2 minute read
sección de portada
Nunca antes el pueblo judío había podido ser verdaderamente libre y soberano como hoy lo es en su tierra ancestral. Puede defenderse con un ejército propio, desarrollar su sociedad y sus familias, y desplegar sus habilidades y potencialidades para alcanzar grandes avances económicos, médicos, tecnológicos, culturales, políticos, etc.
¿Realmente quisiéramos regresar al pasado? Los últimos 2,000 años han estado plagados de violencia, incertidumbre, vulnerabilidad. Creo que nadie quisiera volver atrás a los tiempos en que nos condenaban por la calumnia de deicidio, o por el libelo de sangre (la falsa y monstruosa acusación de que los judíos sacrificaban niños cristianos para producir matzá con su sangre). Nadie quisiera revivir las épocas en que se nos juzgaba por nuestra religión, o por nuestra presunta “impureza racial”, cuando el simple hecho de ser judío podía significar un deportación a Siberia o a un campo de exterminio, ¿o sí?
Advertisement
Soy un fiel creyente que el futuro del Pueblo de Israel siempre será mejor, pero siempre y cuando nos mantengamos unidos, fuertes en nuestras tradiciones, fuertes en nuestras raíces, y siempre y cuando cumplamos con la tarea que nos corresponde como judíos del siglo XXI.
¿Y cuál es esta tarea?
A mi parecer, ésta consiste en los siguientes elementos:
1. Proporcionar una educación judía de calidad a las nuevas generaciones.
2. Transmitir a nuestros hijos y nietos nuestra identidad, y un sentido de lo que es la esencia del ser judío.
3. Ser una “luz para las naciones”.
4. Mantener nuestras familias por medio de casamientos internos y evitando la asimilación.
5. Ser proactivos y constructivos con las sociedades que nos rodean, para fomentar así el amor al pueblo judío y no perpetuar conductas que alimentan el antisemitismo.
El futuro puede ser tan grandioso como lo podamos imaginar. Pero no debemos perder la esencia misma de quien somos. Debemos promover nuestros valores y fomentar una cultura judía vibrante, relevante, y auténtica, en todos los aspectos comunitarios, familiares e individuales.
El presente es un momento histórico de retos comunitarios, una nueva oportunidad para engrandecer nuestro pasado con vistas al futuro. Y al fomentar mejores familias de mejores judíos, y nos acercaremos a la soñada y anhelada paz, que es un tema del presente y del futuro, más que de las rencillas y batallas del pasado.
Por eso concluyo que el presente y el futuro serán mejor que el pasado, ya que es el espacio que nos da la oportunidad para el aquí y el ahora. Debemos afrontar la responsabilidad y el compromiso de construir lo que nuestros pasados no lograron. Porque además, vivir con la melancolía y la nostalgia romántica del pasado, nos empuja a tener que seguir arrastrando el dolor del pasado, con todos sus traumas.
Así que, como hacemos al finalizar el rezo de la Amidá: demos tres pasos atrás, pero solo con el fin al que hace alusión el versículo: “Osé shalom bimromav u yaasé shalom alenu ve al kol amó Israel, veimrú amén…” “El que hace la paz en Sus alturas, que haga la paz sobre nosotros y sobre todo el pueblo de Israel, y digamos amén…”