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Introducción
El presente capítulo da cuenta cronológica de las diferentes actividades realizadas en el contexto de escuela sin escuela, el programa educativo de la Bienal. De mayo del 2021 a enero del 2022 se crearon dieciséis instancias formativas, entre charlas presenciales y virtuales, talleres, laboratorios pedagógicos y una presentación de libro. Todas lideradas por artistas, curadores, teóricos, arquitectos y fotógrafos, en estrecha colaboración con las áreas de Educación, Comunicación y Producción de SACO, así como con las diversas comunidades en las que se llevaron a cabo.
Junto con una importante presencia de artistas nacionales, el programa convocó a artistas provenientes de Alemania, Brasil, Bélgica, Colombia, España, Estados Unidos y Nigeria. De esta manera, el panorama formativo estuvo compuesto por una excepcional heterogeneidad de voces, todas ellas con historias, memorias y relatos únicos, exclusivos; sueños, deseos e intereses anclados a territorios tan dispares como sorprendentes, siempre dispuestos a pensar y situar sus investigaciones en relación con las especificidades propias de los territorios del Norte Grande de Chile.
En un contexto de pandemia global de COVID-19, con sus medidas preventivas y sus muchas veces agobiantes protocolos oficiales de desplazamiento, entre encierros y aperturas del espacio público, las experiencias formativas no cesaron. Con aforos limitados y reducción del contacto físico, el programa se realizó casi en su totalidad de manera presencial, salvo dos actividades virtuales. Por ello, de un modo u otro, todas estas acciones pusieron en valor lo íntimo, lo próximo, lo cercano y lo propio, en diálogo directo con el otro, lo colectivo y las comunidades. De hecho, permanentemente emergió la necesidad de repensar los lazos interpersonales, más allá de las mediaciones y las virtualidades.
Este programa no se ancla en un solo lugar. En Antofagasta habitó las dependencias del Centro Cultural Casa Azul, la Biblioteca Regional, la azotea del Instituto Profesional AIEP de la Universidad Andrés Bello (UNAB), el colegio Antofagasta British School, la escuela Gabriela Mistral, el auditorio de la Sala Licancabur de la Fundación Minera Escondida y el Centro de Residencias Artísticas ISLA; por otro lado, en Quillagua, la Escuela G-15 Ignacio Carrera Pinto; en San Pedro de Atacama, la Residencia Artística La Tintorera y, por último, la ineludible virtualidad de Facebook.
Esta extensión y diversidad territorial da cuenta de que es posible seguir desarrollando experiencias educativas presenciales, con seguridad y sin arriesgar la salud de los participantes. Asimismo, expresa todos los conocimientos aprendidos de los momentos más críticos de la pandemia del año anterior, mientras se realizaba SACO9. Por ello, es posible mencionar que escuela sin escuela sigue siendo un programa educativo de resistencia, que pone en valor las materias y los cuerpos; las experiencias directas con el territorio; las proximidades entre los individuos; su contacto y diálogo inter y transpersonal. Y, también, que sigue resguardando su compromiso ético y político con las comunidades locales con las que trabaja, pues, como lo expresó Dagmara Wyskiel en SACO9: “El encierro digital de la cultura aumenta la brecha de acceso, [y] elitiza aún más al ya de por sí tan hermético mundo del arte”.