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Ahora volvamos al crimen que mencioné al principio de este artículo, el que me habría gustado que Marty McFly y el Dr. Brown hubieran podido evitar con su máquina del tiempo. El 28 de junio de 1914 el archiduque Francisco Fernando de Austria se encontraba en Sarajevo para presidir unas maniobras militares. El principal problema político del Imperio Austro-Húngaro habían sido las tensiones nacionalistas de muchos de sus territorios, y en especial de las minorías eslavas. Existían grupos extremistas que buscaban la autonomía de sus pueblos, y cuando el archiduque recorría en automóvil las calles de esa ciudad, fue atacado con una bomba que explotó unos metros más lejos, sin causarle daño. Increíblemente, en lugar de suspender sus actividades, el archiduque tomó la decisión de ir al hospital a visitar a los heridos. El destino quiso que su vehículo cambiara de dirección y se enfilara por una calle donde se encontraba el nacionalista serbio Gavrilo Princip, quien alcanzó a disparar dos balas contra él, acabando con la vida del archiduque y su esposa.
La muerte del archiduque fue el detonante del estallido de la Primera Guerra Mundial, y como hoy sabemos, las condiciones que se impusieron a Alemania en el armisticio de dicha contienda bélica, fueron la pólvora que utilizó Adolfo Hitler para arrastrar a la humanidad a un destino de sangre y dolor sin precedentes.
Solo D’os sabe qué habría pasado si Gavrilo Princip no hubiera disparado, o si hubiera fallado. Cuando fue encarcelado, es probable que sus reflexiones se asemejaran a las de Meursault, el protagonista de “El extranjero”, quien después de matar al árabe intentó analizar los hechos, de la siguiente forma: “Sacudí el sudor y el sol. Comprendí que había destruido el equilibrio del día, el silencio excepcional de una playa en la que había sido feliz. Entonces, tiré aún cuatro veces sobre un cuerpo inerte en el que las balas se hundían sin que se notara. Y eran como cuatro breves golpes que daba en la puerta de la desgracia…”
La muerte del archiduque fue el detonante del estallido de la Primera Guerra Mundial, y como hoy sabemos, las condiciones que se impusieron a Alemania en el armisticio de dicha contienda bélica, fueron la pólvora que utilizó Adolfo Hitler para arrastrar a la humanidad a un destino de sangre y dolor sin precedentes. Solo D’os sabe qué habría pasado si Gavrilo Princip no hubiera disparado, o si hubiera fallado.