La conversación del miércoles Ciclo 2011: El mundo en que vivimos
Boletín junio
¿Qué es La conversación del miércoles?
La conversación del miércoles es un espacio de formación ciudadana destinado al encuentro con el otro a partir de la palabra, que tiene como foco el desarrollo de un tema o problemática. Dicho espacio tiene cuatro momentos: el primero es el grupo de estudio que se realiza el último miércoles de cada mes en el que se lleva a cabo una conferencia preliminar acerca del tema que nos convoca teniendo como referencia un libro en particular del pensador de nuestro tiempo elegido para cada ocasión. Luego de ésta, se lleva a cabo una conversación en la que, teniendo como base un fragmento leído previamente, precisamos líneas de abordaje, de desarrollo o dificultades a la hora de pensar el tema que nos convoca. El segundo momento, una semana más tarde, se realiza la conferencia central de La conversación del miércoles, ofrecida por Carlos Mario González, quien, tomando insumos de lo dicho en el grupo de estudio, elabora una conferencia en la cual desarrolla unas hipótesis y tesis que permiten abrir el diálogo con los asistentes. Siendo fieles a la palabra conversación, el tercer momento corresponde a la tertulia que se lleva a cabo en el deck del Claustro de San Ignacio el segundo miércoles de cada mes; ésta abre un espacio de discusión para que las preguntas y planteamientos que surgieron a partir de lo dicho en la conferencia puedan tener un lugar en el cual pronunciarse. Por último con este boletín pretendemos construir una memoria escrita del trabajo realizado en los momentos anteriores, para que cada uno pueda recoger las preguntas y reflexiones que allí surgieron y construya así su propia posición.
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Grupo de estudio Miércoles 25 de mayo de 2011 Auditorio CorpoZULETA
Conferencia preliminar Recordar de forma breve las transformaciones que ha sufrido la familia con la modernidad tal vez permita afrontar preguntas que hoy reclaman un debate sobre la estructura familiar. La familia extensa, que acogía en su estructura un amplio espectro de parentescos, tenía por objetivo la protección de una unidad de producción sobre la cual basaba su economía, la protección del linaje y el patrimonio. Con la industrialización que trae el capitalismo en el S.XVIII se introducen unas reformas económicas que afectan esa estructura familiar en su tamaño y como unidad de producción. Así, las familias extensas se van separando en familias nucleares, compuestas por padre, madre e hijos. Ya ni la educación formal, ni el oficio son tareas de la familia, sino que le competen al estado; tampoco hay un patrimonio que deba ser protegido por los padres, por lo que los hijos tienen la libertad de elegir su pareja. Este último cambio es fundamental porque mientras en la familia extensa el vínculo matrimonial no se basaba en el amor de los cónyuges, en la familia nuclear es el amor de la pareja lo que sostiene al matrimonio y el principal proyecto es tener una descendencia. En este último modelo, el padre funge como la principal autoridad y sustento económico y la madre es quien cuida el hogar y sólo trabaja por necesidad. También es el capitalismo el que trae unos cambios en la vida social de la mujer y aunque le da posibilidades de trabajo, que la llevan fuera de casa, lo hace bajo condiciones muy desiguales respecto a los hombres, dando lugar a la formación de los primeros grupos de mujeres que luchan por unas mejores condiciones de trabajo para las mujeres obreras y el derecho al estudio universitario. Una mujer que puede proyectar su vida en el campo laboral e intelectual es una mujer que ha tenido mayores posibilidades para construir una posición frente al mundo, por lo que es una mujer que puede deparar nuevas experiencias para su pareja desde los propios proyectos que construye en la vida pública, además de los que puede construir en el hogar. Sin embargo, esa posibilidad de obtener una mayor independencia y de realizarse como mujer por fuera del hogar tiene como efecto unas relaciones de pareja más difíciles, lo cual se refleja en un aumento progresivo de los divorcios desde inicios del pasado siglo. Con dicho fenómeno la institución familiar empieza a entrar en crisis al dejar de tener una promesa de estabilidad por el vínculo matrimonial, bajo el cual se sostiene la familia. Nuestra época también viene presenciando otros cambios sociales que cada vez tienen mayor lugar y cada vez son más respetados. Es el lugar que empiezan a tomarse públicamente los homosexuales, lesbianas, travestis y otros. Ellos han construido unas formas de pareja alternativas al matrimonio y también quieren reivindicar el deseo a construir una familia bajo un vínculo matrimonial o en unión libre. De modo que las transformaciones mencionadas tocan la estructura familiar en tanto una pareja asume la formación y crianza de un ser humano para insertarlo en la sociedad, sin embargo la pareja puede sostenerse por fuera de la familia en todas sus diversidades, bajo proyectos que no pasan por el de ser padres. En esta cultura occidental, atravesada por las perversas lógicas capitalistas, no se puede negar, sin embargo, lo valioso que ha traído este sistema económico para la configuración de una vida personal y singular como individuo, no obstante todo cambio demanda una mirada crítica y en este caso habría que hacerle preguntas a la tendencia, cada vez más en aumento, de una vida llena de experiencias pasajeras, incluso en las relaciones de pareja, justificado bajo esa idea de que la vida tiene más sentido vivirla entre más son las experiencias que se tienen y más diferentes son entre ellas porque al final podrá decirse que se vivió al máximo. A ese ideal de vida se le opone el de construir proyectos significativos, a largo plazo, por los cuales vale la pena vivir, y alrededor de los cuales se concreta la realización como individuo y se construyen experiencias que se articulan a dichos proyectos y los resignifican. La ideología de consumo propone relaciones de pareja pasajeras y superficiales, pues si fueran relaciones importantes en la vida de una persona entonces no sería tan fácil estar terminando una relación para empezar otra. Una familia tiene unos deberes y unas necesidades, independiente de las diferentes estructuras que adopte. Aquello que una familia debería garantizar es la trasmisión de unos valores morales, que pasen por una reflexión, con el fin de que los hijos tomen una posición frente a aquello que la sociedad les muestra; lo cual también hace necesario que los padres dialoguen con ellos y sean para éstos un referente y una autoridad. El diálogo se hace necesario no sólo como una herramienta para la trasmisión de unos valores o para la construcción de un vínculo entre los miembros de la familia sino como la mejor forma de tramitar los conflictos y reconocer las diferencias desde el respeto.
Aura María Rendón Corporación Cultural ESTANISLAO ZULETA 3
Grupo de estudio Miércoles 25 de mayo de 2011 Auditorio CorpoZULETA
Discusión
Como es usual en este grupo de estudio nos reunimos el cuarto miércoles del mes para reflexionar sobre el tema correspondiente a la conferencia. En esta ocasión nos convocó una pregunta por las familias, los formatos que éstas tienen y los problemas que enfrentan en esta época. Quien se expresó primero propuso al grupo un interesante camino de abordaje: ¿qué tan fundamental es la familia hoy?, ¿qué tipo de crítica ha de hacérsele a la institución familiar? Continuando su comentario evidenció dos posibilidades: una crítica que apunte a abolir esta institución por completo en cualquier forma en que se presente, u otra que concibe a la familia como estructura criticable y cuestionable, con lo que le propone más bien una reforma. Sobre la primera posición un asistente se manifestó con dudas muy pertinentes: ¿qué ocurriría entonces con esa criatura que llega al mundo y no encuentra quien la acoja y la inscriba en el lenguaje y en la sociedad?, ¿quién se inviste como figura amorosa que marca también la ley ante ese pequeño o pequeña que requiere de infinita paciencia para aprender a hablar, a caminar, a emprender su existencia en el mundo que se le presenta ante sus tempranos ojos? Por otra parte, sobre la posición crítica que deriva en una reforma también se presentaron otras cuestiones: si bien la tenencia de los hijos ha estado generalmente enmarcada en la estructura padre-madre, ¿qué posibilidad hay de la crianza sin este modelo?, ¿qué argumentos tenemos para afirmar que será de esta forma siempre, o por lo contrario, cómo sustentamos que es una estructura en desuso? Precisando nuestro foco de atención, una intervención delimitó el concepto de familia en su versión judeo-cristiana pues es el formato de familia al que asistimos. Por otro lado, también en una mirada histórica, un asistente recordó que al decir familia no necesariamente estamos diciendo matrimonio, además cada experiencia tiene su propia historia. En el caso de éste último no fue instaurado como sacramento hasta el siglo XIII en el que la Iglesia lo expone como indisoluble. Hoy en día este tema se ha problematizado 4
Grupo de estudio con las diversas sexualidades y sus luchas por la legitimidad del matrimonio homosexual. De igual forma, si por “familia” entendemos un vínculo filial entre progenitores y descendientes, ¿no es pertinente pensar en una familia uniparental, es decir, que conste de un padre o madre y unos hijos? Si éste es el caso también podríamos preguntarnos por los límites de la familia dando cabida a la posibilidad de alguna que se conforme más allá de la pareja. Como algo nada infrecuente en este grupo de estudio, surgen en la discusión muchos frentes desde los cuales abordar el asunto que nos convoca; en este sentido quien luego agenció el uso de la palabra nos puso de frente a otro problema de esta época, muy urgido de una discusión seria entre figuras públicas que toman posición y la anuncian ante el mundo: ¿entendemos por padre o madre aquél o aquélla con una relación puramente biológica con un ser que ha venido al mundo? ¿Qué ser humano tiene posibilidad de ejercer la maternidad? Si ésta se refiere a quienes pueden dar a luz a una criatura, los hombres estarían excluidos por principio, pero si se refiere a la responsabilidad de quien se hace cargo de la crianza, o valga decir, de quien se asume responsable de ese pequeño, entonces tanto hombres como mujeres se incluyen allí. En este sentido, como lo manifestó otra intervención, dependiendo de las respuestas que una sociedad les dé a tales preguntas se puede o no sustentar la posibilidad efectiva de que los homosexuales puedan tener hijos y se asuman legalmente responsables de la crianza, ya sea vía la adopción, las madres sustitutas, etcétera. Varias personas resaltaron la importancia política de estas preguntas que se han hecho, pues si una sociedad plantea que los homosexuales no pueden tener hijos porque, como dicen quienes encarnan estas posiciones, no “proveen un ambiente apropiado” para el desplegar existencial de esos pequeños, sustentándose en moralizaciones exentas de cualquier tipo de reflexión racional, entonces muy poco trecho hay hasta afirmar que los homosexuales no pueden desempeñarse en el magisterio e incluso en funciones públicas, ya que éstas exigen una constante relación con las nuevas generaciones. Retomando el orden de ideas en lo concerniente a la pregunta por “¿qué es un padre hoy?” alguien afirmó que este concepto de padre como persona que biológicamente es el responsable de engendrar un hijo va en caída frente al concepto de padre como quien se pone a la altura de asumirse responsable del desplegar existencial de esa criatura, así como también se sabe agente de ley y de amor. En este sentido y buscando el final de nuestro encuentro, emergió una interesante pregunta por el lugar que se le da a los hijos en esta época o, valga decir, una invitación a reflexionar las razones por las que se tiene un hijo, y en el ir y venir de la palabra el grupo pudo plantear, por lo menos, cuatro posibilidades: 1. Por repetición de uno mismo, lo que quiere decir traer al mundo una criatura para que encarne lo que los padres son y así verse preservados de cierta forma ante ese fin del ser que es la muerte. 2. Por realizaciones en persona interpuesta, es decir, para proyectar en ellos –en los hijos- todo lo que uno no pudo ser y darles todo lo que uno no tuvo. 3. Para hacerlo objeto de odio y así construir vínculos de mandato tiránico sobre ellos. Por último, 4. Por deseo, asumiendo todo lo que conlleva el querer ser padre o madre para formar un ser con vínculos amorosos, democráticos, subjetivos y autónomos. Como se ve a simple vista este grupo cumplió su cometido: en él surgieron dudas, ideas, críticas, conversación y pensamiento en torno al tema de las familias y, por último, se buscó plantar en el asistente y lector de este boletín el interés y la importancia de pensar el mundo en que vivimos.
Vincent D. Restrepo Corporación Cultural ESTANISLAO ZULETA
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Conferencia Conferencia Miércoles 1 de junio del 2011 Auditorio Comfama San Ignacio
NUEVOS AMORES, NUEVAS FAMILIAS
No se dice nada nuevo cuando se afirma que Colombia es, en líneas generales, uno de los países más conservadores y dogmáticos del planeta, rasgo éste que seguramente es causa importante del autoritarismo y la violencia que han signado y signan la historia de nuestra maltrecha nación. Lo que en otros países se consigue con la palabra, la razón y los argumentos, en el caso de Colombia sólo es posible librando dolorosas luchas y pagando el precio de persecuciones, vituperios y estigmas para medio alcanzar, por ejemplo, el respeto a la pluralidad ideológica y moral, a la diversidad cultural, a la condición polimorfa de la sexualidad humana, en fin, a la existencia de minorías activas. En Colombia todo aquel que sea diferente en ideas, en valores, en ritos y costumbres y en lo atinente al cuerpo y a sus placeres se hace inmediatamente blanco de los ataques furibundos, no sólo de funcionarios que detentan un poder despótico, sino de una iglesia terriblemente fundamentalista y de un gran grueso de la población sumido en el más inflexible dogmatismo. Porque razonamos poco y conversamos menos es por lo que, tal vez, somos tan propensos a hacer de la expresión de la violencia en cualquiera de sus formas, física, moral o espiritual, el recurso para imponer posiciones y silenciar discrepancias. Tal es el caso al que asistimos ahora con respecto a los vínculos matrimoniales y a las configuraciones familiares de homosexuales y lesbianas: mientras en otros lugares del mundo estas nuevas formas humanas del compromiso, el afecto y la sexualidad van encontrando cauces sensatos y racionales que permiten debatir y aceptar los cambios que reclama nuestra condición histórica, en Colombia se lanzan a repique las campanas para prender la alarma y desatar verdaderas cruzadas inquisitoriales contra esos seres que se consideran “anomalías” de la naturaleza y a quienes nuestro infausto autoritarismo ideológico, político y religioso cree tratar benévolamente porque los consigna en el estatuto de “enfermos”. Parapetados en ese buen hermano del dogmatismo que es la ignorancia, nuestros actuales inquisidores, antes de lanzar a las hogueras del escarnio público y de la conculcación del derecho de los individuos a su singularidad humana -¿qué es lo humano sino singularidad?-, apelan a un supuesto orden natural que trazaría desde siempre y para siempre (o como a ellos seguramente les gustaría que lo dijéramos: “per secula seculorum”) una familia de características nucleares, es decir, de dos esposos y su descendencia, siempre bajo el régimen heterosexual. Ignorantes de los desarrollos que en el conocimiento de lo humano y lo social han aportado saberes como la historia, la filosofía, la lingüística, la literatura y el psicoanálisis, por sólo mencionar unos, estos neo-cruzados y sus huestes del “bien”, que piensan que el mundo se desplomaría si ellos no reprimen tanto “mal” que no deja de aparecer, apelan a ese supuesto orden que la naturaleza habría trazado para eternizar al ser humano en unas formas inamovibles, formas, piensan ellos, que sólo los inmorales o enfermos se atreven a interrogar. Tal vez pocos temas como éste evidencian las relaciones del saber con el poder y la necesidad, si es que queremos ampliar y profundizar la muy pobre y a veces caricaturesca democracia con la que contamos en Colombia, de tomar posición pública en la “batalla de las ideas” y hacerlo esgrimiendo formas de razonamiento y argumentación que demuestren la insolvencia teórica en la que se erigen estos discursos y estas prácticas denegadores de la condición normal de los lazos matrimoniales y familiares constituidos entre personas del mismo género. Poner en su debido lugar la falacia de un orden “natural” para la condición humana (ese mismo orden que, en otro campo, nos dicen que determinó para la mujer el hogar, la maternidad y la crianza, de tal manera que les parece antinatural la eclosión de formas nuevas que ella viene cobrando) es la obligación que nos compete para mostrar que los nuevos amores y las nuevas familias no sólo conciernen con los vínculos heterosexuales, sino que también son legítimos en los homosexuales y lésbicos. 6
Conferencia Conferencia En esta misma línea se hace necesario debatir en la palestra pública –y por eso es tan irresponsable que muchos académicos de los saberes sociales y humanos sigan guarecidos en las buhardillas universitarias, animados solamente en el ejercicio de su saber por ese propósito reduccionista en el que cada día se sume más esa institución: “Titular, titular, titular”, o, para ser más exactos con su mejor ideal, “doctorar, doctorar, doctorar”, y todo esto mientras en el afuera de sus fronteras las ideas más oscurantistas hacen su agosto en la sociedad y avalan las prácticas represivas y persecutorias a cualquier alteridad respecto de sus anacrónicos dogmas-, decía, pues, que se hace necesario encarar públicamente y con las armas de la racionalidad estas posiciones que ancladas en supuestos naturales sólo terminan discriminando y sojuzgando a quienes expresan formas distintas de ser y de vivir. Es claro que este debate debe incluir una refutación a esa ingenua pero lacerante idea que señala que la crianza de niños o niñas en ámbitos parentales de tipo homosexual o lésbico generaría perturbaciones y daños psíquicos en los párvulos. Refutar esta insulsez y otras por el estilo es un deber para quienes pensamos que este país debe aprender a vivir de verdad en términos democráticos, valga decir, que Colombia tiene que avanzar hacia el reconocimiento sensato, sereno y civilizado de la maravillosa pluralidad de expresiones que en todos los sentidos cobra la condición humana; ahora, de seguir enmudecidos frente a estos discursos confesionales o encerrados en los guetos universitarios, terminaremos, y esto sólo será un ejemplo, contemplando cómo la cruzada homofóbica y lesbofóbica terminará por llegar a jardines de infantes, guarderías, escuelas y colegios en plan de cazadores de esas nuevas “brujas” que hay que eliminar para que no atrofien a los pequeños y los jóvenes en formación, es decir, estoy hablando de la cacería que iría en pos de maestros y maestras homosexuales y lesbianas. De no intervenir ahora para cortar el vuelo a esta ordalía oscurantista, este es el futuro inmediato que nos aguarda. Teniendo en cuenta que los nuevos amores y las nuevas familias no sólo conciernen con las inéditas realidades que trazan los vínculos homosexuales y lésbicos públicamente expuestos, sino que también atañen a los lazos de parejas heterosexuales y sus familias, quiero advertir que lo antedicho fue, en líneas generales, el sustento filosófico de mi conferencia, la misma que por razones de espacio no puedo reseñar de forma completa en este escrito, pero para conocer la cual los interesados pueden escucharla a través de nuestra página. A efecto de aclarar un poco el derrotero que siguió dicha exposición señalo los puntos por los que transitó: 1. Una consideración acerca del juicio valorativo que debe recaer sobre los cambios que experimentamos tanto en la vida personal como colectiva; 2. La deriva histórica que condujo el amor al ámbito del matrimonio y el subsecuente efecto de apaciguamiento de la pasión amorosa (a veces hasta su desaparición total) que lleva a cabo la institución conyugal, lo que desplaza el amor entre los cónyuges hacia el amor por su prole, activándose de esta manera la sobrevaloración contemporánea de la familia y la idealización de los hijos; 3. Ese rasgo propio de la modernidad que consiste en la acentuación del valor del individuo, lo que se manifiesta en la asunción de la vida como una experiencia propia y singular en vías de realización plena, y la contradicción que esta individuación de la existencia tiene con respecto a ese modelo del “nosotros” que fundamenta el lazo conyugal; 4. Escoraje del amor pasional al amor compañía o a la crasa desaparición del mismo que determina el vínculo matrimonial, lo cual hace emerger la pronunciada crisis de la pareja a la que asistimos en una época como la nuestra, caracterizada además por la aparición de la mujer en tanto sujeto de la palabra, del deseo y de su propio destino, crisis que se expresa no solamente como desgaste del amor sino como malestar por la convivencia y como incertidumbre ante una noción como la de fidelidad; 5. Esfuerzos por reconfigurar el concepto y la práctica de pareja según modelos diferentes; y razones por las cuales, no obstante seguirse emparejando, la gente se sigue separando; 6. Pasaje que se da en nuestros días del matrimonio como crédito de felicidad a la condición de ser sospechoso de desdicha, lo que es causa y efecto de la puesta en duda que actualmente se hace de esos ideales que otrora encarnaba: el matrimonio para siempre y la entrega absoluta; 7. Profunda e innegable crisis del modelo nuclear de familia, expresada no sólo en la inestabilidad matrimonial sino en la ruptura generacional que la cruzan; 8. Puesta en cuestión de la pareja y de la familia como expresiones del “Todo” para el sujeto; 9. Nuevas realidades familiares que, por un lado, inscriben las experiencias de alianza y filiación en esa forma llamada de familia “recompuesta” y, por otro lado, las que acarrea el emparejamiento entre homosexuales o entre lesbianas; y 10. A partir de una consideración somera sobre el carácter no excepcional y, mucho menos, “anormal” de la homosexualidad y el lesbianismo, la necesidad de luchar por la superación de todo obstáculo discriminatorio y por la plena aceptación y respeto del hecho homosexual y lésbico en toda la amplitud de su humana expresión. Carlos Mario González Profesor Universidad Nacional – sede Medellín Departamento de Estudios Filosóficos y Culturales Miembro Fundador Corporación Cultural ESTANISLAO ZULETA 7
Tertulia Miércoles 8 de junio del 2011 Deck del Claustro de San Ignacio
Los nuevos amores, las nuevas familias y las nuevas parejas (un tercer significante agregado por Carlos Mario González en la conferencia central) fue el tema que nos convocó, por quinta vez en este año, a este espacio de conversación que tiene como uno de sus objetivos darle curso a la reflexión y a la palabra, atendiendo con inteligencia y respeto las inquietudes que emergen entre los asistentes, reconociéndonos en ellas comunes en tanto seres comprometidos con un dotar de sentido ésta, nuestra humana existencia. Una primera intervención de nuestro coordinador, Alejandro, sintética en recoger los problemas que la conferencia ofrece como insumos para la discusión y el diálogo, pero también provocativa en proponer nuevos interrogantes y matices para orientar la indagación, nos puso de cara a lo siguiente: el amor está en el fundamento de estas dos formas de vinculación humana: la familia y la pareja, formas históricas y maleables, ante las cuales el camino para su configuración no es único ni está claro; nuestro tiempo, como es habitual escucharlo, está en crisis: la pareja matrimonial y la familia nuclear están en crisis y ello obliga a un detenimiento para cuestionarse entonces ¿cuáles son las nuevas formas que han surgido de la familia y el emparejamiento? ¿Qué es, pues, una configuración familiar? ¿Qué liga y une a quienes la conforman? ¿Quiénes la conforman? Preguntas que se enuncian desde una postura que reconoce lo social, ético y político como componentes transversales suyos y que nos propone como un eje central en la conversación el tema de los derechos y las leyes. La familia, en esta época, atiende a un cambio y se encuentra problematizada, entre otros asuntos, por el reconocimiento de las diversas maneras en que puede configurarse la sexualidad humana y la ampliación en las formas de emparejamiento situando así, uno de nuestros tertuliantes, el homosexualismo en el centro de las transformaciones que ahora se están dando. Dos participaciones se sumaron en esta línea con inquietudes, una, respecto de las leyes que deben cobijar esta diversidad sexual, tras la ardua lucha que se viene librando en materia de derechos –lucha que requiere de fuerza y poder-; la otra, por cómo las leyes deben encontrar una realización efectiva respecto del cuidado del niño más allá de cómo sea el emparejamiento de quienes tienen como labor insertarlos en la sociedad. Otras participaciones aportaron a la pregunta por los derechos resaltando que la lucha que se está dando en materia de diversidad sexual y la posibilidad de que parejas homosexuales puedan encargarse de la crianza de niños, es importante sostenerla, reconociendo que, es ardua en tanto apenas vamos en la discusión que busca formularla en términos de derechos, pero que una vez logren estar escritos, es decir, cuando se logre crear la ley, la lucha será por velar que ésta sea cumplida; una lucha que debe darse más allá de que nos concierna directamente como individuos, asumiendo que va en aras de la conquista de una sociedad más democrática y reconocedora de la diferencia que incluya en la legalidad estas nuevas configuraciones de familia. Otra punta gruesa de la tertulia fue ¿para qué tener hijos hoy? ¿Qué significa ser padre/madre/hijo? Estas figuras han cambiado en tanto la configuración de la familia ha cambiado, no son vínculos que se impongan ahora por la consanguinidad; La función de padre o madre la ejerce quien recibe al niño para insertarlo en la sociedad y la cultura, de la mejor manera posible, acompañándolo y direccionándolo amorosamente en procesos como la transmisión, la identificación, la educación, no únicamente quien engendra al pequeño; ahora bien, con esto surgen nuevas preguntas: por la singularidad del deseo de los padres, por la de aquellos que recién llegan, por la formación y el lugar de la autonomía y la singularidad en dicho proceso, por la trasmisión y cómo lograrla dejando de lado los prejuicios en un mundo cuestionado y en procesos de transformación constante –curiosamente cuestionador de mucho pero intacto en sus ideologías más arraigadas-, además de inquietudes como ¿cuál es el mejor camino para ser un buen padre? ¿Hay que esperar lograr ser el superhombre de Nietzsche para arrojarse a esta tarea como proponía un participante de la tertulia? Ya nos advertía un compañero, trayendo como referencia la “Carta al padre” de Kafka, sobre la posibilidad de indagar a los padres en su papel de ser referentes de identificación para los hijos, cuidándonos de la idealización y así de la moralización al cuestionarlos, reconociendo también que las relaciones padres/hijos son relaciones de poder. Corriendo el riesgo de generalizar un poco, el conjunto de intervenciones apuntaban a la pregunta por la ética de ser padres. La tertulia fue buscando su fin reconociendo la necesidad de conceptualizar expresiones que se utilizaron en su desarrollo tales como autoridad, libertad, amor, autonomía, deseo, entre otras. También se enunció la necesidad de combatir los manuales que dictan las “verdades últimas” sobre, por ejemplo, cómo ser un buen padre y tener una familia feliz; en este sentido, la pregunta que necesariamente se abre es: ¿cómo nos dotamos de herramientas para seguir estas indagaciones y ahondar estos temas tan inquietantes y tan actuales? Palabras serias y propositivas fueron las protagonistas de esta reunión y nos retiramos con más elementos para la reflexión pues es bien sabido, promovido y aplaudido por nosotros, el hecho de que la conversación no se agote en un punto de llegada que sean respuestas, sino todo lo contrario: lograr suscitar el pensamiento propio generando más y más preguntas. Diana Marcela Suárez Corporación Cultural ESTANISLAO ZULETA 8
Pensador de referencia “La empresa de seguir viviendo juntos parece demasiado gravosa para llevarla a cuestas o exige demasiadas renuncias con respecto a otras supuestas ocurrencias de disfrute.(…) Los seres humanos modernos parecen temerse en una intimidad prolongada o tienden a carbonizarse en una convivencia de creciente usura. (…) No faltan indicios para sospecharlo. El amor «para siempre» se opone a una modernidad que registra, desde la moda a los media, desde el arte a la geopolítica, desde la valoración bursátil a las catástrofes, la evidencia de un presente variable y discontinuo.” Nuevos amores, nuevas familias Vicente Verdú Vicente Verdú nació en Elche en 1942. Escritor y periodista, se doctoró en Ciencias Sociales por la Universidad de la Sorbona y es miembro de la Fundación Nieman de la Universidad de Harvard. Escribe regularmente en el El País, diario en el que ha ocupado los puestos de jefe de Opinión y jefe de Cultura. Entre sus libros se encuentran: Noviazgo y matrimonio en la burguesía española, El fútbol, mitos, ritos y símbolos, El éxito y el fracaso, Nuevos amores, nuevas familias, China superstar, Emociones y Señoras y señores (Premio Espasa de Ensayo). En Anagrama, donde se editó en 1971 su primer libro, Si Usted no hace regalos le asesinarán, se han publicado también los volúmenes de cuentos Héroes y vecinos y Cuentos de matrimonios y los ensayos Días sin fumar (finalista del premio Anagrama de Ensayo 1988) y El planeta americano, con el que obtuvo el Premio Anagrama de Ensayo en 1996. Además ha publicado El estilo del mundo. La vida en el capitalismo de ficción (Anagrama, 2003) y Yo y tú, objetos de lujo (Debate, 2005). Sus libros más reciente son No Ficción (Anagrama, 2008), Passé Composé (Alfaguara, 2008) y El capitalismo funeral (Anagrama, 2009).
Próxima conferencia:
Un agobiante ideal: el deber de ser feliz Texto de referencia: La euforia perpetua: sobre el deber de ser feliz Pascal Bruckner Miércoles 6 de julio 6:30 p.m. Auditorio Alfonso Restrepo Moreno Comfama San Ignacio (cuarto piso) Boletín de La conversación del Miércoles Edición del 15 de junio del 2011 Revisión editorial: Alejandro López Sandra Jaramillo Diana Suárez Vincent Restrepo Diagramación: Vincent Restrepo
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