El rol de la vanguardia y la figura del traidor en la concepción marxista

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El rol de la vanguardia y la figura del traidor en la concepción marxista: la contribución del testigo, el testimonio y la ficción para la historia Matías Calfucurá »

Palabras claves: vanguardia – marxismo-leninismo - figura del traidor – testigo – testimonio – traidor –ficción

› Resumen

El concepto de Aufhebung en Marx encierra los siguientes aspectos: el de la abolición, el de la superación, el de la transfiguración y el de la conservación. ¿Cómo podría leerse la Aufhebung según la interpretación marxista del partido de vanguardia? Para poder transfigurar y superar el modo capitalista, es necesario, previo al comunismo, conservar la división de clases, creando una vanguardia que se impone como clase dirigente. Se conserva la autoridad, la disciplina, se conserva la negación de la libertad porque la dirección es la que porta la conciencia, la lectura correcta del socialismo científico. Para abolir el modo de producción capitalista, es necesario abolir cualquier elemento que resulte hostil, cualquier elemento que presente ideas diferentes de las emanadas de la dirección. En este trabajo se analiza como operó la figura del traidor en la Rusia leninista, en la España del 36, en la Checoslovaquia comunista de los años sesenta a la luz del testimonio de escritores que fueron partícipes y testigos de estos hechos para luego revisar cómo operó la figura del traidor en la Argentina de los años setenta.

› Presentación

En esta monografía me interesa partir de la contribución de Marx al estudio de la historia para luego analizar de qué manera interpretaron a Marx, qué hermenéutica desarrollaron las direcciones de diferentes partidos marxistas en diversos procesos revolucionarios del siglo XX. Para ello intentaré encontrar puntos en común en la crítica que presentan los testimonios de diferentes testigos ya sea en formato de biografía o de ficción literaria. En este marco se evaluará el rol de la vanguardia y la figura del traidor en la Rusia leninista, en la España del 36, en la Checoslovaquia comunista de los años sesenta y en la Argentina de los setenta. Creo que una buena manera de introducir el desarrollo de esta monografía es con una frase de Michael Löwy 1:

“En realidad, ahora que el marxismo dejó de ser usado como una ideología de Estado oficial por parte de regímenes burocráticos y parasitarios, hay una oportunidad histórica para redescubrir el mensaje marxiano original y desarrollarlo de una manera creativa. Por mi parte, todavía creo, así como en 1970, que la teoría de la revolución del joven Marx –la filosofía de la praxis y, dialécticamente ligada con ella, la idea de la autoemancipación de los trabajadores– sigue siendo la mejor brújula para conocer el propio camino en el actual y confuso panorama histórico.”

1

Löwy, M., La teoría de la revolución en el joven Marx, Herramienta, 2010.


Por un lado, encontramos el término ideología de Estado oficial y el término regímenes burocráticos. La concepción de una ideología oficial, de un Estado burocrático, se enlaza con el análisis que intentaré exponer respecto de la importancia determinante que han tenido históricamente los conceptos de vanguardia, de dirección y del traidor, el contrarrevolucionario en la lectura que los partidos marxistas han hecho de Marx. Por otro, el llamado a redescubrir el mensaje marxiano original y la mención a la idea de la autoemancipación de los trabajadores resulta un buen punto de base para volver a explorar cuál es este mensaje marxiano original, cuál es esa contribución fundamental de Marx y cotejar si efectivamente se puede trazar una exégesis muy otra respecto de esta hermenéutica que llevaron a cabo los partidos marxistas de vanguardia.

Pasemos revista, entonces, a algunos de los aportes más importantes de Marx a la filosofía de la historia 2 en lo que tiene que ver con el desarrollo de esta monografía. Podemos encontrar varios pensadores que influencian el pensamiento de Marx (pensadores con las cuales a la vez discute). Entre ellos se cuentan Feuerbach 3 y Hegel en lo que hace a Filosofía, Smith, Sismondi y Ricardo en materia de Economía Política, y por último el Socialismo Utópico de Proudhon 4 y ciertas ideas del romanticismo (Carlyle, Balzac) 5 en lo que refiere a la negatividad asociada a las críticas a la modernidad, a la cuantificación de la vida en la sociedad burguesa y al capitalismo en general. Incluso se puede observar en Marx cierta simpatía por algunas formaciones sociales precapitalistas, una “nostalgia del paraíso comunitario perdido” 6. Ocurre que Marx incorpora muchas de estas ideas pero a la vez las acomoda de manera de enfatizar la crítica –e incluso impugnar- buena parte del pensamiento original del cuál provienen dichas ideas. Claramente Marx no es un romántico, Marx defiende un rol positivo para al progreso e incluso para el capitalismo a lo largo de la historia. A su vez Marx criticará a Hegel por idealista; a Feuerbach por no incorporar la dialéctica en su visión materialista; a los clásicos de la economía política por no reconocer la tensión entre las fuerzas productivas y las relaciones sociales de producción que conducen inevitablemente a la crisis del capitalismo y a su reemplazo necesario por un un modo de producción superior; a Proudhon como el ideólogo del socialismo pequeño-burgués. No es el espíritu de la presente monografía realizar un análisis exhaustivo de las similitudes y diferencias de Marx con estas corrientes de pensamiento ni mucho menos reponer el detalle de la contribución de Marx a la filosofía de la historia. Sin embargo me interesa presentar algunos elementos del aporte de Marx que resultan caros para el desarrollo de este trabajo. Uno de los conceptos centrales de la contribución de Marx en los que haré énfasis en este trabajo es el de Aufhebung. Se puede decir que Marx aplica este concepto virtualmente a todo su trabajo. Este término encierra básicamente los siguientes aspectos o dimensiones: el de la abolición, el de la superación, el de la transfiguración y el de la conservación. Al cambiar el modo de producción, por ejemplo del capitalismo al socialismo, esperamos que se conserven las fuerzas productivas, la potencia del modo anterior, pero que a la vez ocurra una abolición de los aspectos negativos con la concomitante transfiguración y superación de las tensiones. En esta dialéctica, la historia resultará un proceso de contradicciones en esa tensión entre fuerzas productivas y relaciones sociales de producción. En el modo de producción capitalista, el mercado mundial hace que el rango de afectación de estas tensiones resulte total. Se exacerban las fuerzas productivas y se llega al grado máximo de desigualdad en la apropiación del producto del trabajo. Marx encuentra la potencia de la miseria. El proletariado naciente es a su vez el sepulturero del modo de producción que lo ha hecho nacer. El capitalismo multiplica el ejército de reserva, el asalariado sólo dispone de su fuerza de trabajo, esto lo hace tomar conciencia, y esto permite que avance, que progrese la historia hacia un nuevo modo de producción en donde el hombre deje de ser homo faber y pueda desarrollar sus diversas potencialidades.

2

Lavagnino, N., “La filosofía de la historia de Karl Marx”, en Brauer (comp.) La historia desde la teoría, Volumen 1, Prometeo, 2009. 3

Marx, K., La Ideología Alemana, Pueblos Unidos, 1968, Prólogo y Parte I, pp.11-90.

4

Marx, K., Miseria de la Filosofía, Siglo XXI, 1987,Cap. 2, "El método", pp. 83-110.

5

Löwy, M. y Sayre, R., El Romanticismo como contracorriente de la modernidad, Nueva Visión, 2008, Cap III, Excursis: Marxismo y Romanticismo, pp.103-114.

6

Ibíd., p. 110.


El final, el sentido, el telos de la historia que en su desarrollo, en su proceso de formación, en su bildung se dirige de manera inexorable hacia el comunismo. Con el materialismo dialéctico como filosofía, con el socialismo científico como método verdadero encontramos la dialéctica entre darstellung y vorstellung, entre presentación y representación. La conciencia es un producto, una metalepsis del siglo XIX. No es la causa sino el resultado, el efecto de los objetos. La ideología, queda del lado de las representaciones y lo real es lo material. Marx desarrolla el concepto de dictadura del proletariado para referirse a la etapa de transición entre el capitalismo y el comunismo. Antes del advenimiento de la sociedad sin clases, de la sociedad si explotadores ni explotados, del modo de producción en el cual cada cual da según sus capacidades y cada cual recibe de acuerdo a sus necesidades es necesario pasar por este período en el cual se invierte la ecuación y la clase trabajadora pasa a gobernar. Marx no da grandes precisiones al respecto y buena parte del marxismo del siglo XX transfiere la carga de esta dirección al partido, a la vanguardia, depositaria de esa conciencia que hará avanzar la historia. En la dirección –siempre en la interpretación que de Marx hace el partido de vanguardia- inhiere todo el sentido, el telos, el motor del proletariado devenido en conciencia que hará estallar el modo de producción capitalista.

¿Cómo podría leerse la Aufhebung según la interpretación marxista del partido de vanguardia? En la relación entre la conciencia con aquello que es objetivado, para poder transfigurar y superar el modo capitalista, es necesario, previo al comunismo, conservar la división de clases, creando una vanguardia que se impone como clase dirigente. La dictadura del proletariado es sinónimo de la dictadura del partido. La dictadura del partido es, en los hechos, la dictadura de su dirigencia. Esto implica obviamente un otro que es dirigido. Se conserva la autoridad, la disciplina, se conserva la negación de la libertad porque la dirección es la que porta la conciencia, la lectura correcta del socialismo científico. Para abolir el modo de producción capitalista, es necesario abolir cualquier elemento que resulte hostil, cualquier elemento que presente ideas diferentes de las emanadas de la dirección. La disidencia es traición y debe ser abolida. El pensamiento diferente es contrarrevolucionario. O se está con nosotros o se está con el enemigo. Con la existencia de una vanguardia que detenta la verdad y la moral revolucionaria, aparece como antítesis la figura del traidor. Una de las formas más efectivas de negar e invisibilizar las corrientes ideológicas revolucionarias diferentes a la de la dirección será la de caracterizarlas como contrarrevolucionarias acusando a aquellos que sostengan tales ideas de traidores.

La virulencia que la pluma de Marx proyecta para destruir, para negar a sus enemigos teóricos, será trasladará a lo largo del siglo XX del papel a la realidad.

Es a partir de esta tesis que quisiera adentrarme en lo que ha dado en llamarse el giro testimonial para presentar una serie de testimonios que muestran una continuidad en el uso por parte de las direcciones de la figura del traidor como elemento negativo que resulta útil para el fortalecimiento del pensamiento único emanado por dicha dirección.

El uso de los testimonios para la historia es controversial y ha sido desacreditado entre otros por Collingwood. Sin embargo, seguiré aquí la línea presentada por Coady para polemizar con Collingwood y mostrar que no se puede prescindir de los datos testimoniales en historia 7. Respecto del componente subjetivo o incluso ideológico del relato testimonial resulta interesante lo que señala Hayden White 8: “En la medida en que el discurso histórico está condenado sin quererlo a la narrativización, está por esta sola circunstancia comprometido con las prácticas ideologizantes, por medio de las cuales me refiero a la dotación de los acontecimientos pasados con los significados y valores relevantes a la promoción de programas políticos y sociales en el presente para el cual el historiador escribe.”

7

Coady, C. A. J., Testimony. A Philosophical Study, Oxford, Oxford University Press, 2002.

8

White, H., Discurso histórico y escritura literaria, 2011.


Dominick LaCapra 9 propone que el trauma y sus consecuencias sintomáticas presentan graves problemas en la representación y la comprensión históricas, por lo que desarrolla una teoría literaria sobre el trauma, especialmente con respecto a los sucesos históricos. LaCapra plantea que las personas traumatizadas por eventos límites pueden resistirse al proceso de evolución del trauma por una especie de sentimiento de “fidelidad” a ese evento que quizá provenga de una sensación de que, para poder sobrevivir y participar nuevamente en la vida, uno “traiciona” a los que quedaron aniquilados o destruidos por ese pasado traumático: “El lazo que nos une a los muertos, especialmente a los muertos entrañables, puede conferirle valor al trauma y hacer que el volver a vivirlo sea una conmemoración dolorosa pero necesaria, a la cual nos consagramos o al menos quedamos apegados”. De manera que la evocación reiterativa del pasado podría ser vista como un recurso discursivo que revela la forma en que un trauma histórico adquiere carácter de presente permanente, como forma de impedir la aceptación que acontecería con el duelo. Como ejemplo, podemos citar el relato del militante bolchevique Víctor Serge 10, al respecto de la temprana muerte de su hermano Raúl:

“Detesté el hambre lenta de los niños pobres. En los ojos de los que encontraba creía reconocer las expresiones de Raúl. (…) ¿Por qué sobrevivir si no es para aquellos que no sobreviven? Esta idea confusa justificó a mis ojos mi suerte y mi tenacidad dándoles un sentido, y por muchas otras razones, todavía hoy, me siento unido a muchos hombres a los que sobrevivo, y justificado por ellos.”

Al generar procesos demandantes de lectura e interpretación, la novela moderna deja de ser, como dice LaCapra, un: “proveedor relativamente estable de información y fundamento contextual para la interpretación [histórica]”, y obliga al lector a convertirse en “protagonista” y a apropiarse y enfrentarse a aquellos procesos y dificultades textuales que hacen que tanto su lectura como su interpretación le den sentido a la obra.

Quisiera en las siguientes líneas mostrar que la figura del traidor trabajada en el proceso revolucionario de los setenta en la Argentina tiene toda una serie de precedentes históricos con notables puntos en común y que reflejan, en definitiva, el desarrollo burocrático de la concepción vanguardista que Lenin hace de Marx. Veamos la descripción que hace Ana Longoni del formato que adquiere la organización del partido revolucionario (Montoneros, ERP) en la Argentina en los años setenta 11:

“(…) El organizativismo (es decir, la resolución de las crisis políticas internas con reorganizaciones meramente administrativas) y la falta de participación de los militantes en las instancias de decisión con una conducción verticalista, que se presenta como infalible, cada vez más despótica e incuestionable, no dejaron margen alguno para la crítica y el disenso. Los que se atrevieron a desafiar ese poder, fueron expulsados, castigados o recibieron incluso orden de fusilamiento. (…) la teoría leninista del partido (Qué hacer, 1902) recupera explícitamente la tradición jacobina, definiendo al militante como un conspirador profesional, y al partido como un destacamento de vanguardia, un Estado Mayor de la revolución, un núcleo duro que permanece intacto, preservado más allá de flujos y reflujos de las masas. Un partido que es el portador de la conciencia del proletariado: la tesis de la externalidad de la conciencia de clase implica que ésta sería elaborada no por el proletariado, sino por los intelectuales del partido (provenientes de la pequeño– burguesía), a partir de las herramientas del marxismo científico.”

Comparemos este análisis con el que traza Victor Serge para describir el proceso revolucionario de la Rusia leninista 12. Serge, de extracción anarquista y formado en las ideas de Bakunin y Kropotkin llega a Rusia luego

9

LaCapra, D., Escribir la historia, escribir el trauma, trad. de Elena Marengo, Nueva Visión, 2005, capítulos 1 a 4.

10

11

12

Serge, V., Memoria de mundos desaparecidos, Siglo XXI, 2003. Longoni, A., Traiciones, Norma, 2007. Serge, V., Memoria de mundos desaparecidos, Siglo XXI, 2003.


de participar de la insurrección en Cataluña del año 1917, buscando el aire fresco de la revolución rusa y se incorpora al partido bolchevique. El de Serge es un testimonio valioso en tanto y en cuanto realiza la crítica desde el interior mismo del partido:

“Mi decisión estaba tomada, no estaría contra los bolcheviques ni sería neutro. Estaría con ellos, pero libremente, sin abdicación de pensamiento ni de sentido crítico. (…) Estaría con los bolcheviques porque cumplían tenazmente, sin desaliento, con un ardor magnífico (…) Se equivocaban sin duda en varios puntos esenciales: en su intolerancia, en su fe en la estatización, en su inclinación hacia la centralización y las medidas administrativas. Pero si había que combatirlos con libertad de espíritu y espíritu de libertad, era con ellos, entre ellos.”

Volvamos entonces a la figura del traidor y veamos como operó en la Rusia leninista, en la España del 36 y en la Checoslovaquia comunista de los años sesenta a la luz del testimonio de escritores que fueron partícipes y testigos de estos hechos: Víctor Serge, George Orwell en Homenaje a Cataluña 13 (que luego sería llevado al cine de la mano de Ken Loach en Tierra y Libertad) y Milan Kundera en La Broma 14. Cronológicamente, el primer caso es el tratamiento que reciben los anarquistas y otros socialistas revolucionarios por parte del gobierno bolchevique en Rusia. Serge estaba excepcionalmente situado para seguir “los progresos del mal”; pertenecía a los medios dirigentes de Petrogrado y estaba en relaciones de confianza con diversos elementos de oposición, anarquistas, socialistas revolucionarios de izquierda y comunistas de la “oposición obrera”. En febrero de 1921 moría Kropotkin. Para sus exequias se dio un día de libertad a los anarquistas encarcelados. En las mismas, se escuchaban las denuncias al gobierno bolchevique por despotismo y por los detenimientos y fusilamientos de anarquistas. Solo dieciocho días después, Serge recibe el anuncio de que Cronstadt está en poder de los Blancos. Se llamaba a las armas al proletariado contra el complot y la traición.

“Pero incluso antes de llegar al Comité del sector, encontré a unos camaradas, que venían con sus máusers, y que me dijeron que era una abominable mentira, que los marinos se habían amotinado, que era una revuelta de la flota y dirigida por el soviet (…) la mentira oficial nos paralizaba. Que nuestro partido nos mintiese de esa manera, era algo que no había sucedido nunca (…) Unos volantes distribuidos en los suburbios dieron a conocer las reivindicaciones del Soviet de Cronstadt. Era el programa de una renovación de la revolución. (…) La verdad se filtraba poco a poco, hora a hora, a través de la cortina de humo de la prensa, literalmente desencadenada en la mentira (…) se creaba una leyenda de ejecuciones fallidas (…) los jefes bolcheviques no quisieron utilizar sino el estilo violento. Y supimos después que toda la delegación enviada por Cronstadt al soviet y a la población de Petrogrado, para informarlos del desacuerdo, estaba en las cárceles de la Cheka 15”.

Incluso la mayoría de los mediadores rusos en el conflicto fue detenida. El ultimátum firmado por Lenin y Trotsky rezaba “Ríndanse o serán ametrallados como conejos”. Los rebeldes eran fusilados al grito de “Viva la revolución mundial”. El caso de España es diferente ya que aquí el Partido Comunista (Partido Socialista Unificado de Cataluña o PSUC) no era dirección, no era gobierno, incluso era un partido pequeño al comenzar la guerra civil. Sin embargo, en el relato de George Orwell encontramos los mismos elementos: la caracterización de traidores para las corrientes de pensamiento diferente a la política oficial del estalinismo. En particular, sobre el 13

Orwell, G., Homenaje a Cataluña, La Llevir-Virus, 2000.

14

Kundera, M., La broma, Seix Barral, 1984.

15

En el año 1918 el gobierno bolchevique crea las Comisiones Extraordinarias de Represión de la Contrarrevolución, de la Especulación y de la Deserción, más conocidas como las Chekas. Dice Serge: “Las Chekas detenían en masa a los sospechosos, tendiendo cada vez más a decidir ellas mismas su suerte bajo el control formal del partido, en realidad sin que nadie supiese nada. Se convertía en un Estado en el Estado. (…) Se seleccionaban hombres desconfiados, rencorosos, duros, sádicos. La deformación profesional formaba rápidamente depravados con graves tendencias paranoides.”


Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM) recayó toda la furia y el descrédito del estalinismo. Cuando en julio de 1936 se produce el levantamiento armado fascista contra la República española, George Orwell decide viajar a España para trabajar inicialmente como periodista; pero las circunstancias le llevaron a enrolarse en las milicias del POUM. En 1938, cuando aún no había llegado a su fin la guerra civil, escribe Orwell 16:

“(…) los comunistas sostenían que la propaganda del POUM dividía y debilitaba las fuerzas gubernamentales y ponía así en peligro la guerra (…) Cautelosamente al comienzo, y luego de forma cada vez más franca, comenzaron a afirmar que el POUM dividía las fuerzas gubernamentales no por un error de criterio, sino de modo deliberado. Declararon que el POUM era sólo una pandilla de fascistas disfrazados, pagados por Franco y Hitler, que defendían una política pseudorrevolucionaria como una forma de ayudar a la causa fascista (…) Ello implicaba que decenas de miles de trabajadores, ocho o diez mil soldados que se congelaban en las trincheras, y cientos de extranjeros que habían ido a España a luchar contra el fascismo, sacrificando a menudo sus medios de vida y su nacionalidad, eran traidores pagados por el enemigo (…) No es muy agradable ver a un muchacho español de quince años transportado en una camilla, con el rostro pálido y asombrado asomando sobre las mantas, y pensar en los astutos señores que en Londres y París escriben panfletos para demostrar que ese muchacho es un fascista disfrazado.”

Finalmente, algo similar podemos rastrear para el caso de Ludvik, el personaje de Milan Kundera en la Broma 17. El escritor checoslovaco desarrolla una extensa tesis tendiente a mostrar como un hecho en particular, una broma, puede ser determinante en la vida de una persona, sobre todo cuando no existe libertad de expresión. En La Broma, Ludvik escribe en una postal dirigida a su amiga cuasi novia Marketa: “¡El optimismo es el opio del pueblo! El espíritu sano hiede a idiotez. ¡Viva! Trotsky.” Dicha postal cae en manos de la Unión de Estudiantes, organización universitaria en la que también participa Ludvik, pero es interpretada como una traición al régimen y lo condenan por traidor y trotskista, expulsándolo de la universidad. Después de ser condenado por su amigo Zemanek, la vida entera de Ludvik quedará determinada por este hecho pasando penurias entre los que fueron enrolados de manera obligatoria en el ejército bajo el rótulo de traidores. Kundera fue prohibido en su país, se le quitó la nacionalidad y sus libros fueron denominados “biblioteca de la contrarrevolución”.

Luego de presentar estos testimonios resulta interesante reevaluar el caso de Roberto Quieto, acusado de traidor por la dirección de Montoneros en el año 1975 en la Argentina. Quieto es secuestrado y desaparecido por las fuerzas represivas cuando se encontraba con su familia en la costanera norte. A seis días de su detención, el tribunal revolucionario del Consejo Nacional de Montoneros encuentra a “Roberto Quieto culpable de los delitos de DESERCIÓN EN OPERACIÓN y DELACIÓN, con los agravantes expuestos en los considerandos, y propone las penas de DEGRADACION y MUERTE a ser aplicadas en el modo y oportunidad a determinar.” 18 Al respecto, dice Longoni:

“José Aricó relata sus impresiones sobre el “desplome moral y político” de Roberto Quieto poco antes de su detención, y lo describe como “un dirigente aniquilado, derrotado, sin posibilidad de cambiar una situación en la dirección del movimiento, desconfiando profundamente de lo que ese movimiento estaba diciendo, pero obligado a defender cosas absurdas, como la creencia que una confrontación frontal con el Ejército podía llevarlos a ellos al triunfo. Eso no lo creía Quieto, Quieto era un hombre que estaba derrotado antes y su detención es la consecuencia lógica de ese desplome moral, diría, y político que se produjo en este hombre.” 19 16

17

Orwell, G., Homenaje a Cataluña, La Llevir-Virus, 2000. Kundera, M., La broma, Seix Barral, 1984

18

Pastoriza, L., La “traición de Roberto Quieto”: Treinta años de silencio, Lucha armada en la Argentina Número 6, 2006.

19

Altamirano, C. (entrevista) y Filipelli, R. (filmación), La última entrevista a J.M. Aricó, en Estudios, Nº 5, Córdoba, 1995.


Pastoriza, por su parte, concluye que:

“(…) su historia no es la de un traidor. Es la de alguien de larga trayectoria política, que se dio cuenta de que se estaba equivocando y ya era tarde, pero que de ningún modo abandonaría su puesto. Siguió como le fue posible, siendo fiel a lo suyo e intentando actuar con dignidad. ¿Por qué no intentó algo, organizó una disidencia, abrió un debate interno?, es la pregunta obligada. No hay indicios de que se planteara algo así, quizás su idea fue intentar cambiar las cosas desde adentro y no daba para más. Seguiría donde estaba y hasta donde llegara. Ya estaba jugado, la organización era parte y también producto suyo, pertenecía a la Conducción Nacional, era “el de las FAR,” y ahí estaría. Ir a la playa violaba las reglas de un jefe y lo sabía. Pero decidió correr el riesgo. Quizás subestimó el peligro y lo advirtió cuando se vio cercado. Su única chance era la legalización del procedimiento. Identifíquese, reclamó delante del público. Ya era tarde. Y no podía engañarse, sabía lo que le esperaba. En la tortura maniobró con el tiempo y después de 24 horas entregó algunos locales. Ya los habían levantado, pero parece que cayó un compañero. No se sabe bien, algunos dicen que fueron más, otros lo niegan. Sí está más claro lo que no cayó: la Conducción Nacional, estructuras importantes, inversiones, casas y personas que conocía. Un represor del Ejército que iba a la ESMA contó que nunca más pudieron sacarle una palabra.”

La pregunta ausente en el planteo de Pastoriza es la de porqué tanto esfuerzo de parte de la dirección de Montoneros de presentarlo como un traidor, incluso estando ya desaparecido. En el registro de Cazadores de utopías 20 y de Montoneros una historia 21 aparecen no pocos testimonios de personas secuestradas y torturadas que sobrevivieron. Y sin embargo solo con algunas ha existido un empeño furioso por asignarles el rótulo de traidores. Quizás en algunos casos el rótulo convenga a dichas personas. Sin embargo, me animo a sugerir, en la línea de lo planteado en esta monografía y a la luz de los testimonios y tesis presentadas, que al menos parte de la explicación se puede encontrar en el uso oportunista por parte de las direcciones de la figura del traidor como elemento negativo que resulta útil para el fortalecimiento del pensamiento único emanado por dicha dirección y para negar pensamientos revolucionarios alternativos. Es interesante volver sobre las palabras de Michael Löwy y su búsqueda para redescubrir el mensaje marxiano original y desarrollarlo de una manera creativa. Creo que las palabras de Víctor Serge -con las que se puede acordar o no- son oportunas: “El pensamiento bolchevique procede de la posesión de la verdad (…) el partido detenta sencillamente la verdad; todo pensamiento diferente del suyo es error pernicioso o retrógrado. Tal es la fuente intelectual de su intolerancia. La convicción absoluta de su alta misión le asegura una energía moral asombrosa – y al mismo tiempo una mentalidad clerical pronta a hacerse inquisitorial. El “jacobinismo proletario” de Lenin (…) me parece indudable que selecciona los temperamentos autoritarios (…) El totalitarismo está en nosotros.” Con lo expuesto, espero haber presentado de manera adecuada parte de la contribución de Marx y la interpretación desarrollada por las direcciones de diferentes partidos marxistas en diversos procesos revolucionarios del siglo XX, evaluando el rol de la vanguardia y la figura del traidor en estos procesos.

20

Blaustein, D. (Director), Cazadores de utopías. 1996.

21

Di Tella, A. (Director), Montoneros una historia, 1994.


› Bibliografía

Altamirano, C. (entrevista) y Filipelli, R. (filmación), (1995), La última entrevista a J.M. Aricó, en Estudios, Nº 5, Córdoba. Blaustein, D. (Director), (1996), Cazadores de utopías, Argentina, INCAA. Coady, C. A. J. (2002), Testimony. A Philosophical Study, Oxford, Oxford University Press. Di Tella, A. (Director), (1994), Montoneros una historia, Argentina. Kundera, M. (1984), La broma, Seix Barral. LaCapra, D. (2005), Escribir la historia, escribir el trauma, trad. de Elena Marengo, Nueva Visión, capítulos 1 a 4. Lavagnino, N. (2009), “La filosofía de la historia de Karl Marx”, en Brauer (comp.) La historia desde la teoría, Volumen 1, Prometeo. Longoni, A. (2007), Traiciones, Norma. Löwy, M. y Sayre, R. (2008), El Romanticismo como contracorriente de la modernidad, Nueva Visión, Cap III, Excursis: Marxismo y Romanticismo, pp.103-114. Löwy, M. (2010), La teoría de la revolución en el joven Marx, Herramienta. Marx, K. (1968), La Ideología Alemana, Pueblos Unidos, Prólogo y Parte I, pp.11-90. Marx, K. (1987), Miseria de la Filosofía, Siglo XXI, Cap. 2, "El método", pp. 83-110. Orwell, G. (2000), Homenaje a Cataluña, La Llevir-Virus. Pastoriza, L. (2006), La “traición de Roberto Quieto”: Treinta años de silencio, Lucha armada en la Argentina Número 6. Serge, V. (2003), Memoria de mundos desaparecidos, Siglo XXI. White, H. (2011), Discurso histórico y escritura literaria.


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