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Covid – 19: ¿Esperanza o incertidumbre?
COVID – 19:
¿Esperanza o incertidumbre?
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Testimonio de una alumna aislada
Texto y Fotos: Valentina Gómez Gaviria
Estudiante del programa
Viacrucis de los estudiantes
La presión mediática sirvió para que la Secretaria de Salud y la Alcaldía de Paipa llevaran a cabo protocolos de seguridad para el recibimiento de sus coterráneos y fue ese 9 de mayo a las 5:00 p.m. cuando inició una travesía que parecía no tener fin. La madrugada del domingo 10 de mayo el bus que transportaba a los 35 boyacenses arribó al Hotel Casona del Salitre, propiedad y patrimonio histórico de la región donde se les practicaron pruebas de detección de covid-19, y fueron aislados uno por uno con el fin de evitar que, en cualquier caso, alguno de ellos pudiera salir contagiado.
Cada uno guardábamos la esperanza de que en 3 o 4 días salieran las pruebas y pudiéramos por fin, reunirnos con nuestros familiares, pues esa había sido la instrucción impartida por parte del personal de salud. Ninguno de nosotros nos conocíamos, salvo un par de compañeros de carrera y dos pares de hermanos que mantenían contacto por chat, hasta que una tarde, nos dimos cuenta de que podíamos hablar mediante los balcones que separaban por no más de 5 metros las habitaciones. La presión mediática sirvió para que la Secretaria de Salud y la Alcaldía de Paipa llevaran a cabo protocolos de seguridad para el recibimiento de sus coterráneos y fue ese 9 de mayo a las 5:00 p.m. cuando inició una travesía que parecía no tener fin. La madrugada del domingo 10 de mayo el bus que transportaba a los 35 boyacenses arribó al Hotel Casona del Salitre, propiedad y patrimonio histórico de la región donde se les practicaron pruebas de detección de covid-19, y fueron aislados uno por uno con el fin de evitar que, en cualquier caso, alguno de ellos pudiera salir contagiado.
Cada uno guardábamos la esperanza de que en 3 o 4 días salieran las pruebas y pudiéramos por fin, reunirnos con nuestros familiares, pues esa había sido la instrucción impartida por parte del personal de salud. Ninguno de nosotros nos conocíamos, salvo un par de compañeros de carrera y dos pares de hermanos que mantenían contacto por chat, hasta que una tarde, nos dimos cuenta de que podíamos hablar mediante los balcones que separaban por no más de 5 metros las habitaciones.
Recuerdo que una tarde saqué mi juego de cartas y ante el descuido de la enfermera nos reunimos 5 personas frente a mi habitación a jugar, todos con tapabocas y guantes, era una escena surreal ¿De qué nos protegíamos si todos veníamos saludables desde Pamplona? Sostuvimos una conversación en la que nos dimos cuenta de que la revisión por parte de la universidad no nos aseguraba que no fuéramos portadores del virus, pues había mutado de tal manera que era casi imposible saberlo con tan solo chequear la temperatura o la respiración. Esa noche nos reunimos como era costumbre, por los balcones a charlar hasta muy tarde, todos esperando que al día siguiente nos dijeran que ya podíamos irnos pues la idea de estar tan cerca de casa y no haber podido ver rostros conocidos me impresionaba cada vez más. La mañana del 15 de mayo fue desalentadora y deprimente, llevábamos 5 días en confinamiento cuando el personal de salud nos comunicó que dos de nuestros compañeros habían dado positivo para Covid-19, que eran asintomáticos y que, por el contacto tenido en el bus, probablemente el resto de nosotros también estuviera contagiado. Escuché un lamento ahogado a coro y el cruce de miradas de angustia se sincronizó por todo el patio, los dos jóvenes que dieron positivo estaban de pie muy alejados de nosotros, con la cabeza agachada mientras al resto nos invadía el pánico y nuestras cabezas no paraban de hacer preguntas. “Deberán quedarse 15 días más pues queremos que lleguen sanos y salvos a casa, es la mejor manera de cuidarse y cuidar a sus seres queridos” fueron las palabras de Gabriel Álvarez, uno de los delegados de la gobernación para la gestión del corredor humanitario.
En cuestión de horas, las redes sociales del alcalde de Paipa habían colapsado de comentarios llenos de odio y discriminación, residentes cercanos al lugar donde cumplíamos nuestro aislamiento se empeñaban en rechazarnos. “¿Quién los mandó a irse a estudiar tan lejos?”; “Vienen a contagiarnos, a esos muchachitos no les están haciendo seguimiento de nada” fueron algunos de los comentarios, acompañados de supuestas fotos que nos mostraban como si estuviéramos recibiendo vacaciones de lujo.
La Secretaria de Salud y la Alcaldía de Paipa llevaran a cabo protocolos de seguridad para el recibimiento de sus coterráneos.
Ninguno de nuestros celulares paraba de sonar, amigos y familiares estaban preocupados, querían asegurarse de que todo estuviera en orden. La ignorancia y el miedo son una mezcla peligrosa, los malentendidos y ataques comenzaron a llegar desde Pamplona y su comunidad universitaria, el morbo y el chisme cobraron fuerza hasta que una bomba interna estalló, pues llegamos a pensar que los paipanos podrían tomar represalias en contra nuestra ya que la infraestructura permitía de muchas maneras allanar la Casona del Salitre.
Las dos semanas siguientes fueron interesantes, nos fuimos identificando como un grupo homogéneo y nos reconocimos unos a otros a través de la necesidad y la solidaridad, se escuchaban cantos, risas, música y conversaciones que aliviaron la tensión del ambiente, éramos conscientes de todo lo que pasaba, pero decidimos darnos un respiro, entendimos que, en medio de una guerra contra un enemigo silencioso, lo importante era mantener la calma y aprender de la paciencia. El lunes 25 de mayo salieron los resultados de la segunda prueba que nos fue realizada, ese día ante el asombro de todos, los dos estudiantes que habían marcado positivo se habían recuperado y el resto había arrojado negativo a los resultados. A las 10 a.m. nos subimos a los vehículos que nos transportarían a nuestras casas, con tantas maletas y en medio del afán, no tuvimos en cuenta la magnitud del asunto, la expresión de alegría en nuestros ojos traducía la sonrisa bajo el tapabocas.
Estrellarnos de frente con una situación que sólo se ve en las películas sigue siendo estremecedor; irónicamente se extrañarán muchas cosas de esta experiencia que jamás imaginamos vivir, una parte de nuestro espíritu se encuentra ligada a ese lugar tan lleno de angustia que nos demostró que aun siendo seres individuales las acciones de unos repercuten en otros. Ahora más que nunca entendemos que tenemos la facultad para instruirnos, lejos de las suposiciones, las mentiras, el rechazo y la desinformación.