TIEMPO DE PANDEMIA
ENFOQUE
Entre el dolor
6
y la gracia ALGUNAS DE LAS RESPUESTAS QUE EL COPRESIDENTE DEL MOVIMIENTO DE LOS FOCOLARES BRINDÓ A CRISTOVISIÓN (COLOMBIA), EN OCASIÓN DE LA JORNADA DE AYUNO Y ORACIÓN DEL PASADO 14 DE MAYO PROMOVIDA POR EL PAPA FRANCISCO, AYUDAN A IR EN PROFUNDIDAD EN ESTA SITUACIÓN ADVERSA QUE VIVE LA HUMANIDAD. por Jesús Morán
Ciudad Nueva | 620 | Junio 2020
H
e dicho y escrito en múltiples ocasiones durante estos meses que, a mi modo de ver, este es un tiempo de dolor, inmenso dolor, y gracia. Dolor, evidentemente,a causa detodos aquellos que nos han dejado, cercanos y lejanos, familiares, amigos, vecinos, y por la cantidad de gente que sigue sufriendo en los hospitales y en las casas. Dolor por la forma en que muchos han muerto: lejos de sus seres queridos, no pocos en total abandono. Dolor por los que están ya atravesando penurias de todo tipo a causa de la falta de trabajo, de asistencia sanitaria adecuada, por el futuro incierto. Dolor por la incapacidad que muchos han mostrado de dejar atrás rivalidades políticas o de cualquier tipo, intereses personales y demás, para servir al bien común. Esto también ha sido muy doloroso. Gracia, por muchas razones. En primer lugar, este tiempo nos ha puesto bruscamente frente a lo que somos en realidad, es decir, frente al espejo de nuestra fragilidad y vulnerabilidad como criaturas. No somos, ni individual ni socialmente, esos seres omnipotentes que corren sin límites por la vía del progreso infinito. Ha bastado un simple organismo acelular para desbaratar nuestros sueños de grandeza. La pandemia ha confundido el idioma del progreso tecnológico infinito y hemos tenido que abandonar nuestra torre de Babel. Una torre de Babel que quería edificarse sobre un único proyecto, una única lengua, una uniformidad que aniquilaba cualquier tipo de diversidad. En efecto, hemos llegado a la luna, pensamos que podríamos incluso habitar planetas diferentes del nuestro, la inteligencia artificial se encamina a resolver casi todos nuestros problemas, a elevar a cotas inéditas nuestro potencial creativo; y, sin embargo, en materia sanitaria estamos reviviendo las pestes que nuestros antepasados medievales sufrieron
en medio del terror, con la misma incapacidad de comprensión y resolución eficaz del problema. No cabe duda de que este brusco desmoronamiento ha abierto un espacio a la reflexión, a la compasión y a la trascendencia. Nos ha hecho descubrir la corporeidad como principio de relación, interpersonal y social. Nos ha hecho meditar profundamente acerca del destino de nuestra condición corpórea y por lo tanto nos ha puesto frente al gran enigma de la vida y de la muerte. Ha sido y es, por ello mismo, una gran oportunidad para anunciar la verdad del cristianismo como una visión de sentido completa: un Dios amor que se hace hombre, se encarna en un cuerpo mortal, sufre el martirio (el climax de toda enfermedad, entendida como disgregación física), muere y resucita con un cuerpo glorioso, no sin antes habiéndonos dado su propio cuerpo y su propia sangre como alimento, prenda de una vida eterna en la cual