La conversación del miércoles De la cultura que tenemos a la cultura que queremos Ciclo 2012
Apremiantes preguntas de nuestro tiempo en torno a la experiencia afectiva y a la vivencia de lo social Boletín marzo
La conversación del miércoles Ciclo 2012: De la cultura que tenemos a la cultura que queremos Grupo de estudio
Conferencia preliminar Miércoles 29 de febrero de 2012 Auditorio CorpoZULETA
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uando uno piensa en una pregunta no sólo significa redundar en una construcción ortográfica y gramaticalmente correcta sobre alguna preocupación o curiosidad personal; implica también hacerse con un camino de indagación que depara complejizaciones, aclaraciones, delimitaciones del objeto que se quiere entender, etcétera. No necesariamente todo termina con una respuesta. Es entonces el preguntarle a esta época por sus lógicas, sus formas —siempre variopintas— e incluso por sus cristalizaciones lo que nos permite entender qué cosas de ella son estructurales y cuáles pueden ser criticadas y modificadas. Las preguntas apremiantes son miles, algunas en torno a lo público, otras a lo privado, sobre lo social, lo afectivo, lo cultural, entre muchas otras, pero una apuesta por indagar en ellas puede ser el hecho de enmarcarlas en dos campos: el filosófico y el político, entendiendo de entrada que no se trata de dos cosas que se excluyen sino que la una complejiza la otra. Ambas le dicen al ser humano que la forma en que pauta su existencia no está escrita de antemano y que la aventura que realiza en lo que a su suerte tiene por vivir sólo corresponde a lo que sea capaz de lograr y conquistar. En una época como esta, que exalta la indiferencia ante lo social y ante lo político —eso sin mencionar su desprecio por el pensamiento y la reflexión— vale la pena preguntarse precisamente por esto que parece relegado al olvido, y hacerlo acorde a un ánimo crítico del presente pues las manifestaciones y acciones de la sociedad civil que pudimos presenciar el año pasado no hacen más que poner la cuestión en pleno rostro: ¿la lucha política ha quedado en desuso cuando gracias a ella tiranías de hace siglos han terminado por fin? Hay también otra posible pregunta que apunta no sólo a lo político sino a lo filosófico: ¿existe una alternativa al capitalismo? Es fácil ver la incidencia que en el timón de mando de una
sociedad tienen las grandes corporaciones y transnacionales —Grecia es un triste ejemplo de un país que ya no tiene la potestad sobre sí mismo debido a que el control ha pasado a las bancas internacionales—, pero también se halla implícita la pregunta por la existencia de este planeta, el cual cuenta con recursos LIMITADOS y que es al mismo tiempo el escenario y la materia prima de un sistema de producción que estructuralmente debe ir creciendo y desgastando todo al infinito: el capitalismo. No hay que olvidar que dentro de las cosas que esta época ha hecho emerger como pregunta —e incluso ni siquiera como tal sino como una angustia que se presenta en síntomas— está aquella que tiene que ver con la crisis de lo afectivo y lo simbólico. La degradación de estas instancias humanas, importantísimas para cualquiera, reclama que nos posicionemos críticamente y entendamos lo que puede implicar: una falla en la relación simbólica de un ser humano con el mundo puede derivar en una indiferencia para con la Ley, la moral, la integridad del otro, la posibilidad de reconocerse parte de un proyecto conjunto, de ser ciudadano, etcétera. Pero igualmente pasaría con el amor o con el cuerpo, el uno relegado a ser entendido por psicologías y discursos de autoestima, y el otro no como terreno de reflexión sino de medicamentos e intervenciones clínicas. Preguntas, como puede verse, las hay por doquier, pero la posibilidad de orientarse, quizás ver alguna luz para hacer de esta vida algo mejor, entendiendo que se vive con otros, que se vive gracias a otros, es algo que sin duda no sólo acontece cuando la pregunta es enunciada, hay que continuar en la indagación, hay que apostarse al pensamiento y a tratar de vivir con la autonomía de quien se hace actor de su vida. Vincent Restrepo Corporación Cultural ESTANISLAO ZULETA
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Discusión Miércoles 29 de febrero de 2012 Auditorio CorpoZULETA
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uego de la conferencia preliminar la conversación se encaminó a rastrear qué preguntas hoy en día son decisivas en la escala personal situándonos en lo que podríamos llamar el grueso de la población, y no en intelectualidades refinadas particulares. Así pues ¿cuáles son las preguntas que agobian en estos días y que se parecen a un síntoma el cual la persona lo sufre pero no es capaz de expresar con palabras?; e igualmente ¿qué tipo de interrogantes plantea el contexto de estos últimos años? Fue gracias a esta primera dirección que surgieron varios planteamientos a tener en cuenta. En primer lugar no puede olvidarse la cuestión del sentido de la vida, la angustia de las personas, sin importar edad ni condición, sobre su destino y que quizás se enmarca en el problema del para qué se vive. De ahí que no es gratuita la exacerbación de la creencia religiosa en todos los sentidos, y la paranoia, en donde no hay preguntas seriamente articuladas pero sí respuestas para todo. Esa exacerbación de la creencia tiene hoy sus fuertes, además del ámbito religioso, en la tecnología, la medicina y la política vinculada al programa de la seguridad. Qué grita la salud, el miedo a la finitud; la tecnología, el poder de la dominación; la imaginería, a dónde está lo sagrado; y la política, la necesidad de sentirse protegido. Es notorio comprobar cómo lo que se ha idealizado fracasa y por eso la creciente pero aún
Pintura: “El grito” de Edvard Munch
minoritaria inconformidad de un lado y el adormecimiento que genera el consumismo del otro; consumismo narcótico que muestra el drama de no tener lazos ni comunidad y de ahí la creciente simpatía por las redes sociales, el viraje entre la indiferencia y la neurosis, la insolidaridad y el vaivén de los nuevos ismos: ecologismos, nacionalismos, y la tradición convertida en una mercancía. La ilusión de comunidad es así la masa volcada al juego y a la diversión, que es inepta al razonar su propia visión del tiempo, de la vida y de la muerte. En ese sentido se consideró el tema de las raíces, ya que no las tenemos y vivimos como una veleta, indiferentes y desesperanzados. Finalmente tampoco se escabulló un intento de iniciar una reflexión que piense el significado de las redes sociales, las cuales evidencian temas importantes: el yo qué significo, qué represento, quién soy, para qué existo, cómo me conocen, etc; además de la manera como se plantean tanto la creatividad y la originalidad. Y es que no es gratuito que el mundo virtual llene con soluciones esas representaciones del ser y que por eso se amolde tan bien a la presente época y que llegue a ser preferido en muchos casos por encima del difícil mundo real. Eduardo Cano Miembro Fundador Corporación Cultural ESTANISLAO ZULETA
Pintura: “Angustia” de David Alfaro Siqueiros
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La conversación del miércoles Ciclo 2012: De la cultura que tenemos a la cultura que queremos Conferencia central APREMIANTES PREGUNTAS DE NUESTRO TIEMPO EN TORNO A LA EXPERIENCIA AFECTIVA Y A LA VIVENCIA DE LOS SOCIAL Miércoles 7 de marzo de 2012 Auditorio Comfama San Ignacio Por: Alejandro López* Miembro Fundador Corporación Cultural ESTANISLAO ZULETA
formaciones reactivas y haciéndose síntomas, tanto en lo individual como en lo colectivo. Esto que aquí describimos, bien sea que se logre configurar la pregunta y darle el trámite respectivo o bien que se genere la formación reactiva, nos define a la modernidad como un tiempo en el que todo está abierto a la posibilidad de la crisis. En la perspectiva que nos ofreció el conferencista, la literatura moderna nos ofrece un territorio expedito para la exploración de los problemas que nos sitúan de cara a la crisis, algunos ejemplos de ello: La muerte de Ivan Ilich de Tolstoi, problematiza el trabajo, la casa, la familia y el matrimonio. Las afinidades electivas de Goethe, se pregunta por el amor, el matrimonio y la pareja moderna. La metamorfosis de Kafka, cuestiona la identidad, la familia y el trabajo. Así las cosas, esta configuración de la modernidad como tiempo de la crisis, teje relaciones que son complejas y difíciles, frente a las cuales la racionalidad es la vía para responder a los porqués que hoy nos planteamos y demostrar la validez de nuestras argumentaciones. Retomando el postulado “nada es todo, ni siquiera la racionalidad” que cuestiona la existencia de absolutos, aunque no de los universales, el campo para la pluralidad y la diversidad queda abierto y es allí donde podemos ubicar algunos de los registros que se encuentran en crisis, muchos de los cuales se configuran como esas preguntas acuciantes de la modernidad tardía y de las cuales se mencionaron veinte asuntos que reproduzco aquí sin desarrollar: 1. Las relaciones entre las clases sociales. 2. Entre los hombres y las mujeres. 3. Entre las generaciones. 4. Las relaciones con la sexualidad. 5. La crisis de la familia nuclear como modelo único. 6. Las
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l reconocimiento de algunos de los rasgos que son fundamentales de la condición humana ha sido un punto de partida común en este proyecto; rasgos que pueden cobrar expresiones distintas según el momento histórico en el que los observemos; en esta ocasión la conflictividad propia de la humanidad es el que se ha resaltado. Sin embargo, dicha conflictividad era reprimida por los ordenamientos éticos y políticos que imponían una mirada hegemónica del mundo y una única forma de comportamiento e incluso de pensamiento, en este escenario la pluralidad y la libertad se vieron conculcadas. Ahora bien, en esta aproximación a una cartografía de nuestro tiempo que podemos nombrar como modernidad tardía, podemos resaltar que la emergencia y la promoción de las diferencias y diversidades constituyen un rasgo esencial suyo en el que esa conflictividad tendrá que expresarse. Dicho de otra manera: el tiempo para la diversidad es también el tiempo de la alteridad y con ello el tiempo para las preguntas y los porqués frente a lo que antaño se deslizaba tranquilamente y se acataba sin chistar, pues ciertas estructuras poderosas así lo determinaban. De esta manera en nuestro tiempo se han creado nuevos puntos problemáticos para la existencia de los individuos modernos, algunos de ellos derivan en preguntas e inclusive encuentran vías para ser trabajadas a través del pensamiento; sin embargo otros devienen en
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relaciones amistosas. 7. La institución matrimonial. 8. Las crisis con las comunidades a las que pertenecemos. 9. La identidad propia en crisis. 10. La crisis con el trabajo. 11. El diálogo y la dificultad para él. 12. La crisis frente a la política. 13. La crisis profunda con la moral. 14. La del sujeto con el sentido de la vida. 15. La crisis con la tradición. 16. Con el sentido del futuro. 17. La crisis frente a la muerte. 18. La crisis con el goce. 19. Crisis con la ley y la autoridad. 20. La crisis con el sentimiento amoroso. Si he mencionado estos ámbitos de la vida que se encuentran en crisis y que pueden derivar en preguntas, es posible también decir que otros tanto se expresan como formaciones reactivas que llenan la vida y taponan la posibilidad de expresión de las crisis: las barras bravas de fútbol, la explosión de todo tipo de religiones, las idolatrías, la obsesión por la seguridad, en fin, todo tipo de entusiasmos vacíos que se imponen y en muchas ocasiones, si no en todas, se hacen irracionalmente. Estas formaciones reactivas
generan la ilusión de que se escapa de la crisis, pero es tan sólo eso, pues inevitablemente cuatro agobios siguen acechando al individuo contemporáneo: la soledad, la angustia, la melancolía y la culpa. Ahora, frente a esta situación, sin duda nada fácil, debemos encontrar también la posibilidad de posicionarnos y construir creativamente, avanzar en la conquista de nuestra autonomía, reinventarnos la existencia y hacerla desde la libertad. Reto complejo, pero que si sabemos estar a la altura de estas exigencias podremos gozar la aventura del vivir.
* Por algunos motivos que escapan a nuestra voluntad, Carlos Mario González, conferencista central de La Conversación del miércoles, no ha podido escribir la reseña de su conferencia. Basado en el esquema de su exposición y en las notas que he tomado durante la misma, he organizado el siguiente texto consciente de que nunca logrará suplir lo que él nos hubiera podido ofrecer, pero también buscando fidelidad a sus planteamientos y con el ánimo de que el boletín no fuera publicado sin la reseña de cada una de las partes que lo constituyen.
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La conversación del miércoles Ciclo 2012: De la cultura que tenemos a la cultura que queremos Tertulia Miércoles 14 de marzo del 2012 Deck del Claustro de San Ignacio
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Un hombre joven se descubre agobiado porque está a poco de ser expulsado de un lugar y porque, si bien esa expulsión es inminente e inevitable, no tiene hacia donde ir… Él está obligado a irse hacia Ningúnlugaraún” Ese, más o menos, un sueño recurrente que ha tenido Alejandro, uno de los asistentes regulares a la tertulia, y que ofreció porque lo creyó pertinente para lo que se hacía en ese nuevo encuentro de cada mes. Bien, ¿su sueño está vinculado en modo alguno con el destino actual de la humanidad? Una primerísima aclaración necesaria para la conversación posible de ser adelantada entre los contertulios de la ocasión: el marco temporal que abarca el objeto sometido a reflexión, objeto que fue el de la indagación desarrollada y ofrecida en la conferencia, y que aparecía referenciado en el título de ella así “nuestro tiempo”: es el tiempo, la época, el tejido de relaciones en que sucede la existencia nuestra, aún la de otros que nos antecedieron y la de otros que vendrán: la modernidad tardía según le nombró el conferenciante y algunos otros. Aquí unos de sus rasgos: es el tiempo vaciado de verdades absolutas; el tiempo en que se anhela el establecimiento de referentes de validez universal, válidos para cualquier ser humano que transite la tierra, un ejemplo de ello son los derechos humanos; es el tiempo del conflicto como producto de la diversidad y que es motor del acontecer social; el tiempo de la mujer y del hombre kantianos, que cuentan con la racionalidad y su ejercicio como una fuerza para intervenir en el destino, tanto individual como colectivo; del hombre y de la mujer que se preocupan y se preguntan por el sentido de la existencia, por vivencias destacables de sus vidas como son las que tienen que ver con el amor, la amistad, la muerte, la sexualidad, la justicia; es un tiempo en el que hay quienes hacen de esas vivencias ocasión para un intento: la reflexión, y en el que hay quienes sólo se dan a sufrirlas, padeciendo síntomas y relaciones dañinas con ellas como son ciertas experiencias de la soledad, de la angustia, de la melancolía y de la culpa; un tiempo, el nuestro, que puede ser adjetivado con la expresión que dirá todo en él está en crisis. ¿Qué significa que todo esté en crisis, permanentemente? Eso, en todo
caso, no significa ausencia total de seguridades, así sean éstas transitorias, momentáneas, susceptibles de modificación. ¿Y el habitante de ese tiempo, quién y cómo es? Es el individuo moderno, un individuo en crisis que está inmerso en una crisis trascendente a él; está obligado a hacerse cargo de su vida; él tiene la posibilidad de representarse el futuro en el tejido de relaciones y dimensiones en que realiza su vida: en la familia, en el trabajo, en la configuración de su identidad. ¿Y cómo vive ese individuo? ¿Es posible vivir en crisis constantemente? ¿Cómo vivir con la crisis? La crisis al interior de la que se erige la vida de ese individuo promueve en el ser de él la angustia y ella puede ser vivida de dos formas, cada una con derivaciones y exigencias: como incomodidad que anima la búsqueda de respuestas, creencias y afirmaciones absolutas que lo libren de ella; o bien como inquietud que lo obligue y prepare para someterse a preguntas que si bien no lo libran de ella, puede ser que tampoco lo induzcan a la negación de ella, o a la incapacidad de sostenerse en ella que se realiza por ejemplo en la depresión. ¿Hacerse preguntas? ¿Se llega al mundo –a ese mundo en crisis– sabiendo interrogar, dudar filosóficamente? ¡No!, una formación que prepare al ser para hacerse preguntas, a hacerlo en profundidad, es necesaria. ¿Cómo se forja a un ser para afrontar la crisis?, ¿cómo y dónde se hace eso; qué intervenciones hacer?, ¿en función de qué establecer alternativas que atiendan a esa intención –la de forjar un ser que se avenga mejor con la crisis? Las que sean, deben incluir la posibilidad de que el ser piense, sienta, se conmueva, de que establezca una relación más compleja, ardua, con el lenguaje, de que tenga la ocasión de dudar, de abrirse a posibles no reconocibles; que lo dispongan a elaborarse en una proposición tal: encara el vivir, individual y colectivo, sin apelar a fundamentos intocables, cerrados, acabados, a autoridades absolutas eximidas de toda crítica o duda (dios alguno, dogmas, misterios). He ahí la pérdida, el abandono de los referentes absolutos, he ahí una exigencia que implica la dificultad de existir en nuestro tiempo. La vida es hoy más compleja, menos
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homogénea, más diversa. En esa vida es que sucede la existencia del individuo moderno. ¿Cómo existir en ella: dándole la espalda; o creativamente, –filosofándola, interrogándose intensamente–? Y ¿es eso posible, que un individuo viva dudando, preguntando y haciendo críticas? Un individuo así, crítico, es hoy día, aún, cosa rara, ¡no pululan en las sociedades los sujetos dados a interrogarse y a interrogarlas! Si es cierta de principio a fin la siguiente afirmación “Nadie puede sostener la existencia en el escepticismo”, que es adonde podría conducirse quien se interroga por todo, entonces ¿qué hace tolerable la vida del ser humano en nuestro tiempo? ¡El sentido de la posibilidad!, la sensación de que lo que es puede no ser o que puede ser de otra forma. Y a la hora de preguntarse por los posibles para la humanidad, no se puede pensar en ella como una esencialidad; no se puede olvidar el papel que juegan los contextos económicos, políticos, culturales, ni tampoco las determinaciones subjetivas, condiciones y contenidos de la criatura humana, de su existencia. También conviene nunca olvidar que no todo se resuelve en la razón, por la voluntad, con la consciencia –como se creía en el proyecto de la modernidad–, a la hora de vérselas con la angustia, el ser se vale de ideas, de imaginaciones, de representaciones, de la producción de sentidos, de caminos para que la angustia fluya, para que no se estanque y no se vea anegado en ese estancamiento.
¿Qué es lo que queremos como humanidad? Si bien la angustia es una vivencia común a todo ser humano, puede haber gente que no se sienta angustiada, o que no se preocupa de conocer las causas que promueven ese estado anímico. Los movimientos sociales de los últimos años son un ejemplo de la inquietud en que habita el individuo moderno y de una manera de diligenciar esa inquietud: cuando se vincula la reflexión de la vivencia personal con la de la vivencia colectiva, la intervención posible de ser acometida se potencia. ¿Cómo filosofar el vivir en comunidad y como individuo? ¿De qué valernos para existir como individuos y comunidades en crisis y de frente a la angustia que la acompaña? Esa es una pregunta obligada para los seres de este tiempo, para deseantes, para quienes pretendan hacer una vida singular, autónoma, creativa, y que quieran situarse a la altura de las exigencias del nuestro tiempo, para quienes convengan en reconocer que nadie es hechura de sí mismo por completo y en asumir la crisis como condición para la evolución, para la transformación, para el advenimiento a otros contenidos y formas para la existencia. Santiago A. Gutiérrez Miembro Fundador Corporación Cultural ESTANISLAO ZULETA
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La conversación del miércoles Ciclo 2012: De la cultura que tenemos a la cultura que queremos Pensador o pensadora de referencia «La moral se dirige a los individuos; pero, en política son sobre todo los grupos (los estados, las clases sociales, las masas, los partidos, las corrientes…) los que cuentan y actúan. La moral es universal o tiende a serlo. ¿Cómo podría serlo una política que opone por definición —sin conflicto no hay política— un campo a otros? La moral establece unos fines. Pero en política son los medios casi siempre los que plantean problemas. Estar a favor de la justicia, de la felicidad, de la libertad no forja una política. Y los buenos sentimientos no pueden sustituir a un programa, cosa que queda ilustrada en cada elección. ¿Por qué entre diferentes candidatos honorables por igual el más apreciable como individuo iba a ser el mejor hombre de Estado?» La sabiduría de los modernos André Comte-Sponville – Luc Ferry
André Comte-Sponville, nacido en 1952, es un filósofo francés y miembro del Comité Consultivo Nacional de Ética Francés desde marzo de 2008. Filósofo materialista, racionalista y humanista. Antiguo alumno de la Escuela Normal Superior de París (donde fue alumno y amigo de Louis Althusser), André ComteSponville fue durante mucho tiempo conferenciante de la Universidad de la Sorbona, de la cual dimitió en 1998 para dedicarse exclusivamente a la escritura y a otras conferencias ajenas a la universidad. Luc Ferry, estudió en el Liceo St. Exupery y a través del Centro Nacional de Educación a Distancia. Se licenció en Filosofía y Ciencias Políticas en las Universidades de La Sorbona y Heidelberg. Doctorado en Ciencias Políticas impartió clases en el Instituto de Estudios Políticos de Lyon, la Universidad de Caen y la de París VII. Miembro del UMP, ocupó varios cargos gubernamentales, entre ellos Ministro de Juventud, Educación e Investigación entre los años 2002 y 2004. Es autor de libros filosóficos, dentro del humanismo secular y lejos de cualquier extremismo.
Próxima conferencia: ¿Es posible una ética que supera el deber? Texto de referencia: El crepúsculo del deber Gilles Lipovetsky Miércoles 11 de abril 6:30 p.m. Auditorio Alfonso Restrepo Moreno Comfama San Ignacio (cuarto piso)
Boletín de La conversación del miércoles Edición del 21 de marzo del 2012 Revisión editorial: Alejandro López Diana Suárez Vincent Restrepo Diagramación: Vincent Restrepo
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