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DE AMOR LOCURA Y MUERTE CICLO DE LECTURAS
La criada
Celina Aste
Lecturas a la sombra
La criada Celina Aste
Ayer empezó a trabajar una empleada nueva. Cada vez que esto sucede, y sucede a menudo, bajo corriendo la escalera para disfrutar del espectáculo. Ellas se comportan tan ridículamente que me da gracia: “Sí, señorita, ¿qué necesita, señorita? No debo entretenerme conversando con usted, disculpe, señorita”. Puedo asegurar que todas vieron en mi piel usada que hace tiempo dejé de ser la señorita que debía. Sin embargo, juegan su papel sin salirse del libreto que mamá les reza durante horas antes de contratarlas. Ninguna ha podido satisfacer a mi madre, ella pretende que alguna se transforme en un gran dique que contenga mis impulsos, sobre todo los amorosos. No entiende que sus empleadas también respiran, viven, tienen fantasías y amoríos fascinantes. De eso hablo con ellas cuando puedo, mamá termina siempre despidiéndolas porque no entiende ni sabe nada de la vida o del amor. Bajé la escalera apurada y súbitamente me detuvo el sonido amargo de un llanto. Intenté recordar la última vez que alguien en la familia había demostrado al menos una pizca 7
Lecturas a la sombra
de emoción, pero mi memoria no logró traer recuerdo alguno de lágrimas frescas. Me senté en el descanso de la escalera y asomé con timidez mi cara por entre los barrotes de madera tallados. Ella estaba de espaldas cocinando, o simulando que lo hacía. Por primera vez tuve la intuición de que había llegado a casa alguien diferente; al menos se daba el permiso de expresar lo que sentía. Hasta ese día yo creí haber conocido a las criadas anteriores, sin embargo… ¿Por qué nunca las había visto llorar? ¿Habrían jugueteado conmigo todo este tiempo? Supongo que por algún motivo me había dejado engañar. Sin darme cuenta levanté mis hombros. Observé entonces los de la criada. Los tenía vencidos hacia delante, como guardando una angustia o tal vez un secreto que anidaba en su pecho. Fuese lo que fuese, le oprimía el corazón. Se limpiaba la nariz húmeda de tristeza, con el delantal se frotaba los ojos que yo imaginé cristalinos. ¿A qué “señorita” le puede resultar atractiva una empleada llorona? Otra relación que no prometía nada, ¿qué fruto podría crecer de la semilla de la amargura? Tan sólo una cosecha de rencores y una savia ácida imposible de digerir. La empleada se incorporó sin aviso de un modo tan imponente que me asusté. Me di un golpe seco en la sien con el barrote de madera y me eché hacia atrás. Ella giró y mirándome a los ojos me saludó: –Buenos días, Guadalupe.
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Lecturas a la sombra 1. Miguel Angel Silva
Cap74 de Cuadros
2. Claudia Aboaf
El rey del agua de El rey del agua
3. Eduardo Vardé
La que baja casi corriendo
4. Graciela De Mary
Y sin embargo se mueve
5. Celina Abud
Música de rieles
6. Miguel Ángel Di Giovanni Los sueños, los viajes 7. Diego Rotondo
El pendenciero de Mamá no me odia
8. Victoria Mora
Basural
9. Marcos Tabossi
El otro mundo de El otro mundo
10. Fabiana Duarte
Viento norte
11. Inés Keplak
Adolfo
12. Lucas Gelfo
Andy Warhol y la difícil
13. Marcelo Rubio
El caracol
14. Jada Sirkin Deja que esas manos te toquen de Yo, cuento (y otros cuentos) 15. Marcelo Filzmoser
Vecinos
16. Cristian Acevedo
La adivinanza
17. Daniel Ibaña
Mirar el fuego
18. Javo Santos
Milagro en la bailanta
19. Margarita Dager-Uscocovich Sortilegio en el rincón de los suspiros 20. Eugenia Zuran
El baile de los condenados
21. Sebastián González
Ella y él
22. Pamela Prina
La culpa es de Dolina
23. Floreana Alonso Desdibujándonos 24. Ezequiel Márquez
Intruso
25. Rosario Martínez
El aniversario
26. Valentina Vidal
La ventana cerrada
27. Ana Sofía Rey
Marea baja