REFLEXIÓN
DOLOR Y OPORTUNIDAD
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La salida
es hacia adentro EL CONTEXTO DE PANDEMIA Y LA OCASIÓN PARA UN VIAJE HACIA EL INTERIOR DE UNO MISMO. por José Luis Gerlero*
Ciudad Nueva | 620 | Junio 2020
H
ay situaciones en la vida que son planificadas, previstas y ejecutadas con cierta rutina; sin duda nos dan sensación de control y nos permiten habitar la tan ansiada seguridad. Por otra parte existen realidades que irrumpen, se imponen con su propia fuerza y nos hacen notar que el control y la seguridad no tienen la entidad que les otorgábamos. ¿Qué hacer cuando nada se puede hacer? ¿Hacia dónde caminar cuando el horizonte se desdibuja? ¿En dónde, en quién apoyarnos cuando el suelo parece ceder bajo nuestros pies? En momentos críticos se nos presenta la oportunidad de retornar a lo esencial y lo esencial es aquello sin lo cual no tendríamos nuestra dignidad e identidad pero que no podemos cultivar sino por medio de la escucha. La pandemia nos pone en un durante de inquietud y en un después de incertidumbre y es la dimensión
espiritual que albergamos todos los hombres en lo profundo de nosotros la que nos permite entender que la salida es hacia adentro. Muchas serán las consecuencias dolorosas de esta situación: económicas, vinculares, proyectos truncados, afecciones emocionales; no obstante, lo más trágico sucederá si desperdiciamos este tiempo en no trabajar por nuestra propia transformación. Si hay algo que nos señala esta situación es que muchos de nuestros afanes y luchas, preocupaciones y desvelos no nos dan respuesta a nuestra sed última y para muchos más la pobreza se presenta como grito desgarrador que los empuja a una nueva intemperie. La pregunta que se impone para el tiempo de post-pandemia no es ¿qué haremos?, sino ¿quiénes seremos? Nuestro corazón transformado puede generar caminos impensados para una revolución cultural, en donde la competencia y el consumo indiscriminado den lugar a la solidaridad y una mayor libertad frente a las cosas. Es ampliamente conocido que los grandes objetivos y los propósitos heroicos duran lo que el agua en una canasta. En espiritualidad se comienza hoy, se avanza de a un paso y no sirve tanto el “para siempre” como el “todos los días”. ¿Quién ingresó en esta cuarenta y quién quiere salir?, ¿quién soy en el trabajo, en la familia y quién quiero ser?, ¿quién afrontó la adversidad el 20 de marzo y quién la afronta hoy? La lucha no cambia, pero sería una gran oportunidad para que cambie el luchador. Perder el foco nos hace perder la serenidad y perdida ésta nos coloca en un camino de decisiones erróneas, de las cuales muchas pueden ser fatales. No temo equivocarme al afirmar que este tiempo nos desestabiliza y, a medida que corren los días, se ve afectado nuestro equilibrio interior, las preocupaciones, la incertidumbre, el riesgo de la propia sustentabilidad nos desorientan y nos hacen presa fácil del miedo. ¿Es posible escapar de esta trampa? Una vez más la respuesta frente al miedo es la confianza y ésta se ejerce en la más absoluta oscuridad. En tiempos de bonanza la confianza puede confundirse con esa extraña sensación de omnipotencia que da el éxito, en donde nos atribuimos de manera