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CARTA DEL DECANO

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ENCUADERNADOS

ENCUADERNADOS

Es lo que toca…, una frase que a buen seguro os habrá evocado una sonrisa. Una frase que, en contra de su aparente conformismo, tiene un significado enormemente optimista, si la recordamos en boca de quien — como dije a alguien, y transcribió en estas mismas líneas hace ahora un año— «en un mundo de grises, siempre aportaba color».

Corren tiempos difíciles, sí; nos ha tocado vivir una época compleja, también, pero la causa de esas dificultades nos es ajena, nos ha sobrevenido, y su solución excede de nuestras capacidades. No debemos dedicar ni un solo segundo a la tarea de escudriñar una posible solución a esta crisis sanitaria, y sí todos nuestros esfuerzos a buscar mecanismos que mejoren las condiciones para el desempeño de nuestro noble arte de abogar.

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Tras una progresiva escalada hacia el efectivo respeto de los derechos y libertades reconocidos en nuestra Constitución, asistimos ahora a un periodo en el que, con la finalidad de preservar un bien tan esencial como es la salud pública, se están produciendo algunas limitaciones de esos derechos y libertades. En momentos tan delicados es cuando nuestra profesión debe mostrarse como garante del respeto a los derechos fundamentales y libertades públicas. Una exigente y esencial tarea para la que se precisa de una abogacía institucional aún más fuerte, unida y solidaria, capaz de poner freno a cualquier maniobra que, pretendiendo ampararse en la necesidad de preservar nuestra salud, y excediendo de ese legítimo fin, tenga como único objetivo limitar aquellos derechos y libertades. Más aún si tenemos en cuenta que, a consecuencia de esta situación, se ha producido un cambio significativo en la forma de interrelacionarnos con la Administración de Justicia, e importantes

JAVIER MARTÍN GARCÍA, DICIEMBRE DE 2020

relajos, temporalmente justificados, en las garantías procesales.

La incertidumbre que genera esta situación tan extraordinaria exige por parte de todos un mayor ejercicio, si cabe, de responsabilidad e implicación. Y es precisamente el compromiso que tenemos con la abogacía lo que motivó que un grupo de compañeros decidiéramos presentar nuestra candidatura para asumir nuevas responsabilidades en este Colegio.

A los importantes retos que nos hemos marcado para los próximos cuatro años se unirán otros ni buscados ni queridos, pero que habremos de afrontar con idéntica ilusión y esfuerzo, porque unos y otros van a conformar el futuro de la abogacía de Valladolid. Una profesión con una ilimitada capacidad de adaptación a los cambios sociales, de la que estamos dando ejemplo una vez más.

El año 2020 ha sido anómalo, y ha dado un vuelco radical a nuestra forma de relacionarnos. Desde el pasado 14 de marzo nos hemos visto privados de los abrazos y los besos, reduciéndose drásticamente nuestra actividad social, sin poder siquiera rendir un sentido homenaje a quienes este año han cumplido 50 y 25 años en el ejercicio de la profesión, ni recibir juramento a los nuevos colegiados en el acto solemne de la Fiesta Colegial. Tampoco hemos podido despedir, como merecen, a nuestro decano Javier Garicano y a los diputados Javier Fresno, Juan Luis Barón y Laura Blázquez, y agradecerles de ese modo el esfuerzo y trabajo realizados. Y en un plano más lúdico, no hemos podido celebrar la llegada de las fiestas navideñas en la tradicional Fiesta del Arbolito, ni disfrutar de la alegría de los más pequeños en el Día de Reyes, por poner algunos ejemplos.

Pero esto no es un final, tan solo un paréntesis. Estamos preparados para recuperar la tan añorada normalidad y estamos capacitados para afrontar la compleja situación actual, porque ahora… ¡es lo que toca!

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