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El poder de la palabra en tiempos de pandemia
EL PODER DE LA PALABRA
en tiempos de pandemia
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Por: Alba Marina Mogollón Duque
Directora Programa Licenciatura en Humanidades y Lengua Castellana
ESPECIAL PARA ÁGORA
Primo Levi fue un escritor italiano de
origen judío sefardí, autor de memorias, relatos, poemas y novelas. Fue un resistente antifascista, superviviente del Holocausto. (Foto Wikipedia).
EN LA ACADEMIA
•El siguiente texto fue preparado para la celebración virtual del día del idioma en la Ciudad Mitrada
Nos convoca hoy, quizá como nunca antes, la celebración del Día del Idioma. En medio de la pandemia nos hemos visto confinados en nuestras casas, y el miedo a lo desconocido ha puesto una distancia entre nosotros. ¿Cómo no agradecer entonces a la divinidad la magia del lenguaje y la palabra?
Hoy, estamos dentro de la historia, pero ya no como simples tele-espectadores que observan a través de cualquier medio masivo de comunicación. Hoy estamos conscientes -por fin- de que somos viajeros en el mismo barco, y que todos estamos protagonizando esta historia.
Hoy todos somos esa niña de trece años, que tuvo que esconderse de los nazis en el ático de la "casa de atrás" para salvaguardar su vida junto con su familia, mientras escribía en ese diario que su padre le obsequió, una de las obras más conmovedoras de todos los tiempos: el diario de Anna Frank. Una obra publicada gracias a que después de la muerte de la pequeña, Otto, - su padre y el único sobreviviente de su familia-, encontrase aquel tesoro escrito por la mano de una niña que tuvo que vivir el horror de la tragedia.
Hoy somos también ese Primo Levi, un joven adulto encontrándose consigo mismo, con lo mejor y lo peor del ser humano, con las señales del destino, en medio de la misma desgracia en primer plano, que el destino le trajera, también en los campos de concentración. El, pudo tejer, aún bajo las más inhumanas condiciones, un abrigo hecho de palabras como lo es su obra "Si Esto es un Hombre", libro que inaugura la trilogía que Primo Levi, dedicó a los campos de exterminio nazis, surgió en la imaginación de su autor durante los días de horror en Auschwitz, cuando la principal preocupación de los prisioneros era la de sobrevivir, nadie creería la atrocidad de la historia vivida. Los campos de concentración y exterminio, más que resguardados por las alambradas y los guardias, lo estuvieron por su propia monstruosidad, que los hacía inconcebibles. Es la sobriedad del lenguaje y su poder, retratados fielmente en el testimonio de Primo Levi, otro ejemplo de ese poder que hoy nos convoca: La Palabra.
Una víctima, pero también un sobreviviente, que no grita, pero... Que arranca el grito de la garganta de su lector, lo transporta al horror de su fatídica realidad y hace inteligibles experiencias como ésta, no para asustarnos, sino como advirtiéndonos una siniestra señal de peligro. Un libro conmovedor de un hombre con una indestructible fe en la razón. Igualmente podríamos ser hoy como el gran Viktor Frankl, un eminente médico y neurólogo, perseguido también por aquella desgracia del genocidio, y quien así mismo acude al poder del lenguaje para fortalecer su resiliencia. Fundador de La logoterapia, una psicoterapia que propone que la "voluntad de sentido" es la motivación primaria del ser humano, una dimensión psicológica inexplorada por paradigmas psicoterapéuticos anteriores, y esencial para la recuperación integral de los pacientes. Una escuela psicológica surgió en medio de las condiciones más extremas, y de allí surgió también un Best Seller que al día de hoy ha sido traducido a más de 20 idiomas: "El Hombre en Busca de Sentido". Un legado literario invaluable. Para completar este tríptico que rememoramos en tiempos de confinamiento citemos a Jean Améry, a quien en el sufrimiento de la tortura y el paso por los campos, añadió el espectáculo de lo que vendría después, tras el año 45, Méry esperaba y deseaba que pasara algo, algo importante, profundo: una revocación de la historia, una retractación de los culpables, juicios y condenas ejemplares hubieran significado ese algo esperanzador, la posibilidad de un comienzo… pero su biógrafa Irene Heidelberg resume: «nada ha sucedido, nada ha cambiado, justamente esa es la tragedia». En lugar de aquello que ansiaba, Améry se encontró con la indiferencia y la amnesia de un pueblo. Y es precisamente, por eso, que el poder de la palabra cobra hoy una vigencia aún mayor: por su papel como herramienta de la memoria. Por su poder como testigo firme de aquello que no podemos repetir en nuestra historia, o como un recordatorio del valor de la solidaridad. Hoy rendimos honores a Miguel de Cervantes Saavedra, y su obra "El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha"; coincidiendo con esta conmemoración del español, también desde la lengua inglesa, Shakespeare se une a la celebración. Estos dos gigantes de la palabra comparten hoy con nosotros esta fiesta en honor a la palabra. No con efusivos abrazos ya, ni con los apretones de mano acostumbrados, ni con los aplausos en medio de un asistido teatro cuyo calor humano nos reconfortaba.
No somos ahora aquella Roma de la plaga de Justiniano en el siglo VI, ni somos la Europa de los tiempos de la Peste Negra, casi un milenio después, ni tampoco el mundo decimonónico de la peste española de 1918. Ahora, somos un mundo que se ha visto obligado por un patógeno invisible a guardar las distancias, pero al mismo tiempo, compelidos por un mundo atravesado por la tecnología, a unirnos a través de éstos nuevos medios, para celebrar unidos en la fuerza de la palabra, y en honor a aquella humanidad que en el pasado también ha experimentado el azote de la enfermedad, la persecución, o la desgracia. Por ellos, y por nosotros, hoy abracémonos todos en el invisible poder de la palabra, para continuar forjando humanidad en ésta sociedad, que, de nuevo, estaba perdiendo su norte en medio del consumo sin límites y el egoísmo, pero que también es una sociedad que está siendo sabiamente aleccionada por un agente invisible, como la sombra bajo la noche, o como la música. Enarbolemos hoy como nunca, en la distancia, el respeto a la palabra, y recordemos la metáfora del verbo hecho carne. Seamos ese protagonista de la historia que continúa escribiendo y describiendo su propia búsqueda, sus propias experiencias, las que en un futuro transportarán a nuestro tiempo a aquellas generaciones venideras. Y, como lo diría nuestro Premio Nobel, Gabriel García Márquez, quiera la divinidad que podamos “Vivir para Contarla”.