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La Importancia del Traductor en las Relaciones Literarias entre Las Américas Ernesto Montenegro

La importancia del Traductor en las Relaciones Literarias entre las Américas

Por ERNESTO J\IONTENEGRO

(Conferencia dictada 110r el dbtinguido escritor chileno ante la Conferencia Interamcricana de Escritores en la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras, el 17 de abril de 1941.)

Mi ponencia en esta grata reunión tiene que en la justeza de su expres1on, tanto como en ver con la influencia de la traducción en el la honesta desnudez de su alma. Esa sensacomercio intelectual entre los pueblos, y más ción de lo definitivo y lo perfecto que recibiparticularmente en el caso de las relaciones mos de su lectura hace del buen traductor un entre las Américas. Cuatro grandes grupos intérprete reverente, descorazonado a menudo que hablan inglés, español, portugués y franpor lo arduo de su tarea, pero por eso miscés formarnos esta comunidad de naciones, tan mo cuán feliz cuando llega a sentirse en ínticercanas por una vecindad de siglos, pero aisma correspondencia con el autor. En esa inladas siempre por la barrera del idioma: mutimidad devota, el traductor se esfuerza por ro impalpable, y sin embargo espeso y duro, penetrr.r detrás de las páginas del original, que no sólo estorba la comunicación de indibuscando el sentido recóndito de la frase, el viduo a individuo, sino que además va creanespí.ritu mismo de su creador. "Aquí estado fatalmente prevenciones antojadizas de mos, tú y yo, se dice; tú que moldeaste en la pueblo a pueblo. Por razones muy humanas, alta tensión del pensamiento la forma precisa es decir sin razón aparente, los pueblos que en que cuaja la idea fluí da y fugaz; haz que se mantienen en desconocimiento mutuo pami palabra responda como un eco a la tuya". san pronto de la indiferencia al recelo, y del Por medio de la traducción la cultura se hahecho de no saber nada uno del otro se desce universa!. Este comercio internacional de lizan poco a poco a la conclusión de que se- las letras es acaso el único que enriquece al ¡:ruramentc hemos de estar hechos de distinque recibe sin empobrecer en lo más íntimo al ta arcilla-más frágil en ciertos casos, y por que da. Así F'rancia, República Imperial de lo tanto muy delicada al contacto; en otros, las Letras esparció por el mundo con larguede más sólida contextura, pero cuán rígida za sin igual sus obras maestras en la novela, y el teatro, las ciencias y la historia, ensanchan

La traducción traspasa esa barrera del len- do con ello su prestigio y ganando al mismo haciéndola transparente. Traducir es tiempo influencia en otras esferas. Inglatehacer un acto de fe. Al verter una obra exrra, Alemania, Rusia y hasta los países • más tranjera a nuestro propio idioma no solamenpequcñcs de Europa proveyeron asimismo a te indicamos con ello nuestra confianza en In · los demás pueblos con su aporte científico y de darle un ropaje apropiado en literario. Pe1·0 cuando las naciones americael nuestro, sino que en un sentido más genenas alcanzan su independencia, España y Porral confesamos nuestra adherencia a la protugal no están ya a la altura en que descollaposición de que la naturaleza humana, cualron en el siglo de Cervantes y de Camoens. quiera que sea su procedencia, las ideas y el Esa fué la razón de que el argentino Sarmiensentir de otros hombres y mujeres de origen to pidiera a las nuevas democracias que aprenremoto por el tiempo o la distancia, cuando dieran las lenguas modernas en que se expreestán expresados con vigor y sinceridad, puesaba el espíritu del progreso, relegando a seden y deben ser comprensibles y ha'sta apagundo término la tendencia aristocrática de la sionantes para otros seres humanos. · educación clásica. Y no he.y nada de extra

El ideal será siempre por cierto llegar a ño o de ingrato en ello, si recordamos que sus comprender a los gran'des escritores y poetas palabras habían tenido resonancia anticipada en la lengua original en que escribieron, alen la admonición de Larra a sus compatriocalizando con ello hasta esa exquisita intimitas, ante el espectáculo ignominioso de la dedad en que _ uno cree asistir a la formación de cadencia .Y el absolutismo: "No nos queda más sus pensamientos. El sello de su genio está que llorar y traducir".· A lo cual nosotrns en

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REVISTA - ASOCIACION DE MUJERES GRADUADAS

América podríamos agregar ahora, al juzgar el resultado de sus consejos: "Y volver a llo- . ral· a mares al leer mucho de lo traducido."

Durante un siglo casi nuestra Amédca sigue a medias el consejo de Sarmiento, en cuanto se aprende el suficiente francés para traducir no sólo las obras originales de ese idioma sino también por su intermedio muchas otras de Ja literatura universal. Aun autores ingleses e italianos llegan a nosotros en esas hazañas son de una rareza, Y que el común de nuestras es. el producto híbrido de la precipitac1on Y la ignorancia, forzadas a veces por el pero también a menudo por una vamdosa hgei·eza. Tenemos la confesión de un . novelista español que pasó temporadas traduciendo para Maucci de Barcelona una novela francesa por semana, a razón de doscientas pesetas por volumen. Y en casos innumerables, el traducesas versiones de tercera mano. La traducción de los Cuentos de Poe por Baudelaire establece a aquel autor como el norteamericano tor, aun cuando trabaje sin premura, no estii lo suficientemente seguro de la lengua propia para no dejarse influenciar por ajena representativo en Ibero América. Más ta1·de e introducir así giros y vocablos mestizos de se lee a los g randes escritores rusos y escanuna servil progenitura. dinavos en francés, o en traducciones tomaDejando a un lado esos lnmentnbles episodas de este idioma. Muchos autores ibero dios, debo detenerme sin embargo en nlgunas americanos se hacen editar en París, porque consideraciones 1·clativas a las cualidades inaclem,\s de ser la metrópoli intelectual del telectuales de un buen traductor. Debido a mundo, Ja capital de Francia es un centro de que durante siglos esas actividades estuvieron distribudón para América. Y cuando la liteconfinadas a las lenguas clásicas, se estimó ratura norteamericana comienza a producir suficiente el conocimiento teórico de esas lenobras de madurez, algunas de esas obras seguas, asistido cuando más por la crítica comñeras, ' '. Walden" de Thoreau, por ejemplo, nos parada y el cotejo indirecto con otras fuentes. llegan por la vía de París, vertidas del franPero ahora cuando traducimos las lenguas vicés al español. vas y cuando las literaturas modernas se de

Preciso es reconocer que la mayoría de esas mocratizan progresivamente en el asunto y en traducciones eran· más laudables por la intenel lenguaje, no hay excusa alguna para que ción que por su acierto. Casi siempre se traen la traducción nos confinemos a los métota de gentes de buena voluntad, cuando no de dos clásicos. Sin la posibilidad de consultnr emig rados faltos de otra ocupación, que se fia las gentes, era inevitable que aquellas trai:uran ser título suficiente un conocimiento liducciones sufrieran variantes y enmiendas. bresco del idioma extranjero del que van a tracontinuas, como lo prueban las glosas y escoducir. Con excesiva frecuencia tales traduclios de las varias versiones de cada autor grietores caen en el error de suponer que un buen go o latino, o de las Escrituras. diccionario puede reemplazar al conocimiento Todo eso es ta n innecesario como pedantes·íntimo y familiar de un idioma extraño. En co cuando encaramos las lenguas modernas. puridad, una buena traducción rep1·esenta un El árbitro supremo del traductor moderno es técnico y mental considerable. El el pueblo que habla el idioma cle ctml traduce. Padre Isla recrea o devuelve el acento español Por lo tanto, un traductor de hoy se hallará al Gil Bias. La Biblia del Rey Jaime, la vertanto más cerca de la perfección cuanto mayor sión de los Setenta, da el tono a casi toda la sea su contacto con la tierra del autor, su moliteratura inglesa posterior. La interpretadalidad y su espíritu, según se reflejan en su ción que Richard Burton da a las Mil y una pueblo. Al conocimiento teórico del idioma Noches, descorre un velo sorprendente que ha debe sobreponerse el de los giros · corrientes y de mostrar el alma atrevida y caqdorosa de de las cosas familiares, incluyendo el caló, relos pueblos orientales. Y en el caso de la poefranes e idiotismos (argot o. slnng) del pueblo s ía, una traducción feliz representa una labor representado en la obra. heróica de penetración e interpretación. Así De otro modo, la traducción podrá ser hasel caso de las Rubayatas de Ornar Khayam en ta correcta en un rígido sentido gramatical, la versión inglesa de Fitzgerald; y el del vepero a menudo le faltará ese calor, ese aliennezolano Pérez-Bonalde, que al traducir a Reito humano que en la obra escrita es como el ne y a Poe verso a verso el ritmo origilatido mismo de la vida. En otros ·casos, al nal, nos dió un alto ejemplo de abnegación y apoyarse en un conocimiento aislado del vomoralidad artísticas. cabulario, el traductor se expone a caer en una

Pero también sabemos por desgracia que de esas trall1¡1as comunes· a todos idiomas

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del mundo, y de las cuales sólo puede salvartusiasmo se da a la tarea de traducir el "Fanos una larga convivencia con las gentes qut cundo" de Sarmiento al inglés, sin sospechar hablan ese idioma como su lengua familiar. acaso que ese libro carnudo y sanguíneo peMencionaré solamente dos casos harto revedía un temperamento no menos cálido Y roladores. Uno es el de cierto académico espabusto. Igualmente adversa ha sido la suerte ñol, fino escritor y autor de buenas de obras hispano-americanas vertidas hasta traducciones del francés, quien tomó con cohoy al inglés en Estados Unidos. "María" de razón ligero el verter el tomo segundo del J. Isaacs fué despojada cie descripciones Y esceEsquema -de Historia de Wells del original innas allí donde el traductor tropezó con dificulglés. La lengua llana y expresiva del polígratades en el nombre de las plantas tropicales o fo Wells fué demasiado para los conocimienen el lenguaje criollo. Pero no seria justo entos librescos del español. Así. pues, cuando volver en esa acusación a la veintena de traaquel dice que las gentes de la Edad de Pieductores que han puesto al alcance del público dra enterraban los despojos de la caza para norteamericano muchos de los libros sobresa'comerlos más tarde, el traductor. cÓrta nuís derecho, siguiendo el ejemplo del de Wellington. "Su Alteza no habla por lo Duque bien lientes de nuestra -América, pues .algunos de ellos realizaron obra meritoria y hasta eminente, a(m a despecho ele las diferencias de gusto el francés, decía su secretario, pero puedo asegurarles que lo habla con mucha sangre fría". Con la misma sangTe fría el traductor del caso corrompe a su autor, arrastrándolo a un acto nefando y macabro: "Los hombres de la época neolítica desenterraban a sus muertos y estilo que hacen tan azarosa la traducción integral de nuestra literatura al idioma inglés.

Creo vivamente en las posibilidades de acercamiento espiritual entre los pueblos de América por la vía de, las traducciones. En una época en que Ja palabra Propaganda ha toy se ·los comían." La "Buried their kili" perdió frase sustantivada al traductor. mado mos tan torcido la necesidad cariz, y cuando más sentide establecer una comuni

En el ejemplo que sigue se trata de un caso más divertido, aun cuando creo que habría costado trabajo hacer que el autor original viese la gracia del error. Tenemos que ver esta vez con un meritorio investigador mejicano que en algún l"ato de buen humor o por razones más respetables se puso a la tarea rle traducir unas historias - humorísticas de Mark Twain. Todo fué tolerablemente bien mientras no dió con una historieta intitulada: El Reloj, en la cual el autor cuenta muy gravemente cómo fué que tuvo dificultades con esa prenda por haber olvidado darle cuerda. Tnadvertidamente lo llevó al relojero, y éste lo manipuló en tal forma que el reloj, poseídn rle una actividad febril, se fué adelantandG hasta scñalm· el domingo a mediados de la se11ana. Pero el tt·aductor ignoraba la ex;,:: ... sión vernácula run clown, o no consideranck. el estado de Ja cuerda un motivo suficiente pi-. ra todo el embrollo, acudió al diccionario prohablemente y vió que run era correr y down. abajo, con lo cual tradujo de corrido: "Se le cayó al suelo". Era una explicación muchG más lógica, hay que reconocerlo; pero hay qm: reconocer también que con ella desbarató por. completo el aparato humorístico del autor, hecho de exageración y de absurdo. dad de ideaÍes y de propósitos, el intercambio de la literatura representativa de las diferentes razas y leng·uas que dominan en las Américas me parece uno de Jos medios más honrados y eficaces de alcanzar esos fines. Las amenidades diplomáticas están circunscritas a ciertos círculos y no alcanzan hasta el pueblo; las relaciones comerciales sirven activamente en el terreno práctico, pero tampoco llegan a tocar las fibras más sensibles en las masas; y queda encomendada a esos emisarios libres, a los cscl"itores y los artistas, la misión de representar a las gentes de su habla y de su sangre en los valores puramente humanos, con todas sus virtudes, pero sin disimular sus debilidades o sus faltas. Al influjo cordial de esas obras de creación nos olvidamos por completo que estamos leyendo de vidas remotas y de sucesos que no nos afectan de inmediato. La verdad es que, sea que se trate de nuestras ¡rentes o de gentes extrañas, nuestra simpatía hacia ellos va más prontamente cuando llegamos a conocerlos en sus fallas igual que en sus méritos y hasta en sus errores, cuando dejamos caer sobre ellos el manto de nuestra piedad con el impulso que moviera a la hija del patriarca bíblico.

Al venir a proponer aquí que recomendemos la difusión de las obras de creación lite

Por la inversa, tenemos el ejemplo de la raria en cada una de las lenguas capitales del viuda de Hornee Mann, que con generoso enHemisferio, no creo proponer una aventura,

sino meramente la continuación metódica y sistemática de algo que es ya una realidad incipiente. A In veintena de novelas, colecciones de cuentos, biografías y ensayos hispa" noamericanos que ya circulan traducidos en lengua inglesa, corresponde un número mucho mayor de obras norteamericanas pasadas y que ya hicieron su camino hasta los lectores ibero americanos en portugués y español. De "La ... etra Escarlata", los Cuentos de Poc, "Los Ultimas !lfohicanos" y "La Alhambra", hasta las obras de Mark Twain, Dreiser, Upton, Sinclair, Louis Bromfield, Falk London, O. Henry, Sinclnir Lewis, Sherwood Anderson, Emerson, Walt Whitman, Dos Passos, Faulkner y Hemingway, están circulando ya y son ávidamente acogidas por los públicos de todo el continente.

Fué esa en parte una empresa tan inescru1mlosa como adventicia. En el curso de Ja disolución económica que siguió en nuestros países a In Depresión en Estados U nidos, de 1930 al 38, un curioso fenómeno cultmal hizo su aparición al incentivo de Ja crisis: creció afanosamente el apetito de la lectura.. Leer era un placer más barato que otros; leer era también un medio de olvidar por el momento preocupaciones y responsabilidades, e incidentalmente por lo menos, aparecía como un medio de adquirir conocimientos para enfrentar Ja lucha por la vida con mayores probabilidades de buen éxito. .Los editores latino americanos respondieron a esa- actitud con una avalancha de libros baratos, y necesariamente traducidos a la ligera e impresos con descuido. La borrosa línea entre las obras de dominio público y las de propiedad individual se iba borrando casi por completo. Comerciantes oportunistas sintie1·on una repentina vocación de impresores por cuenta propia y aprovechándose del renombre ya hecho de autores europeos y norteamericanos, pi;oced1eron a hacerlos traducir sin permiso y sin paga. Fué la rapiña organizada bajo el eshndarte de la Cultura con mayúscula. En ciertos casos los títulos eran alterados para hacerlos más atrayentes; en otros se convertía en volumen un puñado de artículos de diario o de revista de autor en boga, y a menudo se les recortaba o añadía a sus obras para formar tomos uniformes con otras obras igualmente pignoradas.

Por fortuna los editores de reputación continuaron adquiriendo libros y dándoles a traducir a personas de cierta competencia. Traducir del español puede ser un placer literario; traducir al español es una necesidad intelectual. (No sé hasta qué punto ese aserto puede aplicarse al Brasil y al portugués.) España misma lo había comprendido así., y hasta comienzos de la revuelta de F'ranco aparecían allá en buen número las traducciones de obras científicas, literarias o. filosóficas de origen reciente. Citaré como ejemplo "La Decadencia de Occidente", cuya versión del alemfm apareció en Madrid simultfü1eamente con la edidón original en Berlín. Peco antes de la caída de Ja República Española, Jos editores de Jlfndrid y Barcelona comenzaba ya a emigrar a Hispano América, pues el Nuevo Mundo fué para ellos mejor mercado que España misma.

Es bien sabido que por su formación intelectual los pueblos de América están abiertos a todas las corrientes literarias y artísticas, y que un eclecticismo fervoroso, cuando no una rotación de doctrinas y escuelas, se · enseñorea del favor de nuestro público. Dos o más siglos de ensimismamiento peninsular resulta1·on en que las lenguas y Ja cultura ibérica dejaran de parecerles suficientes a las nuevas generaciones americanas. El "llorar y traducir" de Larra se transformó parcialmente en un "traducir e imitar" para Jos que vinieron en seguida.

Aquí encaja el caso singular de un escritor que, nacido en Sud América y avecindado en ella hasta después de los treinta años de edad, concluye por mudarse a Inglaterra por el resto de sus dias y resuelve expresar en inglés las experiencias recogidas en sendas y campamentos por un espíritu profundamente observjldor y reflexivo. El anglo-argentino Guillermo Enrique Hudson nace en una estancia de la vecindad de Buenos Aires en 1839· se cría entre gauchos y va con ellos a Ja Pa: tagonia, el Chaco y la Banda Oriental; pero como su formación íntima ha transcurrido dentro de Jos muros de un hogar de tradición británica, leyendo a los gigantes de su literatura, empapando su espíritu en Ja BibHa y el Book of Common Prayers, cuando su vocación concluye por imponérsele, Hudson decide que el único idioma en que puede expresar su sentir y su pensar, fiel y libremente, es la lengua "extranjera" que oyó en el sagrado recinto del hogar. Pero los nombres y lugares de su obra novelesca entera, algunos de sus libros de viajes y las páginas cristalinas de su autobiografía, sus personajes, las líneas, el color y · 1a resonancia del ambiente, todo pide

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a cada instante que se lo vierta a la lengua vernácula ele la Argentina, su patria nativa.

Otro tanto puede dech-se de muchas obras norteamericanas pasadas y presentes. Se ve y se siente ya que en América, en el continente americano, florecen formas de vida propias; que la anchura del Nuevo Mundo, sus ríos como mares, sus frutos abundantes, sus gentes dadivosas, nos están fraguando un común sentir una modalidad distinta de la europea. Por eso Walter Owen, al traducir la epopeya gauchesca "Martin Fierro", con intuitivo acierto la puso en el inglés recio y campechano del cowboy de las praderas del Oeste norteamericano-lengua melliza de la del gaucho sudamericano. Y allí donde un gaucho dijo "Entiérrenme en campo verde, donde me pise el ganado'', responde como un eco fraterno la canción del cowboy: "Bury me in the long, long prairie".

He ahí por qué yo decía al ·que debíamos recurrir a esa clase de obras para alcanzar el verdadero entendimiento de pueblo a pueblo. Por ahora la preferencia parece indicada para las obras ele imaginación y de creación literaria, tales como novela, cuentos, teatro, biografía, junto con las obras interpretativas de carácter histórico y social. La literatura científica' y técnica tendrá igualmente una influencia muy provechosa en las ·relaciones de Estados Unidos con nuestros países; pero por el momento se trata de fomentar el conocimiento de la personalidad humana a fin de desarrollar una recíproca estimación. En el orden de las obras interpretativas, diré que The Rise of thc American Civilization de Charles y Mary Beard, junto con Main Currents in American Thought de Vernon L. Parrington me parecen los libros más adecuados para explicar las corrientes de ideas y fuerzas, o de ideas-fuerza que han movido al pueblo nortenorteamericano en el curso de su historia.

No creo pertinente señalar muchas de las obras de imaginación que deberían formar el núcleo de una Biblioteca de Autores Norteamericanos en los idiomas español, portugués y francés, aún cuando podría adelantarse como p1·oposición general que un escritor que ha alcanzado a la vez popularidad y autoridad en Estados Unidos, siempre que ambas condiciones tengan permanencia, cuenta con buenas probabilidades de ser bien acogido y comprendido en el resto del continente. Estimo que esta delicada labor de selección debla ser encomendada a una comisión de escritores, editores y bibliotecal'ios de toda América, la cual procedería en forma semejante a The Book of the Month Club o el Literary Guild. Como organismo consultivo y coordinador yo propondría a la Sección de Cooperación Intelectual de la Unión Panamericana. ¿Qué organización técnica y qué capitales llevarían a cabo la ingente empresa de intercambio de auto1·es y de libros entre las Américas? No serían necesariamente oficiales, pues confío en que los principales editores del continente querrían tener parte en una · actividad editorial bien organizada, que, se respaldase en el prestigio de un grupo de escritores de reputación. continental. En los países iberoamericanos existen ya organismos profesionales de suficiente prestigio para que cooperen en esa obra. Las Sociedades de Escritores y los Pen Clubs ya existentes en toda América podrían federarse con fines gremiales y encargarse de velar por el decoro literario, sancionando moralmente siquiera a los editores (publishers) que no respeten la integridad de una obra nacional o extranje1·a, a los que burlan la propiedad literaria o especulen indebidamente de ella.

A fin de discutir estos planes y demás que se.an aprobados en esta Conferencia, propongo respetuosamente que se proceda a iniciar consultas y gestiones con miras a convocar un Congreso Panamericano de Escritores dentro de un plazo prudencial, y que en la agenda de esa Asamblea figure el estudio de una selección ele autores destinada al intercambio continental, tanto en obras originales como en traducciones. Estas series podrían limitarse a una docena de obras por año.

Finalmente, ese Congreso debiera venir preparado para discutir y proponer un convenio Pan Americano de Propiedad Intelectual (Copyright) con el fin de poner término a la anai·- quía y la explotación que hoy imperan en algunos países. En pocos casos es tan evidente como en éste que la protección a los autores extranjeros comienza por beneficiar al autor nacional, en cuanto evita la competencia desleal de obras que no tengan derechos de autor.

Concluyo estas palab1·as con la expresión de mi profunto agradecimiento a la Comisión Organizadora ele esta Conferencia, que me honró con su invitación a la Universidad de Puerto Rico que nos tuvo por huéspedes y, pagando público tributo a mis ilustres colegas norteamericanos e hispanoamericanos, saludo al pueblo y los esci:itores ele Puerto Rico, doblemente hermanos nuestros por el idioma y por el espíritu.

La Representación de Estados en la renda lnteramericana de Escritores

Por NILITA VIENTOS GASTON

Cuatro son los escritores norteamericanos que formarán parte del Congreso de Escritores: Archibald MacLeisch, Morris Gilbert Bishop, William Carlos Williams y Robert Morss Lovett.

El más conocido de ellos es Archibald MacLeisch. Nació este notable escritor en Glencce, Illinois, el 7 de mayo de 1892. Obtuvo en 1915 el grado de Bachiller en Artes en la Universidad de Yale y en 1919 el de Bachiller en Leyes en la Universidad de Harvard.

El distinguido crítico Ludwig Lewisohn en su obra "Expression in America ", publicada por la editorial Library' bajo el título de "Story of American Literature'.', considera a Archibald MacLeisch "un poeta muy irregular pero altamente dotado y original". Añade: "Si dijera que entre todos los poetas norteamericanos contemporáneos él es el que más se ha adentrado en el porvenir diría bastante". "MacLeisch ha logrado una manera y uh estilo propios. Su efigie está ya tallada". Justo y certero juicio. "Conquistador", el poema que obtuvo el Premio Pulitzer para poesía en 1932, basado en la crónica de la conquista de Méjico de Berna! Díaz del Castillo es una de las obras poéticas de la literatura norteamericana que más posibilidades tiene, a mi juicio, de perduración. .Mas Archibald MacLeisch no sólo se ha distinguido como poeta. Su prosa ha recibido altísimos elogios por su elocuencia, gracia y dignidad.

Pero en mi opinión, Archibald MacLeisch se ha distinguido sobre todo co

mo ciudadano. Pocos artistas contemporáneos han comprendido de tan clara manera y sabido expresar con tan noble elocuencia el importante y obligatorio deber que en esta confusa y dolorosa "época de crisis en que nos ha tocado en suerte vivir ha de cumplir el intelectual. Su clara inteligencia y su fina sensibilidad le han hecho comprender que hoy la inteligencia tiene más que nunca la ineludible responsabilidad de hacerse sentir. Con palabra fustigadora y vibrante que nos recuerda. la de Julián Benda en "La Traición de los Intelectuales" ha amonestado a los hombres de pensamiento de esta generación en los Estados Unidos. En un artículo publicado en "The Nation" el pasado año, artículo muy comentado que aparece incluído en su última obra "A Time to Speak" nos. dice: "Los intelectuales de los Estados U.nidos y de otros países-literatos, hombres de ciencia, eruditos-han pretendido des-· entenderse de todo esto. (Se refiere al desorden en todos los aspectos de nuestra cultura). Han tratado de convencerse a sí mismos de que la quema de libros, el destierro de artistas y la in· vención de mitologías eran simples episodios, expedientes, escenografía; de que la verdadera crisis . era la de comestibles, la de brazos, la creada por fuerzas políticas o por el colapso económico. Estaban convencidos de qüe no tenían por qué inmiscuirse en el asunto. Los intelectuales se equivocaron. Tales cosas no eran simples episodios ni producto de ideas casuales.

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