4,56)
Mens sana
Después de la cuarentena Yenni Mejía
La salida Me viene en mente Gabriel García Márquez y su libro Vivir para contarla. Es un libro autobiográfico, en el que cuenta episodios importantes y no tanto de su vida personal y como escritor. Es que en un momento como éste, cabe su género literario: el realismo mágico. La actual es una realidad llena de crudeza, contradicción y dolor por un virus que a su paso causa estragos. Al mismo tiempo, al ser surrealista, por detener nuestras rutinas y estilos de vida en un abrir y cerrar de ojos, me ha hecho pensar que, después de tantas semanas de confinamiento, una pandemia tan universal se vuelve también pandemia subjetiva. Y por esta razón me sale mencionarla al plural: las pandemias, aquellas que cada uno vivió (vive) y contará a su modo. De a poco, llega el momento del siguiente paso, la salida. Esa salida que no es generalizada, que es cuidadosa y también extraña. Salida que interpela a la persona con sus propios miedos y avatares para el encuentro con otras personas que quizás piensan lo mismo. ¿Cómo relacionarnos?, ¿cómo movernos?, ¿cómo pensar–nos? Entendemos los protocolos de seguridad contra el virus, sin embargo puede parecer que nos invade la incertidumbre de no hacer las cosas como estábamos acostumbrados. Y entonces ¿quién es el otro?, nos podríamos preguntar. Y en medio del tú y del yo ¿qué hay en esa distancia? Una mascarilla y una huella psíquica con nombre de miedo, incertidumbre o angustia. Desde luego, se activan mecanismos de defensa para la supervivencia: un protegerse de lo desconocido -el virus, no la persona-. Este señalamiento es importante, nos protegeremos transitoriamente de lo desconocido. Mientras tanto, sabemos que somos seres en relación, y que esto también ha garantizado nuestra supervivencia. ¿Ahora cómo cuidaremos este aspecto? No sé si les ha pasado, pero el salir y ver solo los ojos de las personas es una
Unicef Ecuador
“Protegerse de lo desconocido -el virus, no la persona-” sensación extraña, al menos para mí, porque se nos escapan muchos gestos y -lo más importante- las emociones. Es verdad que la tecnología ha sido un bien común durante estos meses de pandemia, pero no podemos seguir privilegiando ese tipo de vínculo, ya que no es lo mismo vernos en pantalla que interactuar e ir al encuentro del otro. Socializar es compartir, crear lazos de solidaridad y de apoyo real. El desafío es grande e implica un ma-
yor esfuerzo, tal vez acercarnos a los otros de un modo diferente, decirle al otro: “Gracias. Entiendo por lo que has pasado. Estoy contigo. Esto es pasajero, llegarán mejores momentos. Lo que te pasa es normal”, entre otras muchas frases y actos concretos a nuestro alcance que nos permitirán paliar y ser resistentes a este momento histórico. No está de más seguir las recomendaciones de los expertos para el cuidado de la salud mental. Por ejemplo, si te sientes más estresado, ansioso o temeroso de lo normal, aun volviendo a la rutina, date el tiempo necesario, ya que la adaptación no es inmediata. Y si los pensamientos negativos te embargan, hablalo con los más cercanos o incluso con un profesional. Ciudad nueva - Agosto 2020
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Cultura
Amartya Sen Lucas Cerviño
Libertad efectiva, justicia real Algunos lo llaman “la Madre Teresa del mundo de la economía”. Profesor en Harvard, Oxford y otras importantes universidades, su vida ha estado enfocada a transformar realidades como el hambre, la pobreza, la desigualdad y la injusticia
Algunas experiencias durante su niñez configuraron su vida y su pensamiento. Cuando el economista y premio Nobel nacido en la India, Amartya Sen, tenía nueve años (1943), los japoneses se apoderaron de la vecina Birmania y bombardearon Calcuta. Las cosechas no eran malas, pero los británicos, privados de las reservas birmanas, tenían una gran demanda de comida. Como temían las revueltas en los centros urbanos, compraban a cualquier precio en los campos. El resultado fue que los precios aumentaron y los pobres del campo no podían comer. Un desastre que provocó entre 2 y 3 millones de muertos. El hambre empezó en julio y los ingleses no dieron ninguna ayuda hasta noviembre. Antes de la separación entre India y Pakistán se multiplicaron los enfrentamientos entre hindúes y musulmanes. El niño Amartya, de once años, estaba jugando solo en el jardín de su casa en Dacca (en ese entonces ciudad pakistaní, hoy capital de Bangladés) cuando de repente entró un jornalero musulmán que había sido atacado ante el portal de su casa. Sangraba abundantemente. El niño le dio agua y lo llevaron al hospital, donde murió. De camino, el hombre le explicó que era consciente de haberse arriesgado al ir a buscar trabajo a un barrio mayoritariamente hindú. Incluso su mujer le había suplicado que no fuese, pero no podía so-
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portar ver a su familia muriéndose de hambre. En la zona hindú mataban musulmanes, en la zona musulmana mataban hindúes. De estas vivencias, con el tiempo, Sen sacó algunas conclusiones vitales. La hambruna y la muerte masiva muchas veces no se producen por falta de alimentos, sino por una distribución injusta que impide a los más pobres comprar alimentos. Además, las personas pobres no sólo están privadas de la libertad de trabajar y de comer, sino que ni siquiera son libres de conservar su vida. En sus palabras: “el hecho de que la privación económica puede generar otras formas de privación, se me hizo entonces patente de una manera clara”. Capacidades humanas La reflexión de Sen parte de la vida de la gente tal como se presenta, y no de un ideal de sociedad perfecta. “No hay que concentrarse tan solo en las instituciones sino, sobre todo en el hecho real de que la gente logre, o no logre, vivir” y “privilegiar el ejercicio práctico, preguntándonos cómo eliminar la injusticia.” Este original y respetado pensador recibió el premio Nobel de Economía en 1998 por aportar nuevos criterios para el análisis del bienestar económico: analizar las capacidades humanas de poder hacer algo y no solo limitarlo a la posesión de bienes materiales. Al centrar su enfoque en las capacidades, Sen hace un valioso aporte a las
ciencias sociales, al establecer una diferencia entre los derechos que cada persona posee y la capacidad de ejercerlos, o sea, de llevarlos a cabo. Lo fundamental es esto último, y todo gobierno debe ser valorado por la capacidad que los ciudadanos tienen de ejercer sus derechos. ¿De qué sirve tener el derecho a votar si luego no se tiene la capacidad de movilidad (traslado), la instrucción (educación) y la autonomía (incluso económica) para realizarlo? Promover el bienestar integral no pasa por defender derechos teóricos y en abstracto, sino por identificar, activar y promover las capacidades de los ciudadanos para ejercerlos y transformar las situaciones de hambre, pobreza e injusticia. La libertad es la capacidad real, factible y no teórica, que cada ser humano tiene para ser o hacer algo.
Diálogo global Para activar y promover las capacidades humanas Sen considera que es “el hecho de razonar, y de razonar con
los otros, lo que debe determinar nuestras prioridades”. Por eso “las cuestiones centrales en una comprensión amplia de la democracia son la participación
política, el diálogo y la interacción pública”. De ahí la importancia del diálogo público para buscar soluciones a las injusticias desde las capacidades humanas. La justicia global exige un intercambio que el economista define como diálogo global y que va mucho más allá del que establecen instituciones como la ONU, la Organización Mundial del Comercio (OMC) y otras. El diálogo global es ese intercambio que se da “a través de los medios de comunicación, la agitación política, el trabajo comprometido de las organizaciones ciudadanas y las ONG, y el trabajo social basado no sólo en las identidades nacionales, sino también en otros colectivos, como los movimientos sindicales, las cooperativas, las campañas por los derechos humanos o las actividades feministas”. Ante desafíos como el terrorismo, que atraviesa todas las fronteras, y la crisis económica que afecta a millones de personas, Sen piensa que “resulta difícil aceptar que simplemente no podemos entendernos los unos con los otros a través de las fronteras de nuestra comunidad.” El diálogo público y global son un medio indispensable para activar y promover las capacidades del ciudadano para tejer y entretejer sociedades más justas, solidarias e inclusivas. El diálogo es el modo de sacar lo mejor de cada uno para activar las capacidades de acción y hacer un aporte al desafío de la convivencia intercultural.
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Sociedad
La inseguridad que genera el delito / 3 José Deym*
El sentido de la pena privativa de la libertad Si bien el encarcelamiento empeora generalmente la situación de quienes deliquieron y sus posibilidades de reinserción social, las penas alternativas a la reclusión son más bien motivadas por razones prácticas
Brett Sayles - Pexels
¿Cuál es el sentido de la pena privativa de la libertad? En su momento, fue considerada, además de un justo y merecido castigo, una manera segura de mantener fuera de acción a presuntos reincidentes y proponía sustituir la brutalidad e inutilidad de los castigos capitales y corporales por las virtudes correctivas del aislamiento, el arrepentimiento y la recepción de los efectos edificantes de la meditación, la oración y la lectura de la Biblia. Estar encarcelado suponía, así, recibir una penitencia –de ahí el nombre “penitenciaría” que se le dio a la prisión– que, a través de un sufrimiento estoicamente aceptado, lo-
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graría encauzar al delincuente en la senda del bien. Sin embargo, como se comprobó en poco tiempo, dicho propósito raramente llegaba a los encarcelados, quienes, más allá del castigo, no advertían sentido alguno a su encierro y sólo esperaban que terminara para poder volver al mundo libre. Y, por lo tanto, al no encontrar el sentido de su condena, no vivían su “penitencia” con resignación sino con un profundo resentimiento. Cuando se admitió que la pena privativa de la libertad había fracasado como incentivo al cambio positivo de actitud –y, en general, incentivaba el cambio negativo, es decir,
acentuaba la propensión a delinquir–, al no poder justificarse ya su objetivo resocializador, se justificó como finalidad cautelar. Sin embargo, hoy la cárcel se ha tornado también obsoleta en cuanto a esa finalidad, ya que el acceso al uso de elementos electrónicos posibilita alternativas de control que bien podrían irse perfeccionando hasta lograr una libertad vigilada tanto o más segura que la prisión. La falta de sentido del encierro –o que su único sentido sea el castigo– afecta también a los encarcelados y es, en gran parte, otra causa importante de su empeoramiento durante el cumplimiento de la condena. En efecto, el gobierno, los le-
gisladores, los jueces y la población general se preguntan: ¿qué consecuencias tiene para el encarcelado vivir su condena interpretándola como algo carente de sentido? Condenar a alguien al sin-sentido tiene la forma descripta en El mito de Sísifo, analizado por Albert Camus: “Los dioses habían condenado a Sísifo a rodar sin cesar una roca hasta la cima de una montaña desde donde la piedra volvería a caer por su propio peso. Habían pensado, con algún fundamento, que no hay castigo más terrible que el trabajo inútil y sin esperanza”. El psiquiatra y filósofo austríaco Viktor Frankl, al finalizar el relato sobre su internación en campos de concentración nazis, de los que sobrevivió gracias a su empeño en encontrarle un sentido a la vida, manifiesta que el sufrimiento puede desaparecer o, al menos, atenuarse considerablemente en cuanto encuentra un sentido y cita a Friedrich Nietzsche, quien sostenía que el sufrimiento mismo era menos grave que la ausencia de respuesta al grito de la pregunta ¿para qué sufrir? Estos autores han comprendido el significado horrendo del sinsentido. Así –aunque como excepciones hay presos que encuentran una forma de sentido en el encierro porque estudian o aprenden oficios, preparándose para su vida libre– un efecto inevitable del encierro, tal como hoy se practica, es un sufrimiento adicional a la pérdida de libertad y de la dignidad; vaciar el sufrimiento de sentido conspira contra todo intento de resocializar a los encarcelados. Alternativas En la búsqueda de soluciones a la crisis de la pena privativa de la libertad se han delineado, entre otros pasos, la implementación de penas alternativas al encierro, la reparación a las víctimas, los procedimientos de mediación y las aplicaciones de principios de justicia restaurativa. Las penas alternativas se han originado en consideraciones humanitarias, pero, fundamentalmente, prácticas. El hacinamiento ha llevado a la necesidad de construir más prisiones. Pero como tienen un elevado costo económico, las autoridades comenzaron a preguntarse si, en realidad, era necesario que tantas per-
Donald Tong - Pexels
sonas estuvieran recluidas, y se implementaron penas que evitan el encierro o, al menos, lo limitan. Disminuir la cantidad de presos es una respuesta. Sin embargo, si se considera que algunos transgresores están fuera de la prisión porque en ella no hay lugar, pero que, en realidad, deberían estar encarcelados, persiste la filosofía del castigo carcelario. Para disminuir encarcelamientos también se ha introducido la mediación penal, que intenta solucionar conflictos entre víctimas y ofensores antes de su llegada a juicio. Es una forma de facilitar a la víctima una reparación y al ofensor una reducción o sustitución de pena. Pero también suele limitarse su utilización, tal como ocurre con las alternativas al encierro y las reparaciones a las víctimas, a casos de delitos menores. Es un avance en la práctica, pero no representa un cambio de fondo en el paradigma punitivo, sino que es también un procedimiento que tiende más a descongestionar tribunales y prisiones que a facilitar la superación de conflictos. En efecto, algunos cambios existen, pero son lentos, de efectividad dudosa y –esto es fundamental– no se basan en convicciones sino en motivos prácticos, lo cual implica que sean superficiales, no de fondo. Ante ello podría considerarse, para estudiar una nueva “respuesta al delito”, el aporte de una teoría del cambio, surgido de ideas constructivistas y sistémicas, que muestra que si una situación indeseada persiste es porque los reiterados cambios introducidos son inade-
cuados, a veces por ser radicales cuando no debieran serlo y -las más de las veces- cuando deberían ser radicales y no lo son. Se podrá indagar por la posibilidad de introducir reformas cualitativamente diferentes a las ya ensayadas. El tema es difícil porque, si bien la prisión no resuelve el problema y, por el contrario, lo aumenta, no puede demostrarse a priori lo contrario, que sería: si la prisión implica aumentar la delincuencia, no utilizarla la disminuirá. Suele citarse la experiencia de Finlandia, donde la reversión de las condiciones duras en el trato dado a los delincuentes trajo aparejada en las últimas décadas la disminución del delito. Pero no está totalmente probada la relación causal entre estos dos hechos y sería sin duda deseable que se hicieran pruebas piloto al respecto también en otros países, para determinar si un hecho conduce al otro. Es decir, encarcelar menos podría ser, o no, una buena idea. De hecho, hay una corriente, denominada minimalista, que lo propone mediante la despenalización de ciertos delitos de menor gravedad. Pero para avanzar más en soluciones drásticamente diferentes, habría que pensar en otras reformas posibles, que expondremos en la próxima entrega. * Doctor en Psicología Social, especializado en Criminología. Artículo publicado originalmente en la revista Criterio de Buenos Aires con en título La pena privativa de la libertad y el problema del sentido. Ciudad nueva - Agosto 2020
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Entrevista
Internet, Covid y relaciones humanas Susanne Janssen (desde Estados Unidos)
Nuevos “músculos” de conexión social Experto a nivel mundial del funcionamiento de Internet, el ingeniero egipcio-libanés Fadi Chehadé* analiza los nuevos modos de usar la tecnología y lo que esta crisis nos está enseñando
-¿Había pensado antes que Internet llegaría a ser tan importante en un tiempo como el de la pandemia? Internet funciona porque fue diseñada para esto, justamente para tratar con esta clase de crisis, para que estuviéramos seguros de que todavía podríamos comunicarnos. No fue diseñada para YouTube ni para Netflix… Y funciona: todos podemos trabajar, podemos compartir información y podemos seguir juntos y saber de las penas y alegrías de los otros. -Pero el acceso es desigual. Hay quienes pueden trabajar desde casa, y sus hijos pueden seguir sus estudios online, pero también hay quienes no lo pueden hacer... Es cierto, hay desigualdad. Pero mi predicción es que, dado que Internet ha demostrado ser una herramienta resiliente, algún día todos tendrán acceso a ella. Y yo creo que eso impulsará las inversiones. Por ejemplo, el día después del cierre de las escuelas a causa del coronavirus, la ciudad de Nueva York, entre otras, inmediatamente proporcionó tablets gratis a los estudiantes que lo necesitaban. -¿Qué es lo positivo de esta tendencia y qué podría ser peligroso? Este empujón para que nos conectemos virtualmente está aconteciendo en un tiempo en que se nos dice que hemos de mantener la distancia física. Si me fijo en mis hijos (que rondan los veinte años), veo que extrañan salir, tomarse un café y charlar a fondo con sus amigos. ¡Nunca
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habían dicho eso antes! Muy a menudo, cuando salíamos con mi esposa a cenar, veíamos jóvenes que comían sujetando con una mano el tenedor y con la otra, el celular. Ahora, todos dicen: “Nos vamos a volver locos, ¡necesitamos encontrarnos con nuestros amigos cara a cara”! Seguramente, algo bueno saldrá de este distanciamiento obligado. Soy ingeniero y creo que todo movimiento pendular encuentra su equilibrio. -Sin embargo, cuando se “normalice” la vida, la gente puede tener miedo de salir, de acercarse, de darse la mano, etc. ¿Existe el riesgo de que la vida pública llegue a ser más virtual que nunca? Traspasamos una línea y será difícil retroceder, en todos los ámbitos. Estoy en un pequeño grupo de beneficencia de Los Ángeles, donde también hay personas de 70 y 80 años, que nunca habían usado Zoom. Durante tres años, les estuve pidiendo que nos conectáramos por Internet, pero me decían “No, no, tenemos que encontrarnos y tomar un té juntos”. Pues bien, ahora nos estamos reuniendo por Zoom, y creo que hay cosas que son difíciles de desaprender. Lo cierto es que estamos desarrollando unos nuevos “músculos de conexión social”. Una amiga mía me contó, hace unos días, que había tomado la decisión de pagar a todos los trabajadores cuyos servicios había requerido antes, aunque ahora no podía utilizarlos. Mediante una aplicación de celular, por ejemplo, pagó 100
dólares a la señora que le hacía manicura. Ésta la llamó para decirle que si no le hubieran llegado esos dólares, no habría podido dar de comer a sus niños esa semana. Los hábitos del corazón son algo que no se puede desaprender. Las interacciones sociales presenciales volverán porque las estamos extrañando terriblemente, y lo virtual entra en el juego del equilibrio como un medio, no como el objetivo final. Emplear tiempo en Instagram no es un objetivo, pero usar Instagram para comunicar lo que estamos haciendo es maravilloso. -¿Debería tener cuidado la gente con lo que publica en las redes sociales? Más que nunca tenemos que ser cuidadosos. Y actuar con un sano juicio, preguntándonos: “¿Comparto esto por amor,
do en una responsabilidad personal y colectiva el establecer y controlar normas.
Gentileza Fadi Chehadé
por atención a los otros, o para alimentar mi ego?”. Por otra parte, es importante incrementar nuestros esfuerzos para supervisar las empresas. Zoom tuvo un par de incidentes de seguridad. Hace unos meses, se revelaron detalles de una reunión de Gabinete del Reino Unido. Se hizo con poco cuidado, porque en Zoom estaban sobrepasando su capacidad y procesaron datos por vías no del todo seguras, con el riesgo de verse comprometidos. Tenemos mucho cuidado cuando se trata de guardar las llaves de nuestra casa y, en cambio, cuidamos muchísimo menos nuestras llaves virtuales. A diferencia de hace un mes, cuando sólo teníamos que preocuparnos por asegurar nuestros datos bancarios, ahora todo está implicado: trabajo, vida, información financiera, mis secretos, mi familia. Y se ha converti-
-¿Cómo podría una empresa como Facebook eliminar las fake news y, sin embargo, garantizar la libertad de expresión? Es importante que instalemos algunas bandas de protección, que sean algo más que directrices. Es la diferencia entre dos líneas amarillas en medio de la carretera que indican que no las cruces y poner una barrera física, real. Los gobiernos tienen que aseguarse que las empresas se muevan entre esas bandas de seguridad razonables en sus plataformas y servicios. Tenerlas en cuenta, tanto en la conducta como en el funcionamiento, debería ser obligatorio. Esto es lo que actualmente falta. La legislación está muy fragmentada y las empresas se aprovechan de esa fragmentación en beneficio propio. Les encanta. Con respecto a las “fake news”, el mundo tiene un problema con la verdad, que va para largo. Google y Facebook están haciendo grandes esfuerzos. Hay APPs que detectan fake news pero, como requieren recursos para ello, son de pago. Uno independiente es newsguardtech.com. Fue constituido en Nueva York por el exeditor del The Wall Street Journal. Esta herramienta trata de ayudar indicando: “Ten cuidado con esta página, aquí tienes quien está detrás…”, por lo que, realmente, es útil. -Sin embargo, hay países que quieren intervenir activamente en elecciones extranjeras. ¿Qué puede hacerse para resolver esto? Todos nos alarmamos cuando supimos por vez primera de Cambridge Analytica, la compañía que interfirió en muchas elecciones, incluyendo las últimas presidenciales de Estados Unidos. Ahora, se sabe que hay intromisiones en las elecciones en todo el mundo. El proceso democrático es ahora menos fiable que hace dos años. Este trastorno del sistema global está siendo apropiado por regímenes que se benefician de la carencia de confianza en el proceso democrático.
Eso les gusta y quieren demostrar que durante la pandemia, ellos, que gobiernan “de arriba a abajo”, verticalmente, sirven mejor a la gente. De aquí surge que haya una propaganda masiva que va avanzando en algunos países y proclama: “Mira lo bien que lo hicimos, porque lo hicimos verticalmente”. -¿Qué podríamos aprender de esta crisis, como sociedad y como individuos? Lo que más he aprendido es que somos como los álamos, que están conectados bajo tierra a través de su sistema de raíces, más que como las palmeras, que crecen por sí mismas. Teniendo en cuenta que el 38 % de los estadonidenses viven solos, lo que esta crisis me ha enseñado, es que me corresponde a mí comenzar a conectarme con otros que podrían estar solos. Nuestras comunidades necesitan desarrollarse más como álamos que como palmeras. Tengo encuentros por Zoom con mis amigos todas las noches, y puedo afirmar que algunos de ellos están experimentando una enorme soledad, tanto si viven físicamente solos o con sus familias. Otros tratan de encontrarse a sí mismos reflexionando, volviendo a empezar y renovándose. A nivel macro, la crisis ha puesto en evidencia la fragilidad de nuestros sistemas mundiales y los ha puesto a prueba: el sistema político, el económico, el sanitario. Esto sorprendió a muchos de nosotros y también reavivó el debate sobre qué tipo de sistemas necesitamos. Y tenemos que dirigirnos al tema de la desigualdad. Creo que en estos meses el mundo se hizo más unido que nunca. Se trata de un pequeño e invisible “virus” que tiene su manera democrática de “pegarse” a cada persona. Y está claro que somos, realmente, un único pueblo en un único planeta. * Miembro de la Junta consejera del Centro del Foro Económico Mundial para la Cuarta Revolución Industrial, miembro del Panel de la Secretaría General ONU para la Cooperación Digital y ex CEO del ICANN, la autoridad global que supervisa la infraestructura lógica de internet. Ciudad nueva - Agosto 2020
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Sociedad
Violencia en la casa Luís Henrique Marques (desde Brasil)
En pelea entre marido y mujer… ¡hay que meterse! Desde el inicio del aislamiento físico, las agresiones a las mujeres han aumentado significativamente. La sociedad no puede permanecer indiferente al respecto
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Al comienzo del periodo de confinamiento forzado de las familias, en función de la pandemia del Covid-19, medios de prensa divulgaron datos preocupantes sobre el aumento de la violencia doméstica, sobre todo contra las mujeres. El número de llamadas a la línea de atención del Instituto Nacional de las
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Mujeres (Inmujeres, Ministerio de Desarrollo Social) de Uruguay aumentó 80 % durante los dos primeros meses de aislamiento voluntario, según aseguró la directora del instituto, Mónica Bottero, al diario El Observador. En Paraguay, el Ministerio Público señala que sólo en marzo se registró el ingreso de 80 casos por día de violencia contra mujeres, con un
incremento del 74 % con respecto al mismo mes del 2019. En este preocupante cuadro, una noticia alentadora es cierto crecimiento en la sensibilización de la sociedad ante este drama. Hay personas que contradicen en la práctica el viejo dicho popular brasilero según el cual “en pelea de marido y mujer, nadie mete la cucha-
ra”. El sitio Universa del portal uol.com. br divulgó una inusual iniciativa. En el ascensor de un edificio, una vecina dejó una nota dirigida al “vecino agresor”: “Con pandemia o no, ¡la violencia contra la mujer es un crimen! ¡Usted no se va a esconder detrás del Covid-19! Estamos atentos y llamaremos a la Policía!”. Como si no bastase con el alerta, la vecina se dirigió a la posible víctima: “Querida vecina, si necesitás ayuda, corré hasta acá: apartamento 602. ¡No estás sola! ¡Gritá, pedí auxilio! ¡Te abriremos la puerta!”. Esta es justamente la postura defendida por la jueza Liliana Regina Araújo, especializada en violencia doméstica. La jueza explica que, en esos casos, la víctima se encuentra sola, se siente inhibida por la eventual dependencia económica de la pareja o por el cuidado de los hijos y, justamente por sentirse aislada, necesita ayuda. “Es difícil para la mujer admitir que se permitió estar en una relación abusiva y violenta”, comenta. El problema es grave (57 fueron los feminicidios confirmados en 2019 en Paraguay -25 en Uruguay- lo cual representa una tasa elevada en relación a la población), y se potenció con el confinamiento.
Araújo argumenta que la ayuda de terceros y la publicidad de los casos tienden a intimidar al agresor. Aunque no existe una receta estándar, está claro que, cuando se llegue a la agresión física, de ser posible la mujer tiene que apartarse del agresor, buscar un lugar seguro y recurrir a la Policía, la cual activa al sistema judicial. “Lo ideal sería contar con una red de apoyo familiar para tener donde quedarse”. A esto se suma el hecho de que no se suele disponer de suficientes estructuras para acoger a las víctimas y, a veces, ni siquiera para encarcelar a los agresores -lamenta Araújo-. Cultura machista y patriarcal Lo que explica la violencia doméstica es la cultura machista y patriarcal, argumenta la jueza, para quien la cultura de sumisión de las mujeres alimentada por ciertas corrientes religiosas, también contribuye. Dadas sus profundas raíces históricas, se trata de un escenario cultural que cuesta transformar, reconoce Araújo. “Basta con pensar que, en el caso de Brasil, el propio Código Civil admitía hasta el 2002 la patria potestad del hombre sobre los hijos
menores y la esposa, y que fue substituida solamente a partir de entonces por la patria potestad de ambos padres sobre los hijos”. La especialista en violencia doméstica remarca que todos debemos estar atentos a las señales de esa violencia cultural contra la mujer antes de que llegue a proporciones descontroladas. La primera señal es cuando el hombre comienza a minar la autoestima de la compañera, al punto de comprometer su propia personalidad, a lo que suele seguir la limitación a la vida social de ella. “Es un proceso sutil, construido de a poco” y que tiende a transformarse en una o más formas de violencia: moral, psicológica, patrimonial, sexual y física. Araújo llama la atención sobre el hecho de que, aunque las leyes que permiten perseguir el delito de violencia doméstica (o intrafamiliar) incluyendo todos esos tipos de violencia y el feminicidio, significan una conquista en el combate a este flagelo, todavía hay mucho por hacer. Entre las acciones necesarias, menciona una mayor información y educación al respecto en las escuelas, programas gubernamentales
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Sociedad
Violencia en la casa Luís Henrique Marques (desde Brasil)
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específicos y un mayor involucramiento de la sociedad. Perspectiva psicológica Todo comportamiento tiene una emoción como base y, en el caso de la violencia, ésta es la ira. En la relación de pareja, entre padres e hijos o con los abuelos, cuando se dan conflictos, la existencia de este sentimiento es normal, afirma el psicólogo Rodrigo Mendonça, especialista en terapia familiar y de pareja. “La cuestión es cómo lidiar con esa emoción”, explica el terapeuta. “A veces, la persona guarda la ira por mucho tiempo, a raíz, por ejemplo, de frustraciones en el matrimonio. Y, en ciertos momentos, salta a la superficie”. Por eso, para Mendonça la pareja tiene que aprender a dialogar desde temprano acerca de las expectativas que ambos tienen en relación al otro. Hay que convencerse de que no hay una relación de pareja perfecta y que nadie lo-
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gra colmar todas sus expectativas, que se deben ir ajustando en la vida en familia. Según el psicólogo, eso puede implicar incluso la revisión de los valores y de las creencias personales, lo que no es tarea fácil. A este cuadro se agrega el problema –bastante común entre los hombres– de que muchos no consiguen ni siquiera entender las expectativas propias y expresarlas racional y equilibradamente. “Cuando no te conoces, estás dominado por tus emociones”. Y si no hay diálogo que permita exteriorizar de manera realista lo que cada uno siente y espera del otro, así como las frustraciones que surgieron en esa relación, se crea un terreno fértil para la decepción y la ira acumuladas y, a partir de ellas, para el conflicto. Que se agrava, en el contexto de una cuarentena, por sensaciones como la ansiedad, el estrés y el miedo. El ocio y el uso excesivo de tecnologías –que aleja a las personas físicamen-
te cercanas– también contribuyen a dificultar ese diálogo. Mendonça resalta que otro elemento que complica muy comúnmente la relación de pareja, como también entre padres e hijos, es la dificultad de interpretar lo que el otro realmente piensa y desea. Una orientación para las parejas es esforzarse por hacer gestos concretos de amor hacia el otro y recuperar aquella mirada positiva que fue, incluso, lo que llevó a la persona a enamorarse de su pareja. El especialista concuerda con que posturas como ésta, así como el diálogo, la interpretación y la adecuación de expectativas, no son suficientes en casos de violencia extrema, cuya solución exige actitudes igualmente extremas, como las apuntadas por la jueza Araújo. Pero estas posturas son fundamentales en la vida de cada pareja y en la familia, en la medida que pueden establecer las bases para una relación realmente sana y armoniosa en el ámbito familiar.
Otra mirada
Gebé y Doblevé
Luigi Laguaragnella
Nuestros niños
Mentalizar ¿Cómo podemos los docentes -los educadores, en general- mantener una relación de calidad con los niños, incluso a distancia, con las posibilidades que nos dan las clases por videoconferencia? Marcos N. Durante las carreras de capacitación para educadores se pueden aprender nociones útiles, pero sólo la relación diaria con los niños nos pone en contacto con sus fragilidades. Somos educadores siempre, incluso fuera del lugar de trabajo, y no sólo en este tiempo de distanciamiento físico. Somos educadores por vocación. En esta profesión, la medida de la calidad está estrechamente vinculada con la calidad de la relación que se crea con el niño y con su núcleo familiar. El educador es una “esponja” que recoge ansiedades, frustraciones, pulsiones y sufrimientos.
Antes de organizar una clase -tarea más compleja cuando la misma se da a través del aprendizaje a distancia- son esenciales la resiliencia y la empatía. En otras palabras, es vital la “mentalización”, es decir, la actividad mental imaginativa que nos hace percibir y “leer” el comportamiento del niño mediante estados mentales intencionales que nos permitan captar sus motivaciones y emociones. De este modo podemos tener una idea de lo que el alumno experimenta y siente. Es un intento de imaginarse en el lugar del niño. Esta fase del proceso ayuda a romper las barreras de la distancia
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a la que nos obligan las circunstancias. Mentalizar ayuda a ir más allá del tiempo y de las distancias, para percibir la dificultad o la necesidad del momento tal vez sólo intuyéndola por el tono de voz o por una actitud particular. Mentalizar es lo que nos hacer ser educadores siempre. Para un niño, sentirse objeto de atención aleja la sensación de aislamiento.
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Internacional
Inteligencia Artificial cercana Cibele Lana
Crédito social a lo chino: ¿oportunidad o amenaza? El uso de tecnología de vigilancia para identificar al ciudadano y evaluar sus actitudes es el aspecto discutible del sistema de crédito social implementado por China que, por otro lado, incentiva las buenas prácticas ciudadanas
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China comenzó a implementar un sistema de crédito social. A través de él, los ciudadanos ganan o pierden puntos de acuerdo con sus comportamientos cívicos. Los detalles de cómo se obtienen estos puntos aún no están muy claros, pero, según la información del periódico británico The Guardian, una demanda judicial, un registro policial, el incumplimiento fiscal o incluso una caminata con el perro sin collar pueden restar puntos. Por otra parte, el trabajo voluntario, la solidaridad o un saldo positivo en el banco generan puntos.
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El puntaje constituye un ranking público que puede dar acceso a beneficios tales como tasas de interés más bajas en los bancos, descuentos en hoteles y mejores escuelas para los hijos; o bien puede comprometer de alguna manera la forma de vida de los chinos en caso de puntaje negativo, por ejemplo, con la inhibición en la compra de pasajes, productos o propiedades financiadas o en la obtención de visas. Después de varios proyectos piloto en los que participaron grandes empresas, el año pasado, un informe del Centro Nacional de Crédito Público de China
informó que unos 17,5 millones de pasajes aéreos no fueron vendidos a clientes con puntajes sociales bajos, y aproximadamente 3,5 millones de empresas en ciudades donde el sistema ya operaba liquidaron sus deudas tributarias. ¿Cómo funciona? China, como Estados Unidos, es una de las potencias más vigiladas del mundo. Los datos del diario estadounidense The Wall Street Journal afirman que en 2018 había en China 350 millones de cámaras de vigilancia, y en 2021 se espera que ese número supere los 560
millones. Eso significa cerca de una cámara cada tres habitantes. Todos estos datos de reconocimiento facial y vigilancia, sumados a los de las redes sociales y de las compras y de la navegación en Internet, incluyendo a los sistemas bancarios, entre otros, son elaborados por tecnologías cada vez más potentes como la inteligencia artificial y el aprendizaje automático de las máquinas. Alexandre Alves, profesor de inteligencia artificial en la Facultad de Informática y Administración Paulista de San Pablo (Brasil), explica que dichas tecnologías se vuelven más eficientes a medida que registran y guardan más datos. Con la cantidad de cámaras y sistemas que capturan datos de 1.400 millones de personas, en China no falta información para hacer que esas máquinas sean cada vez más inteligentes. “China trabaja con un modelo que ningún otro país tiene: una población muy grande, inversión gubernamental pesada en tecnología e inteligencia artificial y, al tener un gobierno más autoritario, capta datos de software y de aplicaciones chinas”. Con respecto a este último punto ilustrado por el profesor, es importante tener en cuenta que los chinos utilizan desde 2011 una “súper aplicación” llamada WeChat. Con ella es posible hacer todo lo que hacemos con WhatsApp, PedidosYa, Facebook, Instagram, Youtube e Internet Banking, entre otros, en una sola aplicación. Esta concentración de información es un punto sensible en China, ya que el gobierno obliga a las empresas de tecnología a crear mecanismos de censura para los usuarios. Acciones como ésas dentro de aplicaciones y en entornos de navegación en Internet confirman el control de las autoridades públicas chinas en tecnologías privadas. Proyecto piloto La presencia de un gobierno autoritario con acceso a datos de sistemas privados fue, de hecho, el punto de partida para que China comenzara su proyecto piloto para el sistema de crédito social. Entre las empresas que participan en el programa está Sesame Credit, el ala
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financiera del gigante de las ventas por Internet, Alibaba. Como parte del proyecto, la compañía creó su propio sistema de crédito social, que puntúa a los ciudadanos por sus transacciones financieras. Si un chino compra pañales, por ejemplo, significa que es padre o madre, y por eso gana puntos. La empresa incentiva a sus usuarios a compartir espontáneamente sus puntajes con amigos y familiares. El profesor Alves recuerda que este tipo de análisis no es algo nuevo, especialmente entre las empresas comerciales, que identifican desde hace bastante tiempo a sus potenciales consumidores a través de análisis estadísticos. “Pero, con la evolución del poder de procesamiento, estos análisis extrapolan datos al modelo de aprendizaje automático de máquinas. Y allí entramos en las predicciones. En un ejemplo simple, un cliente que compra refrescos también puede comprar carne para asado. Sólo que estos análisis predictivos son cada vez más complejos”. Este poder predictivo junto a un sistema de puntuación social, ciertamente es una estrategia comercial. Sin embargo, ¿es una estrategia válida también para el público? ¿Más confianza o más vigilancia? Crear un ranking de confianza en favor de actitudes ciudadanas no parece malo. Podríamos afirmar que un modelo de crédito social genera una cultura de beneficios para la convivencia social. Pagar impuestos, cuidar el medioambiente
y el vecindario son deberes de todos los ciudadanos. ¿Por qué no incentivarlos? “Se suele decir que la diferencia entre el medicamento y el veneno es la dosis. El sistema puede ser bueno, pero depende de la dosis”, opina Alves. El profesor señala que, por ahora, la Unión Europea es la única preocupada por el procesamiento de datos y la transparencia de estas tecnologías. La UE creó leyes efectivas para que los ciudadanos sepan cómo se procesa y se analiza por algoritmos su información personal. “Me preocupa el uso de la inteligencia artificial por parte de gobiernos menos liberales como China y Rusia”. En una entrevista con la BBC, la cadena de televisión pública británica, la autora del libro Who can you trust (“¿En quién puedes confiar?”), Rachel Botsman, criticó la medida que el sistema de crédito social puede tener en la vida de una persona y de su familia. “Si tu puntaje cae por debajo de cierto nivel, toda tu vida puede verse afectada. Desde la escuela a la que tus hijos podrán asistir a los empleos que puedes elegir y al tipo de préstamo bancario que puedes obtener”. Por el momento, en nuestros países las tecnologías de inteligencia artificial son más utilizadas por las empresas privadas, pero están presentes en nuestro día a día, como en las aplicaciones de música o de tránsito. A nivel público, el ejemplo más común es el reconocimiento facial en los sistemas de monitoreo y vigilancia. Y las discusiones sobre la privacidad y la puntuación social aún no se dan. Ciudad nueva - Agosto 2020
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Zona de diálogo
Capítulo 32
Algunas maneras de iluminar la “noche del diálogo” Presentamos hoy trazos de los primeros pasos de los “amigos” del Movimiento de los Focolares: aquellos que, no teniendo convicciones religiosas, quisieron vivir la propuesta de Chiara Lubich. Al sentirse parte del Movimiento, experimentaron la alegría cuando ella les confirma su pertenencia a él a pleno título, pero a la vez, sentían temor por la llegada del día en que ella faltase. El diálogo entre personas creyentes y personas de convicciones no religiosas en el ámbito del Movimiento de los Focolares comienza a suscitar interés en diversos ambientes académicos, como en la Universidad de Innsbruck, Austria. En primer lugar conviene recordar que este tipo de diálogo nace de la propia visión de Chiara, no es un programa estudiado por expertos, sino una vida anclada en la cotidianidad de todo un pueblo, integrado por las comunidades del Movimiento. Entonces, la fundadora reitera que sin estas personas de convicciones no religiosas el movimiento perdería su identidad. En mayo de 1995, un grupo de los “amigos” estaba en Loppiano, También Chiara estaba presente en la ciudadela y, para sorpresa y alegría de todos, se dio un momento de diálogo con ellos. Ciertamente no estaban acostumbrados a este tipo de acercamiento con ella, pero inmediatamente se regocijaron. Fue el primer encuentro directo con los “amigos”, y las respuestas que Chiara dio a las preguntas formuladas resultaron un hecho verdaderamente histórico. Allí les confirmaba claramente su pertenencia al Movimiento, necesaria para que éste
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Chiara Lubich dialoga con un “amigo” en Loppiano, el 7 de mayo de 1995
sea él mismo. Era una garantía, la única afirmación que definitivamente podría atrapar los corazones de los “amigos”. Durante el funeral de Chiara, en marzo de 2008, entre los saludos de homenaje leídos por varios representantes de los diversos diálogos del Movimiento, no figuraban los de los no creyentes, por lo cual los “amigos” temían que con ella hubiera quedado sepultada la apertura de la Obra (“Obra de María” es el nombre oficial del Movimiento de los Focolares) hacia este diálogo, y esto había provocado una profunda herida.
Uno de los eventos más significativos y formativos en la historia del diálogo con personas de convicciones no religiosas fue el encuentro que Emaús (presidenta actual del Movimiento) tuvo con algunos de ellos en noviembre de 2010. Y esto porque ante una pregunta concreta, la respuesta de Emaús sorprendió a todos al borrar definitivamente aquel dolor de manera categórica, reafirmando el mensaje original dado por Chiara, cuando 15 años antes recibió por vez primera a los “amigos” del diálogo en Loppiano.
Cultura de la unidad
En tiempos de pandemia* / 2 Jesús Morán
Los “sobrantes” y la verdadera dignidad Escribía, el mes pasado, que, en mi opinión, el que estamos transitando es un tiempo de dolor -indudablemente- pero también de gracia. Y que, entre otras cosas, la crisis que vivimos pone en evidencia, quizás como nunca, el gran tema de la dignidad humana. Un filósofo español define la dignidad como “lo que estorba”. ¿Qué significa esto? Significa que la dignidad del ser humano es esa nota nuestra que estorba “a la comisión de iniquidades y vilezas”, pero también -y quizás con más fuerza, si cabe- al progreso material y técnico desmedido. La dignidad es esa nota que nos abre los ojos frente a los que no sirven, los inútiles, los ancianos, los enfermos, los sobrantes, los que quedan en la cuneta de la historia. ¡Cuántos de ellos han muerto en estos meses solo porque pertenecían a la categoría de los sobrantes! Me refiero a los ancianos, muchas veces abandonados en los asilos y a los sin techo de las grandes metrópolis y a los pobres. “Si en la tradición -dice ese filósofo- la dignidad ha sido representada principalmente como una perfección, ahora vemos cómo su significado se amplía para comprender también la imperfección humana, donde muchas veces se hace notar con más potencia y plasticidad aún”. Por fortuna, poco a poco, la crisis que vivimos nos está devolviendo a la conciencia de que “imperfectos” somos todos, al menos desde el punto de vista de la resistencia al ataque de un virus. Esto es ya una conquista. En definitiva, este es un tiempo propicio para la dignidad, para construir una sociedad cimentada en este gran valor. Cada uno de nosotros podrá cambiar su manera de ver al otro. Si nos queda un mínimo de conciencia, cada vez que nos encontremos con uno de esos que “estorba” recibire-
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mos la bofetada de la dignitas humana y haremos algo, aunque sea pequeño. Porque, estamos descubriendo, paradójicamente, que el contacto con la fragilidad es el camino más recto para enaltecer la gran dignidad del ser humano. Y –lo sabemos de sobra– para un cristiano detrás de la dignidad de cada ser humano se esconde el rostro de Cristo. Cuando ese rostro es un rostro sufriente se convierte en un llamado y en un imperativo ético improrrogable. Otro aspecto que la crisis ha reflejado inequívocamente es que vivimos en un mundo enfermo; que el virus más letal no es el Covid-19, es otro, de tipo antropológico y social. Es estructural. Por eso, mientras esperamos la vacuna que nos proteja, tenemos que poner las bases de un nuevo humanismo integral. Habrá que iniciar a transformar muchas estructuras sociales para ponerlas al servicio de esa gran tarea que es la dignidad humana. Habrá que cambiar parámetros de desarrollo y, sobre todo, mentalidades. Habrá que estipular reglas éticas de carácter inequivocable. Habrá que profundizar en todos los campos del saber. Se hará necesario un gran pacto educativo mundial y una gran alianza cultural y religiosa. Mi experiencia personal es que he vivido la unidad quizás como nunca en
este tiempo: con gente cercana y lejana, con personas de todas las generaciones. Se han interesado por mí alumnos que tuve hace casi 40 años cuando eran adolescentes, en Santiago de Chile. Y del mismo modo yo he podido contactar a gente con la que no hablaba en años. He vivido encerrado, pero con el alma abierta y la computadora encendida. A través de ésta no llegaban a mí mensajes escritos o visuales sino personas vivas. Con la Semana Mundo Unido de los jóvenes del Movimiento de los Focolares, además, hemos vivido una experiencia de “que todos sean uno” extraordinaria. La unidad es una realidad mística, que va más allá del espacio y del tiempo. Es escatológica, llegará al final de los tiempos, pero la anticipamos ya aquí con estas experiencias de reciprocidad plena, presidida por el amor. Son experiencias fuertes precisamente porque son corpóreas, dado que el cuerpo, no lo olvidemos, no es solo el organismo, sino sobre todo aquello que nos hace presentes y reconocibles a los demás, más allá de la realidad física. *Conceptos expresados en una entrevista al canal televisivo Cristovisión, de Colombia, el pasado 14 de mayo. Ciudad nueva - Agosto 2020
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Palabra de Vida
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“¿Quién podrá entonces separarnos del amor de Cristo?”
(Romanos, 8,3)
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La carta que el apóstol Pablo escribe a los cristianos de Roma es un texto de contenido extraordinariamente rico. En efecto, expresa la potencia del Evangelio en la vida de cada persona que lo reconoce, y la revolución que lleva este anuncio: ¡el amor de Dios nos libera! Pablo hizo la experiencia y quiere ser su testigo, en las palabras y con el ejemplo. Esta fidelidad a la llamada de Dios lo llevará precisamente a Roma, donde entregará la vida por el Señor. Poco antes de preguntarse “¿quién podrá entonces separarnos del amor de Cristo?”, Pablo afirma que “Dios está con nosotros”1. Para él, el amor de Dios por nosotros es el amor del Esposo fiel, que nunca abandonaría a la esposa, a la cual está unido libremente con una relación indisoluble solventada con su propia sangre.
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Por lo tanto, Dios no es un juez, sino quien se hace cargo de nuestra defensa. Es por eso que nada puede separarnos de Él, a través de nuestro encuentro con Jesús, el Hijo amado. Ninguna dificultad, pequeña o grande, que podamos encontrar en nosotros y fuera de nosotros es un obstáculo insuperable para el amor de Dios. Es más. Pablo dice que, precisamente en estas situaciones, quien confía en Dios conocerá una “amplia victoria”2. En estos tiempos de súper-héroes y súper-hombres, que pretenden “ganar ampliamente” con la arrogancia y el poder, la propuesta del Evangelio es la mansedumbre constructiva y la apertura a las razones del otro. Para comprender y vivir mejor esta Palabra puede ayudarnos la siguiente sugerencia de Chiara Lubich: “Cierta-
mente nosotros creemos, o al menos decimos querer creer en el amor de Dios. Muchas veces, sin embargo, nuestra fe no es tan valiente como tendría que ser en los momentos de la prueba, como en la enfermedad o en las tentaciones. Es muy fácil que nos asalte la duda: ¿es verdad que Dios nos ama? En cambio, no podemos dudar. Tenemos que abandonarnos con confianza, sin dudar, en el amor del Padre. Tenemos que superar la oscuridad y el vacío que podamos probar abrazando bien la cruz. Y lanzarnos luego a amar a Dios realizando su voluntad y a amar al prójimo. De hacer así, experimentaremos junto a Jesús la fuerza y la alegría de la resurrección. Veremos cuán verdadero es, para quien cree y se abandona a su amor, que todo se transforma: lo negativo se torna positivo; la muerte se convierte en fuente de vida y de entre las tinieblas veremos asomarse una maravillosa luz”.3 Incluso en la oscura tragedia de la guerra, quien sigue creyendo en el amor de Dios puede abrir destellos de humanidad: “Nuestro país se encuentraba en una guerra absurda, aquí en los Balcanes. En mi batallón venían también los soldados de la primera línea del frente, con muchos traumas porque habían visto a parientes y amigos morir frente a sus ojos. No podía más que amarlos uno por uno, en la medida de lo posible. En los escasos momentos de descanso, trataba de hablar con ellos de las muchas cosas que un hombre lleva en su interior en esas circunstancias, y llegamos a hablar también de Dios, si bien muchos de ellos no eran creyentes. En uno de esos momentos de escucha, propuse llamar a un sacerdote para celebrar una misa. Todos aceptaron y algunos se acercaron a la confesión después de años. Puedo decir que allí estaba Dios con nosotros”. Letizia Magri 1
Romanos 8,31 Cf. Romanos 8,37 3 C. Lubich, Palabra de vida, agosto de 1987 2
Palabra vivida
“¡Vamos a salir de ésta juntos!” Hace diez años, con unos colegas nos lanzamos a formar nuestro propio espacio de trabajo. Poco a poco fuimos creciendo, formamos un equipo muy lindo y, hasta hace unos meses, nueve personas dependían del trabajo en nuestra pequeña empresa de salud. Mi socio se fue a vivir a otra ciudad y en febrero nos separamos. Así quedé sola al frente de la empresa. Cuando llegó la pandemia y debimos entrar en cuarentena, entendí lo extenso que sería, ya que todavía teníamos el invierno por delante. Lo primero que me vino a la mente fueron mis colaboradores y mi responsabilidad hacia ellos. En la desesperación y en la incertidumbre de no saber qué hacer, me sentí sola. Me reuní con todos y les dije: “Cerramos hasta nuevo aviso. Estamos viviendo un momento en el cual lo único que importa es la solidaridad entre nosotros. Cuentan conmigo totalmente, y yo sé
que también cuento con ustedes. ¡Estamos juntos y vamos a salir juntos!”. Volví a casa devastada, con miedos e ncertidumbre. Lloré y sentí en mi carne la frase de Chiara Lubich en época de guerra; “Todo pasa, solo Dios queda”. Solo el Amor. Tardé un par de días en lograr amar en esta situación, en entregar a Jesús abandonado mis preocupaciones, la impotencia, el no saber qué hacer. No lograba abandonarme plenamente en el seno del Padre. No era fácil, sin embargo me repetía la intención de vivir solo el momento presente, amando. De a poco, lo iba logrando. Pagué los sueldos el primer mes, pero ya no teníamos fondos suficientes de respaldo… No sabía qué iba a pasar. Rezando y confiando, ya tranquila, avanzamos a fase dos de la cuarentena, y teníamos que invertir para poder abrir. Lo hicimos,
y nuestra caja quedó totalmente en rojo. Entonces hablé con cada uno de los colaboradores, tratando de ver las distintas realidades y necesidades, y cuánto podrían cobrar, aclarando que quien estuviera en necesidad avisara, y que también comunicara si se enteraba de alguna situación difícil de un compañero. Así venimos haciendo hasta hoy. Siento que el Eterno Padre nos toma de la mano y nos acompaña cada día, en cada decisión. No nos hace faltar nada. Sólo tenemos que abrirnos a Él y, con solo ese primer paso, Él hace el resto. Mara Puerto (Lambaré)
En contacto con enfermos graves de Covid-19 Participo en el Programa de Acompañamiento Espiritual y Emocional, creado por el gobierno de la ciudad. Acompañamos telefónicamente a enfermos de Covid-19 y sus familias. Cuando me llegó la propuesta me anoté sin pensarlo, y sin tomar real conciencia de qué era. Fui transitando por distintos estadios: miedo, angustia de no saber qué hacer... Mi primer llamado telefónico -y todos los siguientes- fue una fuerte experiencia de recorrer juntos un tramo sagrado
del “viaje” de la vida, y de encontrarme cara a cara con Jesús abandonado. Cuando murió una de las personas que acompañé, lo comenté en el grupo que tenemos con quienes compartimos el ideal de la unidad, y recé, buscando un texto que me diera la fuerza y la seguridad de que Dios nos ama inmensamente. Debía comunicarme con la familia. Me impresionó el amor que percibí, la fe, la esperanza, la seguridad de la familia en la existencia del Paraíso. A los dos
días volví a comunicarme y organizamos -por videollamada- una bella despedida. La esposa buscó fotos familiares, los hijos se acordaron de dichos graciosos, lloramos juntos... Me sostiene una frase de la Sierva de Dios, Cecilia Perrín: “Tus caminos son una locura, rompen mi humanidad pero son los únicos que quiero recorrer”. M. B. (Buenos Aires). Extraído de www.focolare.org/conosur
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Especial
Centenario Chiara Lubich 1920-2020 Chiara Lubich*
Un nuevo tipo de seguidor de Cristo Así como el seguidor de san Francisco de Asís se denomina “hermano” para subrayar la fraternidad entre todas las criaturas, de la misma manera quien encarna la espiritualidad de los Focolares quiere asemejarse a un niño, quien confía plenamente en el Padre San Francisco hizo nacer una corriente nueva de espiritualidad que, como venía del Espíritu Santo, ha penetrado en toda la Iglesia; una corriente cuyo punto central era la pobreza. La Iglesia necesitaba pobreza, y Dios mandó a san Francisco y a santa Clara para dar al Cuer-
po Místico una inyección de pobreza. Sin duda, la pobreza es el corazón del franciscanismo a pesar de que no se puede de ninguna manera excluir el amor. Si se piensa en una persona seráfica -por lo tanto, llena de amor- se piensa precisamente en san Francisco, y también en
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santa Clara. Poseían el amor, por esto descubrieron la fraternidad entre todos los hombres y las mujeres. Una fraternidad tan amplia que abrazaba incluso al cosmos, con sus criaturas. Con el sol, con la luna..: “hermano sol”, “hermana luna”, “hermana agua”... Era una fraternidad maravillosa, de la cual el Cántico de las criaturas es una expresión poética y espiritual. Fue tan extraordinaria esta fraternidad traída por san Francisco, que el seguidor de su espiritualidad se llama “hermano”, “hermana”, “fray”, “sor”. Sin duda, también nosotros en nuestra espiritualidad tendemos al amor y a la fraternidad, hasta el punto de llegar a la unidad entre nosotros, con Dios. A la unidad entre lo creado y lo increado. Por eso, también para nosotros el amor es importantísimo. Y surgió del descubrimiento de Dios como Amor, lo que provocó en nosotros una fe formidable en su Amor, una fe que -quisiera decir- determinaba la personalidad de las primeras focolarinas. Si se hubiese querido resumir quiénes éramos aquellas muchachas, se habría podido decir: son personas que creen en el Amor. Tanto es así que si hubiésemos muerto bajo las bombas, habríamos deseado ser sepultadas en una única tumba, con la frase: “Y nosotros hemos creído en el Amor”. Este creer en el Amor, este encontrarse en los brazos del Padre, determinó en nosotras un nuevo tipo de cristiano (son matices, porque al fin y al cabo todo es cristianismo). Este cristiano es el niño, el hijo, aquél que conoce al Pa-
dre, aquél que ya no se siente solo, porque sabe que es amado. Este hijo, este niño, este pequeño que florece de esta fe potente en el amor de Dios, nosotros lo definíamos con un nombre: “popo”, es decir: “niño”, en dialecto trentino. Y, ¿qué características tiene este “popo”, este niño evangélico? Para saberlo, miremos a los niños. Los niños se abandonan completamente en sus padres, están en sus brazos y no se preocupan de nada. Incluso si alrededor de ellos suceden desgracias, ellos no se preocupan: están en buenas manos, se fían de sus padres. La confianza es su característica. El popo es aquél que sabe que todo lo que sucede es para su bien, que Dios lo quiera o que Dios lo permita. El popo tiene plena confianza, pone todo en las manos del Padre, trabaja con el Padre, deja al Padre hacer la mayor parte, así como el niño está en brazos del padre y deja que el padre lo haga todo. Cuando algo le preocupa y no puede hacer nada al respecto, se abandona en Él y deja que Él haga, y después encuentra los problemas solucionados -porque ésta es nuestra experiencia de popos, que encontramos los problemas solucionados-. El niño, además, imita a su padre. Tanto es así que si preguntas a un niño lo que quiere ser cuando sea mayor, responde que quiere ser lo mismo que su padre: ingeniero, piloto, etc. Igualmente el popo. El popo imita al Padre. ¿Qué hace el Padre?: ama, porque es Amor. El popo -y bastaría esta definición- es el que ama. El niño, si lo observan, no quiere saber de la vida real, es decir, de la vida que transcurre día tras día… Él fantasea, quiere jugar. No ve la hora de acabar de comer para irse a jugar, para crearse un mundo distinto. No quiere tanto el mundo tal como es, y no quiere irse a la cama porque quiere seguir jugando. Quiere ver
los dibujos animados justamente porque quiere ver “otro mundo”. El popo no quiere vivir la vida simplemente terrena, sino que quiere vivir “otra vida”: la del Reino de Dios. Como nosotros decimos, quiere estar en “la nubecita”, aún con los pies en la tierra. Quiere vivir en lo sobrenatural, siempre en presencia de Jesús. Jesús dijo: “si no se convierten y no se hacen como estos pequeños, no entrarán en el Reino de los cielos…”. Pero, si nos convertimos, entramos. Por eso, estamos “en la nubecita” -es decir: ya, aunque todavía no del todo, en el Reino de los Cielos. Al niño no le interesan tanto las historias reales, que su mamá ha ido a tal parte, que su papá ha hecho tal cosa... A él le gustan las fábulas, los cuentos bonitos. Quiere cosas que están “por encima” de las cosas normales que vivimos. Del mismo modo el popo. El popo no ve solamente las circunstancias tal como suceden, una tras otra, sino que sabe penetrar en los signos de los tiempos, sabe ver los designios de Dios y captar lo sobrenatural en lo que sucede. En definitiva, vive “en otro mundo”. “Te doy gracias, Padre, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los prudentes, y se las has revelado a los pequeños”, a los popos, diría Jesús. El niño, si se fijan bien, recibe regalos, más que los adultos. ¿Y el popo? Está siempre sorprendido frente a la Providencia que llega, y nunca deja de llegar. Y dice: “Sabes, deseaba justamente esa cosa, y llegó; necesitaba tal cosa, y me llegó”. Asiste a las intervenciones de la Providencia del Padre. El niño es una persona feliz, porque sabe que es amado. El popo es una persona feliz. Dicen que el distintivo de los popos es la alegría. El niño es inocente, no obra el mal porque no lo conoce.
Quien ama vuelve a ser inocente, se “virginiza”, se “inmaculatiza” -como dice Pablo VI-, y vuelve a ser inocente como los niños. Así son los popos. Como los niños, los popos están desapegados de las cosas de la vida. Fíjense cuántas cualidades tienen los popos. Pues todavía otra. Un niño no aprende a hablar por sí mismo. Si por casualidad un niño muy pequeño se pierde en la selva -se ha constatado más de una vez- cuando se lo encuentra, no se lo oye hablar, sino que se lo oye emitir sonidos inarticulados. El niño no aprende a hablar solo, tiene que aprender a hablar de sus padres. El popo no hace tanto caso a sus razonamientos y a sus palabras, que son siempre muy pequeñas y mezquinas, sino que aprende la Palabra del Padre, la Palabra de Dios, y la vive. Finalmente, el niño no se parece solamente al padre, sino también a la madre. El popo no sólo se parece a Dios Padre, sino también a María. Estos son algunos elementos, pero si comparan a los popos con los niños -ya que Jesús dijo que nos fijáramos en ellos- encontrarán todos los elementos para describir a este nuevo tipo de cristiano en el mundo. Por otro lado, creo que son justamente los niños los verdaderos seguidores de Jesús: los “mínimos”, los “pequeños”. No por nada san Francisco llamó a sus frailes, frailes “menores”: los quería pequeños, porque había entendido el Evangelio: son los pequeños los que entran el Reino de Dios. Mi deseo es que seamos todos, lo antes posible, popos perfectos. *De un discurso pronunciado en Montreux (Suiza), el 11 agosto de 1990, en una celebración por la fiesta de santa Clara de Asís. Ciudad nueva - Agosto 2020
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Entrevista
Lorna Gold Josep Bofill
El comienzo de un cambio de paradigma Para la vicepresidente del Movimiento Católico Mundial por el Clima (docente, autora y activista escocesairlandesa) hay motivos de esperanza en que el Covid-19 nos empuje a cambios duraderos
-Al inicio de la crisis del Covid-19, todos estábamos hablando de las lecciones que estábamos aprendiendo. Parecía que todos fuéramos totalmente conscientes de nuestra interdependencia a nivel mundial y de la necesidad de fraternidad. Pero ahora parecería que aquellas lecciones no fueron tan profundas o que quizás las podríamos haber olvidado...¿Qué opinas al respecto? Sostengo todavía que es posible aprender del Covid y cambiar nuestros estilos de vida. Esta crisis nos está enseñando claramente lecciones fundamentales, particularmente en el ámbito económico. Nos ha enseñado que podemos poner freno a nuestro exagerado impacto so-
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bre el medioambiente y reducir las emisiones tóxicas, si así lo decidimos –de hecho, han disminuido un 17 % en estos meses, el descenso más pronunciado desde la Segunda Guerra Mundial-. Nos ha mostrado que gran parte de esas emisiones y de ese impacto son causados por una economía de producción de bienes no esenciales que genera un exceso de desperdicios. Es un hecho que durante el confinamiento la gente se las arregló para adaptarse a tener menos cosas no esenciales. Esta capacidad de adaptación rápida, de reconectar con las comunidades locales, de construir comunidades más resilientes, todo esto me llena de la esperanza de que tendremos un legado duradero. La mayoría de los países eu-
ropeos respondieron a la crisis ampliando la asistencia sanitaria, las subvenciones y las ayudas a los afectados por la crisis. Ha significado la ampliación más importante de las intervenciones estatales que se recuerde. Ahora, cuando estamos emergiendo lentamente de la crisis sanitaria, estamos viendo que los gobiernos invierten enormes cantidades de dinero en paquetes para la reactivación. Algunos de estos están dirigidos a la recuperación ecológica. También hay inversiones significativas en energías renovables y reacondicionamiento de viviendas. Y el movimiento el clima a nivel global se mantiene activo. Las protestas de los “Fridays For Future” fomentados por Greta Thunberg han tenido que actuar
online, pero al mismo tiempo se ha desarrollado una multitud de otros eventos más. Muchos aprovechado la oportunidad para aprender más y planificar el futuro. No todo es positivo, naturalmente. Se están utilizando importantes recursos para salvar sectores altamente contaminantes, como el de las aerolíneas. La presión para que todos volvamos a consumir como antes y para que la economía se reactive es casi abrumadora. Dado que los gobiernos se enfrentan a abultadas facturas, a causa de los gastos adicionales para la asistencia social, los gastos en salud, el creciente desempleo y cierta reducción de los impuestos, se tendrán que tomar importantes decisiones en la segunda mitad de este año. Además, a mi juicio no se ha subrayado suficientemente la vinculación de esta situación con la más amplia crisis ecológica. De hecho, el Covid es una enfermedad zoonótica, que pasó de una especie de animal salvaje a los humanos. Lo más probable es que se trate de un pangolín o de un murciélago. Los casos de esta clase de enfermedades que van contagiando la población humana están aumentado significativamente, por el hecho de estamos destruyendo los hábitats naturales de los animales y por la implicación humana en el maltrato animal y por el tráfico de animales destinados a la alimentación o a convertirse en mascotas. El Covid es un fenómeno de gran impacto, para que puedan cesar todas las ventas de animales salvajes y para que se produzca un cambio hacia una dieta más vegetal. Debería también alertarnos acerca de las consecuencias de la deforestación y de la pérdida de biodiversidad. En el origen de esta crisis está el desequilibrio entre los seres humanos y su amplio entorno. Además, la “cultura de las 24 horas” (actividad día y noche) y el boom de las migraciones globalizadas expandieron el virus con mayor rápidez alrededor del planeta. El Covid se extendió primero entre las clases más pudientes y sólo en un segundo momento hizo presa en los sectores y en los países más pobres. Esto
debería ser un aviso para nosotros, con nuestros globalizados estilos de vida cuyo modelo es el jet set, que no sólo no son sostenibles por las emisiones que provocan, sino que son un importante factor de enfermedad. -Dices que no es eres optimista sino que estás “llena de esperanza”… A a veces, me preguntan por qué soy siempre optimista siendo que hay tantos signos que presagian un futuro desolador. Suelo contestar que no soy optimista sino que tengo esperanza, de verdad. Para mí, el optimismo es un sentimiento relacionado con cómo pueden salir las cosas, y hay muchos días en los que no soy tan optimista. Otros, días, sí lo soy, pero eso depende de muchas cosas, ¡incluso de si es un día de sol o no! Sin embargo, la esperanza es algo mucho más profundo. Está relacionada con la fe, con una creencia profundamente arraigada en que, más allá de todo, existe el amor. La esperanza es una palabra activa, intencional, que puedes construir con los otros. Cuando compartimos una visión de futuro, cuando hacemos algo que habita ese futuro, -como es la convocatoria de los viernes (los Fridays For Future) con los jóvenes- construimos esperanza y experimentamos alegría. Siempre me sorprende que no importa cómo pueda sentirme los viernes antes de “huelga” en favor del medio ambiente, porque después me siento siempre llena de esperanza, aunque ese día se hayan sumado sólo pocas personas. -En tu inspirador diálogo con Fritjof Capra , los dos estuvieron apelando a un pensamiento integral. Hablaste del sentimiento que tenías acerca de muchos grupos de Derechos Humanos, que compiten por su “propio derecho” omitiendo los aspectos sistémicos que son la causa de la mayoría de las violaciones a tales derechos. Como dijiste, necesitamos un cambio de paradigma. ¿Ya ves algún signo de que se esté produciendo? Y nosotros, ciudadanos de a pie,
¿cómo podemos contribuir a que se realice ese profundo cambio cultural? Veo los signos de este cambio de paradigma por todas partes, y creo que es aquí donde el coronavirus nos ha ayudado enormemente. A veces, sucede que algunas cosas que son ciertas, verdaderas, correctas, las tienes ante tus ojos pero no las puedes ver. Por ejemplo, los economistas siempre nos han dicho que no existe alternativa a la economía conducida por el mercado y en la que el bien común es algo secundario. Margaret Thatcher, quien fue Primer Ministro del Reino Unido, dijo una frase que se hizo famosa: “No hay tal cosa como la sociedad”. Repentinamente, por y con la pandemia, esa idea se ha tirado por la borda. Si hubiéramos dejado que el mercado resolviera la pandemia (como estamos tristemente viendo en algunos países – incluso ricos- con un liderazgo débil) no hubiéramos podido aplanar la curva del contagio. Prevaleció una lógica diferente, basada en la acción colectiva por el bien común. Fueron los vínculos de comunidad, de solidaridad, de la amabilidad, incluso de heroísmo, los que consiguieron que la gente pudiera superar emergencia. El hecho, tan evidente, de que había personas dispuestas a arriesgar sus vidas –y muchas de ellas murieron- para ayudar a otras, está en el corazón de este cambio. Eso nos reconecta con nuestro mejor y más profundo yo. Estos vínculos siempre han estado ahí –siempre estuvimos interconectadospero la pandemia nos ha revelado verdades mucho más profundas sobre lo que significa ser humano hoy. Esto es el comienzo del cambio de paradigma: ser capaces de ver una verdad diferente, una realidad subyacente, y comenzar a articularla para que emerja. Podemos arrastrar nuestro pesado viejo equipaje hacia dentro del nuevo paradigma o podemos avanzar hacia adelante sin él, ligeramente. Mi profunda esperanza es que podamos ir hacia adelante juntos. i
El evento virtual global al que se hace referencia se puede visualizar en https://cutt.ly/ Wp5jz5I. Ciudad nueva - Agosto 2020
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Vida sana
Tercera edad Valter Giantin
Cuando la memoria falla Una señora de 72 años me escribió recientemente: “Me sucede a menudo que me olvido las cosas muy rápidamente. Por ejemplo, dónde dejé las llaves o la lista de las compras que acabo de escribir, y me encuentro vagando por la casa buscando cosas perdidas. ¿Es fruto de la edad?” El cerebro humano comienza a envejecer ya a partir de los 25 años, primero lentamente y después más rápidamente. Cuando llegamos alrededor de los 70 años, ¡perdemos un promedio de cien mil células nerviosas (neuronas) por día! Afortunadamente, tenemos alrededor de cien mil millones de neuronas y poseemos un cerebro que puede compensar su pérdida de funciones utilizando otras áreas cerebrales. Es la llamada plasticidad neuronal que regula, por ejemplo, la rehabilitación después de que, por un traumatismo o un accidente cerebrovascular, hemos perdido la funcionalidad de partes importantes del cerebro. Por estas razones, no notamos la pérdida de neuronas excep-
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to cuando se ve afectada un área cerebral importante. Al igual que con otros fenómenos de nuestro físico, los aspectos hereditarios -en particular, la historia de posibles enfermedades cognitivas de nuestros padres o abuelos- y los estilos de vida, pueden influir notablemente. Entre los factores que pueden afectar la memoria se encuentran la distracción, el cansancio, el insomnio, el estrés, la ansiedad, la depresión, traumas físicos o psíquicos, el abuso de drogas o alcohol, pero también las afecciones hepáticas o tiroideas, la hipertensión y el colesterol elevado. Sin embargo, es bueno resaltar las diferencias entre las fallas normales de la memoria, que no son síntomas de enfermedad, y los trastornos que se encuentran en las primeras etapas de una verdadera enfermedad cognitiva.
No recordar un apellido, una cara o dónde haya dejado las llaves de su casa, representan un olvido común. Tener una memoria a largo plazo, cla-
ra para eventos emocionalmente importantes en el pasado y mejor que la de corto plazo, corresponde al proceso natural de envejecimiento de nuestra mente que, al tener un bagaje cada vez más amplio de cosas para recordar, tiende a fijar lo que es más significativo. Si en cambio olvidamos dónde tenemos la cuenta bancaria o cómo se usa un cajero automático, si nos perdemos o nos sentimos confundidos cuando viajamos a lugares muy conocidos, entonces es probable que estemos ante un problema más serio. Si no podemos resolver problemas o tomar decisiones que solíamos tomar, si confundimos el tiempo y el lugar donde estamos, si comenzamos a vestirnos por la mañana para ir a trabajar mientras estamos jubilados, si se nos presenta una apatía
general hacia cosas que antes eran habituales, al tiempo que nos encerrarnos en nosotros mismos y advertimos o los demás advierten en nosotros un cambio brusco de personalidad y de estado de ánimo, entonces mejor consultar. La línea divisoria para comenzar a sospechar una enfermedad cognitiva degenerativa, como la demencia, es la pérdida de memoria a corto plazo: si sucede cada vez más a menudo que no recordamos lo que comimos el día anterior, el título del libro interesante que acabamos de leer, una cita importante que habíamos planificado u otras acciones recientes que requirieron mucha atención, o bien tenemos dificultades para aprender nuevas palabras, escribir o leer, entonces es necesaria una consulta con un especialista, que puede indicarnos terapias adecuadas. Ciudad nueva - Agosto 2020
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Arte & Espectáculo
por Claudio Larrique
Cine �������������������������������������������������������������������������������������������������������������
La fiesta de Babette (Babettes gæstebud). Dinamarca, 1987. Comedia dramática. Dirección: Gabriel Axel. Con Stéphane Audran, Birgitte Federspiel y Bodil Kjer. 1 h 42’ Proponemos ir o volver a esta estupenda película. A diferencia del cuento que la inspira, de la autora danesa Karen Blixen (famosa por Memorias de África -o África mía-, luego llevada al cine con Maryl Streep y Robert Redford) esta película dedica gran parte de su metraje a una de las series de platos más exquisitos de la cinematografía. La obra sabe mostrar al mismo tiempo dos aspectos antagónicos y a la vez complementarios de la tradición cristiana. Por un lado, el amor por
la belleza y los sentidos del catolicismo (“los papistas” como dicen los luteranos) y, por el otro, la virtuosa austeridad y el sacrificio de los reformados. No por nada la música de Mozart aparece en el film como emblema de la belleza y sensualidad para los católicos y tentación mundana para los hijos de la Reforma. Dos amables hermanas que preservan la memoria de su padre, líder en su isla de la tradición protestante, al morir el patriarca quedan como herederas de esa pequeña comunidad que se había formado. Pero el tiempo y las pequeñeces van deteriorando el espíritu del grupo. Refugiada allí vive una sensible y discreta mujer que ha perdido en las rebeliones de Francia a su marido y a su hijo. Era una famosa chef de un restaurante exclusivo. Durante años se adapta con humildad a las costumbres de la simple aldea de pescadores donde termina viviendo. Un buen día, gracias al premio de la lotería, la historia cambia. Cuando, después de años de silencioso y servicial destierro, Babette hace llevar a esa isla del brumoso norte vinos, carnes, pescados, quesos y frutas
de su añorada patria, todo se transformará en un placer para los sentidos y en una metáfora cultural y religiosa. La escritora de Dinamarca, Karen Blixen (que muchas veces firmó con el pseudónimo masculino de Isak Dinesen) fue una autora muy reconocida. Sus memorias de África forman parte de su experiencia vital. Su integración en el continente fue inmediata, así como su identificación con los nativos. Vio en la cultura de los africanos algo muy importante para aprender y compartir. La imaginación y sus dotes para la transmisión oral hicieron de África su lugar en el mundo. Julio Cortázar escribió, en uno de sus ensayos, que “todos tenemos una colección de cuentos”, que “son aglutinantes de una realidad infinitamente más vasta que la de su mera anécdota” y por eso “perduran en la memoria”. En la lista incluyó a importantes autores de la literatura universal, como Edgar Allan Poe, Guy de Maupassant, Jorge Luis Borges... e Isak Dinesen (18851962). Gabriel Axel (1918-2014), también danés, dirigió esta inolvidable película, tan respetuosa de las diferentes tradiciones, y un verdadero ejemplo de lo que debería ser el ecumenismo. José María Poirier (Excelente)
Música �����������������������������������������������������������������������������������������������������������
Chromatica Lady Gaga / Interscope / 2020 Lady Gaga promueve su último esfuerzo como una especie de antídoto terapéutico para las depresiones (sociológicas y económicas) que marcan el mundo en estos tiempos tan complicados. Luchando, como todas las divas, con la tarea ardua de conjugar su humanidad con sus relaciones con un status de superestrella sobreprotegida, la artista juega su partido con las armas típicas de este ámbito: canciones atrapantes desde la primera escucha, empaque lujoso, productores e invitados de gran blasón (Elton John y Ariana Grande entre ellos), merchandising sobreabundente e incluso una versión en vinilo de colores. Después de todo, cuando estás en la cima, cada nuevo trabajo sigue reglas mucho más acordes al lanzamiento de un nuevo smartphone que al de un producto artístico. Chromatica es un disco hecho para gustar y confeccionado con una atención obsesiva a los
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detalles: una especie de himno a la alegría o, más bien, a la pseudo alegría típica del glamour popular internacional. Un disco gozoso, de esa dicha algo forzada pero contagiosa, incluso si, rascando la superficie de dance music excesiva de su sonido, emerge cierta esquizofrenia, tanto estilística como en el contenido. En otras palabras, no está claro lo que Gaga quiere decirnos y qué realmente está pasando por su cabeza hoy. Las canciones indudablemente tienen un enfoque más analgésico que terapéutico, ni podría haber sido de otra manera para una estrella pop de este calibre y de este tipo. Dicho esto, el disco se escucha con agrado, y alterna episodios suntuosos con otros en los que la electrónica “plastificada” prevalece. Como antidepresivo estacional funciona más que bien y ratifica una verdad: Lady Gaga es una
número uno con un “no se qué” que recuerda cada vez más a Madonna. Franz Coriasco (Bueno)
Cine ������������������������������������������������������������������������������������������������������������� amante del piano, hijo de una acaudalada familia Un día lluvioso en Nueva York Allen: la pereza, la dejadez, la falta de rigor, el todo pero cuyo entorno social no le interesa en lo más vale, como si Woody ya no quisiera tomarse la mínimo, vuelve a Nueva York por un fin de semana. (A Rainy Day in New York). Estados Unidos, molestia de pegarle una segunda revisada al guión Son tantas y disparatadas las cosas que acontecen 2019. Comedia romántica. Dirección: Wooo de pensar alguna solución a la puesta en escena que el interés del espectador no decae, aunque dy Allen. Con Timothée Chalamet, Selena que no sea el más ramplón y cómodo plano y sepa que Allen tiende a repetirse y que su adorada Gómez, Elle Fanning y Jude Law. +13 años. contraplano con elemento decorativo de fondo”. ciudad está vista con la nostalgia de los años. 1 h 32’ Sin embargo, creo que vale agregar que una vez El protagonista es una suerte de alter ego del El crítico cinematográfico Marcelo Stiletano, del más el amor de Woody Allen por Nueva York es director: ama el cine de otros años, en blanco diario La Nación de Buenos Aires, otorga solo tres determinante y contagioso: el protagonista seny negro, y la música. Por su parte, Elle Fanning estrellas a este film de Woody Allen. Observa que tirá la irresistible atracción por su ciudad y eso también cumple a la perfección su rol de deslum“no estará entre las mejores obras del creador de cambiará la relación con su novia, que si bien es brada estudiante de periodismo, embobada por Annie Hall, pero tiene su marca de siempre: dulce bonita y rica, pertenece al mundo norteamericano cada actor o director que reconoce y con los que y melancólica”. Por su parte, Luciano Monteagudo del interior. La actuación de Timothée Chalamet traba relación. El final, en el Central Park, es una escribe en Página 12: “Es más evidente que nunca (Gatsby, como el personaje de la novela de F. Scott sorpresa. Como también la confesión de la madre. algo que siempre estuvo de manera más o menos Fitzgerarld) es digna de los mayores elogios. J. M. P. (Bueno) latente en las últimas dos décadas de la obra de Un muchacho aburrido, jugador con suerte,
Señalamos Califato Mientras un padre toma su desayuno tranquilamente y disfruta, aunque sea momentáneamente, la sensación de paz que le da ver a sus hijos desarrollarse bien, difícilmente puede imaginar que, en redes paralelas, ellos puedan estar siendo “pescados” por promesas de paraíso y redención. No se trata de una especie de fake news o de teoría conspirativa barata. Es una de las eficientes estrategias que hicieron que el grupo llamado Estado Islámico o ISIS se convirtiera en un fenómeno que va mucho más allá de la disputa territorial. A pesar de su ideología nefasta, el marketing es audaz y busca meterse con los jóvenes no integrados o en busca de algún significado para la vida o de un ideal por el que luchar, incluso si implicara aniquilar todo lo que los rodea.
Elogio de las familias sensatamente imperfectas Un “manifiesto” en el que Gregorio Luri ayuda a los padres a mirar sus imperfecciones a la cara y aceptarlas sin dramatismos. (Ed. Ariel, 2017).
Esta es una de las facetas de la óptima serie sueca Califato, presente en el catálogo de Netflix. En ocho episodios, tenemos un retrato multifacético de la operativa del EI en diferentes núcleos: dos hermanas que se ven a sí mismas como apátridas en Europa, una joven casada que intenta escapar de las garras de la teocracia militante y un espía sueco que investiga el terrorismo. La concadenación es típica de un thriller: las apariencias son movedizas y todo puede cambiar radicalmente en un momento. La alerta es evidente: es necesario luchar contra el llamado “califato” no solo en el campo militar, sino
La promesa de la política Una narración fascinante sobre el conflicto entre filosofía y política. Hannah Arendt analiza los filósofos que han seguido a Platón al construir sus teorías políticas a expensas de las experiencias políticas. (Ed. Austral, 2015)
Identidades asesinas
Un libro sensato y lúcido, lleno de inquietud, pero también de esperanza. El autor, Amin Malouf, defiende los derechos de la dignidad personal y, al mismo tiempo, la diversidad de las expresiones culturales y lingüísticas. (Ed. Alianza, 2012)
también en la capilaridad digital con la que recluta soldados en todo el mundo. Emanuel Bomfim (Óptima)
El monstruo que se alimenta de nuestros miedos Un libro para niños escrito por Roberto Iannucci, un adolescente de quince años, en diez días. Ganador del premio “Cambiemos el mundo”. (Ed. Montena, 2020). Ciudad nueva - Agosto 2020
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Mística / 10 Fabio Ciardi
“La tierra es mi Cielo”
En el valle de Primiero el verano se iba desvaneciendo y dejaba paso al otoño. Pero Chiara parecía no darse cuenta. Inmersa en la contemplación del Cielo, vivía más “dentro” que “fuera”. Igino Giordani diría más tarde que cuando fue a verla la vio tan absorta en Dios, en su vida interior, que se preocupó por su salud, pues ni siquiera comía. Una tarde, volviendo de un paseo en el bosque, se animó y le dijo: “¿No nos enseñaste que el amor supremo es Jesús Abandonado? Entonces, para él y con él, abandona a Dios por Dios, al Paraíso por la tierra, donde puedes encaminar muchas almas al Cielo. Deja a los ángeles y vuelve con nosotros, los hombres. Por amor a Jesús Abandonado”. Chiara se echó a llorar: “¿Debo, entonces, abandonar el Paraíso?”. “Sí, Chiara, esto es lo que te piden tus hijos”. Se retiró a su habitación y, a solas con Dios, escribió esa declaración de amor que es la quintaesencia de su espiritualidad: “Tengo un solo esposo sobre la tierra: Jesús abandonado. No tengo otro Dios
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fuera de él. En él está todo el paraíso con la Trinidad y toda la tierra con la humanidad...”. Era el 20 de setiembre de 1949. Así Chiara dejó las montañas Dolomitas y regresó a Roma. En los días anteriores, había sentido una atracción y un llamado a la “humanidad que sufre”: “Señor, dame a todos los solos... He sentido en mi corazón la pasión que invade el tuyo por todo el abandono en que nada el mundo entero. Amo a cada ser enfermo y solo. Incluso las plantas que sufren me dan pena..., hasta los animales solos. ¿Quién consuela su llanto? ¿Quién se compadece por su muerte lenta? ¿Y quién estrecha en su corazón a los corazones desesperados? Dame, Dios mío, ser en el mundo el sacramento tangible de tu Amor, de tu ser Amor”. Es la experiencia de todos los grandes místicos: cuanto más se acercan a Dios, más se sienten invadidos por su amor por la humanidad; cuanto más se elevan, más sienten la necesidad de
descender, siguiendo el mismo camino del Hijo de Dios que renunció a ser igual a Dios para venir a habitar entre nosotros. Chiara dejó Tonadico pero no dejó el Paraíso. O, más bien, el Paraíso no la dejó. La experiencia de la luz vivida en las montañas continuó en Roma. Ese texto del 20 de setiembre de 1949 (“Tengo un solo esposo sobre la tierra…”) que, generalmente, se cree que cierra ese período de luz, se encuentra en cambio en la mitad del libro Paraíso 49, que Chiara continuó escribiendo, narrando sus experiencias, hasta el 22 de setiembre de 1951. En ese momento, comenzó una nueva forma de vivir las realidades del Cielo, en el impacto que ellas tenían en la vida diaria del difícil período de la posguerra. Roma reflejaba la condición de la sociedad de ese momento: no había suficientes viviendas, no había trabajo, muchos inmigrantes llegaban, no existían planes... La ciudad estaba degradada, material y moralmente. “Si miro a esta Roma tal como es”, escribió unos días después de su llegada a la ciudad, “siento mi ideal lejano... El mundo con sus bajezas y vanidades ahora la domina en las calles y más aún en los escondites de las casas, donde está la ira con todo pecado y agitación”. A esta mirada exterior, no obstante, se sobreponía una mirada de amor, que provenía de la luz del Paraíso y que hacía creer a Chiara que la “resurrección” de Roma y de toda la humanidad era posible, si se la “inundaba” con el río de fuego del amor de Dios. Era una nueva fase de su “viaje por el Paraíso”, la concreción en la vida de lo que había contemplado, como ella misma escribió: “El cielo que vi -y que vivía- ese verano allá, ahora lo vivo aquí con mayor plenitud de vida. Antes era más visión que vida, o tanta visión como vida, unidas, pero no tan unidas como lo son ahora. Ahora es ‘como en el Cielo así en la tierra’. La tierra es mi Cielo”.
Un hecho en fotos
Jimmy Baikovicius (3)
El viñedo de la Bodega Garzón, en el departamento de Maldonado, fue premiado como segundo mejor del mundo por el World’s Best Vineyards Awards. La selección se hizo en base a los votos de 500 aficionados al vino nucleados en una academia internacional. Para garantizar una muestra representativa, se divide al mundo en 18 regiones geográficas, con 36 conocedores de vino cada una. El Cono Sur tiene mucho que festejar, porque el Río de la Plata copó los primeros puestos de la entrega de premios 2020. El primer puesto fue para el viñedo argentino Zuccardi Valle de Uco. A Bodega Garzón le siguen Domäne Wachau, de Austria, Montes, de Chile, y Robert Mondavi, de Estados Unidos. Otro viñedo uruguayo, el de Bodega Bouza, está en el puesto 26. “Bodega Garzón continúa dejando su huella tanto en la calidad de los vinos como en la experiencia turística que ofrece”, se lee en la motivación del premio, que detalla también que se trata de un proyecto sustentable de 85 millones de dólares que incluye un hotel de lujo, un restaurante dirigido por el chef Francis Mallmann y vinos de clase mundial a cargo de Alberto Antonini. Destacan su producción en Tannat pero también en Albariño. También son muy elogiosos con Bouza, destacando el trabajo pionero de Eduardo Boido con los vinos, que logró algunos de los mejores ejemplos de Tannat. “Ofrece un recorrido memorable en un lugar de tranquilidad rural a solo 15 minutos en auto desde Montevideo”, indica el listado, que recomienda además visitar la colección de coches antiguos de Juan Bouza. Montevideo Portal