Club #87: Y se hizo la luz [Navidad 2018]

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CARACTER

gladys valentiner de lara [@gvalentiner] fotos: daniella belouche [@daniellabelouchephotographer]

Olga Bolaños

Una vida entre costuras

A los siete años, ya aquella niña dulce y obediente sabía lo que quería. Quizás influenciada por su abuela María Antonia -diseñadora de renombre- sus juguetes más preciados eran unas tijeras y los retazos. Disfrutaba haciendo muñecas de trapo y las engalanaba con hermosos vestidos, armadores de tul y encajes por doquier; tal era su destreza, que al llegar a la adolescencia no existía la menor duda sobre hacia donde iba. Escuchó los consejos de su abuela “sigue tu vocación y haz lo que te gusta hacer”. Mas adelante en la vida, pensó “la pura vocación no basta, el éxito es mi meta y para lograrlo debo estudiar, prepararme y entrenarme”. En su tierra natal Canarias, la joven Juana Hernández, cambió las muñecas por libros y, con ellos bajo su brazo, corrió tras su sueño: El Diseño de Modas. Ya con diploma en mano, le llovían las ofertas, trabajó aquí y allá y así, poco a poco, a pesar de las dificultades de la Europa de la época, comenzó a mirar el éxito, porque la vida premia a los valientes que se atreven a creer que todo es posible. Transcurrieron los años y conoció a Tomás Bolaños, un joven honesto y trabajador y decidió que ese muchacho bueno sería su compañero y un buen padre para sus hijos y lo fue, pero varios años después. Los destrozos de la guerra obligaron a Tomás, al igual que a muchos compatriotas, a probar suerte en América y así, en busca de un mejor futuro, llegó a esta patria amada, a esta tierra de gracia, que lo reci10

bió con los brazos abiertos y le ofreció un mundo de oportunidades. Tres años después, matrimonio por poder mediante, esta linda Canaria llegó al puerto de La Guaira y su destino la esperaba en Valencia. Así, ataviada con sus mejores galas, casada con Tomás, asumió su nuevo nombre: Olga Hernández de Bolaños. Aquí se quedó, aplicó su vasta experiencia entre telas y tijeras, fundó su taller, abrió su tienda “Invi Atelier” en el Centro Comercial La Viña, aquí formó -junto a su amado Tomás- una hermosa familia y, entre todos, comenzaron a hacer patria. Olga Bolaños, poco a poco, con paciencia, constancia y dedicación logro ubicarse en el corazón y en la preferencia de las valencianas conocidas por su elegancia y buen gusto; los trajes de gala, los vestidos de novia con el sello OB causaban furor; pero además ¿cómo no relacionar una blusa de lino, con encajes, alforzas, botoncitos de nácar, detalles en organza, cuello almidonado y mangas arremangadas con Olga Bolaños? Afamada diseñadora, reconocida nacional e internacionalmente, motivo de orgullo para los que la queremos, pero por encima de eso una mujer de temple, de fe, esposa y madre abnegada y mejor abuela, amiga de sus amigos, que se hace querer y que práctica abundantemente la generosidad, además de trabajar incansablemente, junto a sus hijas, Felisa y Macu, siempre en busca de la excelencia, de la perfección, de la gloria.


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