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SANPABLO Memoria_Archivo_Identidad


Escarbar en la memoria, nos invita a reencontrarnos con nuestra ancestralidad personal y colectiva. Para mi, San Pablo, es ver a mi abuelo parado frente a la fachada de su casa saludando desde arriba de la escalera, ahí entre cánticos de queltehues y de bandurrias reposaba sentado en su silla donde miraba la plaza todas las tardes, una plaza que comenzó con árboles pequeños y que en su centro tuvo, alguna vez, una pileta con peces vivos, pero sin duda es mucho más que eso...


Las personas más antiguas del sector recuerdan cómo los cerezos coloreaban las calles, dicen que ya nada es como antes, todo crece y avanza con una velocidad apabullante, el territorio y la villa se transforman. Cuando pasaba algo cerca del casco antiguo, todos lo sabían, pues, el vecino más distante estaba a no más de 6 cuadras. El negocio Paglieta estaba frente a su actual ubicación con don Tali atendiendo, al otro lado de la villa, en calles de tierra con bebederos de agua para caballos en ciertas esquinas, el Turco Jalil preguntando si comprarías algo a quien pasaba cerca de la vitrina de su supermercado. Estos relatos son los que dan forma a la identidad de una villa que históricamente se ha visto habitada y condicionada por los avances de sectores aledaños. San Pablo, dicen, es como una villa dormitorio de Osorno y Río Bueno, donde personas que no necesariamente tienen antepasados aquí, viven y forman su vida trabajando en otras ciudades. Familias migrantes que se mueven entre diversos territorios para asentarse y encontrar una mejor vida. San Pablo, es una villa ubicada a la orilla del Río Pilmaiquén, a 25 kilómetros al Norte de Osorno, sus alrededores poseen una historia marcada por la cultura ancestral Huilliche, el comercio, las misiones y la industria ganadera, todo ello entre ríos que cruzan con sus caudales un territorio generoso de paisajes y comunidades que junto a sus afluentes y riberas modelan su genealogía y legado territorial. Lo que conocemos de San Pablo es la punta del iceberg, sabemos sólo un fragmento de la historia de los Llanos del Pilmaiquén y su transformación a lo largo de los últimos siglos. Sabemos a grandes rasgos que antes estas tierras correspondían al Cacique Panguinamun y que luego, con el pasar de los años y la llegada de las misiones apostólicas, estos territorios pasaron a estar a cargo de la misión de Tralmahue o también llamada misión de Pilmaiquén. San Pablo fue fundada en nombre del Fray Pablo de Royo quien estaba a cargo de aquella misión, pero ¿qué tanto sabemos de esta época de transición?




El abogado Mario Cárdenas, en su Guía Turística descriptiva de la comuna de San Pablo (2014) menciona: Mirando al pasado sabemos que su génesis se enmarca en los objetivos del Tratado de Paz de las Canoas de 1793, celebrado entre mapuche-huilliches y españoles. Por cuanto de él derivan la comprensión y la tolerancia en el Butahuillimapu grandes tierras del sur, la existencia de Misiones Apostólicas y el libre paso de extranjeros en su territorio. De ahí, entonces fue posible la instalación y edificación de la Misión Pilmaiquén en la comarca del estero Tralmahue y sobre tierras donadas por el Cacique Panguinamun el 28 de mayo de 1805, con asistencia del Gobernador de Osorno don Juan Mackenna, misioneros franciscanos y del propio Cacique y sus ghilmenes.


Antes, cuando lo que ocurría no se perpetuaba en documentos, cuando la voz y la palabra lo eran todo, las ideas de progreso como lo entendemos hoy no existían en el imaginario colectivo. Los bosques nativos coloreaban los cerros y los antiguos navegaban los ríos sobre wampos, tal como si fueran carreteras. El Pilmaiquén y el Wenuleufu o Río Bueno funcionaban como arterias de agua que caracterizaban la cultura y el comercio local. Tralmahue, un territorio no limitado por fronteras demográficas ni explotado por industrias extractivistas, se disuelve entre lo que ahora son los nuevos campos, villas y caminos que dan forma a una parte de lo que entendemos por Región de Los Lagos. A partir de su conformación oficial y ya con más de 150 años, la villa San Pablo alberga una historia marcada por la soberanía ancestral huilliche y también, por las misiones apostólicas que llegaron a la zona sur en las décadas cercanas al 1900. La presencia de estos dos polos, nos remonta a una compleja trama de relaciones sociopolíticas que en su momento eran muy distintas a lo que entendemos hoy por la historia oficial de esta localidad. Lo que ocurría antes de las misiones apostólicas en el territorio es difícil de conocer, puesto que pluralizar los relatos y experiencias que construyen las memorias territoriales, implica ir más allá de los relatos hegemónicos para explorar en la diversidad de voces que hilan su habitar en el espacio-territorio. ¿Cómo era el estilo de vida antes de las misiones apostólicas? Desde las primeras concepciones de lo que es la Butahuillimapu o “gran territorio del sur” y la realidad económica-social de ese entonces, nos encontramos con sociedades que contaban con una economía de abundancia, cuyos relatos hablan de un pasado cerealero, con un excedente de semillas para iniciar el nuevo ciclo agrícola, lo que permitía la acumulación de alimentos después de la cosecha. Su organización se fundaba sobre la base de numerosos grupos multifamiliares que conformaban unidades residenciales y patrimoniales en una zona determinada, explotando así sus recursos estratégicos (Alcamán, 1993).




Si bien la historia oficial nos plantea una trama compleja de sucesos entre misiones, poblado y pueblos originarios, ver y entender San Pablo desde una perspectiva histórica ancestral/ colona es muy distinto a apreciar su historia desde una arista familiar cercana. Descolonizar estos relatos oficiales es parte de los desafíos aún por explorar en torno a lo que hoy conocemos como San Pablo. Hoy San Pablo tiene una identidad fragmentada por una historia compleja y sumergida en el desconocimiento, dividida por cercos erguidos sobre paisajes que esconden antiguos vestigios huilliche, vestigios que habitan con nosotros y nosotras sin ser notados, pero indispensables para describir y reconstruir nuevas perspectivas de cómo fue el territorio y la vida antes de las misiones apostólicas. ¿Dónde están estos vestigios históricos? ¿Por qué San Pablo desconoce su historia? En las últimas décadas, San Pablo ha sufrido dos grandes incendios en los cuales documentación histórica y otros elementos de relevante importancia se han perdido. El primero, ocurrido en el año 1991, donde la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Candelaria es arrasada por un devastador siniestro que prácticamente borra del mapa aquella simbólica e importante reliquia arquitectónica. El segundo, ocurrido el año 2006, acaba completamente con la municipalidad. La casona, principalmente construida de madera, no logró soportar las llamas que arrasaron con todo en su interior. El Diario Austral, con la desconcertante imagen de la municipalidad en llamas de portada, en una de las entrevistas en su interior, el alcalde de ese entonces menciona que el incendio destruyó, además de todos los archivos que se encontraban al interior del inmueble, buena parte de la historia de la comuna.


Por suerte, no hubo víctimas fatales, pero la documentación y las herramientas que se encontraban en el inmueble se perdieron. Dentro del edificio se encontraban también una serie de elementos de origen huilliche hallados bajo tierra por un funcionario municipal que trabajaba en la habilitación de aceras en la parte norte de la villa. En ese entonces se descubrieron alrededor de 25 piezas, entre ellas cántaros de greda, cacharros y osamentas humanas de un enorme valor arqueológico para la zona. Con este incendio, San Pablo sufre una pérdida incalculable que deja en evidencia lo poco que conocemos del pasado de estos territorios.




Un evento como este, donde por casualidad se encuentran piezas arqueológicas a baja profundidad en un sector residencial de San Pablo, nos abre un horizonte de realidades históricas que pasamos por alto. Algunos dicen que estos hallazgos pertenecen a un cementerio huilliche y que esta zona debe estar repleta de estos tesoros bajo los patios de las viviendas del sector norte, pero ¿Qué valor le damos a estos encuentros? ¿Cómo nos hacemos cargo de la historia y de la identidad histórica de San Pablo? ¿Dónde nos podemos (re)encontrar con la identidad sanpablina?


San Pablo hoy se caracteriza por la industria ganadera, por su fuerte crecimiento habitacional y por sus fiestas costumbristas, especialmente el espectáculo anual de la Semana Sanpablina “El Festival de la Cereza”. Los ánimos de fomentar e incentivar las actividades turísticas y comerciales de la zona han apuntado directamente a actividades buscan llamar e invitar a un gran número de visitantes durante un periodo determinado, lo que trae durante el mes de febrero una gran cantidad de comercio, ferias y actividades en la villa. Este periodo se transforma en un hito de suma importancia dentro del año en la localidad, ya que ofrece una parrilla de actividades y espectáculos que caracterizan a este lugar y el comercio. Luego de conocer esta realidad, y tomando en cuenta que San Pablo es la capital de la comuna, llama mucho la atención la carencia de un espacio físico destinado a la memoria patrimonial local o un centro cultural para el desarrollo de actividades con la comunidad, si bien las autoridades municipales planean hacer algo a futuro, es importante definir y encontrar los lineamientos adecuados con los que se pretende trabajar a futuro con la cultura y/o patrimonio del sector, donde el desarrollo y el trabajo con la comunidad y su identidad puedan ser el pilar fundamental de este. Durante el proceso de residencia pudimos conocer a Gisela Hernandez, co-fundadora de la iniciativa llamada “Tras la huella de nuestras raíces – Historia de San Pablo”, la cual, desde el 2010 nos muestra un atisbo de que aún hay iniciativas que se preocupan por esta historia silenciada con el pasar de las décadas y por qué no decir, por los siglos. Esta iniciativa se trata de una página de Facebook, donde no solo se suben fotos antiguas de la localidad, también se difunde y comparte material histórico de las comunas aledañas, generando un importante punto de encuentro virtual, donde diferentes personas que han habitado la comuna se pueden encontrar en imágenes del recuerdo y archivos que la administradora atesora en su colección, logrando así, mantener viva la memoria de San Pablo.


¿Qué ocurrió con el territorio antiguo de Tralmahue?, ¿Dónde se encuentran los restos del Fray Pablo de Royo? o ¿Cuál es la historia detrás de lo que hoy conocemos como la Cueva de los Moles? Preguntas que levantan grandes incógnitas y que nos ayudan a encontrar un sentido al relato histórico no oficial de la villa San Pablo, ese relato que no se encuentra en libros, sino que en la frágil memoria que está activa entre nosotras y nosotros, esa memoria que le da una característica y una identidad única a una villa que, al igual que un cristal roto, sigue en la búsqueda de esos pequeños fragmentos de memorias que le dan una real y única identidad a esta localidad. En nuestros archivos podemos encontrar una historia única. Desde lo más profundo e íntimo, como lo es la imagen de mi abuelo sentado bajo un cielo de rápidas nubes mirando lo que fue y ha sido San Pablo, podemos escribir nuestra historia con una perspectiva personal y familiar. No somos ajenos al relato histórico de esta villa, es nuestra la responsabilidad de valorar lo que somos y lo que hemos sido hasta ahora, nuestras anécdotas y personas con quienes hemos compartido a lo largo de nuestra vida definen la identidad de este lugar, pues, es a través de estos relatos donde vamos constantemente escribiendo nuestro legado colectivo, formando nuestra identidad y proyectando nuestros deseos de futuro.

Referencias •

Alcamán, Eugenio: La sociedad mapuche-huilliche del Futahuillimapu septentrional, 1750 - 1792 ,en Boletín Nº 1, Museo Histórico Municipal de Osorno, 1993.

Cárdenas, Mario: Guía Turística descriptiva de la comuna de San Pablo, Tomo II, 2014.

Azócar Avendaño, Alonso, Flores Chávez, Jaime Edgardo. (2017), Evangelizar, civilizar y chilenizar a los Mapuche: Fotografías de la acción de los misioneros capuchinos en la Araucanía, Temuco, Chile. Sevilla, España. Editorial Universidad de Sevilla.


Fotografías desde portada •

Fotografía de reportaje sobre hallazgo de cerámicas y osamentas huilliches en San Pablo. Cortesía de Gisela Hernandez, proyecto “Tras la huella de nuestras raíces - Historia de San Pablo”

Plano de la villa San Pablo confeccionado por Luis Alvarado. Cortesía de Gisela Hernandez, proyecto “Tras la huella de nuestras raíces - Historia de San Pablo”

Retrato familiar en Plaza, Archivo Angélica Guzmásn Cárdenas.

Detalle de retrato a pareja con cámara. San Pablo. Archivo Eduardo Backet.

Detalles de retrato del equipo campeón de Chueca. San Pablo. Cortesía de Gisela Hernandez, proyecto “Tras la huella de nuestras raíces - Historia de San Pablo”

Wampo sobre río, imagen extraída del libro “Evangelizar civilizar y chilenizar a los Mapuche, Fotografías de la acción de los misioneros capuchinos en la Araucanía”, Azócar Avendaño, Alonso, Flores Chávez, Jaime Edgardo. (2017). Cortesía Marcelo Negrón.

Fotografía de antigua Municipalidad de la villa San Pablo. Imagen extraída de la página de la I Municipalidad de San Pablo.

Detalle de fotografía de Municipalidad en llamas, portada de Diario Austral fecha Jueves 21 de Septiembre del 2006.

Fotografía de recopilación y rescate fotográfico. Cortesía Erna Coronado y Adalberto Lobo.



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