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Puerto Rico y el Mito de la Juventud Mario Picón Salas

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y el ¿7'((,ito de la juventud

Por. MARIA.NO PICON SALAS

Si pudiera reducir a una categoría, a la codicia, sufrieron también el tremenuna esencia, todo el conjunto de impre- do espejismo del mito. Abandonaban siones gratísimas, todo este regalo que sus factorías costeras, sus encomiendas me ha deparado a los sentidos y al es- de indios ya reducidos, para sumergirse píritu la hospitalidad de Puerto Rico, en el Continente, en la selva a buscar la es el maravilloso mito de juventud con inalcansable tierra del Gran Dorado. que nació a la vida histórica; mito de Del mismo modo aquellos españoles que juventud que del dorado sueño poético después de cruzar desde Panamá hasta de vuestro misterioso conquistador el extremo sur de Chile la enorme graJ uan Ponce de León, pudiera convertir- dería continental que levantan los se y ya me atrevería a decir que se es- . des, llegaron a la Thule, al_ s1t10 tá convirtiendo, en aspiración conscien- mismo donde la America del Sur Junta te del pueblo puertorriqueño. Perdido en fragor ele olas y de tempestades sus en tierras, mares y soledades nuevas y dos océanos, forjaron la imaginaria Ciumuy diversas a las de la vieja poesía dad de los Césares cuyas dulces camclási.ca, el hombre de España que reali- panas que llaman a la paz Y a la plegazara en el siglo XVI la gran aventura ria parecían ofrecer a los aventureros de nuestro Continente, forjó mitos en manchados de tanta sangre, una promelos que inscribía su exposición simbóli sa de perdón. Ya no se podía caminar ca, sueño de espacio o de reposo, aquel más; ya materialmente se habían ago- "plus ultra" o más allá, aquel país o hu- tado las tierras en trance de descubrimanidad distinta de la que habían de- miento. Al final de la· gran aventura jado en la ya colmada y rencorosa Eu- restábale al conquistador la zona siemropa y en la que debían reconciliarse to- pre inédita, el descubrimiento de su prodos los odios, rivalidades· y humillado- pia alma. · nes de un mundo que ya en aquel mag- En esta tierra balsámica de Puerto nífico instante del Renacimiento co- Rico, frente a este maravilloso arco inmenzaba a sentirse angosto. En mi sular que una nostalgia parecida denopaís venezolano, enorme, dulce y áspero minara las "Islas Vírgenes", es decir a la vez, con el tumulto de sus ríos, la las que esperan nueva Historia y nuesoledad de sus llanuras, la brava tierra vas peripecias humanas, surgió y debía roja, en continua erosión de sus desier- surgir aquel mito de juventud de vuestos, los grandes espacios sin hombres; tro Juan Ponce de León. Y me ha sefué el mito del Dorado, de las cúpulas guido, me ha preocupado en los inolvide Oro y los palacios de pórfido de la dables días que supo ofrecerme vuestra nación de los Omaguas, lo que animó en hospitalidad. Lo he visto como una coinfatigables cabalgadas, en expedido- sa viva no sólo en la belleza de vuesnes que todavía nos asustan, el descu- tro paisaje, sino en la juvenil fuerza y brimiento y la posesión de la tierra. Y entusiasmo combativo de vuestras genhasta los alemanes calCuladores, de men- tes. Lo he visto en las hermosas mutalidad ya capitalista que mandara Car- chachas, llenas de libros, de preguntas, ·los V en J 520 para que contabilizaran

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