La conversación del miércoles Ciclo 2011: El mundo en que vivimos
Un agobiante ideal: el deber de ser feliz
Boletín julio
¿Qué es La conversación del miércoles?
La conversación del miércoles es un espacio de formación ciudadana destinado al encuentro con el otro a partir de la palabra, que tiene como foco el desarrollo de un tema o problemática. Dicho espacio tiene cuatro momentos: el primero es el grupo de estudio que se realiza el último miércoles de cada mes en el que se lleva a cabo una conferencia preliminar acerca del tema que nos convoca teniendo como referencia un libro en particular del pensador de nuestro tiempo elegido para cada ocasión. Luego de ésta, se lleva a cabo una conversación en la que, teniendo como base un fragmento leído previamente, precisamos líneas de abordaje, de desarrollo o dificultades a la hora de pensar el tema que nos convoca. El segundo momento, una semana más tarde, se realiza la conferencia central de La conversación del miércoles, ofrecida por Carlos Mario González, quien, tomando insumos de lo dicho en el grupo de estudio, elabora una conferencia en la cual desarrolla unas hipótesis y tesis que permiten abrir el diálogo con los asistentes. Siendo fieles a la palabra conversación, el tercer momento corresponde a la tertulia que se lleva a cabo en el deck del Claustro de San Ignacio el segundo miércoles de cada mes; ésta abre un espacio de discusión para que las preguntas y planteamientos que surgieron a partir de lo dicho en la conferencia puedan tener un lugar en el cual pronunciarse. Por último con este boletín pretendemos construir una memoria escrita del trabajo realizado en los momentos anteriores, para que cada uno pueda recoger las preguntas y reflexiones que allí surgieron y construya así su propia posición.
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Grupo de estudio Miércoles 22 de junio de 2011 Auditorio CorpoZULETA
Conferencia preliminar Es por lo menos sospechoso que los grandes emporios comerciales expresen en su publicidad su interés por nuestra felicidad, pareciera que les importara mucho. En el fondo se transmite una idea: consumiendo sus productos la podemos alcanzar; es evidente que el imperativo de nuestra época: “sed felices” acarrea muy buenos dividendos para algunos. Esa sensación inyectada a través de los medios: que el consumo es la mejor fuente de felicidad, toma cada vez más fuerza en el mundo y se convierte en el motor del mayor mercado en la historia de la humanidad. Pero la felicidad carga con varias paradojas: la imprecisión de lo que se designa como felicidad, el inevitable aburrimiento y la pretensión de ignorar el sufrimiento. Tal vez sea adecuado considerar dos dimensiones al hablar Imagen tomada de: http://espiritualidadcristica.blogspot.com/ de ello para acercarnos un poco al concepto: la primera, el instante de la felicidad, cercano a conceptos como la euforia, el placer, la dicha, y en segundo lugar la dimensión de felicidad vista desde ese balance promedio que uno pueda hacer de la vida o al menos de partes de ella. Respecto a esa otra paradoja, el aburrimiento, es evidente que la felicidad sucumbe porque se agota cuando le damos libre curso, se diluye en la vida ordinaria y se cruza casi siempre con el dolor. Por otra parte es paradójico que para alcanzar la felicidad se pretenda denegar el sufrimiento, hasta el punto de volver prohibido su manifestación pública; se exige buen humor y olvido con la esperanza de que las aflicciones desaparecerán por sí mismas. Confundimos la adversidad, lo arduo, con la desgracia. Terminamos por medir todo en términos de satisfacción y cualquier eventualidad que la retrasa cae en el registro de infortunio, con la consecuencia de hacer desaparecer la tradicional categoría de esfuerzo físico e intelectual. La infelicidad se asocia a todo lo que no es placer, perdiendo además el sentido de la proporción: los más ínfimos disgustos los convertimos en tragedias. Otro asunto problemático de este imperativo, la obligación de ser feliz, es asumir además que se logra por la voluntad, que sólo es cuestión de una decisión, hay que jurar ser feliz y enseñarle este arte a los niños, desconociendo la parte importantísima que juegan las condiciones sociales y económicas que favorezcan unos mínimos de bienestar. Con esta idealización de la felicidad el ser humano en cierto modo está “condenado” a ser feliz, con el agravante de que sólo puede culparse a sí mismo si no lo consigue. No se trata de estar en contra de la felicidad si no en contra de la transformación de ese sentimiento tan frágil en una especie de estupefaciente colectivo al que todos debemos entregarnos. La felicidad no puede convertirse en el fin último de las sociedades humanas, ni en el fundamento de la acción. La felicidad hay que subordinarla a otros valores como la libertad, la justicia, la dignidad, el amor, la amistad. Alcanzarla es un arte indirecto que puede lograrse o no, por medio de otras metas secundarias, el problema es que nos la quieran proponer como algo inmediato, a nuestro alcance y encima nos ofrecen las supuestas recetas para conseguirla. Lo más difícil, es inventarnos nuestra propia vida, ser dueños de nuestro destino. Un arte de vivir que abarque la comprensión de la adversidad, sin caer en el abismo del desfallecimiento, un arte de la resistencia que nos permita vivir con el sufrimiento y contra él, no sólo en la dimensión individual, también en la colectiva. Concluye Pascal Bruckner su análisis diciendo que lo mejor sería burlarse de la felicidad, no buscarla como tal, darle la bienvenida cuando aparezca, no retenerla, no lamentar su pérdida; dejar que sea impredecible. Considerarla secundaria siempre y en todo lugar, porque sólo llega a propósito de otra cosa. Imagen tomada de: http://espiritualidadcristica.blogspot.com/
Gustavo Restrepo Corporación Cultural ESTANISLAO ZULETA
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Grupo de estudio Miércoles 22 de junio de 2011 Auditorio CorpoZULETA
Discusión “Pensar la felicidad” pareciera una oración que en esta época no encuentra lugar. Sin embargo, en la línea que da razón al trabajo de nuestra Corporación Cultural ESTANISLAO ZULETA, creemos que el pensamiento es un hombro en el cual apoyarnos en la construcción de una mejor vida, tanto individual como colectiva, por lo cual, continuando con el ciclo El mundo en que vivimos, nos encontramos el cuarto miércoles del mes de junio para reflexionar ese angustiante imperativo propio de esta época: ¡Sé feliz! Nuestra conversación inició con la puesta en evidencia de una contradicción del sistema en que estamos inscritos: el capitalismo. Éste promueve un consumo desenfrenado al tiempo que produce millones de marginados y miserables a grandes distancias de alcanzar la capacidad adquisitiva que ese mismo sistema exige. De igual manera –decía otra persona-, las mismas lógicas, vía el consumo, pretenden proveer “soluciones fáciles y rápidas” a las carencias humanas, traduciendo todo lo que sea del orden de la dificultad en obstáculos a evitar a toda costa pues impiden el acceso a esa propuesta de felicidad consumista. -¿Qué encubre el imperativo ¡Sé feliz!?- Quien arrojó esta pregunta dio varios elementos para nuestra indagación: en la forma que se promueve este imperativo subyace también un componente individualista, es decir, ¡Sé feliz!, en términos más específicos, significa: ¡Sé feliz a toda costa sin contar con nadie! No en vano existen todos los discursos emergentes de “la felicidad interior” o “la felicidad personal”; por el contrario, parecieran indicar que allí donde la insatisfacción reina y la imposibilidad y la impotencia surgen, el individualismo llega también, anulando toda aspiración de un cambio estructural que trascienda las luchas personales desconocedoras de las problemáticas comunes. Como lo dijo un asistente: el hecho de buscar en la superación personal las soluciones a problemas colectivos dice mucho de la concepción que una sociedad tiene acerca del lugar de la política, pues pierde de vista que ésta es el dominio que se debería ocupar de dichas problemáticas. Continuando con nuestra conversación, una persona planteó el problema de la felicidad enmarcándolo en la relación sujeto-historia, preguntándose si las demandas de felicidad en una persona pueden ser históricas o, más bien, corresponden a una posición subjetiva. En este sentido alguien más expresó una pregunta que a su vez suscitó varias intervenciones: ¿por qué un rasgo de esta época es la insatisfacción, incluso en aquéllos que ostentan una amplia capacidad adquisitiva? Quienes se animaron a responder enfocaron su mirada en el tipo exigencia particular a satisfacer puesto que, “quien vive todo el tiempo insatisfecho en el consumo, ¿por qué no cuestiona dichas demandas?” Otros, por su parte, propusieron una interesante relación entre el aburrimiento y la angustia, derivados de la pregunta ¿qué hacer para “pasar” o “matar” el tiempo? La entrega de esta sociedad al entretenimiento, desposeído éste de un elemento de gratificación para la vida, funge como expresión del anhelo de enajenarse allí en donde no se soporta la realidad. Ahora, si esa enajenación o encuentro con la euforia reducida a la tontería trasciende las barreras del instante y se vuelve una euforia-perpetua o, valga decir, un placer eterno, podríamos decir que lo que allí acaece es el estado de locura o borramiento del sujeto. Los últimos planteamientos, ya hacia el final de esta sesión del grupo de estudio, afirmaron lo siguiente: la frase “consumo, luego existo” parece un panorama terrible e insostenible para el conjunto de la humanidad, y si bien ahí se hace una referencia a las condiciones materiales que permiten el consumo, no se puede desligar la felicidad de las concreciones y posibilidades económicas. Es decir, muy difícilmente un ser humano en paupérrimas y miserables condiciones materiales puede alcanzar la felicidad comprendiendo ésta un rasgo de la dignidad, por ejemplo, en unas concreciones básicas como alimentación, salud y vivienda. Sin embargo, en complemento a esta idea, quien tenga todas las posibilidades económicas no necesariamente es feliz. De esta forma, terminando este fructífero intercambio de la palabra, afirmamos que las concreciones y posibilidades materiales se constituyen, en tanto a la felicidad se refiere, no en una causa sino en una condición. Vincent Restrepo Corporación Cultural ESTANISLAO ZULETA
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Conferencia Conferencia Miércoles 6 de julio de 2011 Auditorio Comfama San Ignacio
UN AGOBIANTE IDEAL: EL DEBER DE SER FELIZ Tracé para esta conferencia un itinerario que comprendió los siguientes puntos: I. Preguntas ineludibles a propósito de la felicidad. II. La felicidad y el problema que le plantea la estructura subjetiva. III. El eterno anhelo de la felicidad y su materialización en otras épocas. IV. Nuestra época y su ideal de felicidad. V. Intento de definición de la felicidad, más allá de la concepción actualmente hegemónica. En el punto I configuré una docena de preguntas, pero para esta recensión se pueden destacar las siguientes: ¿Cuál es su relación con el malestar estructural que nos constituye? ¿Cómo la marcan lo social y lo histórico? ¿Es un fin en sí mismo o es efecto de otra cosa? ¿Qué relación guarda con el sentido de la vida? ¿Es un valor por encima de otros como la libertad, la justicia, el amor, la amistad, etc.?¿Es un derecho, un deber o una simple posibilidad humana? En el punto II hice referencia a la imposibilidad estructural que le plantea al ser humano su condición de sujetado al significante, para acceder a ese pleno de goce original que él fantasmatiza como estado paradisíaco a recuperar. En este punto entra también la peculiaridad del sujeto que señala que sólo aceptando una cuota necesaria de insatisfacción le es posible establecer y sostener el lazo con su semejante. En esta línea hace su ingreso el tema del malestar que nos signa, de las cuatro fuentes desde donde no deja de asaltarnos y el reto humano de vivir con él, no aceptándolo acríticamente y entregados a la resignación, sino cualificándolo y asumiendo formas creativas para encararlo. El punto III me llevó a destacar que la noción de felicidad es un asunto histórico, social y cultural. Así las cosas, se pueden ubicar los discursos orientales como los que constituyeron la India, la China, el Japón con sus concepciones de ella a partir de Buda y Confucio, para poner dos ejemplos; de la misma manera que en Occidente se pueden destacar diversos discursos sobre la felicidad a lo largo de la historia como, por ejemplo, los de la Filosofía Antigua (Platón, Aristóteles, Epicúreos, Estoicos, Escépticos), el judeo – cristiano y los de la Modernidad (Rousseau y los Ilustrados, el proveniente de los proyectos revolucionarios norteamericano, francés y marxista, y, para mencionar un último pero de decisiva importancia, el de Freud ). De aquí me fue necesario derivar a la concepción capitalista de la felicidad, concepción dominante hoy día y que la concibe, de forma estrecha y empobrecedora, como inscrita en un plano definido por dos coordenadas: el placer y el consumo. En el punto IV especifiqué los rasgos propios del hombre y de la mujer de nuestros días y, después de esto, examiné esa extraña y agobiante consigna que como orden y mandato circula en nuestra época: “¡Sed felices!”, consigna que cierra, por lo menos al momento de hoy, el ciclo histórico que ha recorrido la noción de felicidad: 1. Posibilidad humana, en la Antigüedad greco-latina; 2. Derecho humano, en la Modernidad Temprana; 3. Deber humano en la Modernidad Tardía. En este acápite también exploré ese narcisismo vacío que caracteriza al individualismo burgués de nuestros días, que no le da a la vida más razón de ser que la obtención de un placer mediocre e insulso, cuyo baremo se reduce a la sensación y a la emoción. Finalmente, en el punto V sustenté una concepción de la felicidad que configuré en los siguientes términos: “Ser feliz es poder desplegar una existencia caracterizada por la realización y materialización de los ideales que a uno lo animan, ideales forjados con la materia prima de los deseos propios, y todo esto contando siempre con el Otro de la ley”. Carlos Mario González Profesor Universidad Nacional – sede Medellín Departamento de Estudios Filosóficos y Culturales Miembro Fundador Corporación Cultural ESTANISLAO ZULETA
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Tertulia Miércoles 13 de julio del 2011 Deck del Claustro de San Ignacio
De tantas y tan diversas cuestiones que pueden surgir como grandes interrogantes en la vida que, como seres humanos comprometidos con ella en su sentido más afirmativo posible, estamos llamados a atender, se nos propuso, para esta ocasión, la atinente a la felicidad; ella, ante la cual se sitúan ineludibles preguntas, a la cual todos, al parecer, queremos tener acceso, fue la protagonista de tres encuentros siendo este el último de ellos y del cual, tras una respetuosa e inteligente conversación que contó con lo propuesto en la conferencia central como referente abierto para ella, emergieron las consideraciones que a continuación presento y que, no sobra decirlo, fueron el fruto de las participaciones de los casi treinta asistentes a este espacio de diálogo y reflexión. Dos preguntas suscitaron las intervenciones tras la introducción de nuestra coordinadora: ¿de qué tipo de felicidad estamos hablando? ¿Cómo se hace ella, la felicidad, posible? Este tiempo promueve una idea de felicidad aunada a la bonanza material, a la tranquilidad, al tener, al gastar, señaló una tertuliante, ante lo cual alguien agregó que ello se refiere entonces al bienestar y que este es el que promueve el capitalismo en su definición de la felicidad. Un habitual asistente nos recuerda que, de nuevo y como nos pasa con frecuencia en estas conversaciones, estamos ante el gran problema de las definiciones y los conceptos –tan necesarios ambos de ser claros cuando se intenta un diálogo democrático- y nos recuerda la definición ofrecida en la conferencia central: “La felicidad, la que depara una buena vida, es poder desplegar una existencia caracterizada por la realización y materialización de los ideales que a uno lo animan, forjados con la materia de los deseos propios y contando con el Otro” la cual, a su vez, nos pone frente a dos conceptos más: el deseo y el ideal. En este sentido, una participante resaltó la necesidad de la conexión entre los ideales y el deseo como el esfuerzo por el cual se encauza un ser en las vías de la realización de una buena vida –que a su vez depararía la felicidad- ante lo cual advierte quien coordina: y ¿qué son los ideales hoy? ¿De qué están construidos? ¿Qué significa ser seres deseantes? No hay que confundir los ideales con la felicidad misma, éstos se proponen más bien como horizontes hacia los cuales el deseo propio debe aspirar advirtiendo que ello no exime al sujeto de las determinaciones que el contexto social impone a las posibilidades efectivas para la existencia de cada ser humano. Así entonces, señala un comentario, la felicidad se propone, ya desde otras lógicas, como un posible efecto tras un despliegue de la vida hacia un sentido y no como un punto de llegada. Sin embargo, se reconoce en la tertulia que por otro camino va la propuesta que esta época hace para la felicidad, una que agobia y que se impone, una que tergiversa y homogeniza la mirada del mundo que le es posible a cada ser humano, una que aquieta y acalla las interrogaciones que deben hacerse a los ideales en donde entonces no tiene cabida preguntarse ¿y yo, qué es lo que me propongo?, una que anula el deseo propio y acomoda el entendimiento a las verdades impuestas por la convención, una que hace de los ideales unos tiranos aplastantes; ante esto, nos advierte un asistente: también en la búsqueda de ideales como los promovidos por el capitalismo hay luchas y éstas deparan felicidad en su realización, lo cual nos devuelve a la pregunta inicial ¿cómo es que nos representamos la felicidad y cómo la significamos? En esta medida, van señalando las últimas participaciones, la propuesta debe ser arrebatarle la definición de felicidad al capitalismo, batallar en el frente de la construcción de los ideales donde se cuente con el otro reconociéndolo como una mirada también posible del mundo en tanto se reconoce el ser humano como un ser incompleto, frágil y quebradizo, y bregar así por una elaboración colectiva de esos horizontes -siempre en diálogo e interrogados con y por el presente- que, dándole lugar a la dificultad, al fracaso, a las diferentes metáforas de la muerte que nos depara el día a día, nos posibiliten afirmar la vida atendiendo a las significaciones que configuremos, en comunidad y como posibilidad para ella en su conjunto, de lo que demos en llamar “una buena vida”. ¿Somos felices o hemos sido felices en lo que va de nuestra existencia? Es la pregunta con la cual nos retiramos hacia nuestros destinos tras haber compartido con otros cuestiones que se nos proponen de forma individual pero que se enriquecen y se sostienen en un diálogo de seres que se toman en serio el vivir. Diana Marcela Suárez Corporación Cultural ESTANISLAO ZULETA 6
Pensador de referencia "Así pues, por deber de ser feliz entiendo esta ideología propia de la segunda mitad del siglo XX que lleva a evaluarlo todo desde el punto de vista del placer y del desagrado, este requerimiento a la euforia que sume en la vergüenza o en el malestar a quienes no lo suscriben. Se trata de un doble postulado: por una parte sacarle el mejor partido a la vida; por otra, afligirse y castigarse si no se consigue. Supone una perversión de la idea más bella que existe: la posibilidad concedida a cada cual de ser dueño de su destino y de mejorar su existencia. ¿Cómo unas palabras que en el Siglo de las Luces hablaban de emancipación - el derecho a la felicidad- han podido transformarse en dogma, en catecismo colectivo?” La euforia perpetua Pascal Bruckner
Pascal Bruckner, novelista y filósofo francés, nació en París en 1948. Colaborador habitual de Le Nouvel Observateur, ha publicado una quincena de obras desde 1975. Una de sus novelas, Lunas de Hiel, fue adaptada para el cine por el director Roman Polanski. Con una obra sumamente prolífica, en un primer momento se le asoció a los «nuevos filósofos», junto a Alain Finkielkraut, André Glucksmann y Bernard-Henri Lévy. En 1995 obtuvo el Premio Medicis en categoría ensayo por su obra La tentación de la inocencia y en 1997 el Premio Renaudot por su novela Los ladrones de belleza (Andanzas 351). En el año 2000, Tusquets Editores publicó su anterior ensayo, La euforia perpetua (Ensayo 47).
Boletín de La conversación del Miércoles
Próxima conferencia: De una época que supera la dominación masculina… y la de cualquier otro género Texto de referencia: La dominación masculina Pierre Bourdieu Miércoles 3 de agosto 6:30 p.m. Auditorio Alfonso Restrepo Moreno Comfama San Ignacio (cuarto piso)
Edición del 19 de julio del 2011 Revisión editorial: Alejandro López Sandra Jaramillo Diana Suárez Vincent Restrepo Diagramación: Vincent Restrepo
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