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Barrio, arte y transformación social en Iztapalapa, Roberto Durán
Roberto Durán
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Barrio, arte y transformación social en Iztapalapa
En este texto quiero exponer mi experiencia personal de más de 20 años de trabajo principalmente en el barrio de Iztapalapa. Esta experiencia tiene relación con la migración de personas de otros estados de la República y de otras delegaciones de la Ciudad de México hacia Iztapalapa.
La mayor parte de la migración hacia Iztapalapa provino de Guerrero, Michoacán, Oaxaca, Veracruz y Guanajuato, pero también ha habido inmigración de gente de Santa Fe, Tacubaya, Ramos Millán, de Neza y algunas delegaciones que ya estaban saturadas y cuya gente se casaba y deseaba hacer vida en otro lado.
Cuando llegué a Iztapalapa fue a mediados de los años setenta, cuando tenía cinco años de edad. En mi zona había sembradíos de calabaza y caña, todavía se podían ver las tuzas, vacas y borregos. Con el paso del tiempo todo fue cambiando, pero en ese momento, como era un barrio que estaba en pleno crecimiento, todavía con terracería, sin pavimentación, sin banquetas, sin drenaje y con la complejidad de la convivencia de gente de otros estados, se volvió un barrio violento y conflictivo. Los jóvenes empezaban a asociarse con pandillas para defenderse de otros barrios, pues imagínense la dureza de la gente de Guerrero que se unía en una misma pandilla con los de Tacubaya, los de Ramos Millán, los de Neza. Había muertes cada semana. Esto provocó que muchas personas emigraran hacia los Estados Unidos, ya fuera buscando una mejor vida o huyendo, tratando de que no los mataran.
El barrio continuó creciendo y se siguió desarrollando. No fue sino 10 años después, cuando estábamos ya cansados de la violencia, que decidieron unirse más de 35 pandillas y tratar de proponer un proyecto que procurara mejorar las condiciones de vida que teníamos en el barrio. ¿Por qué? Porque la señora de los tacos, la señora que vendía las quesadillas, los de la farmacia, los taxistas, los micros no podían hacer negocio, o sea, no había economía segura.
La policía nos decía que tenía la instrucción de no meterse, de dejar que nosotros nos matáramos, que ellos nada más intervendrían para recoger a la gente que fallecía. La forma en que intervenían era cuando giraban órdenes de aprehensión y hacían lo que pasa en Tepito: llegan caravanas de más de 40 o 50 patrullas a hacer operativos y a recoger a la gente. Había aprehensiones multitudinarias, agarraban a más de 50 o 100 miembros de pandillas y los separaban en el Consejo Tutelar o en los reclusorios; ahí averiguaban quiénes eran las personas que habían matado a otras personas.
Yo pertenecí a varias pandillas, la más pequeña fue de 50 miembros. En la más grande, que fue la última, éramos cerca de 800. Es de imaginarse el poder que teníamos en el barrio. Entrábamos a cualquier lado, a una panadería, y tomábamos lo que quisiéramos. Simplemente ejercíamos el poder, pero ese poder se nos estaba revirtiendo dentro del mismo barrio, de tal forma que llegó a un límite y decidimos organizarnos.
Tomamos un predio y poco a poco estuvimos reuniendo a cada uno de los chavos que pertenecían a las pandillas. Entonces sucedía que los chavos decían: yo sé pintar, yo sé tatuar, yo sé jugar futbol, yo soy bueno para el box… y empezamos a desarrollar una serie de actividades, sin intervención del gobierno, porque no quiso ayudarnos.
Así empezamos a trabajar y a desarrollar ciertas actividades de manera independiente. Nos acercamos poco a poco a organismos internacionales, como las Naciones Unidas. Nuestro primer proyecto con la ONU fue en 1996. Presentamos una propuesta para implementar talleres de aerografía y grafiti con los chavos, y resultó que a la gente de prevención de drogas de la ONU en Viena se les presentó el proyecto y decidieron aportar recursos.
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364 Toda la gente que venía de provincia tenía su tradición, y empezó a manifestar su cultura; la gente que venía de otros barrios de la Ciudad de México, de igual manera. También la banda que se había ido a los Estados Unidos; muchos de ellos habían sido deportados y muchos otros habían venido de manera voluntaria a conocer, a ver a sus familiares. Entre esa banda que había sido deportada por cualquier circunstancia, había algunos que estuvieron en prisión en Estados Unidos, muchos otros habían pertenecido a pandillas. Desde mi punto de vista, un chavo de barrio que va a Estados Unidos ya está maleado, es un chavo que a lo mejor no es como alguna gente que contrata al pollero para que lo cruce y va muy espantado. El chavo de barrio no va espantado. El chavo de barrio se cruza y en la primera oportunidad que tiene se echa a correr, se sale de la camioneta, no le paga al pollero y busca la manera de cómo salir a delante.
El chavo que está maleado si tiene un hermano allá que se parece a él y pasa con su identificación por la línea. Entonces hay más facilidad para el chavo de barrio, pero también tiene más facilidad para meterse en la pandilla. Una gran parte de chavos de barrio que van a los Estados Unidos se mete en las pandillas. Cuando los chavos no están dentro o no se empapan bien del movimiento de pandillas de allá, en Estados Unidos, los agarran rápido, los meten a la cárcel y terminando su condena los regresan, los deportan.
Esta gente había aprendido cosas, había aprendido a pintar, había aprendido la cultura que la gente tiene allá, había conocido gente de otros países, porque hay mucha gente de otros países que está en los barrios, y había desarrollado muchas otras técnicas y habilidades para el trabajo y para la pintura también. Esos muchachos llegaban al barrio y le enseñaban a la banda a pintar, pero a la vez la banda les enseñaba lo que ellos estaban aprendiendo, lo que ya generaba que un chavo tuviera más habilidades y más capacidades para salir adelante.
Por ejemplo, un chavo que se iba al este de Los Ángeles regresaba y sabía cómo estaba el movimiento allá, dónde podía vender las cosas, aprendía a hacer calaveras en fibra de vidrio, las pintaba con el aerógrafo, las pintaba con técnica de pincel y las mandaba a su familia o a sus cuates, allá a las playas de Santa Mónica, y ahí las vendía. El chavo aprendía a estar trabajando
este arte y lo vendía. Los que aprendían a tatuar aquí en México, pero que ya habían estado en Estados Unidos y sabían que el tatuaje era muy bien pagado, se regresaban para vivir del tatuaje.
Nosotros siempre hemos sido revolucionarios, por eso surgió el nombre de Organización Juvenil Revolucionaria, porque nosotros siempre hemos sido rebeldes y siempre queríamos cambios, generar un cambio y mantenernos en una posición que no fuera una moda. Nosotros fuimos uno de los principales promotores o impulsores del reconocimiento y la dignificación del grafiti. Cuando empezamos con eso, la palabra grafiti ni siquiera aparecía en los diccionarios.
Llevamos 20 años haciendo eventos continuos, festivales en torno a la cultura del grafiti y al desarrollo del arte que se practica en los barrios. A estos eventos viene gente de otros países, pero también viene gente de más de 20 estados de la República. Toda esta gente trae sus conocimientos, sus experiencias, y cuando colaboran con nosotros intercambian esas experiencias para hacer algo aún más complejo.
¿En qué grado logramos nosotros hacer ese cambio? Además de que ahora se puede encontrar en los diccionarios la definición de la palabra grafiti, del desarrollo de tipos de grafiti y de personas que lo practican, la gente del barrio hace trabajos para Nike, para cerveza Indio, para Monster, para West Coast, y gracias al trabajo que están haciendo ahora ya van con visa y de manera legal a Estados Unidos, a trabajar en San Diego, en Los Ángeles. Es un intercambio constante entre la banda de México y la banda de Estados Unidos.
Con nuestros proyectos independientes nos dimos cuenta de que el gobierno acaba sus periodos cada tres o seis años. Sí hay gente de buena voluntad, que cree en apoyar el arte, pero si otra gente llega y no tiene el menor interés en apoyar el arte, pues entonces los proyectos van a quedar tirados.
Entonces, decidimos buscar alternativas, la sostenibilidad, para no depender del gobierno. Pero, además, algo más importante, decidimos mostrar lo que estábamos haciendo nosotros, en el barrio, a otros países y organismos internacionales y, a través de los medios de difusión, ahora a
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366 través de internet, generar redes con gente de otros países y otros estados, que nos permitieran a nosotros, sin necesidad del gobierno, hacer nuestras propias sinergias, y eso es lo que logramos.
Logramos traer festivales de Alberta, Canadá, de Francia, con gente de Estados Unidos, gente de El Salvador, gente de Brasil, gente de Argentina. Ellos llegaban a nuestras casas, solamente pagaban su boleto de avión, pero además aprendían lo que nosotros estábamos desarrollando y nosotros cuándo íbamos aprendíamos de ellos. Todo este proceso nos enriqueció, pero también los enriqueció a ellos.
Eso es lo que a grandes rasgos hemos realizado en la región de Iztapalapa, es la forma en que hemos crecido. Ahora hay infinidad de técnicas que se practican. La riqueza del barrio es que se trata de un proyecto comunitario. Es un proyecto donde la banda se identifica con la banda, siempre hay banda dentro de la organización; se identifican con las nuevas generaciones, pero, además, estas nuevas generaciones tienen nuevas ideas. La banda va complementando cada una de las cosas que se están haciendo en el barrio y ahora resulta que un chavo que pinta con una lata también pinta con el aerógrafo, también sabe técnicas de óleo, también sabe lo que es fibra de vidrio y maneja muchas otras técnicas. ¿Qué quiere decir? Que este muchacho, cuando va a buscar alguna fuente de trabajo en algún otro lado, lo contratan fácilmente.
Hemos hecho proyectos, por ejemplo, con CONAGUA, en el que nos reunimos en una mesa de trabajo con el Director de CONAGUA y había gente de Francia presentando los proyectos. Esta gente de Francia, que tiene mucho conocimiento, es gente que se especializa en el arte, en técnicas de pintura, manejo de programas de computación. Presentaron el proyecto y los de CONAGUA dijeron, pensando que nosotros estábamos colaborando en la estructura de ese proyecto, que no les gustaba lo que estaban haciendo. Nosotros le dijimos al señor de CONAGUA que nosotros no estábamos participando y les mostramos la carpeta de lo que habíamos armado. La gente de CONAGUA dijo “Esto es lo que queremos, cosas que impacten a la sociedad, que llamen a la comunidad, que incidan en la gente y que la hagan reflexionar”. Nos quedamos con el proyecto.
Eso es lo que nosotros hemos estado realizando en el barrio, es la manera en que el barrio empezó a desarrollarse, empezó a evolucionar hasta llegar al momento en que estamos ahora.
Por ejemplo, hace unos meses, se acercó con nosotros la gente del periódico The Guardian de Inglaterra, y se acercó con nosotros porque iban a hacer un reportaje de la Ciudad de México, de cómo la gente ha aprendido a sobrevivir frente a las adversidades, cómo le hacemos para, a pesar de estar jodidos, estar sonriendo. Los de The Guardian se metieron al barrio. Se metieron a las casas, con la gente que está haciendo arte, con la gente que está generando cosas. Se dieron cuenta y lo publicaron en un reportaje especial.
Éstas son experiencias que empezaron desde cero, en un barrio nuevo, en donde está la migración, donde era campo, donde eran sembradíos, donde se dio una evolución por la que el barrio poco a poco fue creciendo a través de la cultura. Porque al principio la gente no tenía acceso a la educación. Lo máximo a lo que aspiraba alguien del barrio era a estudiar la secundaria, uno que otro el bachillerato. Ahora en el barrio hay gente que termina la universidad, que tiene doctorado, y es un barrio que va creciendo poco a poco, pero además, esa gente va enriqueciendo a su vez al barrio, lo va haciendo más rico, es como Tepito. Tepito tiene cosas muy maravillosas, por toda esa gente que ha crecido, que se ha desarrollado y que se queda en Tepito para hacer que el barrio siga creciendo, a pesar de las adversidades, a pesar de la violencia o lo que pueda haber. En Iztapalapa la violencia siempre va a existir, pero también hay gente que está haciendo arte. Iztapalapa está destacando por la gente que hace arte y que está promocionando la cultura y los valores dentro de la misma delegación.
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