Nóumeno #10
Edición Luciano Molina Sebastián Asegurado Lucas Lavítola
Staff
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Tapa Blas Rodriguez Fotografía Juan José Bueno Hosting Exogeno.com Historieta Abelo Galdeano Corrección Gisela Morini Colaboraron Matías Caligiuri Andrea Ciaravino Adrián Cossettini Fernando Giaccone Federico Koch Cristian Ezequiel Guarinos Malvina Liberatore Rocío Martínez Carlos Mascheratti Jonás Mercado Mariana Tealdi Vecchio Silvina Torviso Jorge Verdi y los Agnus Dei
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Tiempos Modernos, Charles Chaplin 10
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El mito cientĂfico
Nóumeno #10 s un hecho que actualmente la ciencia juega en buena parte el rol de una religión en la que, además, la gente quiere creer” respondió el filósofo Jean- Jacques Salomon ante una pregunta que pretendía colocar a los científicos en el lugar de profetas. Luego, añadió categóricamente: “Yo creo en esa metáfora porque estamos leyendo a la naturaleza en términos matemáticos” Si sostenemos que la dualidad ciencia – religión comparte como disparador común la sed de respuesta y asimismo un resultado: la esperanza, podríamos descifrar que en las palabras de Salomon subyace ese sentimiento. Y esto sucede porque las personas, en su afán por apaciguar la angustia de la enfermedad, de la pérdida, de la muerte, se refugian en la religión y de la misma manera se refugian en la ciencia como antídoto para el sufrimiento. Si pensamos que religión y ciencia van de la mano y que las dos comparten un sentimiento legítimo, entonces justificaría cualquier creencia, cualquier hipótesis, porque se obtiene con ellas una seguridad que es inexorablemente amenazada por el dolor. Ahora bien, aunque la arrogancia de los científicos, justificada por su labor, roce a tal punto lo místico como para que se sientan dioses, no deja de ser milagroso que sea la ciencia la que salve una vida que se creía perdida. Porque es indudable que a pesar de los avances científicos y tecnológicos existen todavía cosas que no podemos explicar, que escapan a la razón y escapan del racionalismo científico impidiendo de esta manera la idolatría del médico. Sin embargo la ciencia no se detiene ante este obstáculo y es tan ambiciosa que intenta también moldear nuestro futuro: alargar la esperanza de vida y mejorar su calidad. Podríamos aventurarnos por afirmar que ambicionamos algo tan mitológico como fantástico: la inmortalidad; logrando de esta manera, terminar con la angustia de la muerte, de una vez y para siempre. ¿Pero no es este un deseo milenario? Claro, pero
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antes sólo era posible en el plano de nuestra imaginación, hoy el método científico podría aproximarse a ese anhelo. En otras palabras, la ciencia ficción dejó de ser ficción para ser realidad. Para dar un ejemplo de que este proceso no es nuevo podemos agregar que los servicios de inteligencia norteamericanos hicieron uso de las ficciones del momento para entrenar telépatas con el fin de saber qué hacían los rusos. Descabellado, irracional, sí, pero se invirtieron millones de dólares en el proyecto. Por el contrario, no es irracional el concepto matemático que dicta que el avance científico es inversamente proporcional al valor moral de la población. En referencia a esto, el filósofo Pablo Capanna dice que “se llegó a la situación de que el único progreso que se visualiza es el progreso tecnológico. De lo único que estamos seguros es de que el celular del año que viene tendrá más funciones que el de éste. Ahora, que vaya a existir más justicia, menos hambre, menos desigualdad, nadie lo sabe”. Sábato, en 1954, nos advertía sobre esta disyuntiva aludiendo: “En cuanto a la Ciencia, que iba a dar solución a todos los problemas del cielo y de la tierra, había servido para facilitar la concentración estatal y mientras por un lado la crisis epistemológica atenuaba su arrogancia, por el otro se mostraba al servicio de la destrucción y de la muerte. Y así aprendimos brutalmente una verdad que debíamos haber previsto, dada la esencia amoral del conocimiento científico: que la ciencia no es por sí misma garantía de nada, porque a sus realizaciones les son ajenas las preocupaciones éticas.” El libro es nada más ni nada menos que “Hombres y engranajes” en donde expone con preocupación cómo los avances de la ciencia han transformado al hombre en el simple engranaje de una máquina de producir y consumir. En nuestro país una obra que expone de manera magistral las críticas a una sociedad Argentina (la de la década del 30) es Los 7 locos de Roberto Arlt. En ella Arlt hace su
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ascesis de la abyección narrando la vida de Erdosain. El autor teje una denuncia al absurdo de una vida marcada por la deshumanización del capitalismo y el imperio de las máquinas. Las cuestiones morales, la soledad, la angustia ante el sin sentido de la vida y la desolación de la muerte son temas recurrentes. Unos de sus personajes profetiza con autoridad la decadencia de una sociedad futura, una Argentina que nosotros conocemos: “¿Quiénes van a hacer la revolución social sino los estafadores, los desdichados,
los asesinos, los fraudulentos, toda la canalla que sufre abajo sin esperanza alguna? ¿O te creés que la revolución la van a hacer los cagatintas y los tenderos?”. Así como históricamente los ilustrados promovieron la investigación de la naturaleza, el desarrollo científico-técnico, la educación y la difusión general de todo tipo de
Nóumeno #10 conocimientos para la superación de la sociedad, hoy nuestra sociedad ha perdido esos mandatos esenciales. La tecnología permite que los obstáculos geográficos nos acerquen, sin embargo estamos cada vez más aislados, puesto que las redes sociales son promotoras de sentimientos virtuales, difusoras de banalidades, narcisismos y fotos de vidas maquilladas de apariencia. Creemos ser más libres cuando somos presos de
nuestros impulsos de consumo, de la rutina y de nuestra ostentación compulsiva. Así nos encontramos inmersos en la desesperanza, el antónimo de lo que hablaba al comienzo, confundiendo libertad con libertinaje, uno de los motivos que nos condujo a eso, el “vale todo”, la corrupción estamental. En síntesis, vivimos en sociedades distópicas que comienzan a hacer honor a las pesadillas de Huxley y Orwell. Esta crisis de humanidad debería ser vista como una oportunidad para recuperarlos.
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Agnus Dei
una historia de Rock Juninense En los años setenta, Sergio Rigazio, Horacio Gambarte, Rodolfo Álvarez y Raúl Paulucci le pusieron poesía al rock de la ciudad. Esta es la crónica sobre los “corderitos de Dios”, la piedra fundacional del rock local. quería formar un grupo y yo también... así que les propuse esto: si aparecía un bateprincipios de aquella década, Sergio rista yo tocaba el bajo, si encontrábamos y Gustavo Giménez musicalizaban un bajista me hacía cargo de la batería (con poemas de Pascual Noel Antares humildad, ya le sacaba sonidos a los par(“el Tanito”, para los íntimos). Con esa forches, a la guitarra y al bajo) y así fue como mación que Sergio llama primitiva debutan una tranquila mañana de finales de noen el Club de Planeadores. “Tocamos arriviembre, nos trajo a Juancito Domínguez, ba de un acopladito con las dos eléctricas para mí el baterista más iluminado de esta nuevitas, brillantes. Estaba el galpón hasta ciudad... y ahí se le encendió luz verde a las manos, pero creo que no nos escuchaesta historia...” ba nadie”. El nombre Agnus Agnus Dei nació de cierto En la primavera Dei vino con Sergio del ‘72 Horacio conoce y todos lo aceptaron. “espíritu” almendriano, pero a Sergio tocando con “Obviamente que Ag[...] me parece que todos era- nus Dei (homónimo de Gustavo en una cantina en la rotonda del un tema de Almendra) mos medio “corderitos de Náutico en la Lagunació de cierto “espíriDios”, tipos que queríamos na de Junín”. Tocaban tu” almendriano, pero un blues que decía “el ahora, a la disquitar todos los pecados del visto panqueque, nena no lo tancia, me parece que puedo cocinar... el dul- mundo. todos nosotros érace ya chorrea por mis mos, fuimos, concienmuslos”... je. Federico Mouras (voz y líder te e inconcientemente, medio corderitos de Virus) diría mucho después que el mun- de Dios, tipos que queríamos quitar todos do era muy poco sensual... y sí, en aquellos los pecados del mundo, y hacíamos nuesdías robarle un beso a una chica era muy tra música para eso, con una santa dosis trabajoso y doloroso”, recuerda Horacio. de absurda fe en que podíamos contribuir “Aquella tarde hablé con Sergio, que en algo para mejorar el mundo. Esas cosas POR MARIANA TEALDI VECCHIO.
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que hacen los ‘corderitos de dios’, reflexiona Rigazio. La banda comienza a hacer recitales en bailes, para pagar los equipos, y pocas veces toca sus propios temas. Gustavo y Juan se van del grupo y los reemplazan Raúl, en guitarra, y Rodolfo, en batería, quien también va a componer la mayoría de las letras de AD. “Gustavo y Juancito se fueron a grupos comerciales para hacer guita. Sergio y yo (Horacio) ya teníamos en la sangre el virus que nos habían inyectado los Beatles y todas aquellas bandas... Zeppelin, por nombrar una. Para eso pensamos en Raúl, y en Rodolfo para que se hiciera responsable de la batería. Lo primero que tocamos en un ensayo con esta nueva formación fueron temas de los Beatles”. En los ensayos no había drogas ni alcohol. Sí tabaco, y mucho. La inspiración venía por otro lado, por la música, los libros y la pintura. Raúl aceptó de inmediato. “Cuando escuché las composiciones de Sergio no dudé en empezar a tocar esos temas, que eran realmente muy lindos (incluso para el oído de hoy suenan adelantados).
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Finalmente, dejamos el viejo repertorio de baile y ahí sí cambió radicalmente la propuesta de Agnus Dei.”
Tocando para hacer bailar Sergio y Rodolfo no tienen buenos recuerdos de los bailes. Según Sergio, tocaron “todas esas pedorradas en los bailes durante años para estar dignamente equipados y que las cosas que REALMENTE queríamos hacer sonaran”. A Rodolfo le resultaba tan pesado ir a tocar que hasta puso un batero de reemplazo: “El querido Juan Casco se la bancó como un duque”. Si bien todos aceptan que tocaban en bailes por el dinero, Horacio asegura que tocar en bailes era “una costumbre que se perdió y que para mí era simpática, la gente danzaba, se enamoraba, se animaban a un beso mientras nosotros tocábamos. Hoy
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siento que cumplíamos una función social, además cobrábamos unos pesitos que nos ayudaron a pasar una adolescencia más tranquila, podíamos comprar equipos, instrumentos, invitar a alguna chica a un café”. “En algún momento esto se tornó medio contradictorio y estuvimos todos de acuerdo en dejar de tocar en bailes y dedicarnos a tocar nuestra música, resignando por supuesto la entrada de plata que significaban los bailes”, finaliza Raúl.
Temas propios “Más allá de las canciones sobre las que trabajábamos, el disfrute estaba en la creación. Fijate que no pensábamos en dejar registro, no grabábamos, ni se nos ocurría la idea de un disco. Era eso, crear música, hacer canciones, y a lo sumo aspirábamos a mostrarlo una vez cada tanto, porque además tenías que “crear” tu propio espacio, no se tocaba en los bares, la gente del rock en Junín era apenas una tribu medio dispersa. Así que había que contactarse y organizar ciclos, cosas así”, explica Sergio. “Había cierto talento por un lado y mucha dedicación y trabajo por otro. Sergio era muy buen compositor y Rody tenía buenas letras. Horacio por entonces no componía, pero tanto él como yo (Raúl) aportábamos ideas y arreglos. Todo eso se encajaba perfectamente y salían lindos temas. No sé si
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tocábamos tan bien, pero como teníamos mucha conciencia grupal, desarrollábamos las ideas musicales hasta donde era posible y luego nos poníamos a ensayar y se respetaba todo lo pautado. Escuchábamos toda la música que se podía en discos y casettes, y con eso aprendíamos a tocar y adquiríamos influencias”. Pescado Rabioso, Frank Zappa, The Beatles, Jimi Hendrix, Led Zeppellin y hasta Piazzolla. A diferencia de las otras bandas de rock juninenses, los AD componían sus propios temas, hacían música y poesía. Tal vez por esto su público era específico, era gente que iba a ver a la banda y se interesaba por su música. “Era un público respetuoso, aunque parezca mentira, iban a escucharlos, no se podía ni respirar, parecía cosa de concierto erudito. Si alguien hacía cualquier ruidito lo mirábamos feo y ya lo tildábamos de boludo. Era un público buscando ese momento y lugarcito mágico, único... el paraíso o algo así”, cuenta Jorge Verdi. Este “quinto integrante”, como lo llamaban, es el creador de la marca, los afiches, los programas, el iluminador y además el único fotógrafo de la banda. Los shows de AD eran “todo un acontecimiento para los que nos gustaba la música, el arte. No se hacían recitales todos los días, era uno a cada tres meses, había dos o tres bandas a lo sumo, algunos dúos, solistas... entonces, cuando se armaba un recital de esos, era algo así como “la fiesta del año”, donde sabías que irías a encontrar toda la gente que te interesaba encontrar,
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los músicos, los actores, los poetas, los outsiders en general”.
Un tiempo de “tanta muerte y tanta fe” Para Raúl “el contexto social y político era muy desfavorable para el arte en general. Todo lo que uno hacía, decía o cantaba, podía ser tildado de subversivo. Había organizaciones que controlaban y perseguían a la gente... y estaban las famosas listas... Quizá no fuimos del todo concientes de eso, algunos más que otros, y por eso actuábamos con inocencia. Nuestro mensaje no era político pero estaba enmarcado en esa realidad y teníamos nuestra lectura política del momento, como todos. El miedo siempre estaba porque sabíamos de gente que desaparecía, y algunos volvían y otros no. Había mucho control policial por todos lados, pero pese a todo eso teníamos muchas ganas de hacer lo nuestro y ensayábamos mucho, 3 ó 4 veces por semana y tocábamos bastante seguido. Nunca fuimos amenazados ni tuvimos problemas para actuar, pero a lo mejor estábamos “en la mira”, vaya a saber. Ahora es muy fácil subir al escenario y cantar canciones de protesta porque hay democracia, pero en ese momento era muy distinto, había que cuidarse. Pese a todo, yo creo que fue la mejor época del rock nacional... donde hubo más inspiración y calidad en los grupos”. Ninguno recuerda haber tenido que mostrar las letras de sus canciones a la censura municipal mientras estaban en AD, pero sí en sus posteriores bandas, ya entrado el año ‘76. Todos coinciden en cierta inocencia, que les permitió seguir adelante.
El legado de Agnus Dei Para Sergio y Rodolfo, el legado de Agnus Dei se evaporó. Para Raúl, tampoco existe un legado directo de la banda, pero si habla del legado de uno de unos integrantes
Nóumeno #10 “podría hablarse de un legado de Horacio, que por suerte fue un ex Agnus Dei y la música de Agnus se refleja en muchos de sus temas. Y eso pasa con Horacio porque durante todos estos años (del 75 hasta ahora) se dedicó exclusivamente a tocar y componer. Tocó mucho y compuso muchos temas hermosos que se difundieron bastante y también tiene varias grabaciones. Pesa además sobre él, el mito de Martillo de Plata (N de la R: power trío formado en los ’90 e integrado por Carlos Craviolatti, Sebastián Iraola y Horacio Gambarte). Entonces trascendió a varias generaciones de pibes que hoy día se copan con su música, teniendo Horacio en este momento cincuenta y pico! En realidad, pensándolo bien, yo creo que éste sería el legado de Agnus Dei: quedó en manos de Horacio.” Sergio ve algunas influencias indirectas: “Hay algo curioso, el otro día coincidíamos con Raúl en que, por ejemplo, Sinestesia tiene algo de AD. Hay un tema incluso que suena parecido a algo nuestro, pero los tipos jamás nos escucharon”. AD no solo es la primera banda local que escribió sus propias canciones, también es esa que tocó en bailes, aquella que no dejó registros, es la que dio un inolvidable recital en La Antorcha: es esa banda que se desarmó sin más motivos que sus integrantes hayan tomado distintos caminos. El tiempo pasó y parece que de AD solo queda el recuerdo para unos pocos, y que sus integrantes están muy lejos de aquello que los unía, por el paso del tiempo y por diferentes intereses, pero tal vez sea como dice Horacio “A pesar de todo esas cuatro personas que integraron AD siguen unidas por un hilo comunicante de amor muy grande e indestructible”. La mayoría de los testimonios fueron tomados del blog de Jorge Verdi “www. jorgeverdipointcom.blogspot.com”, así como también las imágenes que gentilmente nos cedió.
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En la 6ta edición del programa INNOVAR, del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, el estudio juninense fue ganador en su categoría.
Lic. Silvia Prieri, Federico Koch, Ronald Shakespear, y el Ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Produciva Dr. Lino Barañao.
“Utilizar Junín como punto de partida” ios está en todas partes, pero atiende en Capital, dice el dicho argentino, y nos sobran los motivos para encontrarlo razonable. Económica y políticamente, todo sucede allí, por añadidura también lo cultural; por eso no es novedoso observar el éxodo que millones de argentinos realizan
por diversas problemáticas que sólo Buenos Aires puede solucionar. Tal es el caso de aquellos que deben migrar, desde el interior, para poder estudiar la carrera que desean, pero también para los que habiéndose formado en su ciudad de origen, creen necesario partir para poder desarrollar su profesión, como puede suceder entre quienes estudian las carreras de diseño que ofrece la ciudad de Junín. Sin embargo, ésta no ha sido la
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Diseño
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elección de los diseñadores juninenses Federico Koch y Silvio Liria cuando en el año 2006 dieron forma al estudio Exógeno, flamante acreedor del primer premio que el programa INNOVAR otorga para la categoría diseño gráfico. Para la misma, la consigna de la edición 2010 fue el desarrollo de la identidad visual para un proyecto que en 2009 ganó en la categoría Investigación Aplicada: Yogur Probiótico. Branding Yogurito, el desarrollo presentado por el estudio Exógeno, fue elegido por un grupo evaluador integrado por los prestigiosos profesionales Ronald Shakespear y Hugo Kohan. En entrevista con Nóumeno, y a propósito de aquel dicho y de otros que vienen al
diseñadores (la querida Escuela de Arte Xul Solar y más recientemente, la UNNOBA), por ende hay un gran cúmulo de profesionales que egresan o quedan en el camino, ávidos de fundar un estudio y comenzar a laburar acá, y eso en el lenguaje mercantilista es un aumento de la competencia, es decir: más profesionales ofrecen lo mismo. Aunque, para seguir con los refranes, hay que ver el vaso medio lleno, no medio vacío y la ventaja es que Junín respira más diseño que otras ciudades vecinas porque resulta común que todos tengan un amigo, vecino, conocido, pariente, que sea diseñador; esto enriquece a la profesión y facilita su ejercicio”, señala Koch. Para el entrevistado, lo más impor-
caso, Koch, egresado y actualmente docente de la Escuela de Arte, considera que “el desafío principal está en utilizar a Junín como punto de partida, no como meta”. “Me parece que uno tiene el deseo inconsciente de hacer cumplir el refrán nadie es profeta en su tierra, viendo a la ciudad de origen como el lugar menos apto sobre la tierra para ejercer la profesión elegida. ¿Por qué digo esto? Un motivo podría ser que en Junín está el centro de formación de los
tante de hacer estas primeras armas es encontrar “la vocación dentro de la vocación”, y aconseja preguntarse: “¿A qué rama del diseño me voy a dedicar? ¿Pongo mi propio estudio? ¿Trabajo freelance? ¿Cuál es mi target? ¿Dónde? Son todas preguntas que tenemos miedo de realizarnos (en casa de herrero, cuchillo de palo) y que no tienen como única respuesta ‘pongo un estudio acá y hago lo que venga’. Muchas veces observo, con gozo, que muchos alumnos de la
Nóumeno #10 Xul Solar comienzan a trabajar en mitad de la carrera, eso es bueno, pero ojo: hay que aprovechar el tiempo de formación, y a medida que se acerca el final académico empezar a dilucidar la ‘vocación dentro de la misma’ y no tener miedo si aparece una respuesta diferente a la típica que antes mencioné: un cambio de lugar, viajar, trabajar a distancia, realizar sólo una rama del diseño, especializarse. No le tengamos miedo a esos cambios de planes, ya que nos estamos jugando la felicidad, ejerciendo lo que nos gusta hacer”. “Nosotros humildemente, comenzamos esta carrera con Junín como partida, y con paciencia vamos pasando las diferentes postas, esperemos que este premio sea una más en esta vocación tan apasionante que es la comunicación. Ánimo y buen diseño”, concluyen desde el estudio.
Yogurito, por Exógeno Acerca del proyecto presentado en el concurso, los diseñadores explican que “se realizó un branding a un yogur probiótico desarrollado para el mejoramiento del estado nutricional de niños con necesidades básicas insatisfechas, cuya implementación es a través de programas sociales. Su consumo produce aumento de las defensas y disminución de enfermedades. Es un proyecto multidisciplinario con fuerte impacto en el sector productivo, científico, educativo y comunitario, único en su tipo. La producción y distribución del yogur probiótico están incluidas en programas sociales de alimentación. Su bajo costo permite incluirlo en este tipo de programas debido a la participación de PYMES y centros de investigación oficiales”. Respecto a la marca y el pack, se buscó que “incentiven lo divertido de consumir Yogurito, como si fuera un postrecito. Se diseñó una marca a la altura de cualquier otro producto comercial, contradiciendo aquello
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que a veces se observa, que lo gratuito y lo público (como es el caso del proyecto Yogurito), no debe ser “lindo”. De esta manera los chicos reciben un elemento visual a la altura de cualquier producto de góndola. Para el packaging (pequeños potecitos y pequeños sachets) queríamos convertirlos en “mascotas virtuales”. Para lo cual se decidió implementar el “sabor” como parte compositiva de la “cara” de Yogurito, de ahí la ocurrencia de utilizar la frutilla como nariz, la banana o la chaucha de vainilla como boca. Si bien actualmente no hay muchos sabores de Yogurito, el sistema visual fue pensado para diferentes gustos que tienen los yogures actuales (pensando a futuro, la idea era que el sistema “no se rompiera”) por ende se lo testeó con otros sabores que no fueron mostrados, pero vimos que el sistema tenía expansión (ananá, ciruela, uva, etc)”, afirman desde Exógeno.
Se diseñó una marca a la altura de cualquier otro producto comercial, contradiciendo aquello que a veces se observa, que lo gratuito y lo público no debe ser “lindo”. “Obviamente, como la propuesta fue un branding y no solo meros “renders” de los packs, se generó un manual de normas de aplicación, papelería comercial, web-sites y diferentes piezas comunicacionales apuntando a fortalecer el proyecto. Por ejemplo, la web no es para “vender” el producto a los chicos (ya que no lo requiere), es para promocionar el proyecto a las diferentes partes que lo hacen posible: cooperativas lácteas, distribuidores, comedores, etc.” Actualmente, “Yogurito” se encuentra en proceso de comenzar la implementación con el CONICET-CERELA.
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ADRIÁN COSSETTINI
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Víctor Grippo La ciencia como operatoria poética POR SILVINA TORVISO. na especie de estantería conformada por cubículos. En cada una, una papa. En cada papa dos electrodos de zinc y cobre se conectan a un medidor de voltaje. El voltímetro detecta energía. ¿De qué se trata? De una experiencia científica? De una máquina inventada por un científico delirante? Tal vez las dos cosas. O nada de eso. Dicen los que saben que es una obra de arte, de hecho la podemos ver en el Museo Nacional de Bellas Artes, junto a las obras más reconocidas del arte argentino. Se trata de “Analogía I” de 1970”, del juninense Víctor Grippo. El primer interés de Víctor Grippo fue el conocimiento científico. Cuando terminó sus estudios secundarios en la Escuela Nacional (sí, la nuestra, la de la explanada) se fue a estudiar química y farmacia a la Universidad de La Plata. No terminó sus estudios formales, ya que cada vez más se fue acercando a las artes visuales. Pero los intereses y las formas discursivas de la ciencia siempre estuvieron presentes en su obra, muy conceptual, tal vez un poco hermética pero profundamente poética y conmovedora si hacemos el esfuerzo de atisbar el universo que nos propone. Porque la obra de Víctor Grippo no es gritona, ni rimbombante. Es particularmente callada, plena de un silencio lleno de contenido. Pero a ese contenido hay que buscarlo, un poco, en sus propias palabras, en sus escritos: “Desde 1970 mi propuesta intenta cortar con la contradicción entre arte y ciencia a través de una estética surgida de una relación química completa entre lo
lógico-objetivo y lo subjetivo-analógico, entre lo analítico y lo sintético, valorando la imaginación como instrumento de conocimiento creador no menos riguroso que el provisto por la ciencia. A partir de entonces realicé una serie de “Analogías” (en la mayoría de las cuales el material básico estaba constituido por papas, alimento de uso universal y cotidiano de origen latinoamericano) a través del cual se integraban elementos metafóricos con conclusiones objetivas y preocupaciones éticas, al aludir a una amplia acción en las funciones del vegetal y la conciencia humana.” Relaciones analógicas subjetivas pero no descabelladas unen elementos disímiles. La papa y la conciencia humana. La papa como alimento básico, popular (que emana energía) y la conciencia de todos los hombres, sobre todo aquellos que realizan las tareas más primigenias, más elementales, y por eso más sagradas. El concepto de arte que propone Grippo es, como vemos, abierto, ambiguo, una amalgama entre arte, ciencia y -según él mismo afirmaba- metafísica. A su vez, la ciencia no es para él el territorio prístino y cristalino del positivismo y el racionalismo sino un conocimiento con aristas ocultas y trascendentes. La alquimia, la transmutación de la materia y del propio alquimista, estaban entre sus reflexiones. Pero no desde un esoterismo de folletín sino desde una mirada poética y trascendente de lo cotidiano: la transformación de la harina en pan, del barro en ladrillo, del espíritu humano por obra del trabajo. “Algo inexpresable precede, en el creador, a la expresión, a la materialización de
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Y era juninense!
la obra. La alquimia reúne lo sagrado y lo visible, la idea y el acto, lo inefable y lo expresable, indicios imprescindibles para la creación.” “Sin pensarlo, entonces, fui articulando algunos símbolos: los alimentos del hombre, la energía y la rosa, los desequilibrios y las consecuentes transformaciones, para contribuir en algo al fuego renovador.” Arte, ciencia, energía, conciencia, alquimia. Papas, cables, rosas, alambiques, plomadas, herramientas, panes, mesas, palas. Humildes objetos que devienen en obra de una belleza despojada y misteriosa. Encontramos en Grippo a un espíritu que concibe al arte como una forma conocer e interpretar al mundo, utilizando un lenguaje clásico y universal que también asume su posición periférica-latinoamericana. Un hombre íntegro, comprometido con su tiempo. Orgullo de argentinos y juninenses.
En el año 1993 él mismo se presentaba de esta manera: “Nací en Junín, provincia de Buenos Aires, el 10 de mayo de 1936, de familia de inmigrantes. A los doce años empecé a estudiar dibujo y pintura con el profesor Comuni. Mis primeras exposiciones las realicé en el Colegio Nacional y en la Municipalidad de mi ciudad natal. A los diecisiete años inicié estudios en la facultad de Química y Farmacia de la Universidad Nacional de La Plata y mantuve por un tiempo mi actividad universitaria sin abandonar mi trabajo artístico, que se tradujo en mi participación en exposiciones colectivas” Posteriormente decide dedicarse por completo al arte y desde el año 1966 en que realiza su primera muestra individual participó en numerosas Bienales Internacionales representando a la Argentina y recibió numerosas distinciones en nuestro país y en el extranjero. Falleció en Buenos Aires en febrero del año 2002. En el año 2004 el MALBA –Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires- le dedicó una importante muestra retrospectiva.
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El culto al verdugo
POR CRISTIAN EZEQUIEL GUARINOS. asta que un pensamiento, un hecho o un prejuicio pase al ámbito científico para que inmediatamente cobre estatuto de verdad. Todo objeto de un discurso científico pareciera inmediatamente tornarse más real, más verídico. Lo ya dicho, lo obvio, hasta a veces la estupidez, reaparece investida de una terminología reverenciada, áurica; entonces no queda otra opción que callar ante la verborragia técnica. En un discurso que nos supera, enigmático, complejo. El número nos susurra los secretos del mundo. La ciencia nos dice una verdad, ¿pero cuál es su procedencia? O mejor aún, ¿su origen?... La institución de la ciencia como la voz de la verdad (pues siempre se requieren razones científicas, hechos y demostraciones para hablar de cualquier cosa) deja como efecto secundario una visión del
mundo desolada. La realidad es reducida a fórmulas escuetas, los dioses huyen de la Tierra. Una habitación puede ser algo más que las simples medidas de una perspectiva científica. No es solo una combinación de números o una fórmula geométrica, puede ser el sitio donde se ama o donde se va a morir, o de muchas cosas; las cuales no son ni sugeridas por una simple medición. Hay cuestiones que son inabordables desde el formato y reglas que requiere el discurrir científico. No todo tiene que ser explicado ni debe serlo. Hay cosas que simplemente suceden: “La rosa es sin por qué” (A. Silesius). El mundo es multiplicidad y riqueza, no hay por qué someterlo al yugo de la razón, ni a procedimientos objetivistas. Además, ¿qué nos hace pensar que éste se dejaría tan fácilmente conquistar como una señorita obsecuente?... ¿Qué sucedería si un misterio primario nos embargara y los colores reventasen las formas? ¿Y si las cosas
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huyeran de las fórmulas y termináramos agradeciendo ser “no científicos”? Espíritus libres: poco importa si un juicio es verdadero o falso científicamente hablando, lo que importa es si ese juicio sirve para mejorar la vida, para procurar a la especie humana conservación y aumento. Es conveniente una quimera satisfactoria a una verdad insulsa (aunque la verdad no sea más que una quimera en su núcleo). Habiendo solo interpretaciones, quedémonos con la que procure mayor vitalidad. La ciencia opera por abstracción, reduciendo el mundo a fórmulas. El mar puede ser “un vasto cristal azogado” que “refleja la lámina de un cielo de zinc” o puede ser H2O. Mientras la perspectiva científica reduce la realidad a una expresión mínima, la perspectiva artística intensifica la realidad, muestra su sobreabundancia, su capacidad de acoger múltiples sentidos. No se trata pues de saber quién está en lo cierto, la
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contraposición arte-ciencia es solo un procedimiento analítico. Ambas son interpretaciones de la realidad. Por mucho que se hable del afán objetivista y de los fríos e incisivos métodos científicos, estos no son, en su sustrato último, más que funcionales a una interpretación que fue bautizada como “verdad”. La ciencia no descubre; interpreta. Encuentra en el mundo lo que ella misma pone allí, para calcular un determinado efecto las causas deben interpretarse como fórmulas, como entramados numéricos. Todo deviene cuantificable. La ciencia no es más que un instrumento para interpretar la realidad, se sirve para ello del número, de la “causa” y el “efecto”. Pero estos instrumentos se han fijado en el mundo como connaturales a su ser, como parte de la “cosa en sí” (Noúmeno), cuando en realidad no son más que convenciones, cristalizaciones de una
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Ciencia
interpretación que ha sido olvidada como tal y ha sido catalogada como verdad, apadrinada por los guardianes del orden (como si la verdad, en el caso de que la haya, fuera tan torpe que necesitara protectores enfáticos y defensores de dialéctica afilada). Por otra parte, sabemos que las convenciones son poco interesantes. Lo que es para muchos es por lo general de poco valor, no se puede poner de acuerdo a mucha gente más que en trivialidades. Basta para sosegarse de ello con solo prender la televisión (aclaración para los lectores positivistas ávidos de hechos ante tamaña palabrería. Para ellos es una descortesía hablar sin anclarse a los hechos, incluso una tontería). Este tenaz lector puede decirnos: ¿pero
[...] La ciencia no descubre; interpreta. Encuentra en el mundo lo que ella misma pone allí [...] cómo dice eso? Gracias a la ciencia estamos vivos... Lo cual es un argumento convencional y por lo tanto, simple. Implica defender un orden unívoco como si fuera atacado cuando en realidad no se habló de otra cosa más que de su carácter de unívoco. Renegamos hasta de nosotros mismos. Por otra parte, apelar a una bondad tan excelsa por parte de la ciencia es ser demasiado enfático. No nos olvidemos de sus calamidades. No hay ninguna bondad, de hecho son tantas las necesidades que crea, es tanto lo necesario hoy para vivir, que resulta milagroso pensar que el hombre haya vivido durante milenios sin todas ellas, ¿no?... Cuando hacemos ciencia no hacemos
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más que lo que hemos hecho siempre, crear una mitología, interpretar la realidad introduciendo en ella elementos que le son ajenos. No hay ninguna legitimación para la verdad científica, la Tierra ha sido el centro del universo y también lo contrario en un paradigma diferente. Se han defendido contradicciones tenazmente, hasta la crueldad inclusive. Las visiones del mundo cambian, mudan de ropaje, se reinterpretan incesantemente. Clausurar toda perspectiva de la realidad estableciendo un plano unívoco de discurso no es más que dar muerte al pensamiento, cuyo devenir es incesante: “La serpiente muere cuando ya no puede cambiar de piel” (Nietzsche). A qué se debe, nos preguntamos algo fatigados, esa identidad entre la ciencia y la voz de la verdad. La ciencia ha triunfado sobre los sentidos. Nos ha mostrado las ínfimas constituciones de los objetos y las sustancias, imperceptibles a primera vista (nadie ve los átomos de esta hoja ni la composición química de esta tinta). Hacen de la apariencia un engaño. Ahora bien, este triunfar sobre los sentidos ha llevado a la operación de omitir los sentidos. Si nos engañan, nos conducen al error ¿para qué los queremos? ¡Prescindamos de ellos!... He aquí el triunfo, la omisión de los sentidos y he aquí, también, un vasto ámbito para la invención. Teniendo libertad y veracidad, la ciencia puede inventarnos el mundo que quiera. Un mundo, por ejemplo, de indispensable comunicación (que implica los aparatos tecnológicos que la ciencia misma produce), de una serie de antídotos mágicos como el actiregularis, el Lcasei defensis, la baba de caracol y otros bálsamos. Si se acepta la ciencia por triunfar sobre los sentidos, se aceptará también cuando los invente. Los verídicos imponen su interpretación del mundo, crean sentidos, que son aceptados como lo que se llama vulgarmente “verdad”. La ciencia aliada al mercado: un platonismo perverso.
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Ciencia
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Emergencia rima con Ciencia (... y biolencia) l arte, visto como lenguaje, abarca en sus vastas orillas, todas las alternativas visuales, estéticas y discursivas, y en tanto derecho, nos promete y compromete a la discusión de los espacios sociales. Es por ello que Biolencia intenta instalar dentro de unos límites más que menos difusos, un tema que en verdad es un “entramado conceptual”, en tanto conjunto “complejo y variopinto” (por citar calificativos propios de los pensadores que nos permiten pensarnos*) de obras que abrevan en remansos conceptuales tan diversos como lo son las múltiples facetas desde las que puede ser analizada o sometida a “juicio” valorativo. “Biolencia” puede, porque intenta, ser “juzgada” en tanto “objeto” de arte, discurso, conceptualización y materialidad, simbología y denuncia social, etc. Biolencia se autocuestiona como “arte”, puesto que en su discurso confluyen las bellas artes con la tecnología, la matemática, la biología, la ecología, la sociología, la antropología, la semiótica, la comunicación. Y suma, el “decir” a través de técnicas o recursos más o menos académicos en convivencia indisoluble con signos cotidianos. La Ciencia y sus hijas las “gías”, las “ciones” y las “ticas” postulan, y el sujeto social (transformado en consumidor-receptor) acepta. No hay opción a la discusión. No permiten una tangente, una alternativa. En contraposición a esa visión, Biolencia germina, y en correlación, germinan las obras como
signos más abarcadores que los propuestos por la visión homogénea. En esencia, si pudiéramos acercarnos al nudo conceptual, esta propuesta “biolenta” somete a juicio el lugar-postura de cada uno no como meros espectadores, sino para repensar desde el presente haciendo. Es concretamente el hoy y el ahora desde la periferia del “mundo desarrollado”. Somos, en tanto ciudadanos críticos, los emergentes de una emergencia (citando nuevamente a los pensadores que nos permiten pensarnos*). Lo que decimos filtra desde las grietas de lo social y refracta y se materializa.
* En las páginas que siguen, acompañadas de fotografías de la exposición “Biolencia“, proponemos citas de esos pensadores, investigadores, artistas que nos permiten pensarnos... Carlos Galano, Eduardo Galeano, Pablo Neruda, Edgar Morin, Mónica Giardina, Carlos Julio Jara, Adolfo Boy, Jorge Rulli, Montse Escuti, Carlos A. Ortiz, Ramón Fica, Victor Grippo, Gui Bonsiepe, Umberto Eco, entre otros. Grupo Ecolectivo (Silvina Torviso, Susana Nazer, Romina Paesani, Daniel Sarobe, Andrea Ciaravino, Jeremías Costes, Carlos Macheratti, Estela Centeno)
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Occidente mutila las diferencias y no admite lo distinto, lo otro, lo diverso. Con el rodillo homogenizador de sus armas comunicacionales, virtuales, financieras, militares y culturales pretende hacer del mundo un felpudo del mismo color y con la misma fisonomía. Todo lo que toca lo convierte en el árido formato de lo mismo, dejando al desnudo la lógica destructiva que lo motoriza, depredatoria de los ecosistemas naturales y arrasadora de las diversidades culturales. DE “LATIFUNDIO GENÉTICO. EL OCASO DE LA VIDA”. PROF. CARLOS GALANO. UNR. ESC. “CHICO MENDES”.
Desmontar la visión lineal y mecanicista, fundada en la Razón y afirmada por la legitimidad científica de las Ciencias Modernas, que colonizaron al conjunto de las disciplinas, constituida en tiempos de la “Modernidad Insustentable”, a favor de la hegemonía de un modelo de crecimiento económico y dominación política, forma parte de una batalla cultural en marcha. DE “DESCOLONIZAR EL CONOCIMIENTO CAMINO A LA EMANCIPACIÓN”. PROF. CARLOS GALANO.
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Desde la vision estratégica de la tecnocracia, existen millones de personas de magros o nulos ingresos y de bajo nivel educativo, que sencillamente “no interesan en absoluto”. Solo resulta necesario mantenerlas controladas para que no generen disrupciones al statu quo o para que no propaguen sus enfermedades sobre las poblaciones del mundo desarrollado. DE “PROBLEMAS GLOBALES, SOLUCIONES PENDIENTES” LOMORO.
En tiempos de crisis en América Latina comenzamos a construir un pensamiento propio, un Pensamiento Ambiental Latinoamericano. Este “diálogo de saberes”, integra en igualdad de condiciones: la ciencia, los pueblos originales, los movimientos populares, los movimientos de emancipación antiguos y actuales. DE “LAS PRÓXIMAS LUCHAS, EN ARGENTINA Y AMÉRICA LATINA, SON TODAS AMBIENTALES”. PROF. CARLOS GALANO. UNR. ESC. “CHICO MENDES”.
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La lógica del mercado produce en la subjetividad un aumento de los rasgos narcisistas en los individuos, un comportamiento hétero y autoagresivo, aislamiento, pérdida de la sociabilidad, de la circulación de la palabra, egoísmo, fragmentación de los lazos sociales, apatía, indiferencia y desinterés por lo colectivo, violencia e intolerancia. DE “VIOLENCIA-EDUCACIÓN: CONSTITUCIÓN SUBJETIVA DESDE LA COMPLEJIDAD” LIC. SUSANA COPERTARI Y LIC RAMÓN FICA CARRASCO. UNR. Los lenguajes desolados del crecimiento económico y sus artefactos estadísticos fatalmente convergieron sobre las penumbras polvorientas del programa extractivista, silenciando a la diversidad de la naturaleza y opacando la turgencia intercultural de los pueblos. DE “CONSTRUCCIÓN DESDE EL DESTIERRO”. PROF. CARLOS GALANO . UNR. ESC. “CHICO MENDES”.
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La naturaleza y su juego contra la ciencia POR MALVINA LIBERATORE.
Al mencionar el término ciencia, se disparan en la mente una serie de imágenes que, si bien están asociadas entre sí, son parte de diferentes categorías. Se piensa, entre otras cosas, en las ciencias duras, en la investigación, las tecnologías, los laboratorios, las ciencias sociales, hasta en la muerte de Dios. ecnología: hace rato dejó de ser novedad que un celular tome fotos y que filme en High Definition. Teléfonos con sistema operativo Android de Google, como el Milestonne 2, son tan, pero tan nuevos que aún no existe un protector plástico para su pantalla. Tiempos posmodernos: el conocimiento científico es tan válido como el conocimiento común. No hay verdad única, hay más de una y están conformadas por multiplicidad de voces; la verdad no es, la verdad se construye. A raíz de esto, el saber científico se pone a la par del sentido común; vale tanto la opinión de un médico especialista, como la de un vecino. Ante una dolencia, ¿curandero o doctor? Ante un mambo mental, ¿tarotista o psicólogo? Ciencia ficción: el libro Un mundo feliz se enmarca claramente en la ciencia ficción,
pero acaso ¿tan lejos estamos de eso? ¿Tan lejos de ser condicionados desde el nacimiento? Las nenas con pollera, los nenes con pantalón. Las nenas de rosa, los nenes de celeste. Pero la más irónica de las asociaciones de término e imagen es que la ciencia nazca para comprender a la naturaleza, y ésta le juegue en contra. La ironía de que un terremoto seguido de un tsunami hayan devastado a Japón en, literalmente, dos minutos. Japón es el quinto país más poblado de Asia, la segunda potencia económica mundial, el más destacado por su tecnología de punta, el que tiene un tercio de los robots industriales de todo el mundo, uno de los que más invierte en informática, microelectrónica, biotecnología, óptica, tecnología espacial y robótica. No caben dudas de que la ciencia ocupa, en Japón, un lugar de lo más
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Opinión
privilegiado. Sin embargo, no pudo contra la fuerza de la naturaleza, una fuerza que en este caso fue cuarenta veces más destructiva que las bombas de Hiroshima y Nagasaki. A ciencia cierta es paradójico. En la Grecia Antigua, según el licenciado en Información Científico-Técnica y Bibliotecología Rubén Cañedo Andalia, “surgieron pensadores que se dedicaron especialmente a la ciencia y se deslindaron de la tradición religiosa y mitológica. Desde aquel entonces hasta la revolución industrial, la principal función de la ciencia fue explicativa, y su tarea fundamental consistió en proporcionar el conocimiento necesario para ampliar los horizontes de la visión del mundo y de la naturaleza, parte de la cuál es el hombre mismo”. En este sentido, Japón es el país con
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mayor protección ante la amenaza de un terremoto: desde la infancia, una vez por mes, los japoneses practican ejercicios en los que aprenden a actuar con la máxima serenidad. Las construcciones están estratégicamente pensadas, con materiales livianos pero resistentes. Tienen refugios subterráneos en los que se puede sobrevivir un mes. No obstante, después de 1995, cuando un terremoto terminó con la vida de más de 6.500 personas, quedó demostrado que cualquier tipo de prevención es poca. Por lo tanto, se instalaron boyas con sensores capaces de predecir con media hora de anticipación este tipo de fenómenos. Puede reconocerse a la ciencia para controlar a la naturaleza en términos de tecnología y en términos de educación. El país Oriental manifestó una reacción serena, una reacción en la que los trabajadores de la Central Fukushima, por ejemplo, no abandonaron sus puestos de trabajo, poniendo en riesgo sus vidas, para prevenir una desgracia mayor. No hay punto de comparación con lo ocurrido en Haití en 2010, cuando el país fue sacudido por un terremoto que dejó un saldo de 300.000 muertos; las reacciones de los haitianos fueron contrapuestas a las de los japoneses, predominó la angustia, el caos y la desesperación. No es extraño: el mundo occidental y el mundo oriental están inmersos en culturas diferentes, en distintos modos de concebir la historia. Japón es uno de los países exponentes en el desarrollo de tecnología y con menor tasa de analfabetismo. Haití, el más pobre de América Latina. Si el país oriental hubiese tenido una superficie menor, ya no formaría parte del mapa. Ni ellos ni nosotros estamos preparados para algo así. La ironía de que el hombre quiera mejorar su calidad de vida tratando de manipular a la naturaleza y que ésta sorpresivamente le juegue en contra, está y estará presente hasta el final.
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Ciencia y literatura
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Un breve recorrido por la ficción argentina POR ROCIO MARTINEZ.
bordar los diversos tipos de relación que se han trazado entre literatura y ciencia en las letras de nuestro país implica adentrarse en un terreno vasto y complejo donde ambos términos se someten a diversos coqueteos y desplantes: por momentos, se entrecruzan y se acercan, como sucede con el naturalismo de Los caranchos de la Florida o con el caso del tradicionalismo en la novela de aprendizaje del gaucho devenido patrón, Don Segundo Sombra. Otras veces, se rechazan y rivalizan, como en el antipositivismo modernista del primer Lugones. Sea como fuere, desde el origen de nuestra literatura –pautado por el bautismo de nuestros críticos literarios- ciencia y literatura entran en relación. Es así que ya en uno de los textos fundantes de nuestra literatura nacional, El Matadero, de Esteban Echeverría, la voz del narrador –irónica, ácida, inteligente –contrasta con el habla popular de los matarifes y con el lenguaje barroco y artificioso del joven unitario. Y esa voz, tan distinta del romanticismo de La Cautiva, describe el espacio del matadero con exactitud de agrimensor. Primero, recurriendo a una lente que examina con precisión matemática aquello que narra y se traslada desde un plano general y panorámico a un primer plano donde enfoca a los protagonistas de la narración: los habitantes del matadero, ese otro mundo que ha de tornarse comprensible, narrable,
sujetable. Es en último término, un deseo formal de aprehensión. Este comienzo prometedor es solo la punta del iceberg de una relación que resulta inagotable y que intentaremos explorar superficialmente en la cristalización de algunas obras:
El espíritu de fin de siglo Entre 1890 y 1910, mientras las ciencias en general imponen su discurso sobre una realidad que se pretende determinada por leyes férreas sin resquicios para la libertad humana, en el terreno estético-literario se produce lo que ha sido denominado “el espíritu de fin de siglo” o la “primera crisis de la modernidad”: en las artes plásticas surge el cuestionamiento de la representación realista del naturalismo y se celebra el pasaje al impresionismo. Siguiendo la misma dirección, en la literatura florecen escuelas como la decadentista, simbolista y modernista. En este sentido, podría decirse que el fin del siglo XIX es la inversión del espíritu iluminista que ordenaba –en la voz de Kant –a los hombres: “Atrévete a saber”, “Haz uso de tu razón para disolver las sombras de la ignorancia y los prejuicios”. Ese fin de siglo con fuerte gravitación del discurso positivista en el ámbito intelectual, encuentra al poeta nicaragüense Rubén Darío, adalid del modernismo literario, viviendo en nuestro país.
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En torno suyo se conforma un círculo de escritores entre los cuales se encuentra el cordobés Leopoldo Lugones, quien militó en el Partido Socialista y presentó posiciones que lo colocaron en una situación extrema dentro del partido. Estas cuestiones encuentran testimonio en La Montaña, diario que dirigió el mismo Lugones junto a José Ingenieros, donde sus artículos tienen un agresivo tono antiburgués y antisistema. Fue en este período que el poeta cordobés se consagró como principal representante del modernismo literario en la Argentina. La postura que Lugones manifiesta en años subsiguientes irá modificándose de manera radical para atravesar un período de fuerte vinculación con el régimen conservador, hasta que en la década del 20 termine por adoptar una posición nacionalista, antidemocrática, autoritaria y militarista.
Los saberes del pobre
A partir de la década del 20, los avances tecnológicos provocaron una revolución en la vida cotidiana de los argentinos. La fotografía, el cine, los diarios de grandes
Ciencia
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tiradas y diversos inventos revelaron su potencialidad desconocida hasta entonces. La ciencia de divulgación comenzó a ser consumida por grandes sectores populares y, subidos al filo de la ola modernizante –lo cual no implica una aceptación acrítica-, escritores como Quiroga o Arlt hicieron suyos estos saberes plebeyos y poco imaginables en la formación de un intelectual. Cómo organizar y administrar un prostíbulo, encontrar oro, ganar dinero fuera de la angustiante rutina laboral o transformarse en inventores exitosos, capaces de vivir holgadamente de los frutos de su propia creación, son preguntas que solo son posibles gracias a lo que Beatriz Sarlo denomina los saberes del pobre, “esa mezcla desprolija de discursos sobre química e ingeniería, metalurgia y electricidad, geografías exóticas y visiones que anuncian la metrópolis futura”. Según la autora, técnica y figura de inventor son temas tanto de Quiroga como de Arlt en el sentido más constitutivo, ya que organizan la ficción, reconstruyen una jerarquía de valores, y liberan de las constricciones de la tradición gentil de las elites y su legitimidad sobre el campo de las bellas artes y la literatura.
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La ciencia al servicio del terrorismo de Estado Luis Gusmán y Martín Kohan son dos de los escritores argentinos que han escrito en la década de los 90 (el primero) y en la primera década del siglo XXI (el segundo) retomando los períodos más negros en la historia de nuestro país: la tercera (e inconclusa) presidencia de Perón y la última dictadura militar. Por un lado, Villa, novela publicada por Gusmán en 1995, propone un relato que se ubica en la época de la muerte del General Perón, momento en que la triple A, grupo parapolicial ilegal que accionaba en connivencia con el gobierno, ya se encontraba en funcionamiento. En esa atmósfera turbia, se mueve el protagonista de la novela, Villa, un médico funcionario del ministerio de Bienestar Social. En el transcurso de desarrollo de la trama, la historia privada de un sujeto sumiso que sostuvo el funcionamiento del terrorismo de Estado (léase: fue cómplice) se cruza con la historia pública de transformaciones institucionales que trazan una línea de continuidad de políticas represivas de terrorismo de Estado entre el último tramo del gobierno peronista y el comienzo de la dictadura militar. Por otro lado, la novela Dos veces junio de Martín Kohan transcurre en momentos posteriores a los sucesos relatados en la obra de Gusmán: es el período de los dos campeonatos mundiales de fútbol (1978 y 1982), con la correspondencia entre el segundo certamen y la guerra de Malvinas. En este caso, existen estrechas correspondencias con Villa a pesar de que los períodos abarcados en las obras sean distintos. El mismo Kohan es quien se encarga de establecer este vínculo desde el epígrafe al citar a Luis Gusmán: “En junio murió Gardel, en junio bombardearon la Plaza de Mayo. Junio es un mes trágico para los que vivimos en este país”. En la novela de Kohan, el narrador es un soldado
conscripto que al igual que Villa ocupa el rol de chofer de un oficial médico, el Dr. Mesiano, al que admira y obedece de manera obsecuente. El deseo de ser como su superior lo lleva a estudiar medicina. Al igual que Gusmán, Kohan recurre a la figura del médico como técnico al servicio del sistema represivo. En ambos relatos, la medicina representa la ciencia al servicio de la violencia y el médico es el encargado de controlar esa tortura. La literatura argentina ha entrado en relación con la ciencia de muy diversas maneras desde su génesis. En estas breves líneas hemos podido observar el trabajo de la ciencia como técnica de escritura, como gran Otro del ámbito artístico, del cual los escritores deben apartarse; como tema que funda y organiza la ficción literaria y también como recurso ligado a la violencia de estado. Una red vasta y compleja que sin dudas tiene aun mucho que ofrecer.
Poesía
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Pasan las horas Pasan las horas, hace un momento que su desnudez se deslumbró en las paredes de ésta habitación. Entonces se desató una tormenta, una guerra de pasiones indecisas. Luego nos vestimos, fumamos un cigarrillo y ella se fue.
Matias Caligiuri
Sin título Ojala pudiera dibujar en tus ojos, Darle el color de mis manos a tus pupilas… Quisiera tener el afan de llevarme tus pestañas Y convertirlas en mi almohada, Para que asi mis sueños Siempre esten poblados de tus ojos. Convertiria tus corneas en un portal Que nos lleve más alla, En el lugar que solo nosotros dos pudieramos estar. Y dentro de toda esa emoción Abriria tus parpados como ventanas, Fuese dia o noche, Las abriria simplemente para no olvidar tu mirada. Jonás F. Mercado (2011)
La fisonomía del milagro Es la inmaterialidad de la idea, ¡raja cráneos sin piedad! La banalidad del amor y un querer que quiere diluirse en millones, El pulso sin sangre de las horas, Y la inercia sutil del sueño se me desase en
Ciencia
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la boca. Las rosas secas de la primavera que vendrá Adornan las tumbas de soldados que aun no mueren, ¡Oír! ¡Atención!, ¡el gemido universal de los perros de dios!... Y la araña teje y desteje el lecho de su muerte, Y los pájaros trinan como irritantes mandolinas, Y los santos siguen estoicos en su estampa Mientras la lógica descarnada hace crujir las piedras… ¡Silencio! , ¿Oís?, hermosa beatitud de la nada. Es miel en las venas la quietud de sus ansias, ¡Y tú! Te filtras tenaz preñando la arena, Emerges eternamente, das latido a las toscas, Fluyes en diversas formas. ¡Ay vida oportunista! ¡Atrevida!, ¿Por qué pateas la cuna de un niño que sueña un sueño anhelado?, Maldición milagrosa, rodeo innecesario, eufemística forma. ¿Oís?, ese gemido es nuestro cántico. Cristian Guarinos
CONTINUARÁ...