Boletín de La conversación del miércoles - Mayo 2014

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La conversación del miércoles Ciclo 2014: De amores, sexualidades y géneros ISSN 2382 - 3763

hombres MUJERES

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Mayo

¡Nuestro boletín número 30!

Boletín #30

¿No somos sino


La conversación del miércoles Ciclo 2014: De amores, sexualidades y géneros ¿Por qué nace La conversación del Miércoles?

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unca, como la nuestra, hubo otra época en la que el ser humano estuviera más desconcertado y confundido con respecto a lo más esencial suyo. Todo, absolutamente todo está en duda: el amor y su realización, la sexualidad y sus límites, el sentido de la existencia, la posición ante la muerte, la condición de mujer y de hombre y la expresión de nuevos géneros, la relación de los adultos con los niños y los adolescentes, las formas de poder económico y político que han de regir en la sociedad el lugar de la justicia y la libertad, de la igualdad y la equidad en los diversos vínculos humanos, en síntesis, y para no alargar más la lista, que nuestra época se caracteriza por tenerlo todo en crisis. Pero, si bien que estemos permanentemente en estado de crisis, es decir, en estado crítico, es algo que nos angustia, también esta situación tiene su aspecto positivo, ya que nos pone de cara a pensar lo que somos y a reinventar la vida en aras de lograr unas mejores posibilidades y realizaciones para ésta, tanto en el plano personal como en el colectivo. De la conciencia de esto y de la necesidad de aportar algunos elementos de reflexión que permitan enfrentar lo más creativamente posible la crisis que nos cruza, y no dejará de cruzarnos, es de donde nace LA CONVERSACIÓN DEL MIÉRCOLES. ¿En qué consiste La conversación del Miércoles?

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s un espacio en la ciudad para que el hombre y la mujer del común puedan encontrar una referencia en los logros del conocimiento que nos han legado la filosofía, el psicoanálisis, la historia, la ética, la literatura, etc., de tal forma que accedan de manera más propia a los diversos problemas que cruzan nuestra existencia en tanto individuos y sociedad. La intención es “llevar” el gran pensamiento que la humanidad ha producido, de las cerradas e indiferentes élites académicas, hasta el hombre y la mujer del común, con el propósito de que frente a los problemas que agobian la vida en el presente se provean Boletín de La Conversación de herramientas de reflexión que permitan a cada cual del Miércoles escapar de esos discursos de consejería y orientación que como los de la autoestima, la sexología, etc. quieren recetarle a la gente qué vida hacer y cómo realizarla, Contenido encontrando, mejor, una vía en la que cada uno se haga cargo de sí mismo, piense su particular situación e invente su propio destino. Grupo de estudio - Conferencia Preliminar

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¿Para qué está concebida La conversación del Miércoles?

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ara contribuir al desarrollo de una ciudadanía más reflexiva y crítica, que compruebe que el gran pensamiento de la humanidad no tiene que estar restringido a los recintos académicos; de una ciudadanía que sepa reconocer que para hacer una buena vida no hay ni fórmulas, como las que vienen propalando tantos consejeros que pululan, ni destinos naturales, como los que difunden quienes quieren hacernos creer que nuestro ser está escrito en nuestra biología; en fin, una ciudadanía más dueña de sí y más capaz de asumir que la maravillosa vida humanase puede hacer de muchas maneras, pero no de cualquier manera.

Grupo de estudio - Discusión Página 4 Conferencia Central Página 5 Tertulia Página 11 Cine en Conversación Página 14

Carlos Mario González Miembro Corporación Cultural ESTANISLAO ZULETA Profesor Universidad Nacional

Pensador de referencia Página 16


La conversación del miércoles Ciclo 2014: De amores, sexualidades y géneros

Grupo de estudio Miércoles 30 de abril de 2014 Auditorio CorpoZULETA

Conferencia preliminar

¿Sólo somos hombres y mujeres? “Lo natural”…

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e presuponía que el género era una expresión natural del sexo – aunque aún no tenemos claro qué es el sexo- o una constante cultural que ninguna acción humana era capaz de modificar. Es decir, que la biología define aquella identidad que tenemos dentro de un contexto cultural que sólo admite dos posibilidades bien diferenciadas (y en la mayoría de los grupos sociales jerarquizadas): ser mujeres o ser hombres. Pero, ¿en qué consiste eso de ser hombre o mujer en los discursos que no admiten discusiones frente a lo que debería ser una mujer o un hombre? Las respuestas son concretas y lapidarias, aunque la realidad las haga tambalear fácilmente: Ser hombre implica nacer con pene, tener la imagen de un hombre y cumplir las funciones reproductivas que un pene debería cumplir; ser mujer implica nacer con vagina, tener imagen de mujer y disponer sus órganos de tal manera que pueda reproducirse. De entrada la anatomía define aquello que seremos para siempre sin discusión y establece como anormal todo aquello que se salga de ese estrecho marco. Cabe anotar que

Andrógino Tomada de: http://eltonjrworld.blogspot.com/2010/11/androginos.html

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desde ese mismo determinismo biológico también se define lo heterosexual o el ser heterosexual como aquel ser que cumple con dicha matriz; todo lo demás está condenado desde ese punto de vista a lo anormal y debe caer sobre aquellos que no cumplan dichas condiciones un manto de supuesta anormalidad y censura que también define su identidad como homosexual o bisexual y reprime a la vez sus formas de comportamiento. Cabe hacerse la pregunta de si ¿podríamos definir lo heterosexual, homosexual o bisexual desde otro marco o de si estas son categorías que surgen a partir de normas establecidas por la matriz expuesta anteriormente? ¿O, dicho de otra forma, hay un marco objetivo, sin ambigüedades desde el cual podamos definir lo homosexual o lo heterosexual? Sin embargo, la humanidad y la naturaleza toman rutas distintas a las que traza la cultura y hoy estamos ante una cantidad de desviaciones de la supuesta matriz “normal” que por lo menos nos hace plantear algunas preguntas difíciles de responder que podrían hacer anacrónicas las categorías de hombre y mujer como únicas formas posibles, y al mismo tiempo las categorías de heterosexual y no heterosexual (lo otro) podrían quedar sin fundamento. Comencemos por preguntar si aquello del sexo no tiene que implicar necesariamente otras condiciones, aparte de nacer con pene o vagina, dentro de esta matriz estrecha; la naturaleza también combina y a seres con pene les puede atribuir mayoritariamente la producción de estrógenos y a seres con vagina también les puede atribuir mayoritariamente la producción de andrógenos, más si tenemos en cuenta que en el momento actual venden estas hormonas para que la gente decida si las toma o no. De aquí puede resultar que seres con pene tengan atributos que mayormente aparecen en seres que nacen con vagina o viceversa. También cabe anotar que aparecen seres con ambos órganos genitales (pene y vagina) para los cuales la matriz dominante no tiene una respuesta clara sobre cuál ha de ser su devenir, ¿serán hombres o serán mujeres? Tendríamos entonces que estrechar un poco más


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las condiciones para que la naturaleza sea la que nos fundamente como hombres o como mujeres, como heterosexuales o no heterosexuales y por lo tanto tendríamos que excluir a más seres de tener una identidad como hombres o como mujeres. Admitiendo que esta fuera la matriz que funciona entonces tendríamos por lo menos que reconocer que hay seres que no son hombres ni son mujeres y que otra cosa deben ser, aunque la cultura continúa exigiendo que nos definamos dentro de una de estas dos categorías. Cabe resaltar la violencia normativa de esta matriz, es una matriz que no admite diversidad en la identidad de género para algunas personas que la

poseer los de la imagen que se muestra y que se gusta de la imagen y los órganos opuestos como objetivo de deseo. Ese pensamiento está ligado finalmente con lo “natural”, con esa matriz fundamental y cerrada que funciona a partir de un determinismo, en este caso no de la naturaleza sino de la imagen. Sigue existiendo una especie de ligazón entre sexo, género y sexualidad que debe romperse si no se quiere caer en determinismos anacrónicos. Si bien es cierto que las culturas tienen definido desde hace mucho tiempo la imagen de hombres y mujeres al igual que sus gestos y sus roles, también es cierto que han emergido desde siempre nuevas formas que evaporan esa imagen que el tiempo se había encargado de condensar. Los choques culturales, las comunicaciones, la moda,… juegan un papel determinante para que la imagen de hombres y mujeres se transforme. En ese sentido debe entenderse que la imagen de hombres y mujeres no es una imagen estática y que cada vez se abre a más posibilidades. Sin embargo, las imágenes en su diversidad no se condensan en ocasiones en forma de imagen de hombre o de mujer, y aunque se condensaran no toman forma permanente. Nos resulta complejo diferenciar a ciertas personas que tienen rasgos femeninos y masculinos al mismo tiempo y también es difícil encuadrar a alguien que en ciertos momentos se presenta con una imagen de mujer y en otros con imagen de hombre. Deberíamos decir entonces que si la identidad es aquello que permanece entonces hay identidades de género distintas a ser hombre o mujer o que el sujeto en cuestión no posee identidad de género. Para algunas personas el no poseer identidad de género provoca una crisis, la pregunta constante de si soy hombre o mujer se puede convertir en objeto de constante sufrimiento, inclusive de remordimiento y sin embargo para otros es un asunto que no presenta la más mínima importancia, aunque también hay otros que definen su identidad negando ser hombres o mujeres y asumiendo nuevas identidades que se salen de esta dicotomía. Esto hace pensar en que la identidad de género no es un imperativo para todo el mundo pero sin embargo sigue siendo importante para muchas personas.

«¿Si no es la naturaleza aquello que determina el género, qué es lo que lo determina? ¿Hay algo que lo determine? ¿O el género se determina y se reproduce a sí mismo?» necesitan. Si no se cumplen estas condiciones hay un veto de identidad, un veto a la sexualidad y un veto a la forma de gozar de los seres. También es fundamental notar que de esta forma se sostiene la reproducción y las estructuras fundamentales del parentesco en una sociedad determinada. “Lo cultural”… ¿Si no es la naturaleza aquello que determina el género, qué es lo que lo determina? ¿Hay algo que lo determine? O ¿el género se determina y se reproduce a sí mismo? Proyectamos una imagen ante el mundo, no salimos ante las personas mostrándonos desnudos o con una etiqueta que diga que deseamos a los hombres o deseamos a las mujeres; a partir de la imagen que proyectamos las sociedades pretenden inferir cosas que la imagen no muestra, es decir, hay una suposición de algo que va más allá de esa imagen. Si nos presentamos como hombres ante el mundo inmediatamente hay una asociación de que poseemos un pene y de que nos gustan las mujeres; lo mismo le pasa a aquellos seres que se presentan ante el mundo como mujeres. Si no es así, entonces se puede llegar a pensar que independientemente de los órganos que se posean se quiere

Ferney Alejandro Mesa Amigo Corporación Cultural ESTANISLAO ZULETA

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Grupo de estudio Miércoles 30 de abril de 2014 Auditorio CorpoZULETA

Discusión

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ambos o del no ser ninguno de los dos nos es posible o deseable, y es por eso que en la cotidianidad misma se afirma el despliegue del ser. De ahí lo grave de pasarlo por alto sin pensarlo pues la ideología dominante asigna roles que no se corresponden necesariamente con lo que percibe cada uno de sí: rol del hombre, rol de la mujer o incluso el rol del homosexual, todos ellos basados en estereotipos que hoy en día se tornan evidentemente anacrónicos. Aun así, el dilema no se resuelve fácilmente. Necesitamos del lenguaje, de su gramática para dar nombre, para interpretar, la ciencia misma nos conduce a pensar con categorías, marcos de referencia específicos y bien delimitados que impidan la posibilidad del error, es por eso que es necesario tratar de comprender cuáles son los límites del lenguaje cuando señalamos a un ser humano, pues en el nombrar intentamos atrapar la escurridiza realidad, pero la identidad, ese ámbito de lo inaprensible, la reafirmamos en circunstancias y pulsiones. La sociedad de hoy no tiene la referencia de la solidez, hermana de ese dios que dictaba el curso del bien y del mal, ni la justificación última que explique lo correcto y lo incorrecto, asistimos por el contrario a un ámbito plural en donde formas antes rechazadas desde el género, el amor y la sexualidad son ciertamente válidas, es así que ya no estamos amparados en las justificaciones binarias del pasado, hombre, mujer, sino en las abiertas y conflictivas posibilidades del presente.

ste nuevo encuentro para el estudio inició con ciertas inquietudes dejadas por la exposición preliminar, inquietudes en las que siempre será necesario ir despacio con las definiciones y los términos para evitar una naturalización que impida reflexionar condiciones y circunstancias. Es así que al volver sobre género e identidad se presenta la necesidad de tener aquellas palabras como enunciados de un hacer, de un vivir, y no como sustantivos dados, género e identidad vienen así de la relación y el contexto, de manera performativa, es decir, de un despliegue del ser en los entornos reales e imaginarios con los que interactúa la persona, por eso cierta invitación a poner entre paréntesis el género como un determinante inamovible y tomarnos en principio como seres humanos. Esa misma situación de despliegue del ser la podemos pensar con el lenguaje, el cual nos da forma en la medida en que lo aprehendemos, forma que permite y que a su vez es ambigua, pues la comunicación difícilmente es unidireccional, es interpretación; de ahí que los términos que utilizamos son móviles, diferente al ámbito científico y por lo cual se vuelve importante pensar la categorías, ya que tanto la ciencia como la cultura responden a discursos dominantes que generalmente configuran y casi que enfrascan lo que desde el despliegue del ser y desde la movilidad del lenguaje no es posible encasillar. Es decir: se dice que alguien es hombre porque responde a unos juicios previos que identifican lo que se espera con lo que se percibe, se ve a un humano con pene y dice el padre “es un niño”. Sin embargo no se puede excluir la necesidad de nombrar ni por ende el uso de categorías, entonces ¿hasta dónde son útiles las categorías? En este mundo en el que todos nos hemos desarrollado con mayor o menor angustia o goce, referenciados por categorías tales como hombre – mujer, es en donde ese despliegue del ser entra en acción u omisión, jugando con la categoría binaria del género, de ahí cierta necesidad de mímesis y de transgresión, conscientes o no, para encontrar formas singulares de vivir y hacer el placer en la existencia, en otras palabras: es en la cotidianidad en donde asumimos qué tanto del ser hombre, del ser mujer, del ser algo de

Eduardo Cano Miembro Corporación Cultural ESTANISLAO ZULETA

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Conferencia central Miércoles 7 de mayo de 2014 Auditorio Comfama San Ignacio

¿Sólo somos hombres y mujeres? Introducción (*) omos más que hombres y mujeres, pues hay que hablar al menos de cuatro géneros en nuestro tiempo. Con esta tesis comenzó la conferencia que Carlos Mario González ofreció en Comfama de San Ignacio el pasado 7 de mayo de 2014. La pregunta por ser hombres y/o mujeres es una que atañe de forma directa al género, pues entendemos por este la forma en la que nos presentamos ante el otro. Forma que en ocasiones puede disociarse del órgano viril o de hembra del que viene originalmente dotado nuestro cuerpo. Disociación que en los animales no está presente, por lo cual nuevamente la naturaleza no es nuestro punto de referencia para explicar esto de lo humano a lo que nos enfrentamos a través de este tema. Judith Butler dice que género es performativo, aludiendo a la palabra que hace acto, es decir, una palabra que al ser pronunciada marca, en buena medida, los derroteros de la existencia. Pero a ello hay que agregar que en el ser humano la palabra en general es performativa porque ella nos hace, tanto en el orden de la conciencia como en el orden de lo inconciente. Y es que el ser humano, hay que repetirlo, no es una criatura que llega lista al mundo sino que se va haciendo históricamente merced al lugar, al tiempo, a las relaciones, al tipo de sociedad, a las prácticas en las que se desenvuelve. En ese sentido nuestro carácter de seres históricos conduce a que las formas fijas, eternas, invariables, cristalizadas, no son propias de lo humano.

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común. También es claro que seamos seres de lo social, dado que la sociedad de la que hacemos parte habla en nosotros. Pero Freud hace un aporte que complejiza mucho lo humano ubicándonos como seres trifontes, pues a más de individuos y seres sociales, somos sujetos. Ser sujeto no es equivalente a ser individuo, de hecho se trata de dos experiencias que pueden llegar a ser antagónicas, pues sujeto es equivalente a singularidad, valga decir, lo que es único, irrepetible, inclasificable; el sujeto no puede ser masa, ni puede ser calcable, ni siquiera puede hacer comunidad. Así que cada cual podría decir que las lógicas de su deseo, de su amorosidad, son exclusivamente suyas, es más, la subjetividad no queda controlada ni siquiera por la propia conciencia y en muy buena medida determina lo que somos y lo que es posible hacer. Los físicos hablan del Bing-Ban como un acontecimiento singular, con lo cual lo ubican como un acontecimiento único que no tiene repetición, así, en la escala humana cada cual es una singularidad incluso aunque haga esfuerzos denodados por negar dicha singularidad sumándose, por ejemplo, a expresiones de masa que pululan en nuestra sociedad. El cuerpo El cambio de sexo es un síntoma de nuestra civilización, en el sentido de que es un signo distintivo de nuestro momento histórico y por ende se constituye en un indicador de lo que somos como civilización. El cambio de sexo que se da entre nosotros de forma cada vez más frecuente, da cuenta de una voluntad modeladora del cuerpo. Se trata de una exacerbación de la libertad, en tanto se interviene la raíz más propia del cuerpo para modificarla y acercarla a la imagen fantasmagórica que reclama la propia identidad. Quienes adelantan un cambio de sexo frecuentemente expresan que ello responde a algo muy íntimo, muy autentico, muy apremiante y muy sincero de su propio ser.

Seres trifontes A la clásica distinción que nos ubica en la partición individuos–sociedad, la propuesta freudiana le agrega la subjetividad. Es decir, Freud reconoce que somos individuo y de este lado bien podemos ubicar aquello indiviso, coherente, aquella dimensión que nos hace seres capaces de integrarnos a formas colectivas, gregarias o incluso de masa. Los individuos pueden reconocerse en comportamientos idénticos en un momento dado y es a partir de esta condición de individuos que pueden ubicarse en el seno de un proyecto

* Advertencia: el presente texto corresponde a una reseña de la conferencia central. Al final del mismo se dan los créditos necesarios. Lo que aparece en comillas son expresiones textuales del conferencista. 5


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Ahora, la sociedad Occidental se ha armado sobre la idea de una sexualidad normativa que marca un deber ser heterosexual para la elección de objeto y una correspondencia entre el aparato reproductor y el género con el que nos presentamos antes el mundo, pero entender la complejidad de lo humano y saber que el devenir subjetivo conduce a expresiones de género mucho más diversas y hondamente ancladas a la identidad del ser, nos exige asumir una posición política que se hace efectivamente democrática cuando incluye y ampara en el derecho a toda expresión sexual y de género por minoritaria que sea, pues el carácter de minoría no es criterio para descalificar ni desatender, ni el de mayoría es criterio para oprimir o imponer. A lo que se podría sumar que todos, en alguna dimensión de nuestra vida, somos minoría, un ejemplo es que “desde que tengo uso de razón política he hecho parte de una minoría… democrática”, en términos de opción política.

para el reconocimiento de uno que anhelamos que haga el otro. De otro lado, la identidad está articulada a la diferencia, pues a través de ella nos diferenciamos del otro y nos reconocemos en lo que es propio. Ella es el gran UNO de nuestra vida, es el punto que articula una serie de rasgos disimiles que nos sostienen frente al otro. Pero lo más relevante para lo que se quiere proponer aquí, es señalar que todo lo concerniente a la identidad está arraigado a lo inconciente. Lo que se está poniendo en juego es una imagen que anida en lo más propio y auténtico del ser, en lo inconciente. En esa medida, la identidad no es natural y ella se procesa vía las identificaciones, pues todos somos muy proclives a las identificaciones porque estamos profundamente marcados por el otro en lo que somos. Así pues, la identidad da cuenta de una articulación que acaece en el sujeto a partir de rasgos que apropia del otro vía las identificaciones, tanto las que se dan en momentos tempranos de la vida y que se denominan identificaciones primarias, como las que se dan a lo largo de ella merced al encuentro con los maestros, los amores, los amigos, los conciudadanos, los libros…, y que se nombran como identificaciones secundarias. Dicho sea de paso: lo anterior muestra la inmensa importancia que cobran los libros en nuestra vida, pues lejos de ser simples dadores de

La identidad La identidad es una definición de lo que somos y en esa medida nos es imprescindible para vivir. Es un mojón que marca continuidad en nuestra existencia y en la cual afincamos los cambios que acaecen en nuestra vida, pues no somos una suerte de rio de Heráclito que está sometido todos los días a transformaciones. La identidad es punto de referencia imprescindible para avanzar con algún grado de coherencia en la vida, es un trazo de permanencia, una continuidad de lo que soy. La referencia suprema de identidad es el Yo, considerando que este es un hilo tendido para sostener una continuidad imaginaria de lo que somos que conecta nuestra adultez o nuestra vejez con ese bebito que también fuimos. Un ejemplo máximo de identidad es el animal que está fijado a ciertas formas de ser, de proceder, de comportarse y es precisamente esa fijeza la que niega la historia en lo animal. En cambio el ser humano nace carente de identidad y la va conquistando e historizando a lo largo de su vida, por lo cual puede transformarse, puede asombrar. Así, la identidad no está negada al cambio, sino que es un anclaje para los cambios que se operan en nuestra vida. Es un punto de referencia para el ser, pero es relativa, frágil, transformable: una experiencia afectiva, por ejemplo, nos pueden transformar. La identidad es una síntesis entre el pasado, el presente y el futuro (especialmente el futuro puede incidir profundamente en lo que somos). Ahora, la identidad no sólo es un recorte formal y físico, sino también una forma de hablar, de comportarse, de proceder, de moverse. Es lo que le provee a uno una imagen de sí, una imagen valorada que sirve de soporte

«(...) el ser humano nace carente

de identidad y la va conquistando e historizando a lo largo de su vida. » información, lo que los libros nos ofrecen se constituye en parte de nuestro ser. Además, si la identidad está arraigada en lo inconciente, eso indica que ella no se asunto de quitar y poner, y en esa medida la identidad de género clama desde lo más arraigado del ser, constituyéndose en lo que fantasmáticamente se ha construido como una imagen valorada de sí. En esa medida, la imagen que el espejo devuelve puede llegar a ser escabrosa para el sujeto al no cuadrar con lo más profundo que su ser le reclama. Tres tipos de identidades También es el ser humano una criatura de vocación identitaria, por lo cual podemos hablar de

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Mitad hombre mitad mujer [Fragmento] - Leland Bobbé Tomada de: http://i1.huffpost.com/gen/723577/thumbs/r-MAQUILLAJE-DRAG-QUEEN-large570.jpg

identidades múltiples, individuales y colectivas, que hacen presencia en cada cual. Entre esas múltiples identidades, lo pertinente aquí es resaltar tres tipos de identidades que para efectos analíticos es menester diferenciar y que no hacerlo conduce a múltiples confusiones, algunas de las que frecuentemente hacen presencia en los discursos feministas. Hablamos pues de la identidad biológica, la sexual y la de género. La identidad biológica tiene que ver con lo real del organismo(**) que nos ha provisto la naturaleza. Provisión con la que hay que contar en el punto de partida y que es muy importante porque desde antes de nacer ya está atrapada en la malla del lenguaje y está cargada, vía el significante, de valoraciones. Esta identidad se puede expresar de cuatro formas: machos, hembras, andróginos o hermafroditas. Se trata pues, de cuatro tipologías del cuerpo real que no garantizan ni la identidad de género ni la identidad sexual. La identidad sexual es efecto del proceso de castración por el cual transita todo ser humano cuando la función de la ley que hace presencia en la vida a través de alguna figura primordial, rompe con el goce de plenitud en el que se encuentra el bebito acogido por la función del amor, agenciada también por alguna figura primordial, por ejemplo, la madre o cualquier sustituto de esta. El ser humano no nace sexuado, ni llega armado como ser de deseo o de goce. La sexualidad, como casi todo en el ser humano se procesa en su historia, por tanto, es vía las identificaciones que se va a procesar un tipo de orientación sexual específica y unas

modalidades de realización de su goce. Así pues, una respuesta a la castración tendrá que ver con el tipo de objeto que se constituirá en el objeto privilegiado de deseo, lo que se evidencia en el hecho de que ningún ser humano se apresta a tener encuentros sexuales de forma indiscriminada. Así pues, cuatro caminos se abren para esta elección. Heterosexuales: gozaré con aquel que especularmente me depare una imagen diferente a la mía; homosexuales: gozaré de otro que especularmente me devuelva una imagen semejante a la mía, salida esta tan compleja y tan válida como la primera, e identidad que nadie eligió concientemente; la bisexualidad y la asexualidad, entendiendo por esta última la posición de algunos seres que optan por vivir de espaldas a la sexualidad, afirmación que es posible hacer porque la definición de lo humano como ser del deseo, no excluye aquellos casos en los cuales se vive de espaldas a este: “el ser humano tiende más bien a vivir ramificándose en cuanta cosa lo distraiga antes que en comprometerse con tratar de precisar qué es lo que desea”, igualmente puede vivirse de espaldas a la sexualidad. Pero hay otra salida al proceso de castración no menos importante que la primera. Se trata de la modalidad del goce. Sólo se goza de dos maneras: femenina y masculinamente, lo que equivale al goce de ser y al goce de tener. Es esta la otra forma en la que el ser humano resuelve la castración, la falta. El goce masculino es el goce del punto final, el goce de no expandir más, el goce

** Existe una diferencia entre organismo y cuerpo, entendiendo por este último el organismo atravesado por el significante, por lo cual está mucho más allá de las dimensiones meramente biológicas y se trata más bien del escenario en el que tiene lugar lo imaginario.

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diferencia con la desigualdad en términos legales o civiles o políticos o de derechos. La diferencia en el ser humano es una de las anclas del deseo y ella no significa jerarquías, ni desigualdades, ni opresiones. La lucha de género es herencia de la lucha de las mujeres contra la dominación patriarcal y empieza a darse a partir de las reivindicaciones de 1968. La problemática de las mujeres es diferente a la de género, pero esta última es, en buena medida, efecto de la primera. La lucha de las mujeres tiene momentos de apogeo y de epigeo, y hemos de señalar que después de los 80 el movimiento de mujeres ha ido perdiendo fuerza porque lo ha aprehendido el mundo académico. Una cosa es el pensamiento que se gesta en el fragor del mundo social y de las bregas políticas y otro el asunto es el conocimiento que se produce en “ese refrigerador que es la universidad”, máxime en las últimas décadas en que esta se ha ido de espaldas a la sociedad. Mayo del 68 activó nuevos movimientos de reivindicación social, poniendo sobre el tapete el hecho de que los seres humanos no éramos comunes, sino que estábamos divididos, estábamos diferenciados entre unos dominadores y otros dominados y en esa medida heredamos de este momento histórico el género como visor de la realidad para examinar otras realidades que estaban eximidas del ordenamiento social. Hay preguntas que vale la pena hacerse: ¿Qué es el género? ¿Cómo lo deslindo de la biología y de la sexualidad, sin desconocer la incidencia de estos sobre el género? ¿Cómo explicamos el hecho de que alguien diga: “a mí me formaron para ser hombre pero no quiero ser hombre”? ¿Cómo se produce el ingreso a un género? ¿Cómo se reproduce el género? ¿Cómo son los sistemas ideológicos que permiten que el ordenamiento del mundo se considere natural y normal y que esa bipolaridad hombre-mujer se termine considerando la que es de verdad correspondiente a los seres humanos y que soporte como ideal la relación heterosexual descalificando cualquier otra modalidad? A propósito de la pregunta sobre qué es un género: Género y patriarcado son las categorías centrales del feminismo. El género no es una esencia. Las figuras hombre, mujer corren en la historia y tienen transformaciones y variaciones. Esto cobra mucha relevancia porque si

de saber parar, es el goce de afirmar, “es el goce de poner cable a tierra”. El femenino, de otro lado, es el goce de la expansión, el goce de ir más allá de donde se está. Un reclamo femenino es el de no concluir a destiempo por la

«¿Cómo explicamos el hecho de que alguien diga: “a mí me formaron para ser hombre pero no quiero ser hombre”?» profunda insatisfacción que ello genera, pero igualmente es terrible el goce que no tiene conclusión. Ejemplo de esto es el contraste entre una sexualidad prematuramente concluida o una sexualidad sin término. Es menester puntualizar que lo masculino y lo femenino no hablan de una persona, sino que atañen a las formas de gozar y que incluso esas formas del goce pueden hacer presencia en el mismo sujeto. Así pues, la identidad biológica alude a órganos y la identidad sexual se resuelve en las personas elegidas y en el tipo de goce al que se le da curso. Género La identidad de género no es tributaria de la identidad biológica ni de la identidad sexual, valga decir, no está determinada por el objeto que elige, ni por la modalidad del goce, ni por el órgano reproductivo del que es tributario, aunque estos valen y pesan porque están investidos por el significante y en esa medida están valorizados. El órgano empieza a trazar el sendero por donde el otro recibirá el recién llegado y lo incluirá en unas lógicas particulares del cuerpo, de la gestuación, de la estética, del comportamiento. Vale la pena detenerse en el asunto de la identidad, dado que venimos construyendo una argumentación que ubica el género como una de sus expresiones. No sin antes mencionar que existen al menos dos peligros al hablar de identidad: confundirla con la naturaleza y confundirla con lo cristalizado, confusiones que precisamente, repetimos, negarían el carácter histórico de lo humano y de la identidad. Ahora, algunas puntualizaciones necesarias: La identidad tiene una profunda relación con la diferencia, pero es oportuno no confundir la

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tan eficientemente logra el propósito ordenador y adaptador de los individuos a los modelos vigentes. O la pertenencia a ese grupo puede ser una elección consciente del sujeto. Es un colectivo cuyos puntos de articulación son el semblante, por un lado, y los órganos por otro. Entendiendo por semblante aquella expresión con la cual nos ofrecemos al mundo. Se trata de una expresión de nuestra imagen que puede gratificarnos o ingratificarnos, en función de la coherencia que tenga con lo que imaginariamente hemos construido como enunciado de nosotros mismos. En ese sentido, el semblante está fuertemente anclado al otro, por lo que resulta muy improbable que Robinson Crusoe, habituado a la soledad, en una isla, pese a que cuente con un espejo, esté muy preocupado por su imagen. El semblante es una forma de aparecer ante los otros o incluso ante nosotros mismos porque siempre nos suponemos bajo la mirada del otro. El género implica un modo de nuestra existencia cotidiana como personas. Hasta el presente el género se despliega en relaciones de poder jerarquizadas. Al ser una imagen de sí arraigada en lo inconciente de uno, el género no es algo de poner y quitar, pues se trata de “una lealtad a algo que desde el inconciente discursa sobre uno”.

algo es natural, muy poquito podemos hacer con él, pero si una cosa es social pone en juego nuestra responsabilidad. Es una representación social asumida conscientemente. Se trata de la imagen en la que me reconozco, en la que me puedo sentir tranquilo y calmo para presentarme ante el otro. En ese sentido es un guion para el desempeño de papeles y, por tanto, implica cierta teatralidad. Es una representación cultural, pero está inconscientemente articulada. El género ha sido una organización social de la diferencia de los sexos: macho y hembra y en ese sentido implica un conjunto de normas para la expresión y el comportamiento. El género implica la pertenencia a un grupo, lo que bien puede ser por imperativos sociales, que en buena medida son regulados por la familia, esa institución que

La tercera identidad a examinar: la identidad de género Hay más de dos modalidades de género. Podemos hablar al menos de cuatro tipos: hombres, mujeres, hombres-mujeres e inciertos. Los hombres-mujeres son aquellos seres que devuelven una imagen de sí que rompe la continuidad de género a lo largo de su cuerpo, pues partes de este parecieran indicarnos su condición de hombres y partes de esto su condición de mujeres o incluso se nos presentan como hombres o mujeres en momentos diferentes. Son personas que a la manera del bisexual que goza de forma hetero u homosexual, gozan de proyectar una doble imagen de sí. Los de género incierto son figuras aún invisibles, pero que empiezan a incursionar a través del mundo de la moda. Se trata de seres que se esfuerzan por borrar la distinción entre la expresión facial o corporal de un hombre o de una mujer. Parecieran gozar de una figura en la que no se denotan como hombres ni como mujeres. Así pues, asistimos a una época de

Andrógino - Ismael Nery Tomada de: http://es.wikipedia.org/wiki/Ismael_Nery

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Mitad hombre mitad mujer [Fragmento] - Leland Bobbé Tomada de: http://comentarista-independiente.blogspot.com/2012/08/mitad-hombre-mitad-mujer.html

florecimiento casi artístico del cuerpo humano en múltiples expresiones y en combinaciones muy disimiles que rompen con el estereotipo de la bipolaridad y la correspondencia entre el órgano y el género en esa bipolaridad. Siendo evidente que hoy se dan todas las combinaciones posibles: mujeres con órganos viriles que gustan de mujeres o de hombres; hombres con órganos de hembra que gustan de mujeres y de hombres; etc.; etc., mostrando que estamos más lejos que nunca del hecho de que el órgano determine el género. A lo que se puede agregar que estas diversas modalidades de goce no inhiben el desarrollo de una vida llena de cualidades, calidades y compromisos. ¿Qué hacer ante esta realidad social que se nos hace evidente? Bien puede optarse --seguramente sin mucho éxito, pues el deseo insiste-- por el camino de la represión que puede ser directo por vías judiciales o indirecto por medio de prácticas psicológicas que apunten a la adaptación y a la supuesta normalización, conjeturando que, por ejemplo, los homosexuales están reñidos con su homosexualidad. Esta es la opción que ha elegido el dispositivo del biopoder. Otra opción es optar por el combate hacia la flexibilización de la sociedad, de modo que en ella quepan los seres humanos en toda su diversidad.

En CorpoZuleta no hablamos desde ninguna neutralidad política. Por lo cual nuestra postura en lo relativo al género tiene que ver con la ubicación de los puntos en los que el discurso del sujeto se relaciona con el discurso social, considerando que esta relación requiere que el discurso social amplíe y flexibilice la malla, de modo que los discursos del sujeto quepan en ella. Así como han habido sociedades reactivas a ideas nuevas y regímenes que insisten en que se modifiquen las formas de pensar hacia unas oficiales, hoy podemos ubicar como una de las opciones, por nosotros no deseada, la de una sociedad en la cual la diversidad humana esté conculcada, para lo cual ciertos discursos de la ciencia y de la psicología son bastante útiles, por lo cual hay que precisar que en este terreno están en juego niveles políticos y éticos, antes que psicologizaciones.

Reseña elaborada por Sandra Lucía Jaramillo a partir de la conferencia central dictada por Carlos Mario González.

Publicaciones periódicas

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La conversación del miércoles Ciclo 2014: De amores, sexualidades y géneros

Tertulia Miércoles 14 de mayo del 2014 Salón cuarto piso Comfama San Ignacio

... la palabra desatada.

¿Medellín, el putas de aguadas?”, se preguntó Martha, una mujer que llegó por vez primera a la tertulia, y que recién vuelve a vivir en la ciudad después de dejarla por varios años para vivir en otra parte con su familia. Pregunta que le transmitió a los asistentes de la tertulia de este miércoles, que se reunieron para tertuliar la pregunta por los géneros, y si sólo son el de los hombres y el de las mujeres, según lo que se propuso indagar Carlos Mario para la conferencia de este mes de mayo. A continuación una redacción de lo que se escuchó decir en un salón localizado en un lugar del centro de esa ciudad por la que se preguntó la señora Martha, o más o menos eso: el relato de una serie de enunciados, de interrogantes, de planteamientos, de dudas y de muy pocas claridades, y que no incluye todo lo que se dijo y escuchó. Que hay una apuesta por desmoralizar asuntos como el de la construcción de la identidad, por extraerlos de los enjuiciamientos y condenas con que se intenta reducirlos y negarse a pensarlos. Que hay que hacer una defensa de las minorías, si de lo que se trata es de vivir democráticamente: ¿cuáles son las minorías hoy, en relación por ejemplo al asunto de el género? Y que hay que reconocer que lo humano es histórico, es decir que lo que hoy es, no siempre ha sido, y que no siempre será: esto es, en una expresión condensada, la posibilidad humana y su sentido histórico. Esto último muy a propósito de la extrañeza que le causó a uno de los moderadores la lectura de la planilla de asistencia, donde está la casilla en la que se le pregunta a cada uno de los firmantes si es una mujer o un hombre. Extrañeza suya que llegó a ser una pequeña protesta en la reunión: varios de los contertulios se resistieron a poner una equis en ninguna de las dos casillas, en tanto que otros pusieron signos de interrogación en ambas. ¿Qué se sentiría si no apareciera en una planilla de esas la casilla del género en el que uno, una, se reconoce? En este asunto de los géneros, ¿qué es lo que significa decir <yo soy>? El yo es una construcción imaginaria en la que además de otras cosas, confluyen la identidad biológica, la de género, la sexual. El cuerpo de cada quien está atrapado en una malla que es la del lenguaje: <yo soy cuerpo, y este cuerpo mío es el de un hombre, el de una mujer, o el de algo más u otra cosa>. La identidad de género está vinculada a la sexuación, esto se escuchó en la conferencia, y también que ella está vinculada al semblante, y también que constituye un colectivo, que es el que hacen los hombres, el que hacen las mujeres, los que hacen las personas que no se identifican ni como hombres ni como mujeres. ¿Por qué sucede que hay personas que no se inscriben en los géneros ni en las identidades dominantes? ¿Cómo y por qué sucede que hay seres, personas, que no se

acomodan al sistema binario para la construcción de i d e n t i d a d e s m a c h o – h e m b r a , h o m b r e – m u j e r, masculino–femenino? “No nacemos ni siendo niñas ni siendo niños —mencionó alguien que había escuchado eso en otro lugar a otro conferenciante, y que quería que le aclararán lo que eso podía significar—, ¿cómo así que nacemos así?” De todo esto se puede extraer una cosa que es más o menos clara, y confusa: que la identidad en la que nos reconocemos está ligada al género, a lo que dicen que somos, a lo que creemos que somos, a lo que podemos entender que somos y a lo que desconocemos de nosotros mismos, (y seguramente a otras cosas). Si resulta ser que el género está vinculado a la biología y a la sexuación, o sea: que decir mujer o decir hombre hace pensar en un órgano sexual u otro, y en una identidad sexual u otra, entonces ¿qué puede ser el género, si se procura deslindarlo de la biología y de la sexualidad?, ¿que es lo que queda entonces? Esta interrogación surge en parte de la consideración de una situación muy común —y a

«¡En un banco de semen o de óvulos no está ella, nuestra sexualidad!» la que hizo alusión un contertulio y moderador— que se presenta cuando a la noticia de una gestación en proceso, de un embarazo, se escucha, irreflexiva las más de las veces, la pregunta: <¿es rosado o es azul?>. ¿Y el lugar para lo indeterminado? ¿Y el tiempo vital para la indeterminación, donde quedan? ¿O cuándo y en dónde se da, siendo que ya desde el momento de la gestación se está significando a lo no nacido aún, si se le está cubriendo con una tejido de significantes y significaciones ya, envolvimiento que sin embargo no se puede dejar de hacer porque se trata de atrapar al que está para nacer en el mundo humano? La dominación de un género sobre otro, u otros, histórica: ésta la del hombre sobre la mujer, está dada por la vía de los goces, de lo masculino sobre lo femenino, y ahí tiene asiento la violencia de un género contra otro, y seguramente contra otros: ¿cómo pensar esta situación a la hora de este asunto de la identidad de género? Esto lo trajo a la conversación uno de los asistentes, recordando otra conferencia ofrecida por Carlos Mario en el ciclo del año 2011, cuando indagaba por la superación de la dominación masculina y de cualquier otro género. Se recordó la mención que sobre el proceso de la 11


La conversación del miércoles Ciclo 2014: De amores, sexualidades y géneros

Tertulia de La Conversación del miércoles - Cuarto Piso, edificio Comfama Sesiona una semana después de la conferencia central

castración se escuchó en la conferencia: que de ella deviene la forma del goce del sujeto y la elección del objeto para el goce suyo. ¿Cómo así que la castración? ¿Y cómo así que de eso deviene algo tan importante?, preguntó el mismo contertulio que recordó lo de la dominación, a quien como a tantos otros esa mención en la conferencia dejó sin comprensión alguna. A lo que uno de los moderadores, con acercamientos al saber psicoanalítico, contestó que se trataba de un proceso que se vivía en pasajes de la vida anímica inicial, e hizo alusión a distintos momentos donde ésta se da: en el lenguaje, cuando se inscribe a la cría humana en él, en la alimentación, cuando se ingresa a la cría humana en un orden y regulación de ella, en la erogenización del cuerpo, cuando se incorpora a la cría humana en unos límites para la satisfacción del placer. Que cada vivencia que tiene un ser humano, cada experiencia que se tiene es muy singular, muy particular, y por esto no se puede ni se debe aspirar a la homogenización de la actividad vital humana, siendo que es tan rica y variada, por ejemplo en lo que se refiere a la construcción de la identidad. Homogenización que se hace a través de la proposición de modelos únicos para la identidad, y que dimanan tanta violencia contra tantos, sean o no minorías. La lucha que hay que hacer en este frente es por la defensa de la libertad en el ejercicio de las identidades, en la construcción de ellas, para cualquier persona: por una

sociedad donde se dé la presencia de éticas varias para la construcción de las identidades y para los goces particulares, éticas que regulen los relacionamientos de los integrantes de ella. “¡Me parece aberrante que en nuestro país no se condene el homosexualismo!”, expresó un asistente dejando estupefactos a muchos de sus contertulios, pero esto es una tertulia y de lo que se trata es de acudir allí para expresar lo que se siente, piensa y cree. Decía este contertulio que siendo cristiano y muy creyente, se había sentido estigmatizado por el discurso que oyó en la conferencia. “¿Condenar la homosexualidad?” preguntó a su tiempo uno de los estupefactos, que invitó a su contertulio a exponer sus ideas y convencimientos con argumentos y con fundamentos, y a evitar las moralizaciones, las condenaciones y otras violencias contra el ser humano y la diversidad, ¡actitud ésta tan deplorable y reprochable que, quién lo creyera, tiene en el encargado actual de la Procuraduría General de nuestro país uno de los violentos más visibles, ufanos y contumaces! Aquí recordó este contertulio que le hizo esa invitación al otro, la película proyectada el sábado anterior que tenía por protagonista a la brasileña Madame Satä, película del director Karim Ainouz que retrata la historia de ella y los atentados de que fue objeto de parte de un sistema como el judicial y de parte de integrantes de su sociedad, por ser lo que era y no ser lo que

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La conversación del miércoles Ciclo 2014: De amores, sexualidades y géneros no era. Decir y aceptar una condenación como esa, como la propuesta por el contertulio, es entonces decir y aceptar que hay que hacer lo mismo para con la heterosexualidad, y para con todas las otras formas que puede tomar la identidad sexual nuestra y las formas del goce. “¿Cómo estamos entendiendo goce?” preguntó una contertulia porque se llegó a ese tema, por caminos irrecuperables hoy para quien escribe este relato. Ella con su pregunta quería señalar lo que le parecía un rasgo importante a tener en cuenta en el asunto de la identidad de género. “Goce es placer y sufrimiento en simultánea”, dijo uno de los moderadores haciendo alusión a lo escuchado en la conferencia del mes de abril. Pero la pregunta que ella lanzaba con respecto al goce, tenía otro núcleo para su sentido: era en relación a las dos formas del goce identificadas: la de tener, la de ser. Y como su preocupación tenía que ver con eso, prosiguió: ambos goces, el masculino y el femenino, tienen lugar en el individuo, no son excluyentes por más que suceda que haya uno que predomine en relación al otro en cada individuo. Esto genera una tensión en el individuo: algo siempre queda sin satisfacción completa para él. Pero sucede en nuestra sociedad que se promueve la idea de la satisfacción completa y perpetua, sin complicaciones para las experiencias y los relacionamientos de sus integrantes: entonces, ¿cómo se le hace frente a una situación individual–social como esa? Nos hacemos a una identidad por la vía de las identificaciones, identidad que es cambiante, que es histórica. Aquí, en eso de que sea mutable, anida una angustia para el individuo, para el ser humano, una fuente de desdicha con la que tiene que contar para la construcción de su identidad, por más que la sociedad le proponga una vida vaciada de angustia como la que hay que

hegemónicos, ampliamente aceptados, ponen de manifiesto la rareza, lo extraño que somos, que evidencian la diferencia, la singularidad. Bien, ¿cuál es entonces la importancia de la sexualidad y sus formas en la construcción de la identidad, y en los procesos sociales de enriquecimiento de la diversidad, de la pluralidad? “Como se reconoce que no hay entre lo masculino y lo femenino una articulación completa, se puede afirmar que las personas trasgresoras son aquellas que han intentado y que intentan vías, alternativas para esa articulación imposible”. El lenguaje y una invitación para con él, sobre esto se quiso llamar la atención: ¿cómo nombrar a lo que no cabe por ejemplo en una denominación binaria como es la de hombre–mujer?, preguntó uno de los asistentes que hizo un breve relato sobre una conversación que sostuvo con un hermano suyo a propósito de Conchita Wurtz, la ganadora de la versión de este año del Festival de la Canción de Eurovisión. Y agregó que se habían preguntado lo que significa una barba en un individuo que se reconoce a sí como mujer. Puede ser esto: que las barbas no son asunto exclusivo de los hombres, que ahora las mujeres también podrían lucir frondosas vellosidades en sus mejillas, en el mentón, al pie de la nariz y debajo de la barbilla. ¡Un reto pues para nuestras mentalidades!, ¡un reto para el lenguaje que intenta nombrar lo innombrado! Conectado a esto quiso explicitar un rasgo de la difícil lucha por la libertad para la construcción de la identidad de género: se trata de hacer una lucha que ha de ser cada vez más consciente, por aquello que tiene raíces en lo inconsciente. Rasgo para contar con él en los quehaceres de esa lucha difícil, lenta, múltiple. Hay que constituir fuerza política para dar esa lucha. La discriminación es un atentado contra la construcción de la identidad. Una sociedad muy conservadora es la nuestra. Hay que evitar las moralizaciones, y debatir con argumentos. Hay que luchar por un espacio social público que sea laico: donde los recursos públicos no sean cooptados ni empleados por ninguna iglesia, se trate del dios que sea. Porque tenemos que defender la pluralidad, aprender a valorarla y buscar cómo potenciarla. La mujer que un día se fue de esta ciudad y que a su regreso, varios años después, preguntaba con sorna a sus contertulios si a la nuestra ya se la podía tener por una ciudad incluyente, democrática, amante de la diversidad y de la potenciación de la pluralidad, cerró la tertulia preguntándole al grupo: “¿Entonces qué, cuándo sigue, cómo y dónde?”, refiriéndose a la discusión sobre los géneros y las identidades, al proyecto de formación ciudadana que es La Conversación del miércoles, a la lucha por una sociedad más igualitaria y con mayor espacio para la diferencia, más justa

«(...) la difícil lucha por la libertad para la construcción de la identidad de género: se trata de hacer una lucha que ha de ser cada vez más consciente, por aquello que tiene raíces en lo inconsciente (...)» vivir. Hoy es una evidencia de que no sólo somos hombres y mujeres, dijo uno de los moderadores, recordando la afirmación de Carlos Mario, para situar una pregunta a la que había llegado: los trasgresores, las trasgresoras, se ha visto que se han dado por los caminos de la identidad sexual, aquellas personas que no inscribiéndose en las identidades y en los géneros

Santiago Gutiérrez Miembro Corporación Cultural ESTANISLAO ZULETA 13


La conversación del miércoles Ciclo 2014: De amores, sexualidades y géneros

Cine en conversación Sábado 10 de mayo de 2014 Auditorio CorpoZULETA

Película: Madame Satä Director: Karim Ainouz Año: 2002

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vigilante, se convirtió en atracción de las noches cariocas adoptando el nombre de Madame Satã, en memoria del personaje creado por Cecil B. DeMille para una de sus películas. Una historia de exclusión, como lo manifiesta Aïnouz; João reunía varias condiciones, cada una de las cuales era suficiente para su marginación; pobre, negro, analfabeto y homosexual, tuvo que aprender a abrirse paso en la vida ejerciendo la violencia, única manera de sobrevivir; aventajado practicante de capoeira, cuenta la leyenda que una vez se enfrentó a 24 policías, poniéndolos a todos fuera de combate; este individuo puede ser símbolo de todos aquellos excluidos en razón de su ideología, religión, cultura o nacionalidad.

n un bar nocturno de Lapa, barrio de burdeles, truhanes, prostitutas y homosexuales en Río de Janeiro, un negro de cuerpo musculoso que delata su anterior oficio de estibador, observa entre bambalinas el show de la artista invitada y sueña con llegar a ocupar algún día, ese mismo escenario. Es João Francisco dos Santos, un hombre nacido años atrás en una familia de antiguos esclavos, cuya extrema pobreza los obligó a cambiarlo cuando tenía 7 años por una yegua, con seguridad más productiva que el travieso chico. Años más tarde, su familia adoptiva se trasladó a Rio de Janeiro en donde, gracias a su talento artístico, y después de ejercer duros oficios como cargador y

Pulsión de vida y muerte a través de la violencia y el deseo, pero también ternura, habitan a este ser, quien defiende prostitutas agredidas y dedica el tiempo libre a cuidar de “su princesa”, la hija de Laurita, amiga y compañera de vecindario, y a quien promete, si llega a triunfar como artista, educarla en un internado francés de monjas. Un personaje que es capaz de desafiar ese “deber ser” que la cultura impone al hombre (o a la mujer), y que asume con altivez el malestar que su “diferencia” origina en la sociedad. Frente a ese medio hostil, sólo restará la violencia para reafirmar su singularidad; el poder, representado aquí por la policía, lejos de proteger sus derechos, actúa como otro estigmatizador, en este caso, legal; alborotador, mal hablado, son sólo algunos calificativos que le endilgan en un interrogatorio humillante; está condenado de antemano; no es pues extraño que pase en la cárcel, 27 de los 76 años que vivió.

Sábados cada quince días

João exorciza su dolor, soñando, reinventándose cada vez bajo un personaje diferente, creando para él, leyendas diferentes: unas veces será esa lista princesa Scherezada, obligada a inventar cada noche un cuento para huir de una muerte segura; otras será la hermosa mulata, Jamacy, que se enfrenta, en fiera lucha con el Tiburón para terminar fundiéndose con él en forma tal, que era imposible distinguir quién era el uno o la otra; Y

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La conversación del miércoles Ciclo 2014: De amores, sexualidades y géneros

Imagen: Madame Satä Dirección: Karim Ainouz

sorda, ese doloroso sentimiento de frustración que arrastra: “Hay algo dentro de mí que no me deja calmar, una rabia sin fin…” Sin embargo, ese sórdido mundo que le rodea no logra robarle la capacidad de soñar y es eso lo que le mantiene vivo.

es entonces cuando recordamos la pregunta que formuló Carlos Mario González en su última “Conversación del miércoles”: ¿No somos sino hombres o mujeres? João lleva en sí esa dualidad masculino-femenino que hace imposible nombrarlo solamente como hombre o como mujer. Algunas de las frases pronunciadas por el protagonista denotan la aceptación de su condición social como predeterminada: “nací para llevar una vida de bandido” pero que expresan por otra parte, esa rabia

Aïnouz logra aquí, mediante el uso de la cámara siempre en movimiento y de los colores fuertes, transmitir ese ambiente febril de un Lapa nocturno vibrante, a la vez que transportarnos a otro Brasil, no aquel de playas doradas que nos venden las agencias turísticas; la música desbordante y sensual inunda la pantalla; la vida está allí en plena explosión, pero también acecha la muerte si se traspasan ciertos límites.

«João lleva en sí esa dualidad masculino-femenino que hace imposible nombrarlo solamente como hombre o como mujer.»

Beatriz Flórez Miembro Corporación Cultural ESTANISLAO ZULETA

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Pensador de referencia CORPORACIÓN CULTURAL ESTANISLAO ZULETA Judith Butler (1956), es una filósofa post-estructuralista que actualmente ocupa la cátedra Maxine Elliot de Retórica, Literatura comparada y Estudios de la mujer, en la Universidad de California, Berkeley, tras haber sido profesora en la Universidad de Wesleyan de Ohio y Johns Hopkins. Esta teórica ha realizado importantes aportaciones en el campo del feminismo, la Teoría Queer, la filosofía política y la ética. Dentro de sus trabajos más importantes se encuentran El Género en disputa. Feminismo y la subversión de la identidad (1990) y Cuerpos que importan. El límite discursivo del sexo (1993), ambos libros describen lo que hoy se conoce como Teoría Queer.

Boletín de La Conversación del Miércoles Ganador de la convocatoria a estímulos a publicaciones periódicas de la Secretaría de Cultura Ciudadana de la Alcaldía de Medellín Coordinación proyecto La Conversación del Miércoles Sandra L. Jaramillo R.

Información e imagen tomadas de: http://es.wikipedia.org/wiki/Judith_Butler

«Si el género es los significados culturales que acepta el cuerpo sexuado, entonces no puede afirmarse que un género sea únicamente producto de un sexo. Llevada hasta su límite lógico, la distinción sexo/género muestra una discontinuidad radical entre cuerpos sexuados y géneros culturalmente construidos. Si por el momento presuponemos la estabilidad del sexo binario, no está claro que la construcción de "hombres" dará como resultando únicamente cuerpos masculinos o que las "mujeres" interpreten sólo cuerpos femeninos. Además, aunque los sexos parezcan ser claramente binarios en su morfología y constitución (lo que tendrá que ponerse en duda), no hay ningún motivo para creer que también los géneros seguirán siendo sólo dos. »

El género en disputa Judith Butler

Equipo de trabajo del proyecto La Conversación del Miércoles Eduardo Cano Vincent Restrepo Álvaro Estrada Pablo Cuéllar Fernando Ríos

Carlos Mario González Sandra L. Jaramillo R. Alejandro López Aura Rendón Santiago Gutiérrez

Edición, diseño y diagramación Vincent Restrepo Revisión de textos Dayana Cardona

Informes Escritores habituales

Corporación Cultural ESTANISLAO ZULETA Web: www.corpozuleta.org e-mail: info@corpozuleta.org Tel: 444 35 84 Dirección: Cll 50 No. 78a - 89

Santiago Gutiérrez Eduardo Cano Escritores en esta edición Ferney Alejandro Mesa

Próximas conferencias

Junio - Laberintos del amor en nuestra época Julio - Destinos del deseo: heterosexualidad y homosexualidad Agosto - ¿Sólo las mujeres son femeninas? ¿Sólo los hombres son masculinos? Septiembre - Lugar de gays y lesbianas en la historia y en el presente Octubre - Signo de hoy: ¿mujeres fuertes, hombres débiles? Noviembre - El amor se teje con palabras

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