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COLABORACIONES
Derecho y cultura para un mundo nuevo
Por Fernando Herrero
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El Teatro Calderón abrió sus puertas con las limitaciones sanitarias correspondientes. Un magnifico homenaje al arte escénico. Todos los grupos y actores vallisoletanos participaron con espectáculos de calidad en compañías propias y ajenas. También hubo otros espectáculos que culminaron en la portentosa labor de José Luis Gómez en Mío Cid.
Celtas Cortos y Azar Teatro, coreógrafos profesionales, los Navegantes adultos (Marta Ruiz de Viñaspre y Félix Fradejas) Fernando Cayo, La Quimera de Plástico y el Ballet Contemporáneo de Burgos, Nina Reglero, Teatro
Corsario, Jorge Calvo, Lola Herrera, estuvieron presentes en la sala y tuvieron la correspondiente critica como el resto de espectáculos, en los intervinieron Patricia Guerrero, Carmen Machi, Nathalie Poza, Carolina Yuste, José Sacristán, Eusebio Poncela, Ron Lalá, Alex Rigosa, Ana Torret, Mar Pugalte, Juan Diego Botto, Noviembre, Miguel Rellan, Secun de la Reina, etc. Un panorama amplio y variado.
Estreno absoluto de Mío Cid
A cuerpo limpio, con una pianista para crear atmósfera, unas sutiles proyecciones que daban un carácter casi onírico a la pieza, José Luis Gómez estrenó Mío Cid en una magnífica labor dramatúrgica, eligiendo fragmentos de un poema de más de 3.500 versos y uniendo el pasado (1.100-1.200) con el presente a través de una interpretación de tres bandas. El juglar que cantaba o recitaba el texto en su época, el actor de hoy en gesto y voz (a la vez cadenciosa e imitativa) y la ruptura de la cuarta pared, uniendo su propia personalidad escénica, su historial, con esa implicación del idioma y del propio arte escénico. Seguro, firme, variado, durante hora y media dio su lección que en tiempos de pandemia era todavía más necesaria. Su historial de tantos años confluía en la perfección técnica y una asunción psicológica de ese Cid castigado y luego triunfante.
Esta acción del Calderón (el Zorrilla también abrió) es un abrazo a los artistas. Estos fueron
los más perjudicados por la pandemia, ya que ni siquiera pudieron acudir a los ERTE. Una desoladora situación en Europa y Estados Unidos, amén de Iberoamérica. Todos los teatros estaban cerrados. España fue el único país que comenzó su apertura. El Teatro Real la inició y su resultado fue bueno. Aún con las limitaciones sanitarias, se pudo terminar la Temporada 2019-2020 con La Traviata y realizar la 20202021 sin que hubiera malas noticias. Algunos locales, sobre todo los institucionales, siguieron el ejemplo. Así sucedió en Valladolid.
Limitación de espectadores y fines de semana activos. Aunque fuera de forma limitada los actores pudieron cobrar algo y algunos espectáculos volver a la vida o nacer por primera vez, asumiendo los artistas el riesgo de contagio al actuar sin mascarillas. En el confinamiento, me contaba Gómez, prepararon sus espectáculos, con rigor y tiempo. Así nacieron todos estos espectáculos que he citado. Un riesgo que tenía contrapartidas, pero que significaba un apoyo a una cultura muerta.
Estos artículos míos en la Revista han intentado imbricar el Derecho y la Cultura. En la pandemia, todavía viva, las soluciones fueron diversas y siempre limitadas. Los despachos de los abogados funcionaron y los juicios fueron, algunos, los menos, telemáticos, y en la mayoría de los casos presenciales. Casi normalidad aunque todavía falta mucho.
La cultura ha sufrido más y los artistas atraviesan una época dificilísima. Para teatros y auditorios solo la actuación en directo es válida, creo yo, a efectos económicos y, según mi parecer, también artísticos. Las obras escénicas de cualquier forma, teatro, opera, baile, circo, etc. necesitan la presencia de público para que vivan y para que los artistas puedan vivir. Músicos y actores han sido más castigados que el resto de los ciudadanos por la pandemia y muchos de ellos irán al paro. ¿Serán indemnizados como algunas empresas, cuando llegue el momento de disponer de los Fondos Europeos que se están retrasando? No lo veo muy fácil. La cultura puede recibir su mayor golpe y el derecho no puede consentirlo en momentos en que parece absolutamente necesaria.
Quiero rendir mi homenaje personal a los juristas que trabajan en circunstancias difíciles y a los artistas que luchan y que nos ofrecen espectáculos y conciertos magníficos. Significarlos en la persona de José Luis Gómez, que nos ha estrenado una de las obras más antiguas de España en una actuación memorable, es hacerlo de una de las artes más antiguas y más nobles, la escena que asume el dialogo más rico entre intérpretes y espectadores. Personalmente como letrado y escritor me enriquezco de estos oficios y espero que un mundo nuevo más igualitario y solidario llegue cuanto antes.