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Ecologías racializadas y prácticas de cuidado en Lagunas de Chacahua, Oaxaca

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TEXIHUIZI

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Meztli Yoalli Rodríguez Aguilera

Septiembre de 2017 marcó la vida de muchas personas en México después del terrible terremoto de 7.1 en la escala Richter. A pocas horas del terremoto, ya había en las noticias y redes sociales registros de daños materiales y pérdidas humanas en varias comunidades y algunas ciudades. El movimiento telúrico fue de tal magnitud, que se sintió desde la Costa de Oaxaca hasta la Ciudad de México. Hubo, sin embargo, un daño del que no se habló, que quedó silenciado: la muerte masiva de peces en las lagunas de Chacahua-Pastoría, en Oaxaca, y los efectos en las comunidades que habitan alrededor.

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Las lagunas de Chacahua están al centro de comunidades en su mayoría habitadas por pueblos que se autoidentifican como afrodescendientes, indígenas (mixtecos, chatinos, zapotecos) o afroindígenas y, en una minoría, mestizos. Este cuerpo de agua significa la principal fuente de sustento y vida para las comunidades, a través de la pesca y, en años posteriores, el turismo. Es por ello que la muerte masiva de peces que sucedió un par de días después del temblor significó una tragedia para la población local.

Marisol de la Cadena explora la relación entre seres humanos y no humanos u otros-que-humanos como las plantas, el agua, las montañas, es decir, la naturaleza. Especialmente, para ciertos grupos indígenas y afroindígenas, esta relación se concreta en torno a principios de relacionalidad o, en otras palabras, mutua reciprocidad. Me gustaría aquí explorar la relacionalidad y prácticas de cuidado entre humanos y no humanos que se tejen alrededor de las Lagunas de Chacahua frente al riesgo de un ecocidio de este cuerpo de agua.

Quisiera esbozar brevemente las causas de la muerte masiva de peces en las lagunas y por qué esta situación atenta directamente contra comunidades afrodescendientes e indígenas, es decir, ecologías racializadas. Si resumimos los diversos factores que están llevando al ecocidio de las lagunas, estos son: la construcción por parte del gobierno federal de escolleras (barras lineales de rocas entre el océano pacífico y las lagunas) en Cerro Hermoso –comunidad frente al océano pacífico que conecta con las lagunas– entre 2002 y 2005, una presa que cortó significativamente el flujo del agua entre el Río verde y las lagunas, los pesticidas que se utilizan en campos papayeros y limoneros que llegan a las lagunas a través de lluvias y aire, y finalmente, una empresa transnacional de aceite de limón que tira todos sus desechos altamente ácidos a canales que llevan directamente a las lagunas.

Cabe mencionar que cuando CONAPESCA (Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca) construyó las escolleras en Cerro Hermoso, pescadores locales hablaron con las constructoras y gobierno para advertirles del posible riesgo de desconexión entre las lagunas y el océano pues no consideraban que estuvieran en el lugar adecuado. Estas opiniones fueron ignoradas por las constructoras y autoridades, invalidando el conocimiento ancestral que las comunidades tienen sobre los cuerpos de agua en el área. Lo que ocurrió, después de la construcción de las escolleras fue, efectivamente, la desconexión permanente entre las lagunas y el mar, de donde se alimentan las lagunas y, en su lugar, ahora hay grandes cantidades de dunas de arena imposibles de mover.

De acuerdo con las comunidades y pescadores locales, la combinación de estos factores provocó que, dos días después del terremoto de 2017, los gases y contaminación acumulada en el subsuelo de las lagunas, a través del movimiento telúrico, se movieran a la superficie produciendo la muerte masiva de peces. Hasta la fecha no hay ningún estudio científico al respecto. Lamentablemente no sería la última vez que ocurriría esto. Hasta la fecha, el ver pescado muerto flotando en las lagunas o en la bahía de las lagunas es una escena común.

Como mencioné anteriormente, dado que las lagunas son la fuente principal de sustento de las comunidades, muchos pobladores han tenido que buscar otras fuentes de ingresos como turismo, agricultura, y las mujeres de la localidad se dedican a vender comida, pollos, o preparar tortillas cada día para la venta. Además, varios pescadores –en su mayoría hombres– han migrado a ciudades e incluso a Estados Unidos en búsqueda de mejores condiciones de vida. Esto ha ocasionado que familias se separen y las mujeres se queden a cargo totalmente de los hijos y, muchas veces, de la comunidad en general.

Además de los efectos devastadores en términos sociales, políticos, económicos y familiares, el posible ecocidio de las lagunas de ChacahuaPastoría también tiene efectos emocionales en la población local. Las lagunas no sólo representan su principal sustento, sino también son fuente de espiritualidad y creencias locales, es decir, las lagunas son en sí un ente vivo y sagrado. La posible muerte de este cuerpo de agua produce tristeza, nostalgia, enojo y una suerte de duelo ecológico entre las comunidades afroindígenas, quienes han vivido ahí ancestralmente. Es decir, la posible muerte de las lagunas implicaría también la desaparición de comunidades y de historias y conocimientos intergeneracionales sobre el territorio y el agua.

Los pobladores locales han realizado distintas manifestaciones políticas en oficinas de gobierno, han escrito reportes de violaciones a derechos humanos, para visibilizar y exigir soluciones y que las lagunas vuelvan a su estado anterior: agua sana y viva. Ante el silencio y falta de iniciativa de las autoridades, las comunidades han desarrollado otras formas de cuidado a las lagunas: una relación de reciprocidad entre humanos y no humanos.

Algunas de las prácticas de cuidado hacia las lagunas por parte de pobladores, y específicamente de mujeres, ha sido limpiar las lagunas en otros canales para que las lagunas tengan otras fuentes de oxígeno. Cada mes, un colectivo de mujeres pescadoras viaja en lancha a un canal para limpiar con sus propias manos ese canal. Asimismo, hay proyectos de siembra de mejillón o “tichinda” como se conoce localmente, el cual crece en las raíces de los manglares de las lagunas. También hay propuestas de reforestación del manglar, pues también está en riesgo de morir y esto ayudaría a la conservación del ecosistema.

Las comunidades afroindígenas de la Costa de Oaxaca han cuidado el territorio ancestral de diversas formas, por las múltiples formas de relacionalidad que tienen con las lagunas: política, socio-económica, pero también espiritual y emocional. Este cuerpo de agua en riesgo de muerte tiene que seguir vivo para que las comunidades también puedan seguir reproduciendo su vida y futuro en el territorio. De la vida de las lagunas depende la vida y el futuro de comunidades enteras. La defensa de las lagunas de Chacahua es la defensa por la vida y la capacidad de imaginar un futuro. Una lucha por la imaginación de un futuro distinto.

Fuentes: De la Cadena, Marisol. 2010. Indigenous Cosmopolitics in the Andes: Conceptual Reflections beyond ‘Politics.’” Cultural Anthropology 25 (2): 334–70.

Meztli Yoalli Rodríguez nació en México pero vive en Estados Unidos. Es escritora, selectora de viniles y educadora y profesora asistente en Lake Forest College. Obtuvo su doctorado en The University of Texas at Austin. Le interesan temas de resistencia anti-colonial, luchas feministas y racismo ambiental en América Latina. Actualmente se encuentra en vías de escribir su libro Grieving Geographies, Mourning Waters: Race, Gender, and Environmental Struggles on the Pacific Coast, Oaxaca.

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