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COLABORACIONES

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El decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de Valladolid en su despacho

ENTREVISTA

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JAVIER GARCÍA MEDINA

DECANO DE LA FACULTAD DE DEREChO DE LA UNIVERSIDAD DE VALLADOLID

“Sin conocimientos humanistas, las posibilidades de tomar decisiones injustas son muy grandes”

Javier García Medina, tras años de trabajo en el Observatorio de Derechos Humanos y la Clínica Jurídica de la UVa, toma las riendas de una facultad renovada gracias a la irrupción de las nuevas tecnologías y al mayor peso de la práctica en las evaluaciones

Por Marta Juste, periodista

Los sonidos de las conversaciones de los alumnos entre clases se han sustituido por el eco de pasos solitarios en los pasillos de la Facultad de Derecho de la Universidad de Valladolid (UVa). Y es que las medidas sanitarias por la COVID-19 han cambiado por completo la vida académica. “Hemos pasado a un sistema bimodal, en el que cada grupo se subdivide en uno presencial y otro virtual”, explica el decano de Derecho, Javier García Medina. Después de seguir las flechas marcadas en el suelo en todo el edificio —otra muestra más de la nueva situación—, llegamos al Decanato, que sirve en parte como almacén para guardar todas las sillas que se han tenido que retirar de las aulas para cumplir con las distancias requeridas entre alumnos. Una distancia inevitable también a la hora de realizar la entrevista, que se suma al uso obligatorio de la mascarilla, aspectos que sin embargo no impiden notar la cercanía que transmite Javier García Medina.

Recién llegado al Decanato —tomó posesión el 11 de febrero—, afronta esta nueva etapa con una gran pasión y ganas de trabajar, aunque consciente de la dificultad que implica la convivencia con la pandemia. “Cualquier cosa que habitualmente es mínima, ahora se ha convertido en un problema serio y requiere pensar mucho, organizar, controlar todos los pasos y el proceso”, asegura, y añade: “Antes una junta de facultad o un consejo de departamento solo requería juntar a las personas, ajustando sus agendas, pero ahora todo se ha complicado y la mayoría de las tareas se realizan de forma virtual”. Las nuevas tecnologías han irrumpido por tanto en el día a día académico, y “han venido para quedarse”. El campus virtual ha adquirido

un gran protagonismo desde el inicio de la pandemia. “Se ha convertido en un punto de reunión entre alumnos y profesores que nos ha unido en nuestras fortalezas y en nuestras debilidades”, cuenta con entusiasmo. El decano incide especialmente en el “gran esfuerzo de formación por parte de los profesores” para que la calidad de la enseñanza no decayera con las nuevas circunstancias. “Hemos visto que somos capaces de asimilar nuevas tecnologías, de manejarnos de manera solvente y afrontar cualquier tipo de docencia”, señala, y no descarta la posibilidad de que la UVa se plantee instaurar grados o posgrados semipresenciales o totalmente virtuales.

Pero no solamente los docentes se han puesto las pilas, sino que también los estudiantes han tenido que aprender a utilizar nuevas herramientas digitales. “Hay que desmentir una cosa que funciona como una especie de mantra: que todos nuestros alumnos son nativos digitales. Es verdad que se manejan bien en redes sociales, pero por ejemplo no conocían otros elementos y recursos que aparecen en el campus virtual”. Con esta afirmación, Javier García Medina apunta a la necesidad de que los planes de estudio no descuiden la formación tecnológica, porque “aunque el Grado de Derecho contempla unas competencias informáticas básicas, la llegada de la COVID ha dejado al descubierto otras necesidades digitales”. “Los estudiantes tienen que estar perfectamente formados no ya para el futuro, sino para el presente”, asegura con convicción.

Conocimientos humanistas

Como profesor de Filosofía del Derecho, presidente del Comité de Ética de los Servicios Sociales de la Junta de Castilla y León y director del Observatorio de Derechos Humanos de la UVa, Javier García Medina tiene claro que “sin conocimientos humanistas suficientes, las posibilidades de tomar decisiones injustas son muy grandes”. Precisamente, la COVID-19 ha desvelado la importancia de estas disciplinas, que “a la hora de la verdad, guían determinadas decisiones”. “Sin ir más lejos, cómo actuar ante la escasez de respiradores o de vacunas en una pandemia”, apunta García Medina, que defiende que los planes de estudios académicos no descuiden estas materias: “Es importante que el alumno de Derecho tenga una visión de las distintas teorías de la justicia y de los derechos humanos como un referente en la justicia actual”.

Con respecto a la aplicación de los derechos humanos, este docente humanista considera que, en ocasiones, la visión de la sociedad está distorsionada. “A veces se invocan los derechos humanos como una especie de llamada al ‘buenismo’, pero no es solo una cuestión de actitud sino de una legislación internacional que el Estado se ha comprometido a cumplir”. El Observatorio de Derechos Humanos de la UVa, aunque se creó con finalidad divulgativa, ha ido adquiriendo una labor de investigación y de formación. “Trabajamos para demostrar que los derechos humanos son una guía de acción, como principio, norma y fin, tanto de las políticas públicas como del sector privado y en cualquier tipo de organización en la que tengan cabida”.

El decano de Derecho de la UVa pone como ejemplo la libertad de expresión para explicar que su alcance viene determinado por los estándares internacionales de derechos humanos, ya que “hay determinadas cosas que nos pueden molestar y que no compartimos, pero no se trata de lo que cada uno piense acerca de su contenido, sino de lo que se nos señala desde el sistema universal de derechos humanos y, en particular, lo que dicta el Tribunal Europeo de Derechos Humanos”.

Contacto con realidades invisibilizadas

La importancia de la parte práctica durante la carrera hizo que en 2012 se pusiera en marcha un Proyecto de Innovación Docente (‘Clínica Jurídica: una forma de aprendizaje-servicio para la defensa de derechos humanos’) que se materializó en la creación de la Clínica Jurídica de la UVa (2019), en la que también participa el Colegio de Abogados de Valladolid. Gracias a los convenios firmados con diversas entidades, los estudiantes toman contacto con casos reales de personas con discapacidad intelectual, inmigrantes o refugiados. “Si no fuera por este proyecto, los alumnos no podrían conocer estas realidades de cerca, ya que estos colectivos viven una situación de invisibilidad social”, subraya con emoción el decano, y añade: “Hacemos una doble labor: nuestros alumnos aprenden y, al mismo tiempo, damos un servicio a personas que necesitan que les echemos una mano”.

Las actividades de la Clínica Jurídica se extienden también al colectivo de las personas mayores con el objetivo de explicarles de una forma sencilla cuáles son sus derechos. “Los alumnos les cuentan qué es un testamento vital, qué ocurre si quieren hacer una modificación porque tienen una discapacidad sobrevenida en su comunidad de propietarios o les hablan sobre las relaciones con los bancos”. Una tarea que, como puntualiza Javier García Medina, no solamente les sirve de aprendizaje, sino que les ayuda a sensibilizarse con los problemas de los mayores. “Prácticas de este tipo son las que consiguen que los alumnos se den cuenta de que ningún caso es igual, porque cada persona es diferente y tiene unas circunstancias propias que hay que tener en cuenta”, afirma orgulloso sobre uno de los organismos de la universidad que conecta a los estudiantes con la realidad social. “El mercado laboral exige graduados en Derecho que sean flexibles, con capacidad de adaptación a distintos puestos y circunstancias”. Javier García Medina asegura que tanto los alumnos como los empleadores coinciden en cuál es el perfil más demandado actualmente. “El currículum debe estar compuesto por un expediente en la carrera razonablemente bueno, el conocimiento de idiomas y por la presencia de otras inquietudes más allá de lo puramente académico, como la participación en congresos, en asociaciones, en actividades

deportivas o haber realizado un Erasmus”.

A pesar de que la universidad atiende a las nuevas necesidades del mercado laboral, los planes de estudio siguen cuidando especialmente las tradicionales habilidades de expresión oral y escrita, con “actividades en las que los alumnos practiquen este tipo de cuestiones”. Por otra parte, la normativa europea impone la necesidad de que los estudiantes dominen tanto inglés como francés u otras lenguas. “Estos idiomas ya no son un plus, se da por hecho que son conocimientos necesarios para trabajar la legislación comunitaria”, explica el decano de Derecho.

Aunque los alumnos sigan quejándose de la falta de práctica durante la carrera, la implantación hace una década del plan Bolonia obliga a que los profesores reserven un porcentaje que puede llegar a un 40 % de la evaluación a la parte menos teórica de las asignaturas. “Ahora utilizamos mecanismos audiovisuales o simulaciones de juicios. Podríamos ser más prácticos, pero de momento es un gran avance. Si hacemos la comparación con mi época de estudiante, no hay color”, cuenta con una mezcla de nostalgia por el pasado y emoción por el progreso conseguido.

El nuevo perfil del graduado en Derecho

Javier García Medina en la escalera principal de la Facultad de Derecho

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