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José Luis Martínez y Hernández, Director General de Asuntos Internacionales, SRE

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Donatien Garnier

Donatien Garnier

Presentación

Emb. José Luis Martínez y Hernández Director General de Asuntos Internacionales, SRE

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En México la migración tiene una particular relevancia. Desde el punto de vista estrictamente demográfico somos un país receptor, de paso y generador de corrientes migratorias. Dramas como el de los haitianos en Tijuana serán cada vez más habituales. Migración y cultura interactúan, la una influencia a la otra y viceversa. Diversidad, creatividad, confrontación, multiculturalidad, xenofobia y tantos otros fenómenos sociales contribuyen a dar forma al complejo migratorio.

La cercanía de México con Estados Unidos genera una intensa migración mexicana que, como dijo Carlos Fuentes, es básicamente una migración cultural que ha terminado por crear un México dentro de los Estados Unidos, que produce riquezas y cultura, en sus más diversas expresiones.

Según estudios estadísticos del Pew Hispanic Center, en 2013 la población total de Estados Unidos era 316.5 millones, de la cual 54 millones correspondía a población de origen latinoamericano y, de ellos, 34.6 millones eran de población y de ascendencia mexicanas.

Pero nuestra posición en el mapa nos hace ser también un puente de la migración latinoamericana hacia Estados Unidos y hacia México mismo; migración principalmente centroamericana, pero a la que se le añaden cada vez nuevos grupos de otras partes, como son los haitianos. La migración redefine los mapas culturales del mundo actual.

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En este sentido, creo que nuestra sociedad tiene cada vez mayor conciencia de que estas migraciones de México hacia afuera y de otros países hacia el interior del país enriquecen y hacen más complejas las relaciones sociales más que amenazarlas, porque dan vida a nuevas identidades y colectividades culturales.

Hoy consideramos a la cultura como un conjunto de procesos que construyen el sentido y el significado del mundo y de la vida, como un punto de encuentro de la diversidad. Es por eso que sabemos que la cultura tiene un papel central en la definición del sentido de estar juntos, de contrarrestar la violencia, la sinrazón, la exclusión, la desigualdad, porque la cultura, como reconocimiento de la diversidad es un medio esencial para el entendimiento, la concordia y la paz social.

Entendemos a la cultura como una poderosa herramienta que ayuda a la cohesión, que produce comunidades más armoniosas, que cambia a la persona y fortalece a la sociedad. Viene a la mente uno de los proyectos más recientes del artista Ricardo Domínguez, en el que desarrolló una aplicación que funciona en cualquier celular, incluso en los más económicos, que apoya a los migrantes a encontrar la ruta menos riesgosa para cruzar la frontera mexicano-estadounidense. A partir del arte se logra tender puentes entre culturas. Ejemplo de esto es también InSite, este fes-

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tival de instalaciones en sitios específicos que es, sin lugar a dudas, uno de los mejores ejemplos de la influencia del fenómeno migratorio y de la frontera en el arte, y cómo éste puede influenciar la frontera y a sus habitantes.

Hoy también es imprescindible reflexionar sobre las grandes transformaciones del mundo contemporáneo a partir de una perspectiva cultural que tome en cuenta la riqueza que genera el contacto entre los pueblos y el respeto a la diversidad cultural.

Desde todos los frentes debemos evitar que las diferencias culturales se conviertan en elementos de desigualdad social y para ello resulta necesario reconocer a la cultura como un agente imprescindible del desarrollo. Por ello, considero que este espacio de análisis para evaluar y discutir los impactos culturales de la migración ha sido muy provechoso, pues enfatiza que el reconocimiento de la diversidad cultural genera apertura permanente a otras culturas. Brinda oportunidades para un diálogo que supere las diferencias y permita generar políticas culturales desde un enfoque de cooperación internacional y de derechos culturales.

Ante los retos que impone un mundo globalizado, el sentimiento nacional es positivo cuando se utiliza para lograr cohesión y unidad, un logro que debe reconocerse en publicaciones como ésta.

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