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Cuando la Laguna del Diamante está planchada se refleja el dibujo perfecto del cerro Maipo. página opuesta: De vuelta en suelo firme, todos ayudan a guardar los botes y remos.
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No todo es vino en Mendoza: su paisaje invita a sumergirse en los ríos para hacer rafting, lanzarse en tirolesa con vista a las montañas y caminar en el Parque Nacional Aconcagua.
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texto: Constanza coll fotos: gustavo bosco
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página opuesta: Atardece sobre las montañas en la localidad de Maipú. EN ESTA PÁGINA: Tirolesa de 400 metros a través del río Mendoza; en verano crece el río y dificulta el rafting; César Fernández organiza cabalgatas entre viñedos.
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a reina también se sube al gomón. Cambió la corona de la vendimia y el vestido de flores por un neoprén de pies a cuello y casco en la cabeza. La cara le brilla impecable como la de una muñeca rusa y el pelo asoma dorado, sedoso, por debajo de las protecciones. Posa para las cámaras. Vino a Potrerillos para lanzar la temporada de aventura junto al gobernador de Mendoza y, aunque no es parte de su trabajo, se sumó al grupo de treinta para el rafting. Es una semana extraña para la provincia cuyana porque, en plena época de sequía, llueve todos los días por lo menos un rato, y hoy no es la excepción. El cielo se cerró después del primer plato del almuerzo y las nubes negras empezaron a disparar relámpagos contra la Cordillera para el postre, pero los guías no lo dudaron: salimos igual. A razón de cinco personas por bote, seis
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inflables amarillos se lanzan al río Mendoza justo para el momento en que empieza a caer granizo. Pocos ríen, sólo algunos nerviosos y la reina, para las cámaras, es que las piedras de hielo se sienten como balazos bajo el casco de plástico y el frío supo franquear el enterito de neoprén. No hay mucha explicación ni práctica pre-embarque, sólo alguna indicativa de cómo agarrar el remo y qué hacer bajo ciertas directrices. No hace falta más: nada indica que la actividad pueda ser demasiado exigente o peligrosa; incluso, hay entre los valientes un par de chicos en sus doce y catorce años. Capitaneado por Alex, este bote sale tercero y avanza rápido a favor de la corriente. “¡Fuerza, fuerza, fuerza! ¡Adelante, equipo! ¡Atrás, atrás! ¡Adelante! ¡Fuerza, fuerza, fuerza!”. Alex agita, anima al grupo a los gritos y se queda sin voz al final de cada temporada de verano. Son doce kilómetros hasta la base, y se los hace en
poco menos de una hora. Palo y palo, entre las piedras y la corriente que se arremolina y se hace más fuerte a cada remada, los brazos trabajan y el frío se olvida. Alex no para, lo suyo son los desafíos de la naturaleza, en verano el río y en invierno las pistas de esquí en Las Leñas: “¡Fuerza, equipo! ¡Mucha atención acá! ¡Adelante, adelante, adelante! ¡Festejo!”, y todos subimos los remos en un saludo mosquetero, celebrando una tras otra las pruebas superadas. Otros botes tienen bajas, en general los cuerpos más livianos, que en las vueltas más cerradas del río salen volando y terminan en el agua. El rescate está asegurado por otros expertos del remo que acompañan la travesía en kayak. En la base todo está tranquilo, las nubes se abrieron y la gente toma café, otro grupo espera su turno para los trajes, los cascos, el rafting. No hay playa pero las chicas andan en bikini y Havaianas, toman sol en las
reposeras del club y miran pasar a los guías de aventura que, como los profesores de surf en la costa, son los más cotizados. Más arriba, en la montaña, un circuito de tirolesas promete más adrenalina, para ser precisos, 1.500 metros de vuelo por encima del valle y cruzando el río Mendoza. La reina no se suma en esta travesía, las cámaras apuntan a otras mendocinas de ojos claros. Agarrados con un arnés por las piernas y la cintura, con guantes de cuero reforzado y casco, nos preparamos: la idea es “volar” a 60 metros de altura. Trepamos unos veinte minutos hasta la primera estación. Estamos bien alto. Una dupla madre-hija ofrece la primera resistencia: “Ya no estoy para esto, me vuelvo, no puedo, no puedo”, dice la señora. Su pequeña agrega: “Yo sola no voy, eh, dijiste que lo hacíamos juntas, ¿hubo algún tipo de accidente?”. Es inevitable desconfiar y arrepentirse, la panza siente el vértigo y las rodillas se aflojan ante la
aventura que se aproxima. Las risas y cargadas de los guías convencen al grupo de que no hay riesgos y que hasta vale la pena arrojarse en tirolesa. ¿Por qué no? Avanzamos. El cable de acero viaja casi doscientos metros hasta la base número 2, donde otro chico con remera turquesa del staff hace señas para que frenes hasta que rebotás con una especie de amortiguador, un dispositivo para aminorar el golpe en la llegada. La velocidad no sólo se siente, sino que realmente ocurre: en este circuito se llega a viajar a una máxima de 60 kilómetros por hora. El folleto dice que la actividad es apta para mayores de 18 y que el nivel de dificultad es entre moderado y alto, lo que desanima a muchos. Lo cierto es que para el segundo cable inunda el entusiasmo y ya no hay dudas ni tembleques, y uno quisiera seguir volando –seguro, bien sujeto por arneses– para siempre.
HACELO REALIDAD. En Rafting Argentina Expediciones se puede hacer rafting ($ 145), canopy ($ 105), trekking ($ 85) y rappel ($ 105). Consultar por otras actividades, como paracaidismo, mountain bike, cabalgata y kayak (en Ruta Perilago s/n, Potrerillos; Tel.: 2624 482037; argentinarafting.com). Otras empresas que ofrecen este tipo de excursiones son Mendoza Rafting (mendozarafting.com) y Betancourt Rafting (betancourt.com.ar).
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Laguna del Diamante
Henri Guillaumet ya había cruzado los Andes unas 400 veces. Era piloto de la Compagnie Générale Aéropostale, como su gran amigo Antoine de Saint-Exupéry, y trabajaba en el servicio que unía Mendoza con Santiago de Chile. El 13 de junio de 1930, una tormenta de nieve en la Cordillera lo obligó a aterrizar su biplano Marzo 2012
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xyxyxyxyxyxyxy yucatán El Puente del Inca se formó con los sedimentos minerales de las aguas termales que lo bañan. ABAJO, DE IZQ. A DER.: En verano florecen las plantas altoandinas; sendero a la Laguna de Horcones; montañistas arrancan su ascenso a la cima del Aconcagua.
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Laguna del Diamante tres o cuatro veces al año. Pero esta noche no se queda a dormir, el viento sopla fuerte y acá arriba el frío se siente mucho más; además, es sábado. Pesca con cucharita, que usa carnada artificial y exige, por sobre todo, paciencia: “Es un poco injusto, más allá hay unos chicos que están pescando con carnada viva, cosa que está totalmente prohibida, si los descubren los guardaparques se quedan con toda la pesca y hasta pueden sacarles las cañas”, dice Andrés, y muestra sus trofeos entre las piedras: tres truchas arcoíris que en un rato va a preparar a la parrilla. Limón y sal, nada más. HACELO REALIDAD. Desde la ciudad se puede ir a la Reserva Laguna del Diamante por la R.N. 40 hacia el sur hasta la localidad de Pareditas, y desde ahí por la R.P. 101 hasta el cruce con la R.P. 98, que se toma hacia el Oeste hasta el Refugio Alvarado. No se llega a la laguna con transporte público, pero quienes no dispongan de vehículo propio pueden tomar excursiones en Mendoza capital o en San Carlos. El ingreso cuesta $ 20 por persona y el acampe es gratuito. Más información en patrimonionatural.com l
“A pocos kilómetros de Aconcagua, misterios de todas las épocas confluyen en las inmediaciones del Puente del Inca”.
Puente del Inca
A pocos kilómetros de Aconcagua, misterios de todas las épocas confluyen en las inmediaciones del Puente del Inca. Con poco más de cien habitantes y un tren que dejó de pasar, los restos de épocas de gloria tiñen todo de sepia y los recuerdos vuelven en el silencio de una siesta que no termina. Segundo Carlos Tapia toma mate en la puerta de su casa, usa un bigote estilo Santana y remera de Las Leñas. Fue patrullero de vías hasta el año ‘84, cuando dejó de andar el ferrocarril transandino que unía las ciudades de Mendoza y Los Andes, en Chile. Casi no va a la capital, sólo cuando le duele algo, como el año pasado: “Me dio un ataque de la cabeza, ya tengo 65 años, pero cuando me jubilaron –con treinta años de trabajo en zona inhóspita– era muy joven”. Ahora “El Loro Tapia”, como le dicen en el pueblo, se pasa las tardes con el mate y la guitarra. De la era dorada quedan los fantasmas, como el Futre, un inglés de frac que se pasea a caballo, sin cabeza, buscando a quienes lo mataron por robarle la plata de los sueldos que debía pagar a quienes trabajaban en el tendido de la red. También
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cerca de la helada Laguna del Diamante, a 3.250 metros sobre el nivel del mar y unos 200 kilómetros de la ciudad. Empezó a caminar. Pasaron seis días, las provisiones se habían terminado hacía rato y Henri ya no sentía los pies. Entonces, en la inmensidad de las montañas nevadas, apareció un chico de 14 años, Gualberto García, que lo llevó a casa, con su familia, donde lo resucitaron a base de coñac y leche de cabra con azúcar. “Don Gualberto murió el año pasado, Francia lo había condecorado y también pusieron una placa recordando el accidente, ahí está”, dice Ricardo Yacante, jefe de guardaparques en Mendoza, y señala el monumento sin sacar los ojos del camino, porque el ripio está nuevo, poco pisado. Fueron más de tres horas hasta dar con la laguna, turquesa, impecable, que se llamaría Diamante por el reflejo perfecto del cerro Maipo en el agua. El camino es difícil por las cuestas empinadas y sólo está abierto de diciembre a marzo, cuando la gente llega para acampar y pescar truchas con mosca o cucharita. Andrés es abogado, tiene 27 y viene a la
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Tulum es la única ciudad maya construida frente al mar. El arrecife de coral solía proteger a los mayas de sus invasores porque las embarcaciones se encayaban.
COMO LAS AGUJAS DEL RELOJ: El concurrido mirador del Aconcagua; el agua de deshielo baja de las montañas cargada de minerales; se ve muchos guanacos en el camino a la Laguna del Diamante.
son muchos los que creen en el milagro de la santa capilla, construida en 1925 junto al exclusivo Hotel Puente del Inca, que fue lo único que quedó en pie tras los aludes del cerro Banderita en el ‘65. Pero la leyenda más fuerte y antigua del pueblo es la del puente. Alejandro Zalazar, guardaparques de esta zona, la conoce así: “El príncipe del Imperio Inca sufría una extraña enfermedad que lo estaba matando y, según los hombres más sabios, sólo podría sanar con las poderosas aguas de una vertiente muy lejana. Una caravana partió de inmediato y marchó por meses 68
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hasta llegar a una profunda quebrada, enfrente estaba el famoso manantial. Para poder cruzar, los indígenas se abrazaron y convirtieron en piedra para formar el puente y así salvar al heredero del trono”. Alejandro Zalazar es el guardián del puente y las 500 hectáreas que lo rodean hasta la cordillera andina, vive la mitad del mes con su familia en la ciudad y la otra mitad en esta casa, una antigua construcción del ferrocarril. Sobre unos estantes de vidrio, en la entrada, hay una colección bastante bizarra de objetos color ocre: una cabeza de caballo, una copa, un
escarpín y una botella, todo cubierto con una capa homogénea de carbonato de calcio, mezcla de minerales y algas que traen las aguas termales y sedimentan en el puente. El procedimiento para hacer estas artesanías consiste en poner cualquier tipo de objeto sobre el puente y esperar alrededor de quince días hasta que quede totalmente cubierto por la mezcla, entonces lo retiran y venden en la feria que se arma todos los días junto a las vías. “Los artesanos son los únicos que pueden cruzar el puente, es un derecho que se hereda, porque lo hacen desde antes de que esto fuera parque nacional –cuenta Alejandro con la cabeza de caballo en las manos–, pero el riesgo de que ceda y se quiebre es muy alto, ya lo predijo Darwin”. En 1835 el naturalista inglés cruzó dos veces, a mula, la Cordillera de los Andes. El olor a tortitas pinchadas despierta al grupo de la siesta, la camioneta que se mece es un arma infalible a estas horas de la tarde. A los costados del camino, los guanacos forman fila sobre el canto de los cerros, presagiando una tormenta. A Mendoza se le hace agua la boca pensando en sus uvas. HACELO REALIDAD. El Parque Nacional Aconcagua es conocido en el mundo por los montañistas que hacen cima (6.962 m.s.n.m.). Pero también hay trekkings de menor exigencia, como el circuito Laguna de Horcones, que lleva unos 45 minutos de caminata y puede hacerse con chicos. El ingreso para hacer este sendero cuesta $ 10 por persona. Más info en aconcagua.mendoza.gov.ar LP
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