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DE AMOR LOCURA Y MUERTE CICLO DE LECTURAS
El caracol
Marcelo Rubio
Lecturas a la sombra
El caracol Marcelo Rubio
Durante toda la semana, un flamante Chevrolet 38, paseó entre las zanjas que limitaban las calles de San Martín. Usando un cono para amplificar la voz, un muchachote de veintitantos años anunciaba la presencia de “El más grande maestro de las sombras chinescas. Nunca se vio nada igual. El sábado por la noche única función...” Y así andaba por la mañana y a la hora de la siesta aquel Chevrolet negro, alquilado por el productor del espectáculo. La noche de la presentación, una verdadera multitud se agolpaba frente a las puertas del cine Ateneo, transformado en teatro. Los críticos de la época manifestaban que nuca se había juntado tanta gente desde el día que don Carlos Gardel llevó a cabo su presentación como cantante. En esa oportunidad era tanta la multitud que Gardel, después de la actuación, se subió al techo de un auto y cantó para toda la barriada que se había quedado sin poder ingresar. En esta noche del Gran Espectáculo de Sombras, calurosa y húmeda, mientras los vecinos hacían cola esperando se habilitara la entrada, los comentarios iban y venían. Una señora ataviada con un vestido negro y som7
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brero de gran pluma lila dejaba deslizar esta sentencia. — Yo vi un espectáculo parecido, hace unos años en la Capital. ¿La verdad? Precioso. Yo no sé si será el mismo señor, yo era tan chica en ese momento, pero me acuerdo patente: Yo vi a uno petisito, pelado. Mire, hacía maravillas con las manos, que monos, que elefantes, qué sé yo cuántas cosas. Una mujer delgada, de ojeras profundas junto a su pequeño hijo, su esposo de espesos bigotes y sobrio traje gris, la escuchaba con atención. —¡Mamá! ¿Y no se le enredan los dedos de la mano? — preguntó el chico. El padre lo llamó a silencio y le sacudió un coscorrón en la cabeza, que le hizo mover el pelo negro y engominado. Los primeros en entrar fueron el intendente, el jefe de policía ambos junto a sus esposas, y el cura. Luego entraron los de las primeras butacas que eran las más caras. Un muchacho de gorra gris y camisa arrugada comentaba a los gritos con sus compañeros: —¡Ahora seguro que de donde compramos las entradas no se ve nada! La gran mayoría había ahorrado centavo a centavo durante toda la semana, privándose de muchas cosas para poder ve al más grande de las sombras chinescas. Ya dentro del cine dos chicas jóvenes cuchicheaban. —Me dijeron que tiene un aire a Spencer. 8
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—Ay, ojalá— dijo nerviosa la otra. El público ya estaba instalado. Los cortinados espesos del escenario se corrieron y dejaron ver la amplia pantalla en blanco. Un asistente entró y dejó una banqueta, arriba de ella se podía ver un pequeño bulto. —Es un caracol— se fue corriendo la voz entre la gente. Las luces generales se apagaron, solo quedó prendido un foco que daba de lleno sobre el banco. En la pantalla blanca se pudo ver, efectivamente, la sombra de un caracol. El caracol irguió su cabeza, cruzó una antena sobre otra, giró su cuerpo a la derecha y luego a la izquierda. El caparazón se corrió hacia delante, luego hacia atrás, después se movió hasta el vientre y fue desapareciendo. La cola se irguió y en la sombra aparecieron dos manos humanas perfectas. Se encendieron las luces. En el escenario seguía la banqueta y el caracol. Algunos espectadores bostezaron, otros se acomodaron en las butacas. Uno chifló y enseguida todos abuchearon y los de las primeras filas reclamaron que les devolvieran el dinero. — ¿Quién se cree este bicho para burlarse de los hombres? — argumentaban algunos.
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Lecturas a la sombra Catálogo 1. Miguel Angel Silva
Cap74 de Cuadros
2. Claudia Aboaf
El rey del agua de El rey del agua
3. Eduardo Vardé
La que baja casi corriendo
4. Graciela De Mary
Y sin embargo se mueve
5. Celina Abud
Música de rieles
6. Miguel Ángel Di Giovanni
Los sueños, los viajes
7. Diego Rotondo
El pendenciero de Mamá no me odia
8. Victoria Mora
Basural
9. Marcos Tabossi
El otro mundo de El otro mundo
10. Fabiana Duarte
Viento norte
11. Inés Keplak
Adolfo
12. Lucas Gelfo
Andy Warhol y la difícil