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DE AMOR LOCURA Y MUERTE CICLO DE LECTURAS
Ella y él
Sebastían González
Lecturas a la sombra
Ella y él
Sebastían González
Ella tiene unos ojos que parecen nunca parpadear, redondos, gigantes y tan llenos de vida que embellecen todo lo que observa. Su pureza no la oculta ninguna prenda. Su sonrisa, inquebrantable, contagia a quien la mira; puede generar una pandemia de sonrisas incluso en aquellos que no sonríen fácilmente. Fluye por la vida y nada parece trabarle su andar, ninguna dificultad pasada presente o las que estén por venir, porque al mundo se viene para pasarla bien, tal cual su filosofía. Él parece más joven de lo que es. La vida lo ha golpeado pero le ha dejado pocas marcas, quizás porque fueron compinches y no oponentes en esa pelea en la que el veredicto fue un abucheado empate. A su manera ha cumplido y con creces cada uno de los roles que le han tocado. Extrovertido hasta el dolor, no hay forma de que el silencio ocupe sus espacios. Su simpatía obstruye la puerta de su tristeza y la amenaza constantemente con reprimendas por si quiere salir. Igual no todo el tiempo tiene la capa de superhéroe y como tal no tiene archienemigos pero sí 7
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puntos débiles. Ella va camino a la reunión de su vida, la que soñó desde que tiene memoria. El sol parece brillar sólo para ella. Silba una canción que no conoce pero que rebota en su cabeza desde hace un tiempo. Nunca pudo saber quién la cantaba, ni como se llama el tema, ni siquiera usando la tecnología. Baila por la calle sin importar lo que dicen quienes no dejan de verla, sino quieren que no miren. Es su problema, sino les gusta no es mi tema. Tal cual su filosofía. Él solo espera aquello que no le prometieron, no confía en que de una vez por todas, la vida salde lo que le adeuda. Como creer que algo que fue esquivo durante tanto tiempo se pueda realizar de una vez. Tenía un buen presentimiento, uno que no había tenido nunca en estos años. Floyd, y no hace falta aclarar porque así llaman esa banda quienes la endiosan, estaba siempre presente en su vida, cantando, escuchando o bien tarareando canciones pero siempre fue esa banda su compañera más fiel. Fumaba tensamente, aunque no lo disfrutaba, pero para esos lapsos donde el tiempo se espesa suele ser muy útil. Ella comienza a sentir un cosquilleo, ¿será todo como lo soñó? Nunca dejó de pensar en la imagen física de él, ni en el contexto, ni en los aromas, sonidos, ni en la gente, que sin saberlo, formará parte de su momento. Lo había soñado y pensado todo hasta el lugar donde decidieron juntarse, aunque fue ella quien pidió ese lugar y no reci8
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bió queja alguna, solo un “lo que quieras mi princesa sin rey ni príncipe”. La intensa dulzura de esas palabras le empalagaron los oídos por unos días para luego acariciar su alma para siempre. Al recordar esa frase sonreía tanto que terminaba carcajeando a gritos por la felicidad que le quemaba los poros sin ser perjudicial a su salud. Faltan dos cuadras. Aminora el paso. Se detiene. Sonríe. Sigue fluyendo. Él mira su reloj, marca la hora señalada, no se impacienta porque la imagina despreocupada por las cosas impuestas. Aunque le incomodó un poco, también sabe que algunos segundos sumados a la eternidad que esperó no significan nada. Intentó relajarse moviendo sus hombros, su cuello de un lado al otro, resoplando con fuerza para liberar tensión y sobre todo pensando que nada podía salir mal. Uñas ya no quedaban y tampoco cigarrillos. No tenía nada a solo un instante de tener algo que deseaba desde hace tiempo. Sus ojos se humedecieron cuando la vio fluir hacia él. Ella y él se vieron a la distancia y una tormenta de sentimientos, llenó todo, ningún espacio quedó sin sensaciones. Esas sensaciones no se reflejaron en los cuerpos y nadie pudo ver sus almas. Los cuerpos hablaron finalmente, sonrieron, mientras él le tendía su mano derecha con la palma hacía arriba, ella río tan fuerte y con tantas ganas y de una forma que ninguna onomatopeya podrá graficarla nunca. Mientras él la miraba desconcertado, ella lo abrazo 9
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con todas las fuerzas de los abrazos no dados durante el desencuentro. Y como lo intenso dura poco, se separaron para reconocerse, ĂŠl la abrazo y comenzaron a caminar como una pareja muy enamorada. El amor entre padre e hija es distinto a otros pero no deja de ser amor. ÂżVolverĂĄn a desencontrarse? Nunca se sabe, mejor que fluya, tal cual su filosofĂa.
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Lecturas a la sombra Catálogo 1. Miguel Angel Silva
Cap74 de Cuadros
2. Claudia Aboaf
El rey del agua de El rey del agua
3. Eduardo Vardé
La que baja casi corriendo
4. Graciela De Mary
Y sin embargo se mueve
5. Celina Abud
Música de rieles
6. Miguel Ángel Di Giovanni Los sueños, los viajes 7. Diego Rotondo
El pendenciero de Mamá no me odia
8. Victoria Mora
Basural
9. Marcos Tabossi
El otro mundo de El otro mundo
10. Fabiana Duarte
Viento norte
11. Inés Keplak
Adolfo
12. Lucas Gelfo
Andy Warhol y la difícil
13. Marcelo Rubio
El caracol
14. Jada Sirkin Deja que esas manos te toquen de Yo, cuento (y otros cuentos) 15. Marcelo Filzmoser
Vecinos
16. Cristian Acevedo
La adivinanza
17. Daniel IbaĂąa
Mirar el fuego
18. Javo Santos
Milagro en la bailanta
19. Margarita Dager-Uscocovich Sortilegio en el rincĂłn de los suspiros 20. Eugenia Zuran
El baile de los condenados