Club de lectores 05 - Otoño 2003

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Margo Glantz

México D.F. Otoño de 2003. Año 2 Número 5

Margo Glantz: contrarios que se complementan

Un viaje a las antiguas civilizaciones. Una visión renovada… del pasado. Pág. 47

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CONTRARIOS QUE SE COMPLEMENTAN

Margo Glantz "Me parece muy importante que se haga una promoción por la lectura, pero hay una polarización entre el deseo y la realidad."

¿Si usted creara una guía de lectura para los niños mexicanos, qué libros incluiría? Y bueno, los libros clásicos, los tradicionales, los cuentos de hadas siguen siendo muy importantes. Distribuir cuentos de las diferentes etnias… Hay libros que hacen que los niños busquen las lecturas, que les llamen la atención. Historias como Un capitán de 15 años o Dos años de vacaciones, de Julio Verne; Los tres mosqueteros, de Dumas; más tarde Las batallas en el desierto, de José Emilio Pacheco, por ejemplo. Varios autores, agrega, han publicado importantes libros para niños, y cita entre ellos a Juan Villoro y Francisco Hinojosa. Otoño 2003

Una casa blanca con puertas de madera de roble es el hogar de Margo Glantz, escritora, lingüista y estudiosa del siglo XIX mexicano. Ella está ocupada revisando las pruebas de unas litografías que serán usadas para la edición de una obra que actualmente supervisa; sin embargo, regala a Club de Lectores unos minutos de su tiempo. Al interior de su casa, el folclor europeo y el nacional se entretejen con un exquisito buen gusto, probablemente como consecuencia y reflejo de la encrucijada cultural que envolvió la vida de la autora y que se cristalizó en su novela Las genealogías. Las genealogías es una historia familiar… una autobiografía novelada. Para mí es un libro importante, la percepción de la Ciudad de México a través de los ojos de unos inmigrantes –y a través de los míos que fui su hija–, en contraste con el país del que vinieron, Ucrania. Es un montaje entre la visión de la infancia y la juventud de mis padres en Europa y su adaptación a México, antes y después de que naciéramos mis hermanas y yo aquí en México; debe de haber sido raro para ellos tener hijas en cierta medida extranjeras a sí mismos… Margo Glantz, al igual que muchos intelectuales, se preocupa por difundir el gusto por la lectura. Al preguntarle sobre el programa Hacia un País de Lectores, que actualmente impulsa el gobierno, responde: Ojalá se hiciera una promoción de la lectura, pero hay una polarización entre el deseo y la realidad… Tiene que

haber proyectos que se dirijan a las diferentes posibilidades de lectura que hay –propone Glantz, y cita como ejemplo la Guía para padres que, a juicio suyo, es inapropiada por estar demasiado ideologizada y no ser laica–. ¿Por qué no hacer una guía de lectores, ésa sí, laica, menos ideologizada? Se debería hacer un trabajo mucho más profundo aprovechando esos canales, como guías de lectura, con grupos de profesores y escritores que vayan a enseñar a leer a los niños (y a los profesores) en la primaria, la secundaria, en las preparatorias; que se intensifique el interés por la literatura infantil y juvenil, para que se siga escribiendo y se creen secciones especiales en las editoriales para los niños y los jóvenes, como las publicaciones que se hacen, por ejemplo, en Chile y en Argentina, ya no en Europa y

Estados Unidos. Es necesario mejorar los canales más adecuados de distribución y promoción: hay antecedentes importantes, Felipe Garrido con El ermitaño, Daniel Goldin en el Fondo de Cultura Económica, los libros para niños de Alfaguara, etc. El éxito de libros como Harry Potter demuestra que hay un potencial enorme de lectores jóvenes y que cuando se producen libros que atraen la atención de los niños y los adolescentes, la televisión no constituye un obstáculo que impida la lectura juvenil. La escritora reflexiona sobre las acciones que le parecen necesarias para impulsar un país de lectores, por ejemplo, modernizar y digitalizar las bibliotecas que existen en México; propiciar que se brinde en ellas un mejor servicio, y sugiere que para alcanzar este propósito podríamos volver la mirada


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hacia célebres creadores literarios, quienes han sido siempre grandes lectores. Gente como José Emilio Pacheco y como Carlos Monsiváis fueron siempre lectores de poesía y desde niños aprendieron a leerla y a memorizarla, una de las prácticas que han caído en olvido y que con la computación pueden desaparecer. La memoria y la lectura van juntas, pero es necesario propiciar un ejercicio de memoria dinámica, creativa, inteligente. Entonces, ¿cómo hacer para que los niños y jóvenes sean grandes lectores? Que lean a los grandes escritores del siglo XIX, que lean el folletín francés, el mexicano, los libros de aventuras, de viajes, los mitos…

A propósito de José Emilio Pacheco, Premio Octavio Paz de Poesía y Ensayo 2003, destaca: Es un poeta maravilloso José Emilio, la verdad, es una persona que puede impulsar la lectura. Con que diera unas cuantas conferencias, aumentaría el número de lectores. Es extraordinario José Emilio, divertidísimo, de una erudición maravillosa y profunda que sabe manejar extraordinariamente bien. Las batallas en el desierto, reitera, sería un libro muy bueno para incluir en la guía de lectura que ella crearía. APARICIONES “Por más que se intente prescindir del cuerpo en la relación mística, el cuerpo nunca pierde su fuerza.” En Apariciones, el cuerpo autoflagelado y anoréxico de las monjas católicas produce visiones de encuentros místicos con Cristo y la corte celestial. Paralelamente, una pareja que sostiene una relación erótica muy intensa, llega más allá de lo que el propio erotismo puede soportar. Margo Glantz dice que esta novela refleja “la omnipotencia del cuerpo en todos los niveles”. 128 págs.

Nº 204002 99 puntos LAS GENEALOGÍAS Toda inmigración conlleva una paradoja: la amenaza de la pérdida de las tradiciones y valores propios para adaptarse a una cultura diferente, y la esperanza de continuar y evolucionar la cultura a la que se pertenece en un territorio ajeno al nuestro. “Es una historia familiar… una autobiografía novelada” (Margo Glantz). 240 págs.

Nº204098 139 puntos

SOR JUANA La comparación y la hipérbole La monja jerónima suscitó gran admiración y enorme violencia entre sus contemporáneos y, como prueba de ello, tenemos lo ilimitado del elogio y la medida de la persecución, que, alguna manera, se ha perpetuado hasta hoy. ¿Cuáles serían los límites de la hiperbolización de su figura? 255 págs.

Margo Glantz (Coordinadora)

EL RASTRO Dice Pascal: “El corazón tiene razones que la razón desconoce.” Este aforismo francés es el eje de esta novela acerca del corazón, que se desarrolla a partir de una obsesión. 172 págs.

Nº 205008 175 puntos

LA MALINCHE, SUS PADRES Y SUS HIJOS Memorias de un coloquio sobre la figura legendaria e histórica de la Malinche, en el que participaron Carlos Monsiváis, Roger Bartra, Hernán Lara Zavala y otros connotados escritores, así como otros ensayos sobre los mitos, usos y costumbres que han hecho de Malintzin el ejemplo por excelencia del mestizaje. 313 págs.

Nº 239024 139 puntos

Nº 208053 113 puntos Club de Lectores Nº 5

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El Club de Lectores constituye un sistema para la consecución de fines culturales donde se anima a descubrir y compartir el gusto por la lectura, facilitando la adquisición de buenos libros con la intención de formar e incrementar el acervo de las bibliotecas familiares. El Club de Lectores trata de acercarse, particularmente, a personas o comunidades que en razón de su situación social, física o cultural no pueden acudir a otras instancias.

Programa Nacional Hacia un País de Lectores La consolidación de nuestra democracia, a través del ejercicio cabal de la ciudadanía, exige la formación de ciudadanos en el sentido completo de la palabra: personas capaces no sólo de elegir a sus gobernantes sino de participar en la toma de decisiones que afectan a la vida colectiva. Para la formación integral del ciudadano, para su capacidad de decisión, para el desarrollo cultural del individuo y el de los grupos sociales, la lectura es una condición indispensable: una lectura libre, autónoma, ejercida como forma de vida, como afición placentera y satisfacción personal, como manera de encuentro con los otros […] […] Este Programa es el conjunto de esfuerzos que el gobierno de la República propone a la sociedad para incorporar la lectura en la vida de todos los mexicanos: en el hogar, la escuela, la universidad, los espacios culturales, los lugares públicos, y los centros de distribución y acceso a los libros y a otros materiales de lectura. Considera, asimismo, la unión y la colaboración de todos los actores y esferas de la sociedad como condición básica para lograr su objetivo: autores, editores, impresores, libreros, bibliotecarios, promotores voluntarios, maestros, padres de familia, organizaciones sociales y privadas, medios de comunicación y ciudadanos en general. También el firme compromiso y la colaboración de las órdenes de gobierno: federal, estatal y municipal. De ahí que, como política de Estado, habremos todos de garantizar un esfuerzo colectivo sin precedentes para desarrollar nuestras capacidades y consolidar nuestro proyecto democrático; esto es, hacer de México un país de lectores. Fuente: Programa Nacional Hacia un País de Lectores, Presidencia de la República. 2

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Bienvenido al Club de Lectores En Club de Lectores trabajamos para procurarle una gran variedad de libros cuyas características —así como nuestras promociones— se dan a conocer en nuestra revista trimestral y en nuestra página web www.clublectores.com Una vez que seleccione los libros de su agrado háganoslo saber al 01800 31 222 00 o en www.clublectores.com y utilice sus puntos para adquirirlos y recibirlos en el siguiente envío mensual. Al solicitar el canje, le sugerimos confirmar la equivalencia en puntos y existencia de los libros elegidos, ya que éstas pueden variar sin previo aviso debido a cambios de políticas en las diferentes editoriales. Todo lo ofrecido en esta revista será válido únicamente del 1º de septiembre de 2003 al 30 de noviembre de 2003. Para cualquier aclaración, o para realizar su canje de puntos, también puede recurrir a la sección "Usa tus puntos" en www.clublectores.com Agradecemos su confianza y esperamos que disfrute de las excepcionales facilidades que el Club de Lectores ofrece para hacer de la lectura una actividad de deleite familiar.

Club de Lectores Revista trimestral Año 2 Núm. 5 Septiembre 2003 Director Ignacio Uribe Ferrari Redacción Susana Garduño Soto Coordinación del fondo editorial Virginia Krasniansky Corrección de estilo Celina Orozco Correa María Jesús Arbiza Virginia Krasniansky

Diseño, formación y fotografía digital Pedro Zúñiga Montes Fotos de Margo Glanz: Laura Alejandra Alcaraz Editor responsable Nelson Uribe de Barros El contenido de las colaboraciones es responsabilidad exclusiva de sus autores.

©Club de Lectores es una publicación trimestral editada por Edilar S.A. de C.V. con domicilio en Blvd. Manuel Ávila Camacho 1994, Desp. 403, Torre Ejecutiva Satélite, Tlalnepantla, Edo. de México, C.P. 54055. Teléfonos (01) 55 53 61 96 11, larga distancia sin costo 01 800 31 222 00. Fax (01) 55 53 62 08 51. Correo Electrónico: club@clublectores.com, dirección en Internet: www.clublectores.com. Certificado de Reserva otorgado por el Instituto Nacional del Derecho de Autor: 04-2002-090919153500-102. Número de Certificado de Licitud de Título: 12203. Número de Certificado de Licitud de Contenido: 8858. RFC: EDI940408HPA. Editor Responsable: Nelson Uribe de Barros. Edición computarizada: Edilar S.A. de C.V. Impresión: Gráficas Monte Albán S.A. de C.V., Emiliano Zapata 93, Col. San Juan Ixhuatepec, Tlalnepantla, Edo. de México.


EDITORIAL

E

n algún momento le preguntaron a Roland Barthes, el gran crítico y semiólogo francés: “¿Se puede enseñar la literatura?” Y él respondió: “A esta pregunta contestaré diciendo ‘sólo hay que enseñar eso’; afirmo paradójicamente que sólo hay que enseñar la literatura porque se le pueden aproximar todos los saberes.” En esta declaración tan tajante hay un sobreentendido: una oposición al prejuicio de que la literatura miente, de que el conocimiento estaría repartido entre disciplinas que dicen la verdad y otras que la encubren (como dice nuestro autor, lo contrario de mentir no es forzosamente decir la verdad), consideradas como territorios de la ficción, de la frivolidad y de la diversión escapista. Por otra parte, es evidente que lo explícito es lo siguiente: la literatura está atravesada por todos los saberes y conocimientos del hombre y del mundo, la filosofía, la ciencia, la técnica, el amor, el inconsciente, los sueños, la geografía, los viajes, la historia, el lenguaje, las imágenes, la vida cotidiana, la sociología… En suma, la literatura es una mediadora del saber prácticamente total. Sin embargo, hay que reconocer que la propuesta de Barthes es una utopía, porque existen instituciones, programas, plazos que cumplir y toda la dinámica ineludible de la escuela, sin contar que nuestras sociedades se caracterizan por sus escasos lectores. Pero, ¿cómo transmitir el amor a la lectura, cuando los textos son objeto de trabajo, de tareas, de programas que excluyen la lectura gozosa y libre, y de una historia que impone un saber constituido y difícil de contradecir? Para comenzar, en lo que respecta a la llamada buena literatura, que se opone a los textos considerados peligrosos, ya sea porque son víctimas de la condena ideológica y política o de la censura sexual, o aquellos que son despreciados por no pertenecer a los cánones aceptados. Un pequeño paréntesis. Siempre me ha fascinado el hecho de que se reconoce que la lectura es fundamental y al mismo tiempo somos los herederos de una tradición literaria ambigua, que insidiosamente nos sugiere que la lectura es peligrosa. Pienso en el pobre Don Quijote, protagonista de la primera novela –en el sentido moderno de la palabra– de Occidente, cuyos sesos se revolvieron porque leyó demasiados

LA LECTURA Y LA ENSEÑANZA libros de caballería, y hubo que hacer de ellos una pira; o la también pobre Madame Bovary, cuya desgracia viene principalmente de todas las novelas que envenenaron su cerebro “con infelices ilusiones”, como dice el tango. Otro problema: se proclama que la televisión aparta a los posibles lectores de los libros. Diré que se trata también de una falacia porque se puede ver televisión y leer. El espacio de este artículo no me permite extenderme sobre el hecho de que todos vemos televisión (y no todos abandonamos la lectura); de que los padres que ordenan a sus hijos que vayan a sus cuartos a hacer sus tareas y, por lo tanto, a leer sus libros, lo hacen a veces desde el sillón de la sala, frente al televisor encendido; de que cuando un niño ha obtenido malas calificaciones, el castigo consiste en “no ver televisión” durante un tiempo determinado (la televisión, entonces, es un premio). Creo que la enseñanza podría hacer algo por aumentar la lectura. El primer principio que habría que aceptar es que son muchos los textos que pueden ser leídos y, puesto que los niños y los adolescentes se dejan atrapar por los medios de comunicación más alienantes, aparte de las materias tradicionales, y sin renunciar a los principios de una escuela laica y gratuita, no deberíamos darle la espalda, noblemente asqueados, a ese fenómeno; en cambio, tendríamos que crear materias de lectura de películas, de telenovelas, de acontecimientos deportivos, de la música popular, de la publicidad obsesiva con la que los (nos) bombardean, de los cómics o de la mala literatura que a veces se lee. Pero todo ello deberá hacerse a partir del análisis de las formas simbólicas, del desciframiento de los códigos múltiples puestos en juego en todas las estéticas –tanto las altas como las bajas y populares–, con ayuda de los estudios semiológicos y con el objetivo de ejercitar el espíritu crítico y el cuestionamiento de los lugares comunes, del conformismo y de los supuestos establecidos. Nora Pasternac*

*Doctora en Letras Hispánicas por El Colegio de México. Catedrática del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM).

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Sor Juana Inés de la Cruz (1651 -1695) Más allá de las vanidades El 12 de noviembre de 1651 (1649, según algunos autores) nace en San Miguel de Neplanta, Estado de México, Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana. Entra al servicio de los virreyes de Nueva España en 1664, y se mantiene en él hasta el momento que decide profesar en la orden religiosa de las Jerónimas, a los veintiún años. Su vida fue una búsqueda apasionada e incesante de conocimiento. En la Carta respuesta a sor Filotea de la Cruz, donde hace una intensa declaración de principios intelectuales, dice: «podía conmigo más el deseo de saber que el de comer». Sus confesiones provocaron un enfrentamiento con la sociedad patriarcal donde no se admitía la genial libertad de espíritu, sobre todo en una mujer. ¿En perseguirme, mundo, qué interesas? ¿En qué te ofendo, cuando sólo intento poner bellezas en mi entendimiento y no mi entendimiento en las bellezas? Yo no estimo tesoros ni riquezas, y así, siempre me causa más contento poner riquezas en mi entendimiento que no mi entendimiento en las riquezas. Y no estimo hermosura que vencida es despojo civil de las edades ni riqueza me agrada fementida, teniendo por mejor en mis verdades consumir vanidades de la vida que consumir la vida en vanidades Su formación fue febril, autodidacta y reflexiva; todo lo aprendió sola en los textos, sin maestros ni condiscípulos e incluso, durante una temporada en la que se le prohibió la lectura, no por ello dejó de estudiar, pues lo hacía: «en todas las cosas que Dios crió, sirviéndome ellas de letras». Un fenómeno que fascinó su mente lógica e indagadora fue muy especialmente el amor: Amor empieza por desasosiego, solicitud, ardores y desvelos; crece con riesgos, lances y recelos; susténtase de llantos y de ruego. Doctrínanle tibiezas y despego, conserva el ser entre engañosos velos, hasta que con agravios o con celos apaga con sus lágrimas su fuego. Su principio, su medio y fin es éste: ¿pues por qué, Alcino, sientes el desvío de Celia, que otro tiempo bien te quiso?

¿Qué razón hay de que dolor te cueste? Pues no te engañó amor, Alcino mío, sino que llegó el término preciso. Su obra literaria es principalmente poética, destacan en ella los sonetos, en los cuales hizo gala de su brillante e irrefutable lógica. Cultivó con maestría también el teatro. En su extensa obra sobresale Primero sueño, entramada red alegórica de su búsqueda interior, que ha merecido la asombrada y admirativa atención de Octavio Paz, a quien debemos el más profundo ensayo sobre la vida y obra de la autora: Sor Juana Inés de la Cruz o Las trampas de la fe. La virreina y mecenas de Sor Juana, su amiga Leonor Carreto, se encargó de la primera publicación de su obra, la colección poética “Inundación Castálida”. Su vida concluyó a causa de una epidemia de tifo, en el año de 1695, a los 44 años. Soneto a un retrato que le hicieron a Sor Juana. Éste que ves, engaño colorido, que, del arte ostentando los primores, con falsos silogismos de colores es cauteloso engaño del sentido; éste en quien la lisonja ha pretendido excusar de los años los horrores y venciendo del tiempo los rigores triunfar de la vejez y del olvido: es un vano artificio del cuidado; es una flor al viento delicada; es un resguardo inútil para el hado; es una necia diligencia errada; es un afán caduco, y, bien mirado, es cadáver, es polvo, es sombra, es nada.


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