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Pero es imposible cambiar el pasado. Así que, ¿ahora qué hago?

Primero, pensemos en cómo contamos nuestra historia y en cómo pensamos nuestro futuro. Estas dos cosas sí puedo rescatar del pasado.

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En una ocasión me preguntó mi hija si es posible construir una máquina del tiempo. Yo le respondí que no, pero que hay algo cercano a eso que sí tenemos: los libros de historia que nos ayudan a conocer el pasado, y quizás también a prevenir, de cara al futuro.

Estamos condenados, por naturaleza, a vivir en el presente, pero el pasado lo podemos leer y configurar, esto es, recordar de muchas formas. El sentido de nuestra identidad yace del pasado y de nuestra historia, y es nuestra responsabilidad el cómo pensamos esa trayectoria.

Y del futuro, solo decir que si está en nuestras manos, está en las manos del presente, curiosamente.

Está bien, pero… ¿y si sí pudiéramos cambiar el pasado?

La verdad, nadie sabe qué es lo que pasaría hoy si pudiéramos alterar lo que hicimos ayer. Por ejemplo, yo podría querer retrasar el tiempo en que comencé a tener a mis hijos, pero la realidad sería que si eso fuera posible, los hijos que eventualmente tendría (si es que lograría tenerlos) serían otros, diferentes a los que tengo en este universo. Y desprenderme de los hijos que conozco y tengo hoy es algo que definitivamente no estaría dispuesto a hacer de ninguna manera.

Sin embargo, escarbando un poco, puedo identificar un tema que sí me hubiera gustado modificar: aprovechar mejor el tiempo, o quizás dedicarle más tiempo a estudiar y trabajar, o bien, trabajar de una manera distinta. Pero entonces, ¿por qué no hacer esos cambios hoy, de una vez por todas? Esa pregunta se puede aplicar a todo lo que no nos gusta de nuestro presente.

Y sí, muchas veces no logramos ejercer ningún cambio a nuestra conducta, porque ésta obedece, en gran medida, a patrones que requieren de una atención mucho mayor. Y volvemos a lo mismo: ¿y si pudiera regresar al pasado para romper los patrones que hoy no me gustan de mi comportamiento?

Conclusión: no puedo cambiar el pasado, pero escribiendo estas líneas, lo único que me queda es poner manos a la obra para que, en el futuro, no quiera cambiar este presente… ¡que para entonces, ya será el pasado!

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