Siempre triunfa
el amor
Una olla de amor En nuestro edificio andamos con algunos problemas de consorcio, de seguridad, nada nuevo para quien habita un departamento. Sin embargo nos obligó a resolver juntos cambios de cerradura, entrega de las llaves y coordinar para cuidarnos más entre todos... Y se creó el típico grupo de whatsapp. Una noche, a eso de las once, cuando bajé a abrir la puerta de entrada sentí mucho olor a quemado. Me acerqué al ascensor, no noté nada, pero el olor era intenso y si bien no había humo me surgió mandar un mensaje para saber si alguien estaba en problemas. Al ratito responde Mirta, una vecina de planta baja, que efectivamente el olor salía de su departamento, debido a que se le había quemado una comida que estaba preparando en su cacerola Essen. La noticia me tranquilizó y me hizo recordar cuando hace unos cinco años me pasó algo similar con mi única cacerola del mismo estilo, que nunca pude recuperar. Si bien a Mirta solo la conocía por la foto de whatsapp sentí que seguramente estaría viviendo la misma situación de haber “perdido” su cacerola como me paso a mí. En el momento reparé que yo tenía un sartén Essen en buenas condiciones que usaba mucho menos, porque a fin de año había recibido el regalazo de un juego completo. Entonces le saqué una foto, le escribí a mi vecina y se la ofrecí. Me agradeció sorprendida. Cuando volví a bajar para dársela me recibió como si nos conociéramos de toda la vida. Me súper agradeció y me mostró la suya, irrecuperable. Fue así, breve pero un muy lindo momento, de alegría mutua. Siento que ahora tengo una vecina más cercana en la planta baja. Cristina (Buenos Aires)
Actos de amor en familia Somos una familia de cinco integrantes: papá Francisco, mamá Micaela, Francisca (8 años),
EN UN EDIFICIO, CON UNA PERSONA DESCONOCIDA O ENTRE ABUELA Y NIETOS DE MANERA VIRTUAL, EN LA APERTURA HACIA LOS VECINOS, EN LA ACTIVIDAD LABORAL O EN LA ÍNTIMA RELACIÓN CON DIOS, LO QUE VENCE ES EL AMOR QUE PONEMOS EN CADA COSA QUE HACEMOS. Recogidos por la redacción
Vicente (6) y Carmela (4). Vivimos en La Bolsa, Córdoba. Somos muy poquitos los que habitamos este lugar, así que entre vecinos nos ayudamos y nos solidarizamos el uno con el otro. Un domingo la señora que vive enfrente de casa, quien tiene una huerta y a la que nosotros aportamos también como vecinos, nos trajo la mitad de un zapallo que había cosechado, nos pasó la receta y la hicimos tal cual. Y así lo compartimos en casa. Ese día nuestros hijos estaban felices de haber recibido ese acto de amor por parte de la señora de enfrente y decidieron hacer su propio acto de amor para con los vecinos de al lado. Se trata >>
TESTIMONIOS
DE LA VIDA COTIDIANA
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