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AGRUPACIONES

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Anécdotas judiciales

En los juzgados y tribunales también pueden pasar situaciones insólitas y divertidas que contrastan con esa idea de seriedad y formalismo

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Por Mónica Vielba Serrano, abogada

En la actualidad, aunque los tribunales ya no son tan solemnes ni los jueces tan distantes como antes, se debe guardar un cierto respeto y seriedad. Pero existen multitud de anécdotas reales que circulan por los juzgados, por donde a diario desfilan cientos de personas de toda clase y condición que dan lugar muchas veces a episodios graciosos y surrealistas. He aquí una muestra de anécdotas divertidas vividas por jueces, fiscales y abogados de Valladolid.

Acude a un juicio como testigo una señora de avanzada edad y el juez le pregunta: “¿Conoce usted a las partes?”. “¿Pero qué dice? Pues no”, le responde ella muy enfadada. El juez le vuelve a preguntar y ella responde: “¡Le digo que no!”. El abogado entonces le pide a su señoría que le pregunte más alto porque es un poco sorda y el juez, armado de paciencia, le vuelve a preguntar que si conoce a las partes. “¡Ah, sí!, ¡creí que me pedía que le enseñara mis partes!”.

En un juicio que se celebraba en la Audiencia Provincial hace algunos años, el acusado en un momento de la vista, enfadado, gritó: “¡Váyanse todos a tomar por el culo!”. El magistrado, con toda seriedad y dejando a toda la sala boquiabierta, le contestó: “Con respecto a mí, no ha lugar, en relación al secretario judicial, ya se proveerá, y respecto al agente judicial, cúmplase como se pide”.

Durante un interrogatorio de parte en una vista civil le preguntan al demandado: “¿De qué conoce usted al actor?”. Y el buen hombre contesta: “Yo no tengo ni idea de si es actor o no, lo único que sé es que es un sinvergüenza”.

Cierta mañana de juicios de faltas (antes de la reforma), en sala de vistas compareció el denunciante, que decía que le había golpeado otro hombre. El denunciado se presentó vestido de mujer, pintado y con peluca, era travesti. Negaba los hechos y presentó como testigo a su amigo Manolo, aunque se hacía llamar Débora. Al llamarle el personal de auxilio judicial, no entró nadie. Entonces el denunciado dijo: “Señoría, ha venido conmigo, estará lejos de la puerta, deje que le llame yo”. Y sin más, taconeando, salió a la puerta de la sala de vistas y gritó a pleno pulmón “Débora, que vengas que te toca, joder, que pareces boba”. Todo el hall de la planta baja mirando, y todos los presentes en la sala escuchando los gritos, hasta que Débora, cuyo DNI reflejaba el nombre real Manuel, vestida de drag queen con zapatos de plataforma de tacón interminable, altísima, con peluca azul, entró a declarar. El resultado fue lo de menos.

Un abogado novato se presentó un día en la Guardia Civil de la localidad de Rueda para un reconocimiento. En realidad le habían citado para la práctica de un reconocimiento en rueda, pero en Valladolid

Sala de vistas

Más de un ciudadano ha solicitado un “Corpus Christi” o un “vela corpus”, en lugar de un “habeas corpus”

Un abogado novato se presentó un día en la Guardia Civil de la localidad de Rueda para un reconocimiento. En realidad le habían citado para la práctica de un reconocimiento en rueda, pero en Valladolid

En una vista, el abogado pide el interrogatorio de una de las partes, y al ponerse en pie el señor para declarar, tiene las perneras de los pantalones subidas. Entonces el juez le pide que se baje los pantalones y el señor literalmente se bajó los pantalones y se quedó en calzoncillos. Es que a veces hay que especificar bien lo que se pide.

Se juzgaba a un señor por un robo en una tienda de iluminación, lo habían pillado por la calle cargado con dos lámparas de la mano. Cuando el fiscal le pregunta qué hacía a altas horas de madrugada llevando dos lámparas de la mano, ni corto ni perezoso, respondió el presunto ladrón: “¡Yo no llevaba ninguna lámpara, iba por la calle andando y se me pegaron!”.

Durante un juicio, el acusado se acoge al derecho a no declarar; el abogado, durante toda la vista, siembra serias dudas sobre su autoría, albergando la esperanza de una sentencia absolutoria por falta de pruebas y al final, cuando el juez le da la última palabra al acusado, este dice: “Lo siento mucho, estoy muy arrepentido y no lo volveré a hacer”. Su abogado a la salida casi lo mata.

En el juzgado de guardia había varios detenidos, porque en un control rutinario de la Guardia Civil en una rotonda se había lanzado desde un coche por la ventanilla una bolsa que contenía gran cantidad de droga. El guarda civil que lo vio, que padecía de estrabismo, afirmaba con rotundidad que no perdió de vista en ningún momento ni el coche ni la bolsa. Uno de los abogados le preguntó: “¿Cómo es posible eso?”. Y comentó en voz baja, pero fue oído por todos: “Salvo que con un ojo vigilara el coche y con el otro la bolsa”. La carcajada contenida de los presentes fue inevitable.

En un juicio el acusado preguntó: “Señoría, ¿me dejan que firme con la huella genital?”

En una vista para una declaración de incapacidad, el juez se dirige a la presunta incapaz, una señora de avanzada edad que padecía la enfermedad de Alzheimer y que, en teoría, no hablaba, y le dice: “Señora, yo soy el juez”. Le contesta la señora: “¡Lo que es usted es un hijo de puta!”. Insistió el magistrado diciendo que él era el juez, y la señora le repitió que era un hijo de puta. El juez, tras una pausa, dijo a los presentes: “Ya se pueden reír con total libertad”.

Dos señoras entran en un sex shop con un carrito de bebé y, mientras una distrae a la dependienta, la otra sustrae todo tipo de objetos que introduce en el carrito, con tan mala suerte que una cámara de seguridad graba todo, con total nitidez. Cuando el juez le pregunta a una de las acusadas en el interrogatorio, esta niega rotundamente que haya sido ella y, tras mostrarle vídeo, donde casualmente se la ve con el mismo abrigo que llevaba en ese momento, dice: “Señoría, no soy yo, pero es clavadita a mí”.

Una compañera se puso en contacto con su cliente para otorgar un poder apud acta, diciéndole que necesitaba copia del DNI para presentarlo en el juzgado, el cliente le pregunta que cómo se lo envía y le contesta la letrada que le mande por Whatsapp una foto por los dos lados, y literalmente le envió una foto de su cara de frente y otra de perfil igual que la ficha policial, pero del DNI ni rastro.

En un juicio donde se acusaba a un hombre por causar lesiones a otro individuo en los antiguos juicios de faltas, a la hora de firmar el acta al final del juicio, el juez vio la mano del acusado y se le escapó: “¡Anda, que si me da a mí con esa mano me revienta la cara!”.

Más de un ciudadano ha solicitado un Corpus Christi o un vela corpus, en lugar de un habeas corpus.

Se celebró un juicio en el juzgado de lo penal, un hombre había agredido a otro en un portal y un vecino que había bajado se había encontrado con el panorama y los había separado. Se celebró el juicio, declararon todos y en la sentencia la jueza, por error, condenó por un delito de lesiones a todos los presentes: al acusado, al agredido, al testigo y hasta al abogado.

Después de un largo puente se celebra un juicio a primera hora de la mañana, llega uno de los abogados y al abrir la carpeta se da cuenta de que se ha confundido de asunto. Le pide al juez, con mucho apuro, poder acercarse a su despacho, que está al lado del juzgado, a buscar el expediente correcto y mientras tanto que se vaya celebrando el siguiente juicio. Así se hace. Cuando vuelve a entrar para la vista este mismo letrado se tropieza con su toga, se cae accidentalmente encima del juez y salen volando por la sala todos los papeles. El juez le dijo: “¡Ya veo que ha pasado un buen puente!”.

Un cliente insatisfecho presentó una queja en el Colegio de Abogados contra su abogado de oficio porque no había recurrido el auto de libertad. Se ve que le apetecía pasar un tiempo en la cárcel.

Estas son algunas situaciones de tinte surrealista que vivimos los abogados a diario en los juzgados y otros organismos públicos y que dan lugar muchas veces a episodios jocosos y graciosos.

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