Bahamas es un archipiĂŠlago de setecientas islas, cayos y rocas frente a las costas de Florida, EE.UU. El territorio es plano, con el punto mĂĄs alto a los 63 metros, en el monte Alvernia.
una isla en blanco & negro
Bahamas En un recorrido lleno de sabor y sensaciones te damos las claves para vivir tu viaje a las Bahamas del lado donde reinan los locales. texto y fotos: constanza coll
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STRAP
C
on sus dos hijas a upa, una enroscada en cada brazo, entra al mar de una corrida y amaga con tirarlas al agua, las levanta en el aire y las deja caer sobre sus hombros, las acerca a la superficie espumosa hasta mojarles las puntas de las trenzas y las recupera de un tirón en un abrazo apretado, fuerte. Es un escándalo de risas. La madre mira desde la orilla, dibuja con los pies en la arena, lleva perlitas, bikini fucsia y un short de jean que esconde una cola musculosa, respingada, los embarazos no dejaron marcas en este cuerpo tirante. Son casi las seis y la luz dorada del atardecer recorta los perfiles de la gente en la playa, de este lado de la reja y los alambres de púa, del lado de los negros. Del otro, en el espacio privado, mirando desde los jacuzzis y las piletas del all-inclusive, siempre con un daikiri en la mano, están los turistas, yanquis y canadienses mayormente. Inadaptados al sol de estas latitudes, están los que se cubren con cremas, sombrillas, túnicas y remeras de mangas largas, y los otros, que, verdes de tanta oficina, el primer día se tiran en las reposeras cual lagartos y después desfilan con lamparazos color camarón. Bahamas es tierra de negros, auspiciada por blancos.
“Is this your first time in The Bahamas? Everything good so far? Of course, this is paradise... Hope to see you back soon!”. Esta sucesión de frases se repite sin alteraciones en cada encuentro con el personal del hotel, sean meseros, recepcionistas, bartenders, botones o lancheros, todos, descendientes de esclavos africanos, traídos en barcos ingleses para trabajar las plantaciones de algodón a mediados del siglo XIX. La historia se repite. Después de la abolición de la esclavitud y de la independencia de Bahamas, en 1973, las islas quedaron bajo la campana de la Commonwealth y la decisión última de su autoridad máxima, la Reina británica, del otro lado del Océano Atlántico. “Cuando Isabel II llega aquí se convierte inmediatamente en la Reina de Bahamas”, explica Raquel Barr, de 28 años y unos 85 kilos, entonando un discurso memorizado mientras guía la visita por el Fuerte Charlotte. El monólogo se corta repentinamente ante la pregunta de una turista, Raquel responde, en el tono con que un maestro de escuela explica lo mismo por tercera vez: “Claro que no lo construyeron los ingleses, estas paredes las levantaron los esclavos, nuestros ancestros”. Quieta, DE ARRIBA A ABAJO: De trago en trago en la pileta de la Isla de Sandals; el tour gastronómico por Nassau incluye una parada para degustar los mejores chocolates de la ciudad; el resort náutico del complejo Atlantis. EN FRENTE: Jugando en la playa, del lado de los negros.
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COMO EL RELOJ: Desde el muelle de Sandals salen las lanchas a su isla, justo en frente; el 80% de lo que se come en Bahamas viene de EE. UU.; pileta del hotel boutique The Graycliff; botellas de ron John Watling; el “Harborside” de Atlantis; chocolatería artesanal; casa histórica en el centro de Nassau; uno de los chefs del restaurante jamaiquino.
Arriba: Una pared, rejas y alambres de púa separan el all-inclusive de la playa pública. Abajo: Cartel en la entrada al Fuerte Charlotte; Raquel Barr prefiere sacarse los lentes para la foto; en el bar de John Watling, un afiche antiguo busca reclutar jóvenes de Bahamas para pelear una guerra británica.
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grandota, mira seria a ningún lado y con ojos muy blancos, pasan un par de segundos eternos y vuelve a sintonizar el discurso donde la interrumpieron. Nassau es la capital de Bahamas, centro comercial, cultural y poblacional del archipiélago. Es una de las 24 islas habitadas, no la más grande, ni la más paradisíaca, ni la más cercana a Estados Unidos; eso sí: por acá no pasa un huracán desde hace más de diez años. La industria número uno es el turismo y ellos son más que conscientes de eso: “Ochenta y cinco centavos de cada dólar vienen del turismo. Bahamas depende de que ustedes vengan... y vuelvan”, agradece por el espejo retrovisor, con una sonrisa impecable, el chofer de Majestic Tours. La segunda escala del día es la destilería de ron
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John Watling, inaugurada hace poco más de un mes en una casona de 1780. El dueño es Pepín Argemasilla, de padres cubanos, infancia canadiense y un primo bahameño, su socio, que sin mucho esfuerzo lo convenció de cambiar los 25 grados bajo cero del invierno canadiense por el calor tropical de Nassau. “Le pusimos John Watling en honor al pirata inglés que conquistó estas aguas y tierras en el siglo XVII, es uno de los bucaneros más famosos del Caribe. Además... ¡murió de un disparo al hígado! –Pepín espera que le festejen la anécdota y luego sigue por un pasillo repleto de fotos y mapas antiguos de la zona, originales–. Todo esto era dominio de piratas y bucaneros, como Watling o Barbanegra, que se llenaron de oro usando faros falsos, para invadir y
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bahamas saquear los barcos cuando encallaran”. Bahamas deriva de “bajamar”, palabra con que los indígenas lucayos describían la escasa profundidad del agua entre las islas. Otro día de sol. Sandals es tan all-inclusive que tiene hasta su propia isla, a siete minutos de navegación desde el final del muelle. Acá y allá, las cosas funcionan de la misma manera: hay una barra central en la pileta donde pedir piñas coladas o mojitos con el agua a la cintura, un jacuzzi bien caliente, playa con reposeras y sombrillas, pilas de toallas limpias y un restaurante cuya carta ofrece una reducida selección de wraps y hamburguesas, wraps y hamburguesas. El panorama gastronómico es bastante estrecho en Bahamas y depende, en un 80 por ciento, de lo que importan de Estados Unidos. Así que, por más imponentes y lujosos que sean los restaurantes, lo mejor siempre es quedarse con el pescado grillado, la langosta a la manteca o unos frutos de mar. Un plato infalible es la “conch salad”, preparación típica a base de caracol, jugo de limas, tomates, cebolla, pimientos rojos y verdes. Todo
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fresco y bien picado, similar a un ceviche, pero diferente.
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ahamas se hizo la fama, y ahora vive de ella. Es como el boy scout del turismo, siempre lista y preparada, tiene lo que necesita para satisfacer a sus visitas y si no, lo consigue. Es todo eso que uno se imagina cuando dice la palabra “Bahamas”, así, “ba-ha-mas”: agua turquesa, cristalina y tibia, arena como tiza en polvo, sombra fresca de palmeras, peces de colores, mucho sol y calor, playas infinitas, bahías calmas, poca gente, buen servicio. Los paquetes están armados, clasificados y especificados por tipo de turista, por lo que resulta un poco difícil salirse del circuito y conocer a la gente de verdad, la vida fuera de los hoteles, los lugares donde compra, trabaja, pasea, come o pasa el fin de semana un bahameño cualquiera. Consciente de esto, y amante apasionada de la cocina, Alanna Rodgers desarrolló una caminata por siete puntos gastronómicos claves para
conocer la dieta local. Entre las paradas hay puestitos de paso, bistros más coquetos, una chocolatería artesanal, el restaurante de dos hermanos jamaiquinos bien guapos, otro de un inmigrante griego y un local de Tortuga Rum Cake Company, caso de éxito inaudito en todo el Caribe.
es que, si bien es a través de una excursión, esta caminata gourmet es una forma de encontrarse con el bahameño, aprender la mejor receta de una abuela cocinera, probar el sabor, las texturas, de un almuerzo común al paso de un lunes, o de un miércoles (trubahamianfoodtours.com).
Alanna tiene rasgos polinesios, espalda ancha y una capacidad de habla súper desarrollada, con voz rápida, clara y fuerte. Dice que no quiere dejar nada afuera. Habla de la historia de la ciudad mientras caminamos un par de cuadras de un spot al siguiente, habla de los cocineros y sus restaurantes antes de entrar a cada uno, de los ingredientes, las formas de preparación, las similitudes y diferencias con otros platos en la región, habla de la escasa producción local y de por qué comen tan parecido a los estadounidenses, habla, habla, habla. Mientras, un bocado de torta de macarrón con queso, una albóndiga frita de masa y frutos de mar, una sopa picante de coco y caracol, ponche de frutas, unas delicatessen de chocolate blanco y lima, pedacitos de torta de rum, mini-ensalada griega, en fin. La cuestión
A 15 minutos de donde termina la caminata gastronómica, cruzando un puente hasta Paradise Island, se erige el grande, el magnífico, el único, Hotel Atlantis. De dimensiones absolutamente desproporcionadas, vertical y horizontalmente hablando, es el resort más grande de Bahamas y las islas del Caribe en general, con más piletas, más playa, 2.300 habitaciones, restaurantes de las especialidades más diversas y el Mesa Grill, a cargo del aclamado y muy mediático chef neoyorquino Bobby Flay. Además de varios grupos de torres, indicados según la conveniencia o el interés de cada huésped, Atlantis tiene un parque de agua con toboganes de distintas intensidades, un acuario con más de 50.000 especies de todo el mundo, un casino estilo Las Vegas, una zona de compras con las
El parque acuático de Atlantis Paradise Island tiene 57 hectáreas, toboganes por demás adrenalínicos, 11 piletas, un circuito de aguas con olas y juegos para chicos.
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conexión EE. UU.
Casi todas las personas que llegan a Bahamas vienen de Miami o Fort Lauderdale en vuelos directos de 40 minutos, en ferries, cruceros de varios pisos o yates personales. Las Bahamas están más cerca del Estado de Florida que Cuba, Jamaica o cualquier otra isla. Y eso, para los argentinos, es especialmente atractivo. Antes o después de una semanita de relax en la playa, los shoppings y boulevares miamescos son el complemento perfecto, el
espacio necesario para hacer las compras convenientes, salir de bares, recorrer locaciones de película y mirar a los distintos grupos de personajes en pose. A una hora de auto desde Miami, Boca Raton es la opción más coqueta de Florida, un barrio de mansiones inmensas pero elegantes, hechas con buen gusto. De hecho, Boca supo mantener el tinte aristócrata que lo vio nacer en los maravillosos años ‘20. En este contexto, y como parte de la colección Waldorf Astoria, el Boca Beach Resort & Club es
primeras marcas, campo de golf de 18 hoyos, amarras para yates y veleros, un spa Mandara y el desfile permanente, muchas veces repetido, de personajes famosos como Alicia Keys o Leonardo DiCaprio. Atlantis es un proyecto que empezó en los ‘90 y sigue creciendo cada año, una locura multimillonaria que te saca de la escena de relax y buena vida en el DE ARRIBA A ABAJO: Una despedida de soltero se lleva a cabo a bordo de un yate, muy frecuente en Boca Raton; piletas y playa con palmeras en Sandals; dos gemelos juegan con las olas en la orilla.
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el centro social de la crème en Florida, con una interesante colección de arte contemporáneo internacional, la mejor atención, restaurantes y bares de altísimo nivel. El Spa Palazzo merece una mención aparte. Con productos de Natura Bissé, ofrece un circuito de aguas totalmente renovador, con baños rituales a la luz de las velas, duchas perfumadas y chorros extrafuertes en las partes justas, salas de relajación victorianas con aguas de frutas, tratamientos de desintoxicación y faciales
con máscaras de diamantes. Otro obligado de este hotel, frecuentado no sólo por huéspedes sino por vecinos de la zona, es el restaurante Lucca. Especializado en cocina de la Toscana, brinda platos exquisitos y abundantes, compartibles en su mayoría, como los mejillones con salsa roja picante o el ossobuco al vino tinto con risotto (habitaciones dobles desde US$ 149, paquetes de spa por tres horas desde US$ 335, ubicado en 900 S Ocean Blvd, Boca Raton, Tel.: 1 561-4473003, bocaresort.com).
paraíso caribeño, para tirarte a nadar con delfines y tiburones, explorar templos mayas, ruinas legendarias y tesoros submarinos. Es un parque de diversiones, básicamente, el plan perfecto para los que viajan con chicos, o para quienes no quieren pasarse dos semanas panza arriba. Camino al aeropuerto, de vuelta para Miami, hay algo que se escapa, algo que Bahamas no deja ver en la primera vuelta. En el asiento de adelante, otra vez, maneja el chofer de Majestic Tours. -Y ustedes, que viven en el paraíso, ¿a dónde se van de vacaciones? Esta vez, el chofer no mira por el espejo retrovisor sino que se contorsiona, levemente hacia la derecha, para contestar. Duda un segundo: - Nosotros elegimos las family islands, islas donde vive una o algunas familias, incluso hay varias donde podés estar solo con tu familia, ser dueño de una playa entera. Es como viajar en el tiempo hacia el pasado, allá estás con la naturaleza. Ése es nuestro paraíso.