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Welcome to Colonia Libertad, Omar Pimienta
Omar Pimienta
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Welcome to Colonia Libertad
La colonia Libertad es el barrio más antiguo de Tijuana, es la colonia donde crecí y es el espacio central de este texto. Quisiera citar un fragmento de un poema de un libro que se llama La Libertad: Ciudad de Paso:
¿Tú crees que las nubes voltean hacia abajo y dicen: mira, esa ciudad tiene forma de armadillo?
Toda mi práctica artística gira en torno a este espacio geográfico, y, básicamente, a mi desarrollo como individuo creativo. Aquí corresponde dar ciertos créditos a El Colegio de la Frontera y al Dr. Bustamante, que editó un libro fundacional para mi proyecto que se llama Historia de la Colonia Libertad, una publicación relativamente breve, pero que le dio todas las bases a una buena parte de mi literatura y a este proyecto.
La Colonia Libertad inició con una disputa de terreno entre trabajadores del Racetrack y los propietarios del mismo. Los trabajadores se asentaron en unas barracas que habían sido establos y los dueños estadounidenses intentaron desalojarlos. Después de algunos incidentes violentos se crea la colonia.
Quise crear un monumento a la colonia. La colonia es bastante problemática debido a que la gente de ahí conoce su territorio. Ése era el espacio geográfico por el que la gente cruzaba, por lo tanto hay un montón de sabiduría en relación con el desplazamiento de un lado a otro de la frontera. En los sesenta, setenta y ochenta, surge ahí la primera generación de polleros, de tra-
Colonia Libertad. © Omar Pimienta
Omar Pimienta
82 ficantes de personas, los cuales eran vistos como héroes. Muchos de ellos eran de esa colonia, pero una segunda generación, ya un poco más problemática por la militarización de la frontera, diversificó su práctica y ahora trafica gente y droga.
Decidí hacer un monumento. Pensé: quiero intervenir la Estatua de la Libertad, porque tiene sentido irónico desplazar este ícono de la migración y la democracia desde la costa este a la costa oeste, como ejemplo de los nuevos flujos migratorios. Más tarde me encontré con un bosquejo de Bartholdi, en el que dibuja su estatua sobre una pirámide precolombina, y pensé “uff… El primer artista chicano es francés”. Logró poner su estatua, aunque claro, el pedestal nunca se hizo porque era responsabilidad del gobierno de la ciudad de Nueva York, y fue Richard Morris Hunt el arquitecto que diseñó la base.
Mi monumento no es tan grande, es una estatuilla de yeso y tiene la forma de los suvenires. Mide aproximadamente 29 de alto por 19 de ancho, en pulgadas, y se hicieron cien estatuillas. La mitad se insertó en el mercado de suvenires, en la línea fronteriza, o en los suvenires de la Avenida Revolución, que es la calle principal de comercio y turismo, y la otra mitad se distribuyó en galerías y museos; básicamente las utilizo para exhibirlas. La dinámica consiste en que, si quieren comprar la pieza, hay dos opciones: me la pueden comprar aquí, del lado estadounidense, en la galería, como artista, o pueden ir, cruzar la frontera a Tijuana y hacerse de una por 50 dólares, aunque una vez alguien me dijo que la consiguió en intercambio por un libro.
Después el proyecto creció un poco, y pensando en la monumentalidad, en la temporalidad de las ideologías, dije: voy a trabajar con el mismo bosquejo para conseguir un monumento que se colapse solo y que no necesite de una sociedad que venga y lo tire, que él solito se desinfle. La estatua es inflable y el pedestal es una pirámide que, para empezar, es precolombina, y es la representación de una cultura. Entonces, este pedestal de metal y madera se abre y se convierte en un espacio público, se instala y se desinstala en cuestión de horas. Esta pieza nunca sale de la Colonia Libertad; sale la inflable, que es muy práctica de llevar a otros lados, pero el pedestal se queda y se supone que la pieza completa es solamente de la colonia.
Arriba: Monumento a la Colonia Libertad. © Omar Pimienta
Abajo: Estatua de la Libertad Inflable. 83 © Omar Pimienta
Omar Pimienta
84 Al final, la composición del nombre, con las palabras colonia y libertad, es ya en sí algo irónico. Empecé la pieza en el 2007, junto con una investigación sobre el fenómeno de deportación. La colonia se forjó con base en los grandes números de deportados a causa de la gran depresión de los años treinta. Actualmente, los números de deportación durante la administración de Obama, que es básicamente el mismo periodo que ha durado este proyecto, es de aproximadamente dos millones y medio, sin contar los regresos. Por lo tanto, la Colonia Libertad se ha reconstruido de una forma similar a lo que sucedió en los treinta, con base en la multiculturalidad. En general, se deporta en su mayoría a hombres, de entre 30 y 50 años, que ya van a dejar de ser productivos; el residuo de un sistema económico que también va en decadencia.
Esta población que en pocos años iba a ser una carga para el sistema de salud es la que están aventando hacia Tijuana. Se trata en su gran mayoría de hombres trabajadores que cargan un complejo, que están imposibilitados para regresar porque son los que se fueron para poder mandar su dinero, los héroes, el jovencito que se fue para solucionar nuestros problemas económicos. Una vez deportados, obviamente no quieren regresar al pueblo fracasados y consumidos en su capacidad laboral.
La segunda fase del proyecto, dado que me robaron un carro y ahí iba el compresor con que inflaba mi Estatua de la Libertad Inflable, se centró en pensar en mecanismos más prácticos. Entonces inventé un sello para visar pasaportes y empecé a aprovecharme un poco del turismo cultural y de la gente que viene a Tijuana, o a la colonia, a entender la frontera. La gente pasaba por mí, yo funcionaba como agente de migración y tenía que sellar sus pasaportes.
Después tuve la idea de separar a la Colonia Libertad de los dos países. Para qué me quedaba en México o en los Estados Unidos si la colonia misma provenía de esa colisión. Empecé a emular procesos burocráticos y de hecho el proyecto lo denomino burocrartístico. Lo que hago es un consulado móvil en el que por medio de una solicitud obtienes tu Pasaporte Libre. Es una máquina de escribir, un escritorio, dos sillas y una cámara Polaroid de pasaportes. Lo que hacemos es intercambiar pasaportes. Cualquiera de me puede dar su pasaporte, usualmente ven-
Visado de pasaportes. © Omar Pimienta
Pasaporte Libre. © Omar Pimienta
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86 cido, pero ha habido casos que me dan sus pasaportes y luego los reportan robados. Al darme sus pasaportes, yo les entrego el Pasaporte Libre, y se convierten en ciudadanos de la Colonia Libertad.
Los ciudadanos libres son ciudadanos en un espacio que se genera en relación con la migración, entonces se convierten en una especie de ciudadano en tránsito. La idea es nacionalizarnos como migrantes, sabiendo que aún no han colapsado todos esos sistemas de nación, y tratar de re-imaginar el estado de ciudadanía como un espacio temporal también de residencia, y tal vez, de forma muy conceptual, como un espacio fluido de pertenencia.
Tengo una solicitud en línea y las preguntas son muy básicas. La persona sube una foto, yo hago el pasaporte y cuando esté listo lo mando. Ahora tengo cincuenta y tantos ciudadanos libres. El pasaporte antiguo se enmarca y se convierte en parte del archivo de ciudadanos libres; no es mío, porque en realidad los pasaportes tampoco son de nadie. Es legal para mí tenerlos si ellos me dan su permiso. La forma en que convenzo a la gente es diciéndole que el archivo va a crecer, que va a llegar a dos mil ciudadanos libres y que, eventualmente, va a estar en la pared de algún museo increíble, que van a ser famosos, que van a ser ellos arte. No siempre funciona, sobre todo por el miedo que tenemos, claro, de la información que ahí viene, todo lo que conlleva, tu identidad.
Yo soy parte de una generación específica de creadores autodidactas. Por ejemplo, yo puedo brincar de la literatura al arte, pero mis tres primeros libros son anteriores a mis estudios de literatura, o, por ejemplo, mi participación en la muestra de videos sobre la frontera del Museo J. Paul Getty se dio antes de que yo estudiara arte, porque Tijuana carecía de ciertos mecanismos estructurales. Entonces mi generación de artistas tuvimos que venir a la Ciudad de México, ir a Estados Unidos para estudiar algo relacionado en las universidades locales. Cualquiera podía agarrar una cámara y decirse fotógrafo o tomar un taller de escritura y publicar en línea.
En mi formación, InSite ayudó mucho, el Centro Cultural Tijuana, con sus talleres. Tomé un taller de cuento con Cristina Rivera Garza y todos me decían que lo mío era la poesía, entonces me fui por ahí. Eso de que vayas a un taller y que te comuniques con tu generación fue súper práctico para mí.
Crecí con InSite, mi padre tenía una herrería y muchas de las piezas de metal, de herrería, se hacían ahí. Me tocó empujar el carro de Betsabée Romero, por ejemplo, hasta el muro metálico. Y ayudé un poco a mi hermano en la instalación del caballo de ERRE. Eso me ayudó mucho a pensar en cómo entrar y sumergirme en el arte en ese nivel, que para ese entonces era una vanguardia, y no tener que pensar “tengo que aprender a dibujar, tengo que aprender a hacer todo esto”. Hay escuelas distintas que pude ignorar y eso a mí me dio cierta libertad. Y me dio la libertad de pensar en un concepto, en qué estaba haciendo, porque si tienes tanta libertad de creación es necesario pensar bien las cosas.
Lo que me cuestiono constantemente es mi privilegio dentro de ese espacio geográfico, dado que, sin emigrar, emigré muy joven. Básicamente yo seguía viviendo en la Colonia Libertad, y de un día para otro ya tenía un Green Card, porque mi padre tenía un Green Card; mi padre, de un día para otro, ya era ciudadano. Me cuestiono constantemente el privilegio que venía con eso, especialmente a la hora de hacer el trabajo. Veo las limitantes a la hora de hacer, y sobre todo a la hora de tratar de aproximarme a problemáticas de forma irónica.
Entré a una dinámica de crear una identificación que le permitiera a la gente deportada tener una residencia dentro de Tijuana. El DIF tiene una de un mes, pero entré en todos estos procesos burocráticos y terminé haciendo una guía para deportados a la ciudad de Tijuana, que básicamente es una publicación en la que la gente puede ver qué es lo que se les ofrece desde las instituciones públicas y privadas. Y por cierto, Zacatecas es de los pocos estados que tiene una oficina para deportados. Un deportado zacatecano puede ir físicamente con un representante de su estado y decir: “Quiero que me den o que me manden mi acta de nacimiento, me quiero quedar en Tijuana, quiero hacer residencia en Tijuana”. Solamente Chiapas, Sinaloa y Zacatecas tienen oficinas en Tijuana.
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Omar Pimienta
Welcome to Colonia Libertad. © Omar Pimienta
Ese tipo de información desde el arte no hubiera llegado, tuve que repensar un poco mi práctica y decir, bueno, es una herramienta útil, pero tiene sus limitantes inmediatos, y si quieres actuar de forma inmediata, tal vez la práctica artística no sea la que va a tener las repercusiones que tienes en mente. Tal vez a otra generación podrás influenciar, y tal vez a otra generación podrás dejarle ciertos testimonios, pero si quieres realmente insertarte y hacer un cambio con tu trabajo, se requiere cuestionar todas estas dinámicas que estamos discutiendo aquí, ¿no?
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