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Christian Elguera
Biografía mercurial de Alberto Caeiro, presentado bajo el pseudónimo Antonio Mora, del poeta peruano Christian Elguera, residente en San Antonio, Texas.
Elguera es catedrático de Español en la Universidad de Saint Mary’s en San AntonioTexas y profesor visitante en el postgrado de literatura de la Facultad de Letras en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Lima, Perú). Obtuvo su doctorado en Literaturas y Lenguas Latinoamericanas e Ibéricas en la Universidad de Texas en Austin.
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Ha llevado a cabo investigaciones sobre las luchas territoriales de poblaciones originarias en los Andes y la Amazonía y sobre literaturas amerindias, específicamente en Perú y en Brasil. En paralelo, traduce textos literarios del quechua y portugués para el inglés y español. Ha publicado el libro El marxismo gótico de Xavier Abril (2020). Asimismo, en 2021, Elguera editó tres novelas del escritor peruano decimonónico, Julián Manuel del Portillo, quien defendió discursos de blanqueamiento y colonialismo en sus ficciones literarias. Actualmente concluye la investigación titulada Traducciones territoriales: defensoras y defensores de tierras indígenas en Perú y Brasil (1960-2000).
En Perú colabora con las plataformas virtuales NoticiasSER y la revista Quehacer. Actualmente es parte del equipo editorial de la revista Latin American Literature Today como corresponsal de literaturas indígenas. Asimismo, obtuvo mención honorífica en el Premio Copé de Cuento 2020.
Biografía mercurial de Alberto Caeiro
Ahora, Caeiro, escucha desvanecido la verdad de tu cuerpo. entremira esta noche nacida del primer misterio, noche falsa que engañas, resabio de metafísicas y rabias. El último sol se descolora sin pensar en nada. Entonces, solo entonces, bendecido por manos esmeraldas sentirás la espantosa realidad de las cosas, sentirás tu cuerpo sumergido en signos, vocablos abyectos en tu alma, ocultos, pronunciando una lengua inhóspita y sin morada.
La distancia es una faca azul, despoblada y sin palabras.
Luego del tiempo calcinado llegarás al país de los espejos — Agitado murmullo lejano labios sin nombre ni tacto— de hendidura en hendidura tropezando andante entre huesos, náufrago en lo místico, cuerpo larvado de dudas, cuerpo sin origen ni espasmo.
En la frescura de una tarde, en algún instante, una soga caerá sobre tus pies, sussurrando la verde música del relámpago: No transformes en poema la existencia de ese río, pues solo es un río y simple, lejano, sigue su camino; no escribas palabras sin antes retomar tu cuerpo; antes de volver, repite, “no existas en el tiempo”;
olvida los nogales, los castillos, la herida del garguero; precipita la tempestad hasta olvidar lo aparente, calcina tu sombra con ese fuego inacabable antes que las palabras se vuelvan llanuras impalpables. Antes de cerrar la ventana escucha su voz creciendo: entre las aguas calmas un cuerpo arde la tierra tu cuerpo sintiendo la tierra, cuerpo verdadero, —percibido sin tocar, encarnado sin hablar — cuerpo verdadero creado en las noches sin piel sin luz, sin pensamiento, a escondidas de la muerte, persiguiendo más que las tres luces de lo inmundo: azul adulador hiriente rojo púrpura engañoso.
Invencible, este mar sin argonautas volverá a su cuerpo, cuando la piedra germine y entre fuegos desconocidos los dioses vuelvan brillantes, sedientos, prístinos como un viaje sin pretensiones ni final.
Ahora, Caeiro, abre tus ojos y despacio desaprende, antes de iniciar tu peregrinación por los secretos del mundo. Sin culpas, sin remembranzas, sin confusión, descansando en otra orilla, indiferente, siente este rumor indestructible y delicado: La lluvia se llama lluvia y su sonido despierta brillando claramente el cuerpo de la tierra. hacia el parque nevado de la muerte