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Por qué los maestros
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Por qué los maestros de gong fu se niegan a enseñar
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Fightland Blog
Por Sascha Matuszak
Fotografía por Oliver Dietze/EPA
En China, las artes marciales tradicionales aún tienen su lugar cultural y social en la mesa, pero es un asiento de honor, y le falta poder e infl uencia real. Fuera de China, la ola de kung fu que dio pie a mil dojos está desvaneciendo ante las artes marciales mixtas y otras disciplinas orientales más populares, como el taekwondo y karate.
La narrativa dominante en cuando a por qué el gong fu no es tan popular ahora tiene que ver principalmente con su falta de efectividad como forma de defensa personal. El gong fu es genial para películas y presentaciones acrobáticas, dicen, pero malo para una pelea. Es fácil apuntar al crecimiento del MMA y decir, “¿Ves? Esto es lo que la gente quiere en realidad”.
Ese sería el fi n del debate, excepto por el hecho de que las técnicas de artes marciales chinas se encuentran en las artes marciales nombradas anteriormente ¬—ambas tienen su raíz en China— y en el MMA también. Sí, incluso en UFC, se usan técnicas y golpes básicos de artes marciales chinas, efectivamente, en cada pelea. El gong fu tiene una patada latera, redonda, codos, patadas frontales bajas y más. Los maestros chinos le enseñaron a sus estudiantes a mantener las manos arriba, a conectar a alguien con la rodilla, la razón por la que conectar la parte carnosa del muslo puede arruinarle el día a tu oponente, y el secreto de todos los golpes: movimiento de pies y caderas fuertes. Entonces en realidad no es una cuestión de no ser efectivo en una pelea sino un problema de promoción y algunos otros detalles. Algunos de esos detalles son los métodos de entrenamiento y sistemas de los maestros tradicionales.
En un ensayo reciente que discute la intangible herencia cultural y las artes marciales tradicionales, el profesor Ben Judkins analiza un ensayo de Patrick Daly, “Modernidad en las Peleas: Artes marciales tradicionales de China y la transmisión de herencia cultural intangible”, para un acercamiento al por qué el gong fu está en declive.
Daly tal vez es más conocido por su documental sobre las artes marciales tradicionales de China en la isla de Borneo, “Needle Through Brick”.
El fi lme muestra cómo los maestros chinos dejaron China en el último siglo para escapar de la persecución de los Comunistas , sólo para ver a su arte disminuyendo lentamente mientras los niños capitalistas elegían otras artes, otros valores, otras normas, en lugar de las que representa el gong fu. Vale la pena darle un vistazo a ambos ensayos y el documental, pero por ahora nos vamos a enfocar en un pasaje del ensayo de Daly que Judkin destacó como indicativo de la que los artistas marciales consideran la causa del declive:
“…Cuando le pregunté porqué no era más activo al enseñar, respondió con voz dura:
En mi opinión, el mundo ha cambiado. Nunca le enseñé a mi hijo o mi nieto. La gente me pide que en-
señe, pero la mente de las personas en la actualidad es malvada… Un maestro verdadero solo puede enseñar gong fu real a un discípulo que entrene con él al menos durante diez años para conocer bien su carácter o si dará problemas. No enseñaremos el uso práctico del gong fu a alguien que ha aprendido durante dos o tres años. Es una cultura tradicional. Es por eso que gran parte de ella se extingue. El gong fu tradicional chino es así”.
Cuando le pregunté si era posible modifi car la manera en que los estudiantes eran seleccionados y los métodos básicos de entrenamiento, todos los maestros en la mesa dijeron ‘no’.
Me aclararon que el proceso con el que enseñan gong fu era integral para las artes y que no sería posible enseñarlo si las cosas fueran ‘más fáciles’… Además, dijeron que incluso si quisieran cambiar los métodos, no podrían, porque han hecho un juramento y estaban obligados a continuar enseñando de la manera en que les enseñaron sus maestros. Uno comentó:
‘Se ha hecho así generación tras generación. Ha pasado de maestro a estudiante a lo largo de los años. Así que no podemos hacerlo tan l ibremente como quisiéramos. Debemos respetar la manera en la que se hacían las cosas. Así es como respetamos a nuestros maestros’. Es muy revelador. La metodología es la identidad que esperan transmitir los maestros a sus estudiantes y cambiarla un poco la disminuye y hace fracasar su propósito. Tener un muñeco de madera o un bloque de piedra en tu escuela de kung fu te vuelve real y solo los estudiantes que se dedican a estos tipos de herramientas y los muchos ejercicios que las acompañan son estudiantes verdaderos de gong fu.
Darle un vistazo a las artes marciales que fl orecen y a los peleadores que prosperan nos dice cuales métodos de entrenamiento evolucionan o deben evolucionar con el tiempo. Incluso la reciente lesión de Cain Velasquez da pie a discusiones sobre los entrenamientos arcaicos y su efecto contraproducente en el cuerpo.
Aún así los maestros chinos se mantienen enseñando sus métodos, los cuales giran alrededor de la fi losofía del “cuerpo de hierro”, una manera de desencantarse para aquellos que han visto sus patadas volviéndose más fuertes después de algunos meses golpeando manoplas. Los maestros dicen que los jóvenes son débiles y no soportan la fuerza; los artistas marciales jóvenes escuchan “diez años golpeando esta vara de hierro y estarás listo” y se van a un gimnasio de MMA. Sin mencionar que el gimnasio promedio de MMA o jiu-jitsu brasileño no te exprime cada gota de energía del cuerpo. La gente se desgarra los ligamentos de la rodilla entrenando todo el tiempo… solo que es más difícil ver la luz al fi nal del túnel del gong-fu.
Judkins y Daly analizaron la herencia cultural y los valores sociales que represen tan tales herramientas de entrenamiento y métodos, y encontraron ahí el centro de las artes marciales tradicionales: que deben ser protegidas y salvadas de la modernidad y la razón por la que los maestros preferirían morir sin estudiantes que enseñar un arte falso. Las artes marciales tradicionales mantienen sus métodos de entrenamiento (y sus tiempos) porque creen que su sistema crea un artista marcial más sólido, responsable y centrado. No hay cinturones negros de jiu-jitsu menores de 18 años por la misma razón. Se necesita ese tipo de persona para mantenerse, por lo general, y hay recompensa al fi nal del camino. Para los artistas marciales tradicionales de occidente, el entrenamiento es un proceso para depurar a los no preparados, porque la meta real es desarrollar y cultivar el qi gong y el comportamiento cultivado que debería resultar de una energía interna fuerte. El gong fu no es solamente un arte de peleas para los maestros de la actualidad, sino también un camino hacia la espiritualidad. Envolver al kung fu con el taoísmo o la fi losofía zen del budismo y ligar las artes marciales casi religiosas con el concepto del qi gong interno es básicamente un canon para muchos artistas marciales tradicionales.
Saltarte una parte de ese proceso signifi ca que nunca alcanzarás tu meta, y todo será en vano. Esto ayuda a explicar la razón por la que los maestros tradicionales han sido lentos en llevar métodos modernos y por qué los tradicionalistas tienen a subestimar a los peleadores de MMA. Si ves las cosas desde su perspectiva, los peleadores son parecidos a bárbaros jugando con algo que no comprenden. Si se ve de esta manera, entonces es difícil imaginar a los maestros tradicionales cambiando los métodos en algún momento.
Como Judkins escribe al fi nal de su ensayo: “Las artes marciales tradicionales, cuya desaparición es lamentada por los maestros que Daly entrevistó, no era entendida como un simple conjunto de habilidades de defensa personal. En lugar de eso, era un medio para reunir valores y relaciones que apoyaban un mundo social que ahora ha desaparecido debido al cambio económico.
Las preservación de estas técnicas requeriría innovación institucional, pero por defi nición, los valores de esas nuevas instituciones (capaces de competir en el mundo racional, estandarizado y lineal de la pedagogía moderna) no serían lo mismo que aquellos que le dieron forma al grupo de maestros en su juventud”.
Los maestros tradicionales constantemente buscan al chico de cinco años dispuesto a dedicar su vida a sistemas brutales, porque para cuando tenga veinte, debería ser lo sufi cientemente sólido en las “artes duras” para comenzar a entrenar las “artes suaves”. Y para cuando este en sus cuarenta, el chico será un verdadero maestro y estará en camino a dejar su vida mortal para unirse con el camino.
Cualquier otra cosa es simplemente un deporte.
Amar al pueblo, renovarlo moralmente y procurarle los medios necesarios para la vida cotidiana. Por este motivo, debe servirse en primer término con soberano respeto a Aquel que es el Primer Dominador.
Cultivar la virtud personal y tender sin cesar a la perfección. En la vida privada como en la pública, observar siempre el sendero superior del «Justo Medio».
Tener en cuenta las dos clases de inclinación propias del hombre: unas proceden de la carne y son peligrosas; las otras pertenecen a la razón y son muy sutiles y fáciles de perder.