Com-Unión, núm. 1

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Año 1 | Núm 1 Enero-Junio de 2016

M i l a n O p o č e n s k ý ( 19 31 - 2 0 07 ) La belleza y el ser vicio de la teología


Editorial

• ¡Arraaaancamos…!, 1

Senderos

• La belleza y el servicio de la teología, 2 ÓRGANO OFICIAL DE LA COMUNIÓN MEXICANA DE IGLESIAS REFORMADAS Y PRESBITERIANAS (CMIRP) ORGANIZADA EL 28 DE OCTUBRE DE 2012

COMITÉ EDITORIAL Alberto Arenas Mondragón Leopoldo Cervantes-Ortiz Fernando Díaz Navas Édgar Flores Rojas Emmanuel Flores Rojas Chris Ever Galdámez G. Jerónimo Gómez Méndez Hugo Gallardo Duarte Dan González Ortega Silfrido Gordillo Borralles Margarita Islas Marín

Amparo Lerín Cruz Merari Jafet López Acero Raúl Méndez Yáñez Héctor Mendoza Núñez Rubén Montelongo Daniel Andrés Nava Martínez George Reyes Uvaras Tania Tamez Grenda Gerson Trejo Gutiérrez Felipe Vera Palacios

Milan Opočenský

Perspectivas

• Protestantismo peripatético, no patético, 11 Emmanuel Flores-Rojas • ¡Muere, Jesús, muere!, 14 Raúl Méndez Yáñez

Horizontes

• Dossier sobre los 500 Años de la Reforma Protestante: I, 16 • Reforma es centrarse normativamente en Jesucristo, 16 Christoph Markschies • ¿Reforma o refundación?, 21 Giorgio Tourn • Los protestantes según Régis Debray, 23 • Nuevos libros sobre Lutero, Calvino y la Reforma, 25 • Maria Laura Giordano y Adriana Valerio (eds.), Reformas y Contrarreformas de la Europa católica (siglos XV-XVII), 25 • Esbozo cronológico de la Iglesia Bethel, 28 • Dolores, el día después del tornado, 28 Mauricio Rabuffetti

Materiales y noticias

• Libro de Orden de la Iglesia Presbiteriana de Estados Unidos, 30 • Crianza con ternura, un proyecto más que urgente, 30 • Reunión del 10 de abril, Iglesia Ammi-Shadday, 32

AÑO I, NÚM. 1 ENERO-JUNIO DE 2016 CONTACTO: CMIRPWEB@GMAIL.COM

• Curso del Doctor Salatiel Palomino López en México, 33


EDITORIAL ¡ARRAAAANCAMOS…!

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on este primer número formal de Com-Unión damos el “banderazo” al esfuerzo de comunicación, reflexión e interacción que toda revista representa, especialmente si se trata del órgano oficial de un conjunto de iglesias como la cmirp. En particular, una revista de teología e información debe contribuir al debate serio y de altura en su campo. Es la razón por que se ha querido rescatar uno de los textos más representativos de un autor reformado checo, Milan Opočenský, ex secretario general de la Alianza Reformada Mundial, discípulo del notable teólogo Josef Hromádka, que expresa con exactitud y notable claridad, además de un profunda sensibilidad, el sentido de la teología en nuestro mundo. Al mismo tiempo, este número recoge un par de predicaciones de integrantes de la cmirp, la primera, expuesta en el III aniversario de la misma, y la segunda, el Viernes Santo pasado. Ambas homilías demuestran el ímpetu kerigmático que inflama nuestras comunidades. También iniciamos una serie de crónicas de las comunidades que conforman la cmirp, a fin de familiarizarnos con ellas. Corresponde a la Iglesia Bethel, que el año pasado celebró su L Aniversario. Asimismo, compartimos el impulso por redactar nuestros estatutos internos, como resultado de la reunión del 10 de abril pasado. Finalmente, y en el espíritu conmemorativo ante la cercanía de los 500 años de la Reforma Protestante, comenzamos un dossier permanente con temas relacionados. En cada entrega habrá colaboraciones de diversos orígenes. Animamos a los miembros de las comunidades a enviar sugerencias y colaboraciones. Todas son bienvenidas, pues esta revista es de todos/as.

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SENDEROS LA BELLEZA Y EL SERVICIO DE LA TEOLOGÍA Milan Opočenský Conferencia presentada en la reunión de diálogo ortodoxo oriental y reformado, Kottayam, India, enero de 1997. Faith challenged by history: reports, lectures,sermons and Bible studies given by the Rev. Dr. Milan Opocensky, while General Secretary of the World Alliance of Reformed Churches. Ginebra, Alianza Reformada Mundial, 2001 (Estudios de la Alianza Reformada Mundial, 44), pp. 154-166. Entre las ciencias, la teología es la más hermosa. Desafía al máximo a la mente y al corazón. Se acerca profundamente a la realidad humana y abre la más clara perspectiva en dirección a la verdad, la cual es perseguida por toda ciencia. Es un paisaje con horizontes claros, distantes y magníficos, como el paisaje de Umbria o Toscana. Y es una obra de arte como las enormes y exóticas catedrales de Colonia o Milán. Sin embargo, entre las ciencias la teología es también la más difícil y la más peligrosa. Trabajarla puede resultar en desesperación o soberbia. Pero lo peor que puede sucederle a la teología es que se convierta en su propia caricatura.1 Karl Barth

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l punto de partida de la teología es la realidad de la revelación, el movimiento y la condescendencia de Dios. Hablando tradicionalmente, en teología es examinada la sustancia de Dios, pero en conexión con el movimiento de Dios en la historia. La teología conoce realidades y eventos históricos mediante los cuales la actividad divina originó a la iglesia, que a su vez escucha la palabra de Dios, y sobre ella habla y predica hoy.

1 Karl Barth, Offenbarung, Kirche, Theologie (Revelación, Iglesia, teología), p. 34.

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Los pronunciamientos teológicos son siempre a posteriori: en ese sentido la teología es una función de la iglesia. Su tarea es ayudar a la iglesia a manejar el mensaje divino para que sea adecuado a las acciones liberadoras de Dios. En primer lugar, la reflexión teológica está al servicio de la iglesia. La teología puede cumplir su tarea si es libre. Está sometida sólo al objeto de su trabajo. En la teología protestante actual se acepta, por lo general, que la teología es la función y el servicio de la iglesia. Hasta hace poco tiempo se reconocía que la teología era simplemente la ciencia de la religión. Fue Albrecht Ritschl (1822-1889) quien clarificó la distinción entre religión y teología. Bajo la influencia de Karl Barth (1886-1968) hubo una aceptación gradual de la idea de que sin la iglesia no habría teología, y viceversa. La relación entre teología e iglesia fue clarificada mediante un proceso lento y gradual. Pronto surgió una pregunta sobre si el carácter eclesial de la teología no limitaría su naturaleza científica. ¿Significaría esto que la teología solamente confirma la doctrina compartida por la mayoría en la iglesia? Se expresó el temor acerca del aislamiento en que quedaría la teología en su relación con otras ciencias humanas. Tal aislamiento conduciría, necesariamente, al oscurantismo científico. La teología dialéctica (de Barth y otros) trató de puntualizar que la teología tiene su justificación entre las ciencias sólo si comienza con la revelación y con la realidad histórica de la iglesia, la cual es la reacción a la revelación. De otra manera, cualquier ciencia asumiría la responsabilidad de la reflexión teológica. Si hablamos acerca del carácter eclesial de la teología esto no significa que se quiera crear un espacio protegido en donde no tomaría lugar la confrontación con los resultados de otras ciencias. La teología no tiene como su tarea llevar a cabo la actividad proclamadora de la iglesia.


La teología es la auto-reflexión de la iglesia. La pregunta central es si la proclamación (predicación, catequesis y actividad diaconal) es adecuada considerando la sustancia con la que trabaja. La teología analiza hasta qué punto la iglesia y sus miembros son fieles a la materia que es el contenido de la predicación. A veces la reflexión teológica realiza una sutil transición desde una forma analítica a la proclamación. Cada miembro de la iglesia. De manera especial, dicha tarea se delega a los maestros y los predicadores. En la tradición protestante ellos se distinguen de los ancianos y otros miembros sólo por la tarea específica (comisión). Semejante cargo es precedido y preparado por varios años de estudio metódico y disciplinado. No obstante, todos los miembros de la iglesia deberían tener un mínimo conocimiento de la teología que les permita examinar si la iglesia en su proclamación y en toda su actividad es fiel a la “materia” (Sache), y si su testimonio es adecuado. A este respecto, la teología es tarea de toda la iglesia. Es la tarea universal de todos los miembros, no sólo de quienes han recibido la acreditación específica (potestas magisterii). El interés de la teología es el oficio real de Cristo. Su reino y su apelación última no deberían ser oscurecidos. No debería removerse la distinción entre la Palabra de Dios y la proclamación de la iglesia. El trabajo teológico se hace en una escucha obediente y continua. El programa duradero para la teología aparece expresado en las palabras de Anselmo: Credo ut intelligam. La teología es una actividad de fe. Es un esfuerzo que no elimina la razón. Por el contrario, interroga a la razón y busca una expresión racional. La fe desea obtener un conocimiento racional. Uno de los postulados de la teología es su carácter científico. Reclama ser científica. Sin embargo, no ambiciona cumplir con el concepto secular de ciencia tal como la ciencia misma lo entiende hoy y de la forma en que percibe su carácter científico. El tema fundamental de la teología debe ser cumplir su tarea de forma que se adecue a su objeto. La teología siempre tiene como tarea preguntar si la libertad no está amenazada, libertad para trabajar lo que es adecuado y realmente científico. La libertad de la teología puede limitar la falsa autosuficiencia (el conocimiento abusivo de I Co 8.1), las ideologías (la filosofía y el fraude vacío, Col 2.8), falsamente llamado conocimiento (I Tim 6.20).

La teología es una ciencia sui generis. No es autosuficiente ni se siente superior. Es libre, ve más allá de su libertad y la conserva. Debe estar consciente de que la verdad y la realidad revelada por la Palabra del Dios viviente no se identifica con la verdad y la realidad como la percibe su esfuerzo científico. La teología es una instancia existencial que no consiste en la posición de un observador o en la actitud de quien se distancia a sí misma. No es simplemente una materia para hablar de Dios teórica y objetivamente. La teología se dirige al ser humano: tú y yo. Tua res agitur! El pensador danés Sören Kierkegaard (1813-1855) es un ejemplo del esfuerzo teológico y filosófico comprometido. La teología está en peligro de convertirse fácilmente en la sabiduría de un espectador. Cada pronunciamiento teológico debería ser el lamento de una persona en su lucha existencial. No obstante, no es sólo personal. La teología es una reflexión en y por una comunidad de fe. Lo que realmente importa es la gracia del llamado de Dios, el libre don de la Palabra de Dios, del Espíritu Santo, el acto de ser llamado a la iglesia. Una y otra vez un(a) teólogo(a) debe encontrar estas realidades si experimenta la verdadera función de todo teólogo. Se trata siempre de un movimiento de gracia donde Dios se nos revela y nos permite darnos cuenta de este hecho. Pero sucede de una manera tentativa e inadecuada. Según I Tim 4.16 la enseñanza (didaskalia) se relaciona con nuestra salvación. Profundizar nuestro conocimiento del reino de Dios en Jesucristo es parte de la santificación. La fe que crece in el conocimiento tiene sostenibilidad y amplitud. Pero la fe también percibe que el amor de Cristo sobrepasa todo conocimiento (Ef 3.19). El amor regula al conocimiento que puede degenerar en soberbia. Lutero conoció bien la tentación del trabajo teológico cuando escribió: summus theologus-summus peccator. Incluso el teólogo más creativo y prolífico no podrá justificar sus acciones mediante su desempeño teológico. Agustín no es justificado por el alto nivel de su reflexión teológica, así como Francisco de Asís no es justificado por su simplicidad teológica.

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II

La teología no es sólo un acto del pensamiento sino un esfuerzo práctico por poner en práctica lo que es visto y reconocido como verdad. La praxis tiene de nuevo un efecto sobre la labor teológica y su orientación. La teología es una ciencia; es, por ello, un esfuerzo científico. Su trabajo contribuye a la investigación científica, la cual es parte de una actividad cultural más amplia. Con respecto a esto, la teología no es sólo una función de la iglesia sino que representa una contribución a la civilización humana universal. La teología no huye ante la ciencia sino que le da la bienvenida a la crítica científica. Ésta debería servir para identificar todo lo que es superstición y mito. La teología es un auto-examen preciso y estricto de la fe. Lo que verdaderamente importa en la fe es la verdad y la realidad. La vida y el conocimiento humanos deberían basarse en la auténtica realidad. La teología como esfuerzo científico también contribuye a este objetivo. Los teólogos no viven por la ciencia teológica, sino que, en primer lugar, por la fe. Han sido hallados y dominados por la verdad. Implica un gran esfuerzo para comprender la verdad que ha sido percibida, interpretarla adecuada, comprensible y efectivamente. No obstante, la realidad de la Palabra de Dios no puede ser alcanzada por el examen objetivo y la investigación. El conocimiento racional no es suficiente. Un teólogo tiene que luchar con la existencia completa. La teología es una empresa muy exigente. Nunca deja de tener riesgos. La existencia teológica es, al mismo tiempo, gloriosa y peligrosa. La verdadera teología mantiene sus pies en la tierra firme y se mueve entre pecadores. No abandona tampoco el agudo instrumento científico. Trae a colación la pregunta sobre la autenticidad y confiabilidad de los registros de lo que Dios ha hablado y de la forma en que los seres humanos han escuchado y obedecido. El conocimiento de los hechos históricos, psicológicos, sociales y culturales no es suficiente. El conocimiento personal de la Palabra consiste en ser tocados y en dedicarse a reconocer sus exigencias. La existencia teológica brota de la sorpresa causada por las maravillosas obras de Dios. Somos fascinados y tocados por las historias bíblicas. Nos comprometemos, entonces, con aquello que apela a nuestra mente y corazón.

Conocer y comprender no son prácticas idénticas. Un teólogo introduce a los miembros de la iglesia no sólo al conocimiento de las historias bíblicas, las confesiones y la historia eclesiástica, sino que también los ayuda a comprender este testimonio para la existencia cristiana de hoy y mañana. Esta interpretación es la tarea esencial de la teología. Interpretamos lo que es relevante, válido y con autoridad incondicional. Una idea filosófica no posee urgencia inmediata, como la Palabra del Dios viviente, pues ésta es oportuna, personal, concreta y práctica. Existen al menos tres postulados de carácter científico que pueden aplicarse a la teología:2 a) Las ideas teológicas tienen carácter cognitivo. Hablan acerca del desarrollo de asuntos que reclaman ser verdaderos. No están determinadas solamente por la expresión retórica. b) Es importante postular coherencia. La realidad es percibida sub ratione Dei (Desde la racionalidad divina). Es un reino unificado que abarca expresiones teológicas individuales. c) La teología no puede cerrarse a la postulación del control y la verificación de sus afirmaciones. No habla sólo de lo factual. También está en consideración la estructura lógica del tratado teológico y la coherencia del pensamiento en el trabajo teológico. Los otros postulados son menos evidentes. Primero, el postulado de independencia. La ciencia no puede originarse bajo la presión de algunos prejuicios. Además, el postulado de la concordancia, que afirma que las sentencias científicas son aquellas que respetan lo que es posible biológica y físicamente. Las afirmaciones teológicas no deberían contradecir “nuestra” física y “nuestra” biología.

2 Wolfhart Pannenberg, Wissenschaftstheorie und Theologie (Teoría de la ciencia y teología). Frankfurt-Main, 1973, p. 329s.

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III

La teología tiene un carácter dialógico. La verdadera iglesia existe para el mundo y, por ello, constantemente está implicada en un diálogo. La iglesia debería conducir un diálogo acerca de cómo los seres humanos en un periodo particular se comprenden a sí mismos, al mundo y a Dios. Por lo tanto, la teología dialoga con la filosofía, la psicología, la sociología y las ciencias naturales. El punto de partida de todo diálogo es el hecho de que Dios nos habla y de que Dios entra en diálogo con nosotros. Somos libres de responder y vivir una existencia dialógica. La iglesia es una comunidad formada por quienes mediante el poder del Dios reconciliador y perdonador pueden existir dialógicamente. Es necesario tener un diálogo con los padres y madres de la iglesia, con las confesiones, con el testimonio de quienes nos precedieron pero también con quienes están al lado nuestro en el camino. Con nuestros ancestros y nuestros contemporáneos nos preguntamos por la verdad de la Palabra de Dios. Karl Barth habla acerca del diálogo principal con los profetas y los apóstoles. En el diálogo secundario recibimos advertencias y orientaciones por parte de los teólogos y testigos que nos han precedido. La tarea de la teología es mantener el diálogo primario y secundario en acción, para distinguir entre ellos y percibir sus conexiones mutuas. Una parte del diálogo con el mundo es nuestra disposición para defendernos de quien demande “razón de la esperanza que está en nosotros” (I Pedro 3.15). Hetoimoi pors apologian significa que la iglesia se esfuerza por encontrar un lenguaje que pueda expresar con frescura el mensaje del evangelio. Nuestro sermón no puede ser la simple repetición o recitación de textos bíblicos. Lo que importa es la viva vox evangelii, esto es, la voz viva del evangelio para los seres humanos contemporáneos. El amor por un vecino y por su clamor de auxilio nos obliga a dialogar con el mundo y su conocimiento. Sin embargo, esto no quiere decir que un teólogo deba hacer el trabajo de los filósofos, psicólogos o de los científicos sociales. Cada disciplina tiene su propio derecho, su tarea y su dignidad. La teología, mediante un abordaje dialógico, intenta decir que los seres humanos con todo su esfuerzo cognitivo y todo el mundo creado pertenecen a Dios.

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En la labor teológica es necesario poner de relieve la estrecha conexión entre teoría y praxis.3 Acerca de Feuerbach, Marx dijo: “En la praxis el hombre tiene que probar la verdad, esto es, la realidad y el poder, el carácter terrenal de su pensamiento”. El punto de orientación para la teología es la realidad del reino de Dios en movimiento, el cual cambia y renueva el mundo. No es sólo la teoría lo que importa en teología. La teología es un asunto eminentemente práctico. Una teología introvertida no está en posición de relacionarse con los problemas y conflictos de la vida social. Semejante teología está en peligro de convertirse en víctima de la contemplación académica, atrapada en las premisas filosóficas y en el apoyo del statu quo. Cada afirmación teológica debería verificarse en la praxis. De lo contrario, sin saberlo, la teología puede volverse una expresión y reflexión de cierta praxis. Siguiendo esta línea de pensamiento, pudo formularse una aguda crítica por parte de los estudiantes de teología rebeldes de los años 60: “La teología predominante es la teología de los gobernantes (rulers) (Die herrschende Theologie ist die Theologie der Herrscher). La Palabra —inspiración de todo esfuerzo teológico— tiene el carácter de acción. La consecuencia de la Palabra es la transformación del mundo y la renovación de la vida. El significado mismo de la palabra hebrea dabar y de la griega logos es anti-idealista. Dabar y logos tienen un núcleo creativo para el cual la efectividad es significativa. El logos bíblico es un poder creativo que se basa en la acción y en el conocimiento. En Jesucristo es una realidad terrenal y liberadora. Lo que importa no es, primariamente, celebrar y probar sólo teóricamente el poder creativo de la Palabra de Dios. Según las Escrituras, el conocimiento del logos está conectado íntimamente con hacer lo que es verdadero (Juan 3.21). Esto debería reflejarse en las relaciones personales, interpersonales y sociales. Si decimos Veni, Creator Spiritus, creemos que el Espíritu Santo es el espíritu que renueva mi cuerpo y mi vida personal y comunitaria. La historia es el espacio en donde podemos percibir la praxis de Dios. Es por su gracia que podemos entrar, participar y crear en ella. Si enfatizamos la praxis (el acto), no hablamos a favor de un pragmatismo exagerado. La primera y última tarea de la teología es purificar y liberar a la Palabra de todas las fuerzas que tiendan a esclavizarla y a aprisionarla.

3 Hans-Joachim Kraus, Reich Gottes: Reich der Freiheit (El Reino de Dios, reino de libertad). Neukirchen, 1975, pp. 77ss.

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V

Mencionaré tres ejemplos de acercamientos recientes a la tarea teológica.

1. Richard Shaull (profesor, en una época, en el Seminario de Princeton)4 llevó a cabo una profunda transformación de su pensamiento teológico en los años 60. Se vio obligado a revisar mucho de lo que él había considerado relevante. Bajo la presión de la explosiva situación latinoamericana, la revuelta estudiantil y otros factores, Shaull comenzó a buscar un nuevo método teológico, nuevas categorías, perspectivas y paradigmas. La escatología lo ayudó a vivir en una situación de discontinuidad y crisis, para actuar creativamente, aceptando el caos, y vivir sin respuestas claras mirando hacia adelante con esperanza, aunque el futuro era incierto. El paradigma es el camino de Cristo: sufrimiento, muerte y resurrección. La perspectiva escatológica ayudó a Shaull a superar el liberalismo político y a aceptar positivamente a quienes habían optado por un cambio radical (revolucionario) de las estructuras sociales. El presente debía abrirse al futuro. Siempre es necesario decidirse entre la estrategia de la continuidad o de la discontinuidad. La escatología nos ayuda a vivir en esperanza y en libertad interior en medio de una situación caótica, impredecible y amenazante. Nos abre a nuevas sorpresas, nos ayuda a celebrar pequeñas victorias y a tener los ojos bien abiertos para las “grandes pequeñeces”. Un término importante es “la apuesta”. Guiado por los símbolos y retratos bíblicos, Shaull arriesgó una apuesta y entró en territorio desconocido. Semejante actitud lo llevó a las siguientes consecuencias:

4 Richard Shaull, Befreiung durch Veränderung (Liberación mediante el cambio). Munich-Mainz, 1970.

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a) Ya no vivimos en una situación en que el concepto sistemático abarcador es aceptable comúnmente. b) La realidad que debería reflejarse teológicamente debe ser experimentada en la vida cotidiana. En la lucha es posible encontrar nuevas expresiones e instrumentos terminológicos. c) Es necesario dialogar con la filosofía y las ciencias humanas. d) Es preciso examinar el sistema imperante para advertir si es abierto, creativo, flexible y seguir paso a paso la realidad dinámica. e) En la lucha por las dimensiones más profundas de la existencia humana, la teología trabaja con símbolos y conceptos y habla acerca de realidades que van más allá de nuestras limitaciones usuales. Hablar de Dios pone en cuestión cualquier tendencia a absolutizar un cierto modo de pensar y la estructura social. Hablar de Dios es una tarea iconoclasta. f) La comunidad cristiana se encuentra a sí misma en el camino. Se encuentra entre la lucha esperando que los símbolos cristianos sean una guía hacia lo que es más relevante en la vida humana y en la historia. Deseamos apostar que, en el sufrimiento, las dificultades y la muerte se abrirá una nueva puerta hacia el futuro.


2. Otro ejemplo es la actividad teológica de Robert McAfee Brown (profesor del Seminario Union de Nueva York).5 Él revisó radicalmente su pensamiento teológico durante el movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos y en las protestas contra la guerra en Vietnam. Lo que consideraba como teología normativa demostró ser muy parroquial. Incluso la teología bíblica puede resultar parroquial si es leída desde la perspectiva blanca, masculina, burgués occidental e intelectualista. McAfee Brown invita a reflexionar teológicamente en “una nueva clave”. Desde quienes son oprimidos, explotados y marginados se formula un nuevo énfasis teológico. Son mujeres, gente de color, pueblo que ha sido física y mentalmente pisoteado: pueblos de Asia, África y América Latina. Igualmente, no podemos olvidar el genocidio de los judíos y el Holocausto. “Ninguna afirmación, teológica o de otro tipo, puede ser creíble a la luz de los niños ardiendo vivos”. Hemos estado acostumbrados a registrar cómo se lee la Biblia en Tubinga o en Marburgo. Pero en estos tiempos hemos de prestar más atención a cómo se lee en Solentiname o Soweto. Así, surgen dos Biblias diferentes, dependiendo de la perspectiva desde la cual se lee. Una justifica al mundo burgués occidental. La otra cuestiona las bases de esta cultura. Ofrece materiales de construcción para un mundo alternativo. ¿Qué significa esto para la tarea teológica? McAfee Brown subraya tres elementos:

b) El momento histórico-cultural al cual la teología en una “nueva clave” tiene que considerar es el judaísmo posterior al genocidio. El diálogo con la sinagoga no es un punto fuerte del cristianismo. La ortodoxia cristiana autocomplaciente está detrás del hecho de que los cristianos con frecuencia han discriminado, manipulado, torturado y asesinado judíos. Este es un hecho vergonzoso de la historia cristiana. c) El tercer elemento es metodológico. La fe no vino hasta nosotros en forma de teología, sino mediante relatos e historias. Tenemos que redescubrir una historia (narración) si hemos de renovar la fe de nuestra época. Nuestra tarea es contar la vieja historia para que los oyentes se encuentren a sí mismos en ella y acepten la vieja historia como suya. 3. Según el Diccionario de teologías feministas, la teología “interpreta la Escritura y la tradición en situaciones históricas, sociales y culturales particulares para comunidades de fe particulares. La teología toma su lenguaje, preguntas y temas de las comunidades particulares en situaciones particulares; las respuestas que puede proveer son tentativas, parciales, provisionales”.6 Durante los últimos 50 años la situación histórica, social y cultural ha movido a la teología hacia un cambio de paradigma. La forma en que la teología comprende sus tareas y métodos ha cambiado. La nueva física cambió la comprensión de la realidad. Las relaciones no son accidentales pero constituyen a la realidad. Esto tiene importantes consecuencias para el concepto de Dios.

a) El momento geográfico es la voz del Tercer Mundo. Abrirse al clamor del Tercer Mundo presupone apertura hacia quienes son discriminados en mi vecindario.

5 Robert McAfee Brown, Creative Dislocation - The Movement of Grace (Dislocación creativa- El movimiento de la gracia). Nashville, 1980, pp. 124-132.

6 Letty M. Russell y J. Shannon Clarkson, eds., Dictionary of Feminist Theologies. Louisville, 1996, p. 283.

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Quizá sean la teología de proceso y la feminista las que mejor reflejan el carácter relacional de la realidad. Los teólogos del proceso examinan las implicaciones sociales y éticas de un mundo relacional. La teología feminista aplica categorías relacionales a la comprensión social y ética de la realidad de la mujer, de la comunidad humana y de la relación entre Dios y el mundo. Un mundo relacional es un mundo interdependiente que fue creado en y mediante el entrecruce de energía e influencia.7 Todo tiene valor en sí mismo y en términos de sus efectos sobre otros. Una teología del proceso contribuye a una visión ecológicamente sensible. La teología feminista acepta la interdependencia de todas las cosas y construye sobre la sensibilidad hacia ella. Dorothee Sölle sugiere que la teología se origina en el establo donde apesta la injusticia histórica. La teología es quizá más un arte que una ciencia. “La presencia de Dios no puede ser articulada en el lenguaje cotidiano trivial o de la ciencia”. El análisis de la realidad y la crítica del mundo pueden expresarse en el lenguaje de la ciencia. “Pero la teología requiere más; realmente nos llama hacia lo imposible. Como un manual de fe debería estar ayudando a articular la certeza de Dios8 a pesar de hablar acerca de la gloria y la plenitud de Dios. 4. Sölle prefiere hablar acerca de la belleza de Dios. Es reconfortante que podamos captar una visión de la belleza y el esplendor de Dios. “Preparar el camino de Dios, confortar al pueblo en su debilidad, poner en la calle obreros en el camino de Dios”.9

7 Cf. Alfred North Whitehead, Process and Reality (Proceso y realidad). 1929. 8 Dorothee Sölle, Thinking about God (Pensando en Dios). Londres, 1990, p. 8. 9 Ibíd, p. 9.

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VI

¿Cuál es hoy la función y el servicio de la teología? La teología es una reflexión crítica y sostenida. Es la reflexión de un participante. Es una articulación en palabras frágiles y sanadoras. La teología da voz a la experiencia de la Palabra de Dios, a los símbolos, historias discernidas y a los sentidos abarcadores de la realidad. “La teología articula. La teología interpreta. La teología observa conexiones, expone contradicciones, llega a estar consciente de los motivos y las modalidades, proyecta un futuro, refunde el pasado, critica el presente”.10 La teología es la articulación sostenida de preguntas de la identidad personal y colectiva. La teología racionalista pone mucho énfasis en los principios, hechos y la comprensión. La teología actual debe prestar más atención a la realidad, al relato y al símbolo. Trabaja con el tono, la metáfora, el ritmo y la voz, así como con la precisión conceptual. La meta de la teología es transmitir puntos de vista, no solamente conceptos. La Palabra de Dios nos habla y desafía mediante las Escrituras y se relaciona con toda la realidad, el mito, las historias, el símbolo, los principios y hechos. No es un mero asunto cerebral. Aunque la teología está en posición para resistir las “modas”, cada esfuerzo teológico tiene su dimensión y su consecuencia políticas. Siempre hemos de prestar atención a y examinar el contexto sociopolítico en donde se desarrolla la existencia teológica.

10 Michael Novak, “Planetary Theology”, en Christianity and Crisis, 22 de marzo de 1971, p. 41.


Gran parte de nuestra vida está determinada por las instituciones sociales. De alguna manera todos estamos relacionados con organizaciones sociales. Un ser humano no es sólo racional y juguetón, sino que también es un ser político y social. El contexto en el cual existimos está modelado e influido profundamente por el ambiente social. La economía y la política han penetrado nuestra existencia personal. Estamos atrapados en ellos. La teología no puede articular la identidad humana y ser indiferente o ciega ante las instituciones políticas y sociales. La teología se relaciona con la vida. Su propósito es sanar, liberar, capacitar y enriquecer. Según Sally McFague, las parábolas como metáforas y la vida de Jesús de Nazaret como una metáfora de Dios proveen algunas características para la teología.11 Una teología guiada por ellas es abierta, tentativa, indirecta, iconoclasta, transformadora. Lucha con la idolatría de la Biblia, de una cierta tradición o de una iglesia. La teología nos recuerda que ningún pensamiento finito, producto o criatura pueden ser identificados con Dios. La teología es tarea de todos los creyentes y, con todo, una tarea imposible. Finitum non capax infiniti (Lo finito no puede abarcar lo infinito).

No podemos aprehender la realidad de Dios. Somos llamados a discernir la presencia de Dios hic et nunc (aquí y ahora) y reflejar lo que significa para nosotros en una situación particular. Un ejemplo: durante el 23º Concilio General de la Alianza Reformada Mundial, en Debrecen, Hungría, en 1997, esperamos ser desafiados por la palabra profética: “Romper las cadenas de injusticia” (Isaías 58.6). Creemos que nuestra justicia humana es sólo un reflejo imperfecto e insuficiente de la justicia de Dios. Según la Biblia, Dios no sólo hace justicia, sino que es su principal característica. Hoy, nuestra tarea urgente es traducir a la vida cotidiana lo que quiere decir cuando decimos “Dios es justicia”.

Sally McFague, Metaphorical Theology. Philadelphia, 1982, pp. 19s.

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Resumen

1. En la comprensión reformada la teología es una reflexión de la fe. El punto de arranque es la revelación de Dios en Jesucristo de acuerdo con las Escrituras. 2. La teología es una función de la iglesia y está al servicio de ella. El carácter eclesial de la teología no debe limitar su libertad. La teología está limitada por el objeto de su trabajo. Su tarea es purificar y profundizar el testimonio del Dios trino. 3. La teología examina y analiza hasta dónde la iglesia y sus miembros son fieles al Cristo viviente, quien es el centro de la predicación. La reflexión teológica es confiada a cada miembro de la iglesia. 4. El trabajo teológico se lleva a cabo en obediencia e interminable escucha. En primer lugar, escuchamos a los profetas y apóstoles, y en segundo, a la nube de testigos a lo largo de la historia de la iglesia cristiana. 5. La teología surge de la busca y busca expresarse racionalmente. Es un esfuerzo científico y comunica un conocimiento racional. La teología no huye de la ciencia y acepta la crítica científica. Por su esfuerzo la teología contribuye a la investigación científica y es parte de una más amplia actividad cultural. 6. La teología es libre y en última instancia responde al llamado y la encomienda del evangelio. Sin embargo, no es autosuficiente ni se siente superior a las demás actividades humanas. Es un don de gracia en el que Dios se nos revela a sí mismo y que puede dar cuenta de la esperanza que hay en nosotros. 7. La teología no es la sabiduría de un espectador sino que es fruto de una lucha existencial. La teología ayuda a la fe para basarse en un conocimiento más profundo. No obstante, el conocimiento teológico tiene que ser dirigido por el amor de Cristo, el cual sobrepasa todo conocimiento.

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8. La teología es un auto-examen de la fe y ayuda a ésta a basarse en la verdad y en la realidad. No es un esfuerzo individualista aislado. La reflexión teológica se dirige a una comunidad donde se prueba su relevancia. 9. La teología tiene un carácter dialógico. Con el fin de servir a los miembros de la iglesia que viven en el mundo contemporáneo, dialoga con la filosofía, psicología, sociología y las ciencias naturales. El amor por nuestros prójimos nos lleva a dialogar con el mundo y su conocimiento. Al hacer teología tenemos que escuchar las diversas voces, especialmente la de quienes son ignorados (mujeres, dalits, gitanos, etcétera). 10. La teología es práctica y tiene como objetivo la renovación de la iglesia y cambiar el mundo. La consecuencia de la Palabra de Dios es una transformación creativa. La constante tarea de la teología es liberar a la Palabra de todas las fuerzas que pueden esclavizarla, apresarla y domesticarla. 11. La teología es una reflexión crítica y sostenida de un participante comprometido. Es una articulación e interpretación de preguntas de la identidad personal y comunitaria. La teología tiene consecuencias políticas y sociales. Su tarea no es legitimar el statu quo vigente. 12. La teología tiene la imposible tarea de expresar la realidad del Dios trino. Toda teología reformada está consciente de sus limitaciones y, por ello, cualquier afirmación teológica es considerada como preliminar, tentativa y parcial. Como teólogos realizamos nuestra tarea con oración y en un espíritu de arrepentimiento y humildad. 13. Theologia reformata et semper reformanda: ésta es la principal característica de la teología reformada y su derecho a nacer, el cual es inalienable. Versión: L.C.-O.


PERSPECTIVAS PROTESTANTISMO PERIPATÉTICO, NO PATÉTICO Emmanuel Flores-Rojas CDXCVIII Aniversario de la Reforma Protestante y III Aniversario de la Comunión Mexicana de Iglesias Reformadas y Presbiterianas (CMIRP), Iglesia Presbiteriana Gethsemaní, Ciudad de México, 25 de octubre de 2015

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oy conmemoramos con gozo y gratitud a Dios por el vendaval profético y espiritual que en el siglo xvi hizo reformar la iglesia medieval para transformarla en una iglesia más cercana al prístino y sencillo evangelio de Jesucristo. A través de un redescubrimiento de las Escrituras, el Espíritu Santo movió la conciencia de hombres y mujeres que abrazaron con una fe viva y sincera los postulados que emanaban de la Biblia. En nuestras iglesias casi siempre se ha enaltecido a Martín Lutero como el único “reformador” de la iglesia, pero no podemos olvidar los movimientos prereformadores, y menos, a quienes impulsaron reformas por la misma época de Lutero, e incluso antes que él. Como sostiene el profesor suizo Georg Plasger, “La Reforma no debe identificarse [únicamente] con Lutero”: En Alemania, cuando se habla de la Reforma, ésta suele asociarse directamente con la persona de Martín Lutero, y es cierto, porque con él empezó. Las 95 tesis que fijó en la puerta exterior de la iglesia del castillo de Wittenberg el 31 de octubre de 1517 son el mejor testimonio. Sin duda, Lutero es el reformador más importante. Pero no es el único, no en Alemania y mucho menos en otros países. Hay que prestar atención a dos cosas: Por un lado, la Reforma no debe ser identificada con Lutero; justamente la Iglesia Reformada se remonta a Zwinglio y Calvino sin poder ni querer cuestionar los méritos de Lutero. Por otro lado, Lutero no puede ser la medida absoluta para lo que se considera “reformado” o no. Esto significaría estrechar nuestro horizonte y no poder valorar los conocimientos y descubrimientos de otros reformadores.1

En la antesala del jubileo por los 500 años del protestantismo, y sin ánimo de caer en una banalización de la llamada “teología de la gloria”, haciendo declaraciones desafortunadas como aquella que recorrió todo el año 2012, afirmando que la historia de la iglesia presbiteriana en México había “sido gloriosa”; hoy como Comunión Mexicana de Iglesias Reformadas y Presbiterianas (cmirp) deseamos celebrar el 498 aniversario del inicio de la Reforma haciendo una profesión de nuestra fe reformada, contextualizándola a la realidad que se nos impone . Al inscribirnos nosotros también en esta historia del protestantismo mexicano, no olvidamos que somos llamados por la Escritura a caminar en la senda del Resucitado. 1. Reformar implica cambiar nuestra manera de pensar La mejor manera de celebrar la Reforma es reformarnos como iglesia e individuos, “por medio de la renovación de nuestro entendimiento” (Rom 12.2). La práctica paulina, nos plantea la posibilidad del cambio y su necesidad para la reforma constante de la iglesia: “Para reconstruir la iglesia, se impone la relectura de Pablo. En verdad, en el vocabulario y el pensamiento paulinos se fundamenta la doctrina y la teología cristiana. Los grandes momentos del cristianismo han sido momentos paulinos: Pablo, Agustín, Lutero, [Barth]. ¡Frente a nosotros, el reto de releer a Pablo hoy! Tal vez reencontrarlo puede servirnos de estímulo para continuar con la Reforma”.2

Sebastião Armando Gameleira Soares, “Relectura de Pablo. Desafío para la iglesia”, en Revista de Interpretación Bíblica Latinoamericana, núm. 20, www.clailatino.org/ribla/ribla20/relectura%20de%20pablo.html.

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1 “Lección 2: La Reforma”, Curso Historia y Teología Reformada, en: www.reformiert-online.net/t/span/bildung/grundkurs/gesch/ lek2/index.jsp#1

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2. La reforma de la inteligencia por el poder del Espíritu En el pensamiento teológico del apóstol Pablo, no es posible la reforma de la vida del creyente, si primero no hay una reforma de la mente, del pensamiento o de la inteligencia. Pablo nos llama a lo que bien podríamos considerar “la inteligencia de la fe”. Eso es lo que el apóstol a los gentiles enseña en Romanos 12:2: “No vivan ya según los criterios del tiempo presente; al contrario, cambien su manera de pensar para que así cambie su manera de vivir y lleguen a conocer la voluntad de Dios, es decir, lo que es bueno, lo que es grato, lo que es perfecto” (DHH). La inteligencia de la fe se desarrolla a través del ejercicio de la sabiduría en la vida cotidiana, como sostiene Elsa Tamez: En la vida cotidiana hay que actuar con discernimiento, orientados por la lógica del amor. Los postulados teológicos anteriores (caps. 1-11) son fundamentos para orientarse en las acciones de la vida diaria. Sin embargo, Pablo pide una constante renovación de la mente y los cuerpos para tratar de dilucidar la voluntad de Dios en cada momento (12.1-2). Aquí, el discernimiento es fundamental. Saber conducirse con la lógica del espíritu o la fe, implica actuar con mucha sabiduría. A veces implica someterse a la ley coyunturalmente para sobrevivir, a veces implica limitar nuestra libertad para no ser escándalo al hermano o hermana débil (Cf. Ro 14). La renovación constante, el discernimiento sabio y el régimen del amor son la garantía que nos indica que estamos bajo la lógica del espíritu y la fe, cuyas aspiraciones son hacia la vida, la justicia y la paz.3

Para Pablo, la reforma de nuestra vida es precedida por una reforma mental que además, nos pone en sintonía con la voluntad de Dios. Conocer la voluntad de Dios, en última instancia debiera constituir la aspiración más genuina de la vida cristiana, porque ella nos encaminará a todo lo que es bueno, agradable y perfecto delante de Dios.

3 Elsa Tamez, “¿Cómo entender la carta a los Romanos?”, en Revista de Interpretación Bíblica Latinoamericana, núm. 20, www.clailatino.org/ribla/ribla20/como%20entender%20la%20 carta.html.

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La Biblia RV1909 dice en este mismo texto: “…no os conforméis a este siglo, mas reformaos por la renovación de vuestro entendimiento”. ¡Reformaos por la renovación de vuestro entendimiento! Pablo dice que es posible llegar a una reforma mental, intelectual y cognoscitiva, que posibiliten los cambios más sustanciales en nuestra vida como cristianos. Pero esa reforma y renovación no es producto del esfuerzo o mérito humanos sino que son una gracia del Espíritu Santo en la vida de los creyentes. ¡A la reforma mental se llega por el camino que traza el Espíritu Santo! Nunca debemos pensar que esa reforma mental viene como una búsqueda meramente humana. Como creyentes en Jesucristo estamos llamados a vivir como regenerados y renovados por el Espíritu Santo (Tito 3:56). La Biblia enseña claramente que es Dios quien ilumina nuestras mentes por el poder de su Espíritu en nosotros. La renovación de nuestra mente es una reforma espiritual que lleva a cabo el Espíritu Santo. En su oración por la iglesia de Éfeso, Pablo dejo eso muy claro: “Pido al Dios de nuestro Señor Jesucristo, al glorioso Padre, que les conceda el don espiritual de la sabiduría y se manifieste a ustedes, para que puedan conocerlo verdaderamente. Pido que Dios les ilumine la mente, para que sepan cuál es la esperanza a la que han sido llamados, cuán gloriosa y rica es la herencia que Dios da al pueblo santo, y cuán grande y sin límites es su poder, el cual actúa en nosotros los creyentes”. (Ef 1.1719a, Dios Habla Hoy). La iluminación de nuestra mente y su consiguiente reforma son una obra del Espíritu Santo de principio a fin, no es algo con lo que nosotros contribuimos a nuestra salvación y posterior santificación, sino que son una gracia de Dios, por medio de la cual él nos capacita para hacer su voluntad y así vivir de acuerdo como a él le agrada. ¡La sabiduría también es un don espiritual! El Espíritu Santo que vive y mora en nosotros nos lleva a ya no vivir como antes vivíamos sino a andar en nueva vida, en novedad de existencia. Los cristianos estamos capacitados para vivir vidas plenas, para experimentar una clase de existencia superior en el nivel ético, que contrasta con la de aquellos que no conocen al Señor: “Esto, pues, es lo que les digo y les encargo en el nombre del Señor: que ya no vivan más como los paganos, los cuales viven de acuerdo con sus equivocados criterios y tienen oscurecido el entendimiento. Ellos no gozan de la vida que viene de Dios, porque son ignorantes a causa de lo insensible de su corazón. Se han endurecido y se han entregado al vicio, cometiendo sin freno toda clase de cosas impuras”. (Ef 4.17-19, DHH).


Los paganos son descritos en el texto precedente como gente que vive con criterios equivocados, cuyo entendimiento está oscurecido e ignorantes en todo lo concerniente a Dios. A raíz de su impotencia humana para conocer a Dios, están completa y absolutamente corrompidos. La invitación apostólica paulina es a “ser renovados en la actitud o el ‘espíritu’ de nuestra mente” (Ef 4.23). Por eso, la ética cristiana no se basa en discernir entre el bien y el mal, sino en llegar a conocer cuál es la voluntad de Dios, porque sólo entonces podremos experimentar todo lo bueno, agradable y perfecto. Según esto, un cristiano tiene que llegar a saber o conocer la voluntad de Dios, por medio de la renovación espiritual que reforma su mente, para transformarla según la mente de Cristo. ¿Cómo podremos conocer cuál es la voluntad de Dios, si no nos lo revela el propio Espíritu Santo? (1 Co 2.1116). ¡Nosotros tenemos la mente de Cristo porque estamos poseídos por el Espíritu Santo que conoce lo más profundo de Dios! (1 Co 2.10). Un creyente no es un ignorante de las cosas de Dios, y no lo es, porque pasa tiempo conociendo a Dios con la lectura cotidiana de la Palabra de Dios, la cual es iluminada por la acción del Espíritu; también porque pasa tiempo en oración constante, y porque además, se congrega con otros creyentes para crecer en su fe. La reforma de nuestra mente por la acción del Espíritu Santo produce en nosotros una reforma radical en el ámbito de la ética, porque nuestras acciones obedecen a la fe que profesamos, y por tanto, a quien ha venido a ser así el Señor de nuestra vida. Una reforma de tal envergadura sólo es posible porque tenemos bien claro cuál es el fundamento de la ética cristiana: Dios y no nosotros. Como sostiene Dietrich Bonhoeffer: Es una exigencia enorme la que debe plantearse a todo aquel que quiere abordar el problema de una ética cristiana: la exigencia de renunciar desde el principio, como no adecuadas, a las dos cuestiones que en general le conducen a tratar de los problemas éticos: “¿Cómo me voy a hacer bueno” y “¿Cómo hago yo el bien?”. En lugar de estas cuestiones debe plantearse otra muy distinta, infinitamente diferente de las dos mencionadas, y que consiste en preguntarse por la voluntad de Dios.4

3. El cristianismo no es patético, pero está llamado a ser peripatético, que no es lo mismo Oh Jehová, aviva tu obra en medio de los tiempos, en medio de los tiempos hazla conocer. Habacuc 3.2b

Expliquémonos. Los peripatéticos eran los seguidores o discípulos de Aristóteles, que llegaron a ser conocidos así, por las inmediaciones del lugar donde el estagirita había establecido su escuela filosófica, el Liceo ateniense. El nombre de la escuela procede de la palabra griega que significa “ambulante” o “itinerante”. Este significado puede proceder, o bien por los portales cubiertos del Liceo conocidos como perípatoi, o bien por los enramados elevados bajo los que caminaba Aristóteles mientras leía. Algo patético es ridículo, por eso decíamos que el cristianismo no es patético. El Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua define el término “patético” así: “Que es capaz de mover y agitar el ánimo infundiéndole afectos vehementes, y con particularidad dolor, tristeza o melancolía.” El cristianismo como estilo de vida está lejos de ser doloroso, triste o melancólico. Al contrario, el cristianismo es una afirmación de la fe contra todo lo que destruye la vida en toda su plenitud, por eso Jesús dijo: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Jn 10.10). Pablo dice en Efesios (4.1): “…vivan como es digno de la vocación con que fueron llamados”. Los cristianos reformados no vivimos en la inmediatez de una vida sin sentido ni programa, sino que nuestra vida tiene sus coordenadas y se desarrolla adecuadamente porque poseemos en primer lugar, una “vocación comunitaria”, porque hemos sido llamados junto a y junto con otros creyentes a “andar como es digno de la vocación”. El término “andar” denota en griego (peripateoo) la idea de que la vida cristiana señala un “camino” particular (4.17; 5.2, 15). Ese andar se convierte en un caminar dentro de la voluntad de Dios, y ésta es justamente la “vocación” a la que Dios nos llama.

4 Dietrich Bonhoeffer, Ética. Lluís Duch, ed. y trad. Madrid, Trotta, 2000, p. 41.

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En Efesios 4.4, Pablo vuelve a insistir sobre el tópico: “como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación”. En 1.18 Pablo dice: “Pido que Dios les ilumine la mente, para que sepan cuál es la esperanza a la que han sido llamados, cuán gloriosa y rica es la herencia que Dios da al pueblo santo”. En otras palabras, la vocación del cristiano es un llamado a vivir en una comunidad profundamente unida. Sus condiciones son la humildad y la mansedumbre, la paciencia y la ayuda mutua en una unidad que no se imponga desde fuera, sino que proceda íntimamente de la acción del Espíritu. ¡Vivamos como cristianos protestantes peripatéticos!

“¡MUERE JESÚS, MUERE!” Raúl Méndez Yáñez

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ablando a título personal, la “Semana de la Pasión” me parece un performance religioso angustiante, la provocación de un sadismo profundo que debe culminar en el desangramiento del personaje principal. Dicen los teólogos que la tumba vacía es el verdadero final. Mienten, el atractivo del Viernes de Crucifixión es mucho mayor al de Domingo de Resurrección. Jesús muerto mediante la tortura del madero. Y como si esto no fuera suficientemente preocupante, buscamos la forma en demostrar científicamente que la tortura de la cruz fue sumamente grande. Que los vasos sanguíneos rotos de la frente haciendo sudar sangre por la tensión, que el ayuno mantuvo a Jesús al borde del colapso, que los golpes en la espalda con látigos poseían huesitos en forma de garra que arrancaban la piel, y luego, la falta de respiración, la asfixia inminente en medio de una profunda sed y deshidratación.

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Paso a paso, detalle a detalle de las circunstancias de la muerte de Jesús, como si a mayor sufrimiento viniera mayor salvación. Como cristiano me avergüenzo de tales narrativas del dolor como justificación de un bien de salvación. Entiendo que, antropológicamente hablando, el dolor, la sangre y la muerte sean elementos simbólicos imprescindibles en rituales de propiciación y en historias de redención, pero comprenderlo no me hace justificarlo. La teología cristiana está sustentada en muerte y dolor, de ahí se pasa muy fácil tanto a la victimización (¡todos nos odian!), como al ejercicio sagrado de la violencia (¡tienes que creer!). No hace falta hablar de las atrocidades históricas que cuerpos eclesiales cristianos, en componenda con intereses políticos, han realizado en forma de cacería de brujas, inquisiciones o guerras santas, porque el devoto que llega a la iglesia al culto de las Siete Palabras nada tiene que ver con tales acciones. Los crímenes no se heredan. Pero sí me resulta inquietante que esos devotos que predican el amor, escuchen con santificado morbo los actos de violencia perpetrados hacia Jesús en la cruz, y se emocionen con suma y sagrada alegría por los gritos de un moribundo. Así, para los cristianos, Cristo sólo nos sirve si está muerto, pues vivo es solo uno más, un predicador cualquiera, solo un mago o artista circense que saca trucos de debajo de la manga. Pero para que sea realmente el Hijo de Dios, mi Salvador, necesita morir, necesita sufrir, necesita ahogar su dolor en un grito de desesperación antes de su último aliento. I. “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen” Dice un Jesús solapador de la violencia, que intenta justificar a sus victimarios con el pretexto de la ignorancia, como si la maldad fuera menor por no estar torturando al hijo de Dios, sino creyendo solamente que estaban dañando a un simple ser humano. ¡Qué importaba un humano!, si ellos hubieran sabido que era el Mesías, no lo hubieran torturando tanto, pero bueno, solo era una persona cualquiera, un ciudadano, un amigo, un trabajador, un desempleado, un manifestante, ¡no importa!, es solo un ser humano, adelante, pueden lastimarlo. II. “Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso” Palabras de salvación que escucha un malhechor poco antes de morir. Así, la vida no importa para nada, sino solo el momento justo antes de morir, porque no es nuestra vida, sino nuestra muerte lo que más debe preocuparnos. El


cristianismo prodiga un odio sistemático a la vida, solo mira a la muerte a la eternidad. Las reglas de justicia y bondad se relativizan ante Jesús, quien puede mandar al infierno a un bondadoso padre, a un altruista ateo, o a un gay que paga sus impuestos, o a un budista que no busca pleito con nadie, si es que no se arrepienten y lo reconocen como Mesías. Por otro lado, Jesús rescata del infierno a un delincuente que sí levanta su ego reconociéndolo como hijo de Dios, segundos antes de su muerte. ¡Y luego los predicadores se quejan de que el posmodernismo relativiza los valores! III. “Mujer, ahí tienes a tu hijo… ahí tienes a tu madre” Esa vocación megalómana que se inculca a muchos cristianos para desatender a la familia en pro del extendimiento del Reino de Dios. Misioneros que prefieren “abandonarlo todo” (muchas veces incluyendo sus responsabilidades familiares) para ir a predicar el Evangelio, pastores que deben poner a la iglesia antes que a su familia en su lista de prioridades, padres y madres para quienes la educación de los hijos es un asunto de sana doctrina y no una relación de amor. El cristianismo no defiende a la familia, ¡el cristianismo parece odiar a la familia!, lo importante es defender el dogma, y si la familia no lo sigue (si los jóvenes no llegan vírgenes al matrimonio, si la esposa no quiere ser sumisa, si los padres no son modelos de espiritualidad), entonces cualquier cristiano sensato está autorizado para repudiar a su familia y “buscar primero el Reino de Dios”. IV. “¡Dios mío!, ¡Dios mío!, ¿por qué me has abandonado?” ¡Cuánta desesperación!, ¡qué patético sufrimiento y sentido de desolación!, ¡el Hijo de Dios se siente lejos de su Padre Celestial, padeciendo el nihilismo, la vacuidad, llenándose de angustia y temor! Suenan los amenes y aleluyas en esta, una de las palabras favoritas de Jesús en la Cruz, donde satisfacemos nuestro morbo viendo un Jesús al borde de la locura, pues la tortura psicológica también es una muy amada herramienta cristiana. Meditar en los sufrimientos de Jesús, imaginarse una eternidad lejos de Dios, lograr sentir el terror que significa estar condenado, estos y otros devotos ejercicios espirituales han de ser practicados tenazmente por todo buen cristiano.

V. “Tengo sed” Qué magistral habilidad para recrear un escenario de tormento, señalando hasta detalles minimalistas como la sed del crucificado. Su lengua pegada al paladar, los mareos a causa del desangramiento que está padeciendo, su garganta seca y adolorida. Este es el Jesús al que se ama, el Cristo al que se adora, quien en una cruz gime por una gota de agua haciendo entonces una gran revelación, ¡también era un ser humano como cualquiera! Y es que el cristianismo solo puede reconocer a alguien como ser humano cuando sufre. Si no te arrepientes y muestras dolor, si no llegas llorando y arrodillado, sino tocas fondo y clamas desesperado por auxilio divino, no esperes que te llamemos hermano, serás solo un vil pecador. Hermano y humano es solo quien, como el bendito Jesús en la cruz, tiene sed, hambre, quien sufre. Para el cristianismo, el sufrimiento es la única forma de humanización. VI. “¡Consumado es!” La frase es clara: morir es la única finalidad de Jesús. Lo de la Resurrección es solo un parche narrativo para que la historia tenga final feliz, pero cuando se piensa en Jesús, no se piensa en alguien vivo, sino en alguien muerto. ¡Quien se atreva a negar que Jesús fue crucificado, es un hereje!, ¡quien predique un Evangelio de alegría, amor y bondad no teniendo como centro la cruz, predica una blasfemia!. Los predicadores hoy se lamentan de que los mensajes sean demasiado “lights”, que las iglesias hablen del bien común, la solidaridad con el prójimo, la cooperación comunitaria, y no estén dale y dale hablando del Jesús muerto. ¡Cuánta vergüenza debe dar una predicación basada en el amor de Dios y no en Cristo, el sangrante!, sin esa escena gore, violenta, solo se predica un evangelio de la comodidad. La iglesia sabe que no puede pasar un segundo sin que todos recordemos que la única finalidad de Jesús en este mundo era la de morir. Todo lo demás es vanidad.

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VII. “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” La última palabra es de reconciliación, habiendo padecido tal dolor a causa del mandato de su Padre, e incluso habiéndose sentido abandonado por él, Jesús termina su existencia de la mano de su padre. Así, la teología de la cruz es la teología del abuso justificado, quienes te dañan son a quienes deben acudir. El ocultamiento de los casos de pederastia tanto en iglesias católico romanas, como en evangélicos, entre testigos de Jehová, es una acción teológicamente coherente. Si Jesús acudió a su Padre al final, siendo que todo ese dolor fue planeado por ese mismo Padre, es lógico que si alguien recibe un abuso sexual por parte de un ministro de la iglesia, se acuda a la iglesia y no a las autoridades para denunciarlo. Así todo queda en casa y no se provoca que incrédulos se entrometan en asuntos de Dios. En lugar de un Jesús inteligente que aprendiera que su Padre es peligroso, que lo llevó a la muerte, vemos a un Jesús que le da, una vez más un voto de confianza, o a un Jesús impotente que no tiene más remedio que someterse a su “autoridad superior”. El único Jesús bueno, es el Jesús muerto. Con su muerte Jesús ha enseñado al cristianismo las bases mismas para justificar la violencia y los abusos, alabar el dolor y adquirir un profundo sentido de obediencia siguiendo el ejemplo de ese “cordero llevado al matadero”. Hablando a título personal, no es una forma de cristianismo que desee sustentar, pero tampoco es mi deseo desertar del cristianismo. Sencillamente realizo un acto de honestidad al reconocer las tramas ocultas (o no tan ocultas) que la pericopa de la Muerte de Jesús posee. El cristianismo tiene vertientes que buscan la justicia social, como la teología de la liberación; la equidad de género como los feminismos teológicos; cuenta con experiencias comunitarias de desarrollo local como el caso de proyectos de inculturación. El cristianismo también ha permitido la articulación interreligiosa en pro de la paz y el entendimiento, impulsado esfuerzos educativos e, incluso, de avance científico. Pero estos esfuerzos son vistos, por lo general, como fuera de lugar, como algo que es ajeno al cristianismo y adquiere más rasgos de mera labor social pero no espiritual. Así que, buscando no perder el foco y ser espirituales, hoy, y mañana, incluso el mismo Domingo de Resurrección y todos los días subsecuentes, en cada Misa, Cena del Señor, en cada culto, oración y predicación, seguiremos escuchando al cristianismo pedir solo una cosa respecto de Jesús: ¡Crucifícale!, ¡crucifícale!

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HORIZONTES DOSSIER SOBRE LOS 500 AÑOS DE LA REFORMA PROTESTANTE (I) REFORMA ES CENTRARSE NORMATIVAMENTE EN JESUCRISTO Christoph Markschies

Primera pregunta: .que es lo reformador de la Reforma? 1. Advertencia preliminar: ¡cuidado con las frases hechas que suenan tan conocidas! ¡Cuidado con enfatizar únicamente puntos de vista contemporáneos! Muchas veces describimos lo “reformador” de la Reforma con frases hechas que provienen mayormente de la reflexión teológico-sistemática de los siglos XIX y XX. La historia de los aniversarios de la Reforma nos enseña que la mayoría de los intentos de determinar lo reformador de la Reforma casi siempre han estado condicionados por la época histórica. Incluso dependiendo del momento histórico observamos tesis deconstructivistas o antiesencialistas que sostienen que lo único que mantuvo unida a la Reforma en cuanto a su contenido fue su anti-catolicismo y que en realidad solo es posible hablar de reformas (Kaufmann / Wendebourg). Sin embargo, esto no es de gran ayuda cuando se trata de explicar de forma universalmente comprensible aquello que es reformador de la Reforma (usando el lenguaje común como hizo Lutero, pero sin reducirse al mismo). Siempre vale la pena leer detenidamente textos reformadores porque ayudan a definir de una forma no tan sujeta a las modas qué es lo que transforma a esta reforma teológica y eclesiástica del siglo XVI en la Reforma. La investigación histórica ha documentado fehacientemente que al comienzo de la Reforma (en singular) existe un «estrecho enfoque luterano»


(Moeller), por lo que parece acertada una cierta concentración (aunque no exclusiva) en la persona de Lutero. Y finalmente, si se comparan las Reformas de Wittenberg, Zúrich y Ginebra el resultado es una coincidencia fundamental en numerosos aspectos, coincidencia retomada nuevamente, por ejemplo, en la Concordia de Leuenberg, que también explicita sus consecuencias. Esto es lo que hace muy interesante la integración de muchos hombres y especialmente de muchas mujeres de la Reforma en la preparación de las festividades.

2. La Reforma va más allá de frases hechas como “justificación sólo por la fe” o sola scriptura, sola gratia, sola fide, solus Christus. Debemos ser conscientes que el verdadero problema del festejo del aniversario de la Reforma el 31 de octubre de 2017 no es la falta de historicidad del acto de clavar las tesis (Leppin), sino el carácter cuasi pre-reformador de las 95 Tesis (Brecht). Si buscamos comprender lo que Lutero mismo consideraba el núcleo de su descubrimiento teológico, no nos podemos basar en su introducción a la edición latina de 1545, sino que debemos enfocarnos en su desarrollo teológico íntegro, reflejado por ejemplo en los breves tratados sobre los sacramentos que llevan al escrito De captivitate babylonica ecclesiae (1520), pero también en sus grandes disputas de los años treinta. Además, e independiente de la Reforma de Wittenberg hay que considerar también los textos de los reformadores de Zúrich y Ginebra. Las conocidas fórmulas pueden ser fácilmente

malinterpretadas y para muestra basta un botón: la «sola gratia» es un concepto que la misma teología escolástica de la gracia hubiera podido formular dentro de sus conceptos gradualistas en la plenitud de la Edad Media (Hamm). 3. La Reforma comienza con el reconocimiento de que la proclamación de la Palabra de Dios como Palabra de Dios obra lo que está expresado en ella. Si observamos el trabajo teológico de Martín Lutero comprobamos que su teología reformadora recién se completa en el momento en el cual él comprende (gracias a su detallado análisis de los sacramentos de la Iglesia) de qué forma Dios perdona el pecado y cómo se lleva a cabo la justificación en el individuo: a través de la Palabra, que como Palabra creadora ocasiona aquella realidad que promete. Al igual que sucede en la Palabra sacramental de promesa, la Palabra proclamada oralmente crea la realidad que está anunciando. La formulación más precisa de esta idea la encontramos justamente en una Confesión reformada: praedicatio verbi divini est verbum divinum, esto es, “la proclamación de la Palabra de Dios es la Palabra de Dios» (Segunda Confesión Helvética). Esta interpretación de los textos reformadores no se ve obstaculizada por el hecho de que en el siglo XX haya sido reutilizada por cierta corriente teológica, la misma a la cual le debemos la declaración de Barmen (en contra de Bernhard Lohse). Dicho de forma más sencilla: según los reformadores el hecho de ser evangélico es obra del Evangelio mismo. O dicho con el lema (ligeramente modificado) de la campaña global: «al principio siempre está la Palabra». El ser humano no puede agregar nada a esta nueva obra creadora de Dios, tampoco puede colaborar con ella, sino que simplemente debe abandonarse a ella y dejarla obrar. El perdón del pecado y la aceptación por parte de Dios no son ni únicamente actos jurídicos ni circunstancias teológicas que necesitemos comprender antes de poder creer en ellos (como si el cristianismo de la Reforma fuera únicamente cosa de burgueses cultos); el perdón del pecado y la aceptación por Dios son una completa nueva Creación del ser humano que se demuestra en una vida confiada y alegre en fe. La Reforma conduce a una actitud de vida que se hace sentir en cada fibra y dimensión de la existencia humana. La prueba definitiva de la fe según Lutero sería poder morir consolado y no temer a las fuerzas de este mundo.

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4. Reforma es centrarse normativamente en Jesucristo y en su función para la fe. En el pensamiento gradualista de la Edad Media, que espera una colaboración activa por parte del creyente después de que la gracia Divina fija el inicio o cuando esta gracia se le agrega a una obra previa, había distintas instancias de mediación que desempeñaban un papel fundamental: los santos, una vida santificada, las fundaciones piadosas y las instituciones eclesiásticas. La Reforma elimina todas estas instancias intermediarias entre Dios y el ser humano: los pastores y obispos (y en nuestros tiempos también las pastoras y obispas) reciben de la congregación entera en oración una función específica, pero no por eso ellos son representantes de Cristo especialmente dotados que se paran frente a la comunidad; las obras piadosas no alcanzan la benevolencia de Dios, sino que son los frutos más naturales de la vida cristiana, e incluso no tienen ninguna importancia, y es posible vivir una vida ejemplar como cristiano en la cotidianidad de este mundo, no solo en monasterios o comunidades religiosas. Al desaparecer todas estas instancias mediadoras se permite la mirada hacia Aquel que ha reestablecido la relación del ser humano con Dios: Jesús de Nazaret, el Cristo de Dios. 5. La Reforma le concede al individuo libertad y emancipación. Como la Palabra de Dios abre sus propios espacios entre los menores e infantes en la proclamación oral del Evangelio, no necesita de ninguna instancia especial para su interpretación, como lo sería una doctrina eclesiástica infalible. Cada ser humano cristiano es libre señor y no está sometido a nadie en la fe, sino que todos los cristianos en conjunto se encuentran sometidos a la Escritura, que es el texto en cuya predicación sucede la palabra de Dios y el ser humano comprende que se dirige a él. En este sentido es sacerdote u obispo todo aquel o aquella que haya surgido del bautismo, aunque en la práctica no todos puedan desempeñar ese ministerio. Desde este punto de vista teológico se pueden trazar líneas (aunque obviamente no rectas) a valores de la Modernidad y sus sociedades democráticas, como por ejemplo la libertad de expresión y de pensamiento; sin embargo, estos fueron más claramente realzados en el protestantismo reformado y en la llamada «reforma radical» (en parte por motivos simplemente políticos) que en muchas partes del (mayoritario) protestantismo luterano. Hoy podemos por lo tanto sostener que en el asunto en cuestión esos grupos comprendieron mejor la Reforma que los mismos reformadores clásicos.

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6. La Reforma tematiza también la culpa del cristiano, su falta de libertad y sus vinculaciones con las fuerzas de este mundo. Todo intento de describir lo reformador de la Reforma que evite los conceptos de pecado y culpa, que se vuelven cada vez más complejos, fracasará necesariamente. Forma parte indisoluble de la Reforma la antropología de la tradición de Agustino (que algunos llaman pesimista, pero en verdad es realista) y su interpretación de los textos bíblicos, tal como fue defendida tanto por Martín Lutero como por Juan Calvino. El ser humano es un “ser defectuoso” que prefiere ser él mismo dios en vez de darle toda la honra a su Creador. Las consecuencias individuales y sociales de este pecado original de soberbia son fatales y saltan a la vista. La Reforma entonces no solo tiene una imagen del ser humano emancipado y libre, sino que también atribuye al pecado y a la culpa los visibles defectos del orden social. Para la Época Moderna esta fundamentación antropológica de la teología reformadora es ligeramente vergonzosa, sin embargo, esta postura lleva al problema de abreviar el contenido del mensaje de la Reforma. Únicamente cuando la antropología dialéctica de los reformadores sea explicada sin abreviaciones, la teología y la Iglesia serán capaces de hacer este aporte específico al “desarrollo vivo y activo de la democracia” que el Grupo de trabajo del aniversario de la Reforma espera de ellas (ver documento interno de su posición n° 3). Sin embargo, hay que considerar que la comunicación teológica acerca del pecado y de la culpa requiere una sensibilidad especial, tal como lo demuestra la investigación teológica sobre los temas del género. En este tema probablemente recién ahora nos encontremos en el camino hacia un lenguaje nuevo, liberador y salvador, aquel que Dietrich Bonhoeffer ya esperaba en mayo de 1945. 7. Por lo tanto, la Reforma no puede ser simplemente identificada con la Época Moderna, sino que es “más moderna que la Modernidad”. No se pueden destacar únicamente los rasgos de la Reforma que armonicen con la Modernidad, ni tampoco resaltar solamente su potencial crítico frente a la misma. La Época Moderna se ha referido con mucho gusto al pathos de la libertad de la Reforma, vaciándola de su dialéctica, mientras que los movimientos anti-modernos de la misma época subrayan las tendencias pesimistas de la antropología reformadora y su discurso acerca del pecado y la culpa. En ambos casos se vincula el cristianismo de la Reforma con total parcialidad a ciertos grupos burgueses cultos de la sociedad e incluso a tendencias específicas dentro de tales grupos sociales, promocionando así sin necesidad alguna la conocida imagen de un cristianismo centroeuropeo fatigoso, poco alegre y demasiado intelectual.


Mucho depende de presentar la Reforma de la forma que ella misma se veía: como una parte legítima de aquella Iglesia católica que nombramos todos los domingos en el Credo. La Iglesia de la Reforma no es una creación de comienzos del siglo XVI que, por lo tanto, ahora tendría su aniversario de quinientos años, sino que es una legítima interpretación de la única Iglesia santa que festeja su aniversario por lo ocurrido en Jerusalén en Pentecostés, la «Iglesia católica que ha pasado por la Reforma». Resumiendo: la Reforma no pertenece ni a la Alta Edad Media ni se identifica con la Época Moderna, la Reforma se encuentra “entre los tiempos” y por lo tanto puede ser llamada “más moderna que la Modernidad”, porque no se agota en la modernidad de la Época Moderna. Segunda pregunta: ¿qué es lo que queremos celebrar 500 años después? 8. No debemos celebrar únicamente el reconocimiento de la culpabilidad por la división de la Iglesia occidental, pero tampoco la glorificación de esa separación... Sería cuestionable aceptar el requerimiento de funcionarios eclesiásticos católicoromanos que exigen que se conmemore el aniversario de la Reforma principalmente como reconocimiento de la culpa por la división de la Iglesia occidental, ya que esto caería dentro de la teoría papal de la degeneración de la teología: si el protestantismo representa la encarnación religiosa del nocivo proceso moderno de individualización a costo de la sociedad, entonces la culpa de la separación de la Iglesia occidental recaería sobre ella, separación que Benedicto XVI describe como la individualización de la teología evangélica como Iglesia. Existen en esta línea tendencias católico-romanas que, en la antesala del aniversario de 2017, enfatizan el “pluriverso” de comunidades reformatorias (Przywara) y su discontinuidad con la forma y la teología de la iglesia pre-reformada. A ello hay que oponerse de forma fundamentada, ya que al fin y al cabo también los procesos de dogmatización de la Iglesia católica romana a partir del Concilio de Trento y del Primer Vaticano e incluyendo los dogmas de los siglos XIX y XX, han profundizado la división por lo menos de la misma forma, diferenciándose de la única Iglesia de la Cristiandad pre-reformada. Pero, por otro lado, no puede ser que la división de la Iglesia occidental, «un acto de desintegración de la Iglesia occidental en una pluralidad de confesiones en acuerdo y contradicción», sea valorado únicamente de forma positiva e incluso glorificado como una “diferenciación y pluralización religioso-cultural” (Perspectivas de Consejo científico consultivo, núm. 3). En contra de esto basta observar la multiplicidad de problemas

con los que tienen que lidiar las parejas y familias interconfesionales. Se trata entonces de un sobrio y honesto reconocimiento de culpa, y de una agradecida adhesión a la libertad que le ha sido regalada a la Iglesia a través de la Reforma. 9. ... un aniversario de la Reforma después de casi cien años de movimiento ecuménico. En primer lugar, ya no se puede celebrar el aniversario de la Reforma después de casi cien años de movimiento ecuménico únicamente como la celebración alemana en el triángulo GinebraZúrich-Wittenberg. Nos tiene que interesar de qué forma la fe luterana y reformada es formulada mundialmente y cuáles son los puntos de interés específicos que marcan los cristianos en otras partes del mundo cuando describen lo reformador de la Reforma, así como se establece en las tesis del “Grupo de trabajo del aniversario de la Reforma” del gobierno alemán: “Alemania invita al mundo a celebrar juntos en nuestro país el aniversario de la Reforma del año 2017” (núm. 9). Sin embargo, tiene que quedar claro que estamos celebrando el aniversario de la Reforma en un contexto ecuménico mundial, agradeciendo por los avances logrados, por ejemplo, en la declaración conjunta sobre la justificación, pero también describiendo con claridad las diferencias que todavía permanecen y son dolorosas. La Reforma tuvo la intención de ser una reforma de la Iglesia en su totalidad y esta meta no puede ser reformulada como una autorestricción a ser Iglesia parcial aun después de quinientos años y a pesar de no haber tenido éxito en su momento. En este sentido sería deseable invitar también a la celebración a los cristianos católico-romanos, aun si la dirección de su Iglesia no quiere realmente compartir la celebración. También debe notarse en estas fiestas de la Reforma que estamos celebrando el primer gran aniversario después de la Concordia de Leuenberg, esto es, después de haber superado aproximadamente 40 años atrás los efectos separatistas de las diferencias doctrinales dentro del protestantismo. Por eso esta Concordia tampoco debería ser presentada demasiado rápido como modelo de ecumenismo extendido.

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10. ...después de la experiencia del Holocausto... Tampoco se puede celebrar el aniversario de la Reforma sin tener en cuenta el papel que desempeñó la teología de algunos reformadores particulares, especialmente la de Martín Lutero, en el extenso exterminio del judaísmo europeo en el siglo XX y sus antecedentes ya de por sí suficientemente dramáticos. Las aclaraciones teológicas logradas en relación al judaísmo después de 1945, como las incorporadas de forma ejemplar en los pasajes relevantes de los estatutos de las Iglesias miembros de la EKD, deben considerarse y explicitarse como parte genuina de nuestra interpretación contemporánea de la teología de la Reforma. También aquí tiene que quedar claro que la celebración del aniversario de la Reforma no puede consistir únicamente en una simple y poco crítica repetición de ciertas formulas de la época de la Reforma (y de fórmulas pos-reformatorias acerca de la Reforma) y mucho menos en la repetición de los puntos de vista de la Reforma sobre “papistas”, “turcos” y “fanáticos”. 11. …un aniversario de la Reforma sin temores... La fe de la Reforma motiva una alegre y libre seguridad en los creyentes. Frente a las inmensas inseguridades del individuo y de sociedades enteras en tiempos inciertos, esto representa una oportunidad y un desafío para cualquier descripción de lo reformatorio de la Reforma: ¿es posible experimentar la proclamación evangélica de forma tal que le quite el temor a las personas, que las levante, consuele y libere? ¿Que las impulse a un servicio agradecido al prójimo y a la sociedad? ¿Es posible vincular el hambre de espiritualidad, de seguridad y el hambre de Dios mismo con estas experiencias? Como el mensaje reformador libera al ser humano en el núcleo de su ser y lo alegra, también la Iglesia evangélica puede celebrar un aniversario de la Reforma libre de temores superando así el temor en otros ámbitos. Dentro de la Iglesia esto significa especialmente que se puede celebrar sin miedo a ser una Iglesia en decrecimiento, sin miedo a perder poder o reputación, o a la indiferencia y la crítica agresiva; además sin diferenciarse temerosos de otras confesiones o religiones, del pluralismo ideológico o de la libertad de conciencia. Esto también implica no sentir temor frente a posibles modificaciones de la tradicional relación entre Estado e Iglesia en Alemania, sin embargo y mientras exista en su forma actual, utilizarla sin temores para llevar a cabo la correspondiente tarea con el adecuado equilibrio entre ser interlocutor y colaborar. El mensaje de la gracia divina liberadora que hace desaparecer los temores significa sobre todo celebrar el aniversario de la Reforma haciendo públicamente visible en todos los ámbitos que la Iglesia no es parte del cartel de aquellos que realmente infunden temor,

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sino al contrario, invita a un análisis responsable de nuestra época. Este tipo de análisis de la realidad continúa la tradición de las grandes diferenciaciones que caracterizan a la teología reformadora del siglo XVI (por ejemplo, Dios y ser humano, obra y persona, ley y Evangelio, Estado e Iglesia: Ebeling).

El castillo de Wartburg en Eisenach. En este lugar Federico el Sabio de Sajonia mantuvo oculto al reformador Martín Lutero como Junker Jörg (el hidalgo Jorge) del 4 de mayo de 1521 al 1 de marzo de 1522.

12. ...un alegre e incluso orgulloso aniversario de la Reforma... En nuestras celebraciones debe manifestarse que la promesa transformadora del perdón y de la aceptación del ser humano alegra y ayuda a encontrar una y otra vez nuevas fuerzas para afrontar la vida cotidiana en un mundo complejo. Tampoco hay nada de malo en explicar los efectos de la Reforma en el orden político y cultural de Alemania, de Europa y finalmente del mundo entero de tal forma que también los no creyentes puedan acceder al significado del aniversario de la Reforma, al menos si al mismo tiempo se explica también el núcleo teológico de la Reforma de forma clara, completa, comprensible y no anticuada. Las palabras clave son conocidas: Reforma y educación, Reforma e historia de la libertad moderna, Reforma y democracia o Estado constitucional moderno, Reforma y literatura, Reforma y música e incluso Reforma y lenguaje. A causa de la Reforma la Iglesia medieval pasó a ser un sistema parcial dentro de la sociedad, y esta saludable tendencia a la auto-limitación de pretensiones religiosas de influencia o dominio también forma parte de los grandes logros culturales del cristianismo.


13. ...un aniversario de la Reforma que invita al individuo y a la Sociedad entera a comenzar de nuevo y se deja animar por el Evangelio a nuevos comienzos, así como… A diferencia de muchos discursos políticos que vinculan los cambios sociales e individuales a requisitos previos, la predicación reformadora invita a animarse a nuevos comienzos en todo momento y sin condiciones. Hay que evitar que la invitación reformadora a un nuevo comienzo en el aniversario de la Reforma se confunda con un sermón de cambio político, y por eso el nuevo comienzo también puede consistir por una vez justamente en no actuar, en guardar alguna vez silencio y orar, en interceder. Esta invitación a comenzar de nuevo también elimina los temores y levanta las existencias oprimidas, posibilitando su caminar erguido. Esta acentuación del tema “nuevos comienzos” permite conservar por razones teológicas y no solamente por costumbre la fecha del 31 de octubre de 1517, que alguna vez fue elegida y que se ha vuelto tradicional la que recordamos en 2017. 14. ...un aniversario de la Reforma que demuestra que la reforma continúa. Como la reforma continúa constantemente, y en ese sentido la Iglesia nunca está “lista”, en el aniversario de la Reforma no solamente hay que celebrar los logros del pasado, sino que hay que preguntarse con valentía y alegría: ¿qué Iglesia evangélica deseamos para los próximos 100 años? ¿Qué pide la sociedad que nos rodea a las Iglesias evangélicas, qué desean de ella los otros cristianos, las otras religiones, las personas que no son religiosas? ¿No deberíamos preguntarnos de forma autocrítica, si no somos en algunos aspectos Iglesias prereformadoras? (Gundlach). Si lográramos avanzar en los procesos internos de transformación bajo el lema “Iglesia de la libertad” de forma alegre y segura, decidida y valiente, estaríamos celebrando un aniversario de la Reforma que intenta tomar en serio lo reformador de la Reforma. www.ekd.de/download/lesebuch_perspectivas_2017_span.pdf

¿REFORMA O REFUNDACIÓN?

Giorgio Tourn

El pastor valdense italiano Giorgio Tourn (1930), discípulo de Karl Barth, tiene una larga lista de publicaciones sobre el tema de la Reforma, dentro y fuera de su país. En la revista Riforma publicó este breve pero provocador artículo.

E

cclesia semper reformanda, en latín, o “Iglesia siempre reformándose”, en español, ha sido durante siglos una expresión característica del protestantismo, especialmente en el ámbito “reformado”, reconocible más en Zwinglio y en Calvino que en Lutero. Cada vez es más frecuente que la utilice el papa Francisco en sus intervenciones en medios. Ante la poco probable posibilidad de que se haya hecho calvinista, uno está tentado a pensar que estamos nuevamente ante la actitud clásica del catolicismo, que primero refuta y condena la realidad a la cual no ha dado origen y, posteriormente, la anexa como patrimonio propio, como sucedió, por ejemplo, con la libertad de conciencia o el ecumenismo. Lo cierto es que, en la base de su afirmación está una cuestión aún más compleja de la táctica curial: se trata de identificar dónde y cuándo hacer una reforma de la iglesia. La idea de que, habiendo sida fundada por Pedro, permanece siempre idéntica a sí misma, mientras las demás, nacidas del cisma, viven en continuo cambio, forma parte de la apologética moderna del Concilio de Trento al Vaticano II, tal como sostenía Bossuet en su tratado sobre las variaciones del mundo protestante, aunque es evidente que la iglesia debe estar siempre reformándose. A la luz de esta consideración de carácter historiográfico, se redimensiona el reformismo del papa Francisco, que no es moderno, ni mucho menos revolucionario, como afirman los laicos italianos, sino más bien expresión del tradicionalismo.

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Éste es un segundo punto que merece revisarse: el cristianismo medieval, de hecho, la orden benedictina del papado de Gregorio VII e Inocencio III, no fueron más que una sucesión de reformas, la iglesia papal en una reforma continua. Eso vale más para el siglo XVI, los años en que Lutero maduró su reflexión teológica estuvieron marcados por las repetidas apelaciones a la reforma “en la parte superior y en la parte inferior” de la Iglesia. Alejandro VI (¡Borgia!) previó el establecimiento de una comisión para esto, pero después no pudo sostenerla, pues a petición de los camaldulenses de actuar para purificar la Iglesia, León X nombró una comisión que luego se disolvió, aunque el atractivo de Egidio da Viterbo, en la apertura del quinto Concilio de Letrán en 1517, tuvo el mismo fin. Paulo IV, en medio de la crisis, renovó el Colegio Cardenalicio por el nombramiento de prelados de tendencia evangélica, y el establecimiento de la Comisión de Emendanda Ecclesia, formó un grupo de trabajo de cardenales para poner orden en la venta de los beneficios, es decir, el aspecto financiero de la curia, pero todo terminó en nada. Fue necesario esperar hasta Trento en 1545 y la llegada de los jesuitas para ver mayores avances. Pero mientras tanto hubo creyentes comprometidos con la renovación de la vida cristiana, los que las tradiciones denominaron “reformadores”. No estaban conscientes de vivir el momento histórico de la “Reforma”, no sólo porque tampoco estaban consciente de hacer historia como lo vemos hoy (lo que fueron sólo lo diría la posteridad), sino también porque el problema que los angustiaba no era la reforma de la Iglesia. La Reforma, entendida como un momento fundamental de la cristiandad (escrita con mayúscula), nació con la historiografía alemana del siglo XIX, de inspiración hegeliana, vio con razón, por otra parte, en esas décadas el surgimiento de la modernidad, un punto de inflexión de la historia. El aspecto central del asunto es que hay dos posibles reformas, la de los “reformadores” y la de los jesuitas en Trento. Según el padre Yves Congar, uno de los teólogos del Vaticano II, la primera (la de los valdenses medievales y de los hombres del siglo XVI) es “falsa”, mientras que la segunda es la “verdadera”.

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Lutero y sus seguidores no estuvieron interesados en restaurar, es decir, “enmendar” la iglesia. En su opinión, no necesitaba reformarse sino refundarse sobre el único fundamento seguro: Jesucristo; y este milagro sólo podía lograrse mediante la Palabra, que es la fuerza del Evangelio. La Iglesia, aunque esté impulsada por la mejor buena voluntad, no puede reformarse, asumir otra “forma” respecto a la presente; no tiene la fuerza, la lucidez ni el coraje, pues sólo se barniza la fachada ya que sólo el Espíritu de Cristo puede crear lo nuevo en el mundo. Ése es el quid del problema. Cuando, después de la derrota de Mühlberg (1547), en los ambientes luteranos se mostró disponibilidad para secundar la política imperial al aceptar algunas “reformas” en la línea de un catolicismo actualizado. Calvino denunció la negociación. En el documento Verdadero modo de la pacificación cristiana y la reforma de la iglesia (1549), en nombre de la otra lectura, la de refundación, examinó los nudos teológicos fundamentales de la fe evangélica: justificación, sacramentos, la idea de la Iglesia, y tomó distancia de la restauración reformista de Trento. La Reforma que recordaremos el año próximo no es sólo 1517 y las 95 tesis de Lutero sino también el Verdadero modo de reformar… sin el cual no habríamos tenido las iglesias evangélicas sino una cristiandad tridentina con algunas innovaciones. Será bueno recordar la creatividad y tal vez los errores de la Reforma del siglo XVI; con mucho, la pregunta más difícil e importante será la manera de redescubrir los fundamentos de la fe cristiana en Jesús, y redescubrir el lenguaje para expresarlo en la sociedad secularizada y fundamentalista de hoy. Versión de L. C.-O. Riforma, núm. 9, 4 de marzo de 2016, p. 14 Texto en línea: http://riforma.it/it/articolo/2016/01/30/ riforma-o-rifondazione

UN AÑO PARA CELEBRAR LA REFORMA

U

n año exacto durarán las celebraciones por el quinto centenario de la Reforma protestante, que tradicionalmente se hace coincidir con la publicación de la Disputatio pro declaratione virtutis indulgentiarum, las 95 tesis de Martín Lutero colocadas el 31 de octubre de 1517 en la puerta de la iglesia del castillo de Wittenberg, en Sajonia-Anhalt.


LOS PROTESTANTES SEGÚN RÉGIS DEBRAY En 2004 el filósofo Régis Debray fue el huésped de honor de la primera cena de la Reforma. He aquí su mensaje a los protestantes.

U El calendario oficial de la Iglesia Evangélica de Alemania ofrece, como evento de apertura, una gran ceremonia en la iglesia de Santa María en Berlín el 31 de de octubre de, 2016, y 20 de mayo, 2017 comenzará a Wittenberg y la región que rodea la exposición global que - dice el Sir - mostrará los frutos nacidos de la Reforma en las diversas naciones e iglesias, sino también en la cultura y la sociedad civil. Se pondrá en marcha un campamento para que los jóvenes expresen lo que entienden y viven la Reforma través de la música, películas, culto, la oración y el intercambio. La conferencia bienal Kirchentag tradicional se llevará a cabo 24 de mayo al 28, al mismo tiempo en Berlín, Wittenberg y otras ocho ciudades alemanas. Será un Kirchentag “en el camino”, con una conclusión que contribuya todo en Wittenberg. La Iglesia Evangélica Alemana, que se ha estado preparando para este aniversario con un proceso de reflexión que se inició en 2008, ha establecido una red de sesenta y nueve ciudades de la Reforma en Alemania y Europa, lugares importantes para la historia o la puntualidad del protestantismo. La conclusión de las celebraciones tendrá se realizará del 31 de octubre de, 2017, a nivel nacional e internacional, con una serie de actos públicos. Rich es también el calendario ecuménico de eventos. L’Osservatore Romano, 7 de mayo de 2016 www.osservatoreromano.va/it/news/ un-anno-celebrare-la-riforma

stedes deseaban que una mirada externa les enviara la imagen que se puede hacer hoy de ustedes, protestantes franceses, cuando no se pertenece a su confesión. Temible ejercicio. Decía Cocteau que los espejos deberían reflexionar antes de reflejar. Lancémonos al agua sin reflexionarlo tanto. ¿Quién les habla? Un agnóstico de la cultura cristiana, quiero decir, alguien que por educación, filiación y reflexión pertenece a ese filo civilizacional, a esa línea histórica singular, en la que se ha jugado algo universal. Y para ser más franco su testigo, su Huron, es un agnóstico confeso, carnalmente católico, litúrgicamente ortodoxo, intelectualmente protestante. Es un mestizaje bastante extendido el día de hoy. Y para continuar en las ideas comunes, mencionaré solo como recordatorio los estereotipos que el francés tiene de los otros según sus pertenencias confesionales: el musulmán es fatalista, el judío es inteligente, el católico es servicial y el calvinista es honesto. Escrupuloso, recto y cabal. Pero también discreto, austero y no muy divertido. Lo que va no sin inconvenientes, bajo el reino del despiadado homo festivus. Supongo que no esperan de mí que les recuerde su papel decisivo en el triunfo de la democracia y, en Francia, de la república, en el progreso del capitalismo, del espíritu del libre examen y sobre todo, en la defensa e ilustración del ideal laico. Bayle, Rabaut Saint-Etienne, Louis Say, Ferdinand Buisson, etcétera. Le Roy Ladurie lo resumió en una fórmula inmejorable: “La genialidad de Calvino es haber inventado la izquierda y el mundo moderno”. No sé si en su boca estaba la idea de quitarse el sombrero. En la mía si lo está. Dicho lo anterior, yo les veo tres dificultades. La primera. La extraña alianza entre una autoridad fuerte y una visibilidad débil. En la videosfera, donde el ser y el ser visto tienen la tendencia a fusionarse, la paradoja puede volverse una apuesta imposible. Ahí tienen la edad de la imprenta. Vivimos la era de la tele, del cartel, de lo visual. El “circule, no hay nada que ver” —y es el caso del culto en relación a la misa- no es una devisa atractiva. Nada que ver pero mucho que leer. –Sola scriptura. Ello no crea un buen cliente para el horario de las 20 horas. La tele es un médium papista y bonapartista, digamos presidencialista. Le gusta el color y lo pintoresco, el rojo más que el negro,

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y los medios tienen un gusto visceral por el Todo en Uno. Cuando se tiene al papa se está seguro de no equivocarse. El Dalai Lama mantiene al budismo entero. Bin-Laden no está mal tampoco, aún si esa idea no lo dice todo, felizmente. Pero con ustedes, la casilla del jefe supremo –del portavoz carismático y resplandeciente- permanece cruelmente vacía. Me gustaría decir, admirablemente vacía, pero soy, como ustedes, un hombre de la grafosfera. Ustedes fueron quienes mejor acompañaron y estimularon la alfabetización del mundo europeo, en los siglos XVI y XVII. El iletrismo surtido y creciente por su complemento: el exhibicionismo y el voyeurismo, no son parte de su juego. Pero si nos perdemos de esa parte, es un poco de nuestra libertad la que se irá. Estoy convencido, por añadidura, que su aparente “retraso” en materia de imágenes, resultará mañana en un avance, tanto como la videocracia, que no nutre a su hombre, utiliza aire, utiliza espíritu y lectura. Segunda dificultad: el individuo promedio que yo represento aquí, no tiene para ustedes más que estima, respeto y benevolencia a priori. Ustedes fueron una minoría perseguida, odiada en su tiempo y ustedes no lo hacen saber demasiado, esa es su elegancia. Ustedes son virtuosos predestinados y, bajo ese título, perfectos republicanos –si la virtud, en el sentido republicano de la palabra, consiste, como decía Montesquieu, en “la continua preferencia del interés público por encima del propio”. Digamos que son gente que sabe aguantar, como el pastor Boegner durante la guerra. Pero esta abnegación que les otorga su aura a título personal, se voltea contra su presencia colectiva en la escena pública. En el desencadenamiento de las minorías y en la jungla de las relaciones de fuerza, es lo que hará más alboroto, por no decir chantaje, y puede hacer prueba de cierta capacidad de ruido. ¿Cómo afirmar una comunidad, sin hacer el juego del comunitarismo, con todo lo que se exige de vulgaridad egocéntrica y de exhibicionismo? Imagino que no es una cuestión fácil de resolver. Tercera: el genio moral del protestantismo francés, que se hace respetar por todos, parece opuesto al genio, con un sentido de carácter innato, de los protestantismos estadunidenses, al menos bajo sus formas pentecostal, evangelista y milenarista (términos que no se deben confundir, lo entiendo bien).

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Ustedes fueron los pioneros de la exégesis histórico-crítica y del recogimiento interpretativo sobre las Escrituras. Y he aquí que descubrimos que “fundamentalismo” es una palabra reformada (siendo católica la palabra “integrismo”). Podemos hacer la pregunta con la que se intenta saber si el fundamentalismo protestante no es en el fondo el que triunfó políticamente, mejor que el musulmán. Funciona mejor en Teherán que en Washington. Se dice que el Islam es teológicamente protestante. ¿Es decir, puede haber islamismo en el protestantismo, un islamismo a la inversa pero igual de incontrolable? Evidentemente no es un complot lo que se apoderó de la Casa Blanca bajo George Bush, hijo. El fundamentalismo occidental realmente se democratizó, lo que no sorprendería a Tocqueville, quien había visto que el espíritu de la religión y el espíritu de la libertad llegaron juntos al Cabo Cod. Y en América Latina los evangélicos y las sectas misioneras triunfaron ahí donde falló la teología de la liberación: inculturación étnica, encargarse de los pobres, cultura del servicio, etcétera. La realidad de los protestantismos franceses, y europeos en general, surgiendo de una historia diferente, no tiene nada que ver con esos delirios teológico-políticos. Ustedes son el mejor antídoto contra ello, por sus tradiciones de tolerancia y de inteligencia. No obstante, esto puede plantear, como dicen los publicistas, si no hoy al menos en otro plazo, “un problema de imagen”. Estoy seguro personalmente, de que a pesar de la ley del número y del dinero, sabrán mostrarnos, a expensas de su pequeño número y de sus pocos medios, que en materia de evangelismo son ustedes la regla, y que los locos de la Escritura son, digamos, la excepción; una excrecencia pasajera o una enfermedad infantil.

DIOS Y LA MEDIOLOGÍA Antoine Nouis

Régis Debray es conocido sobre todo por estar en el origen a la cual él dio el nombre de “mediología”. Según este enfoque, a menudo es fecundo analizar las funciones sociales superiores (religión, ideología, arte, política) en sus relaciones con los medias y los medios de transmisión y de transporte. En otros términos, el mensaje es dependiente de sus condiciones de transmisión. Dos ejemplos para ilustrar este enfoque. Renan decía: “El desierto es monoteísta; sublime en su inmensa uniformidad, le revela primero al hombre la idea del infinito”. Según Régis Debray, no es por azar si bíblicamente el monoteísmo está ligado a la marcha de Abraham en un desierto. Para tener la idea de un Dios único, no es necesario estar encerrado entre fronteras. Los protestantes saben que si son los hijos de Lutero, es


principalmente gracias a Gutenberg. Es la imprenta la que permitió que las ideas del Reformador se expandieran antes de ser aplastadas por el poder. Si la imprenta hubiera sido inventada dos siglos antes, es probable que el padre de la Reforma hubiera sido Jan Hus. Habiendo aplicado a la teología las herramientas de la mediología, Régis Debray se interesó en el lugar de lo religioso en nuestra sociedad. Eso lo condujo a inquietarse por la incultura religiosa creciente, debido al derrumbamiento de los antiguos vectores de transmisión que eran las familias, las Iglesias y las costumbres sociales. En un informe al Ministerio de Educación Nacional, pugnó por la enseñanza del hecho religioso en la escuela, enseñanza que tiene el cuidado de distinguirla de la experiencia espiritual. Un mínimo de cultura religiosa es indispensable en la comprensión de vastos lienzos de nuestra civilización. “El eslabón faltante de la información religiosa hace estrictamente incomprensibles, incluso sin interés, los tímpanos de la catedral de Chartres, La Crucifixion, de Tintoreto, el Don Juan de Mozart, le Booz endormi, de Victor Hugo y La Semaine sainte, de Aragon”. Versión de Francisco Javier Domínguez Solano

Réforme, 21 de octubre de 2004 http://reforme.net/journal/10202004-reforme-3099/ actualites/religions/protestants-selon-regis-debray NUEVOS LIBROS SOBRE LUTERO, CALVINO Y LA REFORMA Marta García-Alonso, sel., trad. y estudio prel., Juan Calvino. Textos políticos. Madrid, Tecnos, 2016. Para muchos, el sujeto moderno se origina en la Reforma protestante. Si esto es así, deberíamos encontrar el embrión de estas ideas fundacionales en los textos políticos de Juan Calvino (1509-1564), reformador de Ginebra y padre de una de las corrientes principales del protestantismo. Sin embargo, frente al tópico, el lector encontrará en esta selección de escritos políticos, a un Calvino para quien Dios sigue siendo la fuente de toda autoridad, el pueblo carece de cualquier tipo de legitimidad política y la Biblia ha de ser la fuente de inspiración moral y social. Sin embargo, su influencia es innegable en debates tan centrales para la posteridad como las disputas sobre el derecho de resistencia durante las guerras de religión en Francia, la tolerancia política en la Holanda del siglo XVII, o

la vinculación entre libertad política y libertad de conciencia del siglo XVIII americano. Esta edición pretende poner en evidencia la complejidad del legado de Calvino. Índice Estudio preliminar Biografía y formación. 1. Un hombre de Iglesia 2. Ginebra se convierte a la Reforma 3. Los primeros conflictos 4. El triunfo del modelo calviniano 5. El Consistorio 6. La disputa por la excomunión 7. Doctrina política

Mario Miegge, Martín Lutero. La Reforma Protestante y el nacimiento de las sociedades modernas. Trad. de Luis Vázquez Buenfil. Prólogo de Alicia Mayer González. Terrassa, CLIE, 2016. Una historia desde los inicios de Martin Lutero hasta la época moderna. Donde se aprecia claramente, como los valores de la reforma y el protestantismo han influido en la Modernidad y en temas tan actuales como: La vocación, el trabajo, el capitalismo, la democracia. Un excelente libro de Historia del Cristianismo desde la Edad Media a la Modernidad, y a su vez un excelente libro de sociología sobre los valores en los que descansa la modernidad. Mario Miegge (1932-2014) fue un notable intelectual valdense italiano y profesor emérito de la Universidad de Ferrara, donde enseñó Filosofía teórica y Filosofía de la religión. Dirigió la Facultad de Magisterio (1972-1978) y la de Ciencias Humanas (1997-1999) de dicha universidad. Dedicó varias obras al estudio del protestantismo y sus diversas implicaciones históricas y culturales. Algunas de ellas son: Il protestante nella storia (1970), Protestantesimo e capitalismo da Calvino a Weber (1983, con L. Corsani y U. Gastaldi), Vocazione e laboro (2010) y Capitalismo e modernità. Una lettura protestante (2005). Colaboró con diversas organizaciones protestantes e interconfesionales.

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Giorgio Tourn, Juan Calvino: el reformador de Ginebra. Trad. de Luis Vázquez Buenfil. Palabras preliminares del autor. Prólogo de Pierre Gisel. Terrassa, CLIE, 2016. Este libro es un recuento puntual de la vida y obra del reformador franco-ginebrino que presta especial atención a sus orígenes familiares, sus años formativos y el rumbo que tomó al convertirse en uno de los «humanistas devotos» de su país natal. También se presentan los fuertes conflictos que tuvo antes de ser ubicado como quien consolidó la Reforma. Giorgio Tourn (1930) estudió teología en Roma y Basilea (con Karl Barth y Oscar Cullmann). Es un pastor italiano, historiador y teólogo, que ha sido presidente de la Sociedad de Estudios Valdenses y de la Fundación Centro Cultural Valdense. Entre sus numerosas publicaciones pueden mencionarse: I valdesi. La singolare vicenda di un popolochiesa, I protestanti: una rivoluzione (2 vols.) e Italiani e protestantesimo. Un incontro impossibile? Es autor de la novela histórica I giorni della Bestia, sobre la repatriación de los valdenses. Además, preparó la edición italiana de la Institución de la Religión Cristiana en 1971 y 1983. María Laura Giordano y Adriana Valerio, Reformas y Contrarreformas en la Europa católica (siglos XV-XVII). Estella, Verbo Divino, 2016. La Biblia y su autoridad constituyen el problemático nudo en torno al que se construye la Edad Moderna, hasta el punto de que la Biblia y su correcta interpretación dividen Europa y la cristiandad. Las mujeres protagonizan de forma indiscutible la inquieta religiosidad de los siglos XV al XVII. Esta desazón afecta tanto a las demandas de reforma del período humanístico como a las estrategias de resistencia de la Contrarreforma, estrategias que dificultan el acceso directo de las mujeres a los textos sagrados.

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Este volumen se ocupa de la relación crucial entre las mujeres y la Biblia a través del análisis de fuentes inquisitoriales, literarias, iconográficas y musicales, entretejiendo de modo original óptica masculina y sensibilidad femenina, y focalizando tal entrelazado en las diferentes realidades geográficas y culturales de España, Italia, Francia, Portugal, Austria y América Latina. Índice Introducción, Adriana Valerio y Maria Laura Giordano La Biblia, las mujeres y la crisis de la Europa moderna, Adriana Valerio I. Las mujeres y el humanismo bíblico • Las mujeres, la Reforma y la Biblia en Italia, Tamar Herzig • En el nombre de Pablo: humanismo bíblico y resonancias conversas en Isabel de la Cruz y María de Cazalla (1512-1534), Maria Laura Giordano • El uso de la Biblia por las visionarias de la época del cardenal Cisneros, Ronald E. Surtz • La querella de los profetas: la Nueva Ley como marco igualador de los sexos en Juana de la Cruz (1481-1534), Ángela Muñoz Fernández • Margarita de Navarra y la Biblia a través de su teatro, Violaine Giacomotto-Charra II. Después de Trento: Mujeres y Biblia en las Contrarreformas católicas • Católicas y reformadas: apuntes iconográficos de dos formas de relación bíblica, María Leticia Sánchez Hernández • Figuras femeninas del Antiguo Testamento en algunos pintores italianos (1500-1650), Heidi J. Hornik • Mujeres de la Biblia en un ciclo de frescos de la ciudad de Nápoles de principios del siglo XVII, Viviana Farina • Sor Maria Clemente Ruoti y la Biblia en el teatro de los monasterios femeninos, Elissa B. Weaver • El libro de Judit en el Barroco austríaco, Elisabeth Birnbaum • Figuras bíblicas femeninas en oratorios, diálogos y lamentos del siglo XVII, Linda Maria Koldau • Ester en el teatro francés del siglo XVI, Mariangela Miotti • Mujeres y Escritura en los documentos inquisitoriales de Italia del Norte, Giovanna Paolin La Biblia en el Carmelo teresiano femenino en el Siglo de Oro, María Pilar Manero Sorolla • Lecturas y escrituras bíblicas de Teresa de Ávila, Teófanes Egido López • Biblia y concepcionismo mariano en los escritos de María de Ágreda, Sara Cabibbo • Lecturas femeninas de la Biblia en Portugal (siglos


XVI-XVIII), Zulmira C. Santos • La palabra y el silencio. Sor Juana Inés de la Cruz y la Biblia en el México del siglo XVII, Francesca Cantú www.verbodivino.es/hojear/3927/reformas-y-contrarreformasen-la-europa-catolica-siglos-xv-xvii.pdf

ESBOZO CRONOLÓGICO DE LA IGLESIA BETHEL, COLONIA OLIVAR DEL CONDE “CASA DE DIOS Y PUERTA DEL CIELO”

sacramento. De las entrevistas sostenidas con el pastor y consistorio de dicha iglesia, nació la idea de formar una misión en esta parte de la ciudad de México donde vivía un número suficiente de creyentes como para formar una misión de la iglesia presbiteriana. Don Gabriel Campuzano Martínez, junto con su familia, se había trasladado de su lugar de nacimiento y residencia, primero a Michoacán y, después, en 1957, a esta zona y se convirtieron en polo de atracción para otros familiares y amigos de su misma región. El primer lugar de reunión fue la modesta sala de la casa de los hermanos Campuzano; las reuniones eran los martes, pero muy pronto el lugar resultó insuficiente para los cultos. Así, nos trasladamos al patio de la casa marcada con el número 97 de la Calle 9 para tener las actividades, pero ahora en domingo y a partir de las 4 de la tarde, dado que las hermanas y hermanos que nos auxiliaban tenían sus actividades por la mañana en su iglesia y por las tardes venían con entusiasmo a colaborar en nuestra misión (“tan lejana”, “tan fea”, “por donde Dios jamás ha pasado”). Anécdotas sobran: ¿recuerdan cuando no había techo y era época de lluvias o de calor? o ¿los primeros 15 años celebrados ahí?

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l propósito de Dios se cumplió, y así iniciamos, como misión de la Iglesia Nacional Presbiteriana de México y con el auspicio de la Iglesia Príncipe de Paz (del centro de la Ciudad de México) nuestras actividades que ininterrumpidamente hemos llevado a cabo durante 51 años. Era 1965: apenas en diciembre de 1964 Gustavo Díaz Ordaz había tomado posesión como Presidente de la República, en 1964 se celebraron también los juegos olímpicos de Tokio, en los que por primera vez se hicieron transmisiones en vivo, sincrónicas o en tiempo real; en 1965 vivíamos en lo que se llamaba el “desarrollo estabilizador”, con salarios muy bajos, libertades políticas restringidas, derechos sociales mínimos, imposición ideológica y un régimen autoritario. Ese mismo año hubo un movimiento de médicos que fue reprimido, años más tarde, viviríamos la represión al movimiento estudiantil, que por cierto, apenas por estos días, se juzga y condena a los autores intelectuales y operativos de dicha masacre. Pero el propósito de Dios se cumple siempre, se ha cumplido en el pasado y se seguirá cumpliendo en el futuro y nada absolutamente nada, puede impedir que la voluntad de nuestro Dios se cumpla. Por eso, el interés que los padres de Miriam Martínez González y Vianey Campuzano Paniagua tenían en que sus hijas fueran bautizadas, los motivó a que acudieron a la Iglesia Príncipe de Paz, para solicitar dicho

Esta primera etapa fue de mucho entusiasmo y entrega. De arranque y construcción de un sentido de comunidad eclesial. ¿Se acuerdan de las campañas médico-evangelísticas de los jóvenes de “Heraldos de Cristo” (de la Iglesia Príncipe de Paz), el reparto masivo de porciones y selecciones bíblicas, nuestras primeras campañas para difundir el evangelio? De repente, apareció la oportunidad de comprar este lugar en el que hoy nos encontramos. La dueña del lugar había fallecido y los hijos de la misma ofrecieron a don Gabriel que comprara la casa, en consulta con los hermanos de Príncipe de Paz, nos lanzamos a la aventura de comprar y, luego, de acondicionar el lugar (compramos un lugar cuyos dueños

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habían fallecido intestados y por lo tanto los hijos no podían vender; además no contábamos con el dinero suficiente para liquidar el precio total acordado). Nos cambiamos para tener las actividades en un lugar más espacioso, con salones para niños, jóvenes y adultos que se fueron construyendo y acondicionando paulatinamente, y por supuesto nuestro primer templo, como un lugar expresamente acondicionado para ello. Años después (1976-1977) se tuvo que construir, en lo que era el patio, una nueva nave, por varias razones: ya resultaba insuficiente el local y los salones de niños de la parte superior se habían destinado para la casa pastoral (Luis Núñez Manzanero), por lo tanto, la construcción era inevitable. Para 1982-1983 se decidió que era necesario contar con unas instalaciones integrales y no desarticuladas como las que se habían tenido hasta la fecha. Se prepararon planos y se buscó el apoyo de la delegación, se reunieron fondos, y la congregación se embarcó en una nueva aventura de construcción. El patio que había sido el local años atrás, con su techo un poco desvencijado, volvió a recibirnos. Ahí se hizo la organización como Iglesia y se ordenaron oficiales, ancianos y diáconos, en abril de 1985. El proyecto de construcción había quedado trunco, sin título de propiedad, sin permisos y sin dinero (se agotó todo en la fase de cimentación y desplante del primer piso), la delegación clausuró la obra, cambiaron las autoridades y cambiaron también las simpatías hacia la iglesia, pero aun así fue posible darle algunos acabados y reiniciar las actividades. En 2003 se reinició la edificación de la nave donde ahora nos encontramos. Ya contábamos con el título de propiedad, con un proyecto arquitectónico integral (gracias al Arq. Gerardo Téllez), con los apoyos (y permisos informales) de la delegación, y con los recursos limitados para iniciar la obra. Por supuesto, deseábamos que Dios abriera las ventanas de los cielos y derramara en los miembros de la iglesia (y en los antiguos miembros y amigos también) bendición hasta que sobreabundase, para que a su vez abrieran sus carteras y ofrendaran para la obra. Siempre hemos tratado de tomar decisiones por consenso o mayoría, pero manteniendo informados a todos los hermanos de las diferentes opciones que se han tenido y sobre cuáles se inclina el consistorio. No ha sido fácil, pero nos hemos querido mantener fieles al mensaje escritural. Así pasamos del Presbiterio Azteca y fundamos el Juan Calvino con visiones y perspectivas diferentes del papel de la Iglesia y de todos quienes la integran, mujeres, niños, varones, es que hemos abandonado el proyecto de ese último Presbiterio, dolidos o decepcionados, por las formas, por los tratos, por la cerrazón. Hoy queremos empezar otro proyecto

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incluyente y respetuoso para continuar con nuestro papel de Iglesia. Esperamos que Dios nos ampare. (GCP)

DOLORES, EL DÍA DESPUÉS DEL TORNADO Mauricio Rabuffetti, AFP

“La luz brilla en las tinieblas”. Como un llamado a la esperanza, el mensaje resalta frente al portal de la derrumbada iglesia evangélica de Dolores, pueblo de 2 mil habitantes que este sábado [16 de abril] despertó a la desolación tras el paso de un tornado que dejó cuatro muertos y decenas de heridos. De la Iglesia Evangélica Valdense de San Salvador, solo quedó en pie la entrada. El resto del edificio, como buena parte de Dolores, quedó en el suelo por obra del viento que el viernes arrasó esta localidad agraria. Casas caídas, autos que fueron levantados en peso; máquinas demoliendo y un ejército de personas tratando de recuperar lo que pueden de sus pertenencias, mientras el agua inunda. El panorama es desolador. En las esquinas de esta pequeña y pacífica ciudad de casas bajas y coloridas, las gentes se agolpan y, como en una catarsis colectiva, relatan y escuchan lo que cada uno vivió el viernes a las cinco de la tarde (hora local), cuando el tornado arrasó su pueblo. “No se puede creer”, es la frase que más repiten, mientras efectivos del Ejército, Bomberos y Policía patrullan y realizan trabajos de limpieza. Los muertos fueron cuatro, según cifras oficiales. Los heridos se cuentan por decenas. Los afectados, todos y cada uno. Frente a su casa cerca de la plaza central del pueblo, Eduardo Merlo, un brigadista de bomberos, saca ramas y restos de chapas bajo una copiosa lluvia. “Nunca pasó algo así acá. La sensación es de desconcierto”, resume. Merlo describe la formación del tornado, un fenómeno bastante esporádico en Uruguay, según los registros históricos. “Nos voló todo” Primero “vino una masa de calor” y viento. Luego un zumbido ensordecedor. “Y ahí veo el techo del vecino que voló”, describe. Algunos restos terminaron en el zaguán de


su casa. Fue afortunado. Todavía puede estar en su vivienda. Pero cientos de personas lo perdieron todo. O casi. “Acá armamos para poder dormir”, dice Marta Umal, de 65 años, señalando la cama matrimonial colocada debajo del único techo que quedó en pie de la modesta casa que comparte con su marido. “Nos voló todo”, afirma con voz afónica por los gritos. Como las casas de sus vecinos en uno de los barrios más afectados de la ciudad, la suya está encharcada por el agua y el barro. En el piso, ropa inutilizable cubre las baldosas. Los vidrios estallaron por la fuerza del viento y las paredes son una catarata. “[Peor] la gente que tuvo víctimas” entre sus familiares, reflexiona su marido, Nelson Reyna, de 56 años. Dolores está en estado de conmoción. En un lugar con poca población en el que la gente conoce a sus vecinos, la pérdida de vidas es sentida por todos. “Está corriendo peligro la vida de todos. La de ustedes y de la gente que está adentro”, advierte un bombero a una familia que rescata algunas pertenencias de su vivienda demolida por el viento. El agua y la luz, como ocurre en cualquier situación de este tipo, están cortadas para evitar accidentes. Los cables atraviesan las calles. Las chapas arrancadas de cuajo de los techos están regadas a lo largo y ancho de la ciudad. Algunas quedaron atrapadas entre ramas de árboles, como abrazadas a los troncos que resistieron. En una esquina, un auto color plata yace aplastado, cubierto de basura y ladrillos, en una imagen digna de una película de ciencia ficción. Los vecinos cuentan que el viento lo movió y lo golpeó contra una pared, que se le cayó encima. Quedó reducido a chatarra. El agua corre sin cesar por las calles de Dolores por causa de la lluvia ahora intermitente. Un grupo de jóvenes ayuda a dar vuelta una camioneta volcada. Tres niñas pasean de la mano con su madre delante del templo evangélico. El color rosa, vetusto, de lo que alguna vez fue una iglesia, acompaña el gris del cielo. En una placa del portal, detrás de varias vigas quebradas, se lee: “Vayan y, de pie en el templo, cuenten al pueblo todo este mensaje de vida”. Cerca de allí, Leonardo Zimerman llegó hasta el taller de un amigo. Todo se vino abajo. No quedó ladrillo sobre ladrillo. Dos autos quedaron aplastados por los escombros. A los mecánicos tuvieron que rescatarlos, pues quedaron atrapados. “Vine a rescatar lo esencial”, cuenta con semblante triste, parado arriba de una pila de baldosas y hierros retorcidos. Se lleva una mano irreflexiva a la cabeza. El cielo se cubre de nubarrones oscuros. El tornado “lo acabó al pueblo”, reflexiona. Y la lluvia vuelve a caer.

articulo/61464_dolores-el-dia-despues-del-tornado www.iglesiavaldense.com / www.youtube.com/ watch?v=jxc61nLgcPg

www.180.com.uy/

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Materiales y noticias

LIBRO DE ORDEN DE LA IGLESIA PRESBITERIANA DE ESTADOS UNIDOS

“REGLAS DE DISCIPLINA” I. Principios de disciplina eclesiástica II. El proceso judicial definido IV. Referencia V. Comisiones judiciales permanentes VI. Casos correctivos VII. Juicio para caso correctivo VIII. Apelación en caso correctivo IX. Petición para vindicación X. Casos disciplinarios XI. Juicio en un caso disciplinario XII. Censura y restauración en casos disciplinarios XIII. Apelación en caso disciplinario XIV. Evidencia en casos correctivos o disciplinarios www.pcusa.org/site_media/media/uploads/curriculum/pdf/boospanish.pdf

Índice FORMA DE GOBIERNO I. Principios preliminares II. La Iglesia y sus confesiones III. La Iglesia y su misión IV. La Iglesia y su Unidad V. La Iglesia y sus miembros VI. La Iglesia y sus Oficiales VII. La Iglesia local VIII. La Iglesia y sus propiedades IX. Cuerpos gobernantes X. El Consistorio XI. El Presbiterio XII. El Sínodo XIII. La Asamblea General XIV. Ordenación, certificación y comisión XV. Relaciones XVI. Iglesias unidas XVII. Cuerpos gobernantes unidos XVIII. Enmiendas DIRECTORIO PARA LA ADORACIÓN Prefacio Capítulo I. La dinámica de la adoración cristiana Capítulo II. Los componentes de la adoración cristiana Capítulo III. El ordenamiento de la adoración cristiana Capítulo IV. El ordenamiento del servicio para fines especiales Capítulo V. La adoración y el discipulado personal Capítulo VI. Adoración y ministerio en la comunidad de fe Capítulo VII. La adoración y el ministerio de la iglesia en el mundo

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CRIANZA CON TERNURA, UN PROYECTO MÁS QUE URGENTE La carencia de la ternura y del amor, tienen consecuencias no solo para la niñez sino también contundentes consecuencias en la salud del adulto. El mundo requiere un nuevo paradigma de salud para contrarrestar los efectos de la violencia y del abuso en la vida tanto de los niños como de los adultos. No se curan heridas profundas e históricas con píldoras y parches sino con ambientes demarcados por la ternura y amor.1 A.C.G.

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a crianza con ternura, propuesta y afirmada con singular pasión en este libro de Anna Christine Grellert, pediatra y asesora regional de desarrollo de la Niñez en World Vision durante 11 años, es un gran paso adelante que, como práctica humanizadora, se está fomentando en un subcontinente urgido de superar las mentalidades y acciones dominadas por una comprensión sumamente limitada de lo que significa ser padre y madre. Hay que reconocer, ciertamente, que los énfasis liberadores del pensamiento cristiano en décadas recientes dejaron casi siempre de lado el aspecto emocional y afectivo en aras de una voluntad transformadora del ámbito social que se veía como lo más exigente para esas épocas. No obstante, nunca faltaron voces de advertencia, como las de Paulo Freire y otros, quienes desde ese espectro ideológico señalaron la necesidad de compensar y complementar con el sano ejercicio del amor y el cuidado, las terribles circunstancias que se vivieron (y en buena medida se siguen viviendo) en amplios sectores de la población latinoamericana. A.C. Grellert, Crianza con ternura. México, Casa Unida de Publicaciones-World Vision-Comunidad Teológica de México, 2016, p. 140.

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Se trata de hacer visible y rotundamente viable esta propuesta, formalizada y respaldada por alguien tan confiable como el teólogo y pedagogo peruano Alejandro Cussiánovich, quien en 2015 celebró 50 años de su ordenación sacerdotal, y cuya labor en el campo de las políticas sociales y promoción de la infancia ha sido reconocida durante largo tiempo (su “pedagogía dela ternura” viene desde fines de los años 70). Sus palabras del prólogo son precisas: “Crianza con Ternura deviene en un paradigma bioético, bio-político, bio-espiritual, bio-social y bio-cultural. Como tal, es portador de una potencialidad crítica frente a los modelos de humanidad que se derivan de las nuevas formas de colonialidad, de ocupación de las conciencias de la que son portadoras políticas económicas, comunicacionales y culturales y de los antivalores que encarnan, etcétera”.2 Precisamente: este nuevo paradigma de actuación paterna/materna busca encarnar no los ideales de una sociedad de hiper-consumo o simplemente los valores tradicionales sino de ahondar en el esfuerzo liberador encaminado a la creación y consolidación de una humanidad nueva, —lo que planteó siempre el Evangelio, dicho sea de paso, por lo que Cussiánovich debe agregar al respecto: “Crianza con Ternura es recordar que la lógica del Padre que Jesús nos revela es la del paradigma de la ternura, de profunda significación para las pautas de crianza en el seno de las familias, muy en particular cuando se pretende justificar un trato punitivo y castigador como garantía, cuando adultos, de ser personas correctas, derechas”.3 Veo en Grellert a otra educadora venida a América Latina para convertirse a la causa de la niñez sufriente, como en otras épocas hubo notables maestras y maestros que consagraron sus vidas a lo que se ha conocido como “educación cristiana”, aunque muchos de sus objetivos civilizatorios finalmente serían muy cuestionados. También la asocio con aquellos proyectos pedagógicos que, en el inicio tan incierto de las

naciones de la región, contribuyeron a formar personas en medios sociales totalmente desprotegidos. Su perfil está más cerca de la educación popular auto-gestiva, eminentemente comunitaria y que estimula participación de las familias en su desarrollo y avance escolar, pero sobre todo afectivo y emocional. La estructura de la obra es todo un programa de trabajo a desarrollar dentro y fuera de las comunidades cristianas, pues su visión propositiva ve la misma importancia en pasar revista, primero, a los desarrollos anteriores (Berta Ares, Manolo Florentino, Fernando Devoto, Diana Maffla, Freire mismo, Maturana y una larga lista) de donde brotaron pistas para aplicarse en la actualidad; los aspectos duros no se ocultan en el diagnóstico estructural: debilitación de la familia, abandono y orfandad, un Estado que institucionaliza y hiere a la niñez y a la juventud, delincuencia juvenil, las demandas del mercado laboral y la violencia institucional; segundo, el elemento bíblico, desde una serie de relecturas (una de las más esperadas y complejas, la del profeta Oseas); tercero, la crianza con ternura como vocación pastoral; y cuarto, la inevitable, la impostergable “revolución de la ternura”, todo ello puntuado por la exigencia marcada en uno de los apartados: “El contexto histórico del amor y del desamor de la niñez latinoamericana y caribeña”. Nunca se había dicho mejor, pero sin las limitaciones del discurso de la autoayuda superficial y ahistórica. Las preguntas básicas del primer principio, el relacional, son comprometedoras y profundamente críticas: “¿Cómo saben nuestro hijos e hijas cuanto los amamos? ¿Qué palabras expresamos para comunicar nuestro amor a nuestros hijos e hijas? ¿Cuándo decimos a nuestros hijos e hijas cuanto los amamos?”.4 Salta a la vista el notable giro de World Vision (Visión Mundial, como se presentó durante años), pues se ha sumado, de una manera más humilde y consecuente, un tanto lejos del debate ideológico, a este proyecto de reconstrucción humana, ante el cual no puede uno más que alegrarse y buscar la manera de sumarse. Vaya contraste con los postulados de las familias evangelicales y fundamentalistas de los estados del sur en la Unión Americana. No cabe duda de que la afirmación práctica del Evangelio atraviesa por caminos insospechados y, en ocasiones, profundamente contradictorios. ¿Qué le espera a nuestras sociedades, si aún queda fe entre ellas, con una formación así? No solamente violenta sino proclive al rencor, al odio racial, al rechazo y la exclusión en nombre de una tradición religiosa que cierra los ojos al cambio. Y mucho de ello lo hemos importado en México y otros países, y se ha aplicado a rajatabla, sin

2 A. Cussiánovich, “Prólogo” en A.C. Grellert, op. cit., p. 6. 3 Ibíd., pp. 8-9.

4 Cf. , “Principio 1 de la Crianza con Ternura: Relacional”, en World Vision, www.wvi.org/es/CcTRelacional.

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ninguna piedad. Porque como bien afirma uno de los postulados: “Jesús es el paradigma de la ternura” (p. 51). Termino con unos versos del chileno centenario Nicanor Parra, hablando de su propia madre, “Clara Sandoval”, quien crió nada menos que a este poeta y a su hermana Violeta:

REUNIÓN DEL 10 DE ABRIL IGLESIA AMMI-SHADDAY, 8 AM

mientras más sufrimiento más energía para seguir en la rueda para que el Tito pueda ir al Liceo para que la Violeta no se muera y todavía le queda tiempo para llorar esta viuda joven y buenamoza que pasará a la historia como la madre menos afortunada de Chile y todavía le queda tiempo para rezar5

Participemos sin reproche en esta iniciativa, en los hechos, los ideales y los conceptos, y busquemos canales efectivos para su aplicación, tan urgente como necesaria. (LC-O)

Se nombró la directiva para el bienio 2016-2018, quedando como sigue: Coordinador general: Silfrido Gordillo B. Coordinaciones Administración y Finanzas: Tania Tamez Grenda Comunicación y Difusión: Leopoldo Cervantes-Ortiz Evangelización y Misiones: Héctor Mendoza Núñez Teología y Pastoral: Hugo Gallardo Duarte

5 N. Parra, “Clara Sandoval”, de Hojas de parra (Santiago, Ganímedes, 1985), en

sitio dedicado por la Universidad de Chile a Nicanor Parra, www.nicanorparra. uchile.cl/antologia/hojas/clarasandoval.html.

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www.cmirp.org https://issuu.com/cmirp


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