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El Zoo Aquarium de Madrid

El Zoo Aquarium

los Peques De la Jungla

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Quién nos iba a decir que de una visita al Zoo pudiera surgir tanto aprendizaje. Hace una semana nos surgió la posibilidad de acudir de forma gratuita a una excursión subvencionada por la Comunidad de Madrid. Como os podéis imaginar, estas actividades, fuera del aula, están organizadas, medidas y planeadas con bastante antelación por el equipo de profesoras de nuestro colegio. Pero esta no fue así. Prácticamente surgió de la noche a la mañana y después de una pandemia y, prácticamente, un encierro total en el colegio, ni cortas ni perezosas nos lanzamos a la aventura. Además, ¿quién sabe si, más adelante, podremos hacer otras como esta? Carpe Diem.

Nuestro destino: el Zoo Aquarium de Madrid.

Nuestros alumnos: los pequeños de 5 años.

Para motivar la actividad, durante la semana, les pedimos a nuestros pequeños que, por gemelos, investigaran algún animal que para ellos fuera interesante, así que por parejas fueron eligiendo su animal favorito. El día de la visita, buscaríamos en el Zoo los animales trabajados y serían ellos, los gemelos, los que nos tendrían que contar todas aquellas cosas que habían descubierto. Evidentemente, entre los animales que nombraron estaban los monos, los pingüinos, las cebras, los osos pandas y, sorprendentemente, el lobo ibérico. Los peques estaban ilusionados y, entre investigación e investigación, llegó el día esperado. Con abrigo, guantes, gorros, bufandas y mochila para meter nuestro picnic, nos subimos al autobús emocionados. Algunos llevaban su investigación en su memoria, otros la habían pintado y otros hasta la habían intentado escribir, con ayuda de sus papas, su recogida de datos. La aventura comenzaba sentaditos, cinturón puesto y en el ca-

mino cantando las canciones que se suelen entonar en las excursiones del cole. ¡Verdaderamente entrañable! Cuando llegamos allí, comenzamos nuestra búsqueda. Pasamos cerca de los flamencos, ellos tan rosas y elegantes, y nos colocamos como ellos, a la pata coja. Continuamos por los pingüinos y los gemelos, encargados de estudiarlos, nos comentaron algunos datos importantes, como que viven en el Polo Norte, que son mamíferos y que tienen más plumas que todas las aves. Después, vimos una exhibición sobre los leones marinos y llegaron hasta decirnos “hola” con una de sus aletas. Continuamos por los elefantes, rinocerontes, hipopótamos, jirafas, monos, leones y un largo etcétera. Cuando llegamos a las cebras, los encargados de su estudio nos dieron una verdadera colección de datos, entre ellos que normalmente las cebras nacen negras y que cuando crecen les salen las rayas blancas, que no todas tienen rayas en las patas y que, además, son muy sociables. Los expertos habían investigado un montonazo e incluso se sentían muy felices de contárnoslo. El día fue transcurriendo maravillosamente bien y llegaba la hora de irnos. Pero, no nos habíamos dado cuenta de que no habíamos visto al lobo y, claro, los niños encargados de contar lo que ellos habían investigado no estaban dispuestos a marcharse sin verlo. El problema era que tampoco sabíamos dónde se encontraba, con lo que el dilema se acrecentaba bastante. De pronto, algunos encontraron un mapa y el peque que había decidido no marcharse, sin contarnos sus estudios, se encargó de dirigirnos rápidamente al lugar donde se encontraba. Un gran lobo blanco parecía que nos estaba esperando y todos nos quedamos impresionados con su profunda mirada. Ahora ya sí que podíamos marcharnos tranquilos. Nuestra visita al Zoo fue todo un éxito tanto para grandes como pequeños. Lo que aprendimos, vimos y experimentamos no se puede suplir ni con un espectacular documental del National Geographic, ni una lección magistral dada en la clase con imágenes, videos o libros. Nosotros somos lo que vivimos y lo que experimentamos, y así nos lo demostraron nuestros pequeños.

¡Emocionadas de la experiencia! Las profesoras de 5 años

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