Caimán insólita

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caimán

Insólita

Rayas mimosas, iguanas y gallinas salvajes en un cementerio junto al mar, sopa de tortuga y un jardín infinito con olor a perfume francés. texto CONSTANZA COLL

fotos CAYMAN ISLANDS

En las Islas Caimán podés nadar con matarrayas libres en un ambiente totalemente natural.

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caimán

STRAP

C

A Sain Jimmy suelta amarras a las diez de la mañana. Es un lanchón de 45 pies aprovisionado con patas de rana y snorkels para todos, bidones de agua dulce, ponche de frutas extra azucarado y un fotógrafo cubano de dientes grandes y cámara water-resistant. Avanzamos a todo motor por la bahía de North Sound, en Gran Caimán, una pileta de agua turquesa protegida por una gran barrera de coral, casi sin olas. A los quince minutos fondeamos sobre un banco de arena en el medio de la nada, puro horizonte, no se llega a ver la costa, y Vernon, uno de los marineros, se tira al agua para asegurar el ancla en alguna piedra del fondo. Al instante, como si lo hubieran olido, lo rodean unas manchas oscuras, primero dos, después diez, alguien jura que cuenta veintisiete. Son rayas, peces emparentados directamente con los tiburones, de forma redonda y aplanada, con un aguijón en el primer tercio de su cola larga y fina. “¡Todos al agua!”, grita Vernon mientras intenta dominar entre sus brazos a una raya de metro y medio de diámetro. Un rato antes, con un piluso de jean en la cabeza y sentado en el piso del barco con las piernas para adelante, fue claro con las indicaciones: “Hay que sostenerlas por debajo, sin hacer demasiada fuerza, les gustan los mimos como a cualquiera y sí, son venenosas, pero hasta ahora no atacaron a nadie en Caimán”. El “hasta ahora” se repite como un eco mientras la memoria ilumina el recuerdo de Steve Irwin, el famoso Cazador de Cocodrilos que murió filmando un documental en Australia cuando una raya le incrustó su cola en medio del pecho. Si bien en Caimán se hace avistaje de rayas desde el año 50, la primera vez que un buzo decidió nadar con ellas en su hábitat natural fue a mediados de los 80. Vernon insiste desde el agua, con el piluso puesto: “Hace cinco generaciones que las entrenamos para que se acostumbren al contacto con el hombre, por eso vienen, porque les damos de comer y les rascamos la pancita”. No del todo convencidos, con cara de para-qué-vinimos, uno a uno los turistas se animan a tocarlas y dejarse tocar por las gigantes cartilaginosas. El cubano, con sus dientes grandes, incluso convence a algunos del beso en la boca para la foto.

el cielo en la tierra

En Islas Caimán hasta los muertos descansan en la playa, a orillas del mar Caribe, bajo la sombra de alguna palmera. Entre las tumbas se pasean gallinas e iguanas verdes, una pareja de animales domésticos que quedó libre cuando el huracán Iván, en el año 2004 y con rachas de 230 kilómetros por hora, levantó los techos de quince mil casas. Pero no cualquiera tiene derecho a ser enterrado en este paraíso tropical, sólo hay plaza para nacidos y criados: Gran Caimán, la más grande y poblada de las tres islas que componen el archipiélago, tiene 196 kilómetros cuadrados y un corazón de terreno poco firme. Suficiente para hacer negocios. Esta pequeña colonia británica de ultramar, conocida en el mundo entero por no tener impuestos sobre la renta o las sociedades, concentra 600 entidades bancarias, otras tantas compañías de seguros y casi 800 sedes de empresas con nombres protegidos. Pero nada de esto tiene puertas o ventanas por donde espiar, para el turista común, la gracia de Caimán está en la Seven Mile Beach, los restaurantes de lujo y todo lo que se puede ver con las antiparras puestas. Ocurre que Gran Caimán, Caimán Brac y Pequeño Caimán son los picos visibles de una cordillera submarina que une el archipiélago con Jamaica y que tiene paredes de hasta siete mil metros de profundidad. Estas mega caídas verticales, más una visibilidad en el agua de hasta 38 metros, explican porqué este destino rankea entre los mejores cinco del Caribe para hacer buceo.

Nadar con rayas cuesta US$ 44 (captainmarvins.com).

DESDE ARRIBA: En la isla Gran Caimán, George Town es el centro comercial y financiero de este Territorio Británico de Ultramar; la mayoría de los resorts están ubicados sobre la 7 Mile Beach; en los bares de playa nunca falta el pescado fresco.

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el secreto de chanel

Visitá Cayman Turtle Farm, que produce una media de 45 mil huevos de tortuga al año. ABAJO: En la excursión a Stingray City podés bajar del barco y nadar junto a decenas de mantarrayas.

tortugas hasta en la sopa

Bendel Evanks es un hombre sensible. Desde que empezó a trabajar en Cayman Turtle Farm, hace 26 años, se saca fotos con los grupos que guía por el parque. A veces incluso, cuando siente que en ese rato que pasaron juntos se generó algún tipo de vínculo, pide que le firmen una dedicatoria en su diario. Va por el sexto. Benny se sabe el nombre, la edad, el peso y la historia de cada tortuga, les da de comer todos los días, las pasa de una pecera a la siguiente, las libera cuando llegan a la adolescencia y cuida sus crías (la granja produce una media de 45.000 huevos al año). Benny es un hombre fuerte, cien kilos de masa negra que alimenta a la usanza de su mamá, con las recetas y maneras que supo heredar. Su plato

favorito es la sopa de tortuga: “No me dan pena, para mí es lo más normal del mundo. Las mato con un tiro en la cabeza, para que no sufran, y después las cocino por cuatro horas hasta que la carne está bien blandita. Entonces agrego cebolla, tomate, papa, un poco de ají, zanahoria y puerro”. Aunque no se come todos los días, este es el plato nacional de Caimán y se puede probar en muchos restaurantes de las islas. Como buen nostálgico, a los 46 años Benny ya extraña los viejos tiempos, las casas de madera con techos de hojas de palmera, las playas desiertas, los caimanes que le dieron nombre al archipiélago y desaparecieron con el boom de la construcción en los ochentas. “Cambió mucho todo -dice en un inglés imposible, casi otro idioma-, yo hubiera preferido que las cosas se quedaran como antes, pero también hay que pensar que fue bueno para la gente, ahora hay más dinero”. Además del turismo que llega en los aviones de Cayman Airways, en temporada alta amarran hasta cinco cruceros por día con un promedio de tres mil pasajeros cada uno. Redondeando, quince mil personas invaden Gran Caimán desde el agua y se pasan el día comprando collares de perlas, imanes con forma de raya, tortas de rum, nadadas con delfines, bifes y sopas de tortuga.

Primero llegó Colón, y por varios siglos, Caimán fue un buen escondite para piratas y bucaneros, una escala frecuente para reabastecerse de provisiones. Entonces las islas estaban pobladas de caimanes, tortugas marinas y dragones azules, iguanas autóctonas del archipiélago que hoy se pasean al sol por el Parque Botánico Reina Elizabeth II. Gran Caimán es chata, una planicie de arena blanca y algunas palmeras, sin selva, sin cerros, sin montañas. Todo lo que se eleva unos pocos metros sobre la línea del mar es obra y arte del hombre, construcciones siempre condicionadas por el factor huracán, un cuco del que nadie quiere hablar, por no llamar a la desgracia. El paisaje caimanés se complejiza radicalmente al entrar al botánico -inaugurado por la Reina de Inglaterra en 1994-, un laberinto verde con paredes de arbustos, cactus, orquídeas silvestres, plantas medicinales y árboles de caucho. También hay buena sombra bajo las pérgolas, zonas pantanosas y una gran laguna tapada de camalotes. Freddy se presenta con las manos abiertas en el pecho y una leve reverencia. No hay tiempo para caminar todo el parque, pero ese no es su problema, así que se lo toma con calma. Oriundo de Jamaica, va como flotando por los senderos angostos, acariciando las hojas carnosas y la corteza áspera de los árboles que cuida de lunes a viernes. Avanza de memoria y respira entre las flores, nos desafía a descubrir qué perfumes famosos se hicieron con los pétalos de tal o cual flor, como el Chanel N° 5 y los aceites extraídos del Pau Rosa. “Acá viene a casarse gente de Miami, y también de otros lugares más lejanos”, dice Freddy con el signo dólar hecho un nudo en la frente, y remata: “Por lo menos las flores están incluidas”. El jardín botánico está abierto de 9 a 17.30, el ingreso cuesta US$ 10 y es gratis para menores de 12 (Frank Sound, North Side, botanic-park.ky).

COMO EL RELOJ: En George Town hay una gran cantidad de operadores turísticos que ofrecen paseos por la Bahía Oeste; flores exóticas en el Parque Botánico Reina Elizabeth II; probá el kitesurf y otros deportes extremos en las playas de Caimán.

El ingreso a la granja cuesta US$ 18 y es gratis para menores de 4 años, está ubicada en NW Point Rd. 825, West Bay, Tel.: (345) 949-3894 (turtle.ky).

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